Solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
(Corpus Christi)
Canto de Entrada
Celebrante:
Yo confieso (
todos
) ante Dios todopoderoso y antes ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos, que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor.
Celebrante:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
Oración Colecta
Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de
tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los
siglos de los siglos. Amen.
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura - Éxodo 24:3-8
Lectura del libro del Éxodo
En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: “Haremos todo lo que dice el Señor”.
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel.
Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos,
como sacrificios pacíficos en honor del Señor. Tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad.
Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: “Obedeceremos. Haremos todo lo que manda el Señor”.
Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial:
116:12-13, 15-16, 17-18
Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
Segunda Lectura - Hebreros 9:11-15
Lectura de la carta a los hebreros
Hermanos: Cuando Cristo se presentó como sumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el “lugar santísimo”, a través de una tienda, que no estaba hecha por mano de hombres, ni pertenecía a esta creación. No llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre, con la cual nos obtuvo una redención eterna.
Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros y las cenizas de una ternera, cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los israelitas una pureza legal, meramente exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que demos culto al Dios vivo, ya que a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios, y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para servir al Dios vivo!
Por eso, Cristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte hizo que fueran perdonados los delitos cometidos durante la antigua alianza, para que los llamados por Dios pudieran recibir la herencia eterna que él les había prometido. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Secuencia
El pan que del cielo baja es comida de viajeros. Es un pan para los hijos.
¡No hay que tirarlo a los perros! Isaac, el inocente,
es figura de este pan, con el cordero de Pascua y el misterioso maná.
Aclamación del Evangelio- Alleluya, Alleluya, Alleluya
Ten compasión de nosotros, buen pastor, pan verdadero. Apaciéntanos y cuídanos y condúcenos al cielo. Todo lo puedes y sabes, pastor de ovejas, divino. Concédenos en el cielo gozar la herencia contigo.
Evangelio- Marcos 14:12-16, 22-26
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” Él les dijo a dos de ellos: “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo”. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Homilía—P. Chris Becerra
CREDO
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo visible y no invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo, único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
en-gendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo,
(
inclínese la cabeza
)
y por obra del Espíritu Santo se encarno de María,
la Virgen, y se hizo hombre.
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
se-pultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está
senta-do a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del
Hi-jo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló
por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica, y apostólica. Confieso que hay un
solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los
muer-tos y la vida del mundo futuro. Amén.
Liturgia de la Eucaristía
Música durante el Preparación del Altar
Al Partir el Pan
Celebrante: Oren hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable
a Dios, Padre todopoderoso.
R./
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Oración sobre las Ofrendas
Celebrante:
Señor, concede, bondadoso, a tu Iglesia,
los dones de la unidad y de la paz,
significados místicamente en las ofrendas que te presentamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R./Amen.
Prefacio
Celebrante:
El Señor esté con ustedes.
R./
Y con tu espíritu.
Celebrante:
Levantemos el corazón.
R./
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Celebrante:
Demos Gracias al Señor, nuestro Dios.
R./
Es justo y necesario.
Celebrante:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, en la Última Cena con los Apóstoles,
para perpetuar el memorial salvífico de la cruz,
se ofreció a ti como Cordero inmaculado,
y tú lo aceptaste como sacrificio de alabanza perfecta.
Con este venerable sacramento, alimentas y santificas a tus fieles
para que, a la familia humana que habita un mismo mundo,
una misma fe la ilumine y un mismo amor la una.
Así pues, nos acercamos a la mesa de tan admirable sacramento,
para que, colmados por la dulzura de tu gracia,
lleguemos a ser imagen de la hermosura celestial.
Por eso, todas tus creaturas, en el cielo y en la tierra
te adoran cantando un cántico nuevo;
y también nosotros, con la multitud de los ángeles,
te aclamamos por siempre, cantando:
Amen
Padre Nuestro
Celebrante:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Asamblea: Padre nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.