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El presente capítulo inscribe el objeto de estudio de la investigación en su contexto sociohistórico. Para ello, ofrece una valiosa información referencial estructurada en dos partes: una primera, que explicita los principales antecedentes del periodismo investigativo cubano; y una segunda, centrada en los momentos más significativos de la historia de Juventud Rebelde.

Periodismo de investigación en Cuba

A juicio de Cardoso Milanés, en los umbrales del PI cubano, «habría que situar en un lugar cimero sin dudas, a José Martí con El Presidio Político en Cuba, todo un tratado sobre la oscura vida en las prisiones, donde la metrópolis española encerraba cualquier intento de rebeldía anticolonial» (Cardoso, 2008, pp.16-17). Sin embargo, según consta en la tesis de maestría La verdad útil, de los periodistas cubanos Eloísa Gil y Roger Ricardo Luis (2000), en predios nacionales las primeras expresiones investigativas se remontan a los últimos años del siglo XIX, con lo publicado en las secciones policiales de algunos periódicos de la época.

A fines de la centuria decimonónica y principios de la del XX, varios periodistas firmaron páginas inolvidables en materia de investigación. Rafael Conte, Fernando Berenguer, Agustín Pomares, Guillermo Herrera y Eduardo Varela Zequeira, son nombres de referencia obligada. Justamente, de Varela Zequeira, resultan distintivas sus obras: «La niña Zoila», «El Gabriel», «El asesinato de la niña Luisa» y «El rey de los campos».

De las primeras décadas del pasado siglo merece destaque aparte la labor realizada por el joven escritor y periodista Pablo de la Torriente Brau, autor de la serie de reportajes «Tierra o Sangre», reveladora denuncia de los acontecimientos que conllevaron al levantamiento armado de los campesinos del Realengo 18.

El 4 de julio de 1943 apareció por primera vez en las páginas de la revista Bohemia, por iniciativa del joven reportero Enrique de la Osa, la sección «En Cuba», creada bajo el referente de lo que hacía el servicio noticioso comentado «La marcha del tiempo», de la reconocida revista norteamericana Time.

Desde su surgimiento, en este apartado se publicaron investigaciones que ponían al descubierto manejos ilícitos del gobierno, negocios sucios y crímenes de la política nacional de la época, así como críticas a los procederes proimperialistas llevados a cabo en países latinoamericanos.

De acuerdo con lo expuesto por el escritor y periodista Ricardo Villares (1990), en su libro En Cuba: primer tiempo. Enrique de la Osa, la sección utilizaba el método paralelo de vertientes triples, por el cual dos o tres reporteros seguían una misma pista para confeccionar la información solicitada. Se buscaba la confrontación de datos y el enriquecimiento de las notas con el mayor número de detalles posibles.

Entre los reporteros e investigadores que conformaron el equipo de trabajo de la sección durante los primeros años estuvieron: Ángel Augier, Manuel de Jesús Zamora, Diego González Martín, Lisandro Otero, Rubén Castillo, Tony de la Osa, Fernando Campoamor, Fulvio Fuentes, Benito Novás, Mario García del Cueto, Jacinto Torrás y Marta Rojas. También prestigiaron este espacio con su labor reconocidos intelectuales de la talla de Juan Marinello, Raúl Roa y Nicolás Guillén.

Luego del triunfo de la Revolución, «En Cuba» continuó su rol periodístico en defensa de los intereses del naciente proyecto social. Los tópicos de carácter político alcanzaron un mayor abordaje: se cubrieron los juicios realizados a los criminales y asesinos de la dictadura, y sucesos vinculados con la Reforma Agraria. Poco a poco la sección abandonó su protagonismo indagatorio en problemáticas de interés social, para convertirse en mera difusora de acontecimientos relacionados con las transformaciones del gobierno revolucionario.

En los archivos impresos de los 60 y 70 no se recoge el desarrollo de grandes investigaciones, a excepción de algunos trabajos publicados en la revista Cuba, y del quehacer de los periodistas Jaime Sarusky y Santiago Cardosa Arias en las páginas de Granma, otrora periódico Revolución.

Tras poco más de 20 años de prensa revolucionaria, en marzo de 1980 se celebró el IV Congreso de la UPEC,27 en el que se discutieron con fuerza dos materiales rectores: la Tesis y Resolución «Sobre los medios de difusión masiva», del I Congreso del PCC,28 el cual favorecía el desarrollo de un periodismo examinador y comprometido que abordara en profundidad aspectos importantes de la realidad cubana; y el documento «Sobre el fortalecimiento del ejercicio de la crítica en los medios de difusión masiva», del IX Pleno del Comité Central del PCC.29

Inmersa en el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, al que convocara Fidel como primer secretario del PCC luego del III Congreso de esa organización política,30 la prensa toda fue

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La UPEC, organización que aglutina a los profesionales de la prensa cubana, fue creada el 15 de julio de 1963.

