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243528621 Historia de La Psicologia Span Leahey Thomas H PDF

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Historia de la psicología

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Principales corrientes del pensamiento psicológico

Thomas Hardy Leahey Virginia Commonwealth University

Traducción: María de Ancos Rivera Clara Rivera Rodríguez

Coordinación de la revisión técnica: Enrique Lafuente Niño

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Revisión técnica: Enrique Lafuente Niño José Carlos Loredo Narciandi

Fania Herrero González Jorge Castro Tejerina Facultad de Psicología

Universidad Nacional de Educación a Distancia y

Elena Battaner Moro Facultad de Humanidades

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Madrid • México • Santafé de Bogotá • Buenos Aires • Caracas • Lima Montevideo • San Juan • San José • Santiago • São Paulo • White Plains

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Datos de catalogación bibliográfica Thomas Hardy Leahey

Historia de la psicología 6.a edición

PEARSON EDUCACIÓN, S. A., Madrid, 2005 ISBN: 978-84-205-4224-9

Materia: Psicología sociológica 316

Formato 195 � 250 Páginas: 544

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad

intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad

intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). DERECHOS RESERVADOS

© 2005 de la edición en castellano para PEARSON EDUCACIÓN, S. A. Ribera del Loira, 28

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Última reimpresión, 2008

Historia de la psicología. 6.a edición Thomas Hardy Leahey

Traducido de © Thomas H. Leahey, A HISTORY OF PSYCHOLOGY. MAIN CURRENTS IN PSYCHOLOGICAL THOUGHT 6TH EDITION Pearson Education, Upper Saddle River, NJ, 2004. ISBN: 0-13-111447-6 ISBN: 978-84-205-4224-9

ISBN eBook: 978-84-8322-556-1

PEARSON PRENTICE HALL es un sello editorial autorizado de PEARSON EDUCACIÓN, S. A.

Editor: Juan Luis Posadas Técnico editorial: Elena Bazaco Equipo de producción:

Dirección: José Antonio Clares Técnico: Isabel Muñoz

Diseño de cubierta: Equipo de diseño de PEARSON EDUCACIÓN, S. A. Composición: COPIBOOK, S.L.

Impreso por: CLOSAS-ORCOYEN, S.L. Powered by Publidisa

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Prólogo a la sexta edición

DE LOS PRÓLOGOS ANTERIORES

Se debería leer siempre el prólogo de un libro para saber por qué lo escribió el autor, cuáles eran sus objetivos y su orientación, y quién y qué han influido en las ideas del autor. En un libro que cuenta con varias ediciones, el prólogo explicará cómo han cambiado los puntos de vista del autor, qué hay de nuevo y qué se ha dejado de lado.

Los seres humanos son los protagonistas de la historia, ya sea ésta política, militar, social o científica. En la historia de la ciencia las ideas son particularmente importantes, ya que la ciencia no es más que un conjunto cambiante de ideas al que los fugaces seres humanos aportamos nuestras contribuciones. Esto no significa que las personalidades individuales y las instituciones no desempeñen un papel en el desarrollo de la ciencia, sino que la historia de la ciencia se puede escribir o estudiar en más de un sentido. Se puede elegir estudiar la historia de la ciencia como una sucesión de grandes científicos con sus principales

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aportaciones a su ámbito de estudio. O puede estudiarse considerándola como una institución, analizando la fundación de laboratorios y las genealogías intelectuales de las generaciones de científicos. O finalmente, se puede estudiar la historia de una ciencia tan sólo como un conjunto de conceptos que se elaboran a lo largo del tiempo, prestando relativamente poca atención a las historias personales de los científicos que formularon tales conceptos o a los laboratorios donde se sometieron a prueba. Debido a que los historiadores cuentan con un espacio limitado, no se pueden desarrollar los tres tipos de análisis históricos al mismo tiempo, independientemente de que fuera algo muy deseable. En este libro hemos tratado de estudiar de manera equilibrada los diferentes conceptos, los pensadores de la psicología y las instituciones.

Existe otra importante opción que se le brinda al historiador de la ciencia. Las historias más antiguas de la ciencia eran generalmente historias internas, que consideraban el desarrollo de las ideas técnicas de cada ciencia independientemente de los contextos intelectual y social en los que se desenvolvía. Recientemente, los historiadores de las ciencias se han orientado hacia la historia externa, considerando la importancia de los contextos intelectual y social externos, así como sus efectos sobre el desarrollo de la ciencia. He tratado, también aquí, de equilibrar los enfoques interno y externo. Siempre ubico el desarrollo del pensamiento psicológico en su contexto histórico, pero al mismo tiempo intento reflejar las discusiones que han tenido los psicólogos sobre su materia en tanto que ciencia.

Ningún historiador puede ser neutral respecto a la materia que estudia. Debe prestarle la suficiente atención si quiere entenderla y transmitirla a los demás como algo vivo. Los historiadores deben ser imparciales, sopesar los argumentos y los contraargumentos y, por último, tienen que elegir, seleccionar una

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serie de hechos frente a otros, puesto que no pueden registrarlo todo. Deben decidir sobre qué autores hay que tratar y sobre cuáles no, puesto que no todos son igualmente importantes, aunque la importancia es algo difícil de definir. Los historiadores deben elegir unos conceptos frente a otros, puesto que algunos han sobrevivido mientras que otros han desaparecido. Deben elegir una interpretación para aplicarla a los hechos, acontecimientos, personas y conceptos sobre los que escriben, puesto que la historia es una forma de entender el pasado.

Uno de los fragmentos del poeta griego Arquíloco dice: « el zorro sabe muchas cosas, el erizo sólo una, pero con mucho detalle» . El eminente historiador de las ideas Sir Isaiah Berlin utiliza este crítico fragmento para presentar

« una de las diferencias más profundas que divide a los escritores y pensadores, y que acaso divida a los seres humanos en general. Existe un gran abismo, por una parte, entre aquellos [los erizos] que relacionan todo con una única visión central… un principio organizador universal, único, en cuyos términos adquiere significado todo lo que son y dicen; y, por otra parte, aquellos [los zorros] que persiguen muchos fines distintos, que en muchas ocasiones no están relacionados entre sí y son contradictorios, conectados, si acaso, sólo por una vía de facto…» (The hedgehog and the fox [El erizo y el zorro], Toughstone, Nueva York, 1954).

Dante fue un erizo; Shakespeare un zorro. Platón, que concibió una república ideal, fue un erizo; Sócrates, el criticón de lo que quedaba del estado, fue un zorro. Cuando escribí la primera edición de este libro, creía que yo era un erizo, un racionalista, aunque a veces fuera un erizo incómodo. No obstante, he descubierto que soy un zorro, y me alegra que sea así. Como veremos, la tensión entre erizos y zorros ha sido importante en la historia de la psicología.

