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ESPECIAL NOVELA NEGRA

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Academic year: 2021

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ENTREVISTAS EXCLUSIVAS

John Banville/Benjamin Black

Carlos Zanón

50 IMPRESCINDIBLES DE

LA NOVELA NEGRA

La selección de

L Librerías Independientes

NOVEDADES

Los nuevos títulos de

un género en boga

ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO

Juan Madrid

Leonardo Padura

César Pérez Gellida

Marta Sanz

Rosa Ribas

Ben Pastor

Ofelia Grande de Andrés

Pere Sureda

ESPECIAL NOVELA NEGRA

www.libreriasl.com

más

L

y

REV

IS

JUNIO 2014 JAIME MARTÍNEZ

(2)

Cosecha negra

E

rase una vez, en Francia, una colección de libros que venían de los bajos fondos y narraban los crímenes que por allí se cometían; esas historias no se tenían por alta creación, por títulos que pasarían a la historia. Sus porta-das eran del color del luto, demasiado vulgares, demasiado oscuras, para ennoblecer una biblioteca. Pero ese color, esa palabra, que identificaba la ‘Série Noire’ -y que previamente se había utilizado

en los Estados Unidos, en la colección ‘Black Mask’- se convirtió en la identidad de un género que triunfó en ese momento y que, tiempo después, se ha vuelto un fénix editorial.

El nombre se acuñó entonces pero la novela criminal ya existía. En los Estados Unidos, de donde procedían muchos de aquellos relatos publicados en Francia, se habían hecho maduros -empujados por la crisis del 29, la ley seca y el crimen organizado y desorganizado- un grupo de autores que traían las armas del periodismo y escribían libros en papel barato (‘pulp’) que recogían el mundo de la sordidez y el ham-pa. Relatos que bebían de una fuente próxima, aunque distante, del mundo creado por el bostoniano Edgar Allan Poe para su parisino C. Auguste Dupin.

Esos cronistas literarios no eran meros espejos de la realidad: en sus historias había -junto a la violencia, la noche y el humo- conciencia y crítica social. Dashiell Hammett (1894-1961) que había sido, entre otras cosas, guionista y detective, catapultó la novela barata al respeto de lectores y editores con su lenguaje directo y sus diálogos magistrales.

Raymond Chandler (1888-1959), que se había criado en el Reino Unido, regresó a su país dispuesto a describir la sociedad, y la sucie-dad, de la época. Con un estilo irónico y elegante, tras numerosos relatos dio a la imprenta y a la novela policiaca su gran legado: el personaje de Philip Marlowe.

Pero no todo quedaría en América. En Europa (tras los pioneros G. K. Chesterton (1874-1936), Agatha Christie (1890-1976) o el prolí-fico Georges Simenon (1903-1989), que habían creado personajes algo más humanos que el viejo Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle) nombres como Boris Vian (1920-1959) o Leonardo Sciascia (1921-1989), vinieron a colmar parte de la sed de denuncia social, muertos y ambiente canalla que se había agarrado al alma del lector. A España la letra negra llegó más tarde. Pero autores como Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), Juan Madrid o Jorge M. Reverte encontraron pronto seguidores. Esta tardanza, este llegar cuando otros ya había recorrido largos caminos, ha tenido su propia ven-ganza y ha traído, además de la incursión de escritores blancos en el género, una auténtica cosecha negra de nuevos narradores.

Una tendencia que se repite en toda Europa, de sur a norte, de las tierras de Andrea Camilleri –con su homenaje al autor de Asesinato

en el Comité Central- o Petros Márkaris a las de los nórdicos Henning

Mankell, Stieg Larsson o Åsa Larsson.

Multitud de autores para un sinfín de crímenes, de planteamientos, de protagonistas, de enfoques, de posibilidades y de decisiones lite-rarias. Innumerables etiquetas –negras- para el suspense, el enigma, la literatura criminal y la novela policiaca; en definitiva, archivos con bordes de niebla, conceptos que se aparean, como las pasiones y los personajes que pueblan un género de fronteras quebradas.

Pero con independencia de sus denominaciones y de su mestizaje, lo que hoy ya no se discute es que esos relatos que un día se im-primieron en papel barato han llegado a entrar en la cara palabra ‘Literatura’. Vicente Castedo

“Traían las

armas del

periodismo y

esCribían

libros en

papel baraTo”

(3)

3

Los

50

imprescindibles

A cada cual lo suyo Leonardo Sciascia TusqueTs ✬ EL TRANVíA Bella malicia Rebecca James el Aleph ediTores ✬ áLAMO Del asesinato considerado como una de las bellas artes

Thomas Quincey

AliAnzA

✬ SORIANO El poder del perro

Don Winslow liTerATurA rAndom house ✬ QUORUM ✬ MAchAdO LIbROS Huidas M.Vazquez Montalban plAneTA ✬ LAIE Todo  Sherlock Holmes Arthur Conan Doyle CÁTedrA ✬ PROTEO ✬ SORIANO ✬ QUORUM La playa de los ahogados Domingo Villar siruelA ✬ hOJAbLANcA ✬ PEdREIRA ✬ POPULAR Los hombres mojados no temen la lluvia Juan Madrid AliAnzA ✬ PIcASSO Demasiado para Gálvez Jorge M. Reverte BookeT ✬ EL TRANVíA Cabaret Pompeya Andreu Martin AlevosíA ✬ POPULAR El halcón maltés Dashiell Hammett AliAnzA ✬ LA LLOPA ✬ PROTEO ✬ ULISES ✬ UNIVERSITAS ✬ PIcASSO

El policía que ríe

Maj Sjöwall y Per Wahlöö rBA ✬ ULISES Muerte entre líneas Donna Leon seix BArrAl ✬ EL LIbRO TécNIcO

Un ciego con una pistola Chester Himes rBA ✬ 80 MUNdOS La señorita Smila Peter Hoeg TusqueTs ✬ TORO IbéRIcO El poder y la gloria Graham Greene edhAsA ✬ EL TRANVíA Adiós, muñeca Raymond Chandler deBolsillo ✬ LA LLOPA ✬ ULISES El caso Collini Ferdinand Von Schirach sAlAmAndrA ✬ hOJAbLANcA El cartero siempre llama dos veces James M. Cain rBA ✬ PEdREIRA Un acto de maldad  Elisabeth George roCA ediToriAl ✬ bORN LLIbRES Mystic River Dennis Lehane rBA ✬ PROTEO Un hombre sin aliento P. Kerr rBA ✬ EL PUERTO ✬ OJANGUREN

