• No se han encontrado resultados

El Abrazo Que Lleva Al Amor

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2021

Share "El Abrazo Que Lleva Al Amor"

Copied!
136
0
0

Texto completo

(1)

El abrazo

que lleva al amor

s.j,

Cómo sanar emocionalmente

a tus hijos con un abrazo

Laura Rincón Gallardo

Ana Beck

(2)

D.R. © Laura Rincón Gallardo Diseño de Portada

PaolaBeck

Ilustración de Portada PaolaBeck

Diseño y formación de interiores Tere Escalona

ISBN: 978-607-00-0180-2

Reservados todos los derechos y prohibida la reproduc­ ción total y parcial sin la autorización de la editorial. Impreso y encuadernado en Impresora De Productos Es­ peciales, S.A. de C.V., México, D.F., tel. 3095 3315

Impreso en México, Noviembre 2014 / Printed in México,

N ovem ber2014

índice

Prólogo de Jirina Prekop 7

Introducción 11

Terapia de Contención 15

La vinculación madre-hijo 27

Testimonio de Ana 32

Una vinculación feliz

El porteo es una forma de vida 37

Testimonio de la mamá de Rodrigo y Alejandra / 47

Desarrollo psicológico del niño 51

CIF Comunicación Inteligente en la familia 115

Testimonio de la m am á de Luis 131

Testimonio de la mamá de Nicolás 139

El manejo de la agresión y la rabia 145

Testimonio de la m am á de Lucy 155

Terapia de Contención para el 165

Síndrome de Asperger

(3)

El niño tirano 1 7 7

Cómo viven los niños el divorcio 187

Preparación de los padres para la Terapia de 193 Contención

Testimonio de la m am á de Sebastián y Sofía 203

El orden en el am or 215

Testimonio de la m amá de Pedro y Javier 227

El abrazo para la vida cotidiana 249

Testimonio de Ana

Mis brazos, ¿qué haría sin ellos?

Y los papás, ¿no hacen Terapia de Contención? 255

Testimonio del padre de Juan 257

Adopción 259

Testimonio de los papás de Diego 263

Bibliografía 271

Prólogo de Jirina Prekop

Me asombran las maravillosas formas a través de la cuales el principio de la contención, como forma de vida, regresa a su concepto original desde el enfoque de la Terapia de Con­ tención.

En Lindau, una pequeña ciudad en la frontera sur de Ale­ mania/asesoré durante años a una familia de campesinos que estaba realmente consternada porque Robert, su hijo, padecía un severo autismo. En esa ciudad se llevó a cabo en 19.81 un congreso de los ganadores de Premio Nobel, en el cual el profesor Niko Tinbergen, de Oxford, dio un discur­ so sobre el método de contención desarrollado por Martha Welch en Nueva York. Los padres de Robert leyeron en el periódico regional que dicha terapia se aplicaba con éxito, particularmente en los casos de autismo. Temerosos de que yo los disuadiera de emplear ese método, sin informarme se dirigieron directamente a Niko Tinbergen y a su esposa. Fue así como se llevó a cabo la primera Terapia de Contención en el continente europeo sin mi conocimiento. Cuando unos días más tarde me enteré, me irritó que lo hubieran hecho a escondidas, pero quedé maravillada del enorme éxito obte­ nido con Robert, cuya calidez en el contacto con su madre era mayor en comparación con lo que yo había logrado con gran esfuerzo.

En aquel momento no podía explicarme científicamente por qué un fuerte abrazo resulta tan eficaz pese a la pánica

(4)

EL ABRAZO QUE LLEVA ALAM O R

resistencia del niño; sin embargo, en esa época de reflexión, la lógica de mi corazón me esclareció. En una ocasión me en­ furecí con mi esposo y quise echarlo de la cocina, pero él no permitió que lo ahuyentara, sino que me giró hacia él y me abrazó; así, cara a cara, corazón con corazón, únicamente manifestó que no me soltaría hasta que la rabia entre noso­ tros hubiera pasado y que nuestro amor fluyera nuevamente. Actuó contra mi deseo y a pesar de mi resistencia. Sin embar- go, sentí que me amaba y que no renunciaría a mí, ni siquiera estando enojada.

Todo ser humano necesita esa experiencia de amor in­ condicional y no exclusivamente el autista; sobre todo cuando no puede amarse a sí mismo ni a los demás. Ante la ambivalencia afectiva, en la que el enojo o la tristeza tie­ nen mayor fuerza que lá alegría y el amor, el ser humano se inclina instintivamente a huir, como todos los animales. La diferencia es que el ser humano no sólo tiene instintos, sino consciencia y la responsabilidad de conservar el amor. Tiene que sobreponerse a dichos instintos y confrontar la crisis de la relación en nombre del amor que desea renovar.

Fue a partir de esa experiencia que adopté la Terapia de Contención. Inicialmente la aprendí con Martha Welch y fui desarrollándola paulatinamente a mi propia manera. Entendí por qué la confrontación emocional y el abrazo se han convertido en algo ajeno para el ser humano de nuestra sociedad tecnócrata deformada y por qué en pueblos primi­ tivos es considerado algo muy natural. "Aquello que Juanito no aprendió, no lo aprenderá Juan nunca más" ilustra el pro­ verbio alemán. La sabiduría de cualquier cultura contempla una afirmación análoga.

En medios culturales en los que no se dispone de un cuar­ to separado para el bebé, una incubadora y una carriola, los

Prólogo de Jirina Prekop

niños y las niñas son llevados en rebozos durante sus prime­ ros dos a cuatro años de vida. De esta forma son abrazados instintivamente, lo quieran o no. A pesar de que a nosotros pueda parecemos una limitación de la libertad, de esta ma­ nera los niños pequeños pueden satisfacer una necesidad primaria de enorme importancia: la de vinculación, que les brinda la posibilidad de experimentar la libertad de expre­ sión de los sentimientos, la empatia y el amor incondicional. Los tres primeros años de vida son decisivos para el niño, porque ejercitan su capacidad de amar y resolver conflictos, eso marcará toda su vida. El niño cargado en rebozo aprende; a sentirse seguro y acogido por los seres humanos, contra­ riamente al niño que en el mundo de la tecnología aprende a confiar más en las lámparas colocadas sobre su cama, en el biberón, él chupón y, más tarde, en los pulsadores de su juego electrónico. De cualquier forma se acostumbra a su aislamiento. El hombre moderno se convierte en adicto a sa- tisfactores sustitutos; las relaciones con los seres humanos, j a quienes desea amar, pero no puede; lo convierten en un ! ser infeliz. Tal ambivalencia emocional lo atormenta y puede llevarlo a crisis existenciales profundas.

La contención natural ha sido desarrollada como una te­ rapia para personas alejadas de sus necesidades naturales y ¡ así regresa a la metrópolis mexicana. No vuelve a los indí­ genas, pues ellos no la necesitan, sino a los seres humanos “civilizados" de la ciudad.

La Terapia de Contención ha evolucionado bastante. He­ mos aplicado el método en muchos otros casos además del

autismo.

Su utilidad se extiende no sólo a los niños, sino también a los adultos, pues gracias a ella pueden confrontar emocio­ nalmente a sus padres longevos para reconciliarse y liberarse.

(5)

También las parejas, mediante la contención, pueden expre­ sar los sentimientos fuertes que no pueden manejar de ma­ nera verbal. La Terapia de Contención ha experimentado un gran adelanto al acoplar la perspectiva sistèmica de Bert He- llinger integrando su método de Constelaciones Familiares.

Cuando Laura Rincón Gallardo decidió realizar sus estu­ dios complementarios en mi instituto me sentí muy honra­ da, porque es una gran psicoterapeuta y por ello me alegra más la importancia que le otorga a la contención. Proviene de un país donde el abrazo o la contención son todavía natu­ rales y ha trabajado en países donde no es así. Escribió este libro con la intención de que los niños y las niñas de la ac­ tualidad aprendan a tener buenas relaciones con los demás seres humanos y así estén preparados para la renovación de la humanidad en este mundo amenazado por la tecnología.

Deseo a este libro un buen trayecto, de todo corazón.

JIRINA PREKOP

10

Introducción

Cuando vivía en Alemania y ejercía mi profesión de psi- cóloga, llegó a mis manos el libro El pequeño tirano. En él, la doctora Jirina Prekop (1991) explica cómo la Terapia de Con­ tención ayuda a los niños tiranos, así como a muchos otros con trastornos infantiles, entre ellos el autismo. Cuando aca­ bé de leerlo me precipité a comprar su segundo libro: Si me hubieras sujetado. Después de leer algunas páginas pensé que ésta era la terapia que quería adoptar para ayudar a los niños. Pocas semanas después supe que Jirina Prekop iba a Heidelberg a dar un taller. Como yo vivía cerca, me resultaba fácil asistir. Pero la noche anterior me lastimé una rodilla. Mi esposo me encontró llorando cuando llegó a casa, porque no podría ir al taller de Jirina. Al día siguiente Vne llevó casi car­ gándome; gracias a él pude ir.