Los zorros son los mejores historiadores, porque prestan atención a las contradicciones diarias y a la realidad concreta de la vida tal y como la viven las

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personas, y no se dejan llevar por las generalidades que borran las especificidades de la historia. Los historiadores erizos están acostumbrados a retocar las contradicciones y las pequeñeces de la vida utilizando un lustre superficial de abstracciones. El erizo, o la eriza en su caso, se da cuenta del desorden total de la historia, es posible que se sienta abatido por las inconsistencias de la gente y sus diálogos de sordos, especialmente si es un historiador de la ciencia, a la que considera como una empresa racional. El zorro se siente cómodo con el desorden y la confusión de la historia, e intenta contar un cuento entretenido e instructivo acerca de la vida humana. Me convertí en zorro escribiendo un libro con mi esposa Grace (Psychology’s Occult Doubles: Psychology and the Problem of Pseudoscience [Los dobles ocultos de la Psicología: la Psicología y el problema de la pseudociencia], Chicago: Nelson-Hall, 1983). Me planteaba (ella fue siempre más escéptica) descubrir la esencia de la ciencia, creía que incluso aunque otros campos fueran tan contradictorios como para tener una esencia, la ciencia no lo era, puesto que tenía algún método o actitud central al margen de sus conceptos sustantivos. Sin embargo, al final llegué a la conclusión de que la ciencia es sólo el conjunto de creencias que los científicos mantienen, y que todas, excepto dos de ellas, han cambiado a lo largo de los siglos. La creencia más vieja, que data de los antiguos griegos, es la del naturalismo, la explicación del mundo sin referencia a entidades o sucesos sobrenaturales. De eso se sigue que la « ciencia de la creación» es un oxímoron, puesto que, aunque el creacionismo fuera cierto (y no lo creo), no podría ser parte de la ciencia. La segunda creencia, que define a la ciencia moderna, proviene de Newton y afirma que la ciencia explica los sucesos como resultados d e l eyes naturales universales y atemporales. Sin embargo, estas creencias definen simplemente la ciencia como institución social occidental; no son Verdades esenciales.

Habiéndome convertido en zorro, y estando de acuerdo con Giambattista Vico en que « los historiadores útiles no son aquellos que dan descripciones globales de los hechos y los explican por referencia a condiciones generales, sino aquellos que analizan con el mayor detalle y revelan la causa particular de cada suceso» , he intentado escribir una historia narrativa, más cronológica que la

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anterior y menos guiada por los conceptos.

El propósito de este libro, y del curso para el que se va a utilizar, es dar una oportunidad para desarrollar un punto de vista propio. Los conceptos y las cuestiones que se aprenden en un curso específico no se dan en el vacío, sino que surgen y se manifiestan en un contexto histórico particular. Las preguntas planteadas en la investigación actual son el resultado de un proceso histórico y las respuestas que se han dado contribuyen a este proceso. Se brinda la oportunidad de contemplar el contexto y el proceso históricos, de reflexionar sobre la psicología tal y como realmente es, así como sobre las propias experiencias como estudiante de psicología.

La reflexión sobre las situaciones pasada y presente de la psicología es una parte importante para encontrar la propia identidad dentro de ella. Uno no debería regresar de esta experiencia sólo con una lista de nombres, fechas y acontecimientos, sino con la comprensión de lo que es la psicología y de la relación de uno mismo con ella. No hay que convertirse en un recopilador pasivo de sucesiones monótonas, sino en un explorador del pasado y de las grandes mentes que lo habitaron. La primera tarea es aburrida y agotadora; la segunda es una aventura llena de vitalidad.

La quinta edición de Historia de la psicología supuso una continuación en la evolución del texto. Traté de unificar la narración enfatizando más los temas basados en artículos míos que proporcionan breves visiones de conjunto de la historia de la psicología. Se trata de « Mind as a Scientific Object: A Historical-Philosophical Survey» [« La mente como objeto científico: un examen histórico-filosófico» ], en D. Johnson y

C. Erneling (Eds.), Mind as Scientific Object [La mente como objeto científico] (Oxford University Press, pendiente de publicación), y « The History of Psychology: The Nineteenth Century» [« La Historia de la Psicología: el siglo XIX» ], en Encyclopedia of Psychology [Enciclopedia de Psicología]

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(APA/Oxford University Press, 2002). Aparecerán varios pasajes de estos artículos en este libro. Lo importante es que al escribir estos artículos he llegado a una visión sinóptica del desarrollo de la psicología y a comprimirla en un espacio pequeño. He dado lo mejor de mí a la evolución de la psicología en la revisión de este libro. En la quinta edición, hice hincapié en tres temas que eran relativamente nuevos. Uno de ellos es la idea de que no sólo la psicología es necesariamente una construcción social porque es una institución social (esta idea ha estado presente desde el principio), sino que la propia mente es, en cierto modo, una construcción social. En relación con esto encontramos el concepto de conciencia que ha sido central en la historia de la psicología desde la Revolución Industrial. La idea de conciencia hubiera vuelto locos a los autores antiguos, pero nosotros la asumimos sin discusión. Por eso, el segundo tema trata de nuestras dificultades para entender la existencia y la naturaleza de la conciencia, especialmente la tensión entre el « El Camino de las Ideas» (la teoría de la representación de la conciencia introducida por Descartes y Locke) y el rechazo realista de la teoría cartesiana. El tercer tema era la psicología aplicada. Me doy cuenta ahora de que el uso de las ideas psicológicas para cambiar a las personas y controlar la sociedad tiene una historia más antigua y profunda de lo que había creído inicialmente, y he tratado de reflejar este aspecto en varios lugares del texto.

Por cierto, tuve una extraña experiencia como autor con la primera edición. En 1996, en un episodio de la serie de televisión Expediente X que trataba sobre gárgolas, el agente Mulder se encaminó a una biblioteca con el fin de realizar alguna investigación. Mientras estaba viendo el episodio, de repente me di cuenta de que el primer libro de una pila que estaba cerca del agente Mulder era ¡una copia de la primera edición de mi Historia de la psicología! Confirmé mi impresión congelando la imagen

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en el vídeo. Había alcanzado una brevísima fama de dos segundos.

PARA LA SEXTA EDICIÓN

Los cambios más importantes que se han introducido en la sexta edición con respecto a la quinta, son los siguientes:

Aspectos pedagógicos:

Glosario. He recopilado un glosario de términos, centrándome en aquellos que aparecen en más de un capítulo. Todos los capítulos concluyen con una lista de sus términos de glosario.

Referencias. En las ediciones anteriores, todos los capítulos se terminaban con una sección de referencias. Por recomendación de los revisores, he reunido todas las referencias en una única sección de referencias para todo el libro.

Fotografías y gráficos. Por recomendación de los revisores, se han incluido más fotografías y gráficos en la presente edición para aclarar y desarrollar el texto. He incorporado todas las revisiones de A History of Modern

Psychology [Historia de la Psicología Moderna] desde su tercera edición, incluyendo la reorganización de los cuatro últimos capítulos del libro. En lugar de tratar el siglo XX de manera cronológica, como en ediciones anteriores, se cuenta ahora la historia de la psicología científica del siglo XX en

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los Capítulos 11 y 12 y la historia de la psicología aplicada en el siglo XX en los Capítulos 13 y 14.

El énfasis dado en la quinta edición a la estrecha interrelación entre psicología y sociedad se ha subrayado aún más. En el Capítulo 2, he intentado mostrar de qué manera los valores morales y políticos de los griegos dieron forma a sus concepciones de la mente y la conducta. Después de las atrocidades del 11 de septiembre de 2001 mucha gente se ha preguntado cómo se han distanciado tanto las culturas occidental y musulmana. Uno de los aspectos del diferente desarrollo histórico de los mundos occidental y musulmán es la cuestión de por qué la ciencia moderna se desarrolló en Europa antes que en el Islam, siendo así que el Islam conservaba un legado filosófico y científico mucho mayor que el de la Grecia y Roma antiguas. Esta pregunta empezaron ya a hacérsela los expertos antes del 11 de septiembre; en el Capítulo 4 se comentan sus conclusiones de que las condiciones sociales en Europa eran más favorables al auge de la ciencia que las condiciones sociales en el Islam. Se ha revisado el Capítulo 5 para reflejar los estudios recientes que muestran que la Ilustración no fue liderada por los philosophes franceses, sino que se desarrolló por vías diferentes en distintos países.

