• No se han encontrado resultados

Fiestas de agua y fuego en Cazorla

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2022

Share "Fiestas de agua y fuego en Cazorla"

Copied!
6
0
0

Texto completo

(1)

FIESTAS DE AGUA Y FUEGO EN CAZaRLA

IsabelMarraHUERTAS VICIANA

LAMINA 1:Procesión de San Isicio ,Cazorla.(Fo t ógrafo: Pedro GÓmez.l

(2)

1. INTRODUCCION

Prácticamente todas las culturas y concepciones religiosas han atribuido al agua y al fuego un papel primor - dial, en calidad de elementos prima- rios universales, e indispensables re- cursos de la subsistencia humana. No en vano,constituyen dos de los fenó- menos más representativos de nues- tro folklore, como es el caso de cier- tas festividades giennenses,en las que cobran un destacado protagonismo.

El presente trabajo tiene por cen- tro ambas manifestac ionesdentro del ciclo festivo de Cazorla, a partir de la bibliografía existente y la recogida directa de datos, cuya pequeña apor- tación se reúne en el apartado de los ritos de fuego, sobre el que,en reali- dad, ha recaído el mayor peso del es- tudio.

la noche de San Juan enmarca, por un lado, los rituales acuáticos,al tiempo que las hogueras o "lu m ina- rias" jalonan en distintas fechas el ca- lendario, junto a otraexpresión ígnea llena de originalidad y atractivo, co- mo son las "caracoladas" de San lsi- cio; todas ellas irán precedidas de un breve contexto provincial

11. RITOS DE AGUA.

11.1. NOCHE DE SAN JUAN EN CAZaRLA.

la festividad de San Juan Bautis- ta, el 24 de junio,encierra una de las principales celebraciones cristianas, que absorbió toda una serie de ritos paganos de origen remoto.Sus cere- moniales, además de los propios del culto al Santo Precursor, responden a creencias referidas al fuego, al agua y a la vegetación,con un sentido má- gico, profiláctico o terapéutico , así como otras de tipo fantást ico o de encantamiento, que se extienden en gran parte del folklore europeo. Ta- les creencias adquieren, entre la me- dianoche y el amanecer su más pro- funda significación;es entonces cuan- do la bendición del santorecae sobre las aguas y las plantas, confiriéndoles, según elsentir popular, una gama de virtualidades de las que carecen el resto del año.

la siguiente enumeración de este tipo de prácticas en Cazorla es deu- dora de la publicación al respecto (Martínez Montesinos, 1965-66). y puede distribuirseen varios apartados.

Ritos ácueos.s-No era el fuego, sino el agua aquel elemento que pre- sid ía la fiesta nocturna, y empleamos el pasado porque en gran medida se han perdido.

la gente se aprovisionaba de cu- bos de agua que,desde la calle, por- tales o balcones volcaban sobre el primer desprevenido; los principales autores se contaban entre la moce- dad, y solían ser las muchachas las que acechaban tras las balconadas, extendiéndose estas "batallas de agua" a los pilaresde las fuentes pú-. blicas que con profusión existen en las calles cazorleñas.

, Justo a la medianoche, momento en que se inic iaban estos rituales, ninguna muchacha descuidaba lavarse la cara con el "agua clara" de las fuentes, o recogidaen cualquier reci- piente, medio seguro de acentuarsu belleza y la tersura de su tez.

Ritos adivinatorios.- En su mayo- ría eran de carácter íntimo y femeni- no, mediante los que las "mocicas" in- tentaban ind agar acerca de su futu- ro marido.

Un alguacil, algo requemado, era colocado bajo la cantera, y sihabía florecido al manecer, la muchacha se casaría a lo largo del año. O una vaina de haba de siete granos,bajo la almohada, contribuía a soñar con el hombre esperado, e incluso,sise colo- caban varias, y algunas de ellas pela- das y otras a medio pelar,desvelaban su situac ión económica, holgada en el caso de sacar una vainasin pelar, hasta la más apurada por una pelada del todo.

O bien, a oscuras y desvestidaen su dormitorio, encendía dos velas, que sostenía una en cada mano y se colocaba frente al espejo,asegurando su casamiento el hecho de que viera en él la cara del diablo. También desvestida, en el cuarto de amasar, y con las manos a la espalda, cernía harina que sobre la artesa dibujaba bien la inicialdel nombre del mucha- cho, o algún utensilio propio de su oficio, o cualquier otro indicio que ayudara a esclarecer un tanto la in- cógnita.

El agua interviene en otros dos más. No ya un espejo, sino la misma superficie del agua contenida en una palangana reflejaría elrostro del mu- chacho, igualmente en el cuarto a oscuras, y las formas adoptadas por un huevo al ser cascado sobre un reci- piente lleno de agua revelaban los datos más variados sobre el porvenir.

Por último, al rayar el sol,se ase- guraba que aquél cuya sombra no tuviera cabeza moriría en el trans- curso del año.