Lo primero que me preguntó Jirina cuando supo que era mexicana fue si de bebé me habían cargado con un rebozo. Ella sabía que en los países latinos se carga así a los bebés. Poco a poco fui descubriendo lo importante y trascendente que resulta para un bebé ser cargado y transportado por su madre con un rebozo.

A media tarde, fuimos a comer juntos los tres extranje­ ros del grupo: Jirina, que es checa, un norteamericano y yo. Intercambiamos experiencias de nuestros países y al ñnal del día ya estaba yo convencida de que esa era la terapia para niños que me interesaba aprender.

(6)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

Hasta ese momento era Jirína la única que la practicaba en el hospital de Stuttgart donde trabajaba. Así que formé parte de la primera generación que pudo aprenderla en for­ ma sistemática. En otro momento pensé: "Me llevo a Méxi­ co esta terapia” Jirina no entendía muy bien mi entusiasmo pues pensaba que en México todos los niños eran cargados con rebozo y que por tanto no la necesitarían.

A lo largo de mi práctica en Alemania muchas cosas que había yo observado desde muy chica me quedaron claras, ya que tuve la suerte de vivir en una hacienda heredara por mi padre, junto a la que había una ranchería donde la gente vi­ vía exactamente del modo en que Jirina describía la forma ideal de satisfacer las necesidades infantiles.

Entendí muchas cosas de esta forma de vida en Alemania, precisamente porque en ese país "civilizado" el instinto ma­ terno está en vías de extinción y los niños pequeños son los más afectados.

Me impresionaba la inseguridad de las madres respecto a sus hijos, el intento de aumentar su instinto materno recu­ rriendo a libros, revistas y cursos, sin saber que ese instinto no está en la cabeza sino en el corazón. Al principio me lla­ maba la atención el énfasis de Jirina sobre las costumbres de los países en desarrollo respecto al manejo de los hijos y las mil ventajas que tienen los niños que crecen envueltos, car­ gados y trasportados pegados al cuerpo de la madre con la ayuda del rebozo. Entonces me quedó claro lo que siempre había vivido en "mi ranchería',’ que los niños no tienen mie­ dos, que crecen seguros e independientes, que permanecen vinculados a los suyos para toda la vida y que el instinto ma­ terno no está en vías de extinción.

Desgraciadamente en la gran Ciudad de México los ni­ ños están muy lejos de vivir como en el campo. Su vida se

12

Introducción

parece mucho más a la de los niños de países del primer mundo; igual que en Alemania, son sacados del nido dema- ' siado pronto y son mandados al jardín de niños cuando to­ davía son bebés, por la creencia de que necesitan socializar y ser estimulados por las maestras. Muchos de estos niños que tuvieron que abandonar el nido muy temprano en sus vidas desarrollaron síntomas que, si hablaran, se expresarían así: "Simplemente necesito sentirme protegido, contenido y amado, y la mejor manera es que me abraces intensamen­ te y pueda escuchar los latidos de tu corazón, para recordar cuando estaba dentro de ti y me sentía plenamente feliz."

Gracias, Jirina, por compartir conmigo y haberme ense­ ñado esta maravillosa terapia que es la salvación para todos esos niños y padres que no encuentran amor pleno en su re­ lación, y que sufren por síntomas que son muy difíciles de llevar en la vida.

Te agradezco también el que en 2014 hayas nombrado al Instituto Prekop México el centro mundial de la Terapia de Contención así cómo me honra profundamente ser tu suce- sora.

Quisiera también agradecer:

• A todas las madres que compartieron conmigo la escritura de este libro aportando los valiosos testimonios de su expe­ riencia con la Terapia de Contención.

• A todos los padres y madres que han depositado su con­ fianza en mí y han acudido para aprender a llevar a cabo la Terapia de Contención con sus hijos.

• A Christian el mejor padre que conozco d e su hija Nina.

A Paola mi artista favorita creadora de las portadas de todos

mis libros.

(7)

• A Ana compañera de profesión, sus experiencias con el re­ bozo y el abrazo de Contención con sus hijos, aportaron nuevos aires a esta obra, me llena de orgullo que se haya convertido en mi coautora.

• A mis nietos Tomás, María, Federico y Nina que son los únicos que tienen la llave del cajón que guarda mi amor de abuela.

Me siento muy contenta con esta actualización que cuen­ ta con cambios y contenidos nuevos, después de 15 años de la presentación de la primera edición, tengo la necesidad de poner al día e informar cómo se encuentra el estado actual de la Terapia de Contención.

Por petición de los lectores de América Latina y España cambio en esta nueva edición la palabra coraje por rabia, ya que para ellos coraje significa valor y empuje. Aunque yo les dije que en México los únicos que tienen rabia son los perros, pido a mis lectores mexicanos flexibilidad y comprensión respecto a este cambio.

14

Terapia de Contención

Abrazar es una conducta humana, natural e instintiva que han realizado los seres humanos desde que existen. Es siem­ pre una agradable demostración de afecto que; sin embargo, se ha ido perdiendo en sociedades muy civilizadas, en países como Alemania, Suecia, Suiza, Estados Unidos, entre otros.

El bebé siente el primer abrazo después de nacer, cuando su madre lo recibe en los brazos. Su necesidad es quedarse así junto a ella el mayor tiempo posible. Comparado con el resto de los mamíferos, el infante humano nace fisiológica­ mente prematuro y es el que más depende de la madre para sobrevivir. Por esta razón necesita seguir junto a ella en una especie de embarazo externo, y que la madre lo mantenga abrazado o cargado el mayor tiempo posible. Su necesidad esencial como recién nacido es continuar unido o pegado al cuerpo de su madre.

Las madres de culturas indígenas o de la población rural de nuestro país satisfacen de forma instintiva esta necesidad. Por medio del rebozo proporcionan al hijo recién nacido una situación muy parecida a la experiencia intrauterina: sentir­ se apretado en un espacio reducido y estar unido al cuerpo de la madre, oyendo los latidos de su corazón, sintiendo su ritmo y movimiento. Todas estas sensaciones recuerdan al bebé su estancia dentro de la madre y por lo tanto le dan con­ fianza y seguridad.

Esta convivencia de intensa cercanía entre la madre y su

(8)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

hijo favorece profundamente su vinculación. Es necesario que el niño la perciba con todos los sentidos y, sobre todo; que pueda descubrirla y sentirla. Mediante esta cercanía físi­ ca el niño comienza a tener experiencias de índole corporal, sensorial, emocional y mental, que serán básicas para el de­ sarrollo de su personalidad. En los grupos o culturas primi­ tivas no se cuestiona si esto es adecuado o no para los niños; simplemente, se lleva a cabo desde hace milenios.

Desgraciadamente en nuestra sociedad "civilizada” no existe esta costumbre; los niños no son cargados con rebozo, porque no se adapta al tipo de vida de las madres que viven en las ciudades y porque los especialistas que las madres tie­ nen cerca, como el pediatra y la educadora, no les aconse­ jan ni explican la importancia de tener a sus hijos pequeños pegados al cuerpo. Aunado a esto, los niños con frecuencia son mandados al jardín de niños antes de cumplir los dos años; es decir, en plena etapa de vinculación, y ante su llanto la madre es apaciguada con el argumento de que el niño se tranquilizará en cuanto ella se haya ido. Pero, si pudiera, el niño le pediría: "Por favor, no me dejes, pues cada mañana se me abre la herida de la separación. Todavía no estoy listo para separarme de ti”

En las sociedades llamadas “civilizadas" los niños fre­ cuentemente son separados de su madre de forma prema­ tura. Por ello el abrazo original entre madre e hijo no puede llevarse a cabo. Esta carencia afectiva puede sentirse de ma­ nera todavía más intensa en los siguientes casos:

• Hospitalización del recién nacido. • Estancia en la incubadora.

• Conflictos de la madre que no le permiten disfrutar plena­ mente a su bebé.

16

La ayuda de una enfermera que interfiere entre ambos.

• Separación prematura por el trabajo de ella.

• Viajes de los padres, etc. i

■ ' ' . i

Podemos decir entonces que al niño le faltó más contacto con el cuerpo de la madre.

