La magia del
Eneagrama y
la eficacia de la
Gestalt
El punto de encuentro
Mario Fernández Alameda
Editado por
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Dedicado a:
Todas aquellas personas que soñáis con una existencia mejor y más completa.
El secreto no es conformarse, si no rehacerse.
Un conocido me dijo; a mí no me gusta el Eneagrama porque te encasilla. • Comprendo que no te guste, lo que no comprendo es como entonces dejas que el carácter lo haga. Mi carácter, soy yo. Respondió en tono algo subido. • Ya…., ese es el problema Y así se perpetúa el desastre, cuando creemos que el carácter y la persona es la misma cosa. Agosto 2009 el autor 1
Índice
Prólogo: La noche de los tiempos...8
Cap. 1 El trabajo con los Eneatipos……….14
Cap. 2 La dimensión espiritual del Eneagrama……….23
Cap. 3 El flujo interno y el niño interior………..39
Cap. 4 Cartografia del trabajo con los eneatipos………...55
Empezando a trabajar con el carácter ………63
Epílogo………72
Apéndice:
Introducción al Eneagrama……….74.
simplemente porque es más grande, Es por ello que el espíritu puede contener al ego pero no al revés.
Es importante que puedas darte cuenta de tu grandeza como ser humano y que esta reside en tu espíritu porque de otro modo no podría ser posible la existencia del ego, simplemente porque este no puede alojarse a sí mismo. Por lo tanto tu carácter y tú no son la misma cosa.
Para adentrarte al conocimiento del eneagrama es necesario que puedas imaginar cuando menos la existencia de un campo psico‐biológico y de un campo espiritual y/o transpersonal, un mas allá de la corteza de la personalidad. Puesto que si no, el ser humano que somos, queda agotado en si mismo restringiéndose a campos electromagnéticos y químicos de los movimientos cerebrales. Es necesaria una psique que acoge y explica el lugar donde se desenvuelven los acontecimiento de la vida anímica y que toman de referencias los millones de años en que la evolución a hecho posible la perfección de lo somos.
Si partes del materialismo científico para leer este libro, te aseguro que te decepcionará enormemente, puesto que no tiene ninguna intención de decir nada que pueda comprobarse a la luz del método científico. Si por el contrario, crees que el ser humano es algo más que la suma de sus partes, entonces, como la mayoría, incluidos aquellos que se llaman científicos, estarás avocado al propósito de conformarte sin saber nada de nada, pero listo a experimentar, así, es posible que algo de aquí, pueda interesarte. La Psicosíntesis El nacimiento de nuestro ser real Roberto Assagioli En toda persona se encuentra latente un ámbito del Ser que se encuentra más allá de la experiencia fenoménica común: la transpersonalidad. Para Roberto Assagioli, la búsqueda interior y la realización del Sí Mismo representan una auténtica y verdadera 'praxis' que activa, cuando la madurez psíquica lo permite, la dimensión transpersonal.
La transpersonalidad es el ámbito del ser donde reside una cualidad superior. Ciertamente, tal cualidad es inicial‐mente recesiva, pero no debe entenderse por ello que se trata de un don excepcional y reservado a unos pocos. Por el contrario, la dimensión transpersonal se encuentra a disposición de cualquiera que la evoque y la intente desarrollar con un empeño consciente y un templado uso de las propias energías, mediante las técnicas y entrenamientos oportunos.
Para la Psicosíntesis, la primera y última certeza del «fenómeno humano» Prologo en revisión.
es el Sí Mismo: el centro de gravedad del cual es imposible prescindir y peligroso alejarse. Es evidente que tal concepción no es un artificio para eludir los problemas de la personalidad y del mundo, sino que es consecuencia de la comprensión de lo que es relativo y lo que es permanente en la estructura atómica del hombre, que es «estructuralmente» idéntica a la energía que compenetra todo el Universo. Bajo esta óptica, la Psicosíntesis utiliza toda la potencialidad del «planeta‐ hombre»: un ser que representa un microcosmos en continuo devenir, confiado a la responsabilidad de la conciencia que lo anima. EL «VELO DE LA ILUSIÓN» Helen Palmer El Eneagrama en el amor y en el trabajo
La psicología sagrada considera que la personalidad, carácter o ego es un sistema de falso yo. El «verdadero yo» es de naturaleza espiritual, y en la primera etapa de la vida queda ensombrecido mientras la atención se centra en satisfacer las necesidades de la supervivencia. Con el paso del tiempo nos identificamos tanto con las características de nuestro tipo y comenzamos a confiar de tal manera en las percepciones condicionadas que olvidamos nuestra verdadera naturaleza y «nos transformamos» en nuestra personalidad o falso yo (1). El eneagrama es una psicología proveniente de la tradición sagrada que se basa en nueve tipos de personalidad, los cuales, desde la perspectiva del yo verdadero y espiritual, son nueve ilusiones acerca de la vida. 1.‐ Los humanos nos definimos como el conjunto o la estructura de pensamientos, sentimientos, recuerdos corporales y motivaciones con los que iniciamos nuestra vida. La combinación de estas identificaciones forma un concepto del yo que en el campo de las enseñanzas espirituales suele denominarse «falsa personalidad». El sistema del falso yo surge de la necesidad de afrontar la vida física y emocional. La tradición sagrada considera «verdadero» al espectro completo de conciencia que supera los límites privados del pensamiento, el sentimiento y la sensación física. Desde esta perspectiva, el yo verdadero es mucho más amplio que los atributos de un tipo determinado.
¿Cuál es la diferencia entre una persona que requiere de una psicoterapia y una que requiere de la verdad? Claudio Naranjo Creo que esta diferencia se puede explicar con una historia sufí. Había una vez 4 viajeros: uno árabe, uno de Persia, otro de Turquía y otro griego y estaban discutiendo como utilizar una moneda, la última moneda que tenían para ese día. Mientras discutían llegó un extranjero que dijo: “si me das la moneda puedo comprar lo que cada uno de ustedes quiera”. Al principio los cuatro viajeros no se fiaban mucho, más al final, le dieron la moneda y el compró un racimo de uva; el árabe dijo: “aquí está mi inab”, el turco estaba muy contento porque tenía lo que quería llamándolo “uzum”, el griego su “stafil”, y el persa tenía su “angur”. Igualmente, todos buscaban lo mismo, pero lo llamaban de manera distinta. Y, como se puede decir, el sufí es un traductor que conoce muchas lenguas, así pienso que se puede decir de un buen terapeuta. Una persona busca el amor, otros buscan no sufrir mucho, otra cumplir su ambición, y todas las cosas que estamos buscando son la misma cosa, más sólo alguna persona reconoce claramente de que cosa se trata. Un verdadero buscador siente que no se trata solamente del deseo de amor, siente que hay un ansia metafísica, algo más allá del signo del deseo, reconoce un vacío que no es de este mundo y que sólo se puede llenar con algo que no es de este mundo. No obstante el problema de llenar este vacío no puede separarse de la resolución del problema psicológico. Y creo que la terapia, todas las terapias, tienen una cosa en común con la “gran” búsqueda, con el deseo de “ajustar cualquier cosa que no va”.
