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Música: La Unión, Entre flores raras

In document Alejandro Sanz VIVE (página 90-95)

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lejandro pasó muchas horas en el estudio de grabación. En un momento determinado junta algunas canciones y graba un disco anónimo. El álbum «Los chulos son pa cuidarlos», firmado con el nombre artístico de Alejandro Magno, es un trabajo atado a una época y a una cultura muy concreta, y que fuera de ella se vuelve una desconcertante rareza. En el intenso Madrid de los años ochenta, el joven Alejandro crece entre una dicotomía estilística colosal: el heavy de Iron Maiden y el flamenco de Paco de Lucía.

A medio camino de nada, Alejandro graba un disco con versiones de flamenco ligero, casi todas de Fabio McNamara y Luis Miguelez, abocado al circuito de las discotecas de tercera, cabarés y locales de alterne. «Todos tenemos un pasado», que decía aquel.

Aparece entonces, por primera vez, el que indiscutiblemente sería el hombre determinante en la futura carrera discográfica de Alejandro: Íñigo Zabala, miembro original de La Unión (mítica banda madrileña que a mediados de los ochenta triunfa con himnos como Lobo hombre en París o

Sildavia), ocupaba ahora la dirección artística de Warner Music en España.

Yo también llegué a Warner de la mano de Íñigo. De alguna manera, también estoy aquí por él. Aunque eso sería un poco más adelante...

CAPI: En todo, en la amistad, en el amor y en la profesión, el éxito suele

venir tras una salida en falso, esa equivocación providencial que te enseña cómo son las cosas. Siempre hay un tropezón que es el que te sirve para coger carrerilla y dar el salto. El de Alejandro se llamó Alejandro Magno.

ÍÑIGO ZABALA: La primera vez que vi a Alejandro vino con Capi a la

oficina. Buscaban compañía para un artista que se llamaba Alejandro Magno, y la verdad es que Alejandro inmediatamente me transmitió algo. Capi había descubierto tantos artistas que, siempre que viniese de su parte, había que tenerlo muy en cuenta. Vinieron los dos juntos, me pusieron una serie de canciones. Habían llegado a la conclusión de que esa especie de rumba medio electrónica que hacían era una buena idea, algo que podía funcionar. Pero cuando lo escuché, no me gustó. Me pareció algo que no era de verdad.

CAPI: «Los chulos son pa cuidarlos» es un disco que tiene mucha calle. En

un momento en el que una persona está en proceso de aprendizaje, de cambio, surge algo que tiene que ver más con sus raíces. El ochenta por ciento de los que vivimos en Madrid nos hemos criado con la cultura de barrio. ¡Los Chichos! Un escándalo, qué gran compositor el Jero. Hoy en día a la alta sociedad le gusta el flamenco y todos quieren decir que saben de flamenco más que nadie, pero ¿de la cultura étnica?... A mí me parece que Camela es la bomba, lo más, porque en el fondo es un reflejo de su propia existencia. Nadie se fijó, pero en «Los chulos» ya se esconde una de las primeras composiciones de Alejandro.

LA TATA: Capi le hace un disco, el de «Los chulos son pa cuidarlos», a

Alejandro nunca le ha gustado, nunca ha estado orgulloso de él, ni siquiera lo nombra. Empieza a componer canciones propias porque en el disco no las había, excepto Tom Sawyer, que fuimos a registrarla él y yo. Alejandro tiene

un número de socio de la SGAE y yo tengo justo el siguiente.

ADOLFO CANELA: En «Los chulos» grabé lo coros con él en Tom Sawyer.

Conservo con mucho cariño una copia dedicada en la que Alejandro ponía: «Ojalá encontremos los dos el camino del éxito».

ÍÑIGO ZABALA: Yo pensaba que había espacio en el mercado para artistas

de cierta calidad. El caso es que lo que trajeron en aquella primera ocasión se salía de lo que yo hacía en Warner.

CAPI: En 1989 participé en su primer disco como arreglista y compositor.

La grabación duró tres semanas y fue una fiesta continua. Nos alimentábamos a base de puntas de mortadela del Pryca.

ÍÑIGO ZABALA: Aquello de Alejandro Magno no me gustó y se lo dije.

Tuvimos una reunión bastante agradable, porque a Alejandro ya entonces se le veían maneras, se notaba que detrás había mucho más que aquello que me estaban trayendo.

