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VISIÓN GLOBAL DEL ESTADO DE LA BIODIVERSIDAD

Capítulo

VISIÓN GLOBAL DEL ESTADO DE LA BIODIVERSIDAD

ecosistema en el presente y en el futuro.

a pesar de la necesidad crítica de una conservación más efectiva y un uso sostenible, la pérdida de biodiversidad continúa, y en muchas zonas su magnitud está aumentando en la actualidad. las tasas de especies en peligro de extinción son 100 veces mayores que la tasa normal indicada por el registro de fósiles (véase Cuadro 5.3). las pérdidas se deben a toda una serie de presiones, inclusive el cambio en el uso de la tierra y la degradación de los hábitats, la sobreexplotación de recursos, la contaminación y la proliferación de especies extrañas agresivas. dichas presiones están impulsadas a su vez por toda una serie de factores desencadenantes de tipo socioeconómico, principalmente el crecimiento de la población humana y los incrementos del consumo global de recursos y energía asociados, así como la desigualdad que implican los elevados niveles de consumo per cápita en los países desarrollados.

las respuestas a la continua pérdida de biodiversidad son variadas, e incluyen la continuación de la designación de zonas protegidas y, cada vez en mayor medida, la mejora de la gestión de la biodiversidad en paisajes terrestres y marinos productivos. Existen signos recientes de un consenso emergente con respecto a que la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible están inextricablemente vinculados, tal como ilustra la aprobación por parte de la Cumbre mundial sobre desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en 2002 (WSSd), del objetivo del CBd para el año 2010, y su subsiguiente incorporación a los objetivos de desarrollo del milenio.

VISIÓN GLOBAL DEL ESTADO DE LA BIODIVERSIDAD

Ecosistemas

los ecosistemas presentan una gran variedad de tamaños y composiciones, que van desde una pequeña comunidad de microbios en una gota de agua hasta todo el bosque lluvioso del amazonas. la propia existencia de seres humanos y la de millones de especies con las que compartimos el planeta depende de la salud de nuestros ecosistemas. los seres humanos están sometiendo a cada vez más tensión a los ecosistemas terrestres y acuáticos del mundo (véase Capítulos 3 y 4). a pesar de la importancia de los ecosistemas, están siendo modificados en cuanto a su extensión y composición a un ritmo sin precedentes, y aún no somos capaces de comprender en su totalidad las implicaciones que esto tendrá en términos de su capacidad de funcionar y proporcionar servicios en el futuro (ma 2005). la Figura 5.1 representa un análisis del estado de los ecosistemas terrestres.

Todas las evidencias disponibles apuntan que en la actualidad está en marcha un sexto fenómeno de extinción importante. A diferencia de los cinco fenómenos previos, que se debieron a desastres naturales y cambio planetario (véase Cuadro 5.1), la actual pérdida de biodiversidad se debe básicamente a las actividades humanas. Los rápidos ritmos actuales de cambios y modificaciones en los hábitats y los paisajes, el incremento en las tasas de extinción de especies, así como la reducción de la variabilidad genética a causa de los descensos en las poblaciones están produciendo impactos sobre los procesos naturales y sobre las necesidades de los seres humanos. Los detalles de muchos de estos impactos continúan siendo inciertos, pero es posible prever sus influencias negativas fundamentales, a fin de evitarlas o mitigarlas.

En situación crítica o de peligro Vulnerable Relativamente estable o intacto Ecoregiones sin amenazas persistentes Figura 5.1 Situación de las ecoregiones terrestres

Fuente: WWF 2006 Nota: Una ecoregión es una porción de tierra grande que contiene una variedad de especies, comunidades naturales y condiciones ambientales distintas desde el punto de vista geográfico.