Los hombres que no amaban a las mujeres

Stieg Larsson desTino ✬ TAGOROR ✬ FábULA ✬ QUORUM ✬ ALI I TRUc A pleno sol (El talento de Mr. Ripley) Patricia Highsmith AnAgrAmA ✬ PIcASSO Agosto Rubem Fonseca rBA ✬ MAchAdO LIbROS Los amigos de Eddie Coyle George V. Higgins TusqueTs ✬ 80 MUNdOS El camino blanco John Connolly TusqueTs ✬ hOJAbLANcA El viento y la sangre M. A, West nAvonA ✬ LA LLOPA Nadie lo ha visto Mari Jungstedt mAevA ✬ SANTOS OchOA ✬ áLAMO Un mes con Montalbano Andrea Camilleri sAlAmAndrA ✬ dIAGONAL Pietr el letón Georges Simenon ACAnTilAdo ✬ PIcASSO El caso Birdman Mo Hyder siruelA ✬ MAchAdO LIbROS Asesinato en el Orient Express Agatha Christie rBA ✬ LA LLOPA 1280 Almas Jim Thompson rBA ✬ EL TRANVíA Cosecha roja Dashiel Hammett rBA ✬ FábULA ✬ SORIANO ✬ 80 MUNdOS ✬ hIPéRbOLE ✬ LLIbRERIA 22 El espía que surgió del frío

Jhon Le Carre deBolsillo ✬ LAIE Pan, educación, libertad Petros Márkaris TusqueTs ✬ bORN LLIbRES

Nadie quiere saber

Alicia Giménez Bartlett desTino ✬ ALI I TRUc La mujer de verde Arnaldur Indridason rBA ✬ RAYUELA

Los relatos del padre Brown G. K. Chesterton ACAnTilAdo ✬ LAIE El muñeco de nieve Jo Nesbo rBA ✬ LLIbRERIA 22

Asesinos sin rostro

Henning Mankell TusqueTs ✬ UNIVERSITAS A sangre fría Truman Capote AnAgrAmA ✬ PIcASSO ✬ LA LLOPA Cualquier otro día Dennis Lehane rBA ✬ MAchAdO LIbROS El largo adiós Raymond Chandler AliAnzA ✬ hIPéRbOLE Herejes Leonardo Padura TusqueTs ✬ hOJAbLANcA Se lo que estás pensando John Verdon roCA ediToriAl ✬ TORO IbéRIcO ✬ dIAGONAL La nieve estaba sucia Georges Simenon ACAnTilAdo ✬ dIAGONAL

Los mares del sur

Manuel Vázquez Montalbán plAneTA ✬ PIcASSO ✬ ULISES Extraños en un tren Patricia Highsmith AnAgrAmA ✬ QUORUM ✬ LAIE

Nuestros libreros recomiendan medio centenar de títulos de novela

ne-gra. Una variedad de autores y estilos para una variedad de lectores.

L-Librerías Independientes obsequiará con un libro exclusivo a quien

adquiera uno de los títulos incluidos en esta selección.

(4)

A

l contrario que Banville -ese au-tor obsesionado por las frases y el lenguaje-, Benja-min Black escribe, desde su or-denador, en primera persona. ¿Sabe si a alguno de esos escri-tores le gustaría, a veces, ser el otro?

Desde luego, Banville no quiere ser Black; y Black se reiría ante la idea de ser Banville, al que considera un pro-crastinador incorregible. Pero quiero recalcar que La rubia de ojos negros es solo el segundo libro de Black escrito en primera persona: todos los libros de Quirke están en tercera. Es cierto que Black escribe directamente en la pantalla y la tinta para él es algo lento, engorroso y complejo. Y, al contrario, Banville considera una joya su pluma y sus libros manuscritos.

Ninguna de esas dos versiones de mí debe interferir, nunca, en la otra: el re-sultado, en cualquiera de los dos casos, sería desastroso.

Comenzó a escribir los libros de Black cuando ya era un autor reconocido. ¿Por qué deseó ser otro u otra versión de usted?

No creo que quiera ser alguien diferente. En cual-quier caso, ¿dónde encuentro ese ‘yo’ que soy? No hay tal yo, sino un racimo de actitudes y reacciones. Añadiría que considero que esto es positivo, puesto que la vida sería insoportablemente aburrida si cada uno fuera, tan solo, una persona totalmente definida y sin capacidad de cambio, de adaptación o de im-provisación. Creo que lo que hace la vida interesante es, precisamente, la improvisación.

Ha dicho: “Chandler inventó una nueva clase de ficción, no solo una nueva clase de ficción criminal. Elevó el género al nivel de la literatura”. ¿Fue esta idea la que le hizo resucitar a Marlowe?

Devolví a Marlowe a la vida porque los herederos de Raymond Chandler me lo pidieron. O debería decir que preguntaron

a Benjamin Black si lo haría; y él es un pro-fesional que tiene el prurito de llevar a cabo cualquier encargo, si la tarea es interesante, entretenida o ambas

cosas y proporciona algún beneficio económico. En cualquier caso, admiro a Chandler sin fisuras – en otro caso no podría haber escrito La rubia de ojos

negros - y fue un placer, además de un reto, tratar de

escribir una novela de Philip Marlowe fiel al espíritu del maestro.

¿Fue muy difícil pasar de Quirke a Marlowe? No mucho. Marlowe es un personaje fascinante y asombrosamente rico, y a mí me fascinaba el intento de entrar en su mente y, sobre todo, en su corazón, puesto que Marlowe es mucho más sutil y emocio-nalmente complejo de lo que finge.

Antes de Chandler su primera inspiración fue Simenon. ¿Qué encuentra en sus libros? Simenon es uno de los grandes novelistas del siglo

XX. Admiro –mucho más que eso- los grandes resul-tados –literarios y psicológicos- que puede conseguir con un estilo ligero. Es un escritor muy distinto del ‘postromántico’ Chandler, pero ambos son magní-ficos en su propio estilo.

De Simenon, Black aprendió a intentar escribir de la forma más sencilla y directa posible. De Chandler, a relajarse y vivir.

¿Qué leen ahora Banville y Black?

Black ha descubierto a un escritor maravilloso al que nunca había leído, Pascal Garnier, de quien se han traducido al inglés algunas de sus numerosas novelas policiacas. De hecho, fue el hijo de Sime-non, John, quien me habló de él y me dijo que era el heredero directo del escritor. Banville está leyendo

The Republic: The Fight for Irish Independence,

de Charles Townsend, un gran libro muy bien escri-to, algo infrecuente en los libros históricos. Lo está leyendo para hacer una crítica pero lo habría leí-do, igualmente, por placer.

Suso Mourelo

Benjamin Black, la negra y

terrenal sombra de un autor

llamado Banville

Benjamin Black es el seudónimo de John Banville. En 2005 el autor obtuvo el Premio Booker con El mar. En 2011 recibió el prestigioso Premio Franz Kafka. Bajo el nombre de Benjamin Black ha publicado El lémur (2009) y la serie protagonizada por el doctor Quirke. La rubia de ojos negros, que rescata al mítico Philip Marlowe, es su último libro.

La rubia de ojos negros

bENJAMIN bLAck

Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como siempre cuando irrumpe en su despacho una nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegantemente vestida. Claire Cavendish, heredera de un emporio de perfumes, pretende que encuentre a un antiguo aman-te, Nico Peterson.