Ritos de curación.-Para sanar a

los críos pequeños de las "q ueb ra- cías" o herniasaún hoy se practica la conocida práctica del paso. A un lado y a otro de una zarzaabie rta por la mitad longitud inalmente, se colo- can los ofician tes ,una mujerllamada María y un hombre llamado Juan que, mientrassuenan las doce campa- nadas, pasan al niño de una a otro entre el tallo abierto repitiendo este diálogo: "J:Tómalo, María. M: Dá- melo, Juan. J: Ouebrao te lo doy. M: Sano me lo hasde dar."Term ina- da la ceremonia, alumb rada por un farol cuando no hay luna, se liga el tallo con vendas y barro,yse le riega durante algu nos días; si rebro ta , es señalde que el niñosanará.

Ritos para hacerse rico.-Para ello basta con soñar tresvecesconsecuti- vas el paradero del tesoro, y dirigir- se all í a la medianoche vertiendoun pucherode agua sobrela tierra .

R itas de encanta m iento. - los ni- ños terntan que durante esta noche les sorprend ieran aún desp ier to s las campanadas de las doce, porque era entonces cuando la "T ragantía " en- tonaba su fatídicacanción:

"Yo soy la Tragantía, hija del Rev moro ; el que me oigacantar, no verála luz del día nila noche de San Juan."

los chicos plasmaban su im agen en una calab aza vinatera,a la que se le practicaban orif icios para simu lar su rost ro , cubiertos con papel rojo , y se encajaba al extremo de un pa lo donde se hab ía fijado una ve la en- cendida . Y así lasacaban por las ca- llesesa noche .

Rito de vegetación,-Por últ imo , esta veladaera también propicia para el galateo .losnovios acostumbraban a poner ramos de flores en las rejas de sus novias, conocidas como "en- ramás".

11.2. DATOS INTERPRETATIVOS.

Dentro del capitu lo siem preabier- to de la interpretación, y tomando como base las teorizacionesde reco- nocidos autores, es bien conocido el carácter de iniciac ió n o cambio es- tacional que encierra lafest ivida d de San Juan. la celebrac ión crist iana unificó,.bajo una nueva simbo logía, una serie de ritua les precr ist ianos prop ios de fiestas solst iciales, que responden a una concepc ión palin- genésica de la vida. Según ést a, el universo está sometido a un eterno ritmo cíclico, durante el cual las fuerzas de las que dependen se van agostando para volver a recuperar su vigor tras su regeneración .

El tránsito de uno a otro ciclosu- ponra su celebración periód ica,mar- cada por el movim ientode los astros,

(3)

o lo s solst icios, que ce rraban una estació n al tiempo que inaugu raban ot ra,delmismo modo que las etapas de las faena s campesinas . Estas fies·

tas solsticiales simbo lizab an la regre- sión de la nat ur aleza, desgastada , al abismo precósmico, para resurgir con la repetició n ritu al de la cosmo- gonía.

De est a for m a, las ce remon ias in- c1ufan el fuego y elagua,como dos de las potencias que mantenían la vida universal (MirceaEliad e, 1972).

Dent ro de este marco , puede como pre nd erse mejo r la simbo log ía que encierra el eleme nt o agua en la no - chedeSanJuan.

La cost um bre de arroja r cubeta- zosde agua por las ventanasen esta nochetiene numerosos paralelosden- tro de la penfnsula, tal es el caso de Lesaca, en Navarra, o las "veladas"

de Sevilla, protagonizadas por mu- chachas (Ca ro Baroja,1979b),que se reflejan tambié nen elCarnaval (Caro Baro ja, 1979a). Pero es ante todoen el lavado de lacara,con prop iedades embelleced oras y curativas,donde se delata unaprofunda significación .

Como hem os recordado más arri- ba, el agua es el símbo lo cosmogó- nico por exc e lenc ia, la unidad indio ferenciad a de la que nacen to d as las formas,y a la que vue lven por regre- sión, desintegránd ose en ella. De l mismo mod o, cualquier mal queda absorbido y disgregad o, lo que con- fiere al agua un caráct er terapéu tico y rejuvene cedor.

En Cazo rla hay buenos ejem plos de aguas med icinales, como son la fuente de LaGlorieta y los pozos de ciertas casas part icu lares para todo tipo de malesde estó mago,o lafuen- te de LaPed rizaparael malde riñó n.

El marco anterior exp lica asirnis- mo el senti do regener ati vo de las práctica sde inmersió n. Merece seña- la rse el rito de sumersión de una ima gen de San Isidro en otra locali- dad giennense, San to To mé, dentro de las aguas del río, para ped ir la necesaria llu via sobre los campos, como en otros tantos lugar es de la pen ín sula con figu ras de la Virgen o la Sant a Cruz . Estos ceremo niales repiten aquellosotros realizad os con las repre sent acion es de las ant iguas diosas de la fecu ndid ad y de la agri- cultura, como Cibe les o Afrod ita de Pafos; las fuerzas agostadas de la divinidad se rein te graban así, asegu- rando unabuena cosecha.

En cuan to al poder oracu lar de l agua, ya era conside rado en la Anti- güedad. Los orácu los se situaban pró ximos a fuentes de agua, y algu- nos sacerd o tes bebfande una fue n te sagradaantes de profetizar,como en Claros ,oCo lo fó n.

El resto de lo s ritualesno ácueos merece rían una mayor atención,que desde aqu f no podemos prest ar,pero, en último térmi no, part icip an tamo

bién ,en opinión de diversos autores, del sentido propio de una vieja fiesta solst icialde origen mftico.

