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Teología de la casa común en los Salmos y los profetas

Otros pasajes del texto bíblico presentan otras perspectivas e implicaciones de la obra del creador. Las referencias a la creación son muy frecuentes en los salmos, la idea suscita

91 Ibíd.

92 Cf. ARELLANO Fernando Chica, GARCIA Carlos Granados (eds.), Loado seas, Mi Señor, comentario a

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en los salmistas sentimientos de acción de gracias (Sal 136), “alabanza y adoración” (Sal 148), confianza” (Sal 33), sorpresa admirativa (Sal 8,104)93. Los salmos con frecuencia invitan al hombre y la mujer a exaltar a Dios creador: “Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor “(Sal 136,6). E invitan a las demás creaturas a exaltarlo: ¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo estrellas lucientes, alabadlo, cielos, aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados (Sal 148,3-5). La lectura de este libro hay que realizarla poema por poema y para su mejor comprensión debemos atender a su forma literaria, tres son las grandes formas o géneros literarios y una más llamada género mixto, en que se pueden agrupar los 150 poemas: “himnos, suplicas y acciones de gracias”94.

En el salmo 104, que a continuación retomaré, se encuentra catalogado dentro de los himnos, compuesto para las conmemoraciones cultuales de algún conocimiento de Israel. Tiene una estructura bastante uniforme. El comienzo es una invitación a la alabanza divina95, cuyo título

es “Señor, todo lo hiciste con sabiduría”, en él se nos narra todos los prodigios hechos en nuestra casa común.

SALMO 104 (103)

Dios cuida de su creación

1Bendice, alma mía, al Señor.

Señor Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia. 2El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina, 3Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza,

El que anda sobre las alas del viento;

93 Cf. RUIZ de la Peña, Teología de la creación, 51

94 Cf. BIBLIA DE JERUSALEN LATINOAMERICANA, Desclée De Brouwer, 1 de diciembre 2000 95 Ibíd.

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4El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros. 5Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida.

6Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas.

7A tu reprensión huyeron;

Al sonido de tu trueno se apresuraron;

8Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste.

9Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.

10Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes;

11Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos monteses.

12A sus orillas habitan las aves de los cielos; Cantan entre las ramas.

13Él riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra. 14Él hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra,

15Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro,

Y el pan que sustenta la vida del hombre. 16Se llenan de savia los árboles de Dios, Los cedros del Líbano que él plantó. 17Allí anidan las aves;

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18Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos. 19Hizo la luna para los tiempos;

El sol conoce su ocaso.

20Pones las tinieblas, y es la noche;

En ella corretean todas las bestias de la selva. 21Los leoncillos rugen tras la presa,

Y para buscar de Dios su comida. 22Sale el sol, se recogen,

Y se echan en sus cuevas. 23Sale el hombre a su labor, Y a su labranza hasta la tarde.

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Dios! Hiciste todas ellas con sabiduría;

La tierra está llena de tus beneficios. 25He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes.

26Allí andan las naves;

Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él. 27Todos ellos esperan en ti,

Para que les des su comida a su tiempo. 28Les das, recogen;

Abres tu mano, se sacian de bien. 29Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo.

30Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.

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Alégrese el Señor en sus obras. 32Él mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.

33Al Señor cantaré en mi vida;

A mi Dios cantaré salmos mientras viva. 34Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en el Señor.

35Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser.

Bendice, alma mía, al Señor. Aleluya96.

Miramos en los escritos de los profetas, ellos hacen una invitación a recuperar la fortaleza en los tiempos espinosos contemplando al Dios valiente y poderoso que creó el firmamento. El poder perpetuo de Dios no nos lleva a correr de su amor paterno, porque en él se unen la ternura y la energía. De hecho, toda sana espiritualidad involucra al mismo tiempo a acoger el cariño divino y amar con intimidad al Señor por su perenne poder. En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo Dios que creó la casa común, y esos dos modos divinos de actuar están íntima e inseparablemente conectados: “Ah, ¡Señor Dios! Ciertamente, Tú hiciste los cielos y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada es imposible para Ti y Sacaste a Tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y con brazo extendido y con gran terror (Jr. 32, 17.21). Que Dios desde siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable. Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta” (Is. 40, 28b).

En el Antiguo Testamento, miramos una palabra como punto de partida del ser humano: la solidaridad con lo creado. El hombre y la mujer reconocen en esta solidaridad con la tierra su condición de criatura, es decir, se reconocen parte de un orden creado, precisamente a

96 El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina;

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través de la experiencia de tener un cuerpo; y se sabe también, a través de su ser en el mundo, vinculado con el resto de los seres humanos, entiende que hay una casa común que los une. Esta experiencia nos hace recordar que “el ser humano no es solamente una libertad que él crea por sí solo. El ser humano no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza” (Laudato si, n. 155). La solidaridad con lo creado nos recuerda que hay algo que le precede: la naturaleza, la suya propia y la del mundo que le rodea, toda ella signo del amor del Padre, por lo que le recuerda la grandeza de su destino. Este es el punto de partida imprescindible97.

Digamos que, en el Antiguo Testamento, Dios es presentado como el que ha creado el mundo visible. Es él quien mantiene la creación y la puerta en la historia (Cf. Sg 11,24-26). El no piensa como algunos, en cualquier momento, Dios mantiene la creación en la existencia, le da a actuar y lo cumple98.

A través del antiguo testamento, el ser creado reconoce su solidaridad con el planeta su condición de criatura, algo a ser cuidado, alimentado, protegido, defendido, es decir se reconoce parte de un orden creado, un ser en el mundo. Esta definición nos hace pensar que el ser humano no es solamente una liberta que el crea por sí solo. El ser creado no se crea a sí mismo, es espíritu y voluntad, pero también naturaleza (Cf. Laudato sí, n 155).

2.La casa común en el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es el anuncio de la salvación encarnada en un concreto personaje histórico, Jesús de Nazaret, a quien Dios constituyó como Cristo y Señor por la resurrección99. La palabra que había resonado en el principio, por la que fueron hechas todas

97 Cf. ARELLANO Fernando Chica, GARCIA Carlos Granados (eds.), Loado seas, Mi Señor, comentario a la

encíclica LAUDATO SI del papa Francisco, Madrid, España, 2016, p,222-228

98 Cf. Trophine MOUIREN, la création, Fayard, paris, 1961, p.41 99 Cf. RUIZ de la Peña, Teología de la creación, 63

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las cosas, otorgada a la creación un carácter de revelación, pero la revelación definitiva, la última palabra se pronunció en Cristo, palabra encarnada de Dios, con ella se consuman la creación, la revelación y la salvación, es decir, los tres aspectos mutuamente imbricados del mismo y único proceso de auto donación divina100.

En este mismo sentido, el cuarto evangelio nos transmite en su prólogo lo siguiente:” En el principio existía la palabra y la palabra estaba junto a Dios, y la palabra era Dio. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada” (Jn 1, 1-3). Ello nos hace pensar que por medio de la palabra Dios ha creado, y esta palabra es Cristo mismo, mediador de los hombres para con Dios cuya presencia se convierte en la novedad absoluta para la creación del Antiguo Testamento.

Es Aquel en el que todo se reúne y todo se consuma; Aquel de quien tiene su consistencia todo el edificio creado; Cristo muerto y resucitado, de aquí se desprende la gran importancia de Cristo Jesús en la creación.

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