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Amados Parte 01. Pedro intentó amar, Juan fue amado. Pastor Erich Engler

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Amados – Parte 01

Pedro intentó amar, Juan fue amado.

Pastor Erich Engler

En la conocida historia de Marta, María y Lázaro, los amigos de Jesús, la cual encontramos en el evangelio de Lucas cap. 10, vemos que cuando Jesús estaba allí de visita, Marta estaba preocupada con muchos quehaceres para atenderle, y al mismo tiempo estaba enojada con su hermana que no la ayudaba. Esto lo encontramos en el vers. 40 de dicho capítulo:

“Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”.

Era evidente que María tenía otra cosa más importante que hacer. Marta, ocupada en la cocina, se da cuenta que María no aparece por allí para ayudarla, así pues que se decide ir a buscarla. María no está poniendo la mesa, como ella piensa o espera, sino sentada a los pies de Jesús, y al verla, Marta se siente molesta.

María no está simplemente sentada sin hacer nada sino que está escuchando atentamente las palabras de Jesús.

Mientras yo estaba meditando en la Palabra, el Señor me mostró específicamente este pasaje y creo que esta es la dirección en que Él nos quiere llevar como iglesia local en este tiempo: simplemente sentarnos a escuchar sus palabras y prestar atención a lo que Él nos quiere decir.

La Biblia nos dice en Juan cap. 1 vers. 17 lo siguiente:

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.

Aquí hay una gran diferencia entre lo que le fue dado a Moisés y lo que vino a traer Jesucristo.

Imaginémonos que yo no hubiera venido hoy a la reunión pero que hubiera comisionado a alguien para repartir las notas de mi mensaje. Hay una enorme diferencia entre, recibir mis apuntes o que yo esté presente entre vosotros ¿verdad? Si yo estoy presente, estoy cerca de vosotros. De la misma manera Dios se acercó al hombre por medio de Jesucristo.

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2 La ley establece distancia entre Dios y el ser humano. Sin embargo, en el nuevo pacto hay un acercamiento entre ambos.

Jesús, quien es Dios mismo, se acercó al ser humano cuando se hizo presente en el mundo. Esa es la diferencia entre dar sus palabras o venir personalmente.

Todo lo que tiene que ver con la gracia de Dios está basado en el hecho de que Jesús vino a la tierra. La gracia implica cercanía y relación, la ley en cambio, establece distancia y

separación.

Una de las principales cosas que podemos encontrar como creyentes en esa gracia que nos vino a traer Jesucristo, es que somos amados por Dios.

Deseo ir con vosotros al pasaje de Marcos cap. 12 desde el vers. 28 para considerar la pregunta sobre cuál es el mayor mandamiento, teniendo siempre presente que si estamos sentados a los pies de Jesús escuchando sus palabras Él nos habrá de dar fresca revelación la cual será liberadora. Leamos:

“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó:¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

(29) Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

(30) Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.Este es el principal mandamiento.

¿Con quién está hablando Jesús aquí? Con un escriba o maestro de la ley. Jesús no está hablando con el apóstol Pablo sobre el tema de la gracia divina, sino que Él está hablando con maestros de la ley de Moisés. Bajo la ley, este era el primer mandamiento. Ya el hecho de leer que tenemos que amarlo con toooodo nuestro corazón, tooooda nuestra alma, tooooda nuestra mente, y con toooodas nuestras fuerzas…nos produce esfuerzo y cansancio ¿verdad?

¿Sabías que este mandamiento corresponde a la ley? Bajo la ley, el enfoque estaba siempre dirigido hacia nosotros. Nosotros éramos los que teníamos que amar al Señor con todas

nuestras fuerzas y, al final si lo lográbamos, sonaba como que nosotros éramos los que

recibíamos la gloria. Por supuesto que esto último no se decía así, pero muchas veces al escuchar ciertos testimonios, parece como que fuera así. Hay personas que cuentan testimonios, los cuales yo no pongo en duda ni juzgo, pero estos parecen tan grandiosos y exagerados pues hablan solo de lo que ellos lograron, y de lo que ellos hicieron, y de la fe que ellos tuvieron… y al final, así como de pasada, muy brevemente dicen: ¡toda la gloria sea para el Señor! Lamentablemente, escuchamos a menudo cantidad de testimonios donde la gloria recae en el ser humano y no en el Señor como debería ser.

El primer mandamiento bajo la ley era: “Amarás al Señor tu Dios”, pero ¿sabías que bajo la gracia del nuevo pacto es exactamente a la inversa? El mejor ejemplo para explicar esto, lo encontramos en los discípulos Pedro y Juan.