111. RITOS DE FUEGO . 111.1. MARCO PROVINCIAL.

Los siguientesdatos no pretenden ser más que una primera aproxima- ción , aunando lainformación bibl io- gráfica e inédi t a que hemos logrado reu ni r. Preferimos citar aquellas pri- meras en un princip io, para aligerar el texto (Go nzález, 1936; Medina, 1978-81; Ortega, 1977; Rodr fguez, 1982;Sánchez, 1981;Varios, 1956). Las celebrac iones ígneas recogidas son las siguientes:

El "nochebueno" . -N o falta en las ch ime neas de cualquier hogar de la capital el leño del nochebueno, que caldea esta noche tan entrañable y familiar. Suele ser de madera de olivoo encina , y puedellegar a durar todalanoch e.Tambiénsele denomi- na arrimador y trashoguero, y pro- porciona elambiente id ó neo para la cena de Navidad .

Hoguera de San Silvestre.- Fuera del círculo ho gareño, en mediode la plazade laiglesia,los vecinosde Hue- sa celeb ran a San Silvest reen la vís- pera con el encend ido de los llarna- dos "c astill os del santo", a base de tea depino ,rodeadospor la mocedad que canta y baila; sobre las últ imas brasas extend idas, se inician las pu- jas de saltos.

Hogueras de San Antón.- Quizá sean éstas las más rep resentati vas de la provincia ,todo sea porque setra- ta de una de las fechas más entraña- blementecelebradas por los giennen - ses. Sin embargo, el patrón de los animales doméstico stambiénobserva la gradual desaparición de sus fes- tejos, ante el empuje,d e la industria- Iización y la consiguiente disminu- ciónde los animalescomoinst ru men- tos de traba jo.

SanAnton io Abad esfestej ad oen Jaén, como en gran parte de la pe- nínsula, con las trpicassubastas o re- partos de las ofrendas al santo, la bendición de lo s animales, y la rifa del "m arranic o deSanAntó n" ,ceba- do por todoslc svecinos de rlashoqua- ras también suelen form ar parte de los actos.

Algún autor gie nnense le ha cali- ficad o como santo "roseter o o cala- bacero" , por la usua l costumbre, dentro de la provinc ia,deapro visio- narsede buenas fuentesde "roset as"

de maíz o de calab azaasadadu ran te estas noches invernales como ser ' a el caso, sólo por cita r un ejemp.o, de Cabra del Santo Crist o, mient ras en las calleslucfan lasfogat as. En la villa de Sabiote, las hoguer as ard ían asimismo a las puertas de las casas,

y era la ocasión de tomar ponche y garbanzos"tostaos" ,

Se quemaba,como es natural, lo prime ro que se hallaba en los campos cap az de prende r bien , y esto era la leñ a de olivo , o mejor, los ramo nes que result aban de la poda,como en las pirasde Pea l de Becerro , también encendidasalas puertas de las casas.

En algunas localidades, en derredo r delfuego, se animaba la estancia con cantes y bailes, como en Arjo na o Ald eaq uemad a.

Hemos recogid o la tím ida pervi- vencia de las "Iu mbres" de esta fe- cha enVilches,pero,como es genera- lizad o, las normas para la protección del asfalto concentraron las antiguas lumbres a las puertas de las casas, de los propietariosde anim alessobre to do, a una única y más grande en la plaza. Los ch iquillos so n los en- cargad os de recoger el ramón de la oliva desde varios dras antes y, en torno al fuego, disfrutan cantando, jugando alcorro,o saltando sobre las ascuas, mientrassus padrestoman el acostumbrado bacalao que, inserto en un palo,se pasa por las llamas,o las inevitables patatas asadas. Los rest os de la quema sirven como in- mejorable cisco para los braseros, o para que los chicos persigan a las muchachas y les manchen la cara con las manos tiznadas de carbón.

La lista de localidades podr ía ampliarse a Villadompardo , donde, además de aquellasde las barriadas , selevant a una común,de los Herma- nos Mayoresdelsanto,donde se que- ma gran cantidad de leña de olivo. Mencionemos también Villarrodr igo, Mengíba r, Arro yo del Ojanco ySan- toTo mé.

Sin embargo, son las "lu mb res"

de San Antón, en Jaén capital, las más conocidas. En la nochede la vís- pera , las laderas de las montañas cir- cundantes y los caseríos en los que se criaran animales do mésticos,se ta- chon aban de hoguera s,con el finde implorar por la salud de éstos y po- tenciar su productividad. Las lurn- bresdel interior de la ciudad ,una vez que las callesrecibieranelpavimento de asfa lto , fueron emplazadasde és- tas a solares baldfos . So n tradício- nalmente los chiqu illosquienes ,unos dfas antes, reco rren las calles y cam- pos para recoge r los trastos inúti les y las brazadas de ramó n de olivo, que se quemaban junto con petardos y cohetes. Remate usual de la pira eran lo s muñeco s gro t escos, y la mo- cedad, sobre todo, eralaque se reu - nía en torn o al fuego, can tand o y bailando el "mele nchón", propio de estos dfas hasta elCarnava l,obienen elinte riorde los pat ios ,donde to ma- ban lashabit u ales "rosetas"y mosto. Losalbadoneros tenían aSan An- tón porpatrono, y le dedicaban una lu mbre enorme en una de las plazas principales ,coronándolacon elrnoni-

(4)

gote,cuy acabeza estaba formada por una calabaza vacía, y piñ as roseteras o mistos decruj ía hacían de extremi- dades, que al prenderse detonaban;

la música y los cohetes animaban la quema. Hoy, son de destacar las lumbres del Barrio de las Alcantari- llas, que procura mantener la tradi- ción.