Me gustaría dar las gracias a los siguientes revisores de la quinta edición para la preparación de la sexta: Lori VanWallendael, UNC Charlotte; Scott Terry, UNC Charlotte; John Mavromatic, St. John Fischer College; Robert Bothwell, U. Louisiana, Lafeyette. Espero que los lectores encuentren mejorada esta nueva edición de Historia de la psicología con respecto a la anterior. Como siempre, los comentarios de estudiantes, profesores y lectores en general, serán bien recibidos. Pueden ponerse en contacto conmigo por e-mail en la dirección tleahey@cvu.edu.

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ENTENDER LA HISTORIA

La historia de la ciencia La historiografía de la psicología La psicología en la historia

BIBLIOGRAFÍA tre el cerebro y la mente.

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ENTENDER LA CIENCIA

La imagen de la ciencia moderna La explicación

Las teorías: cómo explican las cosas los científicos

La naturaleza del cambio científico La reducción y la sustitución La ciencia como concepción del mundo

Platón observó que la filosofía comienza con el asombro. También la ciencia comienza con el asombro (asombro por los mecanismos internos de la naturaleza) y todas las ciencias, incluida la psicología, formaron parte originalmente de la filosofía. Las ciencias particulares se fueron haciendo gradualmente independientes de la filosofía con el paso de los siglos. La psicología fue una de las últimas ciencias particulares en separarse de la filosofía, de la que formó parte hasta el siglo XIX. Los fundadores de la psicología fueron filósofos además de psicólogos, que trataban de encontrar respuestas científicas a muchas preguntas filosóficas.

El significado literal de psicología es psyché-lógos, el estudio del alma, aunque el término no se acuñó hasta el siglo XVII y su uso no se extendió hasta el siglo XIX. Los filósofos y los profesores de religión de todo el mundo se han esforzado en resolver el problema de la naturaleza del alma: ¿existe el alma? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cuáles son sus funciones? ¿Cómo se relaciona con el cuerpo? Mientras que los psicólogos se oponen al término alma y prefieren mente, con menos connotaciones religiosas, todavía se continúan planteando estas incómodas cuestiones. Incluso aquellos psicólogos que no definen la psicología como el estudio de la mente sino como el estudio de la conducta tienen diferentes respuestas para ellas.

Desde la época de los antiguos griegos, los filósofos se han preguntado cómo conocen el mundo los seres humanos. Esta empresa se conoce como epistemología, que proviene de las palabras griegas episteme (conocimiento) y lógos (discurso). Interrogarse acerca de cómo los seres humanos conocen el

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mundo supone preguntarse sobre la sensación, la percepción, la memoria y el pensamiento; la esfera completa de lo que los psicólogos llaman psicología cognitiva.

L a ética es la tercera de las áreas que comparten los filósofos (y los pensadores religiosos) con la psicología. Aunque la ética tiene que ver principalmente con cómo debería comportarse la gente, la ética práctica depende de una concepción de la naturaleza humana. ¿Es la gente buena por naturaleza? ¿Qué motivos tienen las personas? ¿Cuáles son saludables y cuáles deben reprimirse? ¿Las personas son sociales por naturaleza? ¿Hay una vida óptima que todos los humanos deberían vivir? Cuestiones como las anteriores son profundamente psicológicas y pueden estar fundamentadas en la investigación científica sobre la naturaleza humana. Los interrogantes éticos se manifiestan por sí mismos en muchas áreas de la psicología. Dentro de la psicología científica, los encontramos en los estudios sobre la motivación y la emoción, y en las conductas social y sexual. La psicología aplicada, ya sea en los negocios, la empresa, el estado o en la clínica individual y la orientación psicológica, está profundamente involucrada con la ética humana. La gente va al psicólogo para ser más feliz o más productiva, y busca la ayuda de un psicólogo con formación científica. El conocimiento que el psicólogo tiene sobre la motivación, la emoción, el aprendizaje y la memoria le da las herramientas para modificar la conducta. Pero el psicólogo no debe estar simplemente al servicio del cliente; un psicólogo industrial puede tener que decirle a un cliente que constituye un problema para la compañía, y ningún psicólogo con ética enseñará a un estafador profesional a mejorar su capacidad de persuasión. La ciencia, en su búsqueda de los secretos de la naturaleza, se ha considerado tradicionalmente como neutral con respecto a los valores, pero como dijo Francis Bacon, « saber es poder» y las herramientas del científico aplicado deben utilizarse correctamente.

Aunque las bases conceptuales de la psicología se encuentran en la filosofía, la inspiración para la creación de una ciencia independiente llegó de la biología. Los filósofos, entre otros, explicaron las funciones de la mente mediante los procesos subyacentes del cerebro, que habían sido tenidos en cuenta, ocasionalmente, desde el tiempo de los griegos, pero tal explicación no

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alcanzaría el rango de convicción hasta mediados del siglo XIX. Los fundadores de la psicología esperaban que, llegando a la mente a través de la fisiología, lo que sólo había sido filosofía especulativa y religión llegaría a convertirse en una ciencia naturalista. Una rama más joven de la biología, la evolución, también contribuyó a la fundación de la psicología científica. Especialmente en Gran Bretaña y Norteamérica, los filósofos y psicólogos empezaron a preguntarse qué aportaba la mente en la lucha por la existencia que no hubiese ya en la evolución por selección natural. ¿Para qué necesitamos ser conscientes?

¿Los animales lo son? Estas nuevas preguntas preocuparon e incluso estimularon a los psicólogos desde el principio. Por ello, nos interesaremos no sólo por las cuestiones filosóficas abstractas, sino también por el aumento de los conocimientos acerca del cerebro y del sistema nervioso desde la Época Clásica hasta el presente.

Debido al auge de la neurociencia cognitiva, las expectativas de los primeros psicólogos hacia la fisiología merecen un respeto especial. A falta de técnicas modernas para investigar el cerebro, la mayoría de los psicólogos del siglo XX se desviaron del camino de la fisiología. No obstante, los psicólogos actuales, equipados con las técnicas del siglo XXI para obtener imágenes cerebrales, han vuelto a las búsquedas originales (Gazzaniga, Ivry y Mangun, 1998). Al mismo tiempo, el nuevo campo de la psicología evolucionista ha retomado las cuestiones fundamentales relacionadas con la naturaleza humana (Pinker, 2002; Wright, 1994).

ENTENDER LA CIENCIA

Desde el siglo XIX ha existido el acuerdo generalizado de que la psicología es, o al menos debería ser, una ciencia. La naturaleza de la ciencia, que la psicología aspira a ser, es un buen punto de partida para comprender esto.

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La imagen de la ciencia moderna

La gente espera que la ciencia explique cómo y por qué el mundo, la mente y el cuerpo funcionan como lo hacen. La filosofía de la ciencia trata de entender cómo funciona la ciencia (Rosenberg, 2000).

El estilo newtoniano

El estilo moderno de explicación científica comenzó con Isaac Newton y la Revolución Científica (véase el Capítulo 4). Newton definió su empresa científica como la búsqueda de un pequeño número de leyes matemáticas a partir de las cuales fuera posible deducir las regularidades que se observan en la naturaleza. Su campo era la física del movimiento, que trató de explicar mediante tres leyes del movimiento más la ley de la gravedad, y demostró cómo estas leyes explicaban con precisión el movimiento de los cuerpos en el sistema solar. Como ejemplo del estilo newtoniano de explicación (Cohen, 1980), tomaremos la ley de la gravedad: existe una fuerza de atracción mutua entre dos cuerpos cualesquiera que es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Newton fue criticado por sus contemporáneos al no proporcionar ningún mecanismo que pudiera explicar cómo funcionaba la gravedad; para ellos, la acción a distancia entre dos objetos olía a magia. Sin embargo, Newton respondió: « Hypotheses non fingo» , « No invento [propongo] hipótesis» . En otras palabras, Newton rehusó explicar su principio de gravedad; para él, fue suficiente postular una fuerza que permitiera predecir los movimientos de los cuerpos celestes.