El reto aceptado por Banville/Black para resucitar a uno de los perso-najes míticos del género negro.

336 Págs. ALFAGUARA

19,50 €

“Fue un plaCer y un reTo esCribir

una novela de marlowe

Fiel al espíriTu de Chandler”

(5)

5

CUATRO AÑOS DESPUÉS SE CIERRA

EL CUARTETO DE ÖLAND

Mejor debut criminal sueco 2007

Mejor novela criminal sueca 2008

Premio Glass Key 2009

Premio CWA International Dagger

MÁS DE 50.000

EJEMPLARES VENDIDOS

Descubre

el booktrailer

(6)

Juan Madrid

Una carga

de crítica social

L

a “novela negra” es la novela política de la pos-modernidad, es decir la etapa histórica de ahora mismo. Es un término francés acuñado por el editor Galli-mard en 1946, cuando creó su “serie noire”, la primera colección editorial que convirtió una literatura condena-da al quiosco y a sub-lectores en otra literatura digna de tenerse en cuenta. El término hace referencia al carácter de denuncia social que siempre tuvo una determinada novela, aparente-mente de género, donde salían

ban-didos, asesinos, policías y gente de mal vivir, pero no solo eso. Había que descubrir al culpable, o no, pero siempre con una carga de crítica social. Fue, sobre todo en los textos de Dashiell Hammett, el que me mostró lo que se podía hacer utilizando los materiales que nos aportaba la literatura sobre el crimen. Hammett fue el primero, pero no el único, que usó la tecnología narrativa de la novela policíaca clásica para contar el mundo que él estaba viviendo con un sentido crítico y de denuncia. En el resto de los países se estable diferencia entre la novela policial “distinta” y la canóniga o “fetén”

En lo que a mí respecta me da igual cómo se llame. Yo sé lo que escribo y por qué escribo. Desde que publiqué mi primera novela en 1980, me planteé mostrar que el mundo que nos contaban en los periódicos, en la tv, en las escuelas y en las novelas, tenía que ver muy poco con el mundo real en que vivíamos. Entonces era periodista en activo y pronto me di cuenta de que se contaba solo lo que se quería contar. Descubrí que una serie de autores, Sciaza, Durremat, Hammett y otros, utilizaban el andamiaje de la novela policial, la que se encargaba de descubrir un crimen, para dotar a sus novelas de una carga crítica que, por otra parte, era inexistente en el resto de las novelas de género y en el resto de ellas. Utilizaban el crimen, el delito, pero con cargas de profundidad.

Empecé a escribir novelas negras en cuanto me di cuenta de que gracias a ellas podía contar lo que era imposible siendo periodista. No podía escribir que los grupos fascistas organizados y puestos a punto por la policía durante la transición, formaban parte del escalafón. La corrupción y el estrecho maridaje entre los financieros y políticos y los grupos de tarea no era casual, ni cosa de un momento, era y es, estructural. La doble moral, la doble contabilidad y la doble verdad forman un todo y eso hay que contarlo, ya que nadie lo hace. En una palabra: nacen de la relación entre las cloacas y los altos despachos.

Lo bueno y lo malo de la novela policial es que no hay una forma clásica de hacerlas, no hay una ma-nera canóniga. Debe ser buena literatura y literatura realista, que cuente historias y que deba encantar y emocionar al lector, al tiempo que lo distrae. Y en eso sigo.

Juan Madrid ha trabajado como periodista y guionista de cine y televisión. Es autor de numerosas novelas entre las que se encuentran Nada que hacer, Días

con-tados, Tánger, Restos de carmín o Los hombres mojados

no temen la lluvia; y de las series ‘Brigada Central’ y la protagonizada por el expolicía Toni Romano.

344 Págs.

ALIANzA EdITORIAL 18,00 €

la doble moral, la doble

ConTabilidad y la doble

verdad Forman un Todo y

eso hay que ConTarlo

La ira de los ángeles

JOhN cONNOLLY

En las profundidades de los bosques de Maine se descu-bren los restos de un avión siniestrado. No hay cadáveres. Nunca se informó de la desaparición. Pero lo bus-can. Los restos esconden una lista de nombres cru-cial en el combate contra

las fuerzas de las tinieblas. La lucha por esa lista atrae al detective Charlie Parker... y a un asesino en serie que busca nuevas víctimas.

Los cuerpos extraños

LORENzO SILVA

Un fin de semana Bevilacqua recibe el aviso de que en una playa se ha encontrado el cadá-ver de la alcaldesa de una locali-dad levantina. Cuando el brigada llega, el juez ha levantado el ca-dáver y se va a preparar el fune-ral. Los intentos de renovación política de la víctima y su intenso

pasado sexual dan pie a todo tipo de rumores.

El último verano en la isla

JOhAN ThEORIN

El verano se presenta tran-quilo y placentero en la isla sueca de Öland. Sin embargo, el viejo camping familiar y modesto sucumbe ante el lujoso balneario. El viejo Gerlof está de vacaciones con sus nietos cuando una serie de terribles incidentes le obligan a actuar.

La novela cierra el ciclo de ‘El cuarteto de Öland’. 432 Págs. TUSQUETS 19,90 € 350 Págs. dESTINO 19,90 € 504 Págs. LITERATURA RANdOM hOUSE 19.90 €

Celda número 8

ANdERS ROSLUNd Y böRGE hELLSTROM En uno de los

transbordado-res nocturnos que surcan el Báltico, un cantante que se gana la vida entreteniendo a los pasajeros pierde una no-che los estribos y le da una paliza a un hombre. Nadie da excesiva importancia a la pelea excepto el comisario

Ewert Grens, quien, al comprobar el terrible estado en que se encuentra la víctima tras el incidente, decide investigar.

Juego de espejos

ANdREA cAMILLERI

La explosión de un pequeño artefacto frente a un almacén vacío y la consiguiente inves-tigación puesta en marcha por Montalbano, precipitan una serie de acontecimientos que

se suceden de forma caótica y vertiginosa: pistas contradictorias, cartas anónimas, delaciones mis-teriosas... El comisario tiene la sensación de que alguien busca confundir sus pasos y manejarlo.

400 Págs. RbA 19,00 € 224 Págs. SALAMANdRA 15,00 €

(7)

272 Págs. ANAGRAMA

16,90 €

C

asi siempre escribimos en negro. En los exámenes el profesor prohíbe utilizar el bolígrafo de tinta verde. La negra caligrafía traza sobre el folio una rejilla, una filigrana, que los lectores han de atravesar con mirada pene-trante. Que las ramas nos dejen ver el bosque. Más allá del dibujo de las letras, encontrar el sentido. Escribimos en negro y cuando más negro nos sale el negro es al escribir novelas de crímenes. Siempre con algún cadáver. Con algún ejecutor. Aunque a veces el negro se di-luye en rosa. Flor. Salsa. Corazón. Romance. Otra forma necia de la felicidad.

