• No se han encontrado resultados

Antonio Espina : la tauromaquia es la vergüenza de nuestras costumbres por su

6.3. La Generación del 14

6.3.5. Antonio Espina : la tauromaquia es la vergüenza de nuestras costumbres por su

Antonio Espina (Madrid, 1894-1972) fue un escritor y político que en su actividad literaria cultivó la poesía y que también destacó como «ensayista ingenioso y mordaz, heredero de Quevedo y de Larra, como narrador de la estética novísima y como maestro en el arte, entonces tan de moda, de la biografía».545

En política, por su parte, a partir de 1930 su compromiso ideológico adquiere una mayor importancia y en julio de 1936 es nombrado gobernador civil de Baleares —con anterioridad ya había sido gobernador civil de Ávila—. Con el estallido de la Guerra Civil fue detenido y encarcelado. Al finalizar la contienda se exilia en Francia y en México, y finalmente vuelve a España.

545

GARCÍA MARTÍN, JOSÉ LUIS (editor), Poetas del Novecientos: entre el Modernismo y la Vanguardia: (Antología). Tomo I: De Fernando Fortún a Rafael Porlán, Fundación Santander Central Hispano, Madrid, 2001, pág. 115.

700

El estudioso García Martín asegura que «Antonio Espina es el más significativo ejemplo de escritor destruido, partido en dos, como la historia de España, por la guerra civil».546 El investigador defiende que si bien antes del conflicto bélico Espina era reconocido como un poeta con una voz y personalidad propias, y que «fue unánimemente considerado como uno de los nombres señeros de la nueva generación»,547 tras la guerra el autor seguirá escribiendo, pero apenas conseguirá ser una sombra de lo que era.

Martín escribe que, tras la contienda civil, Espina se convierte en «un escritor de oficio, un periodista que ha de ganarse la vida con trabajos de encargo, un patético escritor destruido que pasa de la primera fila al borroso coro de su generación, del que el benemérito empeño de estudiosos recientes —cada vez más numerosos— no acaban de hacerle salir».548

No en vano la Guerra Civil y la victoria fascista debieron de afectarle sobre manera. García Martín cuenta que, tras ser detenido y encarcelado, Espina intentó quitarse la vida sin éxito y que «Ese intento frustrado le salvó paradójicamente la vida, al determinar su ingreso en una residencia para enfermos mentales».549

Otro estudioso, Arias Solís, nos cuenta que Espina es un «poeta genial, novelista y estupendo ensayista y biógrafo» y lo ubica, como ya indicaba Martín García, en «la línea que une a Quevedo, Larra y Unamuno» ya que, explica, al igual que estos tres grandes nombres de la literatura y el pensamiento español, Espina «reacciona con indignación ante el medio que le rodea».550

Solís expone que Espina, siguiendo los pasos de sus ascendientes —era nieto y sobrino de ilustres doctores y académicos—, comenzó los estudios de Medicina, aunque los acabó abandonando para dedicarse de lleno a la literatura y el periodismo. También cuenta que fue redactor o colaborador de cabeceras como Vida Nueva, Heraldo de Madrid, El Sol, La Pluma,

España, Revista de Occidente o La Gaceta Literaria, así como director de la revista Nueva

España. Durante aquellos años, relata Solís, «Antonio Espina bulló mucho y militó valientemente y en vanguardia en el arte nuevo».551

Este investigador también apunta un dato relevante: Espina fue condenado a muerte al terminar la Guerra Civil aunque luego se le conmutó la pena.

El madrileño fue autor de una numerosa obra periodística, así como de una elevada cantidad de biografías —de la de Juan Sebastián Elcano a la de Chopin, pasando por las de Quevedo, Shakespeare o Cervantes—. En su producción literaria destacan, además, títulos como El alma Garibay, El genio cómico y otros ensayos o El cuarto poder.

Aunque su obra y personalidad resultan de difícil clasificación, él mismo rechazó ser incluido en la Generación del 27, con lo que habitualmente suele ser considerado como un miembro más del novecentismo.552 546 Ibídem. 547 Ibídem. 548 Ibídem. 549 Ibídem. 550

ARIAS SOLÍS, FRANCISCO, «Antonio Espina», en Biografías. Consultado el 17 de noviembre de 2016 en la página web de Arias Solís: http://www.islabahia.com/arenaycal/2010/170_abril/fco_arias170.asp.

551

Ibídem.

