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Balance de Investigaciones sobre desarrollo rural

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La Investigación Económica y Social en el Perú 2007-2011.

Balance y Prioridades

DESARROLLO RURAL

Alejandro Diez - PUCP

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Balance de Investigaciones sobre desarrollo rural

Alejandro Diez - PUCP

El tema del desarrollo rural representa una paradoja. Por un lado hay un consenso sobre su importancia, necesidad y pertinencia y se comprueba su vigencia en las estrategias de desarrollo del país y el interés de los investigadores. Ello se puede apreciar por ejemplo en los reiterados seminarios y publicaciones del Sepia pero también en textos de balance o propuestas para el desarrollo rural (ver infra). Incluso existe cierto consenso respecto de varios de sus componentes o requisitos, como el desarrollo institucional, la vinculación a mercados, la necesidad de sostenibilidad ambiental. Dando lugar a algunos documentos de sistematización y síntesis respecto de las prácticas y consideraciones necesarias para un desarrollo rural exitoso.

Por el otro lado, bajo estos consensos, los trabajos de investigación y los múltiples trabajos de evaluación y reflexión sobre el desarrollo rural parten de diversas concepciones del desarrollo rural, muchas veces implícitas, que nos remiten no sólo a diversas perspectivas sino también a una multiplicidad de ámbitos y fenómenos susceptibles de ser colocados bajo la etiqueta del desarrollo rural.

Una característica de los trabajos sobre desarrollo rural es su dispersión. Por la amplitud de procesos en curso para generar desarrollo rural, centrados en temas de salud, agricultura, educación, transporte, etc. El conjunto de temas susceptibles de ser incorporados en este balance es inabarcable, por lo que necesitamos circunscribir nuestro objeto de análisis. Nos centraremos en los temas de transformación social, productiva e institucional, que son vinculadas por sus autores a los procesos de desarrollo rural. Eso restringe una serie de aspectos sectoriales sin duda importantes (como saneamiento, educación salud, etc.) que son sin embargo abordados en otros balances. Este balance se desarrolla desde una búsqueda relativamente amplia de fuentes diversas sobre trabajos de investigación sobre desarrollo rural publicadas entre el 2007 y el 2011 en el Perú. La amplitud de trabajos susceptibles de ser incluidos no es siempre evidente, pues muchos de ellos no incluyen en el título o los indicadores bibliográficos “desarrollo rural”. Incluimos en el balance unos pocos textos del 2006 relacionados con el conjunto de textos reseñados así como algunos pocos textos anteriores sobre balances, definiciones y paradigmas de desarrollo rural,

Este balance se organiza en tres secciones, En la primera desarrollamos brevemente algunas definiciones y propuestas de análisis del y sobre el desarrollo rural; la segunda incluye propiamente el balance de trabajos en el período sobre el tema. La tercera parte incluye algunas sugerencias de temas de investigación.

1. Temas conceptuales sobre desarrollo rural

1.1 Apuestas y definiciones

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embargo, si existe, gruesamente, un cierto universo de significados y concepciones compartidos respecto del desarrollo rural.

El desarrollo rural es en primer lugar una variante del concepto más general de desarrollo, que tiene una larga trayectoria de formulación y debates (ver Valcárcel 2010; Escobar 2006; Mosse 2005; Olivier de Sardan 1995), varias de estos trabajos critican tanto el concepto como la propia práctica del desarrollo, en tanto procesos de occidentalización y modernización culturalmente determinada en el marco de la expansión neoliberal de la economía después de la segunda guerra mundial. En el ámbito local, un trabajo reciente de Béjar (2010), desarrolla una crítica a los paradigmas del desarrollo y a sus procedimientos de medición por metas y objetivos, que considera reduccionistas, excluyendo una serie de indicadores importantes. Así, el Perú puede mostrar cifras halagadoras de reducción de la pobreza a pesar de que una serie de indicadores (como calidad y estado de la educación o incidencia de tuberculosis) no corroboran dichas cifras. Esta posición crítica del desarrollo no supone el abandono de su práctica pero si el desarrollo de nuevas visiones y alternativas de desarrollo, minoritarias pero como veremos más adelante, también presentes.

Todas las críticas no impiden una práctica mayoritaria, regular y sostenida del desarrollo como política de los países y los organismos multilaterales a lo largo de mundo que, como bien señalan sus críticos, ha devenido hegemónica en el contexto global. Dentro de este marco general, en el 2008 el banco mundial dedica su informe sobre el desarrollo mundial al tema de la agricultura, señalando retos diferenciados para el desarrollo de los países con relación al equilibrio y posición de la producción agrícola frente a la industrialización y la urbanización; el documento base latinoamericano sigue grosso modo las misma tendencia (Berdegué y otros 2007)1. Kay (2009) resume el conjunto de contenidos relacionados con el desarrollo como un proceso orientado a reducir la pobreza, reducir las desigualdades y contribuir a aumentar sustancialmente el bienestar de la población, lo que en el contexto actual supone generar sinergias entre la agricultura y la industrialización, entre sectores rurales y urbanos, proceso en el que es central la acción del Estado.

En el marco del análisis de la práctica del desarrollo, entendiendo éste como un tipo de “proceso social” Olivier de Sardan (1995) sostiene que el desarrollo refiere al menos a dos apuestas: una técnica y otra utópica. La primera se refiere al componente de transferencia y progreso tecnológico subyacente a buena parte de los programas, proyectos y prácticas del desarrollo, asumiendo que el desarrollo rural supone una serie de procesos de mejora en componentes productivos, pero también organizativos, políticos, de gestión, etc. La segunda se refiere en cambio a los supuestos morales o programáticos que inducen a las acciones de desarrollo bajo supuestos éticos, religiosos, políticos o de otra índole que suponen todo cierto nivel de intencionalidad para transformar la sociedad y a la población beneficiaria hacia situaciones de mejora, progreso o bienestar.

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La mayor parte de los trabajos en el Perú coinciden grosso modo con ambas apuestas pero contienen muchas veces una tercera, implícita o explícita, que varios estudiosos califican como “agenda política” (Plaza 2002). Los énfasis en estas apuestas varían de autor a autor: Plaza habla de apuestas técnicas, políticas y utópicas (2002); Caballero (2002) las plantea en términos de cambio tecnológico, desarrollo humano y desarrollo institucional; Schejtman y Berdegué (2003) proponen una visión más amplia de lo rural, que se integra a espacios urbanos; en tanto que otros autores más recientes proponen, la inclusión de la variable ambiental o enfoques de inserción a mercado desde la demanda de los consumidores.

