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QUINTA PARTE. Jesús es EL SEÑOR

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Academic year: 2021

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QUINTA PARTE

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PRESENTACIÓN

Este nuevo librito de la serie JESÚS, ¿QUIÉN ERES TÚ? tiene por

obje-to ayudarte a conocer aún más a Nuestro Señor Jesucrisobje-to, para que le quieras

sinceramente y puedas llegar a ser amig@ suy@ de verdad.

En él encontrarás 22 meditaciones sobre algunos de los grandes signos

o milagros que hizo Jesucristo y sobre sucesos especialmente importantes de

su vida, como por ejemplo su Transfiguración y la institución de la Eucaristía.

Los primeros cristianos (y nosotros) llamaban a Jesús “EL SEÑOR” y

re-conocían así la grandeza de Jesús, que es verdadero Hijo de Dios y dueño de

cuanto existe. Esto es lo que pretende este librito: hacerte sentir mejor que

Je-sús es “EL SEÑOR”.

El Espíritu Santo irá llenando tu entendimiento con esta idea, tu corazón

con el deseo de entregarte del todo al Señor Jesús y tu espíritu de fe,

esperan-za y amor hacia él.

Sé fiel a estos ratos de lectura de la Palabra de Dios, de reflexión y de

oración que llamamos “meditación”, porque te harán mucho bien a ti mismo y a

otros por ti.

(4)

-

31-

Tiene tres meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 8, versículos del 23 al 27. Este Evangelio dice así:

Subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron.

De pronto, se levantó un temporal tan fuerte, que la barca

desapare-cía entre las olas. Él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron,

gritándole:

-¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!

Él les dijo:

-¡Qué cobardes sois! ¡Qué poca fe!

Se puso en pie, mandó a los vientos y al lago y vino una gran calma.

Ellos se preguntaban admirados:

-¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!

NOTA PARA ESTE EVANGELIO

Probablemente se trata de una preciosa narración compuesta por los primeros catequistas cristianos para enseñarnos que Jesús es el Hijo de Dios y, como el Padre, es el creador y Señor del universo.

Tiene otra enseñanza estupenda y es que Jesús está y estará siempre en su Iglesia (los cristianos), la cual, con la ayuda del Señor, nunca será destruida, sino que permanecerá hasta el fin de los tiempos, aun en medio de grandes dificultades y per-secuciones contra ella.

Todo esto lo podrás pensar en estas tres meditaciones: Meditación 1. Pero ¿quién es éste?

Meditación 2. ¡La barca era la Iglesia! Meditación 3. Ten fe en Jesús

¡HASTA EL VIENTO Y EL MAR

LE OBEDECEN!

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MEDITACIÓN 1

Pero ¿quién es éste?

DIOS ME HABLA

Jesús se puso en pie, mandó a los vientos y al lago y vino una gran calma. Ellos se pre-guntaban admirados:

-¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!

(Mateo 8, 26-27)

REFLEXIONO

Imagínatelo: es impresionante ver a Jesús de pie sobre la barca, dando órdenes al viento y al agua, en medio de una gran tempestad y que el viento y las grandes olas le obedecen al instan-te…

No es extraño que los discípulos, al verlo, quedasen sobrecogidos de admiración y dijesen: -¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!

Iban conociendo a Jesús poco a poco, pero aquello fue como un fogonazo de luz que les de-jó asombrados, maravillados y les hizo ver claramente algo más de Jesús: que es el Hijo de

Dios, dueño y Señor del universo, como su Padre. Que hasta las fuerzas de la naturaleza le obedecen.

Efectivamente, Jesús es superior a todo cuanto existe, es su creador y su dueño. ¡Es más fuerte que todo! La fuerza infinita de Dios, con la que hizo todas las cosas del cielo y de la tie-rra, está en Jesús. Porque Jesús es Dios en persona, Señor del universo y dueño de todo cuanto existe.

“Él es imagen de Dios invisible. Por medio de él fueron creadas todas las cosas

del cielo y de la tierra, visibles e invisibles. Todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo y todo se mantiene en él”.

(Carta a los Colosenses 1, 15-17)

Impresionante ¿no?

Podrías pasar un rato pensando en ello y sintiendo su presencia dentro de ti… ¡Te hará sen-tir alegría pensar que así es tu Amigo Jesús!

RESPONDO A DIOS

Comienza la oración adorando a Jesús. Esto se hace así: te pones de rodillas, juntas las manos e in-clinas la cabeza ante Jesús. Estás así unos segundos, lo que quieras, como sintiendo la grandeza maravi-llosa del Señor que te mira y te quiere tanto.

Después de haberlo adorado, le dices esta oración:

Señor Jesús, con el corazón lleno de alegría, te adoro porque eres Dios.

Te admiro por tu poder infinito y te quiero porque eres mi Amigo y estás den-tro de mí.

Unido a mis hermanos los cristianos, te digo con gozo y con fe:

Santo, Santo, Santo, Señor Jesús, Dios del universo, nacido del Padre antes de todos los siglos.

Todo fue creado por ti y para ti.

Yo creo en ti, espero en ti, te amo y te adoro.

Haz que todos los hombres y mujeres, niñas y niños del mundo te conozcan, crean en ti y te amen. Así sea.

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MEDITACIÓN 2

¡La barca era la Iglesia!

DIOS ME HABLA

Subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron.

De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas. Él dormía.

(Mateo 8, 23-24)

REFLEXIONO

Se escribió este Evangelio en aquellos primeros tiempos del cristianismo, cuando la Iglesia comenzaba a sufrir persecuciones y serias dificultades para ser fiel a Jesús. En aquellas difíciles circunstancias, los primeros cristianos necesitaban ánimo, confianza y una fuerza espiritual que les hiciera ser valientes y fieles a su Maestro y Señor Jesucristo.

Fue entonces cuando los apóstoles recordaron el día en que Jesús calmó la tempestad en el lago. Aquel día Jesús estaba dormido, como que los dejaba solos en el peligro, pero lo desperta-ron y él salvó con su poder increíble la pequeña barca que casi se hundía.

Y cayeron en la cuenta de que ¡la barca era la Iglesia! Sí, era la todavía pequeña Iglesia de Jesús y las olas eran las persecuciones y dificultades que querían hundirla. Esto les dio ánimo y confianza en Jesús. ¡Él les ayudaría también ahora, cuando parecía que las olas de las persecu-ciones iban a acabar con la Iglesia! Jesús estaba con ellos, lo había prometido cuando iba a subir al cielo y les dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Y confiaron en Jesús y la Iglesia siguió viva y con más fuerza dada día…

Pues bien, la Iglesia de Jesús, después de más de veinte siglos, sigue sufriendo persecucio-nes y dificultades por ser fiel a su Maestro y Señor Jesucristo. En algunos países del mundo está prohibida, rechazada y encarcelan o asesinan a los cristianos. ¡Pero no podrán destruirla del todo, porque Jesús está con nosotros!

Conviene que sepas estas cosas y te des cuenta de la realidad.

RESPONDO A DIOS

Puesto el cuerpo en postura que te ayude a hablar con Dios, concentra tu espíritu lo mejor que pue-das en la presencia del Señor…

Ora por la Iglesia, de la que tú eres parte y en especial por tus hermanos perseguidos. También pue-des decir esta oración:

Yo te alabo, Señor Jesús y te doy gracias porque estás siempre con nosotros, tu Iglesia santa.

Te pido que la defiendas y la hagas valiente. Que sepa ser fiel a tu Espíritu y tenga confianza en ti aun en medio de las más duras tempestades.

Te pido especialmente por mis hermanos los cristianos que son perseguidos o encarcelados por ser fieles a ti.

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MEDITACIÓN 3

Ten fe en Jesús

DIOS ME HABLA

Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: -¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!

Él les dijo:

-¡Qué cobardes sois! ¡Qué poca fe!