28

El I Congreso del PCC se efectuó del 17 al 22 de diciembre de 1975.

29

El IX Pleno del Comité Central del PCC se efectuó en noviembre de 1979.

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convocada a revisar su política informativa. Para el periodista y profesor cubano José Ramón Vidal31 dicho proceso, más allá de sus limitaciones, desencadenó hacia lo interno del gremio un espíritu crítico y creativo, que fue muy alto en los 60, pero que había sido sofocado por la «normatividad» de los 70 y primer lustro de los 80, en los que se gestó, desarrolló y estancó un proceso de institucionalización marcado por el modelo soviético.

En 1986, también tuvo lugar el V Congreso de la UPEC, evento en el que se presentó el documento «El periodismo en Cuba: situación actual y perspectivas», cuya esencia estribaba en lo ineludible de implementar métodos más eficaces de vinculación con la opinión pública, y en promover espacios de participación, examen y discusión sobre asuntos de interés social.

Como resultado de tan peliagudos debates, los años 80 —principalmente los del segundo lustro— transcurrieron marcados por un ejercicio de mayores y mejores desempeños en faenas investigativas. Prestigiosos periodistas dieron cabal tratamiento a temas medulares de la vida en el país a través del género reportaje. Publicaciones como El Caimán Barbudo32 y Juventud Rebelde, y nombres como los de Eliseo Diego, Emilio Surí Quesada, Leonardo Padura Fuentes y Ángel Tomás González, entre otros, constituyen mención imprescindible al hablar de investigación en este período (explicado más adelante).

«“Shogunes” del cemento», de Félix Pita Astudillo, publicado en agosto de 1985 en Granma; y la serie «Pelotón», de César Gómez Chacón, difundida en la revista Verde Olivo en febrero de 1990; también son muestras de un hondo escrutinio a pasajes del acontecer insular de entonces.

Aun cuando la máxima dirección del país le pidió a la prensa la asunción a los fenómenos desde una perspectiva crítica, muchos de los profundos enjuiciamientos periodísticos de esta época suscitaron reacciones encontradas. El mejor ejemplo de ello fue «El caso Sandra»,33 publicado en 1987 en la revista Somos Jóvenes, testimonio de una de las más deplorables realidades de la sociedad cubana de aquel momento: el jineterismo. Contrario a la notable repercusión que tuvo en los lectores, la salida a la palestra pública de este reportaje trajo consigo arduos análisis alentados desde la esfera política.

Con la llegada de los 90, tras la desintegración del campo socialista, la función cuestionadora y reflexiva orientada a los medios de prensa a través de diversas disposiciones del PCC y la UPEC, fue

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El Dr. José Ramón Vidal, coordinador del programa de Comunicación Popular del Centro Memorial Martin Luther king y profesor adjunto de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, fue entrevistado por el autor de este trabajo de diploma.

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reformulada. La instauración del período especial, como estrategia nacional de supervivencia, conllevó una drástica reducción en las tiradas de casi todas las publicaciones del país, por la falta de papel y otros insumos bibliográficos. En tan difíciles circunstancias comenzó a necesitarse de una prensa más comprometida con la Revolución, no solo ideológicamente, sino también mediante su discurso. (Franco, 2005)

A nivel nacional, la política informativa se concentró en promover la capacidad de resistencia y unidad del pueblo. En el VI Congreso del la UPEC, efectuado en 1993, José Ramón Balaguer, entonces jefe del departamento ideológico del Comité Central del PCC, refirió la difícil situación que atravesaba el país y recalcó las nuevas funciones de los medios cubanos: había que cuidar todo lo que se decía para no darle armas al enemigo. Todo aquello que podía alentar la arenga contrarrevolucionaria sería absolutamente censurado.

Fueron años en los que, «la investigación disminuyó sensiblemente, en primer lugar por la crisis económica, y en segundo por no existir una total comprensión por parte del PCC y el Estado sobre lo importante de esta modalidad para el mejoramiento social y una mayor calidad en la información». (Gil y Ricardo, 2000)

A pesar de las duras condiciones de esta etapa, en las páginas de Bohemia la periodista Mirta Rodríguez Calderónescribió ejemplosparadigmáticos del más genuino PI nacional —a juicio de Eloísa Gil y Roger Ricardo Luis. Sus obras «Bogeo al divorcio en Cuba»y la trilogía de materiales sobre la violencia doméstica «Trazos y colores», «Cómo anda su carácter» y «Que nadie se entere», publicados entre noviembre de 1992 y junio de 1994; trascienden como característicos de la investigación periodística en Cuba. También son destacables los reportajes sobre la prostitución en el país, realizados por Rosa Miriam Elizalde y publicados en 1996 en forma de libro.