En estos Casos la vinculación madre-hijo fue afectada, las­ timada o interrumpida y a raíz de ello surgen trastornos en el niño que luego se vuelven crónicos; es entonces cuando !

debe introducirse el abrazo en forma de terapia. !

El primer objetivo de este abrazo terapéutico es restable­ cer o curar la vinculación deficiente o herida, dada la impor­ tancia y trascendencia de esta primera relación en nuestra vida.

Cuando un niño crece sin satisfacer esa necesidad, no sólo la relación entre hijo y madre resulta deficiente y enfer­ ma, sino que el niño pasará el resto de su vida buscando el abrazo o la cercanía que le faltó.

La Terapia de Contención es el encuentro del tesoro per­ dido, pues padres e hijos trabajan juntos el caos afectivo que caracteriza su relación:

« Los padres recuperan su seguridad como padres y la capa­ cidad de relacionarse con su hijo.

• La vinculación se cura y se hace funcional.

• El niño se siente libre y seguro para empezar su proceso de separación, una vez que vivió y sintió la unión que le falta­ ba.

El niño puede entonces empezar a confiar.en su madre y ambos sienten un inmenso amor que probablemente nunca antes se habían demostrado.

(9)

Originalmente la Terapia de Contención fue practicada con niños autistas en Nueva York por la doctora Martha Welch. En Alemania, la psicóloga Jirina Prekop descubrió posteriormente que no sólo era esencial para tratar a los niños autistas, sino también para el manejo de pequeños y grandes problemas en las relaciones cotidianas con los niños.

La Terapia de Contención se realiza primero en la pre­ sencia del terapeuta, quien previamente habrá capacitado y orientado a los padres a tomar consciencia de los conflictos personales que han interferido en la relación con sus hijos.

Después de la segunda sesión de aprendizaje de la terapia en compañía del terapeuta, los padres pueden llevarla a cabo en su casa de manera independiente, en situaciones de crisis o conflictos importantes con sus hijos. La Terapia de Conten­ ción es una herramienta poderosa y profundamente huma­ na que ayuda a bebés, niños en edad escolar, adolescentes y adultos. Brinda a los padres una gran seguridad en el manejo de situaciones difíciles, así como para expresar sentimientos dolorosos. Ésta les permite conducir al amor, esas relaciones que por sentimientos negativos, se han quedado estancadas en la polaridad de la rabia.

La Terapia de Contención no es un método educativo sino una terapia que, en la medida en que los padres la practi­ quen, se convierte en una forma de relación gracias a la cual los hijos aprenden que no debe haber huida ni aislamiento ante los conflictos, sino confrontación directa cercana. Los padres abrazan a sus hijos, incluso contra su voluntad, para poder expresar o gritar toda su ira, decepción, tristeza, etc. Así descubren que en los brazos de los padres pueden siem­ pre recuperar el equilibrio interno.

Una vez que el padre o la madre o ambos se hayan pre­

18

parado con el terapeuta y se consideran capaces de llevar a cabo la primera sesión con su hijo, se presentan con ropa có­ moda a la sesión. Se acuestan en el suelo sobre una colcho­ neta, mirándose a los ojos; la madre o el padre lo abraza y comienza una confrontación verbal en que él o ella le dice al hijo las conductas del hijo que a él o ella le enojan. Posterior­ mente el niño le dice a su papá o mamá lo mismo, y después el padre o la madre lo abraza para sentir ambos la rabia en toda su intensidad.

Al niño se le pide que exprese con gritos o llanto, pero no con el cuerpo. El terapeuta estimula la verbalización entre uno y otro: cada uno debe decir por qué se enoja cuando el otro se porta de determinada manera (no hay discusiones ni justificaciones). La madre debe ayudarlo a expresar su rabia también hacia otras personas: compañeros del colegio, her­ manos, etc.

Con ciertas preguntas el terapeuta les ayuda a despertar la empatia hacia el otro y de esta manera se favorece, no sólo la expresión de sentimientos, sino también el desarrollo del pensamiento lógico en el niño, apelando también a su com ­ prensión.

En ese momento ambos entran a la curva de sentimientos y la recorren juntos; generalmente el orden de aparición de

estos sentimientos es: 1. Rabia

2. Tristeza 3. Miedo

Una vez expresados, comienzan ambos a sentir el amor.

(10)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

El siguiente dibujo ilustra dicho proceso.

Madre e hijo se liberan al mismo tiempo de todo aquello que los tenía distanciados y no les permitía sentir el amor en­ tre ellos.

Simbólicamente, es como si los padres expresaran a su hijo: "Tú y yo, a pesar de que nos queremos, sentimos con frecuencia mucha rabia en nuestra relación que no nos ex­ presamos abiertamente, por eso tampoco podemos sentir ni expresarnos el amor libremente. Vamos a decirnos lo que nos enoja y después vamos a abrazarnos, y en esa cercanía vamos a demostrar y a expresar lo que sentimos el uno por el otro. Vamos a estar tan cerca que no nos va a costar trabajo identificar ni sentir lo que siente el otro. Yo, como adulto, voy a salir de mi ambivalencia más pronto que tú. Podré conso­ larte hasta que tú también salgas de la tuya, y no voy a soltar­ te hasta que te sientas bien, hasta que hayamos sacado toda nuestra rabia y podamos sentir el amor entre nosotros"

Durante la sesión, al empezar a expresar rabia, el niño y la madre (o padre) son los peores enemigos. La rabia o el odio deben salir primero y antes que nada.

Normalmente los seres humanos huyen ante el odio. Huir es un instinto que nos protege del peligro, pero no de la

agre-20

Terapia de Contencióif

sión. Aquí, ésta se expresa en la cara del contrario: madre ó padre e hijo van juntos a través del odio animal, sin posibi­ lidad de que ninguno huya. Es claro que esta intensa expre­ sión de rabia no lleva a la solución de la crisis en la relación,; pues ésta es ciega, será indispensable atravesar juntos el polo de la rabia para poder llegar al polo del amor: "Quiero amarte

¡

y voy a luchar para lograrlo”

El niño, igual que el adulto, se protege contra los senti­ mientos que lo debilitan y obstaculizan en su vida. Su protec­ ción es la rabia, es la coraza que lo protege de seguir siendo! lastimado; ésta da la sensación de fuerza, pero provoca un inmenso distanciamiento dentro de la relación.

Sólo hasta que la rabia es expresada en esta cercanía física y deja de sentirse dentro del cuerpo y del alma, pueden surgir los sentimientos subyacentes: la tristeza y el miedo.

El niño empieza a aceptar a su madre, se recarga en ella, empieza a sentirse aceptado y seguro para poder llorar las lágrimas de la tristeza acumuladas desde que, por ejemplo, nació el hermanito y sintió que lo querían menos, o cuando se sintió agredido por la forma en que lo regañaban o cuando le pegaron o cuando lo mandaron solo a su cuarto por de­ mostrar su enojo o inconformidad.

En la cercanía, el niño se siénte cada vez más seguro y querido para expresar también su miedo; el miedo guardado en el fondo de su álma desde qué nació, el que sintió cuando estuvo solo en la incubadora inmediatamente después de sa­ lir del paraíso intrauterino, cuando lo llevaron a la guardería o al jardín de niños y el que sintió cuando los padres lo de­ jaron para irse de viaje. En todos estos casos es probable que haya sentido el más inmenso y profundo de todos los miedos humanos: “El de ser abandonado por los padres"

(11)

lor acumulado mediante miles de lágrimas, el canal hacia el amor va abriéndose poco a poco. El proceso es más rápido en algunos niños que en otros y termina cuando ambos hijo y madre, sienten alegría y un amor renovado.

Como terapeuta que acompaña este proceso, me con­ venzo más cada día de que vale la pena luchar intensamente para alcanzar esa meta. Me impresiona profundamente el llanto de las madres cuando expresan su dolor, su tristeza por la parte que les corresponde en la relación. Puede ser una sensación de culpa por haberlo dejado, o impotencia por lo que pudo haber sucedido entre ella y su niño, como por ejemplo una enfermedad o la necesidad de trabajar cuando su hijo no estaba listo para una separación.

El proceso es dramático y doloroso, pero es la única m a­ nera de sentir conscientemente el amor; es como curar una herida. Para que pueda sanar es necesario primero limpiarla hasta el fondo y esto es lo que más duele. No es posible sentir el amor plenamente si antes no se ha expresado toda la rabia y el dolor existentes en la relación.

