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BRUNET (1943): LOS DEBERES (Y PODERES) DEL SEXO

In document Leche Amarga (página 79-101)

1. Aguas Abajo

En “El escándalo como modo de recepción” Kemy Oyarzún enfrenta los textos que componen Aguas Abajo (Brunet: 1943) como “relatos que parten in media res, en un “momento existencial,” instante en el que los supuestos y las certidumbres se resquebrajan... Textos de acción liminar, ante todo desestabilizadores” (Oyarzún: 1997, 28).

Pensamos que la crisis y la apertura de los cuentos tienen relación con episodios que anudan la violencia y la sexualidad en un contexto doméstico. Esta tensión entre lo erótico y lo tanático se intensifi ca al ponerla en diálogo con las concepciones familiares hegemónicas, que como hemos visto en el análisis de la revista Familia, exorcizan las pasiones controlando la agresividad a través de la “complementación” de la pareja y deserotizando a los sujetos.

Aguas abajo presentará un abanico de posibilidades en que el

placer aparece amalgamado a la destrucción. Así, en el primer cuento, “Piedra callada,” el nudo entre violencia y erotismo está presente en varios momentos: en el abuso de la madre hacia la hija cuando ésta expresaba sus deseos de casarse y establecerse como mujer sexuada, adulta e independiente del poder materno; en las violaciones y em- barazos que conducen a Esperanza a la muerte; en los golpes para acallar los deseos incestuosos de Bernabé hacia su hija Venancia, los que desatarán la relación con el resultado más violento de la historia: la competencia entre Bernabé y Eufrasia, su suegra, que culminará con el asesinato silencioso y perfecto del hombre.

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A diferencia del primer relato en que la violencia esconde un trasfondo erótico, en “Aguas Abajo” será la sexualidad la que irá revelando las relaciones competitivas dentro de la familia. La rivali- dad entre la madre y la hija por el “taita”/”marío” culminará con el desplazamiento total de la madre y por poco, con su suicidio.

Finalmente, en “Soledad de la Sangre,” vemos el sometimiento económico y sexual de la mujer. La protagonista se rebelará pasiva- mente al abuso, replegando su imaginario erótico a las evocaciones de la música. Es por esto que cuando el marido y su socio intentan “tocar” este último reducto femenino, surge la defensa violenta de la protagonista que culmina en los golpes que propina al huésped y en el casi desangramiento de la mujer.

A nivel de estrategias textuales, “lo obliterado” es una cons- tante en la manera de decir el confl icto. De este modo, en “Piedra callada” solo pequeños indicios señalarán a Eufrasia como la asesina de Bernabé; en “Aguas abajo” la cópula entre la muchacha y su pa- drastro quedará replegada, escondida, en unos puntos suspensivos y manifi esta en la nueva situación de poder de la muchacha y, por último, en “Soledad de la Sangre” no se narrará la vuelta a casa de la protagonista, quedando oculto a nuestros ojos la resolución a la violencia conyugal. Este “no decir” revela, paradojalmente, el “secre- to de familia,” ese pachacuti emocional y pasional que desborda en pachacutipachacuti

erotismo y violencia las jerarquías y calmas aparentadas o forzadas presentes en las representaciones hegemonizantes de la familia.

2. Un “trapo de piso” y la reina del hogar

La crítica literaria feminista ha leído la producción de las escri- toras chilenas de la primera mitad de siglo como la confi guración de una identidad femenina. Esta identidad genérica encontrará sus fundamentos en el cuerpo; en la relación que las protagonistas enta- blan con la naturaleza; en la marginalidad respecto a lo simbólico (en tanto lenguaje, en tanto espacio público); en su poder contestatario activo o pasivo respecto a la sociedad patriarcal y, fi nalmente, en el arte como una forma de acceder a la propia subjetividad.

A nuestro juicio, Brunet parte de un supuesto anterior a estas identidades y que se relaciona con la representación de un sujeto en crisis, de un sujeto violentado. Es desde este lugar, entonces, que podría entenderse la necesidad de acceder a un espacio en lo público, en la naturaleza o de inventarse un lenguaje para acceder a un nuevo yo.

A primera vista, todos los cuentos pueden ser leídos como una expresión de violencia masculina hacia lo femenino. La constitución de la identidad genérica pasaría, entonces, por el hecho dramático de reconocerse como “víctima,” “manoseada,” “chingada.” Los abortos, golpes, incestos, explotación y desvalorización del trabajo y creatividad femenina presentes en esta narrativa desdibujan toda otra identidad posible. Queda en pie la expresada en un relato de Brunet, la de “un trapo de piso.” Las protagonistas recorren el silen- cio, la ensoñación, el arte, la seducción, el aislamiento e incluso el asesinato, como formas de escapar a esta identidad, convirtiéndose, en algunos casos, en victimarias. Por otro lado, los relatos del amor romántico que ven al hombre como un salvador y protector, quedan hechos trizas al mostrar su revés brutal y abusivo; por lo tanto, la identidad genérica masculina se reformula y se la presenta como la de un victimario.

