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uizás uno de los instrumentos mencionados más insistente-

1.1. Contexto global

Una evaluación del desarrollo y de la situación ambiental del país no puede desconocer el contexto global dentro del cual se enmarcan. Colombia como país en desarrollo, al igual que los demás países de América Latina, ha venido enfrentado durante décadas un continuo y hoy claramente establecido proceso de globalización, el cual no se puede desconocer.

La característica por excelencia que ha orientado los principales cambios en el planeta, tanto en la organización política y económica, como en la base de recursos en los que se sustenta su desarrollo, ha sido el fenómeno conocido como la globalización económica. Bajo la premisa de ampliar el universo de los mercados

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y dinamizar las economías de los países, en las últimas décadas se ha estructurado un escenario bajo el cual han venido progresivamente desapareciendo aquellos límites, filtros y barreras de protección puestas por los países, en particular los de menor desarrollo tecnológico y competitividad productiva.

Tal universalización de los mercados ha tenido impactos diferenciados en las economías. En los países en desarrollo se evidencian graves problemas de competitividad, por una parte, al estar expuestos a una competencia con mayores posibilidades de inversión, tecnológicamente muy desarrollada y con una enorme capacidad de movilidad y, por otra, al estar sujetos a reevaluar el desempeño de sus ventajas competitivas, generalmente asociadas a su base natural. Pese a ello, no existen muchas posibilidades de intervención real y sostenible por su nivel de desarrollo tecnológico y de acceso a los grandes mercados, con la consecuente dependencia tecnológica para su aprovechamiento. Es claro que la falta de capacidad para desempeñarse en un mercado abierto ha erosionado fuertemente las economías locales de los países, ampliando la brecha entre las clases, generando élites que han podido marcar el ritmo a través de importantes inversiones y amplios sectores de la población en donde se ha profundizado la pobreza.

Tal escenario plantea adicionalmente una proyección exponencial en la medida en que la información y las comunicaciones adquieren dimensiones globales, pero con limitantes de acceso en los niveles regionales y locales, generando evidentes desbalances en la evolución y desarrollo a menor escala. Esto genera un entorno diferencial en cuanto a las oportunidades, volviendo más competitivos a los más beneficiados de estos mercados y, a su vez, menos competitivos a los poco preparados para el juego de la globalización. Los primeros efectos en las economías en desarrollo han sido catastróficos. Han impactado las estructuras mismas de los Estados y prácticamente han obligado a las naciones a asumir cambios profundos sin la suficiente planificación, corriendo enormes riesgos en la viabilidad de sus economías e incrementando la dependencia financiera internacional para llevarlos a cabo.

Se reseña que tales cambios promovidos por la globalización han tenido consecuencias en prácticamente todos los frentes posibles del desarrollo y de la nacionalidad, desde generar rupturas en las raíces más profundas de las culturas, hasta la generalización de prácticas aberrantes de generación de riqueza como los

cultivos ilícitos y la corrupción, con los consecuentes incrementos de la violencia que estos desencadenan. El problema de la corrupción se ha generalizado, así como el de la violación de los derechos humanos, el del narcotráfico y el de los cultivos ilícitos.

Igualmente, se han introducido profundos cambios en el sector rural y el campesinado de América Latina, mostrando cómo una gran parte de las poblaciones se han venido asentando en las urbes más grandes y en las ciudades intermedias, ya sea en búsqueda de mejores oportunidades o por los problemas de violencia rural que los ha expulsado de sus nichos naturales. El sector agrario ha dejado de crecer en números absolutos, con muy pocas excepciones (cultivos permanentes). Así mismo, la redistribución del territorio orientada por la reforma agraria ha avanzado lenta y en forma insignificante en la región. El impulso reformador de hace 30 años no consiguió la magnitud para alterar sustantivamente las tendencias históricas en la estructura de la tierra y la empresa agropecuaria operó y sigue operando, en gran medida, con una lógica extractivista respecto al medio natural y al medio social. El tema de la seguridad alimentaria en América Latina presenta serias dificultades por la recesión económica, que limita el acceso a la alimentación de buena parte de la población. De hecho, muchos países de la región dependen en gran medida de los recursos naturales para su subsistencia y los requerimientos domésticos cotidianos. Así mismo, es obvio pensar que la globalización ha impactado el medio natural y los equilibrios de sus relaciones. Sin embargo, es necesario aclarar, tal y como lo menciona el doctor Manuel Rodríguez Becerra1, que la