La costumbre de levantarfogatas en San Antó n enlaza la Pascu a de Navid ad y Reyes con la Cand e laria ySan Bias, como es el caso de Alcau- dete y La Caro lin a, respectivamente, pero de las que no podemos más que mencionar.

Hogueras patr o nales. -Fuera de las fechas invernales, las celebracio- nes igneas parecen vincularse no ya adias señaladosy generalizados en la provincia sino a variadas fiestaspa- tronales, si exceptuamos los días de laCruz y de San Juan.

Tal sucede en Cambil, el último domingo de febrero, día de su pa- trón,el SantísimoSeño r del Mármol, o el 25 de marzo, en Pealde Becerro, en honor de su patrona NuestraSe- ñora de la Encarn ac ió n. En la plaza de la iglesia, y sólo all i, se montan los

"castillos de tea" o "luminarias", a cuya quema acude la banda de mú- sica local; y los mozos no dejan de saltar sobrelas últimas ascuas.

Es de señalar la festividad patro- nal de Albánchezde Ubeda,el cuarto día de mayo, conmemoracióndeSan Franc isco de Pau la, en cuya víspera tiene lugar el rezo del rosario,forma- da por hombres que portan hachones encendidos, acompañado en su reco- rrido por hogueras, encendidas a las puertas de las casas de los cornisa- rios de la cofrad ía.

Hogue ras de la Cruz. - Tenemos noticias de doslocalid ade s con foga- tas levantadas durantetal celebración.

En Alcalá la Real, el 3 de mayo, se erigen ante las distintas cruces de los barrios, y también en la aldea de Sa- bariego, dependiente de Alcaud et e, aún hoy lucen el primero de mayo los llamados "fu ego s de la Cruz de Mayo", que se reducen a una única hoguera en la plaza, con ramó n de olivo.

A la luz de los datos con lo s que contamos, destacan, en suma,y con gran diferencia, las hogueras de San Ant ó n , si bien hay ausencias, en cu ant o a información,bastante signi- ficativas, com o es el caso de San Juan, del que sólo podemos mencio- nar la población de Santo Tomé, que exigen , para una conveniente int erp ret ació n , un estudio más ex- haustivo.

111.2. FIESTAS DE FUEGO EN CAZO R LA

La villade Cazarla es un hermoso rincónserrano,enclavado en la serra-

nía de su nombre, que sube por el valle del Cerezue lo hasta el tajode la Peña de los Halco nes, dejando a sus pies la superficie alomadade la cam- piña .

Sus primeros restos humanos re- troceden a la época ibér icay romana, al que se superponenlos árabes,hasta la llegada de las huestes cristianasque la conquistaron en el s. XIII, consti- tuyéndose entonces como Ade lant a- miento; la fe religiosa de estos con- quistadores quedó plasmada en la multitud de templos y conventos,y, ante todo, ermitascampesinas extra- muros, que fueron levantándose en la ciudad .Su economía, agrí co la y fo- restal, se basa en.el aceite de oliva y en la riqueza de sus bosques.

A través de un recorrido po r su calendario festivo, nos iremos dete- niendo en aquellas celebraciones de interés para el presente trabajo; de cualqu ier modo, cada una de las fies- tas mencionadas merecería un estu- dioexclus ivo,que muy a nuestrope- sar no puede serabordado aqur.

Prefe rim o s citar la bibliografiade base también en un princ ip io,sincon- tar con los diversos programas de festejos y las crónicas de su revista anual, "Anuario del Adelantamien- to", desde 1952 (Almansa, 1984-85;

Marín, 1984·85; Martinez , 19561.

El "noch ebuen a".- También en Caza rla, este grueso tronco de olivo sigue caldeando los hogares y cortijos durante la nochedel Nacimiento,tal y como vimos en la capital.

Las "luminar ias" invernales.-Al anochecer de la víspera de San An- tón, el 17 de enero, y San Sebastián, tresd ras después, asf como de la Can- delaria y San Bias, el 2 y3 de febre- ro, los barrios y plazas de Cazor la se encendían con las "lu m inari as" , nombre con que eran conocidas por elpueblo.Todas ellas presentabanlas mismas caracterfsticas, de modo que la referencia a las luminarias de San Antón, darán buena cuenta de las demás.

La tarde de la víspera tenia lugar la recogida de la im agen del santo de su ermita a la iglesia parroquial de San José, precedida por una ruidosa escolta en la que los niños hacían sonar todo tipo de cencerros.

A la caída de la noche, se encen- dían las luminarias,biena las puertas de los hogares ganaderos y labrado- res, bienen las encrucijadasy plazas, sin faltar aquella otra, más grande, en la placeta de la ermita delsanto, dentro de la población . Hoy, de és- tas, como del resto de las hogueras invern ales, sólo queda un tímido re- cuerdo en algún jardín particular.