En general, las concepciones de desarrollo rural han ido incorporando progresivamente una serie de enfoques que se explicitan en sus planteamientos y apuestas, contándose entre ellos el desarrollo humano de Amartya Sen, el desarrollo sostenible de la conferencia de Rio y recientemente el desarrollo territorial rural, impulsado por Rimisp (Ministerio de agricultura 2010).

Un problema mayor de los programas, concepciones y conceptos de desarrollo es el desfase entre ideas, programas, proyectos y políticas públicas orientadas a generarlo. Los lineamientos existentes sobre desarrollo rural en el Acuerdo Nacional (2005) así como en l documento de Estrategia Nacional de Desarrollo Rural (ENDR, 2004) no constituyen realmente instrumentos ordenadores de las intervenciones públicas o privadas para el desarrollo rural; una expresión del desfase entre las intervenciones de desarrollo y las políticas y programas del Estado (Trivelli 2007). Las políticas públicas y los procesos de transformación versus los proyectos y programas constituyen una de las tensiones permanentes en los procesos de desarrollo. Ello se expresa en la ausencia o la imperfecta articulación entre los diversos actores y protagonistas en el desarrollo, en particular del Estado y la sociedad civil, constatando la falta de articulación y sinergias entre los mismos (Remy; 2003; Eguren 2005)

Un segundo desfase importante y constitutivo de la problemática es la tensión entre programas, proyectos y el desarrollo rural. El desarrollo es de alguna manera una condición que se pretende alcanzar por una serie de políticas públicas, programas y proyectos de intervención sobre la sociedad y las poblaciones. Sn embargo, proyectos y desarrollo en tanto fenómenos sociales no están unidos por una relación causal indirecta sino que intervienen una serie de otros factores concomitantes relacionados a la propia evolución, transformación y cambio de las sociedades sin lo cual, el desarrollo tampoco es posible. Así, el desarrollo como objetivo de los proyectos se inscribe en fenómenos multicausales que son por definición más complejos que un proyecto específico de intervención.

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1.2 Propuestas de desarrollo rural

Desde el 2000 se suceden una serie de documentos de balance sobre desarrollo rural. Varios de ellos programáticos, señalando derroteros a seguir enfatizando condiciones necesarias para el desarrollo rural. Entre ellos contamos: Del Castillo, Diez, Trivelli y Von Hesse (2000), que partiendo de una caracterización del sector rural abordan cinco temas, que aunque tratados separadamente esbozan un conjunto de tareas para el desarrollo rural: entono macroeconómico, reforma institucional, derechos de propiedad y manejo de recursos, provisión de bienes públicos y financiamiento.

En el 2004, Escobal y Valdivia analizan una serie de programas de desarrollo rural, analizando su pertinencia y logros para la reducción de la pobreza rural en la sierra. Para ello estudian la composición de ingresos, los desbalances en recursos (tierra, capital humano, acceso a bienes públicos, etnicidad) así como las características de los mercados. Su análisis de los programas reporta logros y dificultades para los programas estatales. El mismo año, Pierre de Zutter propone una serie de elementos a considerar para los proyectos de desarrollo rural a partir de una sistematización de los proyectos auspiciados por el FIDA. Su análisis distingue tres niveles diferentes de impacto: familia, comunidad, espacio local y regional; entre las diez claves que propone se cuentan la importancia de prestar atención a la seguridad alimentaria, la necesidad de generar dinero y fundamentalmente de aumentar el patrimonio de las familias campesinas.

En el 2004 también, se publica la estrategia nacional de desarrollo rural ENDR, que establece algunos lineamientos generales de política, estableciendo nueve elementos generales a considerar2

Eguren (2004) muestra que a pesar de sus similitudes hacer desarrollo rural no es lo mismo que combatir la pobreza, pues puede haber lo segundo sin lograrse lo primero. Los programas de alivio a la pobreza muestran cierta ineficacia, constituyen instrumentos políticamente rentables y tienden a perpetuar las instituciones encargadas de hacerlo generando ideologías justificadoras de su misión. En cambio, el desarrollo supone una serie de retos que implican mucho más que alivio a la pobreza e incluso que crecimiento económico rural. El desarrollo supone poner adelante a las personas, significa cambio, debe considerar variables como el mercado pero también la migración e incluso la interculturalidad. Señala que el consenso de las ONGs parten de un desarrollo entendido como desarrollo humano, sostenible y equitativo.

En el 2007, Trivelli hace un balance de los estudios a la fecha y señala siguiendo a otros autores, como Maletta, Plaza, Santa Cruz y Eguren, una serie de características de los estudios sobre desarrollo rural a la fecha. En primer lugar un desplazamiento del tema de interés desde enfoques que privilegiaban el análisis desde la transformación social hacia estudios particulares centrados en casos. Enseguida, una serie de tensiones que condicionan los análisis, abordajes y conceptualización el desarrollo: 1) La distinción entre

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estrategias, procesos y programas de desarrollo y aquellos de reducción de la pobreza, que sin ser los mismos muchas veces son considerados cuasi sinónimos; 2) La tensión entre las lógicas comunales, territoriales o en todo caso, agregadas de las acciones de desarrollo con la circunstancia de la acumulación y capitalización de las acciones y proyectos a nivel familiar: el carácter colectivo de los proyectos no siempre toma en cuenta el carácter familiar de las decisiones –sobre todo en espacios campesinos; 3) La distancia conceptual y programática entre procesos de desarrollo rural y los proyectos mediante los cuales se pretende generar dichos procesos, que equivale a la distinción conceptual entre un proceso de transformación de las condiciones actuales de la sociedad y las acciones concretas de corta duración puestas en práctica para remediar una situación susceptible de ser mejorada; 4) la distinción entre desarrollo rural y desarrollo agrario, es claro en los enfoques más recientes que el primero incluye al segundo y que éste no es suficiente para garantizar el primero.

Posteriormente, algunos trabajos enfatizarían la misma lógica programática. Trabajos como el de la coordinadora rural enfatizan el desarrollo desde acciones de mejora de la producción agropecuaria (2007). En su planteamiento, el desarrollo agrario requiere de una serie de elementos crédito, investigación tecnológica, política ambiental y defensa de recursos naturales, desarrollo productivo, servicios agropecuarios, desarrollo de mercados internos y externos, además de una agenda institucional que contempla el fortalecimiento de las organizaciones, su capacitación y formalización. En suma tres condiciones serían necesarias: organización y desarrollo de la institucionalidad agraria desarrollo eficiente de productos e inserción a mercados y una política eficiente de conservación y aprovechamiento de recursos.