El significado del nombre Pedro es: peña o piedra, más el significado del nombre Juan es: gracia o bondad.

Es interesante observar que cada vez que la Biblia hace mención a la piedra se refiere a la ley. De hecho los 10 mandamientos fueron escritos sobre tablas de piedra.

Piedra en la Biblia, tiene que ver siempre con la ley.

Sin embargo, todos aquellos que predican el evangelio de la gracia divina, han recibido el mismo ministerio de parte del Señor, el cual es: resucitar a los “Lázaros” que están muertos.

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3 Jesús dijo frente a la tumba de Lázaro: “quitad la piedra, desatadle, y dejadle ir”. La piedra de la ley de aquellos que están sin vida debe ser quitada; las vendas de la condenación, la culpa y el complejo de inferioridad que los mantiene atados deben ser desatadas, para que puedan vivir en libertad.

Ahora deseo mostrarte algo en relación al pasaje de Marcos cap. 12 donde dice que

debemos amar a Dios con todas nuestras fuerzas, alma y mente. Seguramente que habrás escuchado muchas predicaciones sobre este tema ¿verdad?

Bajo la gracia es Él quien te ama con todas sus fuerzas y todo su ser. En 1 Juan cap. 4 vers. 19 leemos:

“Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero”.

Nosotros podemos amar a Dios porque Él nos amó primero con amor eterno.

Ahora vamos a considerar este versículo en relación a Pedro y a Juan y, te aseguro que poder comprender esta verdad va a ser de tremenda ayuda para ti.

Teniendo en cuenta lo que mencioné anteriormente, de que Pedro significa piedra y Juan significa gracia, vamos a considerar ahora la situación relatada en Juan cap. 21 donde muestra cuando Jesús, luego de la resurrección, se aparece a sus discípulos y les prepara algo para comer.

Cabe recordar que el Espíritu santo todavía no había sido derramado sobre ellos, puesto que esto sucede luego que Jesús asciende al cielo.

Luego de la resurrección y antes de ascender al cielo, Jesús se aparece varias veces a sus discípulos. Aquí lo vemos cuando se aparece por tercera vez y les prepara algo para comer. Entre los discípulos allí reunidos, se encuentran Pedro y Juan. Luego de comer, Jesús le pregunta a Pedro si lo ama. Nosotros, quienes conocemos la historia, sabemos que Jesús le hace 3 veces la misma pregunta a Pedro.

La primera vez Jesús le pregunta si él lo ama más que los demás.

Pedro, quien es muy legalista, no responde con humildad poniendo a los demás discípulos al mismo nivel que él, sino que asegura que él es quien más lo ama de todos.

Él responde afirmativa y vehementemente a la pregunta de Jesús.

Jesús, al escuchar su respuesta, pregunta por segunda vez si él lo ama, a lo que Pedro responde afirmativamente: ¡Sí Señor, tú sabes que yo te amo!

Jesús le hace la misma pregunta una vez más y Pedro ya se empieza a poner un tanto “nervioso”.

Jesús le hace esta pregunta a Pedro, quien representa a la ley, puesto que, en ella era demandado este amor. La ley demandaba que las personas amaran a Dios con todas sus fuerzas, alma y mente. Dicho de otra manera, bajo la ley estaban “obligados” a amar a Dios cualquiera que fuera la situación en la que se encontraran.

Para nosotros, como nueva creación en Cristo y bajo el pacto de la gracia, nos es fácil amar a Dios como respuesta recíproca a su amor tan grande por nosotros, pero seguramente que para aquellos que estaban bajo la ley, esta demanda no era fácil de cumplir. El pueblo de Israel no podía amar a Dios desde un nivel espiritual porque no habían nacido de nuevo, ellos lo hacían con todas sus fuerzas, alma y mente, o sea solo de manera natural.

Volvamos al ejemplo de Pedro y Juan en el capítulo 21 del evangelio de Juan donde vamos a encontrar algo sumamente interesante. Allí leemos sobre las 3 veces que Pedro, quien desde su legalismo decía amar al Señor mucho más que los demás, pero también leemos

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4 sobre Juan, quien 3 veces también se denomina a sí mismo: el discípulo a quien amaba Jesús, o simplemente: el discípulo.

Los legalistas podían pensar que Juan era el discípulo predilecto de Jesús, pero en realidad no era así. ¿Piensas acaso que Jesús podía amar más a Juan que a los demás? En el capítulo 13 el mismo Jesús dice que Él amó a los suyos hasta el fin, y eso incluye a todos sin excepción.

Lo que sucedía con Juan es que él tenía una mayor revelación del amor de Dios que los demás, lo cual le hacía decir que él era el amado.