Todas las luminarias, tanto las invernales como en las siguientes fechas que veremos a continuación, tenían en común la quema de un aro mazón de teones de pino resinoso , tra ídos de la sier ra, que eran colo-

cad os por parejas y paralelamente, en una especiede torreta.Sin embar- go, con posterioridad a la guerra ci- vil, las luminarias invernales hablan sustituido las teas por todo tipo de trastos viejos y "ro m aniza", o ra- mos de olivo, en un amontonamiento info rme .

En torno al fuego, aquéllos que verdaderamente disfrutaban eran los chiquillos, que jugaban a la rueda y detonaban el "trueno". Una de las distraccionespreferidas era laex t rac- ción de las brasas que,una vez colo- cadas sobre piedrashumedecidas con saliva,se aplastaban con un mazo de oliva o carrasca, produciendo una ruido sa explosión. Los mozos,por su parte, gustaban de saltar la hoguera en un alarde de valor.

Cada familia traia de sus hogares buenas provisiones de "tortillas" de harina frita, que se tomaban moja- das en chocolate, y algún vinillo,que ayudaban a pasar la velada. Propio de estos días eran las reunion es, en el interio r de las casas,en torno a la fuente de "f lo res" o palomitas de maíz,con salo con azúcar,que ame- nizaban las tertulias.

Mientras que en la calle se consu- mían las luminarias, alguna mujer llenaba sus braseros con var ias pale- tadas de ascuas, bien recubiertas de ceniza paraprolongar su calor.

~ Al día siguiente, tras la celebra- ciónde los actoslit úr gico s, laimagen del santo era devue lta a su ermi ta, en donde se efectuaba la subasta, por parte de los miembros de la Her- mandad, de las ofrendas al santo,y se rifaba el "marranicodeSan Antón". Las lumina rias de San Antón, como todos los actos en su honor , eran entend idas en si mismas como plegar iaspor la salud de lo s anima les domésticos ,delmismo modo que las luminar ias de San Bias adquir ía un sentido de protección contra los ma- les de garganta, en especialdel temi- do "garrotillo",que podíaser fatal, en calidad de reconocido abogado contraest asenfe rme d ad es.

Las "hoguera s romeras".- La ro- meria de la Virgen de la Cabeza es una de las fiestas más queridas por los cazorleños,que tiene porescena- rio el espléndido paraje natural en donde se enclava su ermita, la Peña de los Halcones. La tradiciónrernon- ta la aparición de laim agen al s.XV11. La fiesta viene precedida porla"e n- trada de los borregos" ,el penúltimo domingo de abril, in mediantame nte anterio r al domingo propio de la fiesta.

Estos borregos, ofrendados a la Virgen , desf ilan por el interiorde la villa adornados con lazos de colores, y son subastados a lo largo de la se- mana con destino a la población in- fantil.

Lavísp era deldomingo de la Vir- gen, son encendidas las lumina rias,

(5)

también conocidas como "hogue ras ro mer as" , en torno al santuario, y únicame nte allí,en sitiosya determi- nados, en una alineación perfecta- mente visib le desde la ciudad (fig.1l.

La quema se alimenta de teas y ro- maniza.

Junto a las hogueras sólo perma- nece el encargado de mantenerlasdu- rante las dos o tres horas largas que sueledurar su combustión . En torno alsantuariosuelenpermanecer,mien- tras tan to, algunos miembros de la Hermandad y siacaso algúncurioso, sibienalejadosde las hogueras.

Durante el díasiguiente, los romeo ros inician la subidadesde horas tem- pranas , llevand oen sus provisiones el tlpico "ho rn azo", rosco de aceite , con uno o dos huevo s cocidos , y adamas de repostería en forma de pajaritas, lo m brice s, trenzados y ot ros. Son tradiciona les también las tort illasde habas, y, como bebida ,la

"cuerva de los rome ros", a base de vino blanco, azúcar y frutas, obse. quiadaalo sro mer os por los hermanos.

Tras los actos lit ú rgic os, siguen el ape ritivo y la comida , hast ala carda de la tarde, cuando se inicia la pro- cesión de bajada, que transporta la imagen de la Virgen a la parroquia, adonde llegaya anochec ido , acom- pañada de la banda demúsica,carn- panadasy cohetes.

La im agen permanece en la igle- siaparroqu ialhasta el primer domin- go de ju nio, cuando es devuelta ala ermi ta.

La fiest a es organ izada y fin ancia- da por la Herma nd adde la Virgende la Cab eza , que tiene también a su

• cargo la conservació n de l santuario.

Las "ca raco lad as" . - La festividad de San 1sicio es otra fecha señalada en el calenda rio festivo de Cazarla.

Su san t uar io se enclava en las proxi- midades de "La Pedriza", donde cuenta la tradición que este varón apostólic o , portado r de la fecristia- na, fue lapid ad o. La lápid a conme- morativa de su edificación señala la fech a de 1613, aunque se tiene consta ncia de que ya desde 1535, por un voto de los dosCabildos, se celeb raba una procesión al lugar del mart irio cierto domingo de mayo; el mismovoto incluyó la concesión del patronazgo a San lsicio.

La fiest a seinici a conla proces ión de id a, del santu ario a la parroqu ia, de la imagen delsanto, portadora del prime r ramo de cerezas de la tempo- rad a y un manojo de espigas verdes de la campiña [lám. 1). ya biencarda latarde.