Desde Moratalaz, y de manera circunstancial, Alejandro aterrizó sin escalas en el epicentro de la movida madrileña. Época excesiva y plagada de fauna digna de extensos documentales de National Geographic, Capi llevó de la mano al bisoño Alejandro hasta las mismas puertas de la escena petarda de Madrid. El fotógrafo Pablo Pérez Mínguez, el líder de la subcultura Fabio McNamara o el guitarrista de Dinarama, Luis Miguélez, fueron los fugaces compañeros del viaje de un Alejandro algo aturdido ante semejante avalancha de costumbrismo kitsch...

JESÚS (HERMANO): En aquella época Capi estaba todo el día en casa de

Pablo Pérez Mínguez, un fotógrafo calvito amigo suyo. Nosotros éramos críos y ellos venían del mundo de la movida, con ese punto transgresor.

CAPI: ¿La gente qué piensa?, ¿que eso lo hizo con una pistola en la cabeza?

¡Ni tenía canciones ni nada! Eran rumbas vulgares que hacía mi tío y cosas que hizo Luis Miguélez que son pura posmodernidad. En ese momento en Madrid, en el año 88/89, se vivía el final de una época, con ese disco acaba la movida madrileña. Lo que pasa es que la gente no se da cuenta de que Alejandro es el puente entre la movida y otra nueva etapa. Opinando, la gente es ridícula porque el disco artísticamente es un pastiche de cosas, pero intelectualmente es el final de una época. Alejandro es el último personaje de la movida.

ALEJANDRO: Yo me divertí mucho haciendo el disco, pero era una cosa que

no tenía nada que ver conmigo. Me metí al estudio con todos estos que estaban medio colgados. Cuando me dijeron el título yo no sabía ni lo que significaba, era un niño. Estos hijos de puta me ponían a cantar mirando a la pared porque

decían que sonaba mejor, y era para mirarme el culo.

CAPI: Hicimos unas fotos que han dado mucho que hablar. Las hizo Pablo

Pérez Mínguez, uno de los artistas más importantes de aquellos años, fotógrafo imprescindible de la movida madrileña y que ya había hecho cosas parecidas con Antonio Banderas.

LA TATA: Yo creo que Capi está muy equivocado. Ese fue el disco de unos

amiguetes para un chaval al que veían artista. Capi fue el descubridor de Alejandro, eso es indudable, pero sin ánimo de menospreciar a nadie, si no hubiese estado Capi, Alejandro también habría salido adelante.

ALEJANDRO: No viví la movida, ni siquiera llegué a conocer la sala Rock-

Ola. Hay dos cosas que no me perdono, no haber conocido el Rock-Ola y no haberle podido escribir una canción a Camarón de la Isla. No llegué a tiempo. Pillé los últimos coletazos, conocí a Fabio McNamara, pero no pasé la etapa aquella chunga cuando se engancharon todos. A Fabio lo adoro, sus canciones, las cosas que escribe y dice, cómo entiende la vida.

CAPI: Otra cosa es que estuviese todo el día con Luis Miguélez, conmigo,

por aquí, por allá, la movida (risas), porque era muy joven, y no estaba todavía componiendo, lo más que escribía era flamenquito, con unas letras extraordinarias..., pero era flamenquito.

Lo quisimos pasar de Moratalaz a la movida sin escalas. «Los chulos» es un divertimento. Como Pepi Luci y Bom, que tampoco es una obra maestra. Aquello, claro, no funcionó, pero Alejandro me lo había dejado claro: «Yo quiero estar en esto, aunque sea poniendo cafés».

LA TATA: No estoy menospreciando la labor de Capi, pero creo que se

equivocó en el repertorio y el estilo en «Los chulos son pa cuidarlos». Capi tuvo como casi siempre un buen ojo comercial, podría haber sido un buen A&R de una discográfica, tiene intuición, era de la escuela de Jorge Álvarez.

CAPI: Aquí lo que pasa es que su evolución fue brutal, como Madonna, que

tiene fotos en pelotas. Todos tenemos un pasado, pero es que ese pasado pertenece al momento que se vive. Lo que pasa es que ese momento duró cuarenta y ocho horas, es intrascendente, pero «Los chulos» son el reflejo de un momento, él era un chaval de barrio.

ALEJANDRO: No fue un disco de Alejandro Sanz. Es mío, claro, pero es

otra cosa.

CAPI: A él lo que le gustaba era el flamenco, y, con tremenda humildad, fue

haciendo canciones que a mí ni siquiera me enseñaba. Hasta que un día me dejó escuchar unos temas que en principio eran para otro artista, y yo le dije

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