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CONTEXTOS: LA CRISIS DE LOS GÉNEROS EN LA ARENA DISCURSIVA DE LOS AÑOS 30-

In document Leche Amarga (página 51-79)

“Y leo revistas en la tempestad...” (García-Spinetta)

En este capítulo nos proponemos mirar una serie de textos no fi ccionales pertenecientes, principalmente, al discurso periodístico a fi n de forjar, a través de ellos, el contexto en que emerge la narrativa de Brunet y Bombal.

Se trata de la revista Familia, dirigida por Brunet entre 1935 y 1940, y de la crítica periodística referida a ambas autoras. A pesar de que ambos tipos de documentos expresan, fundamentalmente, el pensamiento conservador de la sociedad chilena de principios de siglo, es posible notar en ellos una fi sura en el mundo que imagi- nan perfecto y sin contradicciones. Es esa fi sura la que queremos explorar a fi n de seguirla, posteriormente, en los textos literarios que analizaremos. Por otro lado, intentaremos, además, delinear la construcción hegemónica de los géneros presente en estos textos a fi n de escuchar el tenso diálogo entre una narrativa y una sociedad que recíprocamente se irritan.

1. La crisis de Familia

El fi nal de los años treinta y el inicio de los cuarenta es una época especialmente importante para los estudios de género y para los estudios literarios que incorporan esta perspectiva de análisis. En Chile, durante los años treinta, las mujeres obtienen el derecho a voto en las elecciones municipales, el número de estudiantes universitarias

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aumentay muchas mujeres comienzan a trabajar remuneradamente.31

Por otro lado, es la década en que escritoras como Marta Brunet y María Luisa Bombal obtienen un mayor grado de legitimación en el campo cultural chileno.

La actuación femenina en distintos ámbitos de lo público (polí- tico, educacional, laboral y cultural) produjo una tensión en cuanto a la concepción tradicional de los géneros que aún hoy en día no acaba de resolverse. Se trata de la crisis en la ideología de género que determina el vínculo relacional para hombres y mujeres como una complementariedad. Según ésta, a cada sexo corresponderían poderes, espacios y atributos diferenciados que al unirse permitirían una com- plementación. Sin embargo, ésta no se produciría entre iguales; por el contrario, supondría implícita o explícitamente una mayor valoración de lo masculino y la inferioridad de la mujer y lo femenino.

En muchos discursos de la época se expresa un fuerte temor a que la diferenciación entre los géneros desapareciera cuando ellas cruzaran la puerta de la casa y comenzaran a ganar su propio sus- tento. De este modo, en muchos discursos escritos por mujeres, se observa, simultáneamente, por un lado, la alegría de cruzar la frontera de la casa, pero por otro lado, también la insistencia en que esto no vulnerará la dependencia que lo femenino debe a lo masculino. Así, por ejemplo, Vera Zouroff afi rma en Feminismo Obrero, un folleto entregado por el Estado a las mujeres trabajadoras, que el pacto histórico de subordinación que garantiza las identidades femeninas y masculinas seguirá siendo el mismo:

Si económicamente liberada del tutelaje masculino, espiritual y

31 La misma revista consigna este hecho en diversos artículos: “Cien mil mujeres trabajan en Santiago” Familia N° 52, 1936: 20-21; “Cuatro pesos diarios es el FamiliaFamilia

salario medio de una obrera santiaguina” (1936) Familia N° 54: 20-22. “La FamiliaFamilia

muchacha universitaria modelo 1936” (1936) Familia N° 46: 10-11-83 “Una FamiliaFamilia

físicamente, es siempre “la costilla de Adán,” lo que signifi ca que debe ir unida estrechamente a él, y recibir la protección del más fuerte para con el más débil. Desde el momento en que se han unido, él es cabeza, pero ella debe ser el corazón de la familia que forman (Zouroff: 1933:9).