Al final, el niño y la madre se abrazan y besan profunda e intensamente, como probablemente nunca antes en su vida lo habían hecho. En ocasiones platican de su amor y la madre llora de felicidad al recuperar a ese hijo que sentía ya tan lejos y al que probablemente no conocía. En esta última fase, acuesto al niño arriba de la madre y le pido a ella que le cuente lo lindo que era cuando lo estaba esperando y lo tenía en su vientre. Los niños escuchan con un profundo interés esa parte de su historia, hacen preguntas y se ríen cuando la madre le cuenta cuando “sacaba" el codo, y a ella se le hacía un pico en el vientre o cuando, más grandecito, se batía las espinacas en la cara.

En este contacto estrecho de cuerpos relajados, tanto ma­

22

dre como hijo tienen la oportunidad de sanar su vinculación lastimada, instalados ambos en una regresión mutua que recuerda el momento feliz del niño recién nacido, acostado sobre el vientre de la madre. La felicidad que sienten es in­ finita porque en ese momento todo es amor entre los dos; se liberan los conflictos, el dolor y la rabia, estos se vuelven parte del pasado..

Uno de los aspectos básicos de esta terapia es el manejo del principio de la polaridad, en la que se basan todos los fe­ nómenos de nuestra vida; por ejemplo:

Día-Noche Luz-Oscuridad Hombre-Mujer Muerte-Vida Salud-Enfermedad

Todo lo que está en polaridad está sujeto a un ritmo, un cambio continuo entre los dos polos. Este ritmo es vida. Son dos aspectos de una misma realidad; que construyen una unidad existencial, donde un polo vive y depende del otro.

El aspecto que aquí se trabaja es la polaridad y el manejo de dos sentimientos básicos: la rabia y el amor. En el abrazo de contención, hijo y padre o madre atraviesan el polo rojo de la rabia para llegar juntos al verde del amor; al llegar a éste, lo sienten y disfrutan plenamente.

Hay un adagio que dice: "Dios te lleva de un sentimiento a otro y te enseña por medio de los opuestos; así te da dos alas para volar y no sólo una"

El sentido de la Terapia de Contención es el acceso a la confrontación emocional entre dos seres que se quieren, cuya relación se encuentra tan lastimada que ningún otro

(12)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

tipo de confrontación podría ayudarlos. Se realiza mediante un estrecho abrazo en el que ambos expresan su dolor cuer­ po a cuerpo, corazón a corazón y cara a cara, hasta que se han sentido uno al otro y su amor puede fluir libremente.

En la Terapia de Contención se trabaja el instinto de huida cuando se siente rabia hacia otro ser, cuando la ambivalencia afectiva invade la relación y los sentimientos de aversión son más fuertes que el amor. Jirina Prelcop dice que esta tenden­ cia es generada por el instinto natural de huir que tenemos en común con todos los mamíferos, peces, pájaros e insectos.

El ser humano debe; sin embargo, superar dicho instinto y trabajar para la reconciliación, ya que tiene consciencia y es responsable de las relaciones familiares. Esto lo diferencia del resto de los mamíferos.

El hombre es el ser más evolucionado en la escala de los seres de la creación y sólo puede volverse más humano si convierte el amor en su principal mandato, si lo cultiva y lo salva del peligro, si está dispuesto a convertir el odio en amor y trata de renovarlo cuando es necesario.

La Terapia de Contención es recomendable en los siguientes casos:

• Trastornos de la vinculación madre-hijo (en casos de cesá­ rea o en recién nacidos con hospitalización, y otro tipo de periodos de separación de la madre).

• Síndrome de Asperger (SA).

• Depresiones, miedos de todo tipo, sobre todo al contacto físico y al abandono.

• Inseguridad, dificultades para relacionarse. • Niños tiranos.

• Trastornos psicosomáticos (por ejemplo, neurodermatitis,

2 4

Terapia de Contención

asma, frecuentes cuadros infecciosos). • Trastornos del sueño o la alimentación.

• Trastornos de conducta, celos entre hermanos, niños con demandas excesivas, hiperactividad, berrinches.

• Enuresis, encopresis (falta de control de la pipí y de la popó) . • Todas las relaciones donde padres e hijos sienten que el

amor no fluye libremente en su relación (conflictos profun­ dos de ambivalencia, franco rechazo y fuert e aislamiento).

(13)

La vinculación madre-hijo

Podríamos definir la vinculación como la prolongación de la simbiosis con la madre después del nacimiento. Esto quiere decir que, una vez que ambos cuerpos se han separa­ do después del parto, el bebé tiene la necesidad de sentir de nuevo la cercanía física de la madre después del estrés y el miedo sentidos durante el parto, sobre todo si fueron brusca­ mente separados como en el caso de nacimiento por cesárea. Afortunadamente, hay hospitales donde los médicos ac­ ceden a colocar al recién nacido sobre el pecho de la madre, para que éste escuche los latidos de su corazón, que le son familiares y tranquilizantes. Esto significa para el bebé algo como una bienvenida a casa. En el campo de las hormonas suceden cambios extraordinarios. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, actúa en el cerebro de la madre y la prepara para el momento culminante del encuentro con su hijo. En un parto natural al salir el bebé, su cerebro está impregnado de oxitocina y endorfinas, al igual que el de su madre.

Esto da lugar al "enamoramiento” entre ellos, los científicos lo llaman imprinting o impronta que equivale al vínculo más fuerte que tenemos los humanos. En estos mágicos momen­ tos, madre e hijo se miran a los ojos, el mundo entero les per­ tenece pues la felicidad, tranquilidad y alegría son absolutas.

Este momento que yo considero sagrado queda grabado a nivel neurológico en el cerebro de ambos, impreso para

(14)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

siempre. Este es el comienzo de la vinculación madre-hijo. D.H. Winnicott (1995), describe así las innumerables ex­ periencias relatadas por madres que fueron a su consulta en los momentos decisivos y trascendentales para la vincula­ ción, inmediatamente después del parto:

"No encuentro palabras para expresar las fuerzas inmen­ sas que se ponen en accionen este punto crítico, pero puedo tratar de explicar lo que sucede: la madre que está segura­ mente exhausta físicamente, y que depende de la atención especializada de la enfermera y el doctor en varios aspectos, es al mismo tiempo la persona que puede presentar el mun­ do a su bebé, en una forma que tiene sentido para éste. Ella sabe cómo hacerlo, no porque es inteligente o se Capacitó, sino simplemente porque es la madre natural. Sin embargo, su instinto natural no podrá evolucionar si está asustada o si no le permiten ver a su bebé al nacer, así como tampoco si le traen al bebé esporádicamente para que lo alimente. En esta forma las cosas no marchan adecuadamente. Su leche no fluirá como una excreción, porque ésta es una respuesta ante estímulos: ver, oler y sentir a su bebé, así como el soni­ do de su llanto que indica una necesidad. Todo es una sola cosa; el cuidado de la madre hacia su bebé y la alimentación regular se desarrollan como un medio de comunicación en­ tre ambos, como un canto sin palabras."

Las experiencias que el bebé tiene junto al cuerpo de su madre le recuerdan su situación intrauterina, ya que ésta le proporciona los mismos estímulos: el ritmo o movimiento, escuchar los latidos de su corazón (por esta razón los bebés se cargan instintivamente del lado izquierdo), el tono de su voz y sobre todo la sensación de fusión con el cuerpo de su madre.

Jirina Prekop (1991), en su libro "Si me hubieras sujetado"

2 8

La vinculación madre-hijo

menciona que las sensaciones que el bebé tiene son prác­ ticamente las mismas de antes, cuando estaba dentro de la madre y reconocerlas le da confianza y seguridad. Son expe­ riencias que se repiten de la misma manera, esta necesidad se prolonga; el ser humano busca a lo largo de su vida situa­ ciones y experiencias parecidas, ya que al resultarle familia­ res se sentirá seguro.

D.H. Winnicott (1995), señala que el desarrollo emocional del primer año de vida es el fundamento de la salud mental del individuo.

Cyrulnik (2002) comenta: "Las madres humanas rodean a su bebé de un envoltorio sensorial compuesto por el brillo de los ojos, su olor, su voz y sus maneras de manipularlo que constituyen un análogo de impronta. El bebé así envuelto en un ambiente sensorial estable, impregna su memoria de todos esos datos, lo cual franquea en su cerebro las sinapsis que desde entonces le permitirán percibir preferentemente ese tipo de información”

En su libro: "El pequeño tirano” Jirina Prekop (1991), ex­ plica:

"De importancia decisiva para el desarrollo déla persona­ lidad es que en los primeros tiempos de la vida se logre una vinculación fecunda y una satisfacción de las necesidades básicas de protección y seguridad. Ahí es donde se ponen los1 cimientos para el destino ulterior del niño en cuestión, por­ que sin vinculación no puede haber desvinculación.

