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E N S A J ER
E C T O RUIC Universidad Intercontinental, A.C.D.R.© J u n t a d e G o b i e r n o
Presbítero Lic. Eugenio Zacarías Romo Romo, Misionero de Guadalupe, Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad
Intercontinental
Lic. Juan José Rodríguez Posada
Consejero, Presidente de la Junta de Gobierno de Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Presbítero José Guadalupe Camarillo Martínez, Misionero de Guadalupe, Vicepresidente de la Junta de Gobierno
Lic. Francisco Bada Sanz Consejero
Lic. Luis Alfonso Villaseñor Zepeda Consejero
Contador Público Antonio Damián Basurto Consejero
Contador Público Colegiado Luis Gomezchico Cortina
Consejero
Presbítero Lic. Raúl Nava Trujillo, Misionero de Guadalupe
Consejero
Mtro. Alejandro Pellico Villar Consejero
Dra. María Luisa Aspe Armella Consejera
Mtra. Luz María González Montes Consejera
Dr. Gerardo Aranda Orozco Consejero
Dr. Emilio José Baños Ardavín
Consejero Invitado, Rector de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla Mtro. Bernardo Ardavín Migoni
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Mensaje Rector
LI Claustro Universitario
Buenos días tengan todos los que participan en esta ceremonia del Claustro Universitario, ya sea de manera presencial o, como ya nos estamos acostumbrando, por vía remota.
Honorables miembros de la Junta de Gobierno de la UIC.
Estimable P. Eugenio Zacarías Romo Romo, Presidente de la Junta de Gobierno de la UIC, y Superior General de la Sociedad de Vida Apostólica Misioneros de Guadalupe, varios de cuyos miembros se encuentran comunicados, a esta reunión, desde sus lugares
de misión en diversas partes del mundo.
Saludo a Su Excelencia Mons. Héctor Mario Pérez Villareal, Obispo Auxiliar
de la Arquidiócesis Primada de México, quien nos ha distinguido con su mensaje pastoral. Muchas gracias.
Ilustres miembros del Claustro Universitario.
Apreciables integrantes de la Junta de Gobierno y de la comunidad académica de la UPAEP, encabezados por su Presidente, don Juan José Rodríguez Posada, que se encuentran
comunicados vía remota, para acompañarnos.
Queridos maestros y estudiantes que nos siguen en este ejercicio de vivencia comunitaria, para participar en este entrañable acto.
Apreciables colaboradores, que atienden los servicios de la institución con puntual cumplimiento.
Bienvenidos todos.
hora, en 2021, la UIC cumple 45 años de haber sido fundada, por eso nuestro plan estratégico, en vigor, tiene como horizonte el cincuentenario de nuestra institución, en 2026. Éste es el segundo año que estamos padeciendo la pandemia, la cual ha modificado la vida de todas las personas: sin necesidad de recurrir a una hipérbole, literalmente, del mundo entero.
Los efectos de la COVID-19 han sido diversos y muchos de ellos devastadores, porque han provocado lesiones graves: en el sistema de salud con millones de contagios, muchos de ellos ligados a complicaciones, incluso a la muerte. En la economía, ha disminuido drásticamente el ingreso de numerosas personas y, por ende, el consumo, lo cual ha
provocado el cierre de millones de fuentes de empleo, la mayoría de pequeñas empresas, por lo que una buena parte de la población ha perdido o disminuido sus recursos, deteriorando su nivel de vida.
Un efecto particularmente preocupante se ha dado en el campo de la educación que, lógicamente, nos atañe de manera directa. De acuerdo con algunas estimaciones podemos afirmar que más de 5.0% de los niños y jóvenes mexicanos, (el doble del dato del INEGI para 2020) prácticamente ha estado ayuno del proceso escolar formal que se realizaba antes de la pandemia, en la modalidad presencial, durante dos años lectivos.
La versión a distancia ha mostrado obstáculos como: la falta de espacios adecuados para estudiar en casa, escasez de conectividad apropiada, y escollos para ajustarse anímica y técnicamente a esta novedosa forma de participar en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Todo esto ha impedido que se aprovecharan los años de 2020 y 2021 de acuerdo con los programas en vigor, constituyéndose ésta en una de las mayores calamidades para la niñez y la juventud mexicanas. Y todavía hoy, ignoramos cuándo pueda corregirse y, eventualmente, recuperarse algo de lo perdido.
También es cierto que numerosas instituciones públicas y privadas, evidentemente insuficientes para revertir el proceso en su conjunto, mediante singulares empeños, han podido superar esas dificultades señalándonos nuevos caminos.
