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Sobre los espacios donde se manifiesta el fenómeno lúdico y lúdico deportivo

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Academic year: 2018

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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL YARACUY VICERECTORADO ESPACIO ACADÉMICO CIENCIAS DEL DEPORTE UNIDAD CURRICULAR: SOCIOLOGÍA DEL DEPORTE WULLIAN MENDOZA wrmendoza@hotmail.com

Docente UNEY.

Sobre los espacios donde se manifiesta el fenómeno lúdico y lúdico deportivo. Ocio/ Tiempo libre / Tiempo de Trabajo.

Navarro (2002), en su texto el Afán de Jugar, establece como constante que para relacionar el juego y el deporte e incluso otras manifestaciones culturales, hay que transgredir el concepto mismo de deporte. El hecho de que Huizinga (1972), situé al Juego como una actividad fuera de la vida corriente de naturaleza libre y sentida como ficticia, puede tender a confundir su ubicación en un espacio tiempo determinado en lo que se denomina la vida cotidiana. Para comenzar a relacionar juego y deporte vale la pena plantearse la siguiente pregunta ¿Cuál es el lugar dónde se generan estas prácticas de acuerdo a su ubicación espacio tiempo?.

Dunnig y Elías (1980), en el ensayo El Ocio en el Espectro del Tiempo Libre ofrecen una aproximación a esta interrogante al manifestar que el ocio es el espacio dónde por condición fenomenológica e histórica se generan dichas actividades. Cuando referimos el mismo debemos establecer la definición del ocio como un espacio que a diferencia del tiempo libre no se presenta como contraparte del trabajo, como lo defienden los autores señalados. En el tiempo libre establecido como el espacio que se ofrece como paralelo al trabajo y dónde el hombre satisface necesidades básicas (comer, dormir, asearse), se manifiesta un reducto social especial orientado por la satisfacción de necesidades humanas, intelectuales, imaginativas y creativas de mejora para la condición individual por tanto y aunque no es su propósito de proyección social, es este espacio es el que denominamos ocio.

El ocio inevitablemente unido al tiempo libre es un espacio diferente en cuanto a la orientación de las actividades que el hombre ejecuta en su devenir, en el tiempo libre se manifiesta lo pasivo, lo estéril, aburrido, monótono y frustrante; en el ocio, lo creativo, liberador, lo autónomo y gratificante. Peñalba (1986), citado por Coca (1993), establece que el ocio es un espacio definido donde lo cultural, lo activo y comprometido se centran desde la disposición individual; es el escenario propicio para el desarrollo de actividades donde prima la distracción, el esparcimiento y el recreo por tanto esfera donde genésicamente ubicamos al Juego, toda actividad lúdica se genera en el ocio.

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Las raíces etimológicas de este espacio que se vislumbra como paralelismo a los avatares de la vida cotidiana se entiende mejor si lo ubicamos en las sociedades que otorgaron valía a su práctica sistemática; aunque el término ocio deriva del latín Otium y en la sociedad romana se utilizo para designar el tiempo de calma, paz y armonía que transcurría de un conflicto Bélico a otro, fueron los griegos en uso del término Sholé quiénes designaban importancia a un espacio que proporcionaba la felicidad intrínseca. Gillet(1980). El ciudadano griego, el libre no el esclavo, por ejemplo dedicaba su vida al cultivo de la gimnástica y la música, de las artes y del cuidado del cuerpo de lo que Aristóteles denominaba la unidad Soma y Psiké como esencia ontológica. Coca(1993).

Dumadezier, citado por Hernández (2000), establece una definición clara del ocio que incluye una valoración espacial en el ámbito de la animación sociocultural al establecer que  "(el ocio es) es el espacio tiempo de donde emerge el conjunto de operaciones a las que el individuo puede dedicarse voluntariamente; sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha liberado de su obligación profesionales, familiares y sociales"

En la sociedad actual erigida del desarrollo de la civilización y sometida a una incesante racionalidad y burocratización, la discusión sobre la importancia del ocio como espacio donde se genera lo lúdico se torna poco hermenéutica. Cuestión que no permite entender el equilibrio de tensión entre los momentos llamados serios y no serios de la vida, una taxonomía guiada por una ética utilitaria impide revalorizar la dignidad del ocio como un espacio que permite no solo el descanso de la rutina de las actividades proclives a ser calificadas hoy como formales sino más bien el rescate, de un reducto donde la persona es libre de elegir que hacer y como hacerlo, fenómeno atípico en una sociedad que valora lo productivo como satisfacción de necesidades públicas.