En un proyecto de varios años, la revista Familia: el semanario

que puede entrar a todos los hogares intenta resolver la tensión exis- que puede entrar a todos los hogares

que puede entrar a todos los hogares

tente entre asumir una posición de supuesta igualdad respecto a los hombres al ganar el propio sustento y, por otro lado, seguir siendo “una mujer” en los términos que la complementariedad entre los géneros describe.

Nuestra lectura pretende posicionar a Familia como un docu-FamiliaFamilia

mento valioso para determinar la concepción hegemónica existente sobre los géneros femenino y masculino en Chile durante los años treinta.32 A través de su proyecto editorial, la revista intenta, por un

lado, alentar la presencia de las mujeres en el ámbito público y, por otro, calmar las ansiedades y temores que la salida femenina al mundo público estaba provocando. Organizaremos nuestro trabajo en tres par- tes, la primera ofrece una descripción de la revista, la segunda muestra las representaciones del mundo privado y la tercera analiza el papel que las mujeres debieran tener en lo público, según la revista.

1.1. Hojeando la revista

Familia: el semanario que puede entrar a todos los hogares fue diri- Familia: el semanario que puede entrar a todos los hogares

Familia: el semanario que puede entrar a todos los hogares

gida por Marta Brunet desde sus inicios en 1935 hasta 1940, año en

32 Entendemos el género como una construcción social de las diferencias sexuales y que, por lo tanto, alude a las relaciones entre lo femenino y lo masculino. El género varía de cultura en cultura, implica un posicionamiento de acuerdo a un contexto y es una de las muchas variables en la constitución de la identidad de una persona (cfr. Montecino 1996).

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que es nombrada Cónsul de Chile en Argentina, y en el que la revista deja de publicarse. Su comité editorial estaba constituido por Rebeca de Fuenzalida, Isabel Morel, Gabriela Ossa, Laura Jorquera, Valentina Ruiz, Olga Acevedo, Elena Lange, Lilian Lorca, Victoria Vignes, Isidora Aguirre, Ketmis, Raquel Delaporte, Ana Fabres, Marta García Huidobro, Alide Rube y María Ramírez. Tenía aproximadamente cien páginas de extensión, aparecía los miércoles y se dirigía principalmente a las mujeres de clase media alta (Cfr. Alegría:1986).

La publicidad de Familia construye concepciones estereotípicas FamiliaFamilia

de lo femenino: la “dueña de casa” conocerá los nuevos electrodomés- ticos y aprenderá a usar el gas;33 la “frívola” gozará con los productos

de belleza Flores de Pravia; “la soñadora” podrá refugiarse en folle- tines y radioteatros y la “histérica” podrá recurrir a “Nerbotón 18” aconsejado para “obtener amor eterno y no discutir con el marido.” Aparte de este fármaco, se avisan otros que anularán los “dolores periódicos” y las jaquecas.

Si quisiéramos reconstruir a la lectora ideal de Familia a través de FamiliaFamilia

su publicidad, encontraríamos a la mujer que pasa las horas y los días presa de la rutina doméstica, que maquilla su malestar con los fármacos y las Flores de Pravia y que se evade con las producciones de la cultura de masas.34 Desde esta posición, está dispuesta a servir y a cuidar el

hogar, mientras él tendrá el deber de sostenerlo económicamente.35

33 Por lo general, cuando se tratan los temas de modernización en la tecnología doméstica se hace desde el punto de vista de que ésta enaltece el papel de la mujer dentro del hogar. Solo en la entrevista con Miss Miller se da cuenta del tiempo ahorrado que podría invertirse en el trabajo fuera del hogar (Familia Nº 35, 1936).

34 La narrativa de Brunet recoge la importancia de los medios masivos en el ámbito doméstico en cuentos como “Piedra callada” y “Soledad de la Sangre” (Brunet: 1943)

35 Este estereotipo se fi sura ligeramente en los avisos de educación por corres- pondencia (ella estudia, pero en su casa) y en el de una precavida matrona que se autodenomina Sra. Moral, escrito en mayúscula para evitar confusiones en torno a la naturaleza de sus servicios.