Con la celebración del VII Congreso de la UPEC en 1999, se abogó de nuevo por la crítica, al identificarla no como un género ni como una práctica aislada, sino como un enfoque de trabajo ante el imperativo de una información coherente con la realidad y los principios revolucionarios. En 2000, al resurgir la sección «En Cuba» —luego de su desaparición en 1986— se comienzan a tratar otra vez tópicos de alto impacto social, sin que la totalidad de los trabajos trataran temas polémicos o candentes, o sacaran a relucir anomalías ocultas.

En 2007 se dieron a conocer otras «Orientaciones del Buró Político del PCC para elevar la eficacia informativa de los medios de prensa», en cuyos lineamientos nuevamente se abogaba por la necesidad

de una crítica objetiva, oportuna, con datos exactos, sin sensacionalismo ni especulaciones, que señalara la causa real de los problemas. A excepción de las diferentes disposiciones trazadas por la UPEC y el PCC en pos de un periodismo más crítico, los profesionales y sus órganos de prensa carecen de otros respaldos legales de mayor rango para investigar.34

A tenor de los preceptos básicos de la prensa revolucionaria cubana, nuestro periodismo investigativo desestima el tratamiento de hechos sensacionalistas, defiende la invulnerabilidad de la Revolución ante cualquier acontecimiento que ponga en riesgo la seguridad nacional, y excluye de sus intereses procedimientos indagatorios que no estén acorde con la ética y los principios de nuestra moral socialista, o que atenten contra la integridad ciudadana o dañen de forma deliberada la intimidad de las personas.

Si bien la radio y la televisión se consideran valiosos soportes de difusión, escasa resulta la presencia de la investigación periodística en estos medios. Solo dos antecedentes del PI se identifican en la prensa radial cubana: los programas de denuncia realizados por Eduardo R. Chibás, líder del Partido Ortodoxo, y el espacio Chicho Timbrazo, de CMKC, de Santiago de Cuba, producido por los periodistas Ruperto Pérez López y Gloria Cuadras; ambos programas transmitidos antes del triunfo de la Revolución. (Cardoso, 2008)

Actualmente, los nuevos profesionales del periodismo egresan de las universidades con el conocimiento teórico necesario para afrontar el ejercicio del PI. Sin embargo, contados medios nacionales han realizado trabajos afines a esta vertiente periodística.

El programa Alta Tensión,35 de la emisora villaclareña CMHW —un caso atípico en el periodismo radiofónico de los últimos tres lustros—; ciertos reportajes especiales publicados en los semanarios provinciales ¡Ahora!, de Holguín; Invasor, de Ciego de Ávila, y Escambray, de Sancti Spíritus, junto a la sección «En Cuba», de la revista Bohemia, y algunos materiales publicados en la edición dominical del diario Juventud Rebelde, constituyen, a criterio de especialistas en el tema,36 las mejores aproximaciones al periodismo de investigación en la prensa cubana actual.

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En Cuba no existe una ley de prensa que como instrumento jurídico ampare la labor del periodista.

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Juventud Rebelde: hitos en la historia de un diario

«Un periódico destinado fundamentalmente a la juventud, con cosas que le interesen a la juventud, pero que debe tratar de ser un periódico de calidad y que las cosas que allí se escriban puedan interesar a todos los demás; a los jóvenes honorarios o a aquellos que no tienen el título de jóvenes honorarios». Así Fidel Castro demarcó las líneas editoriales de un nuevo rotativo, el 21 de octubre de 1965, rodeado de militantes de la UJC en el estadio capitalino Pedro Marrero, en medio de la clausura de las actividades por el quinto aniversario de la integración del Movimiento Juvenil Martiano, y en la inauguración de los primeros Juegos Deportivos Nacionales. Nacía entonces Juventud Rebelde, cuyo nombre surgió como simbiosis de las dos denominaciones propuestas inicialmente: «Diario de la Juventud» y «Rebelde».

Con 16 páginas tamaño tabloide a tres tintas (rojo, azul y negro) circuló el 22 de octubre de 1965 el primer número del periódico, fundado como vocero y representante de la juventud comunista cubana, y heredero de las mejores tradiciones periodísticas de la revista Mella y del Diario de la Tarde, órganos que legaron sus colectivos de trabajo a esta nueva publicación.

La confluencia desde los primeros momentos de periodistas, fotógrafos, dibujantes y diseñadores posibilitó la creación de suplementos. Como efecto de esa fusión vieron la luz El sable, de corte humorístico, que luego cambió su nombre por La Chicharra, y más tarde devino finalmente en Dedeté; y El Caimán Barbudo, de perfil cultural, convertido con posterioridad en una revista independiente del periódico.

