• No se han encontrado resultados

OBSERVACIÓN Y EXPERIENCIA

In document UN CURSO DE AMOR (página 56-58)

Aunque no te des cuenta al principio porque no tienes experiencia sino sólo un recuerdo de sentirte de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Pues no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él. -13.8

13.1 Nunca "entenderás" plenamente qué significa la unidad, pero llegarás a sentir aquello que significa. Es una promesa. Hacia allí vamos en este Curso, puesto que una vez que hayas sentido la unidad, no necesitarás entenderla. Para esto son los ejercicios que te invitan a observar tu cuerpo. Son la preparación para lo que vendrá: sentir aquello que no es de tu cuerpo. Nuestro próximo ejercicio lleva esto un paso más allá y es simplemente una extensión del primero. En él comenzarás a tomar conciencia de que tus hermanos y hermanas no son sus cuerpos, así como tú no eres el tuyo. Es una consecuencia natural de la observación de tu cuerpo en acción, pues mientras tu cuerpo parece interactuar con otros y tú observas esa interacción, te "verás" a ti mismo y a los demás bajo una nueva luz. Tu cuerpo parecerá más conectado con el de aquellos con que interactúas. No observarás sólo a los demás, sino a ti y a "ellos" ubicados allí donde

pertenecen. Este aparente estar juntos de los cuerpos no es más que un primer paso que te conducirá más allá de la ilusión de los cuerpos al estar juntos con el espíritu.

13.2 A medida que observas, no con tu mente sino siempre con tu corazón, y comienzas a incluir a los demás en tu observación, te pido que te concentres en una única cosa. El ejercicio es simple y a la vez placentero. Sólo requiere que te preguntes una sola cosa: qué conoces ya del espíritu de la persona que observas. Te sorprenderás del conocimiento que ya tienes y el gozo que te trae recordarlo.

13.3 Éstos son ejercicios de recuperación de la memoria y cuanto más los practiques, más recuperarás los verdaderos recuerdos. No apliques esfuerzo para hacerlos, en especial cuando se trata de recordar el espíritu. Sólo deja que las impresiones vengan a ti, y cuando te provoquen una sensación como de sonrisa, sabrás que los recuerdos están llegando. En cambio, si al tratar de recordar te descubres con el ceño fruncido, sabrás que te estás esforzando y, por lo tanto, necesitas dejar el ejercicio por un rato. De todos modos, si le dedicas a este ejercicio un poco de práctica, pronto se convertirá en una rutina, pues desearás experimentar continuamente el placer que te otorga.

13.4 Aunque desees expresar lo que sientes con palabras, este ejercicio no contempla ponerles palabras a los sentimientos o usarlas para describir el espíritu. Es mejor dejar las palabras a un lado, de lo contrario pronto estarás adjudicándole ciertos atributos a un espíritu y no a otro con el único fin de diferenciarlos. El propósito de la experiencia es demostrarte que los espíritus no pueden ser diferenciados ni comparados ni definidos de la misma manera en que en el pasado definiste sus cuerpos.

13.5 Pronto descubrirás que lo que recuerdas del espíritu es amor. Al principio querrás darle muchos nombres y hasta es posible que no lo reconozcas como amor, pues llegará sin toda la tristeza que sueles asociar con él. Y aunque la sensación de amor que te embarga puede sentirse como coraje en uno o como amabilidad en otro, lo único que se te pide es que dejes que los sentimientos vengan a ti y junto con ellos la conciencia de que aunque no hay dos espíritus iguales, tampoco son "diferentes". El amor de cada uno te llenará de felicidad pues ya está completo y no tiene necesidades ni anhelos ni tristezas de ningún tipo. Porque está completo, no te pide nada, sino que parecerá ofrecerte una cálida bienvenida, como si tú fueses un amigo perdido que regresa al hogar.

13.6 Y eso eres. Ésta es la nueva "prueba" que, aunque no sea científica ni verificable, te proporcionará la evidencia que buscas para confirmar la verdad de lo que aquí se te dice. Lo único que necesitas para recoger esta evidencia es confiar en tu corazón. ¿Estás dispuesto a creer en lo que te dice tu corazón?

13.7 Este ejercicio no debería tomarte tiempo ni interrumpir tu camino ni el fluir de la conversación. Sólo requiere que tomes conciencia del espíritu y permitas que esta conciencia more en ti. Si sientes resistencias para realizar el ejercicio, recuerda que ya sabes que eres más que tu cuerpo y pregúntate si acaso no vale la pena hacer todo lo que puedes para ser consciente de ese "más" que sabes que eres.

13.8 Aunque no te des cuenta al principio porque no tienes experiencia sino sólo un recuerdo de sentirte de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Pues no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él. Si estos recuerdos te distraen, no los dejes a un lado como interrupciones. Recuerda que todo aquello que te distraiga del pequeño yo que crees ser vale los minutos que dediques a contemplarlo.

13.9 ¿Qué otras objeciones puedes tener? No te pedimos que sigas ninguna instrucción salvo la que proviene de tu propio Ser. Invitamos al regreso de lo que ya sabes y a dejar que tu verdadero Ser te guíe de regreso a donde quieres estar y ya estás en realidad. 13.10 Tu ego resistirá con fuerza tus intentos de escuchar a tu corazón y los llamará

tonterías y pérdida de un tiempo que podría emplearse en cosas mejores. Pero no se necesita tiempo ni dinero ni ninguna de las otras cosas que valoras. Y no existe la menor posibilidad de que lo que buscas te haga parecer ridículo.

13.11 ¿Pueden sacudirse algunas de tus nociones preconcebidas sobre ti y los demás? Sin duda alguna. Con alegría las dejarás ir y, si confías en ti, todas las pruebas en contra de tu hermano que acumulaste a lo largo de los años también se irán.

13.12 Al principio resultará difícil aceptar la inocencia e impecabilidad de ti y de los demás, pues tu memoria no contendrá rastros de errores o malas acciones pasadas. Nadie te habrá herido ni habrá lastimado a los demás. No habrá motivos para la culpa en estos recuerdos. Ni vergüenza ni temor ni aflicción. Pues el perdón ya ha tenido lugar, y cuando el recuerdo del perdón regrese a ti, ¿puede acaso el recuerdo de tu Padre o de tu propio Ser estar muy lejos?

14. RELACIONES ESPECIALES TERRENAS Y

In document UN CURSO DE AMOR (página 56-58)