La satisfacción de sus necesidades básicas de alimenta­ ción y, sobre todo, de consuelo y protección anticipados al cargarlo, representan para el niño la posibilidad de confiar en los padres y le proporcionan la vinculación y la seguridad | que necesita.

(15)

confiar en otras personas y a su vez desarrollar la confian­ za en sí mismo. Cuando ha recibido suficiente amor, podrá más tarde, de la misma manera, trasmitirlo; ál experimentar el apoyo y sostén de sus padres, podrá alguna vez desarrollar su propio sostén interno, lo que le permitirá brindarlo a otras personas."

Cargar a los bebés con un rebozo es una conducta que se observa en los grupos sociales llamados "primitivos" los demás hemos ido perdiéndola a medida que nos hemos civilizado.

El uso del rebozo, tan común en México entre las mujeres indígenas, satisface las necesidades básicas del bebé. Ellas lo hacen seguramente sin saberlo, pues es parte esencial de su cultura, sus tradiciones y su vida.

En las culturas indígenas es impensable que un niño pe­ queño sea separado de su madre. Las mujeres cargan a sus hijos en sus espaldas, incluso cuando se ven obligadas a ir a las ciudades en busca de trabajo, como las que vemos ven­ diendo dulces en las esquinas.

Estoy segura de que nadie ha visto a uno de esos bebés llorando o pataleando por querer salirse del rebozo. La reali­ dad es que están siempre tranquilos a pesar del ruido, la con­ taminación y el calor, simplemente porque sus necesidades están satisfechas.

La madre viene y va, mientras el bebé disfruta del ritmo y movimientos, así como de la sensación de contención que le brinda la madre al tenerlo unido a su cuerpo. Al estar apreta­ do por el rebozo, revive sensaciones que disfrutó durante los nueve meses que estuvo dentro de ella.

Erikson (1974) comenta al respecto que; “El resultado es que estos niños crecen sin miedo, con confianza y seguridad básicas y con una profunda vinculación, rio sólo hacia su ma­ dre sino también a sus raíces, cultura y tradiciones, y fuerte

30

identificación con su grupo social."

La situación en las ciudades es completamente diferente: las madres no cargan a sus hijos con rebozo, pues no tienen la necesidad de hacerlo, ni para trabajar ni para transportarlos.

Desafortunadamente muchas tienen que separarse de sus hijos antes de que estén listos porque se ven obligadas a trabajar, porque realizan viajes, o porque mandan a sus hijos demasiado pronto al jardín de niños.

La solución que hemos creado en el Instituto Prekop, para las madres que por alguna razón sienten la vinculación con su hijo interrumpida es con la ayuda de un rebozo, con éste podrán pegar a su hijo al cuerpo el tiempo que tengan dis­ ponible.

En las imágenes que se presentan a continuación se ob­ servan dos posibilidades para cargar a niños pequeños y re­ cién nacidos. Las madres tienen las manos libres para rea­ lizar tareas en su casa o meter las compras en el carro del supermercado.

Así pueden usar sus manos en otras labores a la vez que fortalecen la vinculación con sus hijos, lo cual es una necesi­ dad no sólo para el bebé sino también para la madre.

En esta vinculación se fundamenta la personalidad del hijo y la relación que él y su madre tendrán a lo largo de su vida, así como la capacidad del niño de lograr vínculos satisfactorios con otras personas.

(16)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

T e s tim o n io d e A n a Una vinculación feliz

«Desde antes que naciera mi primer hijo me ilusionaba la idea de cargarlo en rebozo, tenerlo cerca, satisfacer sus nece­ sidades emocionales y poder vivir su crecimiento y desarro­ llo escuchando los latidos de mi corazón.

Mi esposo y yo elegimos un hospital para el parto en el que me entregaran a mi hijo inmediatamente después de na­ cer y que pudiera pasar la noche con nosotros. Dicho y he­ cho. Carlos pasó la primera noche de su vida en mis brazos, calientito, seguro, contenido, casi igual que cuando estaba dentro de mí. Yo lo miraba, lo acariciaba y con lágrimas en los ojos le daba gracias a Dios por crear algo tan perfecto para nosotros. Mientras tanto, mi esposo dormía en el sillón tran­ quilamente a lo mejor soñando con todo lo que iba hacer con su hijo cuando creciera.

Recuerdo la primera visita al pediatra. Carlos tenía 15 días de nacido y en la sala de espera me dice una mamá al escu­ char el llanto de un recién nacido y ver mi reacción al car­ garlo de inmediato: "¡Cuidado! porque luego, luego te toman la medida y no vas a poder dejar de cargarlo',' yo sentía a mi bebé en brazos y pensaba: “si esto es lo que necesita, ¿cómo se lo voy a negar?”

Realmente nunca hice caso a la palabra "embrasilar” y seguí mi instinto materno que me decía: "cárgalo, te necesi­ ta" Hasta en las noches, que en algún momento Carlos tenía necesidad de mí, lo cargaba en el rebozo y de esta manera le marcaba claramente un límite: "te cargo pero en el rebozo para que te vuelvas a arrullar, no te voy a entretener”.

Pasando el tiempo me di cuenta de que si un bebé tiene suficiente mamá durante el día, de noche no necesita más

La vinculación m adre-hijo

y puede dormir tranquilamente. Durante el día organizaba muy hien mis actividades para hacer la mayoría de éstas con Carlos cargado en el rebozo.

Me lo llevaba a fiestas, reuniones, bodas, no importaba el ruido o la temperatura, él cerca de mi pecho estaba a gusto!, . tranquilo y contento. Siempre he pensado que un bebé que

no llora, en automático crea un vínculo maravilloso con stk madre, ya que los dos pueden invertir un gran porcentaje dé esta energía en disfrutarse, los bebés en aprender y las ma| más en ser felices.

Era increíble saber identificar y responder a sus necesi­ dades desde fisiológicas hasta emocionales con sólo cargarlo en el rebozo, ya que en el momento que comenzaba a hacer algún ruidito de incomodidad sabía de inmediato qué nece­ sitaba, "¡ah, tiene calor!" era como saber un idioma nuevo.

Sorprendentemente durmió toda la noche cuando tenía dos meses y en general dormir es como comer, un placer más en la vida. Cuando era el momento de ir a dormir lo acostaba en su cuna, me miraba fijamente a los ojos y se acomodaba de lado abrazando a su elefante, yo pensaba: "lo que es saber que ahí estamos su papá y yo, que puede dormir tranquiló y confiadamente" Recuerdo que mis amigas se sorprendían cuando lo acostaba en su cuna, apagaba la luz, le decía bue­ nas noches y cerraba la puerta. Así de fácil era dormir a mi

bebé. ,

Cuando ingresó a la guardería al año cinco meses, el pri­ mer día durmió una siesta de una hora en una cuna total­ mente desconocida; las maestras no lo podían creer.

Naturalmente fue un niño que vivió angustia de separa­ ción y no lo obligaba a irse con desconocidos y "ser socia­ ble" sabiendo que es una etapa en que sólo quieren estar con su madre.

(17)

Afortunadamente me podía organizar en el trabajo y lo llevaba o trabajaba desde casa. De esta manera propicié una constancia en su vida y realmente se le sentía confiado y se­ guro. La primera vez que me separé de él fue a la edad de un año tres meses por tres días.

Desde que Garlos era muy pequeño trataba de explicarle todo lo que íbamos a hacer. Llevarlo a algún lado, cambiar­ le el pañal, ponerle el suéter y limpiarle la nariz. Yo siempre opiné que hablarles a los bebés claramente propicia un buen desarrollo de lenguaje así como escucharlos activamente, aunque todavía no hablen.

En una ocasión noté que Carlos estaba entre enojado, tris­ te, acongojado y que el problema era conmigo. Sólo que en ese entonces tenía once meses y pensé que la mejor manera de ayudarle era con una abrazo de contención.

Lo senté en mis piernas y lo miré fijamente, le dije que sabía que estaba enojado, o que algo traía atorado y en ese momento empezó a llorar y gritar queriéndose zafar de mí. En veinte minutos expresó su enojo y cuando le dije: "no sa­ bía que te afectaba que me aleje de ti, porque eres un niño tan alegre, fácil y adaptable, que no parece que me extra­ ñas..." empezó a llorar de una manera que me tocó el alma y no pude contener mis propias lágrimas. Su tristeza me lo de­ cía todo: me extrañaba. Estaba impresionada, un bebé que parecía no tener problemas acumulados, del que casi no m e había separado, y aun así me expresaba que algo no estaba bien y que necesitaba de mi abrazo sanador.