(Mateo 8, 25-26)

REFLEXIONO

Es natural que los apóstoles tuvieran miedo al ver que se hundían, ¿no te parece?. Por eso gritaron a Jesús con todas sus fuerzas, porque sabían que, si alguno podía salvarlos, era el Señor. Recordarás (de la meditación anterior) que la tempestad, las grandes olas que parecía que les iban a hundir, significan las persecuciones y dificultades que la Iglesia de Jesús ha sufrido, sufre y sufrirá siempre.

Pero podemos pensar que también significan las tentaciones y dificultades personales que todos sentimos y tú mism@ sientes algunas veces, para ser fieles a Jesús. Son esas dificultades que quieren apartarnos de él, ésas que algunos días te desaniman. Por ejemplo las dudas de fe que sentimos todos y nos hacen temer como si fuéramos a hundirnos, a quedar separados del Señor. Lo son también esos malos ejemplos que vemos con frecuencia, las atracciones del mal, el egoísmo, la pereza, el odio… ¿Verdad que parecen olas furiosas que quieren hundirnos en el pecado? ¿Verdad que algunas veces parece que son más fuertes que tú y que te van a vencer?

Pero Jesús nos dice: -¡No temáis, amigos míos! Confiad en mí, que puedo salvaros. Lla-madme con fe y yo os ayudaré.

¡Sí, ten fe en Jesús siempre, pase lo que pase en tu vida! Una fe total en él, porque es todo-poderoso y te quiere. Llámale desde el fondo de tu corazón cuando sientas dificultades para portarte como verdader@ cristian@, que él te ayudará.

RESPONDO A DIOS

Antes de hablar con Dios, deberás preparar tu cuerpo con postura respetuosa, pero con naturalidad, sin exagerar. También debes preparar tu espíritu sintiendo la presencia de Dios dentro de ti…

Hecho esto, ora con sencillez y cariño a Jesús, diciéndole lo que ahora sientes. También te puede ayudar esta oración:

Gracias, Jesús, porque has llenado mi corazón de fe y me has enseñado a con-fiar en ti. Haz que nunca me acobarde ante las dificultades que a veces siento para seguirte, ésas que tú y yo conocemos y que parece que van a hundirme. No te pido que me quites las dificultades, sino que me ayudes a superarlas.

También te pido que mis hermanos los cristianos confíen en ti, vean siempre en ti su salvación y nunca se desanimen.

Ayuda a los cristianos que sufren por serte fieles. Dales fe y confianza en ti, llena su corazón de alegría, hazlos fuertes en tu amor. Amén.

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32-

Tiene tres meditaciones sacadas del Evangelio de San Marcos, capítulo 6, versículos 32 al 44. Este Evangelio dice así:

Jesús y sus discípulos se fueron en barca a un sitio tranquilo para

des-cansar. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron. Entonces, de todas

las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque

andaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles con calma.

Cuando se hizo tarde, se acercaron sus discípulos a decirle:

-Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los

cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.

Él les contestó:

-Dadles vosotros de comer.

Ellos le preguntaron:

-¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios

(1)

de pan para darles de

comer?

Él les dijo:

-¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.

Cuando lo averiguaron, le dijeron:

-Cinco panes y dos peces.

Él les mandó que hicieran sentarse a la gente en grupos sobre la hierba.

Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.

Y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo,

pronun-ció la bendipronun-ción, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los

sirvieran a la gente. Y repartió entre todos los dos peces.

Comieron todos y se hartaron y recogieron las sobras: doce cestos de

pan y de peces.

Los que comieron eran cinco mil hombres

(2)

.

(1) “Denario” era una moneda. Su valor era aproximadamente el del salario o paga de un trabajador normal en un día. (2) El Evangelio de San Mateo dice que fueron cinco mil hombres “sin contar mujeres y niños”

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NOTA SOBRE ESTE EVANGELIO

Al querer reflexionar sobre algún suceso de la vida de Jesús como el

que acabas de leer, tenemos el peligro de quedarnos sólo en lo exterior:

Mira-mos a Jesús algo así como si fuera un mago maravilloso, de cuyas manos

sa-lieran cosas increíbles y sorprendentes.

Pero no es eso lo que quiere enseñarnos es Espíritu Santo, porque

Je-sús no es ningún “mago”.

En realidad, cada milagro del Señor es un

signo (así los llama el

Evan-gelio de San Juan), una señal exterior que nos indica dos cosas: quién es

Je-sús y qué es el Reino de Dios que él trae para nosotros.

Tenemos que ser profundos y no quedarnos en lo de fuera, sino

descu-brir lo que con esos “signos” quiere decirnos es Espíritu de Dios.

Vamos a intentar ahora comprender el significado del milagro o signo

que hizo Jesús multiplicando los alimentos.

Lo haremos en tres meditaciones:

Meditación 1. Comieron todos

Meditación 2. Dadles vosotros de comer

Meditación 3. El otro PAN que nos da Jesús

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MEDITACIÓN 1

Comieron todos

DIOS ME HABLA

Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima, porque andaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles con calma…

Jesús partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se hartaron.

(Marcos 6, 34 y 41-42)

REFLEXIONO

El suceso o “signo” que hace Jesús podría resumirse así: una gran multitud de hombres, mu-jeres y niños siguen al Señor porque saben que él puede saciar su hambre de Dios. Pero esas gentes sencillas tienen también necesidad de alimento para el cuerpo, no sólo para el espíritu. Entonces, Jesús les da primero el alimento espiritual (“se puso a enseñarles con calma”) y luego el corporal (los panes los peces).

Esto significa claramente que Jesús nos da el alimento espiritual (sus enseñanzas), pero no se desentiende de nuestras necesidades materiales, sino que se preocupa también por ellas.

Si nos fijamos bien en lo que dicen los Evangelios, vemos que el Señor no sólo enseñaba a la gente a conocer a Dios y a vivir como hijos suyos, sino que también curaba los cuerpos en-fermos, ayudaba a los necesitados y consolaba a los tristes.

Con este “signo”, el Espíritu Santo nos está diciendo claramente que Jesús es el Salvador

del hombre entero: alma y cuerpo.

A Dios no le gusta nada que los hombres seamos malos (injustos, egoístas, soberbios…) porque esto nos hace malos por dentro, en el espíritu. Pero tampoco le gusta nada que sus hijos sean ignorantes, o que pasen hambre, o que vivan en la miseria, porque eso también estropea al hombre.

Y por eso nos ha enviado a Jesús: para que sea nuestro Salvador total, el que nos dé la feli-cidad y la verdadera dignidad en esta vida y en la otra.

Ahora, reflexiona sobre ti mism@: tal vez hayas pensado alguna vez que a Jesús sólo le in-teresa tu alma, tu vida cristiana y tu salvación eterna. Pero ya ves que le inin-teresas tod@ enter@: tu alma y también tu cuerpo. Él quiere tu felicidad completa. Quiere que seas buen@, desde luego, pero también le gusta que te diviertas y lo pases bien. Le gusta que estés san@ y alegre, que aprendas mucho en el colegio, que comas bien, que cuides tu ropa, libros, juegos… Y tam-bién le interesan mucho tus problemas, penas, malos ratos…

Estas ideas te legrarán, sin duda y harán crecer en tu corazón el cariño sincero hacia Jesús.

RESPONDO A DIOS

Cuando ores a Dios, procura que ore todo tu ser: alma y cuerpo. El alma ora con la atención, la fe y el amor. El cuerpo ora con la postura respetuosa, con las palabras y hasta con los gestos.

Prepárate pues lo mejor que puedas para orar a Dios en este momento. Dile lo que sientes tras la re-flexión que acabas de hacer, dile lo que quieras y cuéntale tus cosas, porque le interesa todo lo tuyo.

Aquí tienes también una preciosa oración que hay en la Biblia (Salmo 22), que puedes rezar despa-cio, sintiendo profundamente lo que dices:

El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar.

Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Prepara una mesa ante mí, perfuma mi cabeza y mi copa rebosa. Su bondad y su misericordia me acompañan todos los días de mi vida

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MEDITACIÓN 2

Dadles vosotros de comer

DIOS ME HABLA

Cuando se hizo tarde, se acercaron sus discípulos a decirle:

-Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.

Él les contestó:

-Dadles vosotros de comer.