Más recientemente (2010), el ministerio de agricultura ha elaborado una serie de lineamientos de política de desarrollo rural, a partir de la experiencia de agrorural. Estos nuevos lineamientos se ordenan en 7 ejes: 1) énfasis en los actores del desarrollo rural, 2) equidad e igualdad de oportunidades, 3) competitividad de los territorios rurales, 4) construcción de un Estado eficiente y descentralizado, 5) gestión del conocimiento, 6) énfasis en la seguridad alimentaria y 7) gestión del riesgo y el cambio climático. Además asumen cinco postulados institucionales: la adopción del desarrollo rural con enfoque territorial, la focalización de la inversión pública por demanda, el desarrollo de mercados y competitividad, el incremento del valor de los activos y la participación municipal y ciudadana. Con ello, se constituye en una herramienta más completa que la ENDR de seis años atrás.

Estos enfoques son semejantes a los propuestos por el Programa de desarrollo Rural Sostenible del GIZ que también se sustenta en tres ejes: 1) gestión del riesgo; 2) cadenas de valor sostenibles y 3) conservación de recursos naturales; todo ello enmarcado en programas de Zonificación Económica y Ecológica con miras a la generación de procesos de Ordenamiento territorial. Coinciden también con el Banco Mundial (2008) y su propuesta de agricultura para el desarrollo centrada en cuatro ejes.

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debería pasar a constituir un programa productivo) así como une reforma institucional que promueva la asociatividad.

Finalmente, en los últimos años empieza a difundirse el Desarrollo Territorial Rural (DTR) como paradigma de desarrollo. El DTR es más una propuesta marco y un enfoque que una teoría. Desarrollado por la red Rimisp, propone una serie de condiciones para el desarrollo centradas en la premisa de que el desarrollo sólo es posible desde una perspectiva y en el espacio de un territorio. En estos territorios, el desarrollo depende del progreso técnico orientado a la competitividad –en tanto fenómeno sistémico, dependiente del entorno en el que se inscribe- y al mejoramiento de los ingresos de la población pobre. El motor del desarrollo del territorio está ligado a la demanda externa como motor de las transformaciones productivas necesarias: el vínculo urbano-rural es fundamental en esta dinámica. El desarrollo institucional es también fundamental y condición para el DTR. Finalmente, el territorio no es un espacio dado sino una construcción social, un conjunto de relaciones sociales que expresan una identidad y un sentido de propósito compartido de desarrollo (Schejtman y Berdegué 2004)3. El enfoque de DTR combina entonces un enfoque de desarrollo de mercados competitivos con un enfoque de desarrollo territorial como componentes indispensables de cualquier proceso de desarrollo.

2. Los estudios sobre desarrollo rural

El conjunto de trabajos de investigación sobre desarrollo rural cubre una serie de aspectos susceptibles de ser considerados condiciones para el mismo. Sin embargo, es posible una clasificación general en cinco grandes temas y enfoques del desarrollo rural, de acuerdo a los trabajos de investigación de los últimos años: 1) programas, proyectos y condiciones para el desarrollo; 2) desarrollo productivo y mercados; 3) desarrollo institucional; 4) enfoques territoriales y; 5) nuevos enfoques y miradas sobre el desarrollo.

2.1 Programas, proyectos y condiciones para el desarrollo

Una línea clásica de estudios de desarrollo rural supone la evaluación de proyectos y programas de desarrollo así como estudios de casos. Entre los primeros muchos quedan como evaluaciones internas, refieren a la eficiencia, eficacia y cumplimiento de los proyectos y por lo general no tienen difusión pública fuera –en el mejor de los casos- de las páginas institucionales de las instituciones y agencias que los solicitan. Sin embargo, algunos llegan a ser públicos compartiendo resultados y aprendizajes referidos a la práctica del desarrollo rural.

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El trabajo de Alvarado y Zurita (2009) sintetiza las lecciones del proyecto Finanzas e Investigación para el desarrollo rural (FINDER I), destacando una serie de debilidades en el proyecto: orientación a la oferta antes que a la demanda además de considerar una serie de condiciones de emprendimiento empresarial que no corresponden a los pobladores pobres de los ámbitos considerados, enfatizando entonces en la necesidad de mejorar las capacidades de la población para implementar este tipo de proyectos. En la práctica, los créditos tendían a mejorar los negocios no agropecuarios. En cualquier caso, la brecha más importante a superar es e desfase entre la estandarización de los servicios y ofertas del sector financiero frente a la diversidad y la heterogeneidad de las demandas.

Una serie de estudios reseñan los impactos, logros y metodología de los proyectos desarrollados por el Fida en el Perú. Astete y de Zutter (2008) sintetizan los impactos del proyecto sierra sur, realizado en Arequipa, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna; la evaluación intermedia del proyecto destaca como elementos importantes para la implementación de proyectos. Entre ellos señalan: los antecedentes y la acumulación de proyectos, las formas de aprendizaje, enfoques desde la lógica de casa y la familia, el establecimiento de relaciones de confianza y el seguimiento de proyectos, el co financiamiento, la vinculación entre negocios y recursos naturales, pero sobre todo, la ausencia de ejes temáticos y direccionalidad, buscando conectarse con la cultura, la gestión y las lógicas de los beneficiarios. Bajo este marco son importantes el acceso a servicios técnicos (buscando generar mercados de servicios) así como la provisión de servicios financieros y la capitalización de activos culturales4.