En cuanto a las secciones, al hojear las páginas de Familia encontramos los contenidos que aún se leen en las revistas femeninas: la vida de los ricos y famosos, la nuestra en la astrología, el ritual de la belleza, la moda, las recetas y el cuidado de los niños. Incluso se abordan temas políticos como el costo de la vida, el sufragio femenino y la desigualdad de salarios. Al compararla con el formato actual de las revistas, vemos que únicamente está ausente la sexualidad y la mirada irónica al mundo masculino.36

Es el proyecto editorial de Familia el que establece la más clara FamiliaFamilia

diferencia respecto a las revistas contemporáneas. El semanario pretende asumir los cambios a los que se enfrenta la “mujer moderna de 1930” y constituirse en una orientadora del comportamiento femenino tanto en lo privado como en lo público. Así lo expresa Isabel de Santillana37

en “Un año:” “... y eso es lo que Familia ha querido ser y está cierta de FamiliaFamilia

haberlo logrado. Un completo guía para la mujer dentro y fuera del hogar, una señaladora de los valores femeninos, el vocero de sus virtudes, el aplauso de sus triunfos, la discreta enderezadora de sus defectos, la alentadora de sus desesperanzas” (De Santillana, 1936a:3). Una de las lectoras interpreta el proyecto de Familia en sentido similar: “FamiliaFamilia Familia es FamiliaFamilia

la publicación que con más acierto e inteligencia responde a los nuevos ideales de la mujer chilena, que aspira a trabajo, cultura y femineidad.” (“¿Qué opina usted de la revista Familia?:” 1936, 20).

Pese a la presencia en el comité editorial de escritoras como Marta Brunet e Isidora Aguirre, claramente comprometidas en su discurso literario con un cambio en la situación de la mujer, y a pesar de secciones como “Noticiario femenino” y “Entrevistas con

36 Su iniciadora en el periodismo nacional fue Isabel Allende en la sección “Civilice a su hombre” de la Revista Paula a fi nales de los años sesenta.Revista PaulaRevista Paula

37 Es signifi cativo que Marta Brunet ocultara su nombre para su labor perio- dística con el seudónimo de Isabel de Santillana: máscara de mujer casada y castellana.

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Familia” que defi enden la presencia femenina en el espacio público,

pensamos que la “orientación” que propone Familia consiste en fomentar el ingreso de las mujeres a lo público, pero protegiendo a la vez las concepciones tradicionales de los géneros y el vínculo de subordinación entre ambos.

Nos interesa determinar por qué la insistencia de defender la subordinación de la mujer en este amplio y plural proyecto femenino de principios de siglo. Para ello realizaremos una breve descripción de las construcciones de género que la revista realiza tanto en el espacio privado como en el público.

1.2. Familia puertas adentroFamiliaFamilia

“Buen tono,” por Anna, y “La escoba y el plumero” de la Tía Jacobita eran secciones permanentes de Familia que pretendían educar FamiliaFamilia

y dirigir el comportamiento femenino, y de algún modo, también el masculino en el ámbito doméstico. A nuestro juicio, mostrar el sector más conservador de la revista respecto a la representación de los géneros y quizás, como consecuencia de lo anterior, son los textos más claros y enfáticos en señalar el comportamiento esperado para hombres y mujeres en la década del treinta.

“Buen tono” de Anna, es una especie de “protocolo” para re- cién casadas que señala el correcto comportamiento de hombres y mujeres tanto en la casa como en la vida social de la pareja. Puesto que el buen funcionamiento del hogar y del matrimonio en general es responsabilidad de la esposa, “Buen tono” se dirige casi siempre a las mujeres como lectoras ideales.