Du ran te esta proces ión debajada, tiene lugar la"caracolad a" .que, me- dian tecandilejasde caraco les ilu mi na yadorna las fachadas de las casas.

Los caraco les prefe ridos paraello son los de las huertas , de mayor ta- maño que los encontrados en la sie- rra, o bien son adquiridos de pobla-

ciones cercanas. Una vez limpios y secos, se les in tro d ucen, uno a uno, las "to rc ías" o mechas de algodón retorcido,previamente empapadosen cualquieraceite .

Estas hebras deben ser quemada s ligeramente por la punta, para que en el encendido final prendan todas al mismo tiempo y ráp id amente al prime r paso de lallama. Los caraco- les se sujetan entonces alas paredes con un poco de brea.Porotra parte, nada im p id e que puedan ser reuti- lizados.

Las caracoladas se colocan sobre fachadas, rejas y pretiles siguiendo las principales líneas arquitectónicas, y forman sencillas figuras geométricas, como cruces o bandas paralelas, u otras, menos simp les,como una figu- ra alegór icadelsanto, en la que pue- den dist ingu irse la mitra, la cabeza y la túnica, o la escritura de un viva al santo.Inclusoserecur re ala ayuda de un soporte de madera, en el que se ha elaborado una cruz o una es- trella a propósito para la ocasión y que con un pegote de yeso se hinca en el luga r deseado; asimismo se ro- dea con lo s caracoleselmarco de un cuadrore ligioso.

ElAyuntamiento, organizadorde estos festejos, viene otorgando una serie de premiospara aquellas caraco- lad as más lucidas; son condiciones ind ispensables que sólo se utilicen efectivamente caracoles, y que la composición completa luzca cuando el santo pase.Además, sólo pueden participa raquellascasas cuyas facha- das se vean desde la ermita .

De este modo, una vez que los cohetes y las campanadas anuncian la salida del santo de la ermita, acorn- pañado de la Corporación municipal bajo maza, es necesario prestar atención desde las casas a la proxim i·

dad de la comitiva puesto que las caraco ladas no permanecen mucho tiempo encend idas.

Es significativo que algún vecino recue rd e de su infancia que se colo- caran candiles y teas en las ventanas en vez de caracoles, asf como lurni- narias en las puertas de las casas, en esta mismanoche.

Los actos del día siguienteconsis- ten en la función religiosa y en la proces ión de subida, tras la que lo s romeros se instalan en las pro- ximid ad es del Santuario. El Avun- y las habas tiernas. Una costumbre propia de esta celeb rac ión era el

"cart ucho", que lo s mozos sntreqa- ban a sus novias como in icio de las re lacio nes formales, y que consistía en una bolsa llena de conf ituras, como alfajores de nuez y miel, o

"arrop fas" , de azúcarquemada y al- mendra, o avellana .Si la muchacha no hubiese asistido a la procesión , el mozo se lo ofrecía por la gatera de su puerta ,únicomediode cornu- nicación entre ambos sin la presen-

cia vigilante de algún familiar de ésta.

La "Voc ación". - La festividad del Santísimo Cristo del Consuelo es igualmente una de las másentra- ñables para el pueb lo de Caza rla, y motivo de unión entre todoslos ve- cinos. La organización compete a la Real Cofradra del Santfsirno Cristo del Co nsuelo , cuya obra,en fomento de la actividad religiosa, abarca tamo bién la asistenc iasocialy la conserva- ción del templo de'lSan Franc isco.

Sus miembros, vecinosde la localidad y algún Hermano Honotíflco , man- tienen la simbólica cuota anual de cuarenta reales. La Asamb lea Ext ra- ordinaria, el 15 de mayo, re nueva la Junta Directiva, compuesta por el Hermano Mayor, antiguo Mayoral, asícomo delSec retario,elTesorero . y doce Vocales.

La im agen venerada es un lienzo conservado en el templo deSan Fran- cisco, que sustituye a aquel otro destruido durante la guerra civil, datado en el s. XVII. Tras los Santos Oficios ,es sacada en procesión el d ra 17 de septiembre,momento cumbre de su conmemoración. Durante el trayecto, los devotos cuelgan dinero prendido con un alfiler a las cintas que penden del marco , justo en el momento en que pasa bajo sus venta- nas, en cumplimiento de una prome- sa o agradec imiento,asf co mo exvo- tos de cera,que son ahoracolocados en una bandeja para este propósito

(fig. 2l.

Las calles reciben la comitiva en- galanadas con mantones y mantos bordados, y la mayoría de las facha- das recién blanqueadas. Co n lallega- da de la imagen a la plazade Santa Marra, se disparan los acostumbrados fuegos pirotécnicos.

Sin embargo, los festejos han te- nido su inicio dtas atrás. El día 14, tiene lugar la "en t rad a del trigo", últ imamente conocida como la "en- trada de laslimosnas de la campiñay sierra",ofrendasalSantísimoCristo , originalmente en especie, bien trigo o aceite .

Es aquí donde debemos detener- nos un tanto. A princip ios del pre- sente siglo, tal ceremonia incluía también la ofrenda o entrada de la tea, o madera de pino salgareño para la quema de hogueras de la víspera delSeñor.

