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44.3 Los problemas que afrontan los sistemas

biomasa. El impacto que causan los nutrientes está también relacionado con sus pro- porciones relativas. Así, el efecto de una entrada de fósforo podrá ser mucho más rele- vante en un río con elevada relación nitrógeno: fósforo (es decir, limitado por fósforo). Valores de más de 100 mg/m2de clorofila algal bentónica son indicativos de saturación

o eutrofia.

Los nutrientes en exceso causan que especies sensibles sean sustituidas por especies más tolerantes. Estos cambios se extienden desde los productores primarios hasta los macroinvertebrados (sobre todo en los herbívoros) y, por último, a los peces. También las comunidades de bacterias y hongos pueden verse afectadas, ya de manera indirecta (una mayor biomasa de algas causa un incremento de materia orgánica disponible), como directa (incrementando la tasa de descomposición). El metabolismo del sistema es también afectado, ya que la biomasa producida deberá ser respirada. Ello causa que aumenten las diferencias día-noche del oxígeno disuelto. Estas diferencias, moderadas en sistemas no eutrofizados, son máximas a elevadas temperaturas y bajos caudales. Los peces son sensibles a estas oscilaciones, que llegan a causar su desplazamiento o incluso su mortalidad.

4.3.2. Presencia de sustancias tóxicas

El río es reflejo de lo que ocurre en su cuenca de drenaje. Además de los nutrientes, la actividad humana es responsable del vertido de gran cantidad de sustancias de naturale- za muy variada. Hay varios grupos de compuestos de relevancia ambiental por su eleva- da toxicidad potencial y/o por su persistencia en los ecosistemas. Entre ellos se cuentan sustancias de síntesis (la mayoría de los pesticidas, disolventes…), otras derivadas de la combustión incompleta de hidrocarburos (como los PAH, antracenos…), así como metales pesados. Estudios realizados en el laboratorio han permitido establecer los nive- les de protección ambiental para numerosos compuestos. Sin embargo, dada la com- plejidad de los ecosistemas, persisten dudas sobre la cadena de efectos que se puedan producir. Por ejemplo, alteraciones que afecten la conducta (pongamos por caso la capacidad para huir del depredador) pueden desencadenar una cadena de efectos sobre otros niveles tróficos relacionados con el directamente afectado.

Los tóxicos llegan al sistema acuático mezclados, lo que dificulta predecir sus efec- tos. Existe preocupación por el efecto que pueden causar contaminantes emergentes como productos farmacéuticos, que se hacen presentes (aunque sea a nivel de trazas), en ríos situados en zonas muy humanizadas. Los efectos ambientales de dichos contami- nantes es aún incierto, pero se trata de compuestos muy específicos que actúan a con- centraciones muy bajas.

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4.3.3. Alteraciones físicas

El agua de los ríos es un recurso natural para el consumo y una potencial fuente de ener- gía. Asegurar ambos recursos requiere su regulación con la construcción de embalses, pequeñas presas y canales. Esta regulación permite el consumo doméstico, agrícola e industrial, la generación de energía hidroeléctrica y disminuir el efecto de las inunda- ciones.

En Europa, la modificación del curso y el caudal de los ríos fue moderada hasta 1750. Desde entonces y hasta 1900 se inician los grandes proyectos de navegación de los grandes ríos y la regulación para la utilización de las llanuras de inundación. A partir de 1900 empieza la construcción de embalses en todos los ríos europeos, siendo una de las acciones más conspicuas en todos los sistemas fluviales. Las presas de los embalses rom- pen la conectividad longitudinal del río, forman barreras para el movimiento de los peces e impiden la migración de especies como los salmónidos. Éste es el caso del sal- món del Pacífico en la costa noroeste de Norteamérica, el salmón atlántico en el oeste de Europa y el esturión en el Mar Negro y Mar Caspio. Con ello, no sólo las pérdidas económicas son importantes sino también por su contribución a la biodiversidad regio- nal y su importancia para las culturas nativas y regionales.

