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LA CULMINACION DEL PROCESO DESVINCLJLADOR 1836-1860 (1)

La vuelta del absolutismo dejó sin efecto las disposicio-nes referentes a la desvinculación de mayorazgos. La Real Cédula del 11 de enero de 1824 ordenó la vuelta a la situa-ción anterior y, en el caso que se hubieran producido enaje-naciones totales o parciales los bienes incluidos en ellos, que se restituyeran a sus antiguos titulares y se devolviera el dinero pagado a los compradore^ En la práetica, tal cosa fue imposible con harta frecuencia, dado que la mayoría de los vinculistas que se habían desprendido de fincas e in-muebles urbanos no tardaron en gastar el numerario perci-bido, careciendo de liquidez suficiente cuando llegó el momento de restituirlo. Además, en numerosas ocasiones se trataba de los herederos de quienes habían verificado las operaciones, lo que complicaba el proceso legal. Se inicia así un decenio de pleitos y querellas, especialmente agudos en la capital y Lorca, donde la disolución de los vínculos se había desarrollado durante el Trienio con una mayor rápi-dez relativa (1). Entre las múltiples soluciones adoptadas

(1) En la capital, el pleito más prolongado tuvo lugar entre el Marqués de

^Ilar y el comeráante Trifón Estor, que le había comprado tierras por valor de 89.705 reales. EI primero alegaba que, puesto que la operación había sido «ilegaln, no estaba obligado a devolver el dinero, debiendo penalizar a Estor (A. H. P. M.

Esc.^ José M.a Piñeyro, 1838, P. 4800). En Lorca, los hijos y herederos del Regidor Juan José Cervera se opusieron al reconocímienco de las operaciones verificadas por su padre, que había enajenado una serie de bienes raíces vinculados a otro

para arbitrar los conflictos, la más extendida sería la de arrendar las fincas -rústicas o urbanas- al ex-adquiriente, sin percibir las rentas devengadas por ellas durante el tiem-po necesario para extinguir el débito.

La situación sufre un nuevo vuelco a la muerte de Fer-nando VII. A1 mes escaso, un Real Decreto del 23 de octu-bre de 1833 deja sin efecto los reintegros dispuestos por la cédula de 1824, encargando al Consejo Real que procurase conciliar a las parte implicadas en los procesos. Tras una serie de propuestas que no entraron en el fondo de la cues-tión, se promulgó otro decreto el 30 de agosto de 1836 por el que se restablecía la legislación del Trienio, anunciándose una serie de medidas complementarias para 1841. Final-mente, el 19 de agosto de dicho año sale a la luz una nueva ley que regularía en lo sucesivo el reparto de los bienes vin-culados entre el titular y los sucesores, ley que confirmó como legítimas las adquisiciones de 1820-1823.

Se abre así la tercera y última etapa del proceso desvin-culador en Murcia. CorlZO en el resto del país, es en sus comienzos cuando se impone, a golpe de decreto, el nuevo modelo económico-social esbozado en el Trienio y susten-tado en las ideas liberales, lo que supone el triunfo del con-cepto de propiedad privada (2). En adelante, esta última será concebida como el espacio donde se ejerce la libertad natural del hombre, limitada solamente por la propiedad de los demás. La privatización aparece de esta manera como un fenómeno perteneciente a la esfera de la natura-leza, no a la de la economía. En un análisis reciente, muy

comerciante, Agustín Romero Martínez, con un monto de 40.500 reales. El pleito Ilega hasta el Tribunal Superior Territorial, que en 1830 da la razón a Romero, pese a lo cual no consigue recuperar su dinero 1836, tras sufrir toda clase de pre-siones, amenazas y hasta canas anónimas (A. H. M. L. Carta de obligación de los herederos de J. J. Cetveza a Agustín Romero. Esc.^ Andrés Antonio Méndez, 1836. P. 1618, fol. 14).