Escribí una novela en la que el negro se multi-plicaba por tres: Black, black, black. Cada black quería ser un disparo contra la luna de un esca-parate. Los escaparates sirven para exponer la mercancía de las tiendas. Son publicidad, fic-ción, capullito de un falso deseo. Black, un joven daltónico colecciona mariposas y no puede dis-tinguir el color rojo. Black, una mujer menopáu-sica escribe para no matar o quizá escribiendo mata. Black, estamos rodeados de seres débiles que necesitan protección: provocativas púberes, viejos sin memoria abandonados en sus sillones, inmigrantes sin papeles. Black, black, black, escribir en negro: denunciar la violencia de una retórica tramposa que esclaviza al lector meta-morfoseándolo en cliente de un gran almacén. Las palabras se combinan de forma violenta, seductora, complaciente, comercial porque vivimos en un sistema violento donde todo se compra y se vende, y la ropa se hace deseable sobre el sinuoso cuerpo de un maniquí. Leemos confortables novelas de desgracias reducidas a enigma y, como el detective Zarco, nos ponemos gafas de sol para verlo todo en blanco y negro, y creer que vivimos dentro de un plano secuencia. El triple impacto black, black, black se suaviza en petardeo de año nuevo chino, bla, bla, bla y rumor de teleserie que acuna y lava la conciencia, que tapa la realidad con un borrón, mientras en la calle siguen sucediendo negras, negras, ne-gras cosas.

“Las palabras se combinan de forma violenta, seductora, complaciente,

comercial porque vivimos en un sistema violento donde todo se compra y se

vende, y la ropa se hace deseable sobre el sinuoso cuerpo de un maniquí”

Marta Sanz

Marta Sanz es doctora en Filología. Ha publicado, entre otras, las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico 2001), Animales domésticos, Susana y los viejos, La lección de anatomía y Black, black, black.

Escribir en negro

(8)

L

lamémosla como queramos: negra, crimi-nal, policíaca, etc. pero no podrían existir las otras sin la una. Poe firmó el primer cuento policial que registra la historia,

Los asesinatos de la Rue Morgue , y a

partir de ahí se abre el camino a la novela negra, la llamo negra porque me parece más abarcador pero no tengo problemas con los demás nombres. Todos ellos son vasos comunicantes, no existiría Ambler, sin Chandler, ni Chandler sin Hammet, ni Kellerman sin Conan Doyle. Ni P. D. James, Patricia Higshsmith, Ellroy. Todos tienen mucho más en común de lo que se puede pensar. No hay escritores más o menos puros; cada uno escribe, aun sin ser consciente, a partir de la premisa de Poe. Todos son sus hijos y son multitud.

En base a este concepto hemos abierto NAVONA NEGRA. Nuestra voluntad es presentar al lector una biblioteca donde pueda encontrar toda la variedad que este “género” implica. Por eso publicamos autores, no temas, escritores, no tramas. Porque queremos llegar a un público exigente y mostrarle lo que merece. Buenos libros escritos con calidad. La intriga viene después. Nunca la antepondremos a la calidad. Cada mes un título escogido primo-rosamente, leído antes de publicar una y otra vez, un trabajo privilegiado que comparto con mis “socios en el negocio criminal” . Solo lo que leemos entre los tres, -Marisa, Joan y yo- es lo que finalmente se abre camino en la colección. Ese es un punto intocable en nuestra política, no se trata

sola-mente de un gusto personal, se trata de varios gustos personales. Eso nos proporciona amplitud de miras y de catálogo. Ya se sabe, seis ojos ven más que dos. Nuestra ambición es permanecer en el tiempo, al mar-gen de las modas, y con ello sólo contamos con nuestros lectores. Es a ellos a los que apelamos cada vez que salimos con un nuevo NAVONA NEGRA a las librerías.

Vasos comunicantes

Pere Sureda

Rosa Ribas

Pere Sureda es editor de Navona

La novela más difícil

D

icen que la segunda novela de una serie es la más difícil. En mi caso, siento que la novela que empiezo es siempre la más difícil, una nueva aventura a la vez que un desafío.

También fue así al empezar El gran frío, que suponía un doble reto adicional: por un lado, recuperar una época del pasado que las autoras no vivimos pero que muchos lectores conocen de primera mano; por otro, salir de la ciudad, abandonar la Barcelona de Don de

lenguas, para llevar la acción a un pueblo del

Maes-trazgo aragonés.

Lo primero exigía un intenso trabajo de documentación, algo que, por lo menos en mi caso, es inseparable de la escritura de una novela negra, y que es mucho más necesario cuando se quiere hablar de una época que no conocemos de primera mano, pero que muchos de nuestros lectores sí que han vivido.

¿Cómo nos documen-tamos para escribir El

gran frío? Como con

Don de lenguas, recurrimos a hemerotecas y libros,

también a muchas horas de NODO y, fundamental, a los testimonios de personas que conocieron la época. Una vez más mi padre, memorioso y gran narrador, fue una de las mejores fuentes de información. Y tuvi-mos también la suerte de contar con la generosidad de Tomás Sastre, sobrino de Enrique Rubio, uno de los fundadores del famosísimo semanario de sucesos “El Caso”, donde trabaja Ana Martí, nuestra protagonista. En esta novela Ana ya no es la periodista novata de Don

de lenguas, sino, a pesar de las incontables dificultades

para una mujer en la España de los cincuenta, una periodista especializada en sucesos.

La investigación la llevará a un mundo muy distinto al suyo, a la España rural de la época, mucho más cerrada, mucho más claustrofóbica, si cabe, que la urbana. Al contrario que Sabine, que vive en un pueblo idílico, me reconozco urbanita, pero conozco bien la zona, el Maestrazgo, porque mi familia materna es originaria de allí, de modo que sé cómo es la sensación de opresión en los sitios pequeños y cerrados, las relaciones también

cerradas entre la gente, que todo lo sabe y, como en

El gran frío, calla. Los años cincuenta son un tiempo

de silencios. Al silencio y el secretismo se les unirá el frío, el gran frío de 1956.

Todo héroe necesita antagonistas. Ana se enfrentará a muchos en esta novela, más de los que ella podría ima-ginar. El frío será uno de ellos, uno de los antagonistas más crueles. Viviendo en Alemania, conozco bien el frío, pero, al ver las imágenes de la época sentía que el frío de esta época en España era un frío diferente, más crudo, más hiriente. Era un frío que venía de dentro. Es un frío aliado con la nieve, una nieve que no es bella, sino amenazadora. La nieve aísla, el gran frío de 1956 mata.

Rosa Ribas es doctora en Filología y traductora. Tras su novela El pintor de Flandes, inició la serie prota-gonizada por la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor, cuyos primeros títulos fueron Entre dos

aguas, Con anuncio y En caída libre. Su última obra es

Don de lenguas, escrita con Sabine Hofmann.

Klaus Reichenberger

El gran frío

ROSA RIbAS Y SAbINE hOFMANN

Después del gran éxito internacional de Don de lenguas, Rosa Ribas y Sabine Hof-mann regresan con un nuevo caso de la intrépida periodista Ana Martí, en el que el fervor popular y la superstición ocultan los más oscuros secretos.