(Marcos 6, 35-37)

REFLEXIONO

Conviene que reflexiones seriamente sobre esa frase que Jesús dijo a sus discípulos: -“Dadles vosotros de comer”.

No lo dijo en broma, no. Y, al decirles eso, el Señor tenía en el pensamiento también a sus discípulos de todos los tiempos, también a ti. Porque esta frase significa que es deseo del Señor que sus cristianos no nos desentendamos de las necesidades de los demás. Tenemos el mandato de Jesús de hacer cuanto podamos por los pobres y por toda clase de necesitados. Él nos dice a todos: -“Dadles vosotros de comer”.

Por eso, ya desde los primeros tiempos del cristianismo, los cristianos se esforzaban por ayudar a los pobres, los huérfanos, las viudas y los abandonados. Daban dinero, ropas, alimen-tos…, cuanto podían.

De la misma manera, los cristianos actuales siguen haciendo cuanto pueden por los pobres y necesitados. Ayudan en las campañas del DOMUND, Infancia Misionera, Cáritas, Campaña contra el hambre y otras muchas. Y no contentos con esto, construyen hospitales, centros de asistencia a drogadictos, a pobres, a maltratados. Atienden y ayudan a los que están en campos de refugiados y a los damnificados por las catástrofes naturales… Es imposible enumerar todo lo que los cristianos siguen haciendo por los demás, cumpliendo el mandato de Jesús.

Mientras haya pobreza y necesidades en el mundo, los cristianos no podemos quedarnos tan tranquilos, como si nada nos importase.

No termines esta reflexión sin pensar un momento en ti mism@:

-¿Qué haces por los necesitados? ¿Te interesas por los problemas de la humanidad? ¿Tienes demasiado, gastas demasiado, mientras otros no tienen nada?

RESPONDO A DIOS

Sentad@, como estás, puedes juntar las manos y pedir a Dios por las necesidades del mundo. Si te gusta, reza esta oración:

Señor Jesús: danos tu Espíritu para que nos preocupemos por los necesitados y les ayudemos como los ayudaste tú.

Te pido que muevas el corazón de los ricos y de los gobernantes de las naciones para que repartan mejor los bienes de la tierra que el Padre Dios ha creado con tanta abundancia.

¡Que ningún niño se muera de hambre, Jesús! ¡Que los mayores no pasen tanta necesidad de todo! ¡Que haya más justicia en el mundo!

Ayúdame también a mí. Dame un corazón compasivo y generoso como el tuyo y que haga cuanto pueda por los necesitados.

Haz que todos los cristianos del mundo se parezcan a ti. Así sea.

Puedes terminar rezando el Ave María por los pobres, sobre todo por los que viven en los países más subdesarrollados, que son los que peor lo pasan.

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MEDITACIÓN 3

El otro Pan que nos da Jesús

DIOS ME HABLA

Y tomando (Jesús) los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo, pronunció la

ben-dición, partió los panes y se los dio a los discípulos.

(Marcos 6, 41)

REFLEXIONO

Las palabras y los gestos que hizo Jesús antes de multiplicar los panes (“tomó el pan, alzó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos”) ¿no te recuerdan las palabras que dice el sacerdote en la Misa cuando convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús?

Seguramente el Evangelio de San Marcos lo pone con la intención de hacernos caer en la cuenta de que el pan que Jesús multiplicó y dio a la gente es figura de ese otro Pan santo, el de la Comunión, el Cuerpo de Cristo.

El Evangelio de San Juan lo dice con toda claridad. Fue al día siguiente de la multiplicación de los panes, estando en la sinagoga de Cafarnaún. Las palabras de Jesús fueron éstas: -“Me buscáis porque comisteis pan hasta hartaros… Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo” (Juan 6, 26 y 51).

Lo mismo que los antiguos israelitas, cuando salieron de Egipto, comieron el “maná” en el desierto y tuvieron fuerza para llegar a la tierra prometida, también nosotros comemos este Pan santo que Jesús nos da en la Comunión y así tendremos fuerza para caminar por el camino de la vida cristiana, hasta llegar al cielo.

Cuando un cristiano come este Pan de la Comunión, tiene a Jesús dentro y vivirá de la mis-ma vida de Jesús, amis-mando al Padre y a todos como los amis-ma Jesús.

Si tienes fe en las palabras del Señor y comulgas con frecuencia, entonces tú también tienes dentro a Jesús, vivirás por él y alcanzarás la vida eterna y feliz del cielo.

RESPONDO A DIOS

La oración de hoy tiene que ser un profundo acto de fe en las palabras de Jesús y de sincero agrade-cimiento por su Pan. Para concentrar mejor tu atención, podrías ponerte de rodillas y con las manos jun-tas.

Señor Jesús, creo en tus palabras. Creo que el Pan santo de la Comunión eres tú. Lo creo aunque mis ojos sólo ven pan. ¡Yo sé que tú me dices la verdad!

Creo también que tu Pan me da vida eterna y que, cuando como tu Pan, estás tú dentro de mí.

Creo también que tú me resucitarás al fin del mundo.

Gracias por este Pan santo que me das en la Comunión. Es como una semilla ma-ravillosa sembrada dentro de mí, que ha de darme como fruto una vida de verdad cristiana y me llevará al cielo contigo.

También te pido, Señor, que mis padres, mis hermanos y todos los cristianos del mundo crean en tus palabras, reciban muchas veces tu Pan santo y tengan así tu misma vida y vayan al cielo. Así sea.

(15)

-

33-

Tiene cuatro meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 17, versícu-los 1 al 8. Este Evangelio dice así:

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó

aparte, a una montaña alta.

Se transfiguró

(1)

delante de ellos y su cara resplandecía como el sol y

sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y

Elías

(2)

conversando con él.

Pedro entonces dijo a Jesús:

-Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para

ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su

sombra y una voz desde la nube decía:

-Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto

(3)

: escuchadle.

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces

(4)

asustadísimos.

Jesús se acercó y tocándolos les dijo:

-Levantaos, no temáis.

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.

(1) “Se transfiguró”: cambió de figura por fuera, aunque seguía siendo él mismo.

(2) Elías fue un gran Profeta de Israel, tal vez el más importante. Moisés fue el gran amigo de Dios que sacó a los israelitas de la esclavitud de Egipto y les dio los diez Mandamientos y la Alianza con Dios. Estas dos personas re-presentan aquí a todo el antiguo Pueblo de Dios, con su fe, sus Escrituras y su Alianza.

(3) “Predilecto” significa el más querido.

(4) Caer de bruces es caer hacia delante, con la cara hacia el suelo. Es algo parecido a lo que en estos libros llama-mos GRAN SALUDO.

“ÉSTE ES MI HIJO QUERIDO:

ESCUCHADLE”

(16)
(17)

MEDITACIÓN 1

¡Vieron que Jesús era Dios mismo!

DIOS ME HABLA

Una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: -Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto: escuchadle.

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces asustadísimos.

(Mateo 17, 5-6)

REFLEXIONO

Normalmente, a Jesús no se le notaba por fuera que fuese Dios. Todos lo veían como un hombre igual que los demás, aunque, eso sí, muy unido con Dios, lleno de bondad, poderoso en obras y palabras. La gente veía su cara de hombre, notaba su cansancio, su sed, su sueño… To-do como los demás. Pero no conocían el gran misterio que se encerraba en Jesús: que, además de ser hombre, era Dios, el Santo Hijo de Dios hecho hombre.

En el momento de la transfiguración, los tres discípulos que lo acompañaban vieron con sus propios ojos el gran misterio de Jesús y se quedaron pasmados, asustadísimos, temblando de miedo y respeto al verlo resplandeciente, acompañado por Moisés y Elías y al verse ellos mis-mos ante la nube luminosa que significaba la presencia de Dios. Y oyeron en lo más profundo de su corazón la voz clara del Padre que decía: -“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto”.