globalización económica no es equivalente a la globalización de los problemas ambientales, aunque ellos puedan estar relacionados. La razón pareciera estar asociada con la escala temporal con la cual se analizan los fenómenos, mientras los cambios globales y sus problemáticas ambientales permiten visualizar escenarios futuros y proyectar tendencias. Los cambios originados por la globalización económica y sus efectos de largo plazo “no pueden ser vistos estructuralmente a través de los lentes de los intereses económicos de hoy”2. Sin embargo, es evidente que la globalización económica ha ocasionado grandes transformaciones en la naturaleza, debido al aprovechamiento intensivo de los recursos naturales, con serios perjuicios sobre el ambiente. Primero fue la presencia de sustancias tóxicas como los organoclorados en ecosistemas del Artico y la Antártica, así como sobre poblaciones de aves, peces y

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OS RECURSOS NA

TURALES Y DEL MEDIO AMBIENTE EN COL

OMBIA 200

mamíferos marinos los cuales, aún viviendo lejos de las zonas agrícolas, comenzaron a aparecer fuertemente contaminados con esta sustancia. Posteriormente, en los años 80, las lluvias ácidas sobre los bosques del centro y oriente de Europa y a partir de allí, las primeras alarmas por la destrucción de la capa de ozono que mostraron la magnitud y poder destructivo a partir de los volúmenes de emisión que se estaban realizando con los clorofluorcarbonados –CFCs– a la atmósfera. Durante esta misma década, el desastre de Chernobyl en la antigua Unión Soviética produjo la contaminación nuclear de amplias zonas y de productos pecuarios. Hoy el gran debate internacional gira en torno al tema crucial del cambio climático (Avellaneda, 2002). La humanidad está asistiendo al proceso de cambio de los patrones climáticos globales o como se le conoce cambio climático, que es uno de los elementos determinantes del cambio global actual. Según el IDEAM (2000), “El cambio global se puede definir como los cambios generados por los procesos naturales y por la actividad humana que afectan al medio ambiente global en forma directa o a través de la acumulación de alteraciones locales o regionales. Las escalas espacio-temporales de los procesos que llevan al cambio global son variadas: algunos como la deforestación es de escala regional y puede ser medida en días, otros como el calentamiento global y el cambio climático, cubren todo el planeta y se manifiestan en períodos desde el decenio hasta milenios”. Estos cambios, también generarán necesidades de adaptación de la sociedad y sus culturas y son un desafío a la civilización humana en su conjunto, en la medida que sus actividades se verán afectadas por los fenómenos asociados al cambio global.

Dentro de los problemas de deterioro ambiental se destacan los cambios en la composición de la atmósfera debido a las emisiones de gases. Así, las emisiones de CFCs, sustancias agotadoras de la capa de ozono, se relacionan directamente con el nivel de industriali- zación. En tal sentido, el mayor volumen de emisiones a nivel mundial se concentra en las naciones desarrolladas (Europa 41%, Norte-Centro América 26% y parcialmente en Asia 25%), mientras que la participación de Suramérica y Africa tan sólo llega a 3% cada una. La mayor participación en Suramérica en la producción de CFCs corresponde a Brasil (40%) y a Argentina (20%), seguidos por Colombia y Venezuela cada uno de ellos con una participación de 10%. De igual manera, otro de los problemas ambientales es la emisión antropogénica de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono –CO2–, el cual, en sus tres cuartas partes3 proviene de la

combustión de carbón, petróleo y sus derivados y gas natural, usados en la generación de energía y calor en los diferentes sectores productivos. La otra cuarta parte proviene de los procesos industriales como la producción de cemento y de los cambios en el uso de la tierra y silvicultura a escala mundial. Dentro de las emisiones generadas por el uso de combustibles fósiles, se tiene al sector transporte como la principal fuente emisora de CO2, con aproximadamente 30% de las emisiones. Regiones como América del Norte, Asia y Europa, participan con alrededor de 90% de las emisiones de CO2a nivel mundial. En la mayoría de los países de América del Norte y Europa, así como en Rusia, se presentan cifras superiores a las 12 toneladas de CO2 per cápita - año, muy superiores al promedio en Latinoamérica que es de aproximadamente 1,9 ton

per cápita - año.