Las autoras realizaron una minuciosa documentación para situar la acción en un ambiente opresivo de los años 50.

312 Págs. 17,95 € SIRUELA

288 Págs. 16,50 €

(9)

9

“solo

esCribir;

Todos los

días, a

Todas

horas”

N

o resulta fácil hablar de mi experien-cia dado que apenas han transcurri-do unos meses —vale, unos cuarenta meses— desde que dejé mi trabajo como director comercial y de marke-ting en Canal Ocio, una empresa de distribución de películas y videojuegos en Valladolid, para de-dicarme en exclusiva al noble oficio de aporrear un teclado.

La culpa de todo la tiene Olga, mi mujer.

En abril de 2011 ella llevaba un año y medio tra-bajando en Madrid y yo seguía con mis problemas de insomnio. Un día, sin saber muy bien por qué, decidí sentarme a escribir una de esas historias que se tejían por la noche en mi cabeza mientras trataba sin éxito de conciliar el sueño. Así, con

los primeros capítulos mal escritos de Memento mori y una creciente necesidad de seguir avanzando, de repente me vi como un yonqui

robando el tiempo que no tenía para alimentar mi nueva adicción. Olga despejó la incógnita y pocas semanas después tomamos la decisión de trasladarnos mi hijo Hugo y yo a Madrid para em-pezar juntos una nueva andadura. Siempre estaré agradecido a Matías Fraile, mi jefe, por facilitarme este cambio de etapa.

Así, sin formación alguna en la materia, elaboré un ambicioso plan que consistía en no tenerlo: escribir sin planificar. Solo escribir; todos los días, a todas horas. Mi proceso de creación narrativa consiste en retomar la historia en el punto donde lo dejé la vez anterior. Sin esquemas ni guiones, eso sí, guiado por unos personajes que he llegado a interpretar como si fueran parte de mí, porque lo son. Pero nada habría cuajado si no me

hu-biera encontrado en el camino con esa dosis de buena suerte que siempre se requiere cuando uno afronta empresas tan complicadas como era esta de dedicarse profesionalmente a escribir. Y mi golpe de suerte fue encontrarme con Michael Robinson, un tipo que es lo que aparenta y mucho más, pero sobre todo que es un hombre de palabra. Y cumplió la suya de abrirme las puertas de uno de los grupos editoriales más fuertes del país: Santillana Ediciones Generales.

Tras firmar el contrato con Suma de Letras, convinimos fijar la fecha de lanzamiento de

Memento mori en febrero de

2013, casi un año más tarde, y aunque eso me produjo cierta decepción inicial por el tiempo que habría de esperar, finalmen-te me sirvió para centrarme en lo único que realmente importaba: desarrollar el argumento de una historia convertida ya en mi cabeza en la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne.

Solo tenía que escribirla. Y eso hice.

Historias

tejidas en

la noche

César Pérez Gellida trabajó en marketing y co-municación antes de dedicarse en exclusiva a la escritura. Memento mori fue la primera entrega de la trilogía ‘Versos, canciones y trocitos de car-ne’, que continuó con Dies irae y ha cerrado con

Consummatum est. En 2013 obtuvo el Premio Racimo de oro de Literatura.

César Pérez

Gellida

584 Págs. SUMA dE LETRAS 19,00 €

Elvis o la virtud

FRANTz dELPLANQUE Dos cadáveres de mujeres caen del cielo. Son miembros del grupo de música liderado por Valentín, el fiel escude-ro de un antiguo asesino a sueldo. Entre los Pirineos y el Atlántico, los muertos se multiplican.

Música, humor y muerte en la nueva novela de Delplanque.

¿Y tú qué clase de

madre eres?

PAULA dALY

¿Dónde está Lucinda? Esta es la pregunta que planea sobre Troutbeck, un idílico pueblo inglés del distrito de los La-gos. Todo comienza cuando Lisa, una madre trabajadora, descubre que la amiga de su

hija adolescente ha desaparecido. Lisa colabora con la agente que investiga varios casos de desaparicio-nes en la zona. 392 Págs. ALFAGUARA 18,50 €

Una trampa

para cuervos

ANN cLEEVES

“En este primer libro de los protagonizados por Vera Standhope encontramos ya todo lo que hace grande los policíacos de Ann

Cleeves: el cuidado por la caracterización de los personajes, la importancia de las relaciones de todo tipo -paternofiliales, amorosas, de trabajo...- y la importancia del lugar en que suceden los hechos, ese campo inglés que lleva una vida en apa-riencia plácida pero está llena de rencores y secretos.

La historia, contada desde el punto de vista de cuatro mujeres muy distintas, permite a su autora demostrar lo aprendido en sus libros anteriores. Cada una tiene unos intereses y vivencias que les permiten distinguir y chocar en lo que nos muestran, quedando retratadas como personajes tri-dimensionales. Pero el personaje reinante es el de la inspectora Vera Standhope. Una mujer grande, inteligente, acostum-brada a dominar la acción, no exenta de malicia y capacidad de manipulación. No es un personaje completamente positivo ni alguien a quien despreciar, una mezcla muy real.

Literatura policíaca capaz de mostrarnos variedad al tratar los temas y de crear grandes personajes, eso es lo que nos espera en esta novela. Por eso merece la pena leerla.”

Jónatan rubio

librería el tranvía, madrid 488 Págs.

MAEVA

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336 Págs. LITERATURA RANdOM hOUSE

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L- LIBRERÍAS INDEPENDIENTES

ofrece un relato inédito del autor.

Sapere aude (Te diré mil cosas por

las que llorar) forma parte del

volumen que L regala con la compra

de un título de la selección ‘50

im-prescindibles’ de novela negra.

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Leonardo Padura

Cómo nace un personaje

H

ace algo más de veinte años, cuando la historia daba una de sus más inesperadas piruetas y todavía retumbaban en el mundo los golpes que echaban abajo el Muro de Berlín, engen-dré al personaje de Mario Conde.

Como ocurre en casi todas las concepcio-nes (excepto las extremadamente divinas), hasta unas semanas después no fui capaz de advertir sus primeras palpitaciones, convertidas en las exigencias literarias, conceptuales y biográficas que darían peso y entidad al personaje.

Fue en las postrimerías del año 1989 cuan-do, con mi querida máquina Olivetti –la misma que usaba mi padre para escribir sus documentos masónicos–, comencé a asediar la idea de la que saldría la novela

Pasado perfecto.

1989 fue para mí, ante todo, un año de crisis de identidad y de creación. Los avatares de la intransigencia política me habían llevado a trabajar en un diario vespertino, Juventud Rebelde, en el cual se suponía que yo debía expiar ciertas debilidades ideológicas. El año 1990 pude dejar el trabajo en el periódico y comenzar a fungir como jefe de redacción de una revista cultural mensual que me permitía disfrutar de tres y hasta de cuatro días libres a la semana.