Hoy en día Carlos tiene un año, ocho meses. Es un niño sociable, intrépido, seguro, ingenioso, divertido, alégre, cari­ ñoso y muy feliz.

Lo sigo cargando en rebozo y al tenerlo a la misma altura del mundo de los adultos se ha vuelto sumamente educado

3 4

y sensible. Le gusta pagar a la cajera del supermercado, salu­ dar al vigilante todas las mañanas que salimos, hasta repartir volantes en una Expo en la que le ayudamos a mi esposo en uña ocasión.

Da las gracias sin que yo se lo haya pedido, por simple imitación.

Estoy convencida de que en una buena vinculación, el niño tiene el amor de mamá seguro, por lo tanto puede en­ focar su energía en imitar a los adultos y aprender una canti­ dad de cosas interminables, en vez de preocuparse y enfocar la energía en que "mamá no me deje"

Con Carlos he aprendido que no hay mejor literatura que te dé consejos que tu propio instinto. El saber leer lo que ne­ cesita el bebé y poder expresar como mamá lo que necesitas tú, es la mejor manera de que el hijo vaya creciendo teniendo presente las necesidades de los demás.

Personalmente, recomiendo y trato de transmitir lo que mi vinculación con Carlos ha significado al conocer las ne­ cesidades emocionales desde que el bebé está en el vientre, hasta las técnicas de comunicación CIF (Comunicación Inte­ ligente en la Familia) y el abrazo de contención para ayudarle a expresar el enoj o y tristeza.

Carlos empieza a hablar y poco a poco a conversar de una manera muy conmovedora; cuando se le acerca a un extra­ ño en el parque o en el restaurante lo saluda y nos señala diciendo: "Mamá y papá" ¡es el mejor regalo del mundo, se me calienta el corazón!, es como si dijera: "Ahíestán ellos, m e

cuidan, m e protegen y m e quieren.”»

(18)

El porteo es una form a de vida

El porteo es una forma de vida

Actualmente escuchamos cada vez a más madres hablar del porteo. Al porteo lo podemos definir como una forma de crianza en donde los bebés van con la mamá a todos lados, como una prenda de vestir, con diferentes portabebés que fa­ cilitan cargarlo para tener las manos libres y mucha libertad en la vida cotidiana. En inglés se llama "Babywearing" y aun­ que en México llevamos haciéndolo por siglos, actualmente está muy de moda referirse a.la conducta de cargar al bebé de esta manera, entre mamás que van descubriendo las maravi­ llas de tener a su bebé tan cerca que aprenden a identificar y satisfacer sus necesidades de inmediato.

Pareciera que necesitamos de términos modernos para volver a la esencia de nuestras raíces y quitarnos la reputa­ ción, de que cargar a bebés en rebozo es como de "indígenas; que piden limosna en la calle”

Aparentemente nos cuesta trabajo reconocer la sabiduría j

de las madres indígenas de nuestro país, ellas son las pione­ ras del porteo y lo hacen por necesidad e instinto materno, no porque tomaron cursos o leyeron en un blog sus beneficios.

He escuchado a mamás desesperadas que no logran iden­ tificar las señales de su bebé y no saben qué es lo que nece­ sita, no confían en su instinto maternal ni tampoco en sus emociones.

Prueban todos los consejos de sus amigas para lograr por ejemplo que duerma su hijo toda la noche en su cama, tratan

(19)

de seguir ciertos pasos como receta de cocina. Su instinto se va nublando por lecturas, tips, consejos, libros y comentarios que reciben a lo largo de la crianza de su hijo hasta que éste queda extinto. Como resultado, el bebé llora sin parar y la mamá no sabe cómo calmarlo.

¿Cuál es el secreto para seguir el instinto y lograr calmar al bebé sabiendo exactamente lo que necesita? Mantenerlo cerca de su madre, pegado a su cuerpo, acompañándola a todos lados, escuchando su voz y los latidos de su corazón.

En esa cercanía ella podrá identificar y traducir sus dife­ rentes tipos de llanto, sus ruidos, gemidos, expresiones y ges­ tos. Al saber qué es lo que necesita (cambio de pañal, leche, tiene calor, tiene frío, le hace falta eructar, se quiere estirar, tiene sueño, etc.), las mamás se vuelven intérpretes expertas de ese pequeño ser que, despierto o dormido necesita de su madre para darle seguridad y confianza, las cuales necesitará el resto de su vida.

El bebé percibe a la mamá cercana, empática y sobre todo pareciera que siente: “ella sabe muy bien lo que necesito y me lo da" Este bebé no tendrá necesidad de llorar para captar su atención, por lo tanto será un bebé tranquilo, satisfecho y contento. Esto a la vez genera en la mamá una sensación de plenitud y satisfacción por tener a un bebé que prácticamen­ te no llora, disfrutará cada minuto su relación madre-hijo donde el amor fluye a borbotones.

Para lograr esto, necesitamos hacer del porteo una forma de vida, es decir, prolongar la sensación de "útero" posterior al nacimiento. Cargar al bebé lo más posible, no sólo en casa, sino en todas partes, independientemente de si está dormido o despierto. El bebé se adapta a nuestras vidas, no al revés. Se adapta a la luz, a la oscuridad, al ruido o al silencio. Al ir

3 8

pegado a mamá, se irá acostumbrando a todo lo que impli­ ca la vida cotidiana. Si se acaba de dormir y la mamá tiene que salir, probablemente se despierte en el trayecto, pero si es cargado en rebozo de inmediato reconocerá la postura y se volverá a dormir sin contratiempos. El sueño de los bebés se adapta a las circunstancias y a los lugares (rebozo, carriola, silla del automóvil, sillón, cama, cuna, brazos, hamaca, etc.) de esta manera si es momento de dormir, no hay necesidad de preocuparse si no está en casa ni en su habitación ni en su cuna.

Se han encontrado un sinfín de beneficios al cargar al bebé en rebozo, tanto para éste como para su mamá o papá; a continuación mencionamos algunos.

Beneficios para el bebé Emocionales

• Cercanía con su mamá lo cual favorece la vinculación entre ambos.

• Intercambio de gestos, miradas y ternura.

• Con los latidos del corazón, la respiración y la vibración de la voz, el bebé recuerda cuando estaba en el vientre materno y

se tranquiliza.

• El bebé se vuelve muy perceptivo con los sentimientos de su mamá al tenerla tan cerca, puede llegar a conocerla a fondo. Psicológicos

• Confianza y seguridad básicas.

• Constancia y permanencia de mamá, nunca se siente solo. • Disminución del llanto por el estado de tranquilidad con­

tinuo.

• Satisfacción automática de las necesidades de ritmo y mo­

(20)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

vimiento al moverse el bebé al compás de la mamá.

• Facilidad al independizarse cuando sea un niño mayor, por sentirse satisfecho de la vinculación con su madre.

Físicos

• La posición de piernas abiertas es muy saludable para los bebés a partir de. los 2 meses. Previene la displasia de ca­ dera y ayuda a encajar la articulación de la cadera correc­ tamente.

• Estimula el sentido del equilibrio, lo cual tiene un efecto positivo sobre el aprendizaje de los movimientos precisos y del desarrollo del lenguaje.

• La posición ayuda a ejercitar sus músculos y a mejorar su digestión.

• Disminuye el reflujo gastro-esofágico, mejorando el estado natural del bebé.

• Los movimientos se reparten uniformemente por toda la espalda del bebé, minimizando el impacto en la columna y protegiéndola de lesiones en las vértebras y discos inter­ vertebrales.

• Más abiertos para el aprendizaje, debido a la estimulación de los sentidos del oído y la vista.

• Hablan con más claridad.

Beneficios para la m am á y para el papá Emocionales

• Poder dormir sin problemas al bebé al tener éste satisfecha

su "dosis” de mamá diaria. .

• Autorrealización como madre al ver y percibir un bebé que prácticamente no llora así como tampoco es demandante. • Sentirse la mejor mamá/papá del mundo para su bebé al

4 0

El porteo es una fo rm a de vida

saber perfectamente qué necesita y verlo satisfecho.

• Estas sensaciones se reflejan en su trato con el resto de la familia fomentando la armonía.

Psicológicos

• Identificación más rápida de las necesidades del bebé para satisfacerlas antes de que llore.

• Sensación de vínculo profundo con el bebé, fortaleza de re­ lación, seguridad en su manejo.

• Seguridad personaly autoconfianza como mamá.

