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Un breve paseo por la historia de la psicopatología

3. La psicología científica francesa

3.3. Un breve paseo por la historia de la psicopatología

La psicología en Francia se ha caracterizado por su preocupación por el estu- dio de la psicopatología, estando muy conectado su desarrollo con la psiquiatría, donde este país ha brillado con luz propia. En las siguientes líneas vamos a inten- tar presentar una muy breve historia de cómo ha sido tratada la enfermedad mental para acercarnos más fácilmente a los autores franceses.

Iniciemos nuestro paseo por la conceptualización de lo que es la enfermedad men- tal por la consideración que se tenía de ella en la edad media. En este periodo podí- an ocurrir dos circunstancias: por un lado, que el origen del trastorno conductual (el comportamiento observado en el sujeto) fuera imputado a la voluntad del hom- bre. En consecuencia, al ser el responsable de sus actos, era castigado en relación a su culpa. La enfermedad mental como tal no existía. Si el hombre había realizado un acto criminal debía ser sometido a condena carcelaria. Por otro lado, podía darse que el trastorno conductual fuera imputado a una posesión diabólica o al pro- ducto de la brujería. En este caso, la consecuencia inmediata era que el hombre era exorcizado en nombre de Dios o quemado por brujo por la Santa Inquisición.

En el Renacimiento, el desarrollo anatómico-médico produce que la enferme- dad mental sea atribuida, genéricamente, a factores ajenos a la voluntad del hom- bre, y empiece a considerársela como enfermedad. Sin embargo, los enfermos mentales son tratados rudamente e internados, de por vida, en instituciones manicomiales o casas de lunáticos.

La revolución en el tratamiento de los pacientes mentales y, por tanto, en el progreso de la psiquiatría y de la psicología clínica se produjo gracias al esfuerzo del médico francés Philippe Pinel (1745-1826), autor de un llamamiento en favor del trato humanitario de los enfermos mentales. Los pacientes de los hos- pitales parisinos de Bicêtre y la Salpêtrière estaban realmente encadenados hasta que Pinel hizo quitar sus cadenas y grilletes porque creía que la libertad y el aire fresco eran factores necesarios para recobrar la salud. El interés de Pinel, a nivel científico, fue el de la nosología y el de la etiología7de los trastornos mentales, creyendo que el tratamiento correcto dependía de la naturaleza y causa de la enfermedad mental. Baños calientes, reconfortantes y adormecedores sustituye- ron a las duchas de agua helada y a las sangrías. Pinel estaba convencido de que los alienados, nombre que él dio a este tipo de enfermos, podían, hasta cierto punto, razonar y dar respuestas.

Otro destacado psicopátologo francés fue Jean Esquirol (1772-1840), discípu- lo de Pinel, quien desarrolló aún más las técnicas diagnósticas y nosológicas, siendo el primero en realizar la enseñanza formal de la psiquiatría. Fue también el primero que describió de forma precisa la idiotez, y quien empleó de un modo aplicado a la psiquiatría el término alucinación. Otro concepto introducido por él, la monomanía, fue un anticipo del concepto de esquizofrenia.

Entre los intentos emprendidos por considerar el campo de la psicología de lo anormal (del enfermo mental, o del discapacitado psíquico) como algo científi- co que podía ser estudiado de forma natural, ocupan un lugar relevante diferen- tes médicos franceses del siglo XIX, destacando Charcot en la Escuela parisiense de la Salpêtrière y Bernheim en la Escuela de Nancy, ambas interesadas en la explicación de la problemática de la histeria, la sugestión y el hipnotismo.

Dentro de la tradición de la hipnosis debemos destacar al médico vienés Franz Anton Mesmer (1734-1815), quien utilizó, en la década de 1770, la hipnosis para curar determinadas conductas anómalas. Sus prácticas alcanzaron enorme éxito en París, pero pronto fue desacreditado, ya que consideraba que la efecti- vidad de la terapia procedente de la hipnosis era debida a la existencia de una atrac- ción o poder especial de un misterioso fluido magnético, de tipo orgánico o ani- mal; de esta suposición surgiría el magnetismo animal.

7. Nosología y etiología. La nosología consiste en identificar los trastornos mentales por el nom- bre y la etiología en identificarlos por la causa.