Y dediqué ese tiempo a la escritura de mi novela. Escribir una novela policiaca puede convertirse en un ejercicio estético de mayor responsabilidad y complejidad de lo que uno puede esperar en un género narrativo muchas veces calificado –y con razón– de literatura de evasión y entretenimiento. Un autor puede tener en cuenta diversas variables, distintas rutas artísticas y, sobre todo, tiene la oportunidad de elegir las que, según sus capacidades, pueda transitar, y según sus propósitos, quiera. Pero, además, puede proponerse indagar en profun-didad en las circunstancias (contexto, sociedad, época) en que ese asesino cometió el crimen.

Teniendo en cuenta el desastroso momento que vivía la no-vela policiaca cubana, mi referente no podían ser mis colegas cubanos. Pero existía otra posible novela, de carácter social y calidad literaria; en lengua española la habían escrito autores que vivían en mi tiempo (Vázquez Montalbán era una pista segura).

Apenas esbozadas algunas pautas de la anécdota que desarro-llaría, me topé con una necesidad de la que dependía todo el proyecto, literariamente ambicioso, en que pensaba embar-carme: crear el personaje que llevaría el peso de la historia. No me resultó fácil dar con la voz narrativa que finalmente escogí: una tercera persona cuya omnisciencia funcionaría solo para el personaje principal, el cual, por tanto, debía ser protagonista activo al mismo tiempo que juez y testigo de las actitudes y los actos del resto del elenco.

Mi protagonista podía ser mi intérprete de la realidad presen-tada en la novela; que era, por supuesto, la realidad cubana de mi momento, mi realidad.

Así pues, aquel personaje con el que me proponía trabajar, y

que ya venía cargado de tan alta responsabili-dad conceptual y estilística, necesitaba mucha carne y mucha alma para ser algo más que el conductor de la historia y, con ella, el intérprete adecuado de una coyuntura tan singular como la de Cuba. Para crear su necesaria humanidad, una decisión de las más lógicas que tomé fue elegir como protagonista a un hombre de mi generación, nacido en un barrio como el mío, que había estudiado en las mismas escuelas que yo y tenía a sus espaldas experiencias vitales muy semejantes a las mías, en una época en la que en Cuba todos éramos mucho más iguales. Aquel «hombre» debía tener un rasgo más, una característi-ca que me era totalmente ajena, diría incluso que repelente: tenía que ser policía. La verosimilitud, que según Chandler es la esencia de la novela policiaca, exigía que mi personaje perteneciera a ese ámbito laboral. Porque en Cuba resultaba del todo imposible –e increíble– que un investigador por cuenta propia interviniera en las pesquisas de un asesinato. Creo que fue precisamente en mi intento de resolver esa disyuntiva en mi relación con el personaje cuando Mario Conde respiró por primera vez como criatura viva: lo construiría como una especie de antipolicía, verosímil solo dentro de los cauces de la ficción narrativa, impensable en la realidad policial «real» cubana. Cuando este antipolicía apareció en Pasado perfecto, no podía imaginarse que se convertiría en el protagonista de una serie que ya anda por las siete novelas. Pero desde el pri-mer suspiro siempre tuvo en sus genes aquella contradicción que yo traté de limar por vías de la licencia artística. Porque, en puridad, Mario Conde nunca fue un policía de corazón: lo fue de oficio, y a duras penas.

Con la distancia que dan los años se hace patente que su evo-lución tiene mucho que ver con mi evoevo-lución como individuo. Quizá la mayor prueba de la humanidad del Conde no radique en su capacidad de evolución, sino en un elemento externo que he podido constatar: el hecho de que muchos lectores se identifiquen con un hombre como él, policía en una época, un desastre en su vida privada siempre.

Esa capacidad para vivir y reflexionar jun-to a mí es, pienso yo, lo que lo mantiene y lo mantendrá literariamente activo (y me seguirá ayudando a hacerlo más hu-mano, vivo). Las responsabilidades de este personaje serán cada vez más com-plejas: al madurar y envejecer a mi lado, conmigo, Mario Conde también tiene la misión de experimentar y transmitir las incertidumbres y los temores que asaltan a mi generación, con todas las particula-ridades que nos acompañan y acechan.

Leonardo Padura, periodista y escritor, logró el reconocimiento internacional con la serie de novelas policiacas protagoniza-das por el detective Mario Conde, entre ellas Pasado perfecto,

Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño y La cola de

la serpiente. Entre sus galardones se encuentran el Café Gijón, el Hammett y el Prix Roger Caillois. En 2012 recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba. Su última obra, Herejes, ha sido merecedora del prestigioso Premio Internacional de Novela Histórica ‘Ciudad de Zaragoza’ en su décima convocatoria.

Leonardo Padura escribió el texto Cómo nace un personaje en exclusiva para los clientes de L-LIBRERÍAS INDEPENDIENTES. Los libreros entregaron este libro, una edición no venal, a quienes compraron Herejes. Estas líneas son extractos de ese texto.

520 Págs. TUSQUETS 21,00 €

La última noche en

Tremore Beach

MIkEL SANTIAGO Tras su traumático divorcio, un prestigioso compositor de bandas sonoras se refugia en un rincón perdido de la costa de Irlanda para encontrar la inspira-ción. La casa de Tremo-re Beach, aislada en una

playa solitaria, parece el lugar perfecto, hasta que llega la noche de la gran tor-menta y todo puede suceder.

Ángelus

JORGE IGLESIAS MANzANO 1936. Madrid es bombar-deada. El principal tesoro artístico español se tras-lada a Suiza. Solo regresa a España al finalizar la contienda. ¿Y si la colec-ción expuesta es tan solo

un fraude? Bruno Almeida, un intrépido miembro de la Compañía de Jesús, cree haber descubierto lo que supondría un increíble escándalo.

VícTOR dEL áRbOL

Gonzalo Gil es un abogado metido en una vida monó-tona que le resulta ajena. Tras años sin saber de su hermana, Gonzalo recibe la noticia de que se ha suicidado. 672 Págs. dESTINO 19,90 € 416 Págs. EdIcIONES b 18,00 € 690 Págs. GOOd bOOkS 19,95 €

La mirada de los ángeles

cAMILLA LÄckbERG

Séptima entrega de la exitosa serie de Gotland, protago-nizada por Anders Knutas y Johan Berg. Tres parejas de amigos que cada año pasan juntos unos días

de vacaciones, deciden ir a la isla de Fårö, donde se va a celebrar un homenaje a Ingmar Bergman.

La repentina desaparición de dos de los amigos, y el posterior descubrimiento del cadáver de uno de ellos, dan comienzo a una compleja investigación en la que salen a la luz unas relaciones plagadas de sexo, celos y obsesión.

Conflictos psicológicos y relaciones escon-didas en el nuevo caso de Knutas y Berg

448 Págs. MAEVA

20,00 €

L ofrece un relato inédito del autor,

El caimán, en el volumen que los libreros

regalan con la compra de un título de la selección ’50 imprescindibles’ de novela negra.