Por otra parte, las emisiones de gases causadas por el transporte urbano agudizan el problema de calidad del aire en las ciudades. El número de vehículos automotores a nivel mundial podría crecer de 583 millones de vehículos en 19904a 740 millones en el año 2000 y 1.200 millones en el 20305

. Las fuerzas que mueven este crecimiento son varias, incluyendo los factores económicos, el incremento de la población y la urbanización.

Si bien la mayoría de los vehículos se encuentran en las regiones desarrolladas del planeta (en 1993, los países miembros de la OCDE tenían 70% de los automotores del planeta), se espera que en las economías de los países en desarrollo y en las economías en transición se encuentren los mayores incrementos en el número de vehículos. Esto es especialmente preocupante por el hecho de que la mayor parte del crecimiento en el número de vehículos se concentrará en las zonas urbanas. En países como Irán, Corea, Kenia, México y Tailandia, cerca de 50% de los automóviles se concentra en la capital. En el caso de Colombia esta cifra se acerca a 30%.

El uso de agroquímicos en el sector productivo ha causado gran impacto ambiental debido a la demanda cada vez más creciente de estos productos para obtener una mayor productividad en los cultivos. Los países industrializados fueron los mayores consumidores de herbicidas en la década de los 90, con porcentajes de 38% y 23% en Estados Unidos y Europa Occidental respectivamente y presentaron también altos consumos de insecticidas y funguicidas, mientras que en Latinoamérica se consume entre 7% y 12% de estos productos. En 1997 las ventas de plaguicidas fueron de 11% del total mundial, alcanzando Colombia un 1%6.

Productos como DDT, clordano y heptaclor, prohibidos

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para el uso agrícola a nivel mundial, aún se utilizan con alguna frecuencia en los países en desarrollo. Adicionalmente, se encuentran residuos de estos compuestos en zonas donde hace más de 10 años ha sido erradicado su uso7.

En las próximas décadas se espera que el uso de fertilizantes se incremente en todas las regiones en desarrollo. En algunas regiones de Africa y Latinoamérica se espera que la cantidad total de fertilizantes aumente en el largo plazo, debido a que en estas regiones se encuentran las áreas potencialmente cultivables más extensas del planeta. El uso promedio de fertilizantes por hectárea ha aumentado en Africa y particularmente en Suramérica y Asia durante el período 1983-1993. En Suramérica el uso promedio de fertilizantes prácticamente se duplicó durante el período 1983-1993. Sin embargo, la aplicación promedio continua siendo inferior a la de Europa, Asia y Norte- Centro América. El uso promedio de fertilizantes en Colombia aumentó en más del 50% durante el período 1983-1993, presentado además la tasa de aplicación más alta de Suramérica (90 kg/ha). No obstante, el promedio de aplicación de Colombia es inferior al promedio de Europa, Asia y Norte-Centro América8.

Desde el punto de vista del recurso hídrico, a pesar del mejoramiento en la eficiencia en el uso del agua en la mayor parte de los países desarrollados, la demanda de agua dulce ha continuado incrementándose a medida que aumentan la población mundial y la actividad económica. De acuerdo con la evaluación general de los recursos de agua dulce del mundo realizada en 1997 por las Naciones Unidas, entre 1900 y 1995, la toma total de agua de los ríos, lagos, reservorios, acuíferos y otras fuentes se sextuplicó, aumentando a una tasa más de 2 veces superior a la del crecimiento de la población. Este rápido aumento de la demanda se atribuye al incremento en la irrigación de tierras de cultivo y, en menor medida, a los usos industriales del agua y al incremento del consumo per cápitapara usos domésticos. Al mismo tiempo, la contaminación ha degradado seriamente la calidad del agua y ha limitado la disponibilidad para el abastecimiento de la población y otros usos.

Los conflictos armados en el mundo, ya sean internos o externos, en la medida en que han utilizado armas químicas, biológicas, nucleares y convencionales o involucran daños en la infraestructura socioeconómica de los países, han producido daños considerables en el ambiente que en muchos casos perduran tiempo después que se restablece la paz.

Este contexto mundial ha orientado el desarrollo de países como Colombia, incidiendo en la relación sociedad-naturaleza y en el balance oferta, demanda y calidad de los recursos naturales.

1.2. Marco jurídico y político