Entonces cayeron por tierra: ¡habían visto el misterio de Jesús! Ahora sabían bien que Jesús, su amigo y maestro, ¡ERA DIOS MISMO! Imagínate el profundo respeto y amor que sentirían hacia el Señor desde aquel momento…

Sí, éste es Jesús, tu gran Amigo, el que te quiere, el que viene a ti en la Comunión, en el que estás pensando y ante quien estás ahora mismo y te mira con cariño.

Reflexiona unos minutos sobre esto, hasta que sientas el corazón lleno de amor y respeto hacia Jesús, como lo sintieron aquellos tres apóstoles.

RESPONDO A DIOS

Puest@ de rodillas, con las manos juntas, adora a Jesús con el más profundo respeto y cariño de que seas capaz… Luego habla con él y le dices lo que sientes, lo que quieras. También puedes decirle esto:

¡Sí, Jesús, yo creo en ti! Creo que eres Dios y Hombre verdadero. Creo que eres el Santo Hijo de Dios, que te hiciste Hombre en la Virgen María, naciste, nos ense-ñaste a querernos como tú nos quieres, te ofreciste al Padre en la cruz y resuci-taste para la salvación de toda la humanidad. Por eso te adoro con todo el respeto y cariño de mi corazón

Te doy gracias por todo y porque me quieres tanto. ¡Gracias, Jesús!

Estoy muy content@ de tenerte dentro de mí. Deseo ser amig@ tuy@ hasta el fin de mi vida. Quiero seguirte siempre.

Te pido que todas las personas del mundo crean en ti, te hagan caso y vayan al cielo contigo para siempre. Amén.

(18)

MEDITACIÓN 2

Resplandecientes como Jesús

DIOS ME HABLA

Jesús se transfiguró delante de ellos y su cara resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

(Mateo 17, 2)

REFLEXIONO

Con la transfiguración de Jesús, Dios nos quiso enseñar a los cristianos otras dos cosas im-portantes:

1. Lo que nosotros somos desde que nos bautizaron 2. Lo que seremos en el cielo

Recuerda que a Jesús no se le notaba normalmente por fuera que era Dios, la gran luz de su divinidad. De la misma manera, tampoco a los cristianos se nos nota por fuera la vida de Dios que llevamos dentro. No se nota por fuera, pero es verdadera y está dentro de nosotros. Es una vida maravillosa, sobrenatural, es decir, superior a la humana. ¡Es la misma vida de Dios! Por ella somos hijos suyos.

Recuerda también que, en la transfiguración de Jesús, sí que se vio la gran gloria de su divi-nidad, el resplandor de su luz interior. Pues bueno, también a nosotros se nos verá esta vida de Dios que llevamos dentro desde que nos bautizaron. Será en el cielo. Allí estaremos transfigura-dos como Jesús está ahora, estaremos llenos de alegría, una alegría total, sin nada que nos haga sufrir, resplandecientes de gloria y esto para siempre, para siempre… Mira lo que dice San Juan (uno de los tres que vieron a Jesús transfigurado): “Ahora somos hijos de Dios, pero aún no se

ve por fuera lo que seremos. Sabemos que, cuando se vea, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (Carta 1ª de San Juan, capítulo 3, versículo 2)

.

¿No te parece que debemos dar muchas gracias a Dios por ello y vivir ya desde ahora en una alegría continua y muy profunda?

Yo creo que deberíamos procurar también que se note en nuestra manera de vivir lo que lle-vamos dentro. ¿Lo haces tú así? ¿Crees que se podría decir de ti en cada momento de tu vida: éste/a vive como hij@ de Dios?

RESPONDO A DIOS

Para hacer la oración, será bueno que procures ver con la imaginación a Jesús resplandeciente ante ti, lleno de poder y majestad… Tú también estás iluminad@ por su luz.

Con este gozo profundo, da gracias al Padre y pídele también por los demás cristianos.

Muchas gracias, Padre bueno del cielo, por esta vida maravillosa que llevo den-tro de mí. Tú me la diste el día de mi bautismo y, desde entonces, me parezco a tu Hijo Jesús, soy hij@ tuy@, herman@ de Jesús y de todos los cristianos.

Gracias también porque quieres darme el cielo, donde te veré con mis propios ojos y seré feliz, muy feliz para siempre

Te pido que me ayudes a vivir como Jesús. De esta manera, aunque por fuera no brille el resplandor de tu vida que llevo dentro, brillarán las buenas obras y ellas serán como una luz que alumbre a los demás en el camino del cielo.

Haz que mis hermanos los cristianos vivan también como hijos tuyos, sientan el gozo de llevarte dentro y vayamos todos a verte en el cielo, donde tú nos ilumina-rás y, a tu luz, resplandeceremos como estrellas por toda la eternidad.

(19)

MEDITACIÓN 3

“¡Escuchadle!”

DIOS ME HABLA

…una voz desde la nube decía:

-Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto: escuchadle.

(Mateo 15, 5)

REFLEXIONO

En las palabras que acabas de leer en DIOS ME HABLA, está clarísimo que Dios quiere que escuchemos a Jesús, su Hijo. Esto nos lo manda el Padre del cielo porque Jesús es la

Pala-bra misma de Dios. El Padre nos habla en Jesús.

Antes de que viniera Jesús a la tierra, Dios hablaba a los antiguos de muchas maneras: por medio de las cosas creadas les hacía conocer al Creador; por medio de los Profetas y Patriarcas (como Elías y Moisés) hablaba a su Pueblo Israel y le comunicaba su voluntad.

Pero más tarde, Dios mismo quiso hacerse hombre como nosotros para hablarnos directa-mente. Es JESÚS. Él nos ha comunicado todo lo que el Padre quiere decirnos, de manera que, en Jesús, Dios nos lo ha dicho todo y ya no tiene más que decirnos. Todo lo que el Padre nos ha

comunicado puede resumirse en una sola palabra: JESÚS. Sí: en Jesús Dios nos lo dice todo y

nos enseña cuanto necesitamos para vivir como cristianos, hacer el mundo bueno y feliz que Dios desea para todos y así poder ir al cielo.

Ahora comprenderás mejor por qué nos manda escucharle.

Pero está claro que escuchar a Jesús no consiste solamente en leer sus palabras en el Evan-gelio y pensar en ellas, como lo estás haciendo ahora, sino que además es necesario cumplirlas, porque, si solamente las leemos, pero no las cumplimos, ¿de qué nos sirve?

Conviene que reflexiones sobre esto. Llevas ya mucho tiempo leyendo el Evangelio, medi-tándolo, haciendo oración. Pero ¿cumples lo que te dice Jesús? ¿Crees que sus palabras te van haciendo mejor?

RESPONDO A DIOS

Después de reflexionar como lo has hecho, debes dar tu respuesta a Dios. Él te ha hablado al cora-zón y, sin duda, espera tu respuesta.

Pon tu cuerpo en postura respetuosa, como Dios se merece. Concentra tu atención en él… Háblale con sinceridad y cuéntale tus sentimientos y deseos.

Padre bueno del cielo, gracias porque nos hablas en Jesús, tu Hijo amado. Él es tu santa Palabra. Tu nos lo has enviado para que nos hable de parte de ti.

Te pido la luz de tu Espíritu para que sepa escuchar a Jesús, vivir como él nos enseña y cumplir así tu santa voluntad.

Señor, que Jesús sea de verdad la luz del mundo y que todos le escuchen como tú deseas. Que tu Palabra llegue a todos los pueblos, a todas las personas del mun-do, para que, cumpliendo lo que él nos dice, vivamos como hermanos en esta vida y vayamos contigo al cielo. Así sea.

Puedes terminar rezando el Ave María para que la Virgen te enseñe a escuchar a su Hijo y guardar sus palabras en tu corazón y cumplirlas como lo hizo ella.

Desde hoy, podrías coger esta costumbre: cuando tomes en tus manos el libro de la Palabra de Dios (la Biblia, o los cuatro Evangelios), piensa que es Jesús mismo quien te va a hablar cuando lo leas. Y, al terminar de leerlo, besa el libro con gran respeto y cariño, como lo hace el sacerdote en la Misa.

