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LAS RAZONES POR LAS CUALES GUARDO LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS

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LAS RAZONES POR

LAS CUALES GUARDO

LA FIESTA DE

LOS TABERNÁCULOS

por Raymond F. McNair

UANTOS de los que profesan ser Cristianos han siquiera oído mencionar la Fiesta de los Tabernáculos?

Pocos en él «cristianismo» actual saben que Cristo, sus apóstoles y la Iglesia de Dios neotestamentaria observaban la Fiesta de los Tabernáculos. Entonces, ¿por qué es que Ios que profesan ser cristianos no siguen el ejemplo de Cristo y celebran este festival y las otras fiestas de Dios en vez de los festivales de este presente mundo perverso — muchos de los cuales se originaron con el paganismo de la antigüedad?

¿Qué son las fiestas de Dios?

Notemos las instrucciones de Dios a Moisés:

«Habló el Eterno a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes del Eterno, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas» (Levítico 23:1-2).

Fíjese en que estas instrucciones procedieron de Dios mismo. Él, al referirse a la Pascua, los Días de los Panes sin Levadura, la Fiestas de las Semanas o Pentecostés, y la Fiesta de los Tabernáculos, las llamó «las fiestas solemnes del Eterno». «Estas serán mis fiestas solemnes», declara el gran Dios.

Entonces, ¿por qué la abrumadora mayoría de los ministros de la actualidad se atreven a enseñar que estos festivales ordenados por Dios son meramente «las fiestas de los israelitas» o se burlan de ellas y las llaman observancias judías?

En este mismo capítulo 23 de Levítico, Dios claramente ordenó a su pueblo que observara el Sábado semanal, como también todas sus fiestas anuales. En tres versículos Él manda que estas «fiestas solemnes del Eterno» sean observadas como «estatuto perpetuo» (versículos 21, 31, 41). La palabra hebrea

olam, traducida perpetuo en las traducciones al español, significa «Eterno».

La Fiesta de los Tabernáculos.

«Y habló el Eterno a Moisés, diciendo:... A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los Tabernáculos al Eterno por siete días. El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis... el octavo

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día tendréis santa convocación, ... es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis» (versículos 33-36).

Porque Dios mandó que se ofreciera «ofrenda encendida al Eterno» por «siete días» (versículo 36), algunas personas han llegado a la conclusión de que ya no es obligatorio celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, puesto que los sacrificios de animales pasaron a ser innecesarios durante esta era neo-testamentaria.

Pero tal razonamiento no es lógico. Los sacrificios de animales fueron ofre-cidos todos Ios días de la semana (Números 28:3-4), no únicamente durante la Fiesta de los Tabernáculos. Es cierto que Jesucristo fue sacrificado y llegó a ser el sustituto del cordero pascual para el cristiano (1 Corintios 5:7), terminando así con la necesidad de los sacrificios de animales. Pero el sacrificio de Cristo no abolió los Días Santos anuales de Dios. El sacrificio de Cristo no implicó que Ios seguidores de Dios ya no tenían la obligación de observar los Sábados semanales o anuales de Dios.

¿En qué mes del calendario sagrado de Dios se tenía que celebrar la Fiesta de los Tabernáculos? «También a los quince días del mes séptimo [que puede corresponder a los mes de septiembre y/o octubre] tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis, y celebraréis fiesta solemne al Eterno por siete días» (Números 29:12).

La Fiesta de los Tabernáculos siempre fue observada después de la gran siega otoñal: «La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tú era y de tu lagar. Y te alegrarás en tus fiestas solemnes, tu, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita [los ministros de Dios], el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones» (Deuteronomio 16:13-14).

Aunque esta Fiesta tenía un propósito serio, también fue señalada como tiempo de gran regocijo ante el Eterno.

«Siete días celebrarás fiesta solemne al Eterno tu Dios en el lugar que el Eterno escogiere; porque te habrá bendecido el Eterno tu Dios en todos tus frutos y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre» (versículo 15).

Durante la Fiesta de los Tabernáculos, el pueblo de Dios había de disfrutar de toda clase de manjares y bebidas agradables que les ayudarían a deleitarse (Deuteronomio 14:22-29).

Además, en estas convocaciones mandadas por Dios, Él ordenó a su pueblo que hicieran ofrendas en muestra de gratitud al dador de todos los dones.

«Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante del Eterno tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas [Pentecostés], y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante del Eterno con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que el Eterno tu Dios te hubiere dado» (Deuteronomio 16:16-17).

Si todos los varones se congregaban ante Dios para celebrar sus fiestas, ¿acaso no presentaba esto un gran peligro para la nación? Notemos la promesa tan significativa que les hizo Dios: «También celebrarás ... la fiesta de la cosecha a la salida del año. Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante del Eterno el Señor, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia,

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y ensancharé tu territorio, y ninguno codiciará tu tierra, [queriendo invadirla], cuando subas para presentarte delante del Eterno tu Dios tres veces en el año» (Exodo 34:22-24).

Cuando los israelitas fielmente obedecían a Dios y observaban los festiva-les que Él mandaba que se celebraran, Dios los bendecía y prosperaba, además de protegerlos de invasiones extranjeras. Sin embargo, Israel no continuó observando los festivales de Dios y Él permitió que las naciones gentiles destruyeran a los israelitas y se los llevaran cautivos a otros países (Ezequiel 20:12-24).

Las diez tribus rebeldes de Israel (el reino del norte) fueron llevadas a Asiria alrededor de 721 A.C. Nunca regresaron a su patria en Palestina. Los judíos (del reino de Judá), después de su cautiverio de 70 años, finalmente volvieron a establecerse en la Tierra Prometida.

Dándose cuenta de que sus padres habían sido llevados cautivos porque no habían observado las fiestas de Dios, los judíos que regresaron decidieron celebrar los festivales de Dios diligentemente.

«Y Nehemías... y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es [el primer día de la Fiesta de los Tabernáculos] al Eterno nuestro Dios... Id, comed grosuras, bebed vino dulce... y no os entristezcáis. Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría... » (Nehemías 8:9-12).

El pueblo de Israel, inclusive los judíos, no había celebrado la Fiesta de los Tabernáculos desde los tiempos de Josué, poco después de entrar en la Tierra Prometida (versículo 17). Pero, desde el tiempo de Esdras y Nehemías en adelante, los judíos observaron los Sábados anuales, inclusive la Fiesta de los Tabernáculos.

Cristo celebró este Festival.

Los judíos perseveraron en la observancia de las Fiestas Santas de Dios por los siguientes 500 años, hasta los tiempos de Cristo. Jesús también celebró los festivales de Dios, entre ellos la Fiesta de las Cabañas.

«Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos» (Juan 7:2). Poco antes de que comenzara la Fiesta, Cristo les dijo a sus hermanos que observaran el Festival: «Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta... Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. Y le buscaban los judíos en la fiesta... Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba» (versículos 8-14).

¿Permaneció Jesucristo en Jerusalén durante toda la Fiesta? ¡Claro que sí! «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (versículos 37-38).

Sí, Jesucristo celebró la Fiesta de los Tabernáculos con los judíos, como también observó las otras fiestas santas con ellos. Y, al hacerlo, nos dejó ejemplo para que siguiéramos sus pisadas (1 Pedro 2:21).

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Los apóstoles observaban las Fiestas Santas de Dios.

El libro de Hechos claramente revela que los apóstoles de Cristo continua-ron celebrando las fiestas del Eterno después que se estableció la Iglesia de Dios neotestamentaria en 31 E.C.. Como ejemplo, en el capítulo 2 de Hechos se menciona la celebración de Pentecostés, y en el capítulo 12, versículos 3 y 9, la observancia de los Días de Panes sin Levadura.

¿Pero acaso Pablo, el apóstol a los gentiles, también celebró las fiestas de Dios?

Fue Pablo quien observó la Fiesta de Pentecostés, un Sábado anual mencionado en Hechos 16:13 y 20:16. Pablo y sus compañeros también celebraron los Días de Panes sin Levadura (Hechos 20:6), y observaron el Día de Expiación («el ayuno») mencionado en Hechos 27:9.

¿Pero acaso cumplió Pablo la Fiesta de los Tabernáculos? ¡Definitivamente que sí!