(2) El término propiedad pñvada aparece con frecuencia casi obsesiva en la Declaración de Derechos del Hombre francesa y, asimismo, en decretos posterio-res. Vid. W. DovLe Des origénes de la Revolution Française. París, Calman-Léw. 1988;

PP•270-171.

penetrante (3), F. Gautier escribe que la economía es el non-dit en este proyecto de sociedad cuyo principal agente movi-lizador es el derecho al egoísmo, también considerado

«natural» y beneficioso.

Por consiguiente, tanto los titulares de mayorazgos co-mo los adquirientes en potencia de bienes vinculados van a ver formuladas y justificadas de manera explícita.sus aspira-ciones a la plena disponibilidad del patrimonio los unos, y a la participación de la posesión de bienes materiales -la tie-rra en este caso- los otros. Además, el estado liberal se afirma entre 1836 y 1845, extinguiéndose poco a poco las manifestaciones mas violentas de la oposición entre los par-tidarios y los adversarios del nuevo orden institucional. Ello atenúa la desconfianza de los individuos y grupos detenta-dores de capitales, por lo que poco a poco abandonan el comportamiento cautelar mantenido a lo largo del primer tercio del x^x en lo referente a la inversión: el hecho se apre-cia en casi todos los sectores de la vida económica. Como simultáneamente se ponen de nuevo en vigor las disposicio-nes liberalizadoras sobre contratos agrarios, préstamos hipo-tecarios, etc, se perfila ante los ojos del colectivo en cuestión la posibilidad de una agricultura capaz de producir para el mercado y generar excedentes, una agri^ultura en la que sería posible llevar a cabo un cálculo de costes y orientar las explotaciones de acuerdo con las directivas del propietario.

El sector agrario puede convertirse, pues, en una verdadera alternativa de inversión.

Esta suma de factores explica que las compraventas de bienes vinculados se reanuden con mucho mas vigor que en la etapa precedente. Las cifras que presentamos a conti-nuación no dejan muchas dudas al respecto.

(3) F. GntrrteR: uL'idée generale de la propieté dans la philosophie du droit riazurel et la contraposition entre le liberalisme politique et economiquen. En la reaolution et ['ordre juridiyue p rivé. Rationalité ou scandale. París, PUF, 1988; pp. 161-171. V-id. también el trabajo colettivo de A. Bwe.QuE-W. scttMnt.E-M. VovEU.E. L'an / des Droits de l'Homme. París, Prensas del C. N. R. S., 1988.

VI.1. La cuantificación del proceso

Las cantidades presentadas son los suficientemente im-portantes para que podamos calificar la desvinculación co-mo un episodio fundamental de la historia agraria murcia-na. Primero, por el fuerte índice de movilidad impreso a la circulación de bienes raíces; después, por la concentra-ción de las transacciones en un lapso de tiempo relativa-mente breve. El panorama regional, sin embargo, está in-completo. Faltan, como hemos hecho notar repetidamente, los datos concernientes a los municipios del distrito judicial de Mula (ayuntamientos de Mula, Pliego, Albudeite, Cam-pos del Río y Molina). No obstante, la Cam-posibilidad de cono-cer lo sucedido en la Vega de esta última gracias a la inclu-sión de las operaciones de compraventa en los protocolos y libros de Registro de la capital (4) y la seguridad sobre los resultados globales alcanzados por dichas operaciones en la vecina comarca del Noroeste, nos autorizan a correr el riesgo de calcular en 500 hectáreas y un millón de reales, grosso modo, el incremento que podrían experimentar los totales del Cuadro 1 si poseyésemos los datos cabales. Ello supondría que se vendieron unas 80.741 Has., es decir, entre el 15 y el 16 % de la superficie cultivada, que a media-dos del x^x estimamos en un 43 0 44 % del total regional (5).

Obviamente, el proceso no fue homogéneo ni en el tiempo ni en el espacio.

Si retenemos este último criterio y ateniéndonos exclusi-vamente a la cuantía de las ventas, es posible agrupar los municipios en cuatro bloques:

(4) Ello se debe a que los compradores de fincas vinculadas ubicadas en esta zona de regadío inmediata a la huerta de la capital proceden en su mayor parte de dicho núcleo de población, por lo que las transacciones se llevaron a cabo y se registraron ante sus notarios.