Otro conjunto de trabajos se centra en algunos factores críticos para el desarrollo rural. Trivelli y Venero (2007) analizan el desarrollo de las finanzas y mercados rurales y su rol en el desarrollo y la superación de la pobreza. A partir de un análisis a nivel latinoamericano discuten la pertinencia de crear o mantener las entidades financieras públicas, sus roles y posibilidades. De análisis de ochos casos –dos peruanos: AgroBanco y COFIDE-. Entre otros temas, sus conclusiones insisten en: 1) la necesidad de perfeccionar la banca pública para el desarrollo, como la principal prestamista del agro; 2) la necesidad de una banca de segundo piso y multisectorial, que sume y complemente con el conjunto de entidades microfinancieras autoreguladas existentes; muy dinámicas y solventes; 3) la actual banca para el agro es heterogénea y adaptable a las circunstancias existentes; 4) la necesidad de la viabilidad financiera de las agencias de crédito, que deberían ser capaces de generar ganancias las entidades deben ser viables financieramente, no hay contradicción con generar ganancias, lo que no debería verse como contradictorio; 5) el principal desafío es la ampliación de la cobertura de estos servicios sin sacrificar su sostenibilidad financiera. Algunos trabajos se ocupan más bien de los efectos y resultados de programas de crédito, Córdova (2006) analiza los efectos de un fondo de crédito campesino para mujeres en Cajamarca, mostrando no sólo receptividad sino también efectos complementarios en la formulación de reivindicaciones más allá de los objetivos originales del proyecto. Por su parte, Del Pozo y Guzmán (2010) evalúan el efecto de las transferencias condicionadas sobre la inversión productiva de los hogares en el Perú, su análisis muestra una serie de efectos indirectos de estos programas generando algunos incrementos en el alquiler de tierras, mayor uso de sus recursos disponibles y mayor producción para su venta. Los programas de transferencia además de los resultados condicionados de asistencia a postas y educación generaría

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otros dos efectos, por un lado generaría mayor protección a las familias, reduciendo su vulnerabilidad y por el otro un efecto productivo, al mejorar su capacidad de inversión.

Desde una mirada regional, el trabajo de Zegarra y Minaya (2007) insiste en la necesidad del gasto público para el desarrollo de zonas rurales y agrícolas. Analizando la data de GPRural de la FAO para 18 países y un estudio de los países de la CAN se preguntan por la relación entre niveles y estructura del gasto público e indicadores de producción agraria e ingresos rurales en el Perú y otros países. En sus conclusiones plantean un modelo que explica el nivel y la estructura del gasto público en función de variables estructurales. Muestran que regímenes menos democráticos tienden a gastar más en los bienes públicos rurales o tener una estructura de gasto menos sesgada. Los regímenes democráticos tienen limitaciones para incorporar los intereses de los sectores agrarios y rurales en las decisiones sobre gasto.

El estudio de Phélinas (2009) analiza el empleo en el área rural. Partiendo de que una tercera parte del tiempo y que la mitad de los hogares rurales se dedica a actividades no agropecuarias, se pregunta por las condiciones de empleo actuales de las familias campesinas, asumiendo que el desarrollo económico beneficiará a los pobres sólo sí la generación de empleo es alta y con productividad. Su estudio muestra la debilidad de la estadística oficial para analizar la situación real del empleo pero permite algunas aproximaciones generales. Hay gran desconocimiento sobre los empleos alternativos de los hogares rurales. que aparentemente son en general mal pagados y no suponen mejoras en la condición de las familias rurales. El acceso al empleo es desigual así como el ingreso, la capacidad de los individuos es determinante para entrara mercados laborales más rentables. El análisis muestra que los pobres dependen mucho de la agricultura y que las diferencias en los ingresos se deben a la heterogeneidad de los empleos alternativos alcanzados.

Este conjunto de trabajos enfatiza una serie de factores necesarios para el desarrollo rural: gasto público, financiamiento, empleo. Todos ellos relativamente deficitarios pero mostrando una sociedad rural con necesidades y opciones de desarrollo marcadas por la conectividad y la vinculación al mercado, pero también de una sociedad rural con una pluriactividad creciente y aún poco conocida. Ello plantea nuevas preguntas para la investigación así como para la implementación de proyectos de desarrollo, de donde os retos para la investigación

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derechos en una “síntesis cultural activa”, gracias al papel jugado en los proyectos por los líderes políticos locales, con lo que el sistema normativo autónomo logra, más allá del fracaso de los proyectos, reinventarse y mantenerse. Enfatiza finalmente la necesidad de establecer relaciones estado comunidad en términos del conjunto de las relaciones que se establecen en los marcos de los proyectos de desarrollo, en términos de los tipos de síntesis que generan en la configuración y reproducción de los derechos locales en las comunidades.

El análisis de largo plazo muestra una serie de limitaciones en la implementación de los proyectos, el interés diferenciado de la población por los mismos y en todos los casos, una cobertura limitada. Estos trabajos abren una perspectiva novedosa que se enfoca en el proceso de desarrollo y en los cambios sociales que se generan en el marco de procesos multi-causales de cambio social. Ambos estudios muestran como los proyectos de desarrollo entran en conflicto con las prácticas campesinas tradicionales, que adoptan algunos componentes de los proyectos, toleran otros –al menos temporalmente- y resisten activa o pasivamente a algunos de los componentes de la modernización y el desarrollo inducidos e impuestos desde afuera. Los proyectos muestran debilidades técnicas y sociales y son de interés diferenciado de parte de la población además de tener todos una cobertura limitada.

2.2 Desarrollo productivo e integración a mercados

Según las visiones mayoritarias del desarrollo rural, este depende en gran medida de la producción, la productividad y la inserción a mercados. En el período, aunque hay algunos trabajos sobre temas de producción y productividad y cambio tecnológico, estos son pocos. Hay un claro énfasis en los trabajos orientados al análisis entre la relación entre población, producción e inserción a mercados.

El trabajo de Nolte y Kuan (2006), es buena muestra del enfoque de análisis del desarrollo rural centrado en las lógicas del desarrollo productivo-tecnológico, centrado en la mejora en los procesos de producción y la inserción eficiente al mercado. Ellos detallan una serie de ejemplos de intervenciones concretas de desarrollo (corredor Puno-Cusco, Marenass, el proyecto Kamayocs, etc.) mostrando que el éxito de los proyectos dependería de tres condiciones: la voluntad del progreso de la población; las medidas de políticas que favorecen una serie de procesos de producción, uso de recursos, innovación tecnológica, reglas de juego y, la existencia de sinergias en el sistema de cooperación Estado-ONGs.

Mucho más numerosos son los trabajos relativos a inserción al mercado, tanto en términos de la mayor o menor integración al mismo y las condiciones para la inserción al mercado local así como las condiciones y limitantes para acceder a mercados internacionales.

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inserción y articulación. Estos trabajos muestran entonces diferencias regionales en términos de las posibilidades de inserción al mercado.

A estas diferencias espaciales, el trabajo de Escobal (2011) añade una dimensión temporal. Analiza los cambios en la economía campesina en el largo plazo, para ello compara una zona tradicional con una zona más moderna. En ambos casos, se reportan una serie de cambios hacia una mayor integración al mercado, mayor diferenciación productiva, un incremento en los ingresos monetarios; todos ellos cambios más pronunciados en la zona moderna y sin embargo, la principal conclusión del estudio es que “independientemente de la manera como agreguemos las distintas dimensiones de economía campesina en algún indicador sintético que recoja el grado de campesinización de la economía de estos dos territorios, la evidencia sugiere que la economía rural de estas dos zonas continúa siendo casi tan campesina como lo era hace 30 años”.