El positivismo

Con Newton comienza una nueva filosofía de comprensión de la naturaleza que fue codificada posteriormente en su forma más

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extrema por Auguste Comte (1798-1875) y sus seguidores, los positivistas. Comte creía que el éxito de la ciencia hacía aconsejable que otras empresas humanas adoptaran su metodología, y fundó la filosofía de la ciencia con el objetivo de destilar la esencia de la misma en una fórmula que resultara utilizable por otros.

Para Comte y los positivistas que le siguieron, la ciencia funcionaba debido a que el estilo newtoniano permanecía lo más cerca posible de los hechos observables y lo más lejos posible de las explicaciones hipotéticas. Para el positivismo, el trabajo básico de la ciencia era la descripción, antes que la explicación. Se suponía que los científicos observaban la naturaleza con detalle, buscando fenómenos regulares y correlaciones fiables. Tomando como base sus observaciones, los científicos propondrían leyes científicas, del tipo de la ley de la gravedad de Newton. Ampliando la reticencia de Newton a formular hipótesis, los positivistas entendieron que dichas leyes eran resúmenes matemáticos de observaciones pasadas y no verdades de la naturaleza.

A partir de la primera función de la ciencia, la descripción, teóricamente resumida en forma de leyes,

vendría la segunda, la predicción. Utilizando la ley de la gravedad de Newton y sus tres leyes del movimiento,

los científicos podrían predecir eventos futuros, como los eclipses y la aparición de los cometas. Por último, la predicción a partir de leyes haría posible el control de la naturaleza. Los ingenieros podrían calcular la propulsión necesaria para poner satélites en órbitas terrestres precisas y enviar sondas a planetas lejanos, utilizando para ello las leyes de Newton. El conocimiento, tal como afirmara Francis Bacon, es poder, y para la filosofía positivista el control era la razón última de la ciencia. Comte ansiaba un gobierno científico para la sociedad, y el deseo de

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aplicar las posibilidades de la psicología científica al proyecto de Comte desempeñó un papel importante en la conformación de la psicología del siglo XX.

La ex plicación

El enfoque nomológico

La descripción, la predicción y el control fueron las tres únicas funciones que los primeros positivistas asignaron a la ciencia. Consideraron que el deseo humano de obtener explicaciones (respuestas a los « porqués» ) era una tentación peligrosa de darse a especulaciones metafísicas e incluso teológicas. Afirmaron que la ciencia debe renunciar austeramente a las hipótesis y explicaciones y, como diría un detective de ficción, ceñirse a los hechos. Sin embargo, la época contemporánea de la comprensión filosófica de la explicación comenzó en 1948 con la publicación de Studies in the Logic of Explanation [Estudios sobre la lógica de la explicación] por Carl Hempel y Paul Oppenheim, dos positivistas lógicos. Este trabajo, que marcó un hito (Salmon, 1989), mostraba una forma de incorporar en la ciencia una función explicativa dentro del marco positivista, y el modelo de explicación Hempel-Oppenheim, a pesar de su edad y defectos, permanece como el punto de partida de todos los estudios ulteriores sobre la explicación en la ciencia.

Hempel y Oppenheim propusieron que las explicaciones científicas podrían considerarse como argumentos lógicos en los que los hechos a explicar, el explanandum, podrían deducirse del explanans, que está constituido por las leyes científicas implicadas y las observaciones iniciales. De esta forma, un físico podría explicar un eclipse solar mostrando que, dadas las posiciones relativas del Sol, la Luna y la Tierra en un momento anterior al eclipse, se podrían utilizar las leyes del movimiento y la gravedad de Newton para predecir deductivamente su llegada al alineamiento que lo produce. Debido a que Hempel y Oppenheim habían afirmado que las explicaciones eran deducciones efectuadas a partir de leyes científicas, se conoce su propuesta como modelo nomológico-deductivo (del griego nomos, ley). A este modelo de explicación

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también se lo conoce como modelo covering-law (basado en leyes generales), ya que la explicación muestra cómo un hecho queda subsumido o generalizado (covered) dentro de un conjunto de leyes científicas.

Deben destacarse ciertos rasgos del modelo Hempel-Oppenheim. En primer lugar, hace explícita una característica central y fundamental de la explicación que llamaremos la Regla de Oro de la explicación: el explanans no debe contener ni explícita ni implícitamente el explanandum. El incumplimiento de esta regla hace que la explicación resulte nula y sin valor por razones de circularidad. Podemos tomar prestado un ejemplo del dramaturgo francés Molière para ilustrar una explicación circular. Imaginemos que alguien pregunta: « ¿Por qué el Somitol me pone somnoliento?» y que se le contesta: « ¡porque tiene poder soporífero!» . A primera vista, parece la explicación de algo (la somnolencia) por otra cosa (el poder soporífero), y verdaderamente, si esto se afirmara enérgicamente en un anuncio publicitario, podría pasar por una explicación. Sin embargo, cuando descubrimos que « soporífero» significa « inductor del sueño» nos damos cuenta de que la explicación que se ha propuesto está vacía porque afirma, en efecto, que el Somitol te pone somnoliento porque te pone somnoliento. El explanandum, producir sueño, está contenido implícitamente en el explanans, de forma que la explicación es circular. La Regla de Oro es fácilmente incumplida, porque con frecuencia pensamos que hemos explicado algo (el poder soporífero) cuando sólo lo hemos nombrado. Y en psicología resulta especialmente fácil incumplir la Regla de Oro, puesto que la mente es a duras penas observable. Podemos creer que hemos explicado por qué alguien es tímido y tiene pocos amigos llamándolo « introvertido» , pero lo único que hemos hecho es etiquetar taquigráficamente a una persona que es tímida y tiene pocos amigos. Si la introversión pretende ser una verdadera explicación del ser tímido, se deberá relacionar con algo distinto de una conducta tímida, como, por ejemplo, con una predisposición genética.

Una característica más controvertida del modelo nomológico-deductivo es que asume que predicción y explicación son lo mismo. En el modelo de Hempel y Oppenheim, la explicación de un hecho consiste en mostrar que podría haberse predicho. Así, cuando un astrónomo predice un eclipse para el

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año 2010, también explica el que ocurrió en 1010. En todos los casos el procedimiento es el mismo: se aplican las leyes del movimiento al estado del Sol, la Luna, la Tierra y se demuestra que el eclipse es inevitable. No obstante, la tesis de la simetría entre explicación y predicción se enfrenta a problemas importantes. Consideremos, por ejemplo, un asta de bandera y su sombra (Rosenberg, 2000). Si conocemos la altura del asta y la posición del Sol, podemos deducir, y así predecir, la longitud de la sombra, a partir de las leyes que rigen la luz y las reglas de la geometría, y parece razonable afirmar que de ese modo hemos explicado la longitud de la sombra. Sin embargo, sobre el mismo ejemplo, si conocemos la longitud de la sombra, podremos deducir, y por tanto « predecir» , la altura del asta, aunque por supuesto la longitud de la sombra no explica la altura del asta.

El enfoque causal

El modelo de explicación científica basado en leyes generales (covering-law) evita deliberadamente las preguntas sobre la verdadera estructura causal de la naturaleza, y prefiere concentrarse en cambio en cómo podemos predecir y controlar la naturaleza. El conocimiento práctico no tiene por qué ser profundo o verdadero. Aunque sólo ahora comienza a entenderse cómo actúa una aspirina, hace mucho tiempo que los médicos la prescriben para aliviar el dolor, la inflamación y la fiebre. Siguiendo a Newton, que rehusó preocuparse de por qué eran verdaderas sus leyes del movimiento, lo único que los positivistas piden a las explicaciones científicas es que funcionen, no que revelen de qué forma lo hacen. Algunos filósofos, desconcertados por los defectos de la aproximación positivista, exigen que la ciencia investigue más a fondo para decirnos no sólo cómo la naturaleza funciona de la manera que lo hace, sino también por qué funciona así.