Todas las tradiciones espirituales dicen que, “en un momento dado de nuestra historia individual o colectiva, “caemos”, hemos perdido el paraíso, la condición original de la mente. Todas las terapias se ofrecen a restaurar un estado de salud original; me parece que, por su propia historia la psicoterapia se ha vuelto más autoconsciente de su implicación.
Freud era aparentemente anti‐espiritual, por lo menos anti‐religioso; conocía muy bien el fenómeno de sustituir al padre terreno con el padre celestial y el fenómeno superegoico que atribuye la moral a la voz de un dios. Con el andar del tiempo algunos seguidores de Freud han iniciado el reconocimiento de que el psicoanálisis lleva a la persona al interés y la experiencia espiritual. Jung se rebela contra el materialismo de Freud, Reich habla de un orgón cósmico que es como la kundalini, Fromm y
Horney se interesaron en el budismo zen.
Creo que este desarrollo de espiritualización de la terapia culmina, aunque en forma no implícita, en Fritz Perls y no con la psicología transpersonal; como parecería lo obvio. La psicología transpersonal es hoy sólo un concepto, y un proyecto de síntesis entre la tradición antigua y la psicoterapia moderna, pero se mantuvo como cajón de sastre; y aquello que más llama la atención no es tanto la riqueza de su contenido como su intención. Al contrario la Gestalt, mientras que no tiene raíces en la tradición espiritual, tiene un contenido preciso y un impacto fuertemente libertador.
Como se sabe, la Gestalt ha tenido su origen en la acción de un solo maestro; y fue un maestro tan revolucionario, tan anticonvencional y tan escandaloso que esto significó que su sagacidad y la espiritualidad de la Gestalt permaneciera oculta para sus contemporáneos, sobretodo porque Fritz se consideraba una persona anti‐religiosa y, sobretodo, si con demasiada frecuencia se confunde lo espiritual con lo religioso. Para mi Fritz fue un maestro y creo que no habría tenido la experiencia que tuve con él si no hubiese tenido esa participación que se tiene enfrente de un maestro; me parece que muchas personas no han recibido lo que yo de él porque no lo han respetado tan profundamente. Era fácil denigrarlo porque representaba aquello que el budismo llama “sabiduría loca” que, sin embargo, no es otra cosa que la sabiduría que a veces adopta esta forma en un mundo loco. La dificultad de reconocer en el discurso de Perls, en la vida de Perls un maestro espiritual es debida a la forma en que predomina: una forma de espiritualidad típica de él. Para decirlo brevemente, era un dionisiaco. Y el espíritu dionisiaco, en el mundo cristiano no es considerado espiritual. De la clausura del primer congreso de Counselling Roma 2005 Para adentrarnos en el trabajo Mario Fernández alameda Con el conocimiento del eneagrama he aprendido algunas cosas. La primera y quizás mas importante de todas es que, lo aprendas, lo uses y luego lo olvides. No te quedes atontado/a intentando encerrar todo lo que ocurre en tu vida a través de esta cartografía y aprende a degustar su influencia para engrandecerte y no para achicarte.
de hacer posible la existencia, es un marco, un contenedor que sin duda explica y ayuda a entender muchas de las cosas de la vida propia y ajena. Que estas nueve maneras o formas, determinan de manera inexorable las relaciones entre los seres humanos, es un hecho cierto, pero la verdadera esencia del eneagrama ha de llevarte a tu libertad, una vez reconocidas las variadas cárceles en las que te encierra el juego del carácter. Y tu libertad consiste en ser el jefe de tu existencia, en decidir y elegir como quieres vivir tu vida y naturalmente reconocerte único/a y al mismo tiempo igual a todos los seres humanos.
La segunda es que el determinismo que imprime la forma caracterial, esclaviza al ser humano. Todos pues, somos esclavos de nosotros mismos mientras permanezcamos atados a las visiones ilusorias que el carácter nos ofrece como verdades. La tercera; que la autentica finalidad del ego es traerte de vuelta a casa ya que sin el nunca habrías reconocido el habitar de tu autentica morada < tu ser esencial> Cuarta. Que llegado el momento del reconocimiento de tu ser esencial, yo superior, la verdad o Dios, la vida (el mundo cotidiano) cobra un sentido único y pleno, puesto que es el lugar a través del cual puedes manifestarte. Sin ego no habría percepción ni experiencia de la existencia y sin esto, el ser, lo que eres, la naturaleza esencial del ser humano, no tendría ningún sentido.
Quinta. Con el trabajo personal hacia el reconocimiento de tu verdadera identidad, ya sea con el eneagrama o cualquier otro modelo, estás proponiéndote alcanzar el autentico tesoro tan ansiado por la humanidad: La realización de la propia existencia. Por lo tanto disponte a adentrarte en lo incognoscible de ti sin dejar atrás lo conocido y lo sospechado porque todo el equipaje será necesario para el viaje que has emprendido desde el momento en que pusiste el pie en la tierra y los ojos en este libro.
Capítulo I
El Trabajo con los eneatipos
Soy terapeuta guestaltico y he recibido la Guestalt de Paolo Quatrinni. Guestaltísta Italiano. De él recibí un estilo de Guestalt que junta el saber y el conocer, la experiencia y su contenedor, pero sobre todo el respeto a la existencia del otro, la agudeza de saber mirar directamente al alma de cada quien y el respeto a la verdad por encima de toda la paja. En este libro que seguramente tienes en tus manos leyendo, he intentado organizar lo que a mi me ha servido del eneagrama, aquellas características que hacen posible que profundices en ti. Mi conocimiento proviene de la escuela de Naranjo y la puesta en escena en las relaciones de ayuda, de Paolo Quattrini. Naturalmente la síntesis viene dada a través de mi propia experiencia. He trasladado literalmente algunos capítulos completos o partes de ellos de autores que merecen todo mi respeto y que a través de ellos he conseguido siempre subir una octava. Así los capítulos de La caída y el flujo interior provienen de Sandra Maitri y las aproximaciones a la estructura del comportamiento caracterial, están tomadas de diversos autores, algunos anónimos, recogidos de Internet.