552

N. del A. Para profundizar en este debate véase MARTÍNEZ-COLLADO, ANA, La complejidad de lo moderno: Ramón y el arte nuevo, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 1997, págs. 16-17. No existe una opinión generalizada que permita situar a Antonio Espina en una generación o en

701

Antonio Espina ciertamente no expuso su pensamiento antitaurino de una manera muy extensa pero, cuando lo hizo, se manifestó alto y claro contra la tauromaquia. El que fuera gobernador civil de Baleares se declara totalmente contrario a las corridas de toros por su carácter salvaje y sangriento, así como por tratarse de una brutalidad de tal calado que, en su opinión, los supuestos elementos artísticos o estéticos que pudieran tener estas diversiones jamás podrían justificar tamaña carnicería.

El periodista madrileño plasmará en un capítulo de la obra Mil libros sus opiniones antitaurinas, en concreto en un artículo dedicado a recensionar la enciclopedia taurina Los

toros, de José María Cossío.553

Conviene explicar que Mil libros es una voluminosa obra iniciada por Luis Nueda. A la muerte de este, tal y como nos recuerda Rosario Cambria, Espina recogió el testigo del autor y enriqueció los dos volúmenes con nuevos artículos, entre ellos el dedicado a la obra taurina de Cossío, y que, como decimos, da pie al gobernador civil de Baleares a rechazar sin ambigüedades las corridas de toros.554

Para Cambria, en este sentido y como no podía ser de otra manera, no cabe duda alguna de la postura antitaurina de Antonio Espina. A este respecto escribe que «Opina este autor [Espina] que las corridas deben suprimirse, porque sus supuestos valores artísticos no pueden nunca justificar su salvajismo básico». A continuación asegura que «Antonio Espina hace una condenación categórica y tajante de la costumbre española de lidiar toros bravos».555

En las siguientes páginas examinaremos el pensamiento antitaurino del escritor y político madrileño. Espina, en el análisis comentado de la obra de Cossío que hace para Mil libros, comienza explicando que el historiador taurino desarrolla en su volumen un exhaustivo repaso de Las suertes en desuso. En este momento el gobernador civil aprovecha para sostener que éstas modalidades taurinas son «felizmente desconocidas de los públicos de hoy, pues la crueldad y la natural barbarie de la fiesta quedaba acentuada hasta un punto que difícilmente podrían tolerar ni siquiera las sensibilidades más toscas de nuestros días».556 Como se aprecia, para Espina las diversiones taurinas son en su esencia crueles y bárbaras, y aunque hayan evolucionado, es decir, a pesar de que se hayan "refinado" abandonando determinadas prácticas, siguen siendo, por su propia naturaleza, salvajes y sanguinarias.

En su repaso a las distintas maneras que existían de atormentar por mera diversión a los toros, y que Cossío describe en su obra, Espina destaca las de:

Despeñar a los toros sobre un río para que, cayendo de lo alto dando volteretas, fuese a parar al agua, donde les esperaba, nadando o en barcas, una plebe brutal que les herían con picas o cuchillos mientras las reses se ahogaban o, saltando a tierra, recibían la muerte a estocadas y lanzazos. En los circos taurinos era frecuente "echar los perros" a los toros, es decir, azuzar contra ellos una jauría que despedazaba al animal. No es necesario decir en qué consistía el "desjarrete" y la "media luna".557

otra. Rosario Cambria, por ejemplo, lo ubica en una llamada "generación de la Dictadura". Véase CAMBRIA, ROSARIO, op. cit., págs. 277-279.

553

NUEDA, LUIS, Mil libros, Tomo I, A-L, edición revisada y aumentada por ANTONIO ESPINA, sexta edición, octava reimpresión, Aguilar, Madrid, 1985, págs. 424-433.

554

CAMBRIA, ROSARIO, op. cit., págs. 277-278.

555

Ibíd., pág. 278.

556 NUEDA, LUIS, op. cit., pág. 431. 557

702

A raíz de estas consideraciones, Espina inmediatamente concluye que:

En realidad, no es muy honroso para nuestro país el apego que la mayoría de los españoles siente por la llamada «fiesta nacional», cuya supresión absoluta y radical sería el más importante servicio que cualquier gobierno español podría rendir a su patria. Somos muchos los españoles convencidos de que en ninguna manera justifica ni disculpa la belleza y el arte que puedan ofrecer las corridas de toros el salvajismo fundamental del espectáculo, oprobio de nuestras costumbres, baldón perpetuo de una nación civilizada.558

Sus palabras no pueden resultar más explícitas, ni mostrar de una manera más contundente su pensamiento antitaurino. Conviene subrayar que este posicionamiento se sustenta fundamentalmente en el rechazo al maltrato y a la crueldad a la que se somete al toro en este tipo de diversiones.