Sin embargo, la mayor parte de trabajos de este período refiere a las posibilidades de los mercados internacionales. Buena parte de ellos son fruto de la alianza entre el CIES y COPLA para promover investigación respecto de las posibilidades que brinda el comercio exterior para el desarrollo rural, de ello se desprendieron una serie de trabajos sobre condiciones generales del comercio e intercambio internacional como estudios de caso de algunos productos tanto desde perspectivas económico-comerciales como institucionales.

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en el consumo familiar y por otro por las duras condiciones de trabajo y su estacionalidad que traen una serie de nuevas de mandas a las familias que no siempre son satisfechas por su actividad laboral.

Con las mismas preocupaciones, el trabajo de Mesclier y Chaléard (2008), se pregunta cómo los pequeños agricultores se vinculan a los mercados internacionales y si esto les permite consolidar su economía. A partir del análisis de dos casos de productores costeros en Lambayeque, uno reconocido como exitoso (mango en Motupe) y otro aparentemente fracasado (café en La Florida), concluyen que la vinculación a mercados exteriores con consolidación económica sólo es posible bajo ciertas condiciones. En Motupe, la vinculación al mercado ha sido exitosa pero frágil dado que el mercado es cada vez más competitivo, sus tierras más codiciadas y no cuentan con las mismas redes y capital que los grandes productores. En el caso de la Florida, aunque el café esté en crisis, no tienen tanta presión sobre la tierra y los productores desarrollan estrategias alternativas que trascienden el espacio local como la migración y la compra de tierras en las vertientes amazónicas. Concluyen que el éxito de los agricultores depende más de las condiciones de comercialización que de los factores de producción.

Una perspectiva diferente, en términos de producción y productividad, son los estudios sobre los efectos en la producción del cambio climático. Así, el estudio de Torres (2009) analiza los efectos económicos del cambio climático -centrándose en las diferencias de temperatura esperadas- sobre el rendimiento productivo de cuatro productos de exportación en Piura (café, banano, mango y limón). Muestra finalmente que el cambio en las temperaturas afecta de manera negativa a dos cultivos (banano y mango) y de manera positiva a los otros dos (café y limón). Orihuela y Loyola (2010) llegan a conclusiones semejantes para los casos del algodón, el arroz y el mango en Lambayeque y Piura, en donde los cambios de precipitación y temperatura inciden en los ciclos vegetativos incrementando el crecimiento pero también generando incrementos en plagas. En el balance, el cambio climático podría generar primero incrementos de ingresos, pero luego un decrecimiento. En la misma línea, Vargas (2009) desde un análisis de los efectos estimables de cambio sobre el crecimiento económico nacional, estima que a 30 años podrían generarse crecimientos medio punto menores a los esperables, llegando a los 50 años a una disminución de hasta un punto.

En términos más generales, Tello (2008) muestra que la apertura comercial y la reducción de barreras arancelarias en el comercio internacional, la imposición de barreras no arancelarias –por lo general mayores en los países del primer mundo que en el Perú- limitan fuertemente las posibilidades e ingresos por exportación de productos agropecuarios y manufactureros, que son también afectados por la importación de productos. En la misma línea de razonamiento y en un trabajo posterior, el mismo autor (2009) analiza los efectos de los arreglos preferenciales comerciales (APCs) de corte liberal, sobre los precios relativos y cantidades de producción del maíz amiláceo en cuatro regiones del país para el periodo 1971-2005. Este trabajo muestra por un lado que las APCs inciden más sobre los precios relativos que sobre la oferta del producto agrícola. Por otro lado, los efectos sobre precios y producción varían de acuerdo al tipo de arreglo preferencial: precios y cantidad se incrementan ante la reducción de barreras arancelarias.

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beneficiados por esta política comercial. El artículo hace un balance de las investigaciones nacionales e internacionales sobre los impactos de la liberalización comercial sobre la población rural. Destacan que la mayor parte de al análisis de la actividad agropecuaria sin tomar en cuenta las actividades no agrícolas rurales. Trivelli, Yancari y de los Ríos (2009), analizan cómo la crisis internacional afecta a la población y la pobreza rural en once países latinoamericanos con elevados niveles de pobreza rural. A pesar del crecimiento económico, la crisis llegará al Perú por la reducción oportunidades laborales, menores ingresos por remesas de migrantes y reducciones en el gasto público. Frente a ello, la desventaja de la economía rural se convierte en una ventaja en tiempos de crisis; aún así serán afectados porque los mercados urbanos perderán dinamismo. El mayor impacto negativo sería por la menor demanda de productos agropecuarios, mineros y textiles. Los casos estudiados muestran la necesidad de apoyar la pequeña agricultura para revitalizar el sector. Se necesitaría combinar medidas de corto y mediano plazo. Le correspondería al Estado movilizar recursos hacia políticas de promoción y apoyo a la pequeña agricultura y desarrollo de nuevos proyectos rurales no agrícolas.

El conjunto de trabajos relativiza los impactos reales de las políticas de búsqueda de mercados externos para resolver los problemas de desarrollo de los pequeños pobladores rurales: varios de los autores reseñados insisten en la necesidad de una serie de factores concomitantes (infraestructura, crédito y otros). Hay casos exitosos pero también hay varias limitaciones para esta inserción en mercados internacionales.

2.3 Institucionalidad para el desarrollo rural

La necesidad del desarrollo institucional como componente central del desarrollo ha sido señalado desde hace más de una década (Santa Cruz 1999). Asumiendo que el desarrollo rural es un proceso de largo plazo, éste sólo es posible cuando viene acompañado de una serie de transformaciones institucionales que suponen arreglos que permitan la integración mercados, la articulación política y la conexión con políticas sectoriales y macroeconómicas. Varios de estos arreglos institucionales suponen el análisis a múltiples niveles de las tensiones entre actores y niveles de articulación tanto en espacios políticos como económicos, orientándonos entonces a problemas de “gobernanza”, política, territorial, de cadenas de producción, de recursos naturales y de otros ámbitos. La gobernanza aparece desde estos análisis como una nueva dimensión para la comprensión de lo rural en sus conexiones locales y regionales, la condición del gobierno de los territorios y por lo tanto, una condición para el desarrollo rural (Revesz 2008).