Sin embargo, la refl exión que propone la literatura de Brunet abre un espacio de comprensión para la violencia sexual que va más

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allá de binarismos y maniqueísmos implícitos en lógicas violentas. Esto es: buscar al culpable de la primera piedra para convertirlo en chivo expiatorio y depositar así la culpa originaria de la agresión y del sexo en un solo sujeto, víctima a su vez, de nuevas violencias. Es en este sentido, que tiende un puente hacia autores posteriores, como son José Donoso y Diamela Eltit.

En Brunet, tanto la identidad de víctima como la de victimario son identidades inestables, transitorias. Es así como la víctima puede llegar a tornarse victimaria con mujeres más jóvenes o niños y el victimario también ha sido víctima de la violencia al someterse a los abusos de la madre, o al tener que subordinarse a otros en tanto inquilinos.51 Niños y niñas, eternos testigos y sujetos de la violencia

doméstica, asumirán también, el papel de víctimas o victimarios según el modelo que escojan.

Aunque el decir popular sea que en el fondo “les/nos gusta que les/nos peguen” existe otro que dice que “no hay mal que dure cien años ni tonto que lo resista.” Estas expresiones aluden a dos situaciones que la narrativa de Brunet explora: la violencia contra las mujeres asociada a la sexualidad, esto es, el vínculo entre placer y violencia y, por otro lado, el hecho de que es imposible asumirse como una víctima eternamente.

2.1. Reina y víctima

En la mayoría de los textos de Brunet la sexualidad aparece asociada a la violencia bajo el entendido de que es una práctica que debe expiarse.52 Así, vemos que ninguna de las protagonistas que

51 Podemos observar la subordinación a los patrones sobre todo en “Piedra callada.” Estos interfi eren en casi todos los aspectos de la vida privada de sus inquilinos.

haya tenido relaciones sexuales permanece sin un castigo.53 Brunet

muestra cómo el placer masculino degenera en violencia y el feme- nino se paga con humillación y dolor. De este modo, en “Piedra callada” (Brunet, 1943b) Esperanza se encuentra en una espiral de coitos, embarazos, golpes, abortos, que la conducen a la muerte.54 El

dramatismo de esta secuencia aumenta al ser narrado por los niños: “allí, en la montaña, ´ebajo del roble con copihues, enterraba el taita a las guagüitas... si se lo pasaba en d´ella y después era el lamientarse porque se embarazaba” (92).

Los niños comienzan a ser golpeados cuando crece el deseo incestuoso del padre por la hija. La aseveración del padre de que puede hacer “con ellos lo que quiera” incluye a la violencia y el sexo y la violencia como sucedáneo del sexo:

Esperanza... (mirando a su hija Venancia) y se la quedó mirando con la boca abierta y temblorosa la nuez, Esperanza..., por diosito que se le parece da susto... El hombre parecía sentir algo que crecía en su interior. Se miró las manos donde empezaba a hurgar la violencia. Las empuñó y de repente se echó sobre los chiquillos, espantándolos a golpes que caían indistintamente sobre cualquiera de ellos. Sobre Venancia... (1943b, 80)

Brunet presenta la relación de lo masculino hacia lo femenino a través de una sexualidad descontrolada y agresiva. Ni la ternura ni el afecto les son permitidos a sus varones. Los rasgos amorosos de- ben ser reprimidos, pues en ellos el amor devendrá invariablemente violento:55

53 La excepción es Doña Santitos, personaje femenino que rompe el estereotipo de la viejecita viuda. Sin embargo, a pesar de que ella no paga el amor con dolor, mantiene una relación casi comercial con su joven amante.

54 El tema del aborto producido por una violación es retomado por Brunet años después en María Nadie (1957).María NadieMaría Nadie

55 Cabe señalar que uno de los pocos hombres que se relaciona colaborativamente con las mujeres termina asesinado por otro hombre (Brunet, 1923).

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Pero el hombre se había quedado de nuevo mirándose las manos y, también de súbito, sintió que en el pecho algo se deshacía en una tibia avalancha, como si llorase por dentro. Igual: una marejada caliente. Y se acercó a Venancia, casi al mismo tiempo que la abuela... Pa’ eso es mi hija pa’ hacer con ella lo que se me ocurra (89).