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11

Ofelia Grande de Andrés

¿Un simple arte?

R

aymond Chandler, en El simple arte de

matar (publicado en 1944 en la revista

literaria Atlantic Monthly, de Boston, recientemente editada en España por la Universidad de León), define a la no-vela negra como “la nono-vela del mundo profesional del crimen”.

Hay en toda novela negra un clima de angustia, de an-siedad, de asfixia… Los acontecimientos se precipitan en un crescendo que llevan al lector, y a los personajes del relato, a un clímax casi irrespirable, donde la corrupción, la violencia y hasta la más perversa brutalidad toman asiento. Es como si la atmósfera social en que histórica-mente la novela negra nació – la gran depresión esta-dounidense del año 1929 – hubiera impreso su marca indeleble. La degradación de las personas y el sistema social, las profundísimas contradicciones del capitalismo, el engaño, la mentira, la destrucción progresiva de la humanidad (¿Será también este elemento de la crisis el que explique su éxito entre los lectores contemporáneos? ¿Crece la novela negra especialmente en momentos en que la sociedad se convulsiona y se estremece? ¿Es la novela negra un factor de escapismo o, antes bien, una precisa radiografía de los espacios más ocultos, pero también más decisivos, de nuestras vidas?) Un fatalismo universal, cargado de profunda amoralidad. O mejor: de una actitud dudosa ante la moral, como si los terrenos del bien y del mal también se pusiesen en cuestión, za-randeados igualmente por el desconcierto o el más atroz pesimismo. Al detective honesto, preparado, riguroso en sus métodos, sutil, ingenioso, de aparente torpeza pero extraordinaria sagacidad, tan propio de la novela inglesa de intriga y terror, sucede ahora exactamente su contrafigura. Delincuentes y detectives se mezclan en una masa común. Forman parte del mismo magma, envueltos todos en un destino de adversidad que les hace tan próximos. Y de la más profunda soledad. Esa que sólo sienten las personas cuando de sus vidas desaparece el horizonte de la esperanza. “Es un hombre

relativamen-te pobre, pues de lo contrario no sería detective. Es un hombre común, pues de lo contrario no viviría entre gente común. Tiene un cierto conocimiento del carácter ajeno, o no conocería su tra-bajo. No acepta con deshonestidad el dinero de nadie ni la insolencia de nadie sin la correspondiente y desapasiona-da venganza. Es un hombre solitario, y su orgullo consiste en que uno le trate como a un hombre orgulloso o tenga que lamentar haberle conocido. Habla como habla el hombre de su época, es decir, con tosco ingenio, con un vivaz

sentimiento de lo grotesco, con repugnancia por los fingimientos y con desprecio por la mezquindad. El relato es la aventura de este hombre en busca de una verdad oculta, y no sería una aventura si no le ocurriera a un hombre adecuado para las aventuras. Tiene una amplitud de conciencia que le asombra a uno, pero que le pertenece por derecho propio, porque pertenece al mundo en que vive. Si hubiera bastantes hombres como él, creo que el mundo sería un lugar muy inseguro en el que vivir, y sin embargo no demasiado aburrido como para que no valiera la pena habitar en él.” (El

simple arte de matar).

La moral, el honor y el deshonor, son rasgos paradóji-camente inseparables de la novela negra. (En no pocas ocasiones, es sólo un leve aroma de dignidad lo que redime a sus protagonistas). Como lo es del humor, casi siempre corrosivo, incisivo, vitriólico, arropando cada uno de los relatos que, a la postre, suelen derivar en relatos de la pérdida. Y de los perdedores.

Y a todo ello obedece su estilo directo, sincopado, que busca la eficacia antes que el arte en sí. Ha desapa-recido el encanto, que no el interés. El realismo más pretendidamente veraz destierra las artificiosidades y convencionalismos de anteriores obras de intriga. Todo ha de ser profundamente verosímil, convulsivamente cercano, predecible aún cuando inimaginable. “Un tipo de

literatura que, aún en sus momentos más amanerados y artificiales, hizo que casi toda la ficción de la época tuviera el sabor de una taza de con-somé tibio en un grupo de solteronas reunidas a tomar té” escribe Chandler

en el mencionado ensayo.

Y es que la novela negra nos ofrece el reflejo de nuestra sociedad, de nosotros mismos, en los espejos – esta vez con-vexos – del callejón del Gato.

Ofelia Grande de Andrés es directora de Ediciones Siruela

“al deTeCTive honesTo,

preparado, riguroso, suCede

ahora su ConTraFigura”

409 Págs. SIRUELA

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A propósito de

Martin

Ben Pastor

S

iempre me sorprenden los detecti-ves de las películas cuyas existencias parecen girar en torno a la investi-gación de un único asesinato. Creo que es importante tener en cuenta la intromisión de lo cotidiano y lo existencial en la vida de un investigador. La jornada de un ‘detective accidental’, como Martin Bora -oficial alemán responsable de sus soldados y hombre mo-ral con una psique compleja- es, inevitablemente, larga y agotadora. Debe afrontar tanto la guerra y sus riesgos como sus dilemas ideológicos y perso-nales, sobre todo los ligados a su matrimonio. Por eso, resolver casos de homicidios aislados durante el mayor crimen de todos los crímenes, una guerra mundial, debe parecerle un lujo.

A pesar de su profesión, Bora es sensible y cultiva-do. Para él, la víctima no es nunca una curiosidad científica que estudiar con cinismo e ironía barata. Nacido en el rígido ambiente de la aristocracia de la Europa central, Bora participa de los privilegios y las restricciones de su casta. Se mueve con soltura pero todos exigen mucho de él: familia, comandantes, maestros... Y a pesar -como le recuerda con aspereza su superior jerárquico- de pertenecer a la generación que juró lealtad a Adolf Hitler, no es miembro del partido nazi, ni aprueba los planes criminales del Reich. Este es el problema al que se enfrenta desde su primera experiencia en la España de 1937 y con el cual debe llegar a convivir, aunque sea intentando reparar el mal que otros llevan a cabo ante sus ojos. Pero no olvidemos que, en términos actuales, Bora es un hombre joven: voluntario en el frente de Ara

gón con veintitrés años, coronel treintañero con el desastre de Stalingrado a sus espaldas. Por tanto, la inquietud sexual, algunas inseguridades y obsesiones y el traspié ocasional forman parte de su realidad, como de la de cualquier joven.

Desarrollando el personaje de Martin Bora, también a partir de las biografías de algunos miembros de la resistencia interna del ejército alemán, intento mostrar cómo hombres de patriotismo probado, a menudo conservadores ilustrados, habían imagina-do una Europa diferente y pagaron con su vida esos ideales. Recordar cuántos, habiendo creído mucho y sufrido mucho, disintieron de quien cometió crímenes enormes, es lo mínimo que puede hacer quien, como yo, ha tenido la suerte de nacer en un mundo libre. Si un miembro de aquel valiente grupo (los “happy few” de Enrique V) es además un sagaz investigador, ¡bienvenido sea!

