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Cadena de propósitos

In document No Es Cuestión de Leche (página 105-107)

Mientras daba clases en la Universidad Central de Venezuela, comencé a apoyar un proyecto relacionado con comportamiento organizacional, el cual era dirigido por un profesor que yo tuve en la Escuela de Psicología de la UCV, el profe Pedo Feliú (†). A partir de aquí me dediqué al mundo organizacional. Estudié los programas de post-grado en el área de Psicología Organizacional, Desarrollo Organizacional y Gerencia Empresarial, lo cual me condujo a cultivar el conocimiento profundo sobre estos temas. Fue así que pude hacer la base para salir a un apartamento, pequeño, pero propio, como decía mi mamá:

—Ahorre mijo pa´que se pueda comprar algo, porque cuando uno tiene su casa, de ahí

nadie lo puede sacar.

Y así fue. Me mudé a un apartamento de 60 metros cuadrados. Unos decían, ―esto de demasiado pequeño, aquí no te cabe nada prácticamente‖. Y otros que estaba ―bonito… Lo importante es comenzar‖. Yo venía de transitar por muchas etapas, y estaba seguro de lo que estaba haciendo. La actitud optimista me acompañaba, dar el primer paso significa que me faltaba menos. Lo más importante era que había cumplido mi propósito: salir de barrio.

Al tiempo apareció en mi mente otro propósito: lograr tener un apartamento más grande. Quería más espacio y así fue que llegue a uno de 98 metros cuadrados. Cuando llegué a este nuevo apartamento, me parecía una sabana, mi percepción era de estar en un espacio de 300 metros, era desde mi propia fantasía, gigante. Cumplía ese siguiente propósito.

Ya materializado ese propósito, siguen apareciendo nuevas metas, anhelos, deseos que quieres cumplir. Fue así que luego quise tener un perro. Me lo propuse, porque en la vida hasta las pequeñas cosas, se deben definir, para que no se queden en simples deseos. Nunca olviden que la diferencia entre un anhelo y un propósito, consiste en que el propósito es algo que hemos definido, algo que no solamente queremos, sino que tenemos claridad de para cuando lo queremos. Voy a tener un pero, me dije.

Pero cuando decidimos lograr algo y lo exteriorizamos, debemos tener en cuenta que inmediatamente la gente quiere empezar a dirigir tu decisión, a condicionar tu vida, tus anhelos y

tus propósitos. Por eso, a veces hay que hacer caso omiso al entorno, así como el episodio de

Lolita, del cual hablamos en el capítulo 7.

La gente decía ―debes comprar un perro pequeño, porque los perros grandes son para una casa, donde tengan espacio para estar‖. Pero yo quería un perro grande, un perro que fuera imponente, que yo estuviera con él y la gente lo respetara. Y no un perrito, que tuviera que cuidar de que la gente no me lo pisara. Eso es lo que yo pensaba y quería complacerme a mí mismo.

Cada persona tiene una posición distinta, pero para los efectos de cumplir nuestros anhelos y propósitos, se requiere saber lo que queremos y poner en segundo orden lo que los demás quieren. Así fue que decidí comprar a ―Napoleón‖, un bóxer que se convirtió en un perro de 30 Kg. al cabo de un año. Vale la pena aquí recordar la última parte del discurso que Steve Jobs, CEO de Apple Computer y de Pixar Animation Studios, pronunciara el 12 de Junio de 2005 en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford:

―Su tiempo (de vida) tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas —es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras personas—. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencie tu propia voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario‖.

Siempre he estado consciente de lo finito que es el tiempo de nuestra vida. No somos eternos y durante ese tránsito de la vida mi principal propósito es ser feliz y yo soy el primer responsable de que ese propósito se cumpla.

En todo lo que hagamos, en las cosas grandes o insignificantes, en cada espacio debe haber un signo que refleje que ese propósito esencial se está cumpliendo, de lo contrario no tiene lo que estamos haciendo o logrando.

Mi vida continuaba en ese apartamento de 98 metros cuadrados, ahora ya casado y con un perro. Luego que Napoleón cumpliera dos años quise tener una perra, para que hicieran pareja y así fue que compre a Cleopatra, una bóxer mediana, pero robusta, que llegó al apartamento.

A partir de entonces, comenzó una persecución de la junta de condominio para que me deshiciera de los perros, pero esto no estaba en mis planes, por lo tanto los perros continuaron conmigo. Los ataques eran cada vez mayores, a tal punto que las queridas señoras del condominio, pasaron de ser ―señoras‖ a ser ―las viejas fastidiosas del condominio‖.

Esta situación me llevó a plantearme la posibilidad de mudarme a una casa. Lo cual terminó siendo un propósito: buscar una casa e irnos de apartamento de 98 metros con los dos perros.

El problema que tenía en ese momento, era que no contaba con suficiente dinero para cumplir ese plan, hasta que me dije a mi mismo: mi propósito no es comprar una casa en este momento. Lo que yo quiero es una casa para tener a los perros mejor y vivir más feliz, sin presiones del condominio, sin angustias y sin pensar que estoy molestando a la gente, pues mi gran propósito siempre ha sido ser feliz.

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