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producción orgánica de circuitos de comercio justo. Inurritegui en cambio analiza las organizaciones de productores en términos de su institucionalidad desde la entrada teórica del capital social, mostrando la doble función articuladora del grupo que facilita procesos internos de producción así como su capacidad para articulación hacia arriba, desde un enfoque del capital social.

Matos (2007) analiza las posibilidades y condiciones de la participación de gremios y asociaciones de productores agrarios en espacios nacionales de debate sobre desarrollo y condiciones de producción agrícola (como TLC, reglamentos, espacios de negociación y otros). Muestra que en efecto hay participación y que esta está favorecida por la existencia de algunas organizaciones de representación nacional –como la CCP o CONVEGRO- y la existencia de organizaciones nacionales por productos, pero señala también una serie de limitaciones: desde la limitada capacidad de influencia –por lo que el desarrollo de marchas y protestas aparece a los ojos de los productores como necesarias; la falta de información técnica de algunos temas que se debaten, las dificultades y la ausencia de convocatoria; los costos de la participación versus la ausencia de incentivos a la misma; y también las dificultades de consulta e intermediación entre las asociaciones y sus bases. Mucha de la participación es posible gracias al financiamiento externo de las organizaciones. Por su parte, Jaramillo (2006) muestra cómo los municipios rurales cumplen un rol de promoción de la inversión productiva en sus distritos.

Un tema colateral, desarrollado en algunos trabajos es la relación entre desarrollo (rural) y conflictos. El balance de Caballero (Sepia XIII) pretendió un balance entre los estudios de conflictos y el desarrollo rural. Su análisis parece más bien señalar la independencia entre los procesos de conflicto y el desarrollo, siendo las protestas endémicas en razón de las demandas no atendidas de las poblaciones afectadas por las actividades extractivas. En el mismo libro de Sepia, Bebbington (2008) propone una lectura diferente, señalando que los conflictos socioambientales son expresión de dos visiones distintas de desarrollo entre los agentes involucrados. Los conflictos serían la expresión de desajustes y fricciones entre actores con posiciones y visiones diferentes de desarrollo en el marco de procesos estructurales e históricos que se ponen en juego en un contexto de cambio social. El mismo autor plantea en otro trabajo (2007) los argumentos contrapuestos respecto de la implicancia de la minería para el desarrollo, en función de lo cual los conflictos y protestas no resultan sorprendentes. Si bien la “maldición de los recursos naturales” no es inherente a la expansión minera, la forma como se expande la actividad extractiva sin promover mecanismos y prácticas de gobernanza que involucren a las comunidades locales es la que genera conflictos por la fricción que se crea entre agentes con diferentes visiones y aspiraciones de desarrollo. Estas diferentes opciones, pero sobre todo la toma de posición del Estado frente a las mismas, expresadas en el establecimiento del tratado de libre comercio con Estados Unidos, genera la oposición al mismo de parte de los productores agrarios asociados alrededor de Conveagro, defendiendo opciones de desarrollo a favor de la pequeña agricultura frente a las opciones de desarrollo de la gran explotación agraria (Burneo 2008; Diez 2008).

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casos con presencia de ONGs cooperantes- logra participación efectiva en el proceso que se hace evidente en la asignación del presupuesto de inversión de los municipios involucrados.

Por su parte, la compilación de Laos (2007)5, muestra que para llegar a las comunidades campesinas se requieren tanto políticas públicas como conocimiento de las realidades regionales en las que se insertan y sus potencialidades. Señala que la mayor parte de proyectos de los últimos años han sido pocos significativos y poco sostenibles, por lo que no debería extrañar la conflictividad generalizada en el país: tras las protestas, las mesas de diálogo se cierran con acuerdos muchas veces incumplidos. El libro describe niveles de desarrollo de comunidades en seis regiones: Puno, Cusco, Ayacucho, Huancavelica, Junín y Ancash. En los últimos años, los comuneros tienen un “sentimiento marcado” (sic) de estar en un escenario desfavorable para el desarrollo de proyectos productivos de parte del Estado, que estaría abandonando su rol de promoción de la actividad agropecuaria. Las comunidades son ubicadas como destinatarias de “ayuda social” en el marco de una tensión permanente respecto de la competencia por recursos (en particular tierra y agua). Hay además limitaciones de acceso al crédito que no es suplido por el Agrobanco y menos aún por la banca privada. Entrevistas a líderes y dirigentes de comunidades proponen tres grandes líneas de acción para el desarrollo de las comunidades: 1) fortalecimiento de la institucionalidad de las CC y la paz social en su interior; 2) promoción de la actividad productiva considerando la seguridad alimentaria y la diversificación de mercados; y 3) priorizar una educación intercultural orientada a la producción y la innovación.

También centrados en la propiedad de la tierra, los trabajos de Burneo (2010) y de Burneo, Del Castillo y Eguren (2009) así como el de Diez (2011) enfatizan la relación entre desarrollo y acceso diferenciado a la tierra en comunidades campesinas. Existe un entramado complejo de derechos (provenientes de la legislación del Estado, de los estatutos comunales pero también de los usos y costumbres), que marcan diferencias en la distribución y acceso a la tierra de acuerdo al uso de la tierra, al origen de la propiedad comunal, al género y también a diferentes categorías de comuneros. Dentro de las comunidades, la propiedad y la tenencia de la tierra son campos de fuerzas marcadas por la interacción y luchas de poder entre actores habitualmente poco tomadas en cuenta en procesos de desarrollo. La competencia de recursos, habitual al interior de las comunidades se ve amenazada en los últimos años por complejos procesos de presión sobre la tierra y otros recursos desde el exterior, que bajo políticas favorables a las empresas y a la gran inversión impactan sobre las comunidades –poseedoras del cerca del 50% de la superficie agropecuaria nacional- en procesos de servidumbre y compra de tierras orientadas al cambio de uso del recurso hacia la producción de bio combustibles, turismo o actividades extractivas (Burneo 2011).

2.4 Enfoques territoriales en los estudios del desarrollo

En los últimos años, se desarrollan una serie de trabajos desde las perspectivas de la nueva ruralidad y el Desarrollo Territorial Rural (DTR), procurando una lectura territorial del desarrollo desde enfoques que integran diversos procesos de transformación en los territorios, en términos económicos, institucionales e identitarios. Hernández (2011)

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señala que en la última década habría un “giro territorial” en las investigaciones en ciencias sociales y desarrollo rural en el Perú.