Encontrar el punto de unión de esta teoría de la personalidad, con la esencia de la terapia Guestalt y con sus principios, ha sido para mi y sigue siendo, un empeño tenaz y es la visión de Paolo Quattrini, quien destapa esta síntesis. Apuntando hacia el movimiento de la autorregulación organísmica, ‐ si eres guestaltísta te será familiar‐ podemos acoplar el trabajo con los eneatipos y su estructura de manera sencilla. Para quienes no conocen este principio voy a intentar aproximarme a ello con las palabras más simples posibles. La autorregulación organísmica:
Ningún organismo es auto suficiente, sino que en todo momento forma parte de un campo que lo incluye tanto a él como a su ambiente. Este equilibrio homeostático (o proceso de autorregulación) es sinónimo de salud, puesto que si el organismo permanece en estado de desequilibrio con Su entorno durante mucho tiempo enferma, al no poder satisfacer sus necesidades.
conjunto, biológico, fisiológico, psicológico y trascendental), representa el hecho mas notable en el desarrollo de nuestra terapia ya que ningún organismo viviente se orientará nunca en condiciones saludables, hacía el daño o la autodestrucción , por el contrario la sabiduría intrínseca de la persona, sabe que hacer frente a lo s estados de desequilibrio producidos por alteraciones momentáneas y siempre buscará la mejor respuesta en el sentido de la economía energética, para restablecer dicho desequilibrio. Se podría comparar al movimiento de un eco‐sistema de modo que para la supervivencia del eco‐sistema, es necesario un comportamiento ecológico de todos sus componentes. Así también el eco sistema formado por la persona con su vida interna , sus necesidades y sus recursos y la vida externa con sus imperativos y cualidades representan al eco‐sistema humano y en sus interacciones constantes se produce lo que conocemos como “la vida”. Desde el punto de vista de la Gestalt, la fe intrínseca en lo organísmico, en lo instintivo, es pues una condición indispensable para atender tanto a las necesidades biológicas como a aquellas que trascienden los limites de la fisiología y o psicología.
Desde este principio, podemos hacer una metáfora con relación a cada eneatipo, mirando a cada uno de ellos como funciones psíquicas necesarias para el saludable mantenimiento ecológico de nuestro eco‐ sistema. (Todo el país que somos interrelacionando con el ambiente)
Esta forma de mirar a los eneatipos, sus cualidades y sus recursos nos posicionan de cara a lo que ya en muchos escritos existe. Me refiero al trabajo con las denominadas “virtudes”, agentes homeostáticos que ayudan a desinflamar el exceso producido por la exageración de la pasión dominante en cada eneatipo.
De modo que a cada pasión dominante, le corresponde una virtud y desde el punto de vista dinámico, uno podría desinflamar cualquiera de las pasiones, a través de cualquiera de las virtudes, solamente que es más fácil con la que corresponde a su estructura eneatípica.
Dicho de otra manera el eneagrama de las pasiones representa el mapa donde se han desarrollado las respuestas automáticas y reactivas frente al dolor y el miedo profundo. Las actividades defensivas disparadas como medio o escudos para protegerse de lo insoportable. Mecanismos neuróticos y antiguos, sin duda ya obsoletos en la vida del adulto, pero operativos aún, cuando no se ha conocido otra forma mas saludable de supervivencia psicológica. Por lo tanto podemos de decir que las Pasiones son el pasado, las Virtudes son el futuro.
Aclaro en este punto el término “virtudes” ya que no desconozco que para muchos, posiblemente debido a una educación religiosa generalmente basada en la obediencia ciega y no en la consciencia y el descubrimiento profundo, este termino queda asociado inmediatamente aun estilo virtuoso mental de ser bueno a costa de todo y naturalmente aboliendo y desdeñando cualquier infiltración de una supuesta “maldad “ en el ámbito de la conciencia, o lo que es tradición católica, buscando la expiación a dichas infiltraciones en la culpa y el auto castigo.
En el esquema que presento, la virtud corresponde a una “cualidad” intrínseca de cada eneatipo y es por ello que cada persona cuando ejerce dicha virtud de manera casual o provocada encuentra en su desarrollo la complacencia de estar unido así mismo en lo mas profundo de su ser, aunque el resultado de tal avatar, no haya dado los efectos del “falso control” que provee el mecanismo de la pasión (reactividad).
En los escritos que presento más delante como introducción a las dinámicas y movimientos caracteriales, encontrareis estas virtudes denominadas como cualidades.
Sin embargo el conocimiento de esto como tal no producirá ningún cambio en la persona, el saber mental de esta operativa, puede enriquecer nuestra acerbo cultural, pero en poco nos ayudará a modificar las cosas que nos pasan. Es indispensable por lo tanto, enfrentar aquello de lo que nos defendemos, dejar de huir para que sea posible que los mecanismos saludables y los recursos naturales de que disponemos, se encarguen de poner orden en nuestro interior. Ante esto, es necesario crear una gran fe en lo que somos y estar completamente seguros de que nada malo nos pasará, cuando logramos acercarnos y tocar las profundidades de nuestras almas.
Seguiré pues comentando el propósito de nuestro trabajo con el eneagrama desde la óptica de las funciones de cada eneatipo y observar que desde esta visión, podemos mejorar el funcionamiento ecológico, o llamado en términos políticos, podremos gestionar nuestro universo personal, de un modo mas parecido a una democracia, que a una tiranía. (La tiranía es el modo neurótico y habitual con el que la inmensa mayoría de las personas, gestionan sus vidas y las de otros). De ahí tanto sufrimiento inútil y tanto malestar.
Para empezar tenemos que imaginarnos un país, un país al que llamamos persona. Cada persona es un país completo y al igual que los países, son gobernados por estructuras políticas, creadas para satisfacer las necesidades y lograr una supervivencia mayor y con mayores cotas de
excelencia. En nuestro país llamado persona también disponemos de estructuras para gobernarnos en ese mismo sentido. Así en nuestro país podríamos decir que, los gobernados corresponden al pueblo, psíquicamente estos representan las necesidades, las pulsiones instintivas y los movimientos inconscientes del ser humano, (el Id o Ello). El gobierno que gestiona, es conocido en las instancias psíquicas como el Yo (ego), y este, como todos los gobiernos, dispone de leyes (Súper‐yo) y de policías para hacerlas cumplir. Los policías en nuestras instancias psíquicas están representados por la culpa y la vergüenza ya que son ellos los perseguidores cuando has trasgredidos los dictámenes de tu legislación interna.
Bien, entremos entonces a reconocer el valor de cada función que protagoniza cada eneatipo y al igual que un gobierno se apoya en sus ministerios, para hacer su trabajo, nuestro Yo se apoya en las funciones en que cada eneatipo es especialista. Haciendo un recorrido por cada uno de ellas obtenemos que: El eneatipo 1 realiza la función de la ordenación, el orden de las cosas, que va primero y que va después, indispensable para tener una representación no caótica del mundo así como los principios y valores que pueden hacer más fácil la convivencia humana. El eneatipo 2 realiza la función del sentido del valor personal (La autoestima) El Eneatipo 3 es el portador de la eficacia y la auto representación es que el provee a la persona de un currículo atractivo para que sea interesante a otros en el mundo del trabajo y de las relaciones. Escaparatista, sabe mostrar lo mejor para venderse.