(20)

MEDITACIÓN 4

Contemplo a Jesús transfigurado

Si eres imaginativ@, tal vez te guste hacer una CONTEMPLACIÓN de Jesús transfigu-rado. Se trata de estar un rato, lo que quieras, contemplando con la imaginación el suceso de la transfiguración del Señor.

Primero, lees con calma el Evangelio de la transfiguración. Lo tienes en el recuadro de color, unas páginas antes.

Luego, procura figurártelo todo como si lo estuvieras viendo, oyendo y sintiendo. Pero no como si fuera una película que nada tiene que ver contigo, sino como algo vivo, algo que es para ti, algo profundo que te está diciendo Jesús al corazón.

Imagínatelo todo como si estuvieras allí presente, como si Jesús te mirase con todo su cariño, en medio de su gran resplandor y como si la voz del Padre fuera para ti.

Déjate inundar de la gran luz y del gozo de Jesús, hasta que tu corazón se llene de amor a él, de alegría, de deseos de serle siempre fiel.

Luego, hablas con él de lo que sientes y terminas haciendo la señal de la cruz.

Esta manera de hacer oración es muy buena, porque nos hace profundizar en lo que pensamos y aumenta mucho en nosotros el amor a Jesús. Te puede hace mucho bien. Puedes repetirlo con otros sucesos de la vida de Jesús.

(21)

-

34-

Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 25, versículos 31 al 40. Este Evangelio dice así:

Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre

(1)

y todos sus ángeles con

él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las

na-ciones

(2)

. Él separará a unos de otros, como un pastor separa a las ovejas de

las cabras

(3)

. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el Rey a los de su derecha:

-Venid vosotros, benditos de mi Padre, recibid el reino preparado para

vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de

comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,

estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y

vi-visteis a verme.

Entonces los buenos le contestarán:

-Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te

dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y

te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel y fuimos a verte?

Y el Rey les dirá:

-Os aseguro que, cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes

hermanos, conmigo lo hicisteis.

(1) “El Hijo del Hombre” es Jesús. Así se llamaba él mismo con frecuencia.

“Cuando venga en su gloria” es una frase que se refiere a la venida visible de Jesús al fin del mundo. (2) “Todas las naciones” significa todos los hombres de todos los tiempos y países del mundo.

(3) “Ovejas” son aquí los que hayan sido buenos durante su vida. “Cabras” son aquí los que hayan sido malos duran-te su vida.

NOTA

El Evangelio de San Mateo sigue narrando la sentencia y el justo castigo que ten-drán los malvados al fin del mundo. Lo tienes en el mismo capítulo 25, desde el ver-sículo 41 al 46.

(22)
(23)

MEDITACIÓN 1

La vuelta del Señor Jesús

DIOS ME HABLA

Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos sus ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.

(Mateo 25, 31-32)

REFLEXIONO

Sabes que nuestro Señor Jesucristo vino ya al mundo, cuando nació en Belén. Entonces vino como un niño normal, sin gloria, sin la majestad de Rey del universo. Murió en la cruz, pero su Padre Dios lo resucitó con la fuerza del Espíritu Santo y ahora sigue vivo, lleno de gloria, Señor de todo cuanto existe. Cuando se fue al cielo, el día de la Ascensión, Dios nos aseguró que Jesús volvería otra vez al mundo en forma visible (puedes leerlo tú mism@ en los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1, versículos 10-11). Por eso sabemos que, al final de los tiempos, cuando se termine el mundo, Jesús volverá visiblemente a nosotros. Y volverá como Señor de todas las cosas y de todos los hombres y mujeres, niñas y niños que han existido desde el comienzo de la humanidad.

Volverá Jesús en su segunda venida para que se cumpla del todo el Reino de Dios entre los hombres. Entonces, Jesús hará que resucitemos todos con los mismos cuerpos y almas que ha-yamos tenido durante nuestra vida mortal, la de ahora. Sí, resucitarán nuestros cuerpos, pero transformados, espiritualizados, como está ya el cuerpo de Jesús. Y ya no moriremos nunca. Viviremos para siempre una vida maravillosa, alegre, resplandeciente, sin nada que nos haga sufrir y todo será ya perfecto. Dios mismo será nuestra luz y nuestro gozo. Estaremos llenos de la vida de Dios, como transformados en Dios, con una paz, un amor y una alegría total que ya nunca se acabará…. ¡Y todo se lo debemos a Jesús, nuestro Salvador!

RESPONDO A DIOS

Después de estas reflexiones tan bonitas, tu oración deberá ser de agradecimiento al Padre Dios y a su Hijo Jesucristo. Ponte en la postura que quieras y concentras la atención pensando que Dios está dentro de ti…

Dios Padre nuestro, te doy las gracias porque alegras mi corazón con esta espe-ranza de la vuelta de Jesús y con esta alegría de saber que me espera una vida nueva y completamente feliz junto a ti. Sí, creo en tu promesa, creo que, al final del mundo, tu Hijo Jesucristo volverá visiblemente a la tierra y entonces se cum-plirá del todo el deseo de Jesús que es tu Reino y tus hijos viviremos contigo una vida nueva, maravillosamente feliz, en la que todos seremos hermanos de verdad y ya nadie llorará, nadie estará triste. ¡Esto es estupendo, Señor!

Jesús, yo deseo tu venida gloriosa. Haz que todos la deseen y vayan al cielo jun-to a ti.

(24)

MEDITACIÓN 2

¡Quiero amarte en los demás, Jesús!

DIOS ME HABLA

Entonces dirá el Rey a los de su derecha:

-Venid vosotros, benditos de mi Padre, recibid el reino preparado para vosotros… Por-que tuve hambre y me disteis de comer… Cada vez Por-que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

(Mateo 25, 34…40)

REFLEXIONO

Los cristianos sabemos que, al fin del mundo, Jesús juzgará a todos los seres humanos. Hará justicia y dará a cada uno lo que haya merecido con sus obras durante su vida en este mundo.

Si te fijas atentamente en las palabras del Evangelio que acabas de leer en DIOS ME HA-BLA, verás que Jesús nos dará el premio del cielo si le hemos querido y ayudado en los pobres,

en los enfermos, en los necesitados.

Naturalmente, esto no significa que las demás obras buenas que hayamos hecho (como es-tudiar, estar alegre, rezar, etc.) no vayan a tener premio. ¡Claro que sí! Lo tendrán ciertamente, según las enseñanzas del mismo Jesús y de la Iglesia. Pero él nos juzgará muy especialmente del amor y el interés que hayamos tenido hacia los demás, sobre todo con los pobres y necesitados.

Entenderás esto mucho mejor con las palabras que hay en la Primera Carta de San Juan, ca-pítulo 4, versículos 20 y 21: “Si alguno dice que ama a Dios, pero aborrece a su hermano (=otra persona), es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandato: quien ama a Dios, ame también a su her-mano”.

Esto es importantísimo para nuestra vida. Porque a Dios no le vemos, ni le podemos ayudar, pero tenemos un modo estupendo de quererle: ¡queriendo a los demás!

Reflexiona mucho sobre esto porque ya ves lo importante que es para vivir como Dios quie-re.

RESPONDO A DIOS

Dios te ha hablado en las palabras del Evangelio. Tú has acogido sus palabras con una profunda re-flexión. Ahora conviene que le des tu respuesta.

Para que también ore tu cuerpo, ponte en una postura respetuosa. Dile sinceramente lo que sientes y lo que quieres hacer en adelante…

Señor, las palabras que me has dicho son como una gran luz que alumbra el ca-mino de mi vida. Por ello, te doy gracias de todo corazón.

Ahora sé que la mejor manera de quererte es querer a los demás, sobre todo a los necesitados. Desde hoy me voy a esforzar más para quererte mucho en las de-más personas: en mis padres, hermanos y amigos; también en los que me caen mal, aunque me cueste. Te voy a querer sobre todo en los pobres y en los que sufren o necesitan ayuda, porque sé que, ayudándoles a ellos, te estoy ayudando a ti.