(5) Cifras absolutas, 497.864 Ha: Las fuentes utilizadas para calcular estos por-centajes son diversos padrones de acequias pertenecientes a los regadíos respecti-vos y los Amillaramientos elaborados entre 1851 y 1861. Vid. M. T. PExEZ ñcnzo-G.

LetVtEUHtEx. El proceso de raodernización de la región murciana, s. xvt-xrx, Op. cit., Cap. II, Pane Tercera.

A) Los que superan los 10 millones de reales, a saber, Murcia capital y Lorca. En ambos confluyen una serie de circunstancias que contribuyen a explicar esta situación de

Cuadro 1

VENTA DE FINCAS RUSTICAS Y AGUA, 1836-18i60

Cuantía T'urna aendida (Ha

Mun^ipios Total % aentas Agua % uenla

Ventas (r.u.) Sewno Regadío

Albarán ... 57.500 198 5 203 100 -

-Abanilla ... 45.590 244 I I 255 95,23 9 h. 4,67

Alguazas ... 120.500 - l3 13 100 -

-Alhama ... 390.811 640 39 679 89,11 22 h. 10,89

Archena ... 49.700 - 7 7 100 -

-Blanca ... 46.613 132 4 136 100 -

-Bullas ... 295.636 514 120 634 90,52 18 h. 9,48 Catavaa ... 3.425.966 6.420 460 6.880 100 -

-Calaspana ... 235.636 342 39 375 100 -

-Canagena ... 1.173.888 4.650 - 4.650 100 - -Cehegin ... 1.971.271 971 524 1.495 ]00 -

-Ceutí ... 25.600 - S 3 100 -

-Cieza ... 1.740.000 1.594 248 1.842 100 - -Fortuna ... 261.506 284 2 286 93,29 12 h. 6,71 jumilla ... 1.520.613 2.962 48 3.010 86,17 l05 jarr. 19,83 Librilla ... 213.003 183 13 196 91,82 16 h. 8,18 Lorca ^'í ... 15.262.859 16.886 2.939 19.825 91,33 16 rasas 8,67

366 hilas

Lorquí ... 55.907 - 4 4 100

Mazarrbn ... 246.321 933 - 933 100

Morntalla ... 2.311.809 5.202 5.802 85,36 36 h. 14,64 Murcia ^b^ ... 0.372.272 21.420 2.520 23.940 100 -

-Ojbs ... 40.315 15 2 17 ]00 -

-Ricote ... 131.900 65 11 76 92,17 13 h. 7,83 Totana ... 659.890 1.290 23 1.313 92,2 15 h. 7,8 Yeda ... 1.850.913 8.120 49 3.169 81,23 90 h. 18,77

Total ... 2.426.619 68.065 7.676 75.741

Fuentes: Para Murcia: Libros 87 a l72 del Registro Antiguo de Hipotecas.

A.H.P.M.

Para Lorca: Libros 51 a 69 de la misma fuente. A. H. M. L.

Para los restantes municipios, protocolos citados en Cap. I.

(a) ]ncluye Aguilas y Puerto Lumbreras.

(b) Incluye Alcantarilla, Beniel, Fuente Alamo, S. Javier, S. Pedro del Pinatar y Torre Pacheco.

liderazgo: términos extraordinariamente extensos (en 1834, Murcia, 1.299 Km2 y Lorca, 1.821), alto procentaje de su-perficies vinculadas, regadíos importantes (y, por ende, abundancia de tierras bien cotizadas en el mercado) y eco-nomías monetarizadas.

B) Entre 1 y 5 millones: Caravaca, Cartagena, Cehegín, Jumilla, Moratalla y Yecla. Geográficamente hablando, si exceptúamos la ciudad portuaria, se trata de las comarcas del Altiplano y el Noroeste, cuyos municipios están dotados también de términos muy vastos y, en el caso de esta última, de la tasa de mayorazgos mas alta de la región. En cuanto a Cartagena, que se engancha al proceso desvindulador des-de el primer momento, no puedes-de alcanzar las cifras des-de Murcia y Lorca porque la proporción de superficies vincu-ladas es mucho más baja, y, además, el valor económico de sus secanos no resiste la comparación con la huerta de murcia.