Las aguas marinas profundas han alcanzado cada vez mayor

reconocimiento como reserva fundamental de biodiversidad, comparable a la biodiversidad asociada con los bosques de lluvia tropical y los arrecifes de coral de aguas poco profundas. La riqueza de los diversos hábitats de aguas profundas – ventilas hidrotermales, manantiales fríos, montes submarinos, cañones submarinos, llanuras abisales, trincheras oceánicas y volcanes de asfalto recientemente descubiertos – incluye una amplia variedad de ecosistemas y especies endémicas únicas. A pesar de que aún no se ha llegado a comprender en su totalidad la magnitud de la diversidad de las aguas profundas (sólo un 0,0001% del lecho marino profundo ha sido sometido a investigaciones biológicas), se han hecho estimaciones de que el número de especies que habitan las zonas más profundas del mar podría lograr los 10 millones. Se cree que el lecho marino profundo sirve de soporte a más especies que el resto de entornos marinos juntos. La biodiversidad y los ecosistemas marinos están amenazados por la contaminación, el comercio, las actividades militares y el cambio climático, pero hoy en día la pesca sigue constituyendo la principal amenaza. El surgimiento de nuevas tecnologías pesqueras y nuevos mercados de productos derivados de la pesca en las aguas profundas ha impulsado a los barcos pesqueros a iniciar la explotación de estos ecosistemas de gran diversidad, pero aún escasamente comprendidos.

La mayor amenaza para la biodiversidad de las aguas profundas marinas es la pesca de arrastre de fondo. Esta técnica pesquera de alta mar es la que más daña los montes submarinos y los corales de agua fría a los que sirven de sustento. Estos hábitats suponen el hogar de varias especies de peces que habitan en el fondo del mar y tienen aplicación comercial. Los montes

submarinos son también una base importante para el desove y la alimentación de especies, tales como los mamíferos marinos, los tiburones y los atunes, lo que los convierte en unas zonas muy atractivas para la pesca. Los largos ciclos vitales y la lenta maduración sexual de los peces en las aguas profundas los hace particularmente vulnerables a las actividades pesqueras a gran escala. La falta de datos acerca de los ecosistemas de las aguas marinas profundas hace muy difícil predecir y controlar los impactos de las actividades humanas sobre ellos, pero parece claro que los niveles actuales de pesca de arrastre de fondo en alta mar son difíciles de sostener, e incluso podrían llegar a ser insostenibles a unos niveles enormemente reducidos.

Es necesario establecer medidas efectivas de gestión de la pesca y la biodiversidad en las aguas marinas profundas. La conservación de los ecosistemas marinos se ha ampliado recientemente a las aguas marinas profundas con la designación en 2003 del sistema de la Placa Juan de Fuca y las Ventilas Hidrotermales Endeavour asociadas (2.250 metros de profundidad y 250 kilómetros al sur de la isla de Vancouver, Canadá) como una zona marina protegida. Existen varios mecanismos para conservar las aguas profundas, tales como el Convenio de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar de 1982 (UNCLOS), el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las Poblaciones de Peces de 1995 (UNFSA), la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CBD) de 1992 y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) de 1973. Sin embargo, es necesario poner en práctica estos mecanismos de manera más efectiva si se pretende conservar y usar de manera sostenible los ecosistemas de las aguas marinas profundas. Cuadro 5.4 Biodiversidad de aguas profundas

El lecho marino del noroeste de Australia muestra densas poblaciones de corales y esponjas previas a la pesca de arrastre (izquierda) y el estado en que ha quedado la zona después de la pesca de arrastre (derecha).

Fotografía: Keith Sainsbury, CSIRO Fuentes: Gianni 2004, PNUMA 2006b, WWF y IUCN 2001

Ejemplos de especies que habitan las profundidades marinas. Falso ochavo, Neocytlus

helgae (izquierda) y coral de agua fría, Lophelia (derecha).

Fotografía: Grupo Científico para los Escalones de las Profundidades del Atlántico, IFE, URI-IAO y NOAA (izquierda), PNUMA 2006b (derecha)

En más de la mitad de los 14 biomas del mundo, entre el 20 y el 50% de su superficie ya ha sido convertida en tierras de cultivo (olson y otros. 2001). los bosques secos tropicales de hoja ancha se han visto sometidos a la conversión más rápida desde 1950, seguidos por los pastos templados, los pastos empantanados y las sabanas. Se especula que aproximadamente el 50% de los hábitats de aguas interiores han sido transformados para el uso humano a lo largo del siglo XX (Finlayson y d’Cruz 2005) (véase Capítulo 4). aproximadamente un 60% de los principales ríos mundiales han sido fragmentados por presas y desvíos (Revenga y otros. 2000), lo que reduce la biodiversidad como resultado de la inundación de hábitats, la disrupción de patrones de corrientes, el aislamiento de poblaciones animales y el bloqueo de rutas de migración. los sistemas fluviales también están siendo afectados significativamente por las extracciones de agua, lo que deja algunos ríos importantes secos o casi secos. En el ámbito marino, los ecosistemas particularmente amenazados son sobre todo los arrecifes de coral y los montes submarinos (véase Cuadro 5.4).