El 2 de junio de 1969 surgió la edición dominical, momento en el que el rotativo dejó de salir los sábados para editarse los domingos como una publicación matutina especial destinada a todo el país. En ese mismo año también quedó abierta la Escuela Nacional de Corresponsales, con 18 alumnos de matrícula, la cual mitigó la falta de periodistas y ayudó a la superación de algunos compañeros que anteriormente habían integrado el Movimiento de Corresponsales Voluntarios del periódico y ya practicaban el oficio.

Como bien se reconoce en la primera parte de este capítulo, a fines de los 80, JR despuntó con un periodismo diferente del que había hecho hasta ese momento. Según explica José Ramón Vidal, quien fue director del periódico por estos años, «era un tipo de trabajo que se inspiraba en el Nuevo Periodismo norteamericano, en el periodismo literario, y que gustó mucho a los lectores. En 1987 se

creó un equipo para reportajes especiales que lo llamábamos “el grupo de locos”, del que formaron parte Leonardo Padura Fuentes, Ángel Tomás González y Emilio Surí Quesada.

«No teníamos entonces pleno conocimiento teórico de lo que hacíamos, sólo algunas pistas y nuestra intuición. Así surgió aquel periodismo que por su forma de hacerse, se asemeja al periodismo de investigación, por su lenguaje al periodismo literario, por su contenido a un periodismo crítico, propositivo, estimulador del diálogo y la reflexión […] Eran materiales que llevaban mucho más tiempo para recopilar la información, mucho más tiempo para elaborarla, pero además cubría mucho más espacio en el periódico, porque generalmente eran reportajes de una o dos páginas completas». (Vidal, 2009)37

Frente a los declives económicos provocados por la caída del campo socialista, en septiembre de 1990

JR dejó de circular todos los días para convertirse en un semanario, con solo seis páginas de información nacional. Según refiere el periodista Jorge Legañoa, en su trabajo de diploma «Por las venas de la política editorial de Juventud Rebelde», los cambios originados a raíz del período especial provocaron un debilitamiento de la estructura editorial del periódico al pasarse de manera consciente o inconsciente a una política editorial de defensa a ultranza de los valores de la Revolución que desatendió importantes temas de debate general. (Legañoa, 2007)

Ante las pocas posibilidades de trabajo en la publicación impresa, fue creado Rebelde en Rebelde,

programaradial realizado por los reporteros del periódico. Las emisiones radiofónicas salían al aire los domingos en la mañana por las ondas de Radio Rebelde, como ampliación de los tópicos tratados en la edición de papel de ese día. No menos valioso y alternativo, frente a la escasez de insumos bibliográficos de estos años, resultó la aparición de la versión digital de JR, el 4 de julio de 1997, lo cual implicó transformaciones en la concepción del trabajo para atender las características de los nuevos destinatarios: los lectores del ciberespacio.

En 1999, tras la celebración del VII Congreso de la UPEC, el periódico recuperó su carácter diario. El ritmo acelerado del diarismo imponía buscar fórmulas para garantizar la publicación. De esa manera, aparecieron las páginas temáticas, estrategia reporteril que convirtió a muchos periodistas en editores de sus propios materiales y promovió la colaboración de diversos especialistas. Varios tópicos conformaron aquellas nuevas secciones: Economía y Servicios, Juventud, Sociedad, Informática y Nuevas Tecnologías, y Sexo Sentido —estas dos últimas aún se mantienen.

Un estudio de lectoría realizado en 2005 por el departamento de Atención a Lectores del propio periódico, arrojó resultados no muy favorables sobre el funcionamiento de algunas de estas páginas, lo que trajo consigo un cambio en el tratamiento de diversos temas.

Apareció entonces a fines de ese año una nueva estructura para el desarrollo de investigaciones entre los miembros del departamento de Información Nacional: los Grupos Creativos, proyecto con el cual, a juicio de la periodista Margarita Barrio Sánchez en su tesis de maestría «La experiencia de los equipos creativos en Juventud Rebelde:¿ejercicio del periodismo de investigación?», «el periódico se propuso trascender el encorsetamiento temático, tener en su fondo la defensa y multiplicación de la experiencia en el análisis y conformación colectiva de la política editorial del diario». (Barrio, 2008, p.45)

En entrevista realizada por el autor de este trabajo de diploma a Rogelio Polanco Fuentes, director actual de JR, este expuso: «hay una voluntad de hacer un periodismo diferente, de superar estructuras que pudieran paralizar ese tipo de periodismo,38 hay un sentido de pertenencia de los reporteros, y un alto compromiso de los editores, encargados de interpretar y conjugar las políticas del país con los intereses de la sociedad.

«Por el hecho mismo de ser un periódico dedicado a los jóvenes, por ser el órgano de prensa de la juventud, y ser considerado un espacio de experimentación en materia de periodismo, Juventud Rebelde es por naturaleza polémico, audaz, problematizador, desprovisto de una mirada complaciente al abordar los más disímiles problemas de la sociedad».

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