El Eneatipo 4 desarrolla la auto‐alianza. El que le dice a la persona; tu tienes derecho a mas. Tú tienes derecho de tener lo mismo que el otro. Es como llevar un abogado de bolsillo que te recuerda permanentemente tus derechos.
El eneatipo 5 contiene la función del conocimiento, de las relaciones difíciles y analíticas. La funciones de la lógica y la imparcialidad desde el punto de vista mental.
construir defensas para proteger.
El Eneatipo 7 realiza el consenso, el acuerdo ,se ha especializado en lo que llamamos “mano izquierda para las relaciones difíciles” Tiene el arte del toreo y del pase, pero sobre todo es especialistas en construir “salidas” rapidez y anticipación para que no me afecte lo que es peligroso. Tiene la facultad de la evasión. El eneatipo 8 realiza la conquista y la defensa del territorio conquistado, es el portador del instinto territorial. El defensor de la propiedad “esto es mío” El eneatipo 9 realiza “La Paz “ la conciliación y la armonía Es portador de la generosidad genuina. Es el encargado de decir, “Bueno al fin y al cabo esto no es tan importante para mi, si con ello te satisfago y logro nuestra armonía.”
Por lo tanto es muy importante entender que no son las funciones las que martirizan el alma del ser humano, si no el abuso desmedido de las mismas. Así pues todos necesitamos de ellas y las ponemos en movimiento cuando así lo requiere la situación. Pero claro está, que atender todas o casi todas las situaciones de la vida, desde una misma óptica y función no solamente es ineficaz sino estúpido. (La estupidez y la inconsciencia son muy parecidas). Además de un despilfarro de recursos que más tarde o temprano nos pasará factura.
Por ejemplo a la función del eneatipo 2, la autoestima, tan necesaria para la vida y para mantener hábitos saludables, se le denomina en el eneagrama de las pasiones el “orgullo”. El orgullo es una inflamación, una exageración de la autoestima, estar por encima de las cosas y allí donde tendría que haber un sentido de auto‐aprecio se instala un sentimiento de sobre‐estimación sobre sí mismo, reconociéndose valioso/a exclusivamente por el hecho de creer que los demás le necesitan, y estar disponible a atenderlos a costa de sus propias necesidades. Con ello se convierte en salvador/a e indispensable, cosa que podría dar mucho placer si no fuese por el hecho de verse enredado/a en un agotamiento tal que merma continuamente la libertad y el bienestar. El orgulloso siempre piensa que es imprescindible y a pesar de ti, te ayudará, porque realmente no lo hace para ti, sino para alimentar su propio orgullo. Este sentido de ser importante, trae consigo la locura enajenante de la perdida de las necesidades de quien lo ejerce y por lo tanto la perdida de la brújula existencial. No es extraño, encontrarnos personas con este carácter, que han perdido la alegría de vivir y el sentido del ser, con el consiguiente
hastío inundando su alma y su vida prisioneros de sí mismos y anhelantes de libertad. Así podemos ver a cada uno de los caracteres, como inflamaciones de las funciones psíquicas, de las que hay que recuperar su operatividad.
Hecho el recorrido de las funciones inherentes a cada eneatipo podemos observar su dinámica en los planos funcionales y también aprovechar a mirar a estas facultades como indispensables todas para el buen funcionamiento y gobierno del país. (La persona que somos)
Podríamos decir en este punto que las dificultades empiezan cuando uno de estos ministerios, como ocurre también en la política, da un golpe de estado, lo que podríamos asimilar a que el yo y sus funciones naturales han sido sustituidas exclusivamente por los intereses del eneatipo golpista. Hay que decir que de todos los eneatipos el más golpista es el 6.
Esta metáfora es una forma de hacer más comprensible los mecanismos intra‐psíquicos y de entender el porqué de manera inequívoca cada persona repite una y otra vez las mismas cosas, dando las mismas respuestas a situaciones diferentes, porque la presencia exclusiva o en exclusiva de las funciones del eneatipo dominante no permiten la puesta en escena de las facultades inherentes al resto de los eneatipos, que por otro lado, permanecen vivas y disponibles, solamente hay que llamarlas. Pero naturalmente esto significaría que el (tirano‐golpista) se aparte por un momento, deje de ejercer su poder y entregue el poder a las otras partes. Esto es muy conocido en la terapia Gestalt cuando la persona se atreve a mirar desde otro sitio distinto el problema que le aqueja o cuando montado en su creatividad, habita un personaje distinto de si, y trata el problema como si fuera otra persona.
Si volvemos por un momento a la autorregulación organísmica podemos entender mejor, apuntando que toda acción que la persona emprende tiene por finalidad lograr el estado de equilibrio que ha perdido y por lo tanto ya sea que provenga de su decisión consciente o de una actividad reactiva e inconsciente, en su propósito lleva las claves necesarias para encontrarlo. Naturalmente solamente un pálido esbozo de bienestar, es lo que se suele lograr, cuando nuestras acciones van capitaneadas desde esa parte de nosotros que llamamos carácter. Esto es debido a que por mucho que nos cueste creerlo siempre que actúa el carácter lo hace con el mismo fin; defendernos del miedo o el dolor y por lo tanto la respuesta no solamente no es libre sino que lleva en su esencia los condicionamientos impuestos por tales imperativos. Lograr la libertad del ser supone entre
otras cosas estar dispuestos a atravesar las puertas de lo que tanto tememos y para ello de nuevo y no me cansaré de repetir, hay que generar una gran fe en la persona que eres, en tu capacidad autorreguladora y en tu esencia, esencialmente buena.
Los trabajos que realizo en los talleres del Eneagrama como en la mismísima terapia Guestalt son como espacios privados de uno mismo donde te das el permiso para explorar todo este maravilloso país que eres tu, donde puedes hacer cuanto quieras y a través de la confrontación contigo, atravesar los lados mas oscuros de tu alma, para dirigirte hacia aquello que te reconforta genuinamente, sin envolturas sociales ni condicionamientos y estereotipos culturales. Es como trabajar en un circo donde todo cuanto ensayas y arriesgas lo haces con red, una red con la que aseguras que nada de lo que te pase o descubras de ti, sea lo que sea, tendrá consecuencias irreparables. En mi experiencia personal te diré que lo único que sufre un poco de ti será el narcisismo, la inflamación excesiva de la importancia neurótica que te das, y cuando esto sucede aparece el genuino sabor de la honestidad, la limpieza y belleza con la que tu espíritu hará que te sientas en paz contigo mismo.