la fragmentación de ecosistemas está afectando cada vez a más especies, particularmente a las migratorias, que necesitan una cadena contigua de terrenos para sus tránsitos migratorios, a las especies que dependen de microhábitats especiales y también a aquéllas que necesitan tipos múltiples de hábitats durante diferentes etapas de su ciclo vital.

Especies

a pesar que se han descrito alrededor de 2 millones de especies, el número total de especies oscila entre los 5 y 30 millones (IUCN 2006, mayo 1992). Gran parte de esta incertidumbre se relaciona con los grupos más ricos en especies, como son los invertebrados.

Se ha estimado que los ritmos de extinción documentados en la actualidad pueden ser aproximadamente 100 veces mayores que los ritmos típicos presentes en los registros fósiles (ma 2005). a pesar de que se ha observado un éxito de conservación en la recuperación de varias especies amenazadas (IUCN 2006), y se han redescubierto algunas especies que se creían extinguidas (Baillie y otros. 2004), es factible que a lo largo de las próximas décadas los ritmos de extinción se incrementen del orden de 1.000–10.000 veces con respecto a los ritmos registrados como antecedentes (ma 2005). Hasta la fecha, se ha evaluado que menos del 10% de las especies descritas en el mundo fijarán su estado de conservación. de ellas, más de 16.000 especies han sido identificadas como especies amenazadas de extinción. de entre los grupos principales de vertebrados que han sido evaluados exhaustivamente, más del 30% de anfibios, el 23% de mamíferos y el 12% de aves están amenazados (IUCN 2006).

Para comprender las tendencias del riesgo de extinción, el estado de conservación de todo un grupo de especies debe ser evaluado a intervalos regulares. En la actualidad, sólo se dispone de esta información para el caso de las aves y los anfibios, y ambos grupos muestran un incremento continuado del riesgo de extinción entre la década de 1980 y 2004 (Baillie y otros. 2004, Butchart y otros. 2005, IUCN 2006).

El estado de amenaza de las especies no está distribuido uniformemente. los bosques húmedos tropicales contienen, con mucho, el número más alto de especies amenazadas, seguidos por los bosques secos tropicales, los pastos montañeses y las tierras secas con matorral. No se dispone de muchos conocimientos con respecto a la distribución de las especies amenazadas en los hábitats de agua dulce, pero evaluaciones regionales realizadas en los Estados Unidos, en la cuenca del mediterráneo y en otros lugares, indican que las especies de agua dulce sufren, por lo general, un riesgo mucho mayor de extinción que los taxones terrestres (Smith y darwall 2006, Stein y otros. 2000). los recursos pesqueros también han sido agotados en gran medida, con un 75% de las reservas mundiales de peces agotadas o sobreexplotadas (véase Capítulo 4). El Índice del Planeta Viviente mide las tendencias de abundancia de las especies para las que se dispone de datos por todo el mundo (loh y Wackernagel 2004). a pesar del hecho de que los invertebrados comprenden la amplia mayoría de especies, sólo se dispone de

Los invertebrados, incluyendo las mariposas, comprenden la gran mayoría de las especies.

índices de tendencia para grupos de invertebrados con respecto a un número de especies muy pequeño, como por ejemplo las mariposas en Europa (Van Swaay 1990, thomas y otros. 2004a). la limitada información existente sugiere que los descensos de población de vertebrados e invertebrados pueden ser similares, pero se necesitan más estudios al respecto (thomas y otros. 2004b).