El rival principal de la aproximación positivista a la explicación es el enfoque causal (por ejemplo, Salmon, 1984). Éste toma como punto de partida la dificultad para identificar la explicación con la predicción. Aunque podamos deducir la altura de un asta de bandera a partir de la longitud de su sombra, las sombras no pueden causar nada, de forma que no deberían citarse en las

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explicaciones; por el contrario, los objetos que se interponen ante los rayos del sol proyectan una sombra causalmente. La mera existencia de una regularidad predictiva no es lo mismo que una ley de la naturaleza, independientemente del grado de fiabilidad y de utilidad de dicha regularidad. La generalización « Si cae la lectura del barómetro, tendrá lugar una tormenta» expresa una correlación útil, no una ley causal de la naturaleza.

Es aún más importante para la explicación de la conducta humana el hecho de que aceptemos intuitivamente explicaciones que no están referidas a leyes. Cuando el detective desenmaraña el crimen en el último capítulo de una novela policíaca, explicando quién, cómo y por qué lo hizo, no invocará leyes de la naturaleza. En lugar de eso, mostrará cómo una serie de acontecimientos particulares y únicos llevaron, uno tras otro, a cometer el asesinato. Nos sentiremos satisfechos al descubrir que Lord X fue asesinado por su hijo para pagar sus deudas de juego, pero no hay ninguna ley de la naturaleza que afirme que « Todos (o incluso la mayoría de) los hijos con deudas de juego matarán a sus padres» . La mayor parte de las explicaciones de nuestra vida cotidiana y de la historia son de este tipo, que conecta los acontecimientos en una secuencia causal sin mencionar ninguna ley. No todas las explicaciones satisfactorias se ajustan al modelo basado en leyes generales.

Desde la perspectiva causal, el temor de los positivistas a caer en la metafísica y su consecuente negativa a ir más allá de los hechos, les ha llevado a una comprensión errónea de la ciencia y a ignorar intuiciones importantes sobre la naturaleza de la explicación. En vez de rehuirla, el enfoque causal asume la metafísica argumentando que el objetivo de la ciencia es penetrar en la estructura causal de la realidad y descubrir (no sólo inventar) las leyes de la naturaleza. Afirman que la ciencia tiene éxito porque está más o menos en lo cierto en lo que respecta a cómo funciona la naturaleza, y gana poder predictivo y control porque es verdadera, no porque esté organizada lógicamente. La ciencia se protege a sí misma de la pesadilla (la superstición) de los positivistas probando rigurosamente todas las hipótesis y desafiando todas las teorías.

No obstante, el punto de vista causal tiene sus propias debilidades (Kitcher, 1989). Nos preguntamos cómo podemos estar seguros de haber

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captado la estructura causal del mundo cuando, como todo el mundo admite, se encuentra más allá del alcance de la observación. Porque no poder verificar directamente nuestros presentimientos sobre las auténticas causas, supone un lujo metafísico que no deberíamos permitirnos, por muy tentador que nos resulte. Más complicado es explicar la propia noción de causa. El enfoque causal apela a intuiciones sobre la causalidad, aunque su seguidores han admitido (Salmon, 1989) que no han proporcionado ninguna teoría sobre qué son las causas, cómo funcionan y cómo podríamos inferirlas legítimamente a partir de la evidencia. Sus críticos afirman que, a falta de un tratamiento general de un concepto tan difícil, el punto de vista causal sobre la explicación resulta psicológicamente atractivo pero no filosóficamente convincente. El debate entre los puntos de vista causal y epistémico de la explicación científica no ha terminado aún (Rosenberg, 2000).

Consideraciones pragmáticas

Existe una tercera perspectiva sobre la explicación, la perspectiva pragmática, que algunas veces parece competir con las dos primeras, pero resulta más apropiado considerarla un importante complemento de ellas. Las explicaciones son acontecimientos sociales, actos de discurso, que se producen en un contexto social determinado. La naturaleza de una respuesta aceptable estará condicionada por factores sociales y personales, así como lógicos y científicos. Por ejemplo, la pregunta « ¿Por qué el cielo es azul?» tendrá un rango de respuestas aceptables, dependiendo del contexto en el que se formule, las relaciones sociales de quien pregunta y de quien responde y el nivel de comprensión previo de ambos. Un niño pequeño quedará satisfecho con la siguiente explicación: « Porque es el color más bonito para un cielo» . A un niño algo mayor que pregunte a su padre o a su madre, se le podría contestar algo general acerca de la curvatura de la luz, quizá con alguna referencia a los prismas. A este mismo niño en su clase de ciencias le podrían dar una explicación más detallada que hiciera referencia a frecuencias de luz y cómo se refractan al atravesar la atmósfera. En la facultad, los estudiantes de física aprenderían las matemáticas exactas implicadas en la refracción. A excepción de la primera,

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ninguna de estas explicaciones puede considerarse errónea; lo que las hace diferentes es el contexto en el que se formula la pregunta, las expectativas de quien pregunta y el juicio de quien contesta sobre lo que constituye una explicación adecuada.

Lo que hay de verdad en este ejemplo lo hay también en la historia de la ciencia. Conforme avanza la comprensión científica de un problema, cambian también las explicaciones que se le aplican. La comprensión del sida ha ido avanzando desde la identificación del síndrome, su categorización como enfermedad de transmisión sexual, el descubrimiento de su transmisión vírica y de los virus implicados, hasta la explicación detallada actual de cómo el retrovirus VIH ocupa y afecta a las células humanas T-4.

Lo que constituye una explicación varía dependiendo del contexto histórico, social y personal, y cualquier teoría general de la explicación debe ajustarse a este hecho.

Las teorías: cómo ex plican los científicos las cosas

El realismo: ¿Son verdaderas las teorías científicas, o simplemente útiles?

La diferencia entre los enfoques nomológico y causal de la explicación es profunda, porque se apoyan en ideas muy diferentes sobre lo que la ciencia puede conseguir. Los teóricos nomológicos consideran que lo único que podemos esperar hacer es describir el mundo tal y como se nos presenta en la experiencia; los teóricos causalistas creen que podemos ir más allá, penetrando en la estructura causal oculta del universo. Para la filosofía de la ciencia, esta polémica se conoce como el debate acerca del realismo en ciencia.

Podría ilustrarse históricamente esta controversia acudiendo al debate entre atomistas y antiatomistas de finales del siglo XIX. Desde finales del siglo XVIII, había ganado amplia aceptación la teoría de que muchos fenómenos observables del tipo de la conducta de los gases y las regularidades que rigen la combinación de los elementos químicos, podían explicarse mejor si se suponía que los objetos estaban compuestos de partículas infinitesimalmente pequeñas,

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llamadas átomos. Con todo, no quedaba claro cómo interpretar el concepto de átomo. Por un lado se encontraban los positivistas, liderados en esta batalla por el eminente físico Ernst Mach (1838-1916), quien sostenía que ya que los átomos no podían observarse, creer en su existencia era más una cuestión de fe que de ciencia. En el mejor de los casos, afirmaba Mach, los átomos podrían considerarse ficciones hipotéticas, cuyo postulado daba sentido a los datos, pero cuya existencia no podía confirmarse. El grupo atomista estaba liderado por el químico ruso Dmitri Mendeleev (1834-1907), quien creía que los átomos eran cosas reales cuyas propiedades e interacciones explicaban las regularidades de la tabla periódica ideada por él.