“A pesar de su profesión, Bora

es sensible y cultivado.

Para él, la víctima no es

nun-ca una curiosidad

científica que estudiar con

cinismo e ironía barata”

Cielo de plomo

bEN PASTOR

Última entrega de la serie protagonizada por Martin Bora. En 1943, tras sobrevi-vir a la batalla de Stalingrado, el comandante debe investigar la muerte de dos oficiales soviéticos prisioneros del ejército alemán. El informe oficial alemán y la versión soviética son diferentes, y tal vez, ambas falsas. Prisioneros y desertores pueden conocer la verdad.

576 Págs.

ALIANzA EdITORIAL 19,50 €

Ben Pastor, italoamericana, ha sido profesora en di-versas universidades de Estados Unidos. Autora de una amplia obra, es sobre todo conocida por la serie de relatos protagonizados por Martin Bora, entre ellos

(13)

¿

Qué hace un poeta escribiendo tinta negra?

Todo lo que me interesa en poesía es ex-portable a la novela: intensidad, intuición, ritmo, imágenes en vez de descripciones… ¿Hay más bandas de rock’n’roll o crimina-les en su novela?, ¿más desazón o esperan-za, más traición o amor, en Yo fui Johnny

Thunders?

Nunca hablo de criminales sino gente metida en una olla a presión que han de bailar, en esta ocasión, a ritmo de rock’n’roll. Desazón mucha, fe por espe-ranza, orgullo por Dios y amor desbocado, absurdo, imparable, inevitable, cruel.

Mr.Frankie se dio a la droga. A Francis –lo que queda de Mr.Frankie- le toca sufrirla. ¿No le tentó darle algo más de suerte al per-sonaje o eso solo pasa en las novelas? Francis/Mr.Frankie tiene una puta buena mala suerte.

Ponerse en la piel de un loser, de un desahu-ciado, de tipos al margen de la ley, en vez de contar historias desde el punto de vista de un investigador, de un detective, ¿es una decisión literaria?

Por supuesto. No me importa el crimen ni el listillo que va a descubrir nada. No me interesa eso. Me interesa lo que hacemos la gente normal por sobre-vivir, por no desaparecer difuminados en la ciudad, cómo tratamos de conseguir la inmortalidad a través de ser queridos a cualquier precio.

Dice en su última novela: “El mundo viejo parece haber vuelto con los parados y la po-breza”. ¿También el género negro ha vuelto con fuerza por la miseria?

La novela negra es ficción no lo olvidemos. Refle-ja una suerte de mundo costumbrista pero no es periodismo ni un ensayo sociológico. Una novela siempre es autobiográfica. Y además la negra está también escrita por gente que siempre bascula en el mismo sitio: de izquierdas, enrollados, solidarios a la hora de escribir (otra cosa es cómo vive el resto del día). Gente que hacemos lo que más nos gusta en el mundo: escribir. Y que además queremos que se nos pague eso con notoriedad, dinero y no trabajar de 8 a 20 horas. Es decir, a veces somos un poco como María Antonieta cuando un día a la semana decidía ir de campesina y arañaba con un rastrillo un huertecillo monísimo. Lo digo porque me harta esa etiqueta de que los escritores de negra hacemos una función social y estamos muy concienciados y toda esa basura.

La mitad de los escritores andan (literaria-mente) en el mundo criminal: las librerías ya parecen el Chicago de hace un siglo. ¿Es moda, cuestión editorial o un delito? Es aburrido. Los géneros florecen cuando faltan grandes escritores.

Y eso de que le llamen sucesor de Vázquez Montalbán…

Bastantes problemas tengo de identidad pero MVM era un gigante: hay sombra para muchos.

De poder viajar en el tiempo, ¿iría a ver antes a Elvis que a Hammett?

A Elvis. Y aprovecharía para matar al Coronel Parker y contratar a Marlowe para despistar a la poli.

Revista L y más

Me interesa lo que

hacemos por

sobrevivir

Carlos Zanón, poeta y articulista, debutó en 2008 como novelista con Nadie ama un hombre bueno. Su segunda novela, Tarde, mal y nunca obtuvo el Premio Brigada 21 a la Mejor Primera Novela Negra. Su último libro es Yo fui Johnny Thunders.

Ana Portnoy

Yo fui Johnny

Thunders

cARLOS zANóN Francis, Mr. Frankie, decide regresar al barrio del que se mar-chó para acariciar una fama efímera. Años después vuelve para dejar atrás la mise-ria y la drogadicción pero su viejo barrio y su gente son apenas

ruinas. 316 Págs. RbA

17,00 €

Entrevista/Carlos Zanón

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de SERIE NEGRA

a un precio inmejorable:

gijón-getafe-valencia-barcelona

Los crecientes puntos negros del mapa literario

F

altan días para que Gijón se tiña del color de la

pólvora antigua. Han pasado veinticinco años y un

bienio desde que el asturmexicano Paco Ignacio

Tai-bo II fundara la Semana Negra de Gijón, el festival

policiaco por excelencia. En plena madurez, la oferta atrae

cada verano –esta edición se celebra entre el 4 y el 13 de julio-

a muchos millares de visitantes.

Los autores invitados (citemos, entre el centenar, al irlandés

John Conolly); los homenajes (Cortázar); los premios (entre

ellos el Hammett); la apertura a otros géneros (como el comic

o el terror) y la voluntad han hecho, de lo que una vez fue una

cita entre amigos y conocedores, un modelo para los festivales

del género.

barCelona de Carvalho

Más reciente que el de Gijón pero ya consolidado, el encuentro catalán BCN Negra cumplió

nueve años el pasado enero. Consagrado con el Premio Pepe Carvalho –Andrea Camilleri fue

el ilustre ganador de la última edición- y abierto a actividades para todos los públicos, el festival

barcelonés se ha erigido en la representación negra del Mediterráneo.

geTaFe negro

La tercera bala de los festivales del género se carga, cada otoño, en Getafe. Su comisario, el autor

Lorenzo Silva, reúne desde hace seis años a escritores y académicos en la ciudad madrileña.

Ade-más de convocar el Premio José Luis Sampedro, acoge la entrega del ya clásico Novela Negra

Ciudad de Getafe.

pÓlvora valenCiana

Valencia se ha sumado también a los puntos negros del mapa. La segunda edición del VLCNegra

se celebró entre el 9 y el 18 de mayo y contó con la participación, entre otros, del novelista griego

Petros Markaris y de Alicia Giménez Bartlett, Víctor del Árbol, Rosa Ribas o Carlos Zanón.

Mencía Suter

Depósito legal: M 51632.2002

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Los precios son los fijados por el editor, salvo error tipográfico.

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de SERIE NEGRA

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pero ni esas definiciones estatales pueden quedar al margen de toda hipo- tética controversia ni su omisión —sobre todo— debe llevar a alterar el carácter necesariamente limitado