Genes

la diversidad genética proporciona la base para la adaptación, permitiendo a los organismos vivos responder a la selección natural y adaptarse a su entorno. Por tanto, los genes desempeñan un papel muy importante en la resiliencia de la biodiversidad a los cambios globales, tales como el cambio climático o las enfermedades de nueva aparición. los genes también proporcionan beneficios directos al ser humano, tales como el material genético necesitado para mejorar las cosechas y la resistencia a las pestes de los cultivos (véase la sección agricultura) o para desarrollar medicinas y otros productos (véase la sección Salud y energía).

durante las dos últimas décadas, muchos de los cultivos agrícolas más importantes del mundo han perdido diversidad genética a causa de los cambios en las prácticas agrícolas (Heal y otros. 2002). la pérdida continua de diversidad genética de tales cultivos tiene implicaciones trascendentales sobre la seguridad alimentaria (véase sección agricultura). No se conoce con gran detalle la cantidad o ritmo de pérdida de diversidad genética, pero pueden extraerse deducciones de las extinciones y descensos de población documentados, que sugieren que se está produciendo una pérdida genética sustancial (IUCN 2006).

Respuestas globales para frenar a la pérdida de biodiversidad

En el año 2002, las partes firmantes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la diversidad Biológica se comprometieron a poner en práctica acciones para “lograr en 2010 una reducción significativa del ritmo actual de pérdida de biodiversidad a nivel global, regional y nacional, como una contribución al alivio de la pobreza y para beneficio de toda la vida sobre la tierra” (Resolución VI/26, Plan Estratégico del CBd). El establecimiento de este objetivo ha contribuido a subrayar la necesidad de unos indicadores de biodiversidad mejorados, capaces de medir las tendencias dentro de toda una variedad de aspectos relacionados con la biodiversidad a nivel global. también ha ayudado a alentar a la comunidad científica para que

Figura 5.2 Ejemplos de indicadores de respuesta, presión y estado que ha adoptado la Convención sobre Diversidad Biológica para medir el progreso hacia el objetivo del 2010

1.1

Índice (1970=1,0)

0.6

1970 2003

0.7

Índice Planeta Vivo Terrestre Agua Dulce Marina

0.8 1.0

a) Índice Planeta Vivo

Fuente: Loh y Goldfinger 2006 0.9

1974 1978 1982 1986 1990 1994 1998 2002

14

Proporción de área protegida con respecto al área territorial total (porcentaje))

4

1970 2006

6 8 12

b) Área total bajo protección

Fuente: Portal de datos, recopilado por UNEP-WCMC 10 1974 1978 1982 1986 1990 1994 1998 2002 1.4 Número de Tierras 0.8 1987 2003 0.9 Biocapacidad Huella ecológica de la humanidad 1.0 1.3

c) Huella ecológica de la humanidad

Fuente: Loh y Goldfinger 2006 1.1 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 1.2 Agua Dulce Bosque Zona de arbustos/pradera Terrestre

d) Lista roja IUCN para ecosistemas seleccionados

Fuente: Butchart y otros 2005 0.96

Índice de la lista roja de supervivencia de especies

0.82 1988 2004 0.94 0.86 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 0.90 Marina

intente desarrollar indicadores capaces de medir las tendencias dentro de los diferentes aspectos o niveles de biodiversidad. la Figura 5.2 presenta una muestra de los indicadores globales de biodiversidad que se utilizarán para medir el progreso hacia el objetivo del 2010. Realizan mediciones de tendencias de las poblaciones de vertebrados, de los riesgos de extinción para las aves, del consumo global y del establecimiento de zonas protegidas (SCBd 2006).

los índices de población y de riesgo de extinción demuestran un disminución continuo de la biodiversidad, y la “huella ecológica” indica que el consumo está incrementándose de forma rápida e insostenible. Estas tendencias no suponen buenos augurios para el intento de lograr el objetivo de biodiversidad del año 2010 a escala mundial. las respuestas a la continua pérdida de biodiversidad son variadas, e incluyen la continuación de la designación de tierra y áreas de agua dentro de zonas protegidas y, cada vez en mayor medida, la mejora de la gestión de la biodiversidad en paisajes terrestres y marinos productivos. El indicador de cobertura de zonas protegidas demuestra una tendencia prometedora en forma de un continuo incremento de la superficie bajo protección. durante los últimos 20 años, el número de zonas protegidas creció en más de 22.000 (Chape y otros. 2005), y en la actualidad asciende a más de 115.000 (WdPa 2006). No obstante, el número de zonas protegidas y su cobertura pueden ser indicadores engañosos de conservación (especialmente para zonas marinas), ya que su establecimiento no es necesariamente sinónimo de una gestión efectiva y una puesta en práctica de las regulaciones (mora y otros. 2006, Rodrigues y otros. 2004). Igualmente, el porcentaje y el grado en el que se protege cada ecosistema varía en gran