En general, los personajes no se sienten merecedores de la fe- licidad y si la encuentran, sienten que deben pagarla. Si bien tanto hombres como mujeres expían el placer, es en las mujeres en quienes se deposita la culpa y la violencia asociada a la sexualidad. En “Piedra Callada” es la esposa la que experimenta en su cuerpo el autocastigo de su marido, y es la hija la que recibe en forma de golpes los deseos del padre.56

“Dos hombres junto al muro” (Brunet, 1963), cuento de Brunet de personajes masculinos, ilumina el otro lado de lo que propongo. En este relato, un preso se entera de que su mujer lo engaña, piensa escapar para verifi car la información, pero es disuadido por un viejo gendarme: la cárcel es más segura, hace años él hizo lo mismo y mató a su mujer. Ambos hombres prefi eren, para protegerse y proteger a sus mujeres, permanecer en prisión. Parece ser que para Brunet el mejor lugar para la pasión masculina es entre las rejas. Todo atisbo de libertad y sensualidad terminará “fatalmente” en violencia: “qué se hace cuando los celos lo ponen a uno peor que fi era rabiosa. Se insulta, se pega, se hiere, se mata.” (1963, 256).

Si Brunet construye la identidad femenina en torno a ser objeto de violencia, la masculina se centrará en la fi gura del victimario. Así, por ejemplo, tanto la patrona como Eufrasia y quien narra “Piedra

56 En este sentido es pertinente el diálogo con La violencia y lo sagrado de René Girard (1972), en tanto este antropólogo demuestra cómo el castigo a la vio- lencia sexual ha recaído históricamente sobre las mujeres V. capítulo I, “René Girard: la violencia como sombra del erotismo”

Callada” describen a Bernabé como “bruto” y los hombres que presentan una masculinidad diferente, como el marido de la pro- tagonista de Montaña Adentro (1923), o el protagonista de Amasijo (1962), terminan siendo víctimas de otros hombres o de la madre. Esto nos permite abrir el análisis de la violencia hacia espacios de mayor comprensión: las mujeres como víctimas históricas terminarán presentando aspectos victimarios, contra otras mujeres, contra los hijos o contra otros hombres y los victimarios habrán sido víctimas en algún momento de la vida.

Si el placer es algo que debe pagarse, y esta violencia recae sobre todo en las mujeres, no es de extrañar que las mujeres mayores casti- guen la sexualidad en niños y niñas. Madres-amasijo, patronas y viejas ahogarán en niños y niñas todo asomo de placer bajo la premisa de que es “por su propio bien.” Un ejemplo lo encontramos en Montaña

adentro, texto en que la madre reprimirá a su hija Cata incluso con

golpes. También encontramos esto en “Piedra Callada:” “De regreso al molino, sin mayores explicaciones, le dio una paliza a Esperanza. Con lo que entendió que tenía que buscar otro apoyo si quería casarse con Bernabé” (71). No obstante, como veremos, las hijas o mujeres jóvenes intentarán utilizar para su liberación, precisamente, lo que les ha sido negado: el sexo.57

2.2. La reina de la casa

Tal como aparece en la revista Familia, que hemos analizado previamente, el papel de “dueña de casa” era parte importante en la construcción de género femenina de principios de siglo XX. Siguiendo la lógica de complementación entre los géneros, si “él” era el señor de

57 Cabría mencionar en este sentido además, a Esperanza de “Piedra Callada” (Brunet: 1943b), a Maclovia de “Aguas Abajo” (1943a) y a Mercedes de Bestia

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lo público, entonces a “ella” le correspondería ser la “reina del hogar.” En la narrativa de Brunet veremos de manera simultánea tanto la exaltación de los trabajos femeninos en el ámbito doméstico como un fuerte cuestionamiento al papel de “reina del hogar.” O, dicho de otro modo, a la casa como un espacio de legítimo poder femenino.

Dentro de la valoración positiva que hace del trabajo doméstico, Brunet señalará su importancia económica, su poder transformador y, al representarlo transfi gurado en un contexto literario en la creati- vidad y las habilidades necesarias para llevarlo a cabo reconoce una de las estéticas de mujeres y de pobres.

Sin embargo, pese a lo anterior, la casa no constituiría un es- pacio para gozar y desarrollarse, un “reinado femenino,” no porque las labores reproductivas carezcan de valor, como se ha señalado más arriba, sino porque este trabajo se encontraría alienado.58

Brunet se adelanta al feminismo de la segunda mitad de siglo XX al incorporar una visión marxista respecto al trabajo femenino: no se lo reconoce, no se lo paga, depende de la plusvalía de otro y, por último, tanto el mérito como las ganancias no llegan a quien lo realiza:

Bueno es que me devuelva los diez pesos que le presté para empezar sus tejidos. Y que no se gaste toda la plata que gana en cosas para usted no más. Claro es que no voy a decirle que me dé esa plata a mí, es suya, si bien ganada por usted y no le voy a decir que me la entregue, pero ya ve, ahora hay que comprar una olla grande y arreglar la puerta de la bodega. Bien podría hacerse cargo de esas cosas ahora que maneja tanta plata. ... Y después compró...Porque signifi caba una alegría ir convirtiendo aquella destartalada casa de campo en... una casa como la suya (Brunet: 1943c, 124).