No obstante , en un princ ipio const itu ían rito s diferentes, no sólo por la materiade la ofrenda, sinopor una seriede requisitos en cuanto a la composición del desfile,como la exi- genciade que la transportaran burros peludos en vez de mulas castellanas, prop iasde la entrada del trigo .La no- che de lavíspera suponía la ilu mina- ción de la Peña de los Halcones me- diante mult itud de hogueras, que re- cib ían el nombre de "la vocación " . Actualmente han sido sustituidaspor

(6)

fuegos artificiales, quemados en la plaza de Santa María ,conocidosco- mo "lanochede losfuegos".

Los actos propiamente religiosos se ven continuados. al día siguiente del Día delSeño r. con una feriade ganadoy maquinar iaagrícola.

111.3 . DATOS INT E RP RETATI VOS Las siguientes líneasson tan só lo una mera aproximación en el tema siempre escurrid izo de la búsqueda de significados.

La im po rt ancia esencialdel fuego en la vida del hombre parte de laluz y elcalor queéste lepropo rcio na.La dificultad de su obtención le llevó a adoptar el recurso de mantener en un lugar determ inado un fuego pero manentemente encendido. bien en los templos o en el interio r de las casas, esto es.del "hogar" . como su- ced ía entre las familias griegaso ro- manas, por ejemplo. De este modo, llegaría a adquirir un sent ido sacro. plasmado en rituales de ofrendasde alimentos o imprecacio nes, que han tenido una sorpren dente continua- ción en algún ámbito peninsular , como es el caso de Galic ia (Caro Baro ja, 1979b).

Las fiestas de fuego son numero- sísimas en todo el folkl ore eu ro peo , y, a opinión de diversos eruditos.

plasman ciert as pervivencias de anti- guos cultos precristianos, que poste- riormente fueron englobados en la veneración cristiana. Estud iosos de l mundo popular haninterpretadoeste grupode fiestascomo pertenecientes a otro más amplio que engloba ría todas aquellas celebraciones de ori- gen mít ico o religioso ded icadas a las fuerzas de la naturaleza. con un sentidoprotect oro de adoración.

El origen de tales atribuciones puede hallarse en el sentido cfclico del universo,alque ya hemos hecho referencia en el apartado del agua;

concretamente. el elemento ígneo y su sentido bienhechor para los horn- bres y la naturaleza, ha recibido di- versasvaloraci ones, dest acand odos.

Por un lado, la teoría solar. que interp ret a las hogueras co mo magia imit ativa del sol para potenciar y asegurar su protecc ión . dentro de las celebracionescoincidentescon los solsticios. Po r ot ro , las teorías puri- ficadoras. por las que el fuego des- truiría todo tipo de males y culpas de los hombres.

Dive rsos autores han clasificado las distintas hogueras de las festivi·

dades peninsulares en dos grandes bloques. según las teorías de reviví- ficación solar. De un lado, las coinci- dentes con el sost icio de ve rano. o San Juan. y de otro. aquellas del solsticio inve rnal, en un margen menos preciso. desde la Purísima en diciembre hasta San Bias en fe·

brero, prolongándose en ocasiones hasta el díade laCruz de mayo.

Dent ro de est e grupo seengloba.

rían las luminarias invernales descri- tas en la la provincia de Jaén, cuyo ciclo se iniciaría. a laluz de los datos de los que disponemos, con la quema del "nochebueno". Comparable con el"tizón de Navidad" navarro. o el

"tronco Ole ntze ro" vasco ,supondría viejos recuerdos del culto al fuego sao grado doméstico. simbolizado por los diosesLares.

En cuanto a las hogueras de San Antó n y de SanBias. la teoría solar parece menos co nsistente,o si acaso.

menos expl ícita, frente al sentido lust ral. en el que se entrecru zarían el arcaico carácte r purificador del fuego en síy la fama curativade los dos santos.

Junto a este conjunto de fogatas del inviern o habríaque añadiraqueo lIas propias del solsticio de verano, como antes mencionamos. que se pro lo ngan. como el resto de este tipo de fiestas. en la época prlrnave- ral, y concretamente. en elmes de mayo. Lasllamadas fiestas de la vida, o primaverales ,exaltan lo s valoresdel sol y del agua.en mediode la época del esplendor de la vegetación. del mismo modo que la celebración de San Juan.

Co n todo. en el caso concreto de las "hogueras romeras' de Cazorla prima el sentido de rito de inicia- ción de la fiesta , del mismo modo que los cohetes de la madrugada si·

guiente, que no constituyen centros de reunión de la comunidad. lo que tampoco le despoja de su carácter de ofrenda.

Al igual que lashogue ras.el alurn- brado extraordinario decalles y edi- ficios es una de las manifesta ciones de júbilo más frecuentes en cualquier festividad. Po r otra parte , las "cara- coladas" de San Isicio han sido ínter- pretadas como un símb olode bienve- nida y acogimiento contrapuesto al rechazo que el Santo Varón sufrió de parte de los antecesores paganos de la villa. Los únicos ejemplos más ce rcanos y sim ilares que podemos mencionarsonlas lamparillas deacei·

te colocadas enlasvent anas de Yegen, Granada, a lo la rgo del tray ect o del rosario vesper tino, almenos a prlnci- pios de este siglo,aunque ni aq u í ni en ningún otrocaso conocido se ern- plearon caracoles para ello.