Conozco a muchas personas que saben del eneagrama mucho, lo han estudiado hasta aprenderse las palabras de los autores, pero no consiguen hacer cambios sustanciales, ni creerse verdaderamente que sea posible. También quienes abocados a un espíritu científico y racionalista observar los movimientos exclusivamente psicológicos y olvidan la trascendencia y la operatividad del alma humana cuyo movimiento y sentido es incomprensible para una mente basada en el racionalismo y como no, espiritualistas de profesión, que a base de fomentar las virtudes de manera teórica y mentalmente dan a su capacidad mental el poder de la transformación, una ilusoria actitud, puesto que nada sucede sin que toda la persona que somos se involucre en la experiencia, no es posible cruzar el río sin mojarse.
Las escuelas de Guestalt, que hacen bien su trabajo, proveen de este marco, donde desarrollar y conocer a través de la experiencia propia, y parece que es así, que solamente la experimentación y vivencia logra completar el continuo transformador que implícitamente se encuentra en las relaciones con uno mismo y con el mundo. Sin duda una idea existencial, pero es que la Guestalt es existencial.
El eneagrama, como teoría de la personalidad, como argumentación y cartografía de los movimientos del ser y del ego, es valida, en la experimentación y sobre todo es valida y validada no por su teoría, si no
porque explica el fenómeno pero sin obviar al fenómeno y respeta con exquisita cautela al ser humano que lo porta.
En el apéndice del libro, encontrareis una introducción a la dinámica y formas en que el eneagrama y los eneatipos organizan la vida anímica, una especie de articulación del modelo teórico que aunque sintética y sin demasiadas aspiraciones, desvela con claridad y pragmatismo los argumentos instalados en nuestras consciencias. Datos, que en un principio, pueden parecer abrumadores. No hagáis caso de vuestros primeros sentimientos de no entender, empeñaros en hacerlo, porque tan solo son pequeñas obnubilaciones cognitivas, posiblemente producidas por el mismo carácter, que, intuyendo que vais a introduciros en campos de sabiduría que lo desplazarán (a mayor consciencia de si , menos fuerza tiene el carácter) acomete contra tu integridad y bienintencionado deseo de cambiar, de dejar antiguas prácticas, provenientes de tu pasado, y comenzar una vida en plenitud en armonía con tu ser.
Con el capítulo II pretendo adentrar al lector, en la teoría de corte transpersonal sobre cómo es que tenemos un ego y como es que el desarrollo del mismo, termina haciendo que olvidemos lo que somos. Aunque está bien decir que para la tradición espiritual es el hecho de la pérdida del nuestro contacto con la esencia y por tanto la caída en un gran miedo existencial, el motor o comienzo de la formación egoica, como sustituto e imitador de aquello que perdimos (olvidamos), desapareciendo de nuestra consciencia. Por lo tanto qué es primero; si el adormecimiento y perdida del contacto con el ser que empuja a la creación de una estructura sustituta, o por el contrario el desarrollo del “Ego” como estructura psíquica necesaria, para la pervivencia e interrelación con el mundo externo, lo que determina que culminemos olvidando que y quienes somos en realidad. Aquí dejo la incógnita. A efectos del trabajo que pretendo es irrelevante ya que sea como sea y como haya sido en la noche de los tiempos, el hecho es que ahí está, y son sus manifestaciones fenomenológicas con las que trabajaremos y no con las posibilidades de su origen. Y el capítulo III ofrece una hermosa explicación del movimiento del alma y del carácter, ambos implícitos en la sabiduría del Eneagrama. Todo ello de la mano de Sandra Maitri, la escuela de Naranjo y las enseñanzas de Almaas. (La escuela del diamante).
observación que tenemos en la escuela (Instituto Gestalt Counselling) para ayudar a encontrarse y saber que eneatipo es el tuyo. Luego pensé que es absurdo jugar a ese juego si verdaderamente no estás comprometido en el cambio y la auto‐observación, por lo tanto, he preferido dejar esta parte para aquellas personas que lo soliciten y/o que quieran iniciar algún trabajo de este tipo conmigo. Podéis solicitarlo a la dirección de info@guestalt.es en la Web www.guestalt.es
Normalmente tengo grupos de auto‐observación y “Darse Cuenta” todas las semanas y la introducción al trabajo de los eneatipos mas o menos una vez al trimestre.
Capítulo II
LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL DEL ENEAGRAMA “Como y porqué tenemos un carácter” EL TRIANGULO INTERIOR Y LA CAÍDA Todas las religiones del mundo, hablan de la expulsión del paraíso. Ninguna explica la razón de este acontecimiento, sino en términos interesados. La figura del eneagrama está compuesta por un triángulo interior que une los Puntos Nueve, Seis y Tres, y una forma externa constituida por la unión de los Puntos Uno, Cuatro, Dos, Ocho, Cinco y Siete. Estas dos formas no se interseccionan, como puede verse a continuación en el Diagrama 4, y por eso el triángulo interior es una entidad independiente de tipos. En el nivel del eneagrama de la personalidad, el triángulo interno representa los factores responsables y los estadios de los procesos arquetípicos: aquellos en los que se pierde el contacto con nuestra naturaleza básica o esencial y en los que simultáneamente se produce el desarrollo de una estructura de ego. Nuestra naturaleza esencial es lo que somos cuando estamos libres de la experiencia del pasado; es nuestra naturaleza innata y un estado de conciencia no condicionado. Es nuestro estado de la niñez, y coexiste con las características particulares de nuestra alma, tales como la ternura, la claridad, la fortaleza y otras. Cuando somos bebés, sin embargo, no tenemos la capacidad de saber que ésta es nuestra experiencia, porque todavía no hemos desarrollado la capacidad de reflexionar.El proceso de perder el contacto con nuestra naturaleza esencial es universal: todos los que desarrollan un ego tienen que pasar por ello. Lo que significa, evidentemente, todos los seres humanos del planeta, a menos que uno nazca santo o loco, es decir, que nunca desarrolle una estructura de ego. Puede considerarse que cada uno de los eneatipos del triángulo interior se «especializa» o se forma alrededor de uno de los tres factores arquetípicos de esta pérdida. También puede interpretarse que cada uno de estos tipos está centrado en las tres fases correspondientes del proceso del desarrollo del ego. Por el contrario, los otros puntos del eneagrama, pueden verse como elaboraciones posteriores de este proceso. La comprensión del
Diagrama 4
proceso representado por el triángulo interno no sólo nos ayuda a entender el eneagrama de la personalidad, sino que también nos ayuda a darnos cuenta de que necesitamos confrontarnos con nosotros mismos para reconectar con nuestra naturaleza esencial. Como estoy describiendo las fases de un proceso universal, más que los propios eneatipos, me referiré a los Puntos Nueve, Seis y Tres, en vez de utilizar los nombres de los eneatipos correspondientes.