Algunas curaciones a través de magnetismo de Mesmer

A través de este sistema curó al académico y célebre matemático Osterwald que pade- cía una parálisis y trastornos visuales que ningún médico de la corte vienesa había podido solventar; también, solucionó –uno de sus casos más conocidos– aunque fue una curación poco duradera y sólo en presencia del propio Mesmer, el problema de Marie- Thérèse Paradis, hija del secretario particular del emperador Maximiliano I de Baviera, joven pianista que tenía ataques convulsivos y ceguera desde los cuatro años. A pesar de sus aparentes éxitos, el mesmerismo, en la creencia de que el fluido magnético lo explicaba todo, fue considerado inadecuado y la hipnosis (todavía bajo es signo del mag- netismo) cayó en una larga etapa de descrédito.

El desarrollo de la hipnosis pasa de Mesmer por Puységur, Quimby, Eddy, Elliotson, Esdaile hasta Braid al que se le considera como el verdadero descubri- dor del hipnotismo, entendido como:

Provocación artificial de un estado psíquico próximo al sueño, en el que el sujeto atiende y responde a las preguntas que se le formulan, ejecutan- do las órdenes que se le dan en el mismo momento y también después de recuperar el estado normal.

James Braid (1795-1860), médico y cirujano inglés, fue quien utilizó la prác- tica hipnótica a mitad del siglo XIX, bajo la terminología de hipnosis o neuro-hip-

nosis (sueño nervioso). La práctica hipnótica de Braid consistía en la fijación sen-

sorial, creyendo inducir sueño artificial cuando hacía mirar a una persona fijamente un objeto brillante por encima de la línea de visión. Braid creía, inicialmente, que el sueño era causado fisiológicamente por la parálisis de los músculos que levan- tan los párpados, más tarde lo atribuyó a factores psicológicos, especialmente a la sugestión.

Tras los momentos de auge en 1780 con Mesmer y en 1840 con Braid, suce- dería un período de descrédito hasta 1880, fecha en la que se inician las teorías psicológicas sobre el hipnotismo procedentes de las Escuelas de Nancy y de la Salpêtrière.

La Escuela de Nancy con Hypolite Bernheim (1840-1919) como máximo representante defendió los fenómenos hipnóticos como fenómenos inducidos por sugestión y, por tanto, como fenómenos totalmente normales. En discrepancia, la Escuela de la Salpêtrière, dirigida por Jean Martin Charcot (1825-1893), interpretaba los fenómenos hipnóticos como síntomas de tipo histérico y, por tanto,

como síntomas de anormalidad. (La Escuela de Nancy, evidentemente, seguiría las ideas de Braid.)

Algunos datos sobre la Escuela de Nancy

La Escuela de Nancy se inicia con el trabajo de Auguste Liébeault (1823-1924), médi- co rural, que siguiendo las lecturas de los magnetizadores franceses se interesó por estos procesos. Él hipnotizaba a sus pacientes mirándolos fijamente a los ojos duran- te unos pocos minutos (uno o dos) y ordenándoles que se durmieran. Sin embargo, la obra de Liébeault, que fue acusado en ocasiones de “charlatán”, hubiera pasado inad- vertida de no ser por Bernheim que le daría la seriedad académica que necesitaba y que contó con la colaboración de Henry Beaunis (1830-1921) y Jules Liégeois (1823-1908).

La controversia Escuela de Nancy Escuela de la Salpêtrière

Aunque ambas escuelas eran conocedoras de sus discrepancias, la polémica surge cuan- do Paul Janet (no confundir con su sobrino el psicólogo Pierre Janet) publica unos artículos sobre el método de Charcot e insinúa que los trabajos de Liébeault carecen de base empírica y que Bernheim ha trabajado sin tener en cuenta las características de los pacientes, que muy bien podían presentar histerias encubiertas.

El debate se inicia cuando Bernheim contesta a estas acusaciones diciendo que los mejores sujetos hipnóticos no eran los histéricos por la condición de serlo, sino aque- llos que estaban acostumbrados a obedecer y, por tanto, eran susceptibles a la suges- tión. En consecuencia, era muy probable que los pacientes de Charcot no presentaran histerias naturales y que simplemente estuvieran sugestionados ante el hipnotizador. Los discípulos de Charcot rechazaron estas acusaciones intentando demostrar la teo- ría de la Salpêtrière a través de diversos experimentos, en los cuales era discutible el con- trol de las variables.

Las pruebas imparciales llevadas a cabo por el belga J. Delboeuf (1831-1896) que se interesó por la controversia hicieron que las ideas de Bernheim terminaran por impo- nerse. Charcot, que no intervino en este debate, reconsideró su posición y al parecer en sus últimos escritos ya habló de las expectativas del paciente en los trances hipnó- ticos.