Debemos hacer notar, una vez más, que nuestra Universidad ha podido impartir todas las clases que comprende nuestra oferta, desde el Bachillerato, pasando por las licenciaturas, posgrados, especialidades y diplomados, sin excepción, en un notable esfuerzo ejecutado por los miembros de nuestra comunidad desde el primer mes de la pandemia, marzo de 2020, lo que ha permitido la complementación exitosa de todos los cursos impartidos por nuestra institución.
Propicia es la ocasión para hacer un reconocimiento y agradecer, de manera franca y efusiva, el trabajo realizado por todos los involucrados: maestros, colaboradores
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y estudiantes que han hecho factible la obtención de estos frutos en condiciones inéditas, poniendo en práctica un afán imaginativo y creativo de notable alcance.
Este año también ha sido testigo de una evolución virtuosa de la alianza UIC-UPAEP, que comenzó sus operaciones en abril de 2014, con la gestión en la rectoría desde agosto de ese año. La Alianza ha venido mejorando continuamente, perfeccionándose hasta devenir en una asociación formal entre ambas universidades, nueva figura que recoge y amplía los beneficios del acuerdo original.
La Alianza se firmó siendo el superior de Misioneros de Guadalupe el padre Juan José Luna Erreguerena y, muy pronto, en enero de 2015, asumió como superior el padre Raúl Ibarra Hernández. Por último, a partir de este año, el Superior General es el padre Eugenio Zacarías Romo Romo, quien actualmente preside nuestra Junta de Gobierno.
Estos cambios hablan del vigor y el dinamismo de esta querida institución misionera, fundadora de la Universidad Intercontinental, a la vez que son muestra evidente de la solidez de la Alianza original y ahora de la Asociación entre la UPAEP y la UIC, con Misioneros de Guadalupe, de gran trascendencia para el futuro de nuestra Universidad, así como de otros proyectos educativos que están siendo estudiados por ambas instituciones.
Debo apuntar que, en los hechos, hemos tenido un testimonio tangible de las
ventajas de esta asociación, porque la pandemia provocó la disminución y casi desaparición de algunos ingresos que teníamos, como consecuencia del cierre de la gran mayoría de las actividades realizadas en nuestro vasto y hermoso campus.
Como parte sustantiva de la respuesta, nuestros asociados apoyaron solidariamente, una vez más, como lo hicieran al comienzo de la Alianza en 2014. Gracias a esa ayuda, los efectos negativos fueron enfrentados con la reposición de algunos recursos, para seguir operando y mantener el ritmo de las actividades con una administración austera, rigurosa, que ha podido atender las necesidades indispensables para nuestro funcionamiento, vigilando escrupulosamente el equilibrio financiero.
En el nivel general de la sociedad, la crisis de salud, así como las complicaciones sanitaria, económica, social y política, han afectado el ánimo de toda la población debido a las pérdidas sufridas, de toda índole, en ocasiones de la vida misma de miembros de la familia y amistades cercanas, creando un ambiente de incertidumbre, desconcierto,
inseguridad y cierto derrotismo que ha llegado incluso, en ciertos casos, a convertirse en miedo, generando un ambiente depresivo ante los indeseables efectos inducidos en el ritmo de la vida: La pandemia ha llevado a muchos a situaciones límite.
En el seno de la comunidad universitaria, hemos trabajado de manera transversal con nuestra Dirección de Formación Integral, la escuela de Psicología y el Instituto Intercontinental de Misionología, los cuales, en consonancia con las otras áreas, han aportado valiosas orientaciones para proporcionar fortaleza, entusiasmo y motivos para enfrentar las nuevas condiciones de la vida, no sólo con una visión positiva y de cierta manera optimista, sino también trascendente, aportando una respuesta propia de nuestra visión de servicio al prójimo, con el Espíritu cristiano misionero, que es rasgo fundamental de nuestra institución.
Los efectos no se han hecho esperar y hemos podido constatar la tonificación de una comunidad resiliente, solidaria y serena ante la adversidad, capaz no sólo de superar la problemática propia, sino de llevar ayuda solidaria a otras comunidades con las cuales tenemos o propiciamos alguna relación.
La Universidad editó dos libros con ensayos propios, ha difundido conferencias, invitado a talleres y webinarios conteniendo opiniones útiles, generadas desde diversas perspectivas a las que podemos tener acceso por los conocimientos y las investigaciones de nuestras escuelas, con el objetivo de sugerir algunas rutas para enfrentar, de forma adecuada, esta tremenda calamidad de la pandemia que ha puesto de cabeza al mundo entero.
Hemos trabajado enfocados en nuestros objetivos de manera ordenada. Desde 2014 formulamos nuestro plan estratégico recogiendo experiencias previas de la UIC, ajustándolo y afinándolo para el horizonte 2014-2016, de nuestro 40 aniversario, mismo que terminó con el logro de los objetivos planteados.