En esta línea, el libro de Cetraro y otros (2008) reúne una serie de trabajos entre conceptuales y ejemplos de casos desde el enfoque del desarrollo territorial, con énfasis en la competitividad. Los análisis de casos remiten a las dos grandes aristas programáticas del DTR. Por un lado, trabajos sobre el desarrollo de mercados a partir de los ejemplos del desarrollo económico de la macro región norte (Ginocchio) y el desarrollo territorial y la competitividad en Cajamarca (van der Heyden). Por el otro, trabajos sobre gobernanza territorial, incluyendo casos de Piura (Revesz) y una serie de ejemplos de diversas partes del país.

Enmarcado entre las perspectivas del DTR y la gobernanza territorial, el libro desarrollo rural en la sierra (Trivelli, Escobal y Revesz 2009) propone un abordaje al desarrollo rural desde entradas conceptuales, económicas (mercados) e institucionales (gobernanza) en el marco del proceso de descentralización en curso. El libro pasa revista a las propuestas y conceptos sobre el desarrollo rural aplicados a la sierra peruana y sobre la descripción de un territorio notablemente atrasado proponen una serie de análisis respecto de las condiciones y procesos de desarrollo en curso. Los capítulos 5 y 6 abordan particularmente el tema de las instituciones, abordando las instancias políticas de gobierno como las nuevas y en particular las formas de articulación entre instituciones privadas y públicas para el desarrollo. Para ello, analizan varias experiencias de políticas y programas del Estado, analizando en particular los casos de Piura y Cusco precisando experiencias y temas pendientes. Dejan el capítulo siete los temas correspondientes al mercado en el proceso de desarrollo, abordando tanto los mercados de productos como los mercados de factores, en ellos, el rol de la infraestructura aparece como crucial para desarrollar el potencial de los distritos de la sierra. El libro contiene también una serie de resúmenes de experiencias de desarrollo, en la voz de sus propios protagonistas, reseñando experiencias en Arequipa, Cusco, Junín y Puno. Finalmente abordan las políticas públicas para el desarrollo rural, particularmente la ENDR del 2004.

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productos y la idea de que el Estado debe facilitar el proceso capacitando a los productores y proveyendo de infraestructura a las poblaciones. Es a partir de estos principios que se ordenan las estrategias locales de desarrollo territorial.

En la misma óptica, pero centrándose en elementos de valorización de la identidad cultural territorial mediante su explotación turística, los trabajos de Trivelli y Hernández (2007 y 2011) uno para las huacas de la costa norte y el otro para Cusco, exploran diversas formas de aprovechamiento de los activos culturales para la generación de ingresos y desarrollo local. En el caso de la costa norte muestran cuatro diversas formas de aprovechar la posibilidad de valorizar los activos culturales: en un extremo, el modelo Sipán, a manera de enclave que no genera sinergias sino competencia con la población y del otro, el modelo Túcume, activo en involucrar a las poblaciones locales en procesos de revalorización cultural. En el caso del Cusco, muestran que los emprendimientos basados en activos culturales: son nuevas formas de creación de valor, muchas veces se desarrollan sobre activos de libre acceso (como la gastronomía y el paisaje) que están al alcance de todos; tienden a ser pequeños sobre la base de microempresas con fuerte componente de trabajo familiar; estos emprendimientos generan sinergias complejas y se insertan en la vida y trayectoria de las personas. Además estos emprendimientos contribuyen a incrementar el capital simbólico de las poblaciones rurales y contribuyen a la preservación de la diversidad cultural de las poblaciones.

2.5 Nuevos enfoques y perspectivas para el análisis del desarrollo rural

En su balance sobre cultura y desarrollo rural, Degregori y Huber (2005) ponían sobre la mesa que los planteamientos de desarrollo están formulados desde una única cultura, anclada y sustentada en una desigual distribución del poder así como en la laicalización de la desigualdad; en los planteamientos del desarrollo rural, presentado como proceso tecnológico o institucional se omite la existencia de una serie de brechas y estigmatizaciones entre grupos de población y visiones diferentes del propio desarrollo.

Aunque limitados, algunos pocos trabajos empiezan a orientar los análisis del desarrollo rural desde perspectivas diferentes, múltiples, algunas veces críticas, otras culturalmente determinadas. El supuesto es que los modelos de desarrollo hegemónicos tienen una serie de límites ante la posibilidad de otras “racionalidades” (desde visiones campesinas y andinas, pero también ecológicas y ecologistas, bajo las cuales es posible pensar en “otros desarrollos”, como “etnodesarrollo” o “post desarrollo”, expresadas muchas veces en programas y proyectos de educación bilingüe o interculturalidad. Estas reflexiones abren la posibilidad de imaginar múltiples visones de desarrollo “culturalmente determinadas”6.

Algunos de estos elementos aparecen en trabajos reseñados líneas arriba, así por ejemplo, conclusiones colaterales del trabajo de Córdova (2007) muestran que acciones de desarrollo como un programa de crédito campesino tienen una serie de otras aristas: una dimensión política, facilitando ciudadanía y respeto para las mujeres participantes del fondo de crédito, además de elementos subjetivos del yo, generando independencia y autoafirmación, así conceptos como respeto, mérito y agencias aparecen como factores importantes para proyectos de desarrollo. Sin embargo, los enfoques más radicales de

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este enfoque se aprecian en los trabajos de grupos como el Pratec, alrededor de conceptos neo indígenas como el allinkawsay. Ishizawa y Arnillas (2010) sistematizan un proyecto orientados a “promover la viabilización de la afirmación cultural de las comunidades andino amazónicas” a partir de los propios saberes, entenderes (sic), conocimientos de las poblaciones. Estos proyectos buscaban una modernización que sea propia y no impuesta, proponen una visión de desarrollo contrapuesta a visiones modernizantes. Así, proponen propuestas de desarrollo que no se basan en identificar carencias en las poblaciones sino en sus activos culturales, en lo que se tiene, en la diversidad de formas de ver y de hacer. La cultura occidental moderna conlleva una cosmovisión implícita de superioridad frente a otros y frente a la naturaleza, y “está constituida por la erosión cultural, producto de las presiones de la modernización y del desarrollo”. El proyecto consistió en la generación de Núcleos de Afirmación Cultural Andino Amazónica (NACA) y el PRATEC, caracterizados por la autogestión, integradas en la vida de las comunidades” y la alta participación. Otro ejemplo de lo mismo es la experiencia del proyecto BioAndes de revalorización y conservación de la diversidad biocultural andina (2011): el proyecto destaca el desarrollo de estrategias de vida y de desarrollo basados en el “diálogo de saberes, transdisciplinariedad, diversidad cultural y desarrollo endógeno”. En Pitumarca (Puno) y San Marcos (Cajamarca) se implementaron proyectos de valorización y búsqueda de alternativas económicas.