Quiero verte en los demás, Señor, pero no lo podré conseguir más que con tu ayuda. Por eso, te pido la fuerza del Espíritu Santo y no sólo para mí, sino para to-dos los cristianos. Así viviremos como Dios quiere y construiremos el mundo alegre y feliz que tú deseas. Amén.

(25)

-

35-

Tiene dos meditaciones sacadas del Evangelio de San Mateo, capítulo 21, versículos 1 al 11. Este Evangelio dice así:

Cuando se acercaban a la ciudad de Jerusalén y llegaron a Betfagé

(1)

junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:

-Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada

con su borriquillo; desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo,

contes-tadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto.

Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta

(2)

: “Mira a tu

Rey que viene a ti, humilde, montado en un borrico”.

Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús.

Traje-ron la borrica y el borriquillo, echaTraje-ron encima sus mantos y Jesús se montó.

La multitud extendió sus mantos por el camino. Algunos cortaban ramas

de árboles y alfombraban el camino. Y la gente que iba delante y detrás

gri-taba:

-¡Hosanna al Hijo de David!

(3)

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¡Hosanna en el cielo!

(4)

Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:

-¿Quién es éste?

La gente que venía con él decía:

-Es Jesús, el Profeta de Nazaret de Galilea.

(1) Betfagé: una aldea muy cerca de Jerusalén. En tiempos de Jesús era más bien un barrio de la capital. (2) El profeta: es el profeta Zacarías. Estas frases están en la Biblia, en el libro de Zacarías, capítulo 9, versículo 9. (3) “¡Hosanna al Hijo de David!”. La palabra “Hosanna” significaba en tiempos de Jesús algo así como nuestra

acla-mación “¡viva!”. Por eso, gritar “¡Hosanna al Hijo de David!”, significa: ¡Viva el Hijo de David! Este título de Hijo de David es uno de los nombres que se dan en la Biblia al Mesías.

(4) “En el cielo”. Aquí, la palabra “cielo” es lo mismo que “Dios”. Por lo tanto, la frase “¡Hosanna en el cielo!” significa-ría algo así como ¡Viva Dios!

(26)
(27)

MEDITACIÓN 1

“Mira a tu rey humilde”

DIOS ME HABLA

Esto ocurió para que se cumpliera lo que dijo el profeta: -“Mira a tu Rey que viene a ti, humilde, montado en un borrico”

(Mateo 21, 4-5)

REFLEXIONO

Al leer las frases de DIOS ME HABLA, habrás advertido dos cosas:

-Por una parte, Jesús quiso aquel día entrar en Jerusalén como verdadero Rey. Por eso quiso ser aclamado por el pueblo, aceptó que diesen vivas en su honor, que la gente echara sus mantos como una alfombra por donde él pasaba…

-Por otra parte, Jesús se presentó lleno de humildad, pobreza y sencillez, montado en un pacífico burro, animal que servía de cabalgadura para personas sencillas y humildes.

Estos son los hechos que narra el Evangelio. Al reflexionar sobre ello, descubrimos un claro significado: Jesús es verdadero Rey y Señor de todas las cosas, pero es Rey y Señor humilde, lleno de pobreza, sencillez y paz. Sí, Jesús es el Rey y Señor de todo cuanto existe, de todo ab-solutamente. En la Biblia nos lo dice el Espíritu Santo con claridad:

“Jesús es el primero de todas las criaturas…, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: las del cielo y las de la tierra… Todo fue creado por él y para él” (Carta de San Pablo a los Colosenses, capítulo 1, versículos 15-16). Ya ves que todo es de Jesús y por eso es Rey y Señor del

univer-so.

Pero Jesús no es Rey de fuerza, ni de armas, ni ejércitos, ni políticas, ni nada de eso, sino Rey de paz, de amor y de humildad. Es Rey de los corazones que aman a Dios y a los hombres. Por eso, los que quieran seguir al Rey Jesús han de ser como él: sencillos, buenos, pacíficos, sacrificados, humildes, serviciales… Si somos así, nos parecemos a nuestro Rey Jesús y reina-remos con él en el cielo.

¿Eres tú así? ¿Es Jesús tu verdadero Rey y Señor? ¿Es él quien manda en tu corazón, en tus estudios, en tu trato con los demás…, o son otros deseos los que dominan tu vida? Piénsalo un poco.

RESPONDO A DIOS

Ponte ahora en la presencia de Dios, procurando olvidarte de todo lo demás… Él está en ti y te ha hablado en el Evangelio.

El cuerpo en postura correcta, con sencillez. Cuando hayas centrado bien tu atención en Dios, le ha-blas sinceramente de lo que hayas pensado, o de otras cosas que hoy quieras decirle. También esta oración puede ayudarte a hablar con él:

Yo te alabo, Padre del cielo, y te doy gracias porque has querido reinar en el mundo por medio de tu Santo Hijo Jesucristo. ¡Venga a nosotros tu Reino!

Ven a nosotros, Señor Jesús, Rey del cielo de la tierra, Rey de nuestros cora-zones. Reina en este mundo, tráenos tu paz, tu alegría, tu humildad y tu amor.

Yo quiero entregarme del todo a ti. Tómame para tu servicio. Ayúdame a obe-decerte, a quererte sobre todas las cosas. Yo deseo sinceramente ser humilde co-mo tú, ser sencill@ y sacrificad@ coco-mo tú.

Señor que todo lo puedes, pon en el corazón de los cristianos estos mismos de-seos que me das a mí.

Te pido que el mundo entero te acepte como Rey y así vivamos como quiere el Padre y hagamos el mundo justo y feliz que tú, Rey nuestro, deseas para todos.

También puedes rezar algo a María para que ella te consiga de Jesús la gracia de ser siempre fiel a su voluntad, como ella lo fue siempre.

(28)

MEDITACIÓN 2

Para ser sacrificado en el altar de la cruz

DIOS ME HABLA

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

(Mateo 21, 9)

REFLEXIONO

Aquel día, Jesús entró en Jerusalén como Rey ¡y cinco días más tarde murió sacrificado por nosotros en la cruz! Pero ¿qué es esto? ¿Qué significado tiene?

Verás: estaba mandado a los judíos en la Biblia (Libro del Éxodo, capítulo 12, versículos 3 al 6) que, unos días antes de sacrificar el corderito de Pascua, lo llevasen ya a sus casas.

Pues mira: aquel corderito era imagen de Jesús. Jesús es el verdadero “Cordero de Dios” que va a ser sacrificado en la cruz para salvarnos y por eso quiere ser llevado ya a Jerusalén unos días antes, como el corderito de los judíos.

Entró el Señor en Jerusalén con gran fiesta, como para decirnos que, por salvarnos a noso-tros, ¡iba a la cruz con el corazón lleno de alegría! El mismo Señor Jesús había anunciado varias veces que tenía que ser sacrificado y que luego resucitaría. Se ve que el Señor llevaba siempre este gran deseo dentro de su corazón..

Más aún, podemos decir, por lo que ponen los Evangelios, que toda la vida de Jesús, ya desde su nacimiento, fue como un camino hacia el gran sacrificio de la cruz y su maravillosa resurrección.

Esto nos hace sentir un poco más el gran amor que nos tiene el Señor. Debes pensarlo des-pacio, dejarte llenar de amor a él y agradecérselo sinceramente.

Si él te quiere tanto, si vivió por ti, se dejó matar para salvarte, si resucitó para darte vida eterna y feliz, ¿qué vas a hacer tú por él?

RESPONDO A DIOS

Ante esta última pregunta que has leído al final de la reflexión, tienes que responder a Dios y decirle lo que quieres hacer por Jesús…

Puesto en la presencia de Dios, háblale con sencillez y cariño. También puedes decirle algo de esto:

Señor Jesús, cuando pienso en todo lo que tú me quieres, en lo que te has sacri-ficado por mí, en todo lo que me has dado y deseas darme, en tanto amor que hay en tu corazón, siento alegría por dentro y mucho agradecimiento a ti.

Pero también siento algo de pena porque no puedo corresponder a tanto amor, porque aún no te quiero como debería quererte y porque me parece que me sacrifi-co posacrifi-co por ti y por los demás.