C) Entre 100.000 y un millón. Figura aquí un crecido contingente de municipios de tamaño mediano (Alhama, Fortuna, Librilla, Totana...) que participan de los rasgos del grupo anterior, pero en menor escala.

D) Entre 25.000 y 100.000. Este bloque está integrado por el Valle de Ricote y Abanilla, cuyas peculiaridades explican la posición final que ocupan en la lista. Respecto al primero, aparte de las pequeñas dimensiones de los térmi-nos de los Ayuntamiento ubicados en él (Albarán, Archena, Blanca, Ojós, Ricote, Villanueva), sufre una organización del espacio muy polarizada debido a la gran extensión ocu-pada por el monte y, a la vez, a la existencia de un regadío extremadamente reducido, con el terrazgo muy fragmen-tado; por consiguiente, las superficies vinculadas no podían ser importantes. Sin embargo, la elevada productividad de estas pequeñas huertas, dedicadas tradicionalmente a la fru-ticultura, las convertía casi en «jardines» privados, lo que explica que constituyan el único ejemplo de cercamientos, a escala regional, anterior a la revolución liberal. Así pues, se

trata de vínculos pequeños pero muy productivos. Y en cuanto a Abanilla, no debe olvidarse que presentaba la pro-porción de propiedad mayozargada mas baja de la región.

Logicamente, estas diferencias intercomarcales no su-fren cambios apreciables si se utilizá como criterio, en vez de las cantidades de dinero desembolsadas, el tanto por ciento de superficies enajenadas sobre el total cultivable. En ambos casos figuran en cabeza la capital y Lorca: en la pri-mera, cambiaron de manos en 22,75 % de su extensa huerta y un 18,17 % del secano, no menos extenso; en la segunda, un 23,63 y un 19,81 % respectivamente. Hay que advertir que la aparente contradicción existente entre las cifras rela-tivas a las liquideces y los anteriores porcentajes se debe a la elevada cotización de la tierra en el regadío capitalino. En cuanto a los municipios del grupo B oscilan, en lo referente a los perímetros regados, entre el máximo de Moratalla -16,38 %- y el mínimo de Yecla -7,62- y, respecto a las zonas de secano, entre el 17,41 de Caravaca y el 10,07 del Ayuntamiento del Altiplano. En las restantes categorías, ambos porcentajes se contraen paulatinamente hasta llegar a Abanilla, donde sólo e13,95 del suelo cultivado fue objeto de operaciones de compraventa.

Pero, además de la diversidad espacial, asistimos a una marcha cronológica discontínua el movimiento de enajena-ciones. Hemos procedido a su seguimiento en aquellos municipios donde el alcance del proceso fue mayor, procu-rando elegir entre ellos los situados en las comarcas más representativas: la zona prelitoral, auténtico corazón econó-mico de la región (Murcia y Lorca); la periferia Noroeste (Caravaca, Cehegín y Moratalla) y el Altiplano (Yecla Jumi-lla, interesante por sus importantes transformaciones agrí-colas en el xix. La idea es averiguar si el ritmo fue homo-géneo en todos ellos o si existen pautas regionales.

A la vista de los resultados obtenidos parece claro que, en conjunto, el proceso de compraventas siguió un trazado ascendente, aunque el ritmo del ascenso no fuera el mismo

Cuadro 2

EVOLUCION DE LAS TRANSACCIONES, 1836-186(1 (en r.v.) Años Murcia L.orca Caravaca Cehegín Moratalla Yecla

1836 222.821 147.600 1I.620 24.294 14.000 29.312

1837 554.938 149.865 46.392 25.901 59.964 41.130

1838 639.855 199.636 I05.431 42.050 37.920 65.520

1839 769.880 281.112 79.250 21.820 61.089 86.430

1840 568.649 367.155 91.758 30.121 80.800 95.611

1841 1.159.379 287.350 71.751 38.260 79.160 92.136

1842 1.246.401 459.642 114.983 151.392 66.830 89.313 1843 1.255.014 236.364 59.632 67.007 86.350 79.214