El Punto Nueve, como indica su posición en la parte superior del eneagrama, representa el principio básico que inicia el desarrollo del ego: la pérdida del contacto con nuestra Naturaleza Verdadera. En el trabajo espiritual, a menudo se hace referencia a esta pérdida como el quedarse dormido, entrando en un estado de ignorancia y oscuridad. El proceso de perder el contacto con lo innato y no condicionado se produce de forma gradual durante los primeros años de vida y, al llegar a los cuatro años, la percepción de la esencia se ha perdido casi por completo. Esta pérdida de conciencia de nuestra naturaleza esencial inicia el desarrollo del armazón que constituye la estructura del ego.
El desarrollo de esta estructura es un requisito previo al desarrollo espiritual, ya que parte del logro del ego es la conciencia introspectiva. Sin ella, no podríamos darnos cuenta de nuestra propia conciencia. Las diferentes
tradiciones explican de diversos modos la razón de esta pérdida aparentemente inevitable y lamentable. En definitiva, sigue siendo un misterio, y nuestras creencias acerca del propósito de la pérdida son
irrelevantes. Se trata simplemente de algo que ocurre, y podemos enfrentarnos a esta separación o bien permanecer dormidos ante ella. Hay una serie de factores que conducen a esta pérdida de contacto con la Esencia, y la primera es la identificación con nuestros cuerpos, a los que adjudicamos quiénes somos y qué somos. Para Heinz Hartmann, considerado el padre de la psicología del ego y uno de los psicoanalistas postfreudianos más importantes, una de las características de nuestra conciencia como recién nacidos es que se trata de una matriz no diferenciada en la cual las estructuras psicológicas que surgen más tarde ‐ como el ego, el superego y los impulsos instintivos‐ no se encuentran definidas ni se distinguen unas de otras. Rene Spitz, más o menos contemporáneo de Hartmann y precursor de la investigación analítica de la relación materno‐filial, amplía este concepto al de no diferenciación, en el cual, en nuestra conciencia, no existe ningún tipo de discriminación entre lo interno y lo externo, el yo y los otros, la psique y el soma, y por lo tanto, tampoco hay cognición.
Lo que sabemos, basándonos en la experiencia de aquellos que han ahondado en las capas más profundas de la estructura de su personalidad y en los recuerdos contenidos en ellas, el niño se encuentra en un estado de unicidad constituido por sensaciones corporales, emociones y estados de la esencia. Todo el contenido de la conciencia está mezclado en una especie de sopa elemental. Es probable que a pesar de que un niño ve las diferencias entre las cosas, en realidad no sepa que están separadas. Puede sentir el calor del pecho de la madre, por ejemplo, y ver el color rojo de su pelota, y sentir las punzadas de hambre en su vientre, pero seguramente no concibe estas experiencias como diferentes entre sí. Calor, rojo y hambre son partes de la unidad de su experiencia.
El comienzo de la cognición se origina con la diferenciación entre las sensaciones agradables y desagradables, y cualquier rastro de memoria de estas impresiones se registra gradualmente en nuestro sistema nervioso central desarrollado. A través de la repetición de estas impresiones, la memoria empieza a formarse. El hecho de que nuestra primera diferenciación sea entre el placer y el dolor significa que el principio freudiano de esforzarse por alcanzar el placer y evitar el dolor es el principio más fundamental que subyace a la estructura del ego.
Poco a poco empieza crearse una mayor diferenciación: el sentido de que lo interior frente a lo exterior comienza a tomar forma. El conjunto de sensaciones procedentes del interior del cuerpo se registran como un rudimentario sentido interior de la identidad, que constituye la base de un progresivo sentido del yo. A través de las experiencias repetidas de ser tocado por la persona que actúa como madre, el conjunto de sensaciones
de la periferia del cuerpo se aglutinan como una sensación de los límites del cuerpo. Todos los cuerpos de los seres humanos están separados de los cuerpos de los otros seres humanos, y por ello, el contacto repetido del entorno con nuestra piel nos lleva a una sensación preliminar de ser una entidad sepa‐rada y distinta. Esta sensación de separación ‐de definirnos como algo que tiene contornos y límites incuestionables‐ constituye otra creencia fundamental y característica de la estructura del ego.
El comienzo de la conciencia introspectiva se inicia entonces con las impresiones físicas, y por tanto nuestra sensación de quiénes y qué somos acaba identificándose con el cuerpo. Como decía Freud, «el ego es primero y antes que nada es un ego corporal»1. Esta identificación con el cuerpo y, en consecuencia, con el hecho de que su diferencia define quiénes y qué somos, nos desconecta de la conciencia de nuestra temprana niñez en la cual todo se experimentaba como la totalidad, que es la misma unicidad de las profundas experiencias referidas por los místicos de todas épocas. En los momentos en que se suspende esta presuposición de nuestra separación inherente, lo que vemos es que nuestra naturaleza elemental y la naturaleza de todo lo que existe son la misma cosa. Cuando nos identificamos con nuestros cuerpos y por tanto con nuestra separación, en vez de experimentarnos como manifestaciones únicas de una cosa, o como células diferentes del cuerpo único del universo, llegamos a experimentarnos como fundamentalmente independientes, y por tanto desconectados y apartados del resto de la realidad.
El segundo factor de la pérdida del contacto con nuestra naturaleza esencial tiene que ver con las inconveniencias del entorno del niño. Tales inconveniencias incluyen abusos y falta de sensibilidad y de respuesta ante las necesidades del pequeño por parte del entorno, en especial de la persona que actúa como madre. Como los niños no pueden comunicar verbal‐mente sus necesidades, esta falta de sensibilidad es para la mayoría inevitable; la madre sólo puede suponer que el niño tiene hambre, que le duele el vientre o que ha defecado. El sufrimiento, que en principio es físico, hace que el niño reaccione en un intento por aliviarlo. La ansiedad de la supervivencia patea con fuerza, y el niño entra en alerta roja para intentar protegerse del dolor y eliminar su causa. Esta reacción lo desconecta de su estado de no diferenciación, en el cual, su conciencia está totalmente unificada con la Esencia. Cuando el dolor desaparece, la conciencia del niño vuelve a fundirse en la no diferenciación.
Este ciclo de reacción y relajación se repite una y otra vez, dependiendo del entorno. Si existe violencia u otros impactos fuertes, la reactividad se vuelve más o menos constante. Incluso en ausencia de traumas serios, el entorno es registrado por todos los neuróticos normales como algo más o menos inconstante a la hora de ofrecer su apoyo, y por lo tanto crecemos
más o menos desconectados de nuestra naturaleza esencial. A continuación, Almaas describe de qué manera la pérdida de una respuesta sensible constante ‐el apoyo, en términos psicológicos2‐ conduce a la desconfianza en el entorno, lo que su vez conduce a la reactividad en el núcleo del desarrollo del ego:
Al tener que reaccionar a la pérdida del apoyo, el niño ya no puede simplemente ser, y el florecimiento natural del alma queda interrumpido. Si esta reactividad se vuelve predominante, el desarrollo del niño se basará en esa reactividad más que en la continuidad del Ser. Si su desarrollo se basa en la reactividad ante un ambiente inseguro, se desarrollará desconectado del Ser y, por lo tanto, lo que más se potenciará será su ego. Si su desarrollo se origina a partir de la continuidad del SER, la conciencia del niño permanecerá centrada en su naturaleza esencial y su desarrollo será la maduración y la expresión de esa naturaleza.