• Facilidad para establecer horarios de comida y de esta ma­ nera la mamá podrá disponer más de su tiempo.

• Sensación de libertad al poder llevar a su bebé a todos la­ dos, sabiendo que estará tranquiló, contento y alerta.

• Marcar límites claros al mostrarle al bebé que éste se adapta al mundo de su mamá y no al revés.

• Disminuye la probabilidad de depresión postpartó, al po­ der darle a su bebé el contacto necesario, cargándolo en el rebozo.

Físicos

«Usar un rebozo fortalece la musculatura de la espalda y fo­ menta una buena postura.

• El peso del bebé se reparte mejor (hombros-espalda-cintu­ ra).

• Manos libres para diversas actividades. • Previene las caídas accidentales.

Sociales

• Poder asistir a eventos sociales. • No señtirse encerrada.

(21)

• No ver disminuida su capacidad profesional.

• No descuidar las actividades con el resto de la familia. • Elevada autoestima pues se convierte en el centro de todas

las miradas.

En la actualidad, las madres son pilares del hogar, al tra­ bajar se alejan de sus hijos por muchas horas, en estos casos, el uso del rebozo es una excelente herramienta para com­ pensar el tiempo que no están con su bebé.

En la guardería pueden pedir que el bebé sea cargado con su propio rebozo, pues huele a ella y el bebé lo reconoce como algo conocido y agradable.

Los límites, tan sonados hoy en día en lecturas de apoyo a la educación y para fomentar en los hijos el respeto ante la autoridad también tienen su comienzo en un rebozo.

Los bebés cargados en rebozo perciben a sus padres pre­ sentes, constantes y fuertes, saben lo que necesita su hijo y por lo tanto lo satisfacen al momento, le guste o no al bebé.

Un ejemplo muy común: Madre e hijo se encuentran en una reunión familiar, el bebé tiene sueño pero no se quiere dormir ya que hay otros niños y el panorama es muy intere­ sante. En vez de que el bebé vaya de brazo en brazo pasando por la tía y la abuela buscando quién tiene los brazos más mágicos para arrullar niños, va al rebozo y fin de la historia.

Tal vez llore un poco, recordemos qué quiere estar pre­ sente en la acción de la reunión, pero el mensaje es claro: “Ahora toca dormir y por eso estás en el rebozo” en menos de un minuto el bebé estará profundamente dormido.

La mamá puede disfrutar de su reunión y el bebé descan­ sa satisfecho impregnándose en su memoria inconsciente el siguiente mensaje: “Mi mamá sí sabe lo que necesito, me siento seguro y feliz con ella"

42

Conforme va creciendo el bebé y también aumentando de peso, van cambiando las posturas en el rebozo. Si ya se sienta solo podrá ir en una postura de lado, con más libertad de bra­ zos o en la espalda, en donde la vista se torna especialmente atractiva para él.

El mundo se vuelve interesante, entretenido y agradable, sobre todo da mucha seguridad porque mamá siempre está cerca. En vez de ver piernas y zapatos, como suele ver desde una carriola, ve miradas, sonrisas, gestos y es saludado por toda la gente que ve, ¿qué mejor estímulo para socializar y sentirse querido en este mundo?

El lenguaje también se favorece, los bebés ven y oyen de muy cerca la manera de hablar de los adultos, viven e imi­ tan estos momentos asociados con placer, felicidad y tran­ quilidad, hablan con claridad y se vuelven perceptivos de las emociones de los demás.

El bebé vibra con su mamá y viceversa, el intercambio de amor, miradas, caricias y besos es continuo, la seguridad que adquiere el pequeño es invaluable, la mamá se siente satis­ fecha, tranquila y feliz, esto lo trasmite a su vez a los demás miembros de la familia, generando una dinámica sana, amo- rosa y feliz.

(22)

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

La mamá que acaba de traer un bebé al mundo sólo quie­ re darle lo mejor, necesita abrazarlo y tenerlo cerca lo más que pueda. Sin embar­ go, sus actividades le impiden pasar el tiempo necesario con él: la guardería, las la­ bores de casa, el traba­ jo, etc., ambos pierden la oportunidad de pasar tiempo de calidad juntos.

Ella puede compen­ sar el tiempo que no pasó junto a su bebé con la ayuda

del Rebozo tipo Abrazo. Las si­ guientes imágenes muestran, la manera más práctica, cómo­ da y fácil para satisfacer esta ne­ cesidad de cercanía que es esen­ cial el primer año de vida de un bebé.

4 4

El porteo es una fo rm a de vida

El rebozo ofrece beneficios psicológicos, físicos, sociales y emocionales al cargar al bebé. El peso se reparte entre los hombros, espalda y cintura, satisfaciendo sus necesidades de cercanía y movimiento, y dejando a la madre las manos libres para que pueda hacer todas sus actividades. El bebé llorará menos, se sentirá protegido, más seguro, y podrá dormir sin problemas. Esta seguridad y tranquilidad le traerán enormes beneficios para su crecimiento, estimulando su aprendizaje y complementando su desarrollo.

1

(23)

Testimonio de la mamá de

Rodrigo y Alejandra

A continuación transcribo el testimonio de la mamá de Ro­ drigo y Alejandra:

“Empecé a buscar ayuda porque mis hijos habían sufrido una terrible experiencia. Estuve gravemente enferma y tuve que dejarlos durante tres meses. Rodrigo tenía tres años y Alejandra acababa de nacer.

Me recomendaron una psicóloga de niños que hacía tera­ pia de juego; fui a conocerla y decidí llevar a Rodrigo. La doc­ tora dijo que sería necesario llevarlo dos veces por semana durante seis meses y después de eso evaluar su desarrollo. Al principio iba contento, pero después de las primeras sema­ nas las esperas en el consultorio se volvieron insoportables tanto para él como para mí. Un día, después de esperar a la doctora durante una hora, tomé a mi niño y me fui. No podía someter a Rodrigo, de cuatro años, a vivir dos tardes a la se­ mana en una sala de espera.

Busqué otras opciones y estuve en otras terapias con mi hijo; algunas dieron resultados, otras no. Seguí buscando pues, aunque había resultados positivos, yo seguía perci­ biendo un profundo dolor en Rodrigo. Se notaba la tristeza en todos los momentos de su vida, que parecía ajena a sus circunstancias externas. El sufría profundamente y yo tenía la sensación de que no había nada que pudiera hacer para cambiar su triste realidad interna.

Finalmente conocí a Laura, quien después de evaluarnos

(24)

en algunas sesiones tanto a Rodrigo como a mí, me recomen­ dó la Terapia de Contención.

El día de la prinjiera sesión con Rodrigo, yo no sabía qué hado todo tipo de comentarios. Sin em­ bargo, ese día entré con un niño y salí con otro. No podría explicar lo que sucedió en esa sesión, pero el cambio en mi Entré con un niño que lloraba incesante-

dárente y salí con un niño

completamen-EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

pezó a separarse de yendo paulatiname

de alegría.

Mi hija, por su p Era una niña perfe pero tan ajena a mi era sumamente ind

nada, sin llorar, ni cabeza contra la or:

Llegué a la Tera cuenta que quien : en ella fue radical.! mí. Yo siento que n una relación con el me lo impidió y de hijo fue inmediato, mente y sin razón a [ te distinto.

A partir de ese momento adquirió mayor seguridad, em~ mí poco a poco y su miedo fue disminu- 4nte. Su cara de angustia cambió por una

arte, parecía la niña ideal. Nunca lloraba, tamente adaptada a sus circunstancias, que llamaba la atención. A una edad en la que generalmente los niños padecen de "mamitis” mi hija

ependiente. Era incapaz de reclamar algo que deseaba, a veces hasta parecía que no deseaba nada. Me llamó mucho la. atención que un día, a la hora del baño, cuando llegó el momento de salir de la tina ella, sin decir

doloroso tanto par

protestar siquiera, empezó a golpearse la lia de la tina.

Dia de Contención por mi hijo, sin darme nás la necesitaba era mi hija. El cambio ero igual de asombroso fue el cambio en o había tenido oportunidad de establecer

a como cualquier madre, mi enfermedad alguna manera perdimos el momento de hacerlo. La primera vez que hicimos la contención fue muy i ella como para mí. Resultaba impresio-nante ver a una chiquita de un año de edad llorar con

tan-48

Testimonio de la rriamá de Rodrigo y Alejandra

to resentimiento, con tanto dolor, con tanto miedo. Durante más de una hora no dejó de llorar. Se retorcía, luchaba por separarse de mí de manera asombrosa, pero al final fue como si algo dentro de ella cediera, permitiéndome entrar en ella, en sus sentimientos.