A partir de ellos, diseñamos una segunda etapa para desarrollar el plan estratégico del periodo 2016-2018 y, ahora, estamos en la tercera etapa del plan que, teniendo como horizonte el cincuentenario de la UIC en 2026, ha venido monitoreando sistemáticamente la operación de la Universidad en todas sus dimensiones. Desde luego, alrededor de nuestra misión específica de formar líderes íntegros, multiculturales, inspirados por una actitud de servicio desde el Espíritu cristiano misionero y comprometidos con la libertad para la consecución del bien común.
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En la última versión del plan estratégico se han consolidado y afinado algunos de los planteamientos básicos, junto con los llamados “Objetivos del Desarrollo Sostenible”, depurados con el sello UIC. Alrededor de este plan, se tejen todos los demás proyectos cuya prioridad es la persona humana con la atención prioritaria a nuestros estimables estudiantes.
También a nuestros queridos maestros y colaboradores, a quienes se les está invitando a formular un plan de vida y carrera que facilite su crecimiento profesional, personal y familiar, armonizando sus habilidades, destrezas e inquietudes vocacionales con los fines institucionales, como un respaldo para cada persona y para la institución en su conjunto.
Además, este plan de la UIC se combina y complementa con el plan estratégico de la UPAEP, lo que da lugar a una tercera estrategia que armoniza, complementa y enriquece las metas de ambas universidades para lograr una sinergia virtuosa que, sin duda alguna, tendrá sus propios frutos más allá de los alcances que cada institución, por separado, pudiera conseguir.
De esta forma, buscamos hacer realidad la Visión planteada para el cincuentenario de nuestra casa de estudios que se celebrará, DM, tres años después del cincuentenario de la UPAEP, en 2026, para ser una institución reconocida por construir soluciones pertinentes, en congruencia con sus valores, para dar respuestas válidas a las demandas legítimas de la sociedad, a través del diálogo y la búsqueda de la verdad.
Nuestra Visión adquiere dimensiones novedosas y frescas a la luz de las dificultades generadas por la pandemia, porque nuestra estrategia no se limita a paliar o corregir los daños generados por esta calamidad. Por el contrario, pretende aportar soluciones atractivas y apropiadas para la sociedad del porvenir que, en una de sus dimensiones tendrá que superar los problemas específicos de esta crisis, pero también necesitará responder a las demandas de la sociedad presente y futura, que ya nunca será igual a la que existía antes de la pandemia.
En ese sentido, la UIC y la UPAEP están empeñadas en contribuir a la consecución del bien común como universidades católicas, respondiendo así al vacío que en muchos ámbitos se ha generado por no considerar la trascendencia del género humano, por el olvido de la primera realidad: Dios, El Señor, cuya existencia se evidencia todos los días
en cada pieza preciosa de la creación y, de manera muy especial en la persona humana como la criatura salida de sus manos a su imagen y semejanza: inteligente, libre y capaz de amar, es decir, de participar de la naturaleza misma de la divinidad. Una misión gigantesca que sólo es posible atender con la asistencia misma de Dios, lo cual significa: con su gracia.
Estamos ante un desafío colosal, porque, debemos aprovechar las maravillas de las comunicaciones y la realidad digital enriquecida, por ejemplo, con la llamada Inteligencia artificial, no solo reconociendo sus aportaciones a la ciencia y a la técnica, como una nueva faceta de la realidad generada con el trabajo admirable de la humanidad, sino cuidando de no saltar por encima de muchas otras realidades trascendentes.
Debemos ser cautos para evitar la creación de nuevos fetiches, porque no haya ojos para ver, en esos fenómenos, la mano del Creador, sino que se inventen seres auto gestados, tras el cómodo velo del azar, del relativismo, de la sociedad líquida, de la posverdad y de muchas otras posiciones ideológicas que se niegan a reconocer que ahí, en esas realidades, muchas de ellas misteriosas, está El Señor, observando con amor benevolente nuestros extravíos.
Siguiendo el llamado del Papa Francisco, quisiéramos sacudir las conciencias de los mil millones de católicos que estamos, cuando menos, bautizados, para ir al encuentro de los otros seis mil millones, nuestros hermanos en el Padre común y en nuestro hermano Jesucristo, Nuestro Señor, que murió también por todos ellos y que sufre porque
aparecemos, todos, como rebaño sin pastor.
Doy gracias a Nuestro Señor y a su madre, nuestra patrona en la advocación, de la Virgen de Guadalupe, por las múltiples bendiciones que han hecho posible nuestra prevalencia en esta peregrinación temporal, actualmente tan calamitosa.
Enhorabuena. Como lo decíamos el año pasado, sigamos avanzando para hacer frente a los nuevos retos de la sociedad y la época que nos ha tocado vivir. Lo haremos como una comunidad fuerte y entusiasta porque:
¡Juntos somos, orgullosamente UIC! Mtro. Bernardo Ardavín Migoni
Rector