58 En este sentido, Brunet se adelanta a las discusiones tanto del feminismo de la diferencia como el de la igualdad.

Por otro lado, en “Piedra callada” Eufrasia “piedra” es nombrada “perla” cuando empieza su labor transformadora en la casa patronal. Sin embargo, cuando trabaja en la casa de su yerno, para sus nietos, este trabajo se convierte en un aspecto más de la competencia entre Bernabé y Eufrasia:

Otra vez ganaba el hombre...

Y ella allí, como una buena tonta, trabajando el día entero para que su mercé hallara el pan dorado, el sabroso caldillo, las papas asadas y el agua hirviendo para cebar el mate. Y la ropa limpia y en rancho como una plata... Tonta. (Brunet: 1943b, 45)

Finalmente, ninguna de las protagonistas posee un espacio per- sonal en la casa; el último patio, un rincón de la sala con la condición de que el marido se haya dormido y no “ocupe” ni el lugar ni a la esposa, y fi nalmente, el acorralamiento de la mujer que la impulsa a huir a la montaña, relativizan bastante el “reinado” femenino.

Como posteriormente mostrará José Donoso en El obsceno pájaro

de la noche (1970), el trabajo doméstico no solo involucra una estética de la noche

de la noche

sino también un poder. En el caso de Brunet, las mujeres mayores que poseen la experticia de las labores de la casa, como Doña Tato, la mujer de “Aguas abajo,” la hermana mayor de Bestia Dañina (1926), sienten una superioridad respecto a las más inexpertas. Sin embargo, pierden su cetro de “reinas del hogar” cuando aparece alguien dotada de más atractivo sexual para el “dueño de casa;” con esto, el estereotipo de que lo privado es el espacio “natural” de poder femenino y, por lo tanto, sin contradicciones, termina de desbaratarse y convertirse en un poder obscuro.

En los cuentos de Aguas abajo, ni la casa, ni los hijos, ni el cuerpo, ni el sueño se constituyen en un lugar “propio” o natural para la mujer, en tanto son espacios que pueden ser arrasados por la violencia. Desnaturalizar y relevar la violencia en el espacio doméstico, vinculándola, además, a la sexualidad es, a nuestro juicio, uno de los grandes aportes de la narrativa de Brunet.

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El último cuento “Aguas Abajo” presenta un enfoque sutilmente diferente a las construcciones de géneros y a los signifi cados de la sexualidad que hemos visto en la mayoría de los textos de Brunet. A nuestro juicio, este cuento es un puente hacia los textos que analiza- remos después en tanto el sexo y el erotismo dejarán su concepción de pecado que debe castigarse para establecerse como una relación de poder. La violencia será, entonces, el resultado de la rivalidad entre dos y de la exclusión del tercero.

3. “Aguas Abajo:” los cuatro lados de un triángulo

La casa fue primero de quincha con revoque de barro. Pero, al correr del tiempo, el hombre empezó a subir las lajas del río y alrededor de las paredes ya existentes hizo otras de piedra. Era como una casa metida dentro de una casa. O mejor dicho como una habitación metida dentro de otra habitación, porque la casa no era sino ese espacio doblemente murado... (Brunet: 1943, 82-83).

Quizás en una primera lectura el confl icto central de “Aguas Abajo” sea el triángulo seudoamoroso producido entre La mujer, “el hombre,” y la Muchacha. Sobre todo, porque la antigua historia de la mujer mayor desplazada de la cama y de la cocina de “el hombre” por una más joven tiene como ingredientes adicionales el parentesco entre ambas mujeres y el genio narrativo de Brunet para contarla.

Es así como desde el primer párrafo del cuento se nos habla de este particular triángulo: “La casa dentro de una casa” alude al incesto simbólico entre el padrastro y la hijastra; las paredes de pie- dra y las de barro, el orden de la madre y el de la hija construidos por “el hombre” al poder escoger a una como “dueña de casa” y a la otra como “su mujer;” el “espacio doblemente murado,” dirá la casa completamente aislada del resto de la comunidad y de sus leyes, a no ser por el intercambio comercial.

Nuestra lectura abordará el triángulo de poder y erotismo presente en el cuento, pero lo confrontará con aquello que está a la sombra de estas pasiones: es decir, el resto de la familia y la relación

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