Nuestra relación a partir de ese momento cambio radi­ calmente. Después de la contención entró en una etapa que cualquiera podría calificar como difícil; yo más bien diría que se convirtió en una niña normal. Creo que lloró todo lo que no había llorado, empezó a exigirme lo que nunca había exigido. Mi presencia le hacía falta, ya no le daba igual estar conmigo que sin mí. Finalmente pudimos establecer una re­ lación íntima que nunca antes habíamos tenido.

Ahora, años después, ella me pide el abrazo, es una niña muy cariñosa y amorosa. Cuando tiene alguna dificultad, ya sea conmigo o con cualquier otra persona o situación, acude a mí por un abrazo.

El abrazo en mi casa se ha convertido en una especie de "curita” emocional, mucho más efectiva que cualquier otro remedio. Su llanto, la mayor parte de las ocasiones, ya no es motivo de disgusto; al contrario, es el mejor pretexto para un abrazo.”

(25)

Desarrollo psicológico del niño

A lo largo de mi práctica clínica he observado que, en la ma­ yoría de los casos, los síntomas psicológicos de los niños se deben a que los padres no han podido satisfacer las nece­ sidades emocionales básicas de sus hijos, simplemente por­ que no las conocen.

Muchos de ellos han expresado de esta manera su frustra­ ción e impotencia en el manejo de sus hijos:

"¿Por qué nadie informa a los padres? ¿Por qué en el hos­ pital donde nacen no nos dicen absolutamente nada de las necesidades emocionales del bebé?"

La desesperación de los padres me motivó a organizar desde hace 15 años un curso llamado "Desarrollo psicológi­ co del niño" al que han asistido muchos grupos de padres. Su insistencia para que también les diera por escrito la informa­ ción me lleva ahora a publicar este libro.

En el presente capítulo hago un breve resumen del desa­ rrollo emocional de los niños de cero a 10 años. El objetivo es que los padres encuentren aquí un manual informativo de las necesidades de sus hijos. Para nombrar las etapas de de­ sarrollo utilizo los nombres usados por Freud en su teoría del desarrollo.

En este curso propongo, como metáfora, que la construc­ ción de la personalidad es similar a la de un edificio. Lo prime­ ro y más importante son los cimientos, el fundamento, de él dependen el equilibrio y la estabilidad de toda la construcción.

(26)

Siguiendo la metáfora, el edificio cuenta con niveles que corresponden a cada etapa dé desarrollo. En cada una de ellas los niños tienen necesidades psicológicas y emociona­ les que sólo los padres pueden satisfacer. De esto depende que el niño se sienta libre, seguro, tranquilo y feliz o, por el contrario, temeroso, inseguro, enojado o inquieto.

EL ABRAZO QUE LLEVA AL AMOR

Una vez que las necesidades émocionales han sido satis­ fechas, el niño cuenta con suficiente energía para "construir” el siguiente piso de su edificio, esto quiere decir, que pasa sin problemas a su siguiente etapa y de esta forma su desarrollo emocional corresponderá a su edad cronológica.

En el caso contrario, podemos imaginarnos que en su edi­ ficio existen huecos equivalentes a la insatisfacción y que a través de ellos se escapa la energía que requiere para la cons­ trucción del piso siguiente. Cuando un niño de cinco años, por ejemplo, sigue haciendo berrinches como si tuviera dos, se diagnostica un atraso en su desarrollo emocional, al que denominamos inmadurez emocional.

Cuando el niño tiene necesidades insatisfechas, manda un aviso a sus padres a través de conductas o actitudes que,

5 2

Desarrollo psicológico del niño

por salirse de lo normal, empiezan a preocuparlos. Estas con­ ductas se llaman síntomas; yo les llamo "focos rojos" que se prenden para decir a los padres "auxilio, socorro, no estás sa-tisfaciendo mis

mal; prendo mi

necesidades y eso hace que me sienta muy :oco para que te orientes o informes sobre otra manera de tratarme, pues esta manera me hace sentir infeliz” Desgraciadamente muchos especialistas no dan impor­ tancia a los síntomas y tranquilizan a los padres diciendo: "No se preocupen, ya madurará, ya pasará”. De esta forma se pierde un tiempo valioso, pues, cuanto más pequeño es el niño, más rápido pueden ayudarlo a sentirse mejor.

Considero qüe son pocos los padres conscientes de que lo más importante es aprender la mejor manera de tratar a un hijo y atender sus necesidades emocionales. Mi objetivo es ofrecer una información accesible a todos.

En cada etapa surgen dos tipos de necesidades: las que se experimentan en el cuerpo y las que se experimentan en el alma.

Etapa prenatal

El embarazo, parto y post-parto conllevan para ambos miem­ bros de la pareja, cambios emocionales importantes. Esto se aplica tanto en lo personal como en la dinámica de pareja.

Es sabido que la futura mamá sufre una regresión impor­ tante en estas etapas, es decir, aún sin ser consciente de ello, anhela la protepción de su propia madre, desea ser cuidada por ella como cjuando era niña.

La mujer erícinta y durante el trabajo de parto, idónea-i

mente debe ser acompañada por una mujer que haya vivido la experiencia de ser madre y tenga la fortaleza interior para

(27)

contenerla emocionalmente de principio a fin hasta que la nueva mamá haya recibido el suficiente "maternaje” y se sienta segura en su nuevo rol.

Algunas etnias apegadas a antiguas tradiciones, respetan y fomentan la presencia de varias generaciones femeninas (abuela, bisabuela, tatarabuela y chozna, si la hubiera) cerca de la madre que va a dar a luz.

Actualmente la sustituta de ellas en caso de ausencia, es la "doula” la mujer que acompaña a la mujer a parir.

Los juegos infantiles (la casita, la comidita, la familia, la maestra) son ya los primeros ensayos con el rol femenino que la niña va a desempeñar. La identificación con la madre desde la infancia juega asimismo ún importante papel en la preparación hacia una futura maternidad.

Confirmado el embarazo, las fantasías sobre el futuro bebé se disparan, la madre imagina a su hijo mucho antes de conocerlo.

De la misma forma es sabido que la vida onírica de la mu­ jer embarazada cambia. En los sueños coloca sus anhelos y también sus miedos sobre el embarazo. Consciente o no de ello, la futura mamá revisa una y otra vez la relación con su propia madre durante sus vidas juntas. Y así inician los pen­ samientos acerca de cómo comportarse en el rol de mamá, si seguir la misma línea de crianza o elegir caminos diferentes.

Durante la gestación, el mundo “mágicamente" se llena de mujeres embarazadas, ropa y muebles infantiles, juguetes y novedades alrededor del mismo tema. Aquello que antes pa­ saba desapercibido, ahora es el tema de los futuros padres. Las relaciones de la pareja con sus familiares y amistades también se ven modificadas, en ocasiones se tornan más cercanas, y en otras más lejanas dependiendo de los puntos en común.

La preparación de la llegada del bebé, su ajuar y su recá­

54

mara, entre otros, ocupan la energía emocional de la madre y la angustia generada por el embarazo es ahí depositada.

Dichas experiencias pueden o no ser compartidas por la pareja, él le da un lugar diferente al embarazo, no lo vive de la misma manera que la mujer; incluso el embarazo para él puede no ser real hasta ver la imagen del feto en el ultraso­ nido y escuchar el sonido del corazón del bebé a través del ecosonograma.

Mientras que la mujer se sabe embarazada desde antes, algo ocurre en su cuerpo y en su mente, es ella quien lleva físicamente una vida dentro. El examen positivo de la prueba de embarazo, los cambios físicos y emocionales provocados por las hormonas y los primeros movimientos del bebé, se lo confirman.

Para un hijo la mamá es esencia mientras que el papá es presencia. Sin embargo el llamado "instinto materno" no se da en automático, se aprende a ser madre. En ocasiones se observa al padre siendo más maternal que la propia mamá.

De cualquier manera en ambas partes de la pareja, el em­ barazo opera una serie de cambios y los obliga a moverse de su rol de pareja a un nuevo rol de padres.

En este sentido las preocupaciones pueden ser muchas: si la gestación cursa con buena salud, si el bebé viene bien, si la madre conservará su trabajo, si el dinero va a alcanzar, si se contrata un nuevo seguro, si hay suficiente espacio en casa e incluso si el hijo irá a la Universidad.

Desarrollo de la vida intrauterina

Las condiciones que rodean al feto durante su estancia in útero son casi ideales. La placenta proporciona

Referencias

Documento similar