Dame la fuerza de tu Espíritu, la que llena tu corazón y concédeme la alegría de poderte querer mucho, de entregarte mi vida entera.

Como no puedo darte más, te ofrezco mis estudios y también mis juegos, las alegrías y los sufrimientos que tenga en mi vida. Todo lo haré lo mejor posible por ti. También te voy a querer en las demás personas.

Te pido además, Señor, que, ya que te sacrificaste por todos los hombres, trai-gas a todos a tu corazón y que no haya nadie que se aparte de ti.

¡Señor Jesús, Cordero de Dios, sacrificado por nosotros, sálvanos a todos y llé-vanos al Padre! Así sea.

(29)

-

36-

Tiene tres meditaciones sacadas del Evangelio de San Juan, capítulo 13, versículos 1 al 15. Este Evangelio dice así:

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora

de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en

el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en

sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita

el manto y, tomando una toalla, se la ciñe. Luego echa agua en la jofaina

(1)

y

se pone a lavar los pies a sus discípulos, secándoselos con la toalla que se

había ceñido.

Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:

-Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?

Jesús le contestó:

-Lo que hago no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.

Pedro le dijo:

-No me lavarás los pies jamás.

Jesús le contestó:

-Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.

Simón Pedro le dijo:

-Señor, entonces no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

Jesús le contestó:

-Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo

él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque

sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo “no todos estáis limpios”).

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y

les dijo:

-¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el

Maestro y el Señor y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el

Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a

otros

(2)

. Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros,

voso-tros también lo hagáis.

(1) “Jofaina” o palangana, es un recipiente ancho y no muy profundo.

(2) Lavar los pies. Era costumbre que los criados o los esclavos lavasen los pies de los invitados cuando estos entra-ban en la casa del amo. Lo pedía la educación de entonces y era una verdadera necesidad, porque los caminos eran de tierra, llenos de polvo y ellos solían caminar en sandalias.

(30)
(31)

MEDITACIÓN 1

Como un esclavo

DIOS ME HABLA

Luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a sus discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

(Juan 13, 5)

REFLEXIONO

Cuando vemos a Jesús puesto de rodillas ante sus discípulos (también ante Judas el traidor) para lavarles los pies como un esclavo, sentimos con mayor profundidad la gran humildad del Señor y su amor por nosotros. Sí, eso es lo primero que vemos en Jesús lavando los pies a sus discípulos: humildad y amor.

Humildad: porque siendo Dios, se hizo esclavo y servidor nuestro, se hizo hombre como

nosotros y nos entregó todo su ser. Por nosotros sufrió toda clase de penalidades y llegó hasta a dar su vida por salvarnos. Mira lo que dice San Pablo: “Jesús, aunque era Dios, se despojó de su categoría divina y se hizo como un esclavo, haciéndose uno de tantos. Así, presentándose como un simple hombre, se abajó, obedeciendo hasta la muerte y muerte en cruz” (Carta a los Filipenses, capítulo 2, versículos 6 al 8).

Amor: porque todo lo hizo impulsado por su gran deseo de nuestro bien, de que seamos

me-jores y vayamos al cielo. Lo hizo porque nos quiere. No hay amor más grande que dar la vida por el amigo.

Todo esto lo comprendieron muy bien los discípulos y se quedaron impresionados al ver al Hijo de Dios a sus pies, haciendo con ellos el oficio de esclavo.

Ahora, puedes ponerte tú también (con la imaginación) ante Jesús, como si fueras uno de aquellos discípulos a quienes lavó los pies y procura comprender y sentir toda la humildad y el amor que él te tiene…

RESPONDO A DIOS

Ponte de rodillas y juntas las manos para dar las gracias y adorar a Jesús en lo más profundo de tu corazón…

Cuando hayas terminado, puedes decirle lo que sientes, sabiendo que él te escucha, porque ve tus pensamientos. Tal vez puedan servirte algunas de estas frases:

Jesús, mi Señor, al verte de rodillas ante los discípulos, deseo adorarte porque eres el Hijo Santo de Dios y, siendo Dios, te hiciste hombre como nosotros para salvarnos.

Te doy las gracias por ello y por todo lo que has hecho y sigues haciendo por nosotros..

Te pido con todo mi corazón que los hombres del mundo te conozcan, que se den cuenta de lo que eres tú para ellos, que acepten tus enseñanzas y las cumplan. En-tonces seremos como Dios quiere y así el mundo será mejor, que es lo que tú quie-res para nuestro bien.

¡Gracias, Jesús!

(32)

MEDITACIÓN 2

Lavó nuestros pecados con su sangre

DIOS ME HABLA

Llegó (Jesús) a Simón Pedro y éste le dijo: -Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?

Jesús le contestó: -Lo que hago no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: -No me lavarás los pies jamás.

Jesús le contestó: -Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.

(Juan 13, 6-8)

REFLEXIONO

No entendía bien Pedro lo que iba a hacer Jesús. Creo que yo tampoco lo hubiera entendido si llego a estar allí… ¿No te parece? ¡Ver a Jesús ponerse de rodillas ante mí para lavarme los pies como si fuese mi esclavo! Pedro no quería permitirlo, claro. ¿Cómo iba a consentir que el Señor, el Hijo de Dios, le lavara los pies a él que era un hombre pecador como los demás? Tal vez creyó al principio que aquello no era más que un profundo acto de humildad del Señor… Pero cuando Jesús le dijo aquellas palabras: “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo”, entonces seguramente comprendió que allí había algo muy importante y misterioso. Y así era en realidad, como más tarde lo comprendió.

Vamos a pensarlo también nosotros. Aquella acción que hacía Jesús de lavarles los pies sig-nificaba que todos los hombres del mundo necesitamos que Jesús limpie nuestros pecados con

su sangre y que nadie puede salvarse sin el sacrificio de Jesucristo nuestro Señor. Por eso, el

que no acepte ser así “lavado” por Jesús, no puede ser su amigo, ni tiene nada que ver con él, como le dijo a Pedro.

Cuando vemos al Señor de rodillas a los pies de sus discípulos para lavárselos, comprende-mos que esto no es una acción cualquiera, sino que significa todo lo que Jesús ha hecho y sigue

haciendo siempre por nosotros: ser nuestro servidor, nuestro redentor, el que nos salva con su

sacrificio y su resurrección y que por lo tanto, no hay salvación posible fuera de Jesús.

Es importante que pienses un rato en estas verdades tan profundas, para que vayas cono-ciendo aún mejor a Jesucristo y tu corazón se una a él; para que aumente mucho en ti el amor hacia nuestro Señor y estés dispuest@ a decirle siempre “sí” en cada momento de tu vida.

RESPONDO A DIOS

Sentad@, o en la postura que mejor te vaya, procura sentir la mirada bondadosa de Jesús sobre ti… Haz oración de FE y AGRADECIMIENTO al Señor, creyendo en sus palabras y dándole gracias por lo que ha hecho por ti y por todos. También puede ser oración de ENTREGA a él.

Sí, Señor, yo creo en ti. Creo que, sin tu sacrificio, no puedo ser buen@, ni pue-do ser hij@ de Dios, ni salvarme. ¡Lávame con tu sangre preciosa!

Purifica al mundo de sus maldades, porque sólo en ti está nuestra salvación y el bien de toda la humanidad.

También quiero darte las gracias por tu gran Sacrificio de la cruz, por tu resu-rrección y por todo lo que has hecho y sigues haciendo por nosotros.

Yo quiero ser tu amig@, porque eres el Hijo de Dios, el más digno de ser queri-do, el Amigo más sacrificado. Deseo corresponder a tu bondad haciendo lo que a ti te guste, sacrificándome por ti, como tú te sacrificaste por mí y queriéndote mu-cho en todo lo que haga y en todas las personas con las que trate.

Ayúdanos a todos a creer en ti y decir “sí” a tu voluntad, para que vivamos como hermanos tuyos y de todos. Amén.