El de Mendeleev es un punto de vista realista acerca de las entidades y procesos inferidos; detrás de nuestras observaciones existe una esfera de cosas no observables pero reales sobre las que teoriza la ciencia; las observaciones son consideradas como la prueba de la estructura causal subyacente del universo. La perspectiva positivista de Mach es un punto de vista antirrealista de la ciencia que considera que lo único que ésta debe explicar son las observaciones mismas. A los antirrealistas se les llega a tildar de agnósticos y ateos (Newton-Smith, 1981; Salmon, 1989). La modalidad más común de antirrealismo es el instrumentalismo, que sostiene que las teorías científicas son simplemente herramientas (instrumentos) mediante las cuales los seres humanos se enfrentan a la naturaleza. Si una teoría predice y explica los acontecimientos, la mantenemos por su utilidad; si no consigue predecir y explicar, la descartamos. No deberíamos pedir nada más a las teorías. Está en juego la posibilidad de alcanzar la verdad en ciencia. Según van Frassen (1980), los realistas afirman que « la ciencia tiene como objetivo darnos, en sus teorías, una historia literalmente verdadera de cómo es el mundo; y la aceptación de una teoría científica supone la creencia de que es verdadera» . Por otra parte, según los antirrealistas: « el objetivo de la ciencia es ofrecer teorías que sean empíricamente correctas [las leyes abarcan los fenómenos]; y la única creencia necesaria para aceptar una teoría es que sea empíricamente correcta» .

La polémica entre las explicaciones nomológica y causal tiene como fondo un desacuerdo sobre el realismo, y esta cuestión es la más difícil de

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resolver no sólo en la filosofía de la ciencia sino en la propia ciencia. Probablemente, la mayoría de las personas son realistas en el fondo, pero la física cuántica amenaza con establecer el antirrealismo como explicación correcta no sólo del mundo tal y como lo observamos, sino también del universo, por muy paradójico que nos pueda parecer. ¿Cómo puede ser en realidad el universo irreal? De acuerdo con la física cuántica, es bien conocido que no puede determinarse la posición y el momentum exactos de una partícula subatómica. La corriente principal de la física afirma que las partículas no poseen localizaciones y momenta reales, así que, de acuerdo con el modelo epistémico de explicación, las teorías físicas son descripciones de nuestras mediciones y no pueden ser nada más. Como escribió Niels Bohr: « No existe un mundo cuántico. Sólo existe la abstracta descripción cuántica» (Herbert, 1985, p. 17).

Por otra parte, se podría seguir al realista Einstein y afirmar que las partículas tienen posiciones y momenta verdaderas, y que nuestra incapacidad para determinarlos simultáneamente es un fallo de la medición humana, no una propiedad de la naturaleza. Como dijo Einstein: « Dios no juega a los dados con el universo» . Desde esta perspectiva, la teoría cuántica actual resulta completamente errónea y deberá reemplazarse por una teoría que descubra las variables más ocultas que existen detrás de la descripción cuántica abstracta. Está fuera de lugar realizar aquí una revisión de las pruebas relacionadas con este asunto, pero los descubrimientos recientes apoyan a Bohr más que a Einstein, sugiriendo que si existe una realidad más allá de la observación, es una realidad muy extraña, en la que cada hecho del universo está potencialmente conectado con todos los demás de forma instantánea (Herbert, 1985). El debate entre realistas y antirrealistas continúa (Kitcher y Salmon, 1989).

La ciencia explica el mundo con teorías, ya se considere a éstas verdaderas (perspectiva causalista-realista) o meramente útiles (perspectiva nomológica-antirrealista). Sin embargo, el estudio de la naturaleza de las teorías científicas es el área menos asentada de la filosofía de la ciencia actual (Savage, 1990). Savage identifica tres aproximaciones generales a las teorías, con muchas variaciones en cada una de ellas: (1) el punto de vista sintáctico, que mantiene que las teorías son conjuntos axiomatizados de proposiciones; (2) el punto de vista semántico,

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que mantiene que las teorías son modelos contrafactuales del mundo; (3) y un punto de vista que denominaremos naturalismo, que sostiene que las teorías son conjuntos amorfos de ideas, valores, prácticas y modelos. A partir de esta mezcolanza, he elegido cuatro aspectos a tratar que tienen una relevancia especial para la psicología. El primero versará sobre el punto de vista sintáctico más antiguo, la Visión Heredada sobre las teorías, que ha ejercido una gran influencia en la psicología. En segundo lugar, trataremos brevemente el punto de vista semántico que considera a las teorías como modelos, lo que nos llevará al tema final de esta sección: la verificación de las teorías. En la sección siguiente, que versa sobre la racionalidad, trataremos de la perspectiva naturalista.

Teorías acerca de las teorías científicas

La aprox imación sintáctica: las teorías son conjuntos de proposiciones. A finales del siglo XIX, el positivismo de Comte y Mach se unió a los avances de la lógica y las matemáticas para crear un movimiento llamado positivismo lógico (véase el Capítulo 11), que dominó la filosofía de la ciencia durante varias décadas. La influencia de este movimiento fue tan grande que se le llegó a conocer como Visión Heredada sobre las teorías (Suppe, 1977). Los atomistas habían ganado en el debate sobre la existencia de los átomos. Por tanto, los herederos de Comte y Mach, los positivistas lógicos, tuvieron que reconocer, a pesar de sus escrúpulos filosóficos, que la ciencia podía incorporar en sus teorías conceptos hipotéticos inobservables, e intentaron mostrar cómo podía hacerse esto sin caer en peligrosas prácticas metafísicas. De ese modo, propusieron una receta sobre cómo hacer ciencia que ha ejercido una gran influencia.

Los positivistas lógicos dividieron el lenguaje de la ciencia en tres conjuntos de términos: de observación, teóricos y matemáticos. No debe sorprendernos que dieran una prioridad absoluta a los términos de observación. La tarea fundamental de la ciencia seguía siendo la descripción; los términos de observación se referían a propiedades de la naturaleza observables directamente y se consideraron verdaderos sin controversia posible. El fundamento de la ciencia eran las proposiciones protocolarias, descripciones de la naturaleza que sólo

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contenían términos de observación. Las generalizaciones inferidas a partir de los datos, que aspiraban a ser leyes de la naturaleza, eran denominadas axiomas, y sólo contenían términos teóricos interconectados entre sí por términos lógico-matemáticos.

El uso de términos teóricos como átomo o campo magnético suscitaba el problema del realismo y, para los positivistas lógicos, la peligrosa tentación de la inferencia metafísica. Mantuvieron el antirrealismo del positivismo inicial negando que los términos teóricos tuvieran referente alguno. En cambio, se afirmó que los términos teóricos obtenían su sentido y su significado epistemológico por la vía de las definiciones explícitas, conocidas familiarmente como definiciones operacionales. Las definiciones operacionales eran el tercer tipo de proposiciones que los positivistas lógicos aceptaban, proposiciones mixtas que contenían un término teórico, y otro de observación conectado con él. La imagen de la ciencia resultante se parece a la de un pastel con diferentes capas. En el fondo, representando a la única realidad aceptada por los positivistas, estaban los términos de observación; la parte superior estaba compuesta exclusivamente de términos teóricos hipotéticos organizados en axiomas; entre ambas, se intercalaban las definiciones operacionales conectando la teoría y los datos:

Los AXIOMAS contienen TÉRMINOS TEÓRICOS (por ejemplo, MASA)

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LAS PROPOSICIONES PROTOCOLARIAS contienen TÉRMINOS DE OBSERVACIÓN (por ejemplo, PESO AL NIVEL DEL MAR)

Tomemos un ejemplo de la física para aclarar la Visión Heredada. Un axioma importante de la física clásica es

F � M � A

la fuerza es igual a la masa multiplicada por la aceleración. Fuerza, masa y aceleración son términos teóricos. No los observamos directamente, sino que debemos definirlos en términos de algo que observamos, a menudo por algún procedimiento indirecto, que es la razón por la cual se denomina operacionales a este tipo de definiciones. Por ejemplo, definimos la masa como el peso de un objeto a nivel del mar. Así, para la Visión Heredada, las teorías son proposiciones (axiomas) cuyos términos se definen explícitamente por referencia a los términos de observación. Advirtamos que, para la Visión Heredada, así como para cualquier filosofía antirrealista de la ciencia, las observaciones no proporcionan pruebas de la existencia de las entidades inferidas y de sus propiedades, sino que las definen por decreto.