Los embalses afectan al régimen térmico y la calidad del agua en la salida. La mayo- ría de las presas desembalsan agua del fondo del embalse. Esta agua es más fría en vera- no y más caliente en invierno que el agua del río. Así, se reduce la amplitud de los cam- bios de temperatura diarios y estacionales, que resultan en cambios en la composición de las especies vegetales y animales que viven aguas abajo del embalse, en su supervi- vencia, reproducción y desarrollo (eclosión de los huevos, crecimiento, etc.). El agua de fondo del embalse suele caracterizarse por su baja concentración de oxígeno y elevada concentración de compuestos reducidos, metales y fósforo.

Los canales construidos para la derivación o trasvase de agua ofrecen escasa variedad de hábitats (son físicamente uniformes), y constituyen vías de dispersión facilitando la invasión de especies no nativas. Uno de los ejemplos que mejor ilustra estos impactos es el Mar de Aral que, debido a la derivación del caudal de los ríos que lo alimentaban para la irrigación de campos de cultivo, desde 1960 ha disminuido un 60% el volumen, el nivel 15 m y la salinidad se ha triplicado. Esta acción ha supuesto en aquel ecosistema la desaparición de las 24 especies de peces nativos y el colapso de las actividades pes- queras.

CALIDAD Y CANTIDAD DEL AGUA: EL ESTADO ECOLÓGICO DE LOS SISTEMAS ACUÁTICOS CONTINENTALES

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n sistemas fluviales sometidos a entradas adicionales de nutrientes, tóxicos o alteracio- nes físicas, las comunidades cambian su composición, abundancia y funcionamiento. Por ejemplo, las algas diatomeas son muy sensibles a la llegada de nutrientes, pH o salinidad, y responden favoreciendo especies tolerantes a las nuevas condiciones. También los macroin- vertebrados son sensibles a cambios en la calidad del agua, ya sea por aportes orgánicos, alte- ración del hábitat o aportes de tóxicos. Los peces, que viven más prolongadamente que los demás grupos de organismos acuáticos, integran los cambios prolongados. Todos estos orga- nismos pueden definirse como adecuados indicadores biológicos. Un buen indicador es una comunidad de organismos que con su presencia y abundancia nos informa del estado del lugar en qué lo encontramos.

Diatomeas y macroinvertebrados son sedentarios e integran los cambios que suceden a lo largo de su periodo vital, corto (días, semanas en los primeros, meses en los segundos). Los peces son mucho más móviles, y son excelentes indicadores del grado de calidad del agua ya que las distintas especies responden de maneras diferentes a la contaminación. La alta sensi- bilidad de los peces a la contaminación permite poner de manifiesto la presencia de formas de contaminación que las pruebas químicas estándares pueden pasar por alto. Su menor diversidad (comparativamente a macroinvertebrados o diatomeas) facilita la identificación de las especies por no expertos y no requiere instrumental costoso. Los cambios en la comuni- dad o en las estructuras poblacionales son fácilmente interpretables.

Algunas especies son tolerantes a la contaminación y están presentes aunque la condicio- nes no sean favorables. Por ejemplo, en sedimentos muy contaminados y con poco oxígeno podemos encontrar dípteros, o gusanos del grupo de los oligoquetos, que poseen un peculiar color rojo (que expresa la elevada presencia de hemoglobina en su sistema circulatorio para garantizar el transporte de oxígeno a todo el cuerpo). Por el contrario, otros grupos como efemerópteros y plecópteros son muy sensibles, y ante cualquier tipo de alteración del medio disminuyen o desaparecen. Su presencia indica que el medio se conserva en óptimas condi- ciones. Esta información se resume mediante índices biológicos, que caracterizan la presencia y la abundancia de las especies de grupos respectivos. Los índices biológicos utilizan la capa- cidad indicadora de diatomeas, macroinvertebrados o peces para resumir el estado ecológico

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