1844 555.971 239.000 82.259 41.564 63.800 68.708

1845 1.292.377 545.730 136.931 367.941 179.515 91.512

1846 877.417 536.370 134.108 36.182 25.000 49.120

1847 1.544.013 952.536 238.611 89.332 31.470 35.315 1848 2.096.302 1.247.155 311.752 118.695 63.503 66.712 1849 1.122.044 727.842 181.312 82.178 78.699 268.599 1850 1.640.489 1.307.755 326.001 144.320 87.905 97.213 1851 1.408.329 560.730 140.108 65.701 135.959 88.091 1852 1.305.923 620.869 155.012 71.390 127.801 90.383 1853 1.089.700 865.418 201.109 61.632 139.360 96:412

1854 724.527 888.066 86.266 58.341 125.282 99.645

1855 2.104.503 729.366 49.125 69.190 123.011 96.996

1856 904.449 1.055.188 85.630 63.862 144.340 44.311

1857 2.248.808 1.481.384 105.309 72.240 138.331 42.190

1858 L785.947 818.949 204.513 79.346 129.659 49.863

1859 1.727.970 844.197 211.101 85.967 161.999 89.393 I860 1.606.666 787.899 196.002 72.725 136.856 ]00.784

Totales 30.372.372 15.262.859 3.425.966 1.971.271 2.311.809 1.850.913

Fuentes: Citadas en cuadro anterior. Elaboración propia.

en todos los municipios. Como de costumbre, figuran en cabeza la capital y Lorca: en la,primera, el índice de creci-miento de la media decenal de los años 1840-1849 es 324, mientras que la correspondiente a 1850-1859 sube a 434 (base 100, 1837, ya que el año 1836 presenta numerosas anomalías); en la segunda, ambos índices ascienden a 287 y 469 respectivamente. En cambio, los dos ayuntamientos del Noroeste, que triplican sus cifras en el primer decenio (Cehegín, 390; Caravaca, 306), o permanecen estancados en

el segundo (Caravaca, 337) o descienden (Cehegín, 297).

Sólo Moratalla duplica ampliamente, pero también parte de más abajo (índices 125 y 218). Otro tanto sucede en Yecla.

Las divergencias se repiten en lo referente a las inflexio-nes presentadas por el proceso en cuestión:

1. La peculiar evolución de Murcia y Lorca se explica parcialmente por el auge contemporáneo de la minería, en el pleno boom desde 1840. Una parte sustancial de los bene-ficios procedentes del sector se invirtieron en bienes raíces desamortizados y desvinculados: él caso de L,orca, donde actuaban los mineros de Almagrera, resulta ejemplar al res-pecto. Pero, además, se puede constatar la existencia de cierta vinculación con la coyuntura minera; así, las cifras relativas a las transacciones aumentan a partir de los años 1844-1845, que señalan al final del ciclo de los sulfuros en la explotación del plomo, tanto en Cartagena como en Aguilas (6). Parece, pues, que la menor expectativa de bene-ficios estimuló de nuevo la adquisición de tierras y agua. La nómina de compradores y la descripción de la estrategia inversora de algunos de ellos, que abordaremos más ade-lante, nos permitirá profundizar en estos aspectos.

2. La comarca del Noroeste presenta unos comienzos más tímidos que las otras. Ello se debe, en gran parte, a los desórdenes producidos en esa zona montañosa por las par-tidas carlistas, que desorganizaron la vida económica y sem-braron la confusión. Se comprueba así, una vez más, la incidencia en la disolución de los mayorazgos de la mayor o menor confianza en las nuevas instituciones.

3. En los años 1846-1847 se observa un evidente des-censo de las cantidades pagadas, más acentuado en los municipios de la precitada comarca y en Yecla que en Mur-cia y Lorca. Se trata del impacto de la crisis agrícola coetá-nea, que afectó mucho más duramente a las economías

(6) J. B. V^LnR RrmtixEZ-P. EcEn BRVNO.Ia minería murciana contemfwránea. 1840-1923. Murcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1985.

poco diversificadas que a las otras. De hecho, en el caso de la capital y de la ciudad del Guadalentín las fluctuaciones de la minería enmascaran los problemas agrarios.