La Visión Heredada nos lleva como consecuencia natural al modelo de explicación de Hempel y Oppenheim. Las leyes de la naturaleza son proposiciones teóricas a partir de las cuales deducimos lógicamente los fenómenos o, más exactamente, las proposiciones de observación. Como veremos, entre 1930 y 1960 la psicología recibió una enorme influencia de las rigurosas ideas formales del positivismo lógico, influencia que el concepto de definición operacional sigue ejerciendo aún hoy.

La Visión Heredada sobre las teorías no está exenta de dificultades, incluyendo aquellas que impiden el tratamiento nomológico-deductivo de la explicación. El problema más grave de la Visión Heredada es la absoluta separación que postula entre la teoría y los datos. Los positivistas han dado siempre por supuesto que la ciencia se basa en la observación y que ésta es completamente independiente de la teoría. Sin embargo, la concepción

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positivista de la percepción era muy simplista. Como mínimo, resulta imposible observarlo todo durante todo el tiempo; debemos tener alguna noción previa sobre qué observar en una situación dada, alguna idea de cuáles son los acontecimientos importantes y cuáles los irrelevantes, de forma que el significado de un acontecimiento esté determinado por una teoría. Por otra parte, los psicólogos han demostrado cómo las expectativas y los valores de las personas afectan a la percepción (Leahey & Harris, 2002) y por eso sabemos que la percepción no es de ningún modo el proceso puro que los positivistas pensaron que era. De hecho, podríamos darle la vuelta a la concepción positivista y considerar una virtud y no un defecto el hecho de que la observación esté guiada por una teoría. Puede ilustrarse este aspecto con un pasaje del relato La Estrella de Plata de Sherlock Holmes. Vemos cómo el magistral detective, guiado por la teoría, triunfa sobre el policía positivista:

Entonces Holmes [descendió] al hoyo… [y] estirándose boca abajo y apoyando la barbilla en las manos realizó un

estudio cuidadoso del barro pisoteado que tenía delante.

« ¡Vaya!» , dijo de repente, « ¿qué es esto?» . Se trataba de una vesta de cera [un tipo de cerilla], medio quema

da, que estaba tan embarrada que a primera vista parecía una astillita de madera.

« No se me ocurre cómo se me pudo pasar por alto» , dijo el inspector, con cara de fastidio.

« No se podía ver, enterrada en el barro. Si yo la he visto es porque la estaba buscando.»

« ¡Cómo! ¿Esperaba encontrarla?» « Pensé que no era improbable.»

Aquí podemos ver lo importante que resulta disponer de una teoría que indique a los investigadores qué hay que buscar. Holmes encontró la cerilla porque había concebido una teoría del crimen que le llevó a esperarlo, mientras que la policía, que no tenía teoría, no consiguió encontrarla a pesar de una

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inspección meticulosa. Para el recopilador de hechos, todos ellos pueden lo mismo tener sentido que carecer de él. Para el investigador guiado por una teoría, cada hecho ocupa su lugar apropiado dentro de un marco global.

La aprox imación semántica: las teorías son modelos simplificados del mundo. Veamos ahora la aproximación semántica a las teorías, que rivaliza con la Visión Heredada (por ejemplo, Suppe, 1989). La aproximación semántica se erige sobre algunos desarrollos sumamente técnicos de la lógica moderna, pero, para nuestros propósitos, la importancia de la aproximación semántica radica en el papel central que asigna a los modelos en la ciencia, y en la consiguiente relación indirecta entre las teorías científicas y el mundo que pretenden explicar esas teorías. Esta aproximación considera a las teorías como estructuras matemáticas abstractas que no se aplican al mundo tal y como es, sino a un mundo idealizado que ha sido purgado de toda consideración irrelevante.

A partir de una teoría, el científico construye un modelo de la realidad, una simulación parcial del mundo, sumamente idealizada. Esta simulación describe aquello a lo que se parecería el mundo si la teoría en la que está basada fuera cierta y sus variables fueran las únicas implicadas en su funcionamiento. Por ejemplo, la teoría física de la mecánica de partículas describe un bloque que se desliza por un plano inclinado como un sistema de tres puntos de masa sin rozamiento ni dimensiones: un punto para el bloque, otro para el plano y el último para la tierra. En el mundo real, estos cuerpos se extienden en el espacio, y existe rozamiento entre el bloque y el plano; en el modelo, desaparecen tales factores complicadores e irrelevantes. De esta forma, el modelo, que es una versión idealizada y simplificada de la realidad, es todo a cuanto tiene que enfrentarse una teoría. Es importante que nos demos cuenta de lo limitada que es una teoría científica. Sólo se propone explicar algunos fenómenos, y únicamente algunos aspectos de los mismos. Una teoría científica no versa sobre el mundo real tal y como lo experimentamos, sino sobre modelos abstractos idealizados. A diferencia del modelo, el mundo real es demasiado complicado para que una

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teoría pueda explicarlo. Tomando un ejemplo psicológico, una teoría del aprendizaje de pares asociados describe idealmente al sujeto del aprendizaje como no afectado por factores como el momento del día y el estrés personal, los cuales determinan sin duda el rendimiento memorístico de los sujetos reales.

Estos modelos dan a la ciencia un poder enorme. Primero, liberan al científico de la tarea imposible de describir la realidad completa, que, a causa de su infinita complejidad, nunca se ajustará a la teoría. El modelo permite al científico imaginar cómo es el mundo y ponerlo a prueba, perfeccionando sus teorías antes de enfrentarse a él. Muchos de los experimentos más importantes de la física han sido experimentos teóricos que nunca fueron puestos en práctica. Einstein construyó su teoría de la relatividad con muchos experimentos de este tipo (Leahey y Harris, 2002).

En segundo lugar, estas teorías y modelos idealizados permiten al científico elaborar explicaciones poderosas y de amplio rango sobre los fenómenos observados. El modelo encarna ciertos ideales del orden natural, descripciones de un mundo idealizado (Toulmin, 1961). Estas descripciones, aunque no observadas, suministran la base para explicar lo observable.

Por ejemplo, la teoría de Newton proporciona este ideal del orden natural: todo movimiento natural de los objetos en el espacio sigue una línea recta que continúa hasta el infinito. Tal movimiento no puede observarse. El movimiento que no se ajusta a este ideal se explica como el resultado de otros factores. Por ejemplo, una bola rodando por la hierba se detiene rápidamente, pero afirmamos que el movimiento hubiera continuado para siempre si no fuera por el rozamiento. El científico no explica el orden natural ideal, sino que lo utiliza (así como otros factores) para explicar los fenómenos que no se ajustan al ideal, como la bola que se para. La explicación científica es siempre indirecta y metafórica. El científico sólo puede describir a qué se parecería el mundo si la teoría fuera cierta, y entonces explicar por qué el mundo no es de esa manera.