3.- Nuevos y antiguos temas para una agenda de investigación en desarrollo rural

Pensamos que una agenda de investigación sobre desarrollo rural debería aspirar a tres tipos de propósitos: 1) analizar los procesos de desarrollo en el marco de procesos de cambio social; 2) proporcionar elementos para una reflexión teórica y de balance sobre la práctica y procesos de desarrollo; y, 3) proporcionar información y orientar las políticas públicas.

Van der Ploeg (2010) resume el conjunto de características de la problemática contemporánea global de los espacios y sociedades rurales en e marco de la expansión de lógicas del mercado y transformación social. Los mundos rurales agrícolas están en múltiples procesos de transformación desde hace varias décadas configurando territorios en los que es más evidente las relaciones y sinergias necesarias entre espacios urbanos y rurales, que transforman el espacio rural hacia nuevas formas de articulación, pero también de producción, gobernanza y posibilidades productivas. La “nueva ruralidad” viene acompañada de lógicas de “pluriactividad en el campo” (De Grammont 2011). Ello supone puntos de partida diferentes de los asumidos en la práctica tradicional del desarrollo rural.

Bajo este marco proponemos un breve conjunto de temas de investigación para los próximos años.

1) Estrategias, lógicas y condiciones de desarrollo centradas en las familias y hogares.

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acuerdo a diferentes stocks de activos, localización regional y geográfica, provisión de servicios públicos, infraestructura, niveles educativos y otros factores.

2) Desarrollo de mercados y comportamiento de los mismos en contextos de crisis. Las lógicas de desarrollo rural contemporáneo tienen como uno de sus principales componentes lógicas de inserción creciente al mercado. Una fuerte tendencia y mensajes apuntan a la búsqueda de mercados de exportación antes que a la generación de mercados nacionales o regionales. Sería interesante y necesario analizar la evolución de mercados específicos y su relación con los procesos de producción y acumulación en los espacios rurales. ¿Hay diferencias en la facilidad del acceso, la consistencia y sostenibilidad; la generación de ingresos, la seguridad alimentaria entre mercados de exportación y mercados internos?

3) Lógicas y efectos de las interacciones ciudad-campo

En el marco de una mayor integración entre el campo y la ciudad, es necesario preguntarse por los intercambios ente campo y ciudad y el balance de la interacción entre ambos espacios. ¿Es posible superar la brecha de desarrollo entre espacios urbanos y rurales adyacentes? ¿Podrían los programas sociales superar la brecha de desigualdad entre ambos espacios? ¿Cuáles son los factores críticos?

4) Gobiernos locales y regionales y desarrollo rural

En el marco del proceso de descentralización cabe preguntarse sobre el rol de los municipios y los gobiernos regionales en el desarrollo rural. En los últimos años, una serie de municipios promueven el desarrollo económico local y la generación de corredores económicos y cadenas productivas. ¿Cuál es el impacto de estas acciones? ¿Qué logros y limitaciones exhiben? ¿Cuáles son las condiciones para que los gobiernos subnacionales se conviertan en promotoras del desarrollo rural?

5) Dimensiones relevantes del desarrollo territorial rural

El desarrollo territorial rural se muestra como un campo fecundo de posibilidades para el análisis del desarrollo en la medida que lo ubica en ámbitos territoriales específicos. Sigue siendo un marco general que podría aprovecharse orientando la investigación hacia procesos comparativos y la identificación de factores críticos para el desarrollo tanto para el éxito como para el fracaso de políticas públicas y privadas de desarrollo.

6) Procesos de apropiación, defensa y aprovechamiento de territorios

En los últimos años se producen a nivel global una serie de procesos de concentración de tierras y acaparamiento de recursos, en contrapartida hay también movimientos de defensa, apropiación y reivindicación de tierras y territorios, por parte de poblaciones campesinas e indígenas. Detrás de estos movimientos hay muchas veces reivindicaciones y discursos que refieren a otras visiones de desarrollo, culturalmente determinadas o post materialistas. Estas visiones son (¿todavía?) más utopía que realidad, pero empiezan a imponerse en algunos círculos académicos –además de su posicionamiento entre activistas- creemos necesario una análisis preciso sobre las reales posibilidades de los desarrollo alternativos y las condiciones en las que serían eventualmente posibles.

7) Nuevas actividades productivas “rurales”, capital y desarrollo

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turismo). Alentadas por una política estatal favorable a la inversión privada, en aras del crecimiento y el desarrollo del país, creemos importante preguntarnos sobre el efecto real de estas actividades sobre los ingresos, el bienestar, la acumulación de activos, la provisión de servicios y en suma el desarrollo de los espacios rurales impactados por actividades empresariales de mediana y gran escala. ¿Es cierto que la gran inversión trae desarrollo en los ámbitos rurales?, ¿en qué se expresa?, ¿Qué problemas plantea y que nuevos retos y limitaciones impone?

8) Análisis acumulativos y comparativos del desarrollo rural en el Perú

Tras cerca de cuarenta años de políticas, programas y proyectos de desarrollo rural, sería sumamente interesante desarrollar análisis comparativos y/o de larga duración sobre la acumulación de proyectos de desarrollo rural en el Perú. El análisis de la sucesión de programas y proyectos sobre regiones y problemáticas específicas el acumulado del desarrollo) podría mostrarnos como “funciona” o “no funciona” el desarrollo en tanto proceso social de transformación. El análisis comparativo entre programas y regiones podría contribuir a identificar factores críticos del desarrollo rural a múltiples niveles: desde la ejecución, las políticas concomitantes, los resultados, los impactos y otros temas.

9) Impactos diferenciados del desarrollo en poblaciones específicas

No es ninguna novedad afirmar que el desarrollo es desigual entre categorías de individuos y grupos de individuos. Sería interesante y necesario para la formulación de políticas un análisis del desarrollo de acuerdo a categorías específicas de población: mujeres, jóvenes y poblaciones indígenas en espacios rurales tienen probablemente una serie de condicionantes que afectan sus posibilidades de desarrollo como personas que sería necesario conocer.

10) Nuevas pistas para el desarrollo

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