Pablo viajó alrededor del año 50 E.C. desde Asia a Europa y comenzó a predicar el evangelio en Filipos en «un día de reposo» — el día de Pentecostés, conforme al inspirado texto griego (Hechos 16:13). Después de pasar unas cuantas semanas en Filipos (versículo 12), Tesalónica (Hechos 17:1), Berea (versículo 10) y Atenas (versículo 15), Pablo fue a Corinto en las postrimerías del verano de 50 E.C. (Hechos 18:1). Pasó varios Sábados enseñando en la sinagoga (versículo 4), y continuó conduciendo reuniones en la casa de Justo (versículo 7) por «un año y seis meses» (versículo 11). Esto nos sitúa en algún tiempo durante la primavera de 52 E.C. Después que un tumulto en Corinto había sido controlado, Pablo se detuvo «aún muchos días allí, [y] después se despidió de los hermanos y navegó a Siria» (versículo 18). Para entonces, ya había comenzado el verano de 52 E.C., que significa que las fiestas de los Panes sin Levadura y Pentecostés ya habían pasado. El festival otoñal de la Fiesta de los Tabernáculos se acercaba.

«Y llegó [Pablo] a Efeso... y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, los cuales le rogaron que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta [de los Tabernáculos] que viene... » (versículos 19-21). Nótese que sentía la obligación de guardar la Fiesta de las Cabañas en Jerusalén.

Puesto que Pablo guardaba los festivales que Dios mandó que sé observa-ran, inclusive la Fiesta de los Tabernáculos, ¿por qué es que algunas personas se empeñan en afirmar que él enseñó que no era necesario que los cristianos gentiles observaran los Días Santos de Dios? ¡Nunca lo hizo!

«Guardáis los días».

Hay algunos individuos que no han entendido y hasta han torcido el signi-ficado de la declaración de Pablo en Gálatas 9:10: «Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años». ¿Acaso dice Pablo aquí que no es necesario observar los Días Santos de Dios?

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Recuerde que Pablo se dirigía a los Gálatas gentiles quienes nunca habían guardado los Días Santos de Dios. No obstante, sí habían observado (como lo hacían todas las naciones paganas) ciertos días, meses, tiempos y años. Es por esto que Pablo corregía a los Gálatas. «Me temo de vosotros que haya trabajado en vano con vosotros», dijo Pablo (versículo 11). «¿Cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?» (versículo 9). Pablo estaba censurando la tendencia de Ios Gálatas a aferrarse a sus pasadas observancias paganas.

Muchos también entienden mal el significado de la declaración de Pablo en Colosenses 2:16: «Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo». ¿Acaso abrogó Pablo el mandato de Dios de guardar sus fiestas?

Pablo dijo a los cristianos en Colosas que no permitieran que nadie los criti-cara porque celebraban los Días Santos de Dios o el Sábado. No dijo: «Que nadie observe días de fiesta, luna nueva o días de reposo».

Una mejor traducción de este versículo sería: «Nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días santos, luna nueva o los Sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; sino el cuerpo [la palabra es no se encuentra en el texto griego original] de Cristo».

En otras palabras, era la Iglesia («el cuerpo de Cristo») — no los que no forman parte de ella — que había de juzgar la manera en que los cristianos en Colosas observaban Ios días Santos y el Sábado semanal de Dios. Los Colosenses estaban en lo cierto al guardar los Días Santos de Dios a pesar de lo que dijeran los inconversos. Absolutamente nada se dice sobre no celebrar los Días Santos y el Sábado semanal de Dios.

¿Fiestas de quién?

Otro texto que frecuentemente es torcido para que implique que las fiestas de Dios no deben ser guardadas en la actualidad es Isaías 1:14: «Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas».

Hemos visto que a «las fiestas solemnes del Eterno», conforme se mencionan en la Biblia, Dios las llama «mis fiestas solemnes» (Levítico 23:2 — Versión Moderna). En Isaías, Dios condena las que Él llama «vuestras fiestas solemnes».

Por medio del profeta Isaías, Dios condenaba las muchas fiestas inventadas por los seres humanos que los judíos habían, por su propia cuenta, agregado a la lista de las que Dios les había dado.

¿Acaso hubiera Dios mandado que sus fiestas fueran guardadas como «estatuto perpetuo» para después cambiar de parecer y abolirlas?

Dios no anuló sus propias fiestas, sino que condenó el modo en que su pueblo las observaba, lo cual no le complacía, puesto que era «iniquidad» (Isaías 1:13).

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¿Por qué guardar estos días?

