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De esto sí se habla

In document Abuso Sexual y Malos Tratos Contra Niños (página 120-123)

El panorama ha sido extenso, sólo citaré algunos de los muchos temas que se fueron desgranando.

Uno de los interrogantes era, es, ¿de qué se habla cuando se habla de las éticas?

Otro, ¿quién habla de las éticas?

La conformación de la lista es de psicólogas/os, médicas/os, aboga- das/os, trabajadoras/es sociales, docentes, etc

Me vi confrontado a preguntarme si las éticas tenían dueño a partir de una primera reacción de algunos miembros de algún colegio, asociación o tribunal que sintieron que se les filtraban inorgánicamente en un terreno que hasta ese momento consideraban propio y cuasi privado.

Ni hablar de la incomodidad producida cuando un integrante de la lista desde el supuesto lugar de paciente interpeló a los profesionales. Hubo dos consecuencias: un miembro de un tribunal de ética se retira de la lista por- que no le parece ético discutir con pacientes cuestiones de la profesión. Nace el primer mito: en esta lista se propicia la discusión entre psicólogos y pacientes sobre cuestiones de la ética. Mito de corto vuelo, pues fue transcendiendo en el medio la intensidad de los debates centrales.

Los intercambios que se fueron dando reflejan a menudo luchas de poder, intentos de copamiento, de colocar un discurso hegemónico, es decir, nada demasiado distinto a las cuestiones generales de la dinámica grupal.

Hay cuestiones insoslayables. La lista también funciona como un refle- jo de la sociedad, y se discute con intensidad sobre los mismos temas; dis- criminación, homosexualidad, abuso de menores, ocuparon páginas y días. Para no defraudar a la sociología también se establecieron espacios for- males: el público, general; e informales: sublistas paralelas, encuentros personales, y, por qué no, romances.

El cuestionamiento ético aparece generalmente hacia el otro, muy pocas veces como una pregunta por su actuar, pues, como dice Eva Giberti en Introducción a la Deontología:

“Dado el escaso entrenamiento en este tema es habitual que los egresados de las carreras de Psicología estén convencidos que su proceder profesional es correcto y acorde con los principios de la ética, debido a que ellos ‘se sienten éticos’ y porque no están infor- mados acerca de la multiplicidad de éticas que es posible tener en cuenta. Lo mismo puede suceder con otros profesionales.”

También la lista ha aparecido claramente como un lugar de disputas de poder con intentos de copamiento a través de discursos hegemónicos, etc. Todo esto, enriquecedor en sí mismo, da cuenta de un fenómeno tan contradictorio como llamativo: la necesidad de los colegas de hablar del tema junto a la confusión metodológica y teórica y la falta de formación sis- temática sobre el mismo.

¿Cuándo hablo de cualquier cosa, estoy hablando de Éticas?

De esto, y del dato ineludible de que esto se desarrolla en Internet y gra- cias a ella, da cuenta esta intervención.

Bien, este fue sólo un esbozo que apenas describe la realidad de listas y foros. A quien tenga interés ya sea en saber más o inscribirse, puede ingresar a mi página, www.jorgegaraventa.com.ar, y allí encontrará la forma de llegar a estos espacios.

Una mañana, chequeando mensajes, recibo uno que interpreté como una cadena en la que se denunciaba una situación de injusticia y persecución en Santiago del Estero. Como una de las normas de la lista es que no se aceptan cadenas, ni aún las solidarias, desestimé el mensaje. Una actitud de precau- ción que siempre tengo es la de guardar los mensajes rechazados para volver a leerlos en el consultorio y confirmar la validez o no de la medida.

Ignoraba que la relectura de ese mensaje no sólo iba a cambiar total- mente la dinámica del foro sino que también iba a marcar claramente la subjetividad de cada uno de los que participamos en todo lo que vendría.

Una decisión previa fue difícil, pues implicaba dar datos que permitían con bastante certeza saber quien era la niña de la que se hablaba en esa denuncia. Las familiares no tuvieron más remedio que hacerlo. Comprendí y seguí el ejemplo.

Una niña había sido incestuada sistemáticamente por su padre y pese a las evidencias y comprobables la Justicia insistía no sólo en la revinculación sino en restablecer la normalidad de las visitas a la casa del padre, aunque los peri- tos oficiales habían señalado el alto grado de probabilidad de que el abuso hubiera continuado en las visitas luego de la separación de los cónyuges.

Este es el momento de aclarar que el padre biológico de la niña era un miembro encumbrado del poder entonces gobernante en Santiago del Estero.

En un momento el juez decide levantar la medida cautelar y autorizar al padre a retirar a la niña. El padre, en días previos había golpeado a su ex mujer y a su ex suegra y había amenazado violentamente a una trabajado- ra social del juzgado interviniente.

Enterada de esta actitud, la madre decide huir con sus hijas a Jujuy; el juez la declara prófuga y ordena su captura.

Las fuerzas policiales que iniciaron la cacería eran conducidas, de hecho, por el abusador. Una infidencia permite enterarse a los familiares de la niña que el plan era asesinar a la madre con el pretexto de la resistencia y puesta en peligro de las niñas, y es ahí donde se decide hacer una conferencia de prensa denunciado la situación, responsabilizando al juez y a las autoridades por la vida de las niñas y su madre, y se lanza la cadena de mensajes por Internet. Mediante nuestra intervención, Clarín y Página/12 toman la noticia,

que también publicó El Liberal de aquella provincia, lo cual, ante tanto movi- miento público, obligó al juez a dar marcha atrás en las medidas.

Las niñas y su madre volvieron a Santiago, la medida cautelar siguió vigente pero el expediente quedó paralizado. Era una espada de Damocles sobre la cabeza de la niña y una evidente privación de justicia.

Nace entonces la red Vida Digna en Santiago del Estero, con la que organizamos una primera actividad: una conferencia de prensa y una char- la para profesionales en la provincia.

La conferencia de prensa tuvo mucha repercusión. Una frase penosamen- te acertada que dije en ese momento fue el eslabón para la movida siguiente: “...esperemos que no sea necesaria una María Soledad en Santiago del Estero para ponernos de pie contra el abuso y la corrupción...” Dos meses después eran asesinadas las adolescentes de la Dársena.

Junto a la red decidimos una serie de actividades que incluían cuestio- nes políticas, profesionales-formativas, de género y de denuncia que cul- minarían en conferencia de prensa, participación en la marcha de familia- res de las jóvenes asesinadas y un psicodrama público.

La repercusión en los medios, en la Justicia y en la población en general fue tal que no pocos santiagueños sostienen que fue un grano más para la caída del poder de entonces. De hecho, nuestras denuncias fueron incluidas tanto en el pedido como en las fundamentaciones de la intervención a la provincia.

Lo que iba ocurriendo fue transmitido a diario al Foro, lo cual permitió que muchos integrantes se sintieran partícipes de esas actividades.

Este es un ejemplo extremo, pero el mensaje que pretendo trasmitir es que Internet es mucho más que un divertimento: es un instrumento que uti- lizado con racionalidad demuestra una utilidad no totalmente explorada.

No se necesitan instrumentos sofisticados ni conocimientos avanzados. Voluntad, metas claras y disciplina de trabajo suelen ser suficientes.

Recorro el mundo a diario desde la web con una computadora adquiri- da hace 6 años y sin haber realizado jamás un curso de computación.

Finalizo entonces con algunos fragmentos de las Crónicas de la Movida:

La movida santiagueña.

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