Cuanto menos apoyo ofrezca el entorno, más se basará el desarrollo del niño en esta reactividad, la cual es básicamente un intento de hacer frente a un entorno poco fiable. El niño desarrollará mecanismos para enfrentarse a un ambiente en el que no puede confiar, y estos mecanismos forman la base del desarrollo del sentido del yo, o ego. Este desarrollo de la conciencia del niño se fundamenta pues en la desconfianza, y por eso la desconfianza es parte del principio del desarrollo del ego. La conciencia del niño ‐su alma‐ interioriza el entorno en el que crece, y después proyecta este entorno sobre el mundo.
En el ego existe de forma implícita una desconfianza básica de la realidad. La falta de apoyo del entorno conduce a la ausencia de la confianza esencial, lo que después se convierte es una desconexión del Ser, que lleva a la reactividad, la actividad del ego.3
La desconexión de nuestro estado original no diferenciado crea una división o dualidad entre nosotros y la Esencia, la cual, junto con la identificación que hacemos con nuestro cuerpo, da lugar a la creencia de nuestra separación inherente. Este es el origen de la ilusión de la dualidad, el problema espiritual por excelencia, por el cual nos experimentamos a nosotros mismos y al ser como dos cosas distintas.
el tercer factor que contribuye a la pérdida de contacto con el Ser es la falta de sensibilidad de los padres con respecto a nuestra profundidad. El hecho de que nos cuiden padres que se creen entidades definitivamente separadas (a menos que se haya nacido de padres totalmente iluminados) configura intensamente nuestra conciencia. Debido a su falta de sensibilidad a su propia naturaleza esencial, nuestros padres no pueden percibir, valorar ni reflejar nuestra verdadera profundidad. Como nuestra conciencia durante los primeros meses de vida está fundida con la de
nuestra madre, lo que ella experimenta de nosotros se convierte en lo que nosotros experimentamos de nosotros mismos. Como dice Margaret Mahler: «La interrelación en la fase simbiótica crea una configuración que se imprime de forma indeleble ‐el patrón complejo‐ que se convierte en el leitmotiv de que «el niño se convierta en el hijo de su madre concreta»*, lo cual significa que nos convertirnos en lo que nuestra madre percibe que somos. No se trata sólo de la sociedad y la cultura que nos trasmiten nuestros padres, sino de toda la visión del mundo sobre la que se apoyan. Esta visión del mundo que absorbemos con la leche de nuestra madre es la de la personalidad, en la cual lo físico se experimenta como la única dimensión de la realidad que es real. Debido a que la profunda dimensión de la realidad ‐la de nuestra naturaleza esencial‐ no es sustentada ni reflejada, poco a poco también nosotros perdemos el contacto con ella. Como se menciona en la Introducción, la Esencia, la naturaleza de nuestra conciencia o alma, tiene muchas cualidades diferentes, que se llaman Aspectos Esenciales. La Compasión, la Fuerza, la Inteligencia, la Alegría, la Paz, la Honestidad y la Capacidad de Sustentar son algunos de estos Aspectos. De manera que aunque la Naturaleza Verdadera de nuestra alma es única, las características que manifiesta se transforman, o bien cambian las cualidades con las que estamos más en contacto en un momento dado. La cualidad de la Esencia que se manifiesta depende de la situación externa en la que nos encontramos o de lo que está surgiendo en nuestro proceso interior. Por ejemplo, podemos descubrir que la compasión surge dentro de nosotros en presencia de un amigo que está sufriendo, o podemos encontrarnos con una sensación de apoyo interno cuando experimentemos una falta de confianza interior. Como en el cuento Sufí de los mullas que tocaban diferentes partes de un elefante en la oscuridad y cada uno tenía una sensación diferente de lo que era un elefante, cada Aspecto representa una cualidad diferente de nuestra Naturaleza Verdadera, pero todos son partes de una sola cosa. Aunque la cara que presenta la Esencia puede variar, sigue no obstante siendo una.
Si bien parece ser que el niño experimenta muchas cualidades diferentes de la Esencia, algunas de ellas se vuelven predominantes en las fases específicas del desarrollo. Por ejemplo, durante la fase que Mahler llama simbiosis, que dura desde los dos a los seis meses, el aspecto más destacable es el del amor extático, caracterizado por una dulce sensación de estar fundido y unido a todo. Es durante esta fase que el niño y la madre se sienten fusionados entre sí, y es esta dichosa sensación de unión la que los adultos buscan recuperar a través del enamoramiento. Cuando el niño comienza a separarse físicamente de la madre, al empezar a gatear, hacia los seis o siete meses, también empieza a desarrollar una sentido interno por el que discrimina entre él y la madre, como «si saliese del huevo» de la
órbita simbiótica. El Aspecto que corresponde a esta subíase de diferenciación se caracteriza por una expansión energética, una sensación de fuerza y de capacidad. Cuando el niño empieza a explorar su mundo, encantado con su capacidad de tocar, probar y manipular todos los objetos y personas fascinantes que hay en él, otro aspecto se vuelve predominante. Se caracteriza por una sensación de deleite y una curiosidad sin límites y sin propósito acerca de todo lo que encuentra.
A medida que el niño avanza en cada etapa del desarrollo del ego, en cada momento destaca más un determinado Aspecto. Cualquier fractura o trauma que se produzca durante esa etapa del desarrollo ‐de las que incluso los mejor adaptados tienen muchas‐ afecta nuestra relación con el Aspecto Esencial asociado, debilitando nuestro contacto con él. Estas fracturas se vuelven parte de la historia que se almacena en nuestros cuerpos y en nuestras almas.
La pérdida de contacto con nuestras profundidades es lo que algunas escuelas espirituales llaman la caída. No ocurre de golpe, como parecen sugerir algunas enseñanzas, sino que se produce gradualmente durante los primeros cuatro años de la infancia, a medida que avanzamos por las etapas en las que dominan Aspectos particulares. Las fracturas y la falta de en nuestra conciencia donde debería haber algo que los integrase, y esta sensación de lugares vacíos puede experimentarse de una forma bastante literal. Podemos incluso sentir que existen agujeros en diferentes partes de nuestro cuerpo, aunque sabemos que físicamente están llenas. A medida que se forman estos agujeros, a resultas de la pérdida de estos Aspectos Esenciales, el equilibrio se inclina hacia una sensación general de vacío y deficiencia, que después forma el núcleo de la experiencia interna de la mayoría de las personas, sean o no conscientes. Este estado de deficiencia del ego, que puede experimentarse como una sensación de carecer de valor, de no merecer, de ser pequeño, débil, de sentirse completamente incapaz, impotente, inadecuado, inútil y sin ningún apoyo, forma la capa más profunda y por tanto la más honda experiencia de la personalidad. No puede ser de otro modo, puesto que la personalidad es una sensación del yo carente de su fundamento ‐la Esencia‐ y por tanto so/o podemos sentirnos deficientes.