La ley te hace decir: yo amo a Dios; la gracia te hace exclamar: yo soy amado por Dios. ¿Te das cuenta la diferencia?

Pedro hablaba desde la perspectiva de la ley: “Señor, tú sabes que te amo”; Juan hablaba desde la perspectiva de la gracia: “Yo soy amado por Dios”.

Vamos a volver al capítulo 12 del evangelio de Marcos para ver que bajo la ley éramos nosotros los que teníamos que amar a Dios con todas nuestras fuerzas, alma y mente. En los versículos 30 y 31 leemos:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”.

Pedro, con sus 3 respuestas a las preguntas de Jesús, intenta cumplir ese mandamiento desde la perspectiva de la ley.

Sin embargo Juan, desde la perspectiva de la gracia, ama porque sabe que es amado. La ley nos fue dada por Moisés, sin embargo la gracia vino por medio de Jesucristo.

Cuando comprendemos que bajo la gracia las cosas son diferentes a lo que eran bajo la ley, experimentamos una libertad hasta entonces desconocida, y sabemos que cuando leemos la palabra “amados” en las epístolas de Juan, se está refiriendo a nosotros los creyentes. Ahora sabemos que es Dios quien nos ama con todas sus fuerzas, con todo su corazón y con todo su ser.

Bajo la ley éramos nosotros los que debíamos amar, bajo la gracia es Dios quien nos ama primero. Él hace esto porque es el único que puede cumplir de esa manera dicho

mandamiento, a saber: con todas sus fuerzas, su mente, su corazón y todo su ser. Después de comprender esto, solo nos resta exclamar: ¡somos amados!

Dios no nos ama por el hecho de que le sirvamos tan diligentemente como Marta, sino que nos ama simplemente porque le escuchamos como María. Su mayor deseo es, que

escuchemos con atención sus palabras y las atesoremos en nuestros corazones.

Para que no nos quede ninguna duda leamos lo que el mismo Señor Jesús dijo en Juan cap. 17 vers. 23:

“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.

¿Cómo nos ama Dios? De la misma manera en que ama a su hijo Jesucristo, ¡ni más ni menos!

Imagínate como amaba Dios el Padre a su Hijo antes de entregarlo como sacrificio por nuestros pecados. Algo de ese amor solo se puede llegar a comprender cuando se es padre o madre. Es imposible imaginarnos lo que puede significar perder el hijo al que tanto

amamos.

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5 Bajo la gracia, nosotros le amamos porque Él nos amó primero. De esa manera es Dios quien recibe la gloria. Si yo amo a Dios con todo lo que tengo el mérito siempre va a ser mío, empero si es Él quien me ama con todo su ser, toda la gloria y el honor le corresponde nada más que a Él.

Recién cuando recibimos su amor, estamos en condiciones de cumplir el otro mandamiento importante que es amar a los demás.

Si observamos el ejemplo de Marta y María nos damos cuenta que no era que María servía al Señor menos que su hermana, sino que ella le servía estando sentada a sus pies

escuchando sus palabras con atención.

Más adelante, en Juan cap. 12 vemos que Jesús visita de nuevo la casa en Betania, y allí es María quien sirve a Jesús ungiendo sus pies. A Marta la vemos nuevamente ocupada con los quehaceres de la cocina.

Esta vez María, nuevamente sentada a los pies de Jesús, no solo está escuchando sino que le sirve ungiendo sus pies con perfume de nardo. Esto nos enseña que podemos servirle recién después de haber estado sentados a sus pies escuchando sus enseñanzas, eso hace que nuestro servicio sea espiritual y no carnal.

Recién después podemos también amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Es más, nos podemos amar a nosotros mismos recién después de saber que Dios nos ama con todo su ser. Hay muchas personas que no se pueden aceptar a sí mismas, y mucho menos amarse. El motivo de dicho fracaso continuo es porque ellas están bajo la ley y no bajo la gracia.

Pero nosotros sabemos que somos los amados del Señor, tal como lo describe el apóstol Juan en sus cartas. Él menciona la palabra “amados” muy a menudo en sus escritos. Juan tenía una gran revelación del amor de Dios. Él podía amar a los demás, porque sabía cuánto era amado por Dios él mismo.

Mientras él estaba con Jesús se denominaba a sí mismo como “el discípulo al que Jesús amaba”, ahora él puede denominar “amados” a los demás y dirigir sus cartas a ellos de ese modo.

Juan podía amar al prójimo como a sí mismo porque había tenido una revelación del amor de Dios. Él se sabía amado y podía amarse a sí mismo también. ¡Amén!

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