medida. aproximadamente un 12% de la superficie de la tierra a nivel mundial está incluida en algún tipo de zona protegida, pero menos del 1% de los ecosistemas marinos del mundo están protegidos, entre ellos la Gran Barrera de Coral y las islas hawaianas del noroeste, que ascienden a una tercera parte de la extensión de todas las zonas marinas protegidas (Figura 5.3) (Chape y otros. 2005, SCBd 2006).

además de asegurar la gestión efectiva de las zonas protegidas, si de veras se desea reducir el ritmo de pérdida de biodiversidad, se necesita poner un énfasis cada vez más creciente en la conservación de la biodiversidad fuera de dichas zonas protegidas y en conjunto con otros usos de la tierra. El establecimiento de nuevas políticas y procesos a todos los niveles, el resurgimiento de prácticas agrícolas sostenibles, la profundización en el desarrollo de la colaboración entre los sectores, incluyendo asociaciones corporativas entre organizaciones de conservación e industrias extractivas, así como la introducción de los problemas relacionados con la biodiversidad en todas las áreas de toma de decisiones, son todas ellas medidas que contribuirán a un futuro más seguro para la biodiversidad y para el desarrollo sostenible.

a lo largo de los últimos 20 años, la importancia de los problemas ambientales ha ido adquiriendo paulatinamente un mayor reconocimiento dentro del sector del desarrollo a un nivel global. algunos ejemplos son el compromiso de las partes firmantes del CBd para lograr una reducción significativa del ritmo de pérdida de biodiversidad en el año 2010 como una contribución al alivio de la pobreza y para beneficio de toda la vida sobre la tierra, la aprobación del objetivo del CBd para el 2010 por parte de la Cumbre mundial sobre desarrollo Sostenible (WSSd)

Figura 5.3 Grado de protección de ecoregiones terrestres y grandes ecosistemas marinos (porcentaje)

Nota: Todas las categorías de administración de zonas protegidas IUCN combinadas. Fuente: UNEP-WCMC 2006 Marina Menos de 0.1 0.1–0.5 0.5–1 1–2 2–10 10–20 Más que 20 Terrestre 0–5 5–10 10–15 15–20 20–30 30–50 Más que 50

celebrada en Johannesburgo en 2002 y la incorporación del objetivo de biodiversidad para el 2010 a los objetivos de desarrollo del milenio como un nuevo reto dentro del objetivo 7 sobre la sostenibilidad ambiental. En la WSSd se propuso un marco de trabajo para la acción a fin de poner en práctica políticas de desarrollo sostenible que abarcaba cinco áreas clave (agua, energía, salud, agricultura y biodiversidad). Este marco de trabajo “WEHaB” establecía un foco y confirmaba el reconocimiento de la biodiversidad como un componente clave dentro de la agenda del desarrollo sostenible. FUERzAS mOTRICES

En la actualidad, el crecimiento de la población y los patrones de consumo, que conducen a un incremento de la demanda de servicios del ecosistema y energía, son los factores desencadenantes más importantes que afectan a la biodiversidad. Estos factores desencadenan presiones que generan impactos directos sobre los ecosistemas, las especies y los recursos genéticos (véase tabla 5.1). las actividades humanas provocan cambios tanto en los componentes vivos como en los componentes inertes de los ecosistemas, y estas presiones se han incrementado drásticamente a lo largo de las décadas más recientes. los factores desencadenantes y las presiones rara vez actúan de manera aislada. tienden a interactuar de modo sinérgico, y sus impactos sobre la biodiversidad son más que la simple suma de los efectos de los factores desencadenantes y presiones individuales por sí mismos (ma 2005). adicionalmente, la interacción muestra una variación considerable dependiendo de las regiones (véase Capítulo 6). los factores desencadenantes y las presiones actúan a diferentes escalas temporales y espaciales. Por ejemplo, los sedimentos procedentes de la deforestación en las fuentes del río orinoco, en lo más profundo de Sudamérica, extienden sus impactos a