4. También se percibe cierta contradicción en torno a los años 1857-1859, en relación con la nueva crisis hasta cierto punto, pero, sobre todo, a causa de la venta de bienes procedentes de la desamortización de Propios. Dado que los adquirentes eran los mismos en uno y otro caso, la diversificación de la oferta en el mercado de la tierra hizo descender la demanda de fincas desvinculada^. En algunos ayuntamientos, como el de Murcia y el yeclano, la baja se produce en 1857 y 1858; en otros, como el de Lorca, en 1858-59. En este aspecto no resulta fácil separa las diversas . manifestaciones de la revolución burguesa, puesto que su protagonismo recae en el mismo grupo de individuos.

VI.2. La consolidación de dos esquemas alternativos Dada la amplitud del proceso de desvinculación en esta etapa, parece conveniente una presentación más detallada de la distribución de las compraventas entre las distintas categorías sociales. Por consiguiente, en lugar de elaborar un esquema a escala regional, al igúal que en las fases ante-riores, se va a utilizar como marco de referencia el munici-pio. Por un lado he agrupado a la capital con Cartagena y Lorca, que serán objeto de un análisis específico por las razones que ya conocemos; por otro, una serie de ejemplos comarcales cuidadosamente elegidos con el fin de dar cuen-ta cuen-tanto de la evolución general como de las posibles excep-ciones. Dado que este segundo bloque es más representa-tivo del proceso de conjuntó, empezaremos por él, pospo-niendo el estudio del primero para el siguiente capítulo.

Aun antes de cotejar estos porcentajes con los pertene-cientes al modelo de Murcia-Lorca, salta a la vista la tre-menda polarización de la nómina de adquirentes: los comer-ciantes y representantes de la clase media urbana o no

figu-Cuadto 3

COMPRADORES DE TIERRAS VINCUTADAS EN CARAVACA, CEHEGIN, MORATALIA Y YECIA JUMII,LA. REPARTO DE SUPERFICIES POR GRUPOS

SOCIALFS (^

Bullas-Cehegín

Oligarquía (%J Comtrtiantes (%) Peq^Q rl°se

ed urbana (%J Labradores

Compradores, 198 ... 11 1,51 2,65 84,84

Superficies adquiridas, 2.129 Ha. 76,57 5,03 2,6 18,80

CñYd^ dq

Compradores, 201 ...

Superficies adquiridas, 6.880 Ha.

9,52 53,9

14,48 21,6

4 6,5

72 l8

Moratalla

Compndores, 186 ... 9,63 2,57 88,8

Superficies adquiridas, 5.802 Ha. 78 18

Yeda Jumilla

Compradores, 219 ... ] 0,31 7,33 7,05 75,31 Superficies adquiridas, 6.179 Ha. 52,33 4,89 3,45 39,33

ran o lo hacen en una proporción poco significativa. Ade-más, entre los dos grupos que se benefician del proceso de desvinculación, uno de ellos, la oligarquía de grandes pro-pietarios, se alza con una porción de tierra muy superior a la conseguida por los labradores. Ello se iba a ver agravado por el hecho de que sólo participó en las operaciones un número reducido de oligarcas, a consecuencia de lo cual la mayoría de los bienes vendidos se concentraron en un pequeño número de familias. Sobre este telón de fondo aparecen dos subtipos perfectamente discernibles: el de Bullas-Cehegín-Moratalla, al que podríamos asimilar otros

municipios de la región como Fortuna-Abanilla, Calasparra y, probablemente, Mula, y el de Yecla Jumilla, mas cerca del cual se encuentran los de la comarca del bajo Guadalen-tín (Alhama, Librilla y Totana). En posición intermedia queda Caravaca, con cuyo modelo se identifican algunos de los ayuntamientos ubicados en la Vega Alta del Segura como Cieza y las pequeñas entidades del Val de Ricote.