En un intento por comprender cómo es posible que a las violentas y bárbaras corridas de toros acudan «personas de probada sensibilidad, claro intelecto, fina educación y cultura»,559 Espina responde que lo que a su juicio sucede es que «estas personas, generalmente impulsadas por el placer de la emoción estética que el espectáculo lleva consigo y produce, cierran los ojos voluntariamente a su sangrienta faceta negativa».560 Es decir, cierran su alma y su corazón ante el sufrimiento y la sangre propia de las corridas y sólo tienen presente los aspectos estéticos y emotivos de la lidia. En otras palabras, Espina viene a decir que, acostumbrados a la barbarie, ya ni recaen en ella.

El autor, quien después de haber leído, estudiado y recensionado los volúmenes de Los toros de Cossío, aporta su opinión sabiendo de lo que está hablando, también tiene palabras de rechazo para los encierros como los de San Fermín, que considera «uno de los espectáculos de los relacionados con los toros más curiosos y pintorescos, a la par que un tanto brutal».561 Especialmente interesante y aclaratoria resulta la parte de Mil libros en la que Espina resume el estudio psicológico que del toro como animal se incluye en la obra del historiador taurino. En la enciclopedia de Cossío, según narra Espina, se asegura que el toro es un animal que no ataca sino cuando se siente amenazado y que, muy al contrario de lo que se cree, es un ser afectivo, y no es especialmente valeroso, sino que en la corrida lo único que hace es pretender huir de la plaza para volver a la dehesa con su manada, de la que ha sido apartado y, al no poder escapar del redondel, confuso, herido, acosado, enfurecido e irritado, acomete en defensa propia. Así lo explica Espina, insistimos, parafraseando la obra del taurino Cossío:

[El toro es un] animal que, contra lo que se cree, no tiene nada de valeroso. Teme al hombre y a las fieras; pero su instinto de defensa le hace acometer cuando se ve acosado o cree que va a ser atacado. Cuando puede huir, lo hace, y en el campo no solo no ataca, sino que es muy frecuente que experimente reacciones afectivas hacia las personas que conoce y le tratan bien. Cuando sale al ruedo, se encuentra encerrado en el círculo de la barrera y se para o corre, confuso o temeroso, creyendo encontrar un lugar para huir hacia la dehesa; no lo halla y se irrita, sabe que corre peligro cuando le ponen delante dos estímulos de excitación para él, el movimiento y el color. La muleta roja fatiga su retina, le ocasiona dolor, al mismo tiempo que el torero, con sus rápidos movimientos, le excita más y le enfurece; entonces ataca.562

Que esto se sostenga en la obra de Cossío, historiador taurino convertido en la gran referencia de los aficionados a estas diversiones, es de una gran importancia, pues evidencia la injusticia

558 Ibídem. 559 Ibídem. 560 Ibídem. 561 Ibíd., pág. 428. 562 Ibíd., pág. 425.

703

que se comete con el toro, provocándole hasta sacar su furia, y todo por mero espectáculo y regocijo. Esto echa por tierra cualquier creencia al respecto de que el toro sea un animal fiero, oscuro, inhumano, malo, vengativo y asesino, y que como tal se merece todos los tormentos a los que es sometido durante la lidia.

Recensionando el estudio de Cossío, Espina continúa destacando que «Los toros son animales bastante emotivos. Sienten antipatía o simpatía por determinadas personas», y asegura, citando directamente palabras que aparecen en el volumen original del historiador taurino, que el toro «"posee memoria o facultad asociativa de imágenes y estados de conciencia y, en general, de toda clase de fenómenos psíquicos, ya sean conocimientos, sentimientos o tendencias"». En esta misma línea, el gobernador civil republicano recuerda que «Ha habido toros, como el Civilón, de Cobaleda, que se dejaba acariciar por los niños» y a continuación explica que «El toro muge de distintas formas para expresar su estado de ánimo: celos, furor, amor, satisfacción, hambre, angustia».563 Conviene subrayar de nuevo que Espina se limita a parafrasear o a citar directamente lo que aparece en la enciclopedia Los toros del taurino Cossío.

Por si quedara alguna duda, el torero Juan Belmonte, según recoge Espina a través de Cossío, dejó dicho que «el toro sólo embiste cuando se le fuerza a ello, cuando no tiene más remedio, cuando está ya cansado de rehuir la pelea».564

Ante todas estas evidencias, no es de extrañar que Espina se revuelva contra el sangriento martirio al que este animal sensible, inocente y noble es sometido durante la lidia, y fundamente en esta cuestión, la de la crueldad hacia el toro, su principal motivo de objeción contra las corridas de toros.