(33)

MEDITACIÓN 3

Haced vosotros lo mismo

DIOS ME HABLA

Cuando Jesús acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: -¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Se-ñor y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el SeSe-ñor, os he lavado los pies, tam-bién vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

(Juan 13, 12-15)

REFLEXIONO

Con las palabras del Evangelio que acabas de leer en DIOS ME HABLA, Jesús nos invita a los cristianos a hacer lo que él hizo: servir a los demás con amor y humildad; ponernos al servi-cio de los otros, sean quienes sean. Los cristianos tenemos que ponernos a disposición de todos, aun de aquellos que no nos parecen buenos, aun de aquellos que nos hayan hecho algún mal o no nos caigan bien (ya ves que Jesús lavó los pies de Judas el traidor). Esto es lo que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo lavando los pies a sus discípulos.

Reflexionando sobre este mandato del Señor, podríamos decir que la vida de un cristiano

tiene que ser un servicio a los demás. Los discípulos de Jesús no podemos ser egoístas, ni decir

“a mí qué me importan los problemas de los demás”. Es necesario que sirvamos al Señor en todos los demás seres humanos.

Pero además, debemos hacerlo con verdadero amor y humildad, como lo hizo Jesús. Es ne-cesario que sintamos de veras que ésta es nuestra obligación y nos tengamos siempre por servi-dores de los demás.

Si estás un rato viendo con la imaginación a Jesús lavando los pies a sus discípulos, sentirás tú también la necesidad de ponerte a disposición de los demás, ayudar a quien lo necesite, ale-grar a todos y poner tus cualidades al servicio de los demás, sin importarte que sean menos que tú, o que no te caigan bien.

Mira si en casa, en el colegio, en el grupo de amigos y amigas, puedes hacer algo por los demás. Si lo piensas despacio, seguramente descubrirás que son muchas las cosas en que puedes ser útil a otros. Pues hazlo con sencillez y alegría, como quiere Jesús que sea nuestro servicio a los demás. Esto será muy agradable a nuestro Señor y él te lo premiará.

RESPONDO A DIOS

Puest@ en postura correcta, concentra la atención pensando que estás en la presencia de Dios, o que Jesús está dentro de ti…

Cuéntale luego lo que has pensado hacer por los demás y pídele fuerza para cumplirlo. Si quieres, también puedes decirle esto:

Señor Jesús, tú has hecho tanto por mí y por todos los hombres y mujeres, ni-ñas y niños del mundo, que no sé cómo agradecértelo. Por tu nacimiento pobre y humilde en Belén, por tu vida santa, por tus enseñanzas y tus ejemplos llenos de luz, por tu gran sacrificio de la cruz y por tu resurrección y por todo lo que nos quieres, ¡gracias, Señor!

Yo quiero parecerme a ti sirviendo a los demás con cariño y humildad. Quiero ser servicial y bueno con todos como tú lo eres conmigo. Pero tú me conoces, Se-ñor, y sabes lo que me cuesta vencer mi egoísmo. Por eso te pido que me ayudes.

Te pido esto mismo también para mis hermanos los cristianos y aun para todas las personas del mundo. Así sea.

Sería estupendo que todas las noches, antes de dormirte, eches un vistazo al día que has terminado y te fijes especialmente en lo que has hecho por los demás.

(34)

Tiene cinco meditaciones sacadas del Evangelio de San Lucas, capítulo 22, versículos 14 al 16 y 19 al 20. Este Evangelio dice así:

Llegada la hora, Jesús se sentó con sus discípulos y les dijo:

-He deseado enormemente comer esta comida pascual

(1)

con vosotros

antes de padecer, porque os digo que ya no volveré a comer hasta que se

cumpla el Reino de Dios.

Y, tomando pan, pronunció la Acción de Gracias

(2)

, lo partió y se lo dio,

diciendo:

-Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria

mía.

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:

-Esta copa es la Nueva Alianza

(3)

sellada con mi sangre, que se derrama

por vosotros.

(1) “Comida pascual”. Los israelitas celebraban todos los años el recuerdo de la salida de sus antepasados de Egipto (en tiempos de Moisés). Lo celebraban de una manera muy solemne, principalmente con dos cosas: 1) ofreciendo a Dios en el Templo de Jerusalén, como sacrificio, parte de un corderito blanco, de un año. 2) Comiendo el resto del corderito, toda la familia junta. Esta comida la hacían al atardecer y era, además de una cena de fiesta, una ceremonia religiosa, en la que se recitaban oraciones, se cantaban salmos de la Biblia y hasta se daba una espe-cie de catequesis sobre los favores que Dios había hecho a sus antepasados. Esta cena recibía el nombre de “comida pascual”.

(2) ”La Acción de Gracias”. Era una de las oraciones que recitaban durante la comida pascual. Los primeros cristia-nos dieron este mismo nombre a la celebración de la Eucaristía (la Misa), especialmente a la oración que reza el sacerdote, la que nosotros llamamos “Plegaria Eucarística”.

(3) “La Nueva Alianza”. Después de salir de Egipto, al pie del monte Sinaí, los antiguos israelitas habían hecho un Alianza (o pacto) con Dios: ellos se comprometían a cumplir los Mandamientos que Dios les había dado por medio de Moisés y Dios los tomaba como Pueblo suyo. Sellaron la Alianza con sangre de los animales ofrecidos en sa-crificio a Dios.

Jesús hace ahora una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, sellándola con su propia sangre, la que iba a derramar en la cruz al día siguiente. Por eso, la Misa es la renovación de esa Alianza y de la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección.

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MEDITACIÓN 1

El sacramento de nuestra fe

DIOS ME HABLA

Y tomando pan, pronunció la Acción de Gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: -Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.

(Lucas 22, 19)

REFLEXIONO

Lo que hizo el Señor en la cena de despedida: convertir el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre, es un misterio que el entendimiento humano no puede llegar a comprender. Solamente la fe nos hace creer en él. Creemos en Jesús y en sus palabras, porque sabemos que él lo puede todo y siempre nos dice la verdad. Creemos que convirtió el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre y lo creemos porque él lo dijo. Esta fe en Jesús nos la da Dios y es señal de que el Espíri-tu Santo vive en nosotros.

Cuando recibimos la Comunión, nuestros ojos nos aseguran que aquello es pan y vino. Lo mismo nos dicen los demás sentidos: el olfato, el gusto, el tacto… Pero por la fe sabemos y creemos que es Jesucristo nuestro Señor, el mismo que vivió, murió y resucitó para salvarnos: Jesucristo todo entero, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.

Este acto de fe es muy agradable a Dios, porque ve que nos fiamos de él y de sus palabras más que de nuestros propios sentidos. Es también de mucho mérito para nosotros y una gran seguridad de nuestra salvación.

Debemos pedir mucho a Dios esta fe y no sólo para nosotros, sino también para todos los cristianos y aun para todos los hombres del mundo.

Por la gracia de Dios, tú ya tienes esta fe. Agradéceselo a él y pídele que te la aumente aún más.

RESPONDO A DIOS

Tu oración de hoy puede ser de FE y AGRADECIMIENTO: fe en la Eucaristía y agradecimiento a Dios que te la da.

Como siempre, te pones en la postura que más favorezca tu oración… Procura sentir la presencia de Dios, que te mira con mucho cariño…

Sí, Jesús, yo creo en ti, creo en tus palabras, creo en tu poder y creo en tu gran amor por nosotros.

Y por eso, creo sinceramente que eres tú quien está en el sacramento de la Eu-caristía. Creo que, después de la Consagración, en la Misa, ya no hay pan ni vino, sino tu cuerpo y tu sangre. Lo creo porque tú lo has dicho, aunque mis ojos no lo puedan ver así.

Creo que, cuando recibo la Comunión, es a ti a quien recibo, bajo las apariencias de pan. Y creo que nos has dado este maravilloso sacramento por el gran amor que nos tienes y por el deseo de que vivamos como hermanos y tengamos vida eterna contigo en el cielo.

Te doy gracias por esta fe que me has dado y te pido que se la des también a todos tus hijos los cristianos y a todos los hombres y mujeres, niñas y niños del mundo, para que así seamos de verdad una sola familia y podamos gozar del premio del cielo para siempre. Así sea.

Referencias

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