El primer bloque presenta un versión tan acentuada de los rasgos enumerados que ^asi parece un estereotipo. Ello responde, al igual que la evolución cronológica de las com-praventas y el monto alcanzado por ellas, a la fisonomía económica de la comarca del Noroeste y a su peculiar estructura social. Respecto a la primera, como ya apunta-mos en el anterior capítulo, se caracterizaba por el predo-minio aplastante de una agricultura relativamente próspera y orientada mayoritariamente hacia la autosubsistencia, con un sector comercializable bastante más reducido que en otras áreas de la región murciana. Tal situación había generado unas fluctuaciones no muy violentas durante el antiguo régimen, pero en contraprestación un desarrollo poco bri-llante; asimismo, al producirse la transición al capitalismo, la penetración de las fuerzas de mercado era menos pro-funda que en las zonas litoral y prelitoral. Los caracteres así descritos se repiten en Fortuna-Abanilla, comarca perjudi-cada, además, por una pluviosidad aleatoria que dificultaba la vida agrícola, y, algo más atenuados, en Mula.

Desde el punto de vista social, existía en Cehegín y Mora talla, lo mismo que en Calasparra y Mula, una oligarquía todopoderosa de terratenientes de origen hidalgo, que go-bernaban con mano férrea los respectivos Ayuntamientos tanto antes como después de la revolución liberal: el fenó-meno ya ha sido señalado en relación con la familia Chico de Guzmán (7). Esta minoria acaparaba la mayor parte de la tierra, mientras que el campesinado sólo tenía acceso, a

(7) M. T. P^xEZ Ptcnzo: «De regidor a cacique: las oligazquías municipales mureianas en el siglo XIX». Centenario de Otero Pedrayo, Op. Cit.

fines del An^guo Régimen, a una parte alícuota mucho menór. El hecho tuvo gran trascendencia en la fisonomía del proceso desvinculador, como lo revela asimismo el caso de Calasparra. En esta úl^ma, la presencia de un sector comercializado importante -la rizicultura- no bastó para agilizar el proceso de cambio ni influyó en la mayor o menor participación de los labradores en las compraventas.

Lo decisivo fue, por el contrario, el control de un solo pro-pietario -Melgarejo, Conde del Valle de San Juan- sobre mas de la mitad de la huerta acondicionada a orillas del Segura: por consiguiente, apenas se pusieron en venta tie-rras de regadío. Si a todo lo dicho se añade el escaso volu-men de la circulación económica existente en estas áreas (8) y el pequeño tamaño de las aglomeraciones concernidas (9), queda explicado el bajo nivel de diversificación de las situa-ciones socio-profesionales y, sobre todo, la mínima presen-cia de los sectores intermedios. Ello condujo, en la práctica, a una bipolarización que nos aproxima a las estructuras sociales andaluzas, fenómeno coherente con la inmediatez fisica entre la comarca del Noroeste y la provincia de Gra-nada.

Comenzando por Bullas-Cehegín (10), la lista de com-pradores procedentes de la oligarquía está encabezada por Diego Chico de Guzmán, que concentró el 40 % de las tie-rras enajenadas (850 Ha.), lo que representa el 53 % de las correspondientes al grupo social al que pertenecía, pagando por ellas 552.612 reales, es decir, e131 % de las sumas

inver-(8) A1 hecho de estar en posesión de una agricultura casi autosuficiente se añade el carficter periférico del Noroeste Murciano, ta naturaleza montañosa de susuelo y circunstancia de que, a partir del siglo xvui, queda marginado de los grandes ejes de circulación entre L.evante y Andalucía.

(9) Según el Censo de Población de 1857 Cehegín tenía 8.710 habitantes;

Bullas, 5.072; Calasparra, 3.614, y Moratalla, 6.319 (población agrupada en casco, no dispersa).

(10) Bullas apenas era otra cosa que un aapéndicen económico de Cehegín.

Las tierras de su tét^ttino municipal estaban repartidas en extensas fincas útulari-zadas por las grandes familias de dicho municipio: Chico de Guzmán, Marsilla, Catrerlo, Góngora, etc.