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CAPÍTULO 1: MARCO TEÓRICO

1.2 Análisis de las necesidades de formación

1.2.2 Análisis de la persona

1.2.2.2 Formación continua

Jiménez (2001 - 2002) en su investigación considera que la formación permanente de Docentes debe ser planteada como una estrategia de cambio educativo empleada con éxito en distintos escenarios educativos.

Enfocándonos en la formación docente, es indispensable e indiscutible que representa un incesante cambio y evolución en el manejo del aprendizaje, ya que la formación del profesorado debe estar sometida a una formación continua, ya que está en permanente cambio y evolución de acorde al desarrollo de la sociedad.

El perfil del docente viene determinado por dos conceptos, capacidad y competencia. La capacidad hace referencia al final de un proceso en el que se ha dotado al profesional de los conocimientos, procedimientos, actitudes y valores necesarios para desempeñar su tarea y la competencia es un proceso variado y mucho más flexible que se va alcanzando a lo largo del desarrollo de la profesión generando nuevas capacidades.

Las competencias tienen valor cuando se construyen desde el aprendizaje y se apoyan en el constructivismo, cuando es el sujeto quien construye su propio conocimiento, es así que para desempeñar esta labor es necesario contar con una capacitación continua y permanente, para lograr efectos positivos en el proceso de aprendizaje.

1.2.2.3 La formación del profesorado y su incidencia en el proceso de aprendizaje

La naturaleza misma de la enseñanza exige que los docentes se comprometan en su formación y desarrollo profesional durante toda su carrera, pero las necesidades concretas y las formas de llevar a la práctica ese compromiso variarán según las circunstancias, las historias personales y profesionales y las disposiciones vigentes en cada momento. Para Day (2005) la carrera profesional del docente es un desarrollo profesional continuo que, partiendo de la formación inicial, va evolucionando, mejorando y adaptándose a la realidad y que se produce en tres entornos: en la enseñanza directa, con la asistencia a cursos, seminarios, conferencias, etc., en el aprendizaje en la escuela por el trabajo y la colaboración con los compañeros y en el aprendizaje fuera de la escuela, colaborando con grupos de otros niveles educativos, participando en grupos de reforma, etc.

“La Educación Superior se encuentra en un momento de cambios de gran relevancia, donde

el profesorado adquiere un protagonismo especial” (Knight, 2005); cambiando planes de estudios y metodologías docentes, renovando estrategias pedagógicas, aunando esfuerzos y estableciendo nuevos cauces de participación y diálogo entre profesores y estudiantes, entre directivos y servicios. Los profesores son los responsables básicos del proceso de enseñanza-aprendizaje y por ende, de la aplicación correcta de los procesos de innovación metodológica.

El profesorado, por tanto, se convierte a la vez, en director y ejecutor, de toda reforma propugnada desde la Administración Educativa. Como propone Martínez (2006), éste papel protagonista del docente hace imprescindible su preparación ante los retos e innovaciones que se están produciendo en el ámbito universitario.

Como apuntan Medina R. Domínguez (1995), es fundamental proporcionar al profesorado una formación, centrada en su lugar de trabajo, donde se le capacite para analizar el sistema educativo y desarrollar su práctica como una labor de innovación.

Por otra parte, la fuerte presencia de las Tics en la sociedad, la incorporación de una visión cultural de la educación y las aplicaciones de teorías psicológicas basadas preferentemente en perspectivas socioculturales (Daniels, 2003) permiten la opción de plantear la formación del profesorado desde nuevos ángulos y con nuevos enfoques provocan una continua y avanzada formación de los docentes.

Junto a esto de la formación del profesorado, que nos dan un enfoque sobre esta disciplina, tenemos también, según Day (2005), que conocer la realidad sobre la que se fundamenta la evolución y el desarrollo profesional de los docentes, y ser conscientes de una serie de hechos tales como que:

 El profesor es, junto al alumno, el sujeto activo más importante de la escuela y sólo podrá cumplir sus fines educativos si está bien preparado para la profesión y es capaz de mantener y mejorar sus aportaciones a ella a través de un aprendizaje constante en el transcurso de su carrera.

 Una de las tareas principales del docente es inculcar al alumno la disposición para el aprendizaje durante toda la vida y, en consecuencia, debe mostrar un compromiso respecto a su aprendizaje continuo.

 El desarrollo profesional a lo largo de la carrera es necesario para todos los docentes con el fin de renovar y revisar sus destrezas y conocimientos.

 El aprendizaje circunscrito sólo a la experiencia acaba limitando el desarrollo profesional del docente.

 El pensamiento y la acción de los profesores es el resultado de la interacción entre su historia vital, la fase de desarrollo en la que se encuentren, la estructura del aula y de la escuela y los contextos sociales y políticos en los que trabajen.

 Las aulas están pobladas por estudiantes con distintas motivaciones, disposiciones y capacidades para el aprendizaje, que proceden de medios distintos; por tanto la enseñanza es un proceso complejo.

 El desarrollo profesional del docente va unido a su forma de entender el currículo, en consecuencia, los contenidos y los conocimientos pedagógicos no pueden alejarse de las necesidades personales y profesionales de los docentes ni de sus fines morales.  El docente se tiene que involucrar en su proceso de aprendizaje y desarrollo

profesional, no es posible formarse de forma pasiva.

 El pleno desarrollo de la escuela, como hemos reseñado anteriormente, depende del desarrollo satisfactorio de los docentes.

 La planificación y el apoyo a la formación docente (inicial y continua) es una responsabilidad conjunta de los docentes, las escuelas y las administraciones educativas.

Es por esto que se ha fomentado, desde las instituciones responsables de la formación permanente del profesorado, la capacidad de innovación, reflexión y crítica del trabajo diario, de manera que el docente se conciba como diseñador y planificador y se comprometa con el

cambio. Se trata de fomentar aquellas capacidades que nos ayuden a superar los factores que obstaculizan la renovación metodológica y pedagógica, como pueden ser, la falta de incentivos al reconocimiento de la labor docente, la escasa valoración de la docencia para la promoción, la falta de formación, la rutina, el miedo al cambio, el envejecimiento del propio profesorado y el desconcierto que provoca una mala influencia educativa. En esta línea, la preparación el profesor ha de estar encaminada hacia aspectos muy concretos como: el análisis de las bases y criterios que fundamentan el proceso de reforma y adaptación al espacio, la comparación de distintas reformas en otras instituciones educativas y la adquisición de una metodología de diseño, desarrollo e innovación del currículum.