¿Entonces por qué guardo yo la Fiesta de Ios Tabernáculos?

Porque Dios llama a estos Días Santos «las fiestas solemnes del Eterno» y, manda que sean observadas como «estatuto perpetuo».

Celebro la Fiesta de los Tabernáculos porque Jesucristo así lo hizo, y les puso un ejemplo a todos los creyentes que habían de seguir sus pisadas.

Observo esta importante Fiesta porque así lo hizo la Iglesia de Dios neo-testamentaria, como se registra en el libro de Hechos.

Guardo las fiestas del Eterno porque Pablo, el apóstol a los gentiles, las observó y les mandó a los gentiles conversos que las cumplieran.

Guardo «la fiesta solemne del Eterno» porque la Palabra de Dios profetiza que todas las naciones observarán la Fiesta de los Tabernáculos en el pronto venidero Reino, o se acarrearán terribles consecuencias si no lo hacen (Zacarías 14:16-19).

Observo la Fiesta de las Cabañas porque representa la gran cosecha milenial de seres humanos en esta Tierra durante el maravilloso reinado utópico de Jesucristo por espacio de 1.000 años.

Guardo la Fiesta de Ios Tabernáculos porque por 30 años mi familia y yo hemos visto que es el tiempo más maravilloso y placentero de todo el año — un tiempo de deleitarse física y espiritualmente. Es distinta de la Navidad y otras llamadas fiestas cristianas del mundo, ya que durante la Fiesta de los Taber-náculos no se experimenta un sinnúmero de disputas, peleas, asesinatos, adulterios, borracheras, deudas y aflicciones de toda índole.

Observo la maravillosa Fiesta de los Tabernáculos de Dios porque es la temporada del año cuando los seguidores de Dios dejan atrás sus ansiedades diarias, sus preocupaciones materiales y los muchos enredos de este mundo diabólico, y disfrutan del compañerismo fraternal con personas de igual parecer durante una feliz y gloriosa semana.

Celebrando la Fiesta de los Tabernáculos (como muchos miles de los seguidores de Dios) tengo la oportunidad de rejuvenecerme tanto espiritual como físicamente. Por toda una semana, mi familia y yo podemos disfrutar de los mejores alimentos y bebidas y de la mejor calidad de compañerismo fraternal. Dicha semana festiva es un tiempo de gran regocijo, mezclado con meditaciones profundas sobre el camino de Dios, su Palabra y su gran plan maestro para toda la humanidad.

¿Por qué guardo la Fiesta de los Tabernáculos? Porque amo a Dios; temo a ese gran Ser espiritual y deseo complacerlo guardando «sus mandamientos» y haciendo las cosas que son agradables frente de él» (1 Juan 3:22).

¡Y me agrada ser pionero! ¿Acaso no es mucho mejor guardar voluntaria-mente la Fiesta de los Tabernáculos ahora, que ser forzado a hacerlo en el futuro?

Cuando el mundo guarde esta Fiesta.

La profecía bíblica revela que el mundo nunca disfrutará de salud, felicidad, paz y prosperidad universal hasta que el gobierno de Dios sea restaurado en esta Tierra. Cuándo ese gobierno sea restablecido, ¿continuará la humanidad

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observando los actuales festivales paganos de este mundo, o guardará las Fiestas de Dios?

«Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusa-lén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos» (Zacarías 14:16).

¿Qué sucederá si algunas naciones deciden que no quieren observar la Fiesta de los Tabernáculos?

«Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia» (versículo 17).

Si una nación rehúsa observar esta importante Fiesta y Dios manda una grave sequía a ese país, ¿qué le sucederá a dicha nación si sigue negándose a observarla?

«Y si la familia de Egipto no subiese y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que el Eterno herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos» (versículo 18).

¿Será Dios imparcial en sus juicios sobre Egipto o cualquier nación que rehúse celebrar la Fiesta de los Tabernáculos?

«Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos» (versículo 19).

En la actualidad miles de seguidores de Dios se reúnen anualmente con el fin de observar la Fiesta de las Cabañas — la convocación más grande sobre la faz de la Tierra. Es verdaderamente un tiempo de deleite físico y espiritual — días para alegrarse sanamente en diversiones y compañerismo cristiano. ¡Es una semana en la cual se experimenta un poco de lo que será el pronto venidero Reino de Dios! I.D.D. Chile

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