La festividad del SantoCristo del Co nsuelo de Cazo rla es un claro tes- timon iode fiestafindecosecha.que suelen presentar diversos rasgos co- munes con la fiestas primaverales, entre otros, elencendido de hogue- ras. En este caso su denominación no puede ser más explícita, ya que. en último término. se pretendía la convocatoria de todos los carnpesi- nos y labrado res, tras las faenas de la reco lecció n. avisando del in icio

de la fiesta.sin fech a fijay en est re- cha relación con aquéllas.

A.modo de breveconclusión,po- demos resaltarque los rito s de fuego de Jaé n presentan una seriede rasgo s y práct icas muy extendidas en est e tipo de celebracio nes. como son el factor de cohes iónsocial,su sent ido de manifestación jubilosa y de vene- ración. e incluso lust ral, sin olvidar los acostumbrados saltos sobre las piras o los bailesde circu nvalación;

también podríamos resalt arlaexalt a- ción del ruido. con la frecuente que- ma de cohetes o petardos en la ho- guera, o el mazazo so bre losteon es, posible influencia de las fiestas de la costa mediterránea peninsular.Del mismo modo. suelen situa rse en la vísperade las festividad es,comorito de inicio y convoca to ria.para los que llegan a elegiremplazam iento sprivi- legiados dentroo en torno de laspo- blaciones. Por último.y al igual que tantos otros festejospopulares, sufre un rápido proceso de desaparición. Agradecemos a: don José Albu- sac, don Rufino Almansa, don Pa- tricio Almirón , don Juan LuisAma - dorodon Tomás Chillón , don Diego Lorite, don Artu ro Rivera. don Francisco Rod ríguez y a todos aqueo Ilos vecinos de Cazo rla su amable yvaliosacolaboración .

BIB LlOGRA FIA

ALMANSA TA LLANTE, R.: "La devo- ción delSanto Cristo delConsueloy la familia Fernánd ez de Angula", en Anuario del Adelantam iento. 1984-5, Cazarla.págs.129ss.

CARO BARaJA ,J.:ElCarnaval.Ed.Tau·

rus.Madrid,1979a.

CARO BARaJA.J.:La estaciónde am or.

FiestaspopularesdeMayoaSanJuan.

Ed.Tauru s,Madr id . 197 9b.

GONZALEZ LOPEZ, L.: La jaenera.

Sind icato Export ado r del Libro Esp a- ñol.Madrid ,1936.

MAR INMEDINA.J.: "Cale nd ario de las fiestaspopul are sde Caza rla".enAnua·

rio del Adelantamiento. 1984-5, Ca- zorla,págs.179 ss.

MARTINEZ MONT ESI NOS. R.: "Laslu- minarias de San Antón " , en Guad·

MARTINEZ·MO NT ES INOS: R-.: "La no- che de San Juan en Caza rla. l. Los rito s", enAnuariodel Adelantamient o.

1965,Cazarla ,págs.41ss.

MARTINEZ MONT ES INOS, R.: "La no- che deSanJuan enCazarla .11.LaTra- ganHa" , en Anuario del Ad elanta·

miento . 1966, Cazo rla , págs.41 ss.

MEDINA SAN ROMAN, C.: Datos iné-- ditosdel Museo de Artes y Tradicion es Populares de Madrid.1978-81. MIRCEA ELlADE: Tratado de Histor ia

de las religiones. Ed. Era , México , 1972.

ORTEGA Y SAGRISTA , R.: Escenas y costumbres de Jaén. Institu to de Es-

tudios Gie nnenses , 1977.

RODRIGUEZ BECERRA, S.: Gula de fiestas populares de Andalucla. Con- serjeda de Cultu rade la Junta de An·

dalucía,1982.

SANCHEZ. M.A.:Guíade fiestas popu- lares.Ed.Tania,Madrid,1982.

VARIOS:Diccionar iogeográficode Espa·

ña. Ed. Prensa Gráfica, Madrid, XII vol s., 1956.

Referencias

Documento similar

Esas adaptaciones requerirán conciliar la regulación de actividades abiertas a una competencia plena o acotada con los llamados servicios uni- versales sin alterar el modelo de

Sin embargo, en España no solo no se ha regulado como derecho la ayuda a la persona que, lúcida y voluntariamente, quiere poner fin a su vida sino que tal conducta es constitutiva

Tal y como contemplamos en la Figura 7, las búsquedas que realizan los usuarios de YouTube sobre Jabhat al Nusrah están asociadas con un contenido eminentemente violento (63,40% de

Por primera vez desde 1980 también, los dos partidos de la izquierda abertzale suponen más de la mitad del voto de izquierda (54,5 por 100), incrementándose la fragmentación en

Un partido será más o menos extremo (y, por tanto, rentabilizará más o menos su potencial electoral) no tanto por su estricta posición ideológica como por la distancia entre ésta y

Para poder realizar el torneo, pediremos a los alumnos que se apunten por parejas, el porqué de apuntarse por parejas es básicamente que queremos que exista una

nes de una misma comunidad político-religiosa y, cultural, con muy ligeras diferencias en su zona Central, la mediterránea.' Es cierto que en las regiones montañosas del

En línea con los trabajos que se han desan•ollado ya en los años precedentes, el programa contempla el reforzamiento de las redes de alerta sanitaria para evitar cualquier tipo