La naturaleza del cambio científico

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teorías?

Los antiguos griegos definieron al ser humano como un animal racional, pero desde los tiempos de Freud esta definición ha resultado cada vez más sospechosa. No obstante, la ciencia es una institución que parecía ajustarse al ideal griego, siendo aparentemente proclamada como el dechado de la racionalidad gracias a sus éxitos. El problema de la racionalidad de la ciencia es importante porque la racionalidad, al igual que la moralidad, es un concepto normativo. Ser moral y racional es algo que las personas deberían ser, y a lo largo de los años, los filósofos han intentado establecer criterios de racionalidad por los cuales considerar responsables a las personas, de la misma forma que se les considera responsables por su conducta moral o inmoral. El abandono de los criterios de racionalidad tiene el mismo peligro potencial que el abandono de los criterios de moralidad: si todo vale, ¿cómo podemos impedir la anarquía, la tiranía y la ignorancia?, ¿cómo sabremos qué es correcto y qué no lo es, qué es bueno y qué es malo? Si la ciencia no es racional, ¿alguna cosa lo es?

Las filosofías de la ciencia tradicionales, como el positivismo y el positivismo lógico, aceptaban la racionalidad de la ciencia y asumieron la tarea de explicar la metodología racional de la ciencia con todo detalle lógico y formal. Es más, la imagen positivista de la ciencia estaba vacía de contenido: Asumieron que la ciencia tiene una única estructura lógica, independiente del período histórico y de qué ciencia se trate. Sin embargo, cuanto más examinamos la historia de la ciencia, menos se parece a un acontecimiento puramente racional que sigue una metodología abstracta e inmutable vacía de contenido. Los científicos son seres humanos, y a pesar de su rigurosa formación, sus destrezas perceptivas y de razonamiento están sujetas a las mismas restricciones y errores que las de otras personas. Los científicos han sido formados y trabajan dentro de una comunidad de científicos que comparten metas, valores y criterios que cambian históricamente. En la ciencia, como en otras profesiones, lo que a una persona le parece sumamente racional a otra le resulta una estupidez.

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positivismo lógico se equivocara al buscar una interpretación lógico-formal de la ciencia. Desde comienzos de los años sesenta, se ha puesto en marcha un movimiento en el campo de la metaciencia que desafía, incluso niega, la suposición de que la ciencia se define por una racionalidad constitutiva que la distingue de otras formas de actividad humana. A este nuevo movimiento, que incluye a filósofos, historiadores, sociólogos y psicólogos de la ciencia, se le conoce como aproximación naturalista a la ciencia, ya que considera a ésta como una institución que debe examinarse empíricamente más que regirse por los dictados de la filosofía. Existen muchas formas de llevar a cabo una aproximación naturalista a la ciencia. En esta sección comentaremos tres de ellas: (1) los teóricos de la Weltanschauung , liderados por Thomas S. Kuhn, que han ejercido una influencia directa sobre la psicología en las tres últimas décadas; (2) los teóricos que consideran que la ciencia está sujeta a evolución intelectual, siguiendo la línea de Darwin; y (3) el marco, orientado a los contenidos, de los themata científicos que compiten entre sí.

Los enfoques naturalistas. Kuhn y los paradigmas. El desafío más importante que ha sufrido el modelo racional de la ciencia es el lanzado por los pensadores que consideran la ciencia como una forma de vida socialmente constituida, tal y como Ludwig Wittgenstein la definió (véase el Capítulo 12). Una cultura humana constituye una forma de vida, y moldea nuestra percepción y conducta de maneras que con frecuencia ignoramos. Absorbemos valores, prácticas e ideales con muy poca o ninguna enseñanza explícita, y los damos tan por supuestos como el aire que respiramos. Cuando los antropólogos estudian una cultura, intentan comprender y describir la concepción del mundo subyacente o Weltanschauung que comparten todos sus miembros, y mostrar cómo funciona y cómo cambia con el tiempo. Algunos investigadores naturalistas de la ciencia proponen adoptar un enfoque sobre ésta semejante al del historiador y el antropólogo, con el fin de captar las concepciones (y revoluciones) científicas del mundo. Los enfoques naturalistas de la ciencia surgieron del campo de la historia de la ciencia: en vez de contemplar las teorías científicas como objetos abstractos, los historiadores investigan cómo cambia la ciencia, sacando a la luz su dimensión humana.

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El historiador Thomas S. Kuhn ha proporcionado la expresión más completa de la aproximación de la Weltanschauung a la ciencia en su libro Structure of Scientific Revolutions [La estructura de las revoluciones científicas] (1970). Kuhn describe la historia de la ciencia como un ciclo repetitivo de etapas (véase la Figura 1.1) y proporciona una explicación acerca de cómo la práctica científica va tomando forma a partir de suposiciones profundamente arraigadas en una visión del mundo de la cual los científicos en activo apenas serían conscientes. Una de las innovaciones de Kuhn fue la de enfatizar la naturaleza social de la ciencia. La ciencia la practican comunidades de científicos, no hombres y mujeres aislados. Por tanto, para entender la forma en la que la ciencia funciona, debemos comprender a la comunidad científica y sus normas compartidas, las cuales constituyen en su conjunto lo que Kuhn denomina ciencia normal.

Para que la investigación científica avance, la comunidad científica que trabaja en esa área concreta de investigación debe compartir ciertos aspectos básicos. Sus miembros deben estar de acuerdo sobre los objetivos de su ciencia, las características básicas del mundo real que son relevantes para su materia de estudio, sobre lo que se considera que es una explicación válida de los fenómenos y sobre los métodos de investigación y las técnicas matemáticas admisibles. Kuhn denomina paradigma a esta visión del mundo sobre la que existe acuerdo. La existencia de acuerdo sobre estos aspectos permite a los científicos continuar analizando la naturaleza a partir de un punto de vista colectivo unificado; si no existiera tal acuerdo, cada

Período preparadigmático:

– escuelas – comienza – problema – inseguridad – los científicos enfrentadas la ciencia importante – relajación más jóvenes

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– recopilación – un único irresoluble de las adoptan de hechos al azar paradigma, restricciones el nuevo

– no hay ciencia no hay escuelas del paradigma paradigma – investigación – teorías – algunos para resolver enfrentadas científicos

problemas – aparición mayores

de un nuevo cambian paradigma de bando FIGURA 1.1. El carácter revolucionario de los cambios de paradigma y la naturaleza cíclica de la ciencia (esquema de Kuhn, 1970).

investigador tendría sus propios puntos de vista y se producirían muchas discusiones inútiles y equívocos involuntarios. Kuhn describe una ciencia como la construcción de un edificio, que exige la contribución de muchas manos. El esfuerzo cooperativo exige que el edificio se construya conforme a un proyecto y sobre unos cimientos firmes. Hasta que se hayan tomado las decisiones necesarias sobre el proyecto y los cimientos, no habrá construcción, no se progresará. El esfuerzo colectivo para la construcción sólo podrá comenzar cuando exista acuerdo sobre los planos. Los paradigmas ofrecen los planos y los cimientos a las empresas científicas.

Durante los períodos de ciencia normal, los planos se dan por sentados. El paradigma no es puesto a prueba mediante experimentos, que quedan como meros intentos de resolución de los problemas que el paradigma plantea. Si un científico fracasa en resolver uno de estos problemas, será un fracaso del científico, no del paradigma. Considera lo que sucede en tus propios cursos prácticos de laboratorio: aunque sigas todas las instrucciones, no siempre obtendrás el resultado « correcto» . Cuando se lo comunicas a tus profesores, no se tiran de los pelos y gritan « ¡Todas nuestras teorías son erróneas!» ; por el

Referencias

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