Dos posiciones teóricas han pretendido analizar la importancia del ocio como reducto social, las que consideran al ocio como sinónimo del tiempo libre y como apéndice de las actividades serias e importantes de la sociedad como por ejemplo el trabajo y las tendencias que refieren una relación y distinción del tiempo libre y ocio para luego entender al último como generador de nuevas prácticas sociales como el juego. El juego como actividad paralela refiere la aparición de manifestaciones culturales fuera de lo institucional, que incluso pueden servir para entender su progresiva institucionalización por el ritmo racional que les impone la sociedad.

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Lo institucional del juego concebido hoy día en su principal manifestación o tipología el deporte nos lleva a considerar la génesis de lo lúdico competitivo como el producto racional y moderno de una practica que se transformo por la intervención del estado, su masificación y progresiva tecnologización e institucionalización que se conciben en un espacio diferente al que se generaron en ese sentido si el deporte es considerado un tipo de juego de naturaleza competitiva, vale la pena preguntarse ¿El deporte como práctica e institución social se genera en el tiempo de ocio?

La respuesta a está interrogante merece entender a las prácticas sociales como procesos sometidos a una constante dinámica que define su naturaleza. Tanto el deporte como el juego desde su aparición prehistórica en el caso del primero e histórica en el caso del segundo remiten categorías que se adjudican progresivamente conforme la sociedad avanza, se desarrolla u evoluciona, aunque el deporte nace del juego, no todos los juegos son deporte, lo que en principio se generó en el ocio como juego progresivamente se transformó en deporte. Las sociedades en términos generales avanzan y pasan por diversos estadios de desarrollo en un continuo racionalizado, este fenómeno en el hecho deportivo lo observamos con la incorporación en el juego de elementos que terminaron por definir un tipo de juego racional denominado deporte, tendencia que se observa en la disminución de la violencia producto de la reglamentación e institucionalización progresiva, la consecución de la victoria como el producto del enfrentamiento entre dos rivales, su progresiva estatización y transformación en espectáculo entre otras, su migración teleológica desde lo mítico a lo crematístico.

El deporte de hoy es la materialización de la racionalización de una actividad de tiempo de ocio en una actividad de trabajo; el juego racionalizado (deporte), se instaura en toda sociedad donde las prácticas sociales terminan siendo convertidas en instituciones que obedecen al dictamen del sistema que las sostienen e impulsa. Cuando Huizinga(1972), sostiene que el viejo factor juego ha sufrido una atrofia producto del declive del elemento lúdico dando un giro violento a la superseriedad evidenciamos como un tipo de juego se puede trasladar a los espacios destinados a los momentos serios de la vida.

El deporte como indica el autor de Homo Ludens se ha vuelto profano e impío en todos los sentidos y sin relación orgánica con su génesis fenomenológica, más aun cuando se encuentra prescrito por el gobierno deportivo. La supeditación del juego a la competencia, al ganar por ganar, se entiende mejor si concebimos el continuo ludismo-seriedad como una trasformación progresiva de lo eminentemente lúdico a lo eminentemente competitivo. El deporte como forma de trabajo, institución o actividad utilitaria es una práctica social perfectamente adaptada al mundo actual que nació de

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proceso transformador que todavía mantiene aunque de manera tacita la reminiscencia de su origen el talante lúdico, cuestión que como nos dice Gusdorf citado por Navarro (2002), es lo único que lo relaciona al juego y al espacio que lo vio nacer.

Bibliografía.

Coca, S (1993). El Hombre Deportivo. Alianza: Madrid.

Dunnig, E Y Elías, N (1980). Deporte y Ocio en el Proceso de Civilización. Siglo XXI. México.

Gillet, B (1980). Historia del Deporte. Oikos Tau.

Hernández, A (2000). Acerca del ocio, del tiempo libre y de la animación sociocultural. www.efedeportes.com 14/07/2002.

Huizinga, J (1972). Homo Ludens. Alianza: Madrid. Navarro, J (2002). El Afán de Jugar. Inde: Barcelona.

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