En su columna, Anna abarca casi todos los aspectos de la vida cotidiana: el modo de vestirse, cómo caminar en la calle, cómo salu- dar, dar órdenes a los sirvientes, etc. Por cierto, todo este “deber ser” femenino está orientado por la idea de que el sentido de la vida de una mujer es complacer al marido, aunque esto suponga la anulación de

sus gustos e intereses personales. Incluso, los nuevos conocimientos y lugares que las mujeres asumen en la sociedad deben ser absorbidos por este concepto:

La mujer moderna, consciente de su fuerza es piritual, instruida y diestramente preparada para su apostolado de gracia, consuelo y ternura ha de ser en todo momento la dulce compañera del marido; adviértalo, compréndalo, jus tifíquelo, sea su inspirado- ra, su premio, su des canso y su fe, sea siempre la esposa amante (Anna, 1936a:58)

Así, debe procurar estar siempre arreglada, pero con vestidos ba- ratos para no ocasionar gastos innecesarios, no debe hablarle cuando lee el diario y sí debe consultarlo para todo lo que se refi ere a la casa. Únicamente puede determinar por sí misma los momentos en que no debe importunarlo:38

Debe la esposa consultar al marido, antes de tomar una resolución, en todo cuanto se refi ere a sí misma, a los hijos, a las personas de servicio, a los parientes y a la economía y orden de la casa. . . . Hay que creer a ciegas al gran sabio y procurar que el loco orgullo no nos convierta en obstinados y tozudos. Pero no es necesario apurar el concepto de la subordinación llevándolo hasta las nimiedades, porque lejos de ser entonces laudable cualidad, se convertiría en chismografía enojosa. No todos los hombres se avienen, por ejemplo, a compartir con su esposa las obligaciones de ordenar a los criados los almuerzos y comidas. Y la mujer que porfía para que el marido cuide y decida de estos menesteres resulta siempre fastidiosa (1936b: 58)

La construcción de la masculinidad que realiza Anna es ambigua. Por un lado, ella se encarga de revelar que los hombres son casi dioses

38 Así, se muestra una fi sura en el estereotipo de “reina del hogar,” pues es “él” quien decide los aspectos importantes de la vida doméstica. La fi sura en este estereotipo se realiza de manera consciente en los textos narrativos de Brunet y Bombal, como veremos más adelante.

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y que en virtud de su superioridad moral deben guiar los destinos femeninos; sin embargo, se los hace tributarios del mal carácter y la agresividad. En los artículos de Anna se establece, entonces, una delgada línea que separa al dios del ogro, al ser débil que es la mujer de la víctima. Los textos de Anna dejan la sensación de que solo los hombres fueran capaces de violencia y que la labor de la mujer sería comprender esta “naturaleza.” Lo anterior es expresión de que para Anna los géneros se relacionan complementariamente: las mujeres son más sensibles, mientras que los hombres son más “fríos” y “duros.” Pese a que Anna defi ende este sistema, reconoce que pueden existir ciertas dosis de violencia producto del desequilibrio de poderes:

Se complace (la mujer) en aparecer débil para alcanzar un amoroso amparo; admite la diferencia moral que existe entre ella y su marido y que impone deberes concediendo derechos; pero siéntese ofendi- da y humillada por poco que se la trate como inferior y sometida (1936c: 58).

Pese a que en diversos artículos Anna reprueba las conductas agresivas masculinas, para ella el matrimonio se rige por leyes propias que escapan a las de la sociedad. Una de estas leyes no dichas es que la mujer es capaz de perdonar cualquier ofensa y que incluso atacará a quien intente defenderla. Lo anterior reproduce el clisé social de que no vale la pena defender a una mujer que está siendo maltratada, pues ésta defenderá al marido: “Perdonará la mujer un arrebato, excusará una frase, podrá mostrarse indulgente con un acto de violencia que diname el cariño, pero no tolerará jamás que otro cualquiera que no sea ella misma, repruebe su conducta” (1936d: 58).