La primera fase, la pérdida del contacto con la naturaleza esencial de uno mismo que inicia la formación de la personalidad o estructura del ego y provoca el estado de vacío deficiente en su núcleo, está representada por el Punto Nueve en el triángulo interior. Aún a riesgo de confundir al lector añadiendo un nuevo nivel de complejidad, es interesante apreciar que los tres factores que he descrito como mediadores de la pérdida de contacto con nuestra Esencia ‐la identificación con el cuerpo, la reactividad y pérdida de confianza en el entorno y la ausencia de reflejo del mundo esencial‐
corresponden a las tres esquinas del triángulo interior, de modo que tenemos un triángulo dentro de un triángulo. La identificación con el cuerpo se relaciona con el Punto Nueve; el estado de alarma reactiva que se produce cuando nuestras necesidades no son totalmente cubiertas por nuestros primeros cuidadores se relaciona con el Punto Seis, y la falta de contacto con nuestro mundo esencial y de su reflejo por parte de nuestros padres se relaciona con el Punto Tres. A continuación veremos por qué he hecho estas correlaciones.
En el Diagrama 3, el Punto Nueve y los puntos contiguos a él, el Ocho y el Uno, forman la esquina de la «indolencia» del eneagrama, lo cual significa que todos estos tipos ‐Ego‐Indolencia (9), Ego‐Venganza (8) y Ego‐ Resentimiento (1)‐ tienen una conexión subyacente en el «quedarse dormidos»; la pérdida de contacto con la Esencia y la orientación subsiguiente hacia el exterior. La idea es que estar dormido a nuestra Naturaleza Verdadera y no hacer nada para despertarse del sueño de la inconsciencia es pereza: no hacemos lo que es necesario hacer.
Siguiendo la dirección del movimiento dentro del triángulo, la siguiente etapa en el desarrollo de la personalidad está representada por el Punto Seis. Esta esquina del eneagrama, el Punto Seis (Ego‐Cobardía) y sus puntos contiguos ‐Siete (Ego‐Planificación) y Cinco (Ego‐Avaricia)‐ es la esquina del «miedo», y representa el miedo que se produce dentro del alma como resultado de las fracturas en el entorno de apoyo que provocan el alejamiento de la Esencia y, de forma circular, el miedo que surge debido a la pérdida de este contacto. El vacío deficiente que queda como secuela de la formación de agujeros es demasiado dolorosa como para que lo pueda tolerar la conciencia del niño, y desencadena el miedo de si podrá sobrevivir a esta pérdida. Este miedo de dejar de existir, si se experimenta la pérdida, forma una capa de tensión y constricción alrededor de cualquier orificio, y en conjunto se experimenta como un anillo de terror en la base de la estructura de la personalidad. Este anillo es un nivel de miedo en el cual nos sentimos desconectados, perdidos y en el seno de un profundo riesgo, y puede describirse más exactamente como terror primordial. Es una contracción del alma, y se expresa en un patrón de tensión o acorazamiento en el cuerpo. Toda la estructura de la personalidad es en definitiva una gran contracción ‐un soporte rígido‐que es sinónimo de este miedo primordial cristalizado en el alma.
Esta capa de miedo se vuelve especialmente evidente en el proceso de recuperar el contacto con la Esencia, en el momento en que nos alejamos del estrato más externo de la personalidad y empezamos a acercarnos a los estados subyacentes de vacío deficiente. Esta capa de miedo es el arquetipo de la ansiedad de alarma, una sensación de peligro inminente
que sentimos cuando algo que está guardado en el inconsciente empieza a abrirse paso hacia la conciencia, y que moviliza los sistemas de defensa del ego para mantener su contenido apartado de la conciencia. La ansiedad de alarma, pues, es una manifestación superficial de esta capa primordial de miedo. Paradójicamente, como se ha mencionado antes, es el mismo miedo que nos impulsó a perder el contacto con la Esencia por primera vez, ya que, como hemos visto, las fracturas en el entorno de apoyo desencadenan la reactividad que nos desconecta de la morada del Ser. Volveremos a la esquina del miedo cuando comentemos el proceso de reconectar con nuestra naturaleza esencial.
Ante el miedo de no sobrevivir, el niño intenta restablecer un cierto equilibrio en su emergente economía psíquica; y al avanzar en este proceso de desarrollo del ego, nos encontramos con lo que representa el Punto Tres. Para enfrentarse con lo que experimenta como un miedo de algo que amenaza su vida, el niño tapa los agujeros perdiendo la conciencia de ellos y del miedo que los acompaña. Una vez pierde la conciencia de estos lugares vacíos en su psique, también empieza a intentar llenarlos, ya que, aunque están reprimidos, su alma sabe que aún están allí. Intenta llenarlos buscando algo del exterior que se parezca a lo que falta, un proceso que se vuelve más elaborado y refinado a medida que se hace mayor. Inicialmente, por ejemplo, una bolsa de agua caliente o una «mantita» puede sustituir la pérdida de un tierno contacto amoroso. En la edad adulta, llenar estos agujeros puede adoptar la forma de buscar el éxito en el mundo para llenar el vacío de la impotencia, buscar el reconocimiento o acumular objetos valiosos para llenar el vacío de la insuficiencia, hacer algo que se considere socialmente importante para llenar el vacío de la inutilidad, escalar montañas para llenar el vacío de la debilidad, buscar una pareja para llenar el vacío de no sentirse digno de amor, etc.
A la vez, se van desarrollando sectores de la personalidad que corresponden a cada agujero. Los rastros de recuerdos que describimos antes se aglutinan en auto imágenes, en representaciones internas de nosotros mismos. Estas auto imágenes contienen el recuerdo de la pérdida del contacto con cada Aspecto, las creencias sobre nosotros mismos a las que da lugar la pérdida y las emociones que surgen como parte de esta sensación del yo. En su momento, estas representaciones de uno mismo forman parte de una. auto imagen general, un retrato interno de nosotros mismos, la mayor parte del cual permanece inconsciente. Creemos ser alguien débil o que no merece amor o que carece de perseverancia o de esplendor o de cualquier otra cualidad de nuestro interior con la que hemos perdido el contacto.
La persona externa que presentamos al mundo, que a menudo se considera la auto imagen, es sólo la manifestación más externa de este retrato