Cabe señalar que Anna conoce los nuevos roles que las mujeres están asumiendo en la sociedad. Sin embargo, insiste en un sistema de normas para los géneros que reproduce las desigualdades. Así, por ejemplo, señala que las mujeres jamás deben presentarse o visitar a un hombre, a menos que se trate de una visita de negocios. De este modo, la socialización femenina sigue siendo incompatible con el mundo del trabajo. Se observa un doble estándar en el que se acepta

su actuación en el mundo público, pero se la sigue educando para tener una actitud pasiva y supeditada. Como consecuencia de lo anterior, es obvio que en el mundo público seguirá reproduciendo un papel dependiente.

En síntesis, para Anna hombres y mujeres se relacionan com- plementariamente y su actuación doméstica y privada obedece a este sistema. Los cambios sociales no alterarán el viejo compromiso de la subordinación, por el contrario, la casa seguirá funcionando con leyes propias que incluso permitirán la continuidad del mismo pacto.

La segunda sección que analizaremos es “La escoba y el plumero” de la Tía Jacobita. Si “Buen tono” da las reglas para el desempeño social, “La escoba y el plumero” entregará los conocimientos nece- sarios para la organización del trabajo doméstico. Su articulista, la Tía Jacobita, es un doble culto de las viejas cocineras de la narrativa de Brunet, en especial de Doña Tato y de Eufrasia de “Piedra Ca- llada.” Al igual que éstas, se trata de una mujer mayor que a través del poder que le confi eren sus conocimientos domésticos trata con desdén e ironía tanto a hombres como mujeres. Desde su posición de “vieja que le gusta opinar, las viejas somos metetes” (1936: 70) la Tía Jacobita también se pronunciará sobre los géneros.

Para la Tía Jacobita tanto hombres como mujeres son niños a los que se debe guiar y señalar sus errores. Sin embargo, estos “niños” tienen diferentes funciones en la sociedad. La Tía Jacobita es clara en señalar que el verdadero papel femenino es mantener ordenada la casa, por lo tanto, el acceso a la cultura y a la educación debería supeditarse a este fi n:

Preferible es que la mujer empiece por aquello para lo cual parece estar destinada por obra de la naturaleza y de las costumbres ancestrales: a ser la guardadora del hogar. Lo que no quita que después y como añadidura cultive su espíritu y haga de su inte- ligencia un haz de rayos luminosos. O sea que sobre una base de virtudes caseras, levante después un edifi cio lleno de estancias

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amables y encantadoras. Pero lo primero es lo primero (Tía Jacobita, 1936b:86).

La Tía Jacobita sanciona proyectos personales como adelgazar y propone a cambio “la escoba y el plumero.” Es en estos saberes donde la mujer puede encontrar la fuente de su poder, pues la felicidad está “dentro de la olla y el ropero. Porque hay que ver la furia que le entra a este buen hombre que es nuestro compañero cuando no encuentra la camisa azul con rayitas blancas” (86).

1.3. Familia puertas afueraFamiliaFamilia

Por otro lado, existen secciones que alientan la participación femenina en el espacio público. Se trata de las editoriales de Isabel de Santillana, las “Entrevistas con Familia,” el “Noticiario femenino” y diferentes artículos sobre educación de la mujer e igualdad de salarios. Estas secciones presentan una revista muy diferente a la de Anna y la Tía Jacobita, incluso podría pensarse que se trata de una publicación de avanzada en torno al tratamiento de los géneros. Sin embargo, en distintos momentos se dejará entrever que este camino hacia lo público tiene diversos costos como, por ejemplo, la falta de una pareja, la pérdi- da de los lugares tradicionalmente femeninos y la envidia o resistencia de las mujeres pertenecientes a otras generaciones, que insistirán en los papeles femeninos tradicionales, todo esto sumado a ganar un 30 por ciento menos que los hombres según datos de la misma revista.39

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