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El Jardín de Niños Ya Es Muy Tarde Libro Completo

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El jardín de niños ya es muy

tarde

Masaru ibuka

De sobra es conocido que los niños pequeños tienen un apetito verdaderamente voraz por aprender. Si les tenemos paciencia y sabemos canalizar sus energías, es posible que pronto sepan varios idiomas, toquen algún instrumento musical, manejen muy bien las matemáticas, pinten al óleo o naden como peces. Esta magnífica obra afirma que los niños pueden aprender casi cualquier cosa siempre y cuando los apoyemos.

El jardín de niños ya es muy tarde es un plan de trasformación del enfoque que

tradicionalmente empleamos para educar a los niños. Si aprovechamos la enorme curiosidad que sienten los pequeños. Si aprovechamos la enorme curiosidad que sienten los pequeños hacia su entorno, pronto tendremos como resultado niños más felices, adolescentes más brillantes, adultos realizados y un mundo mejor.

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El jardín de niños

ya es muy tarde

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PRIMERA EDICIÓN DE EDITORIAL UNIVERSO, S.A. de C.V

Agosto de 1988

3ª. Impresión, Junio de 1990

1ª. Edición, EDITORIAL DIANA, S.A. DE C.V. Junio de 1994

2ª. Impresión, Junio de 1995

ISBN 968-13-2493-5

DERECHOS RESERVADOS © --- Titulo original: KINDERGARTEN IS TOO LATE--- Traducción: Guadalupe Meza Staines ---Copyright © 1977 by Massaru Ibuka. Edición original en inglés publicada por souvenir Press, Lid. Londres, Inglaterra --- copyright © 1993 por editorial Diana, S.A. de C.V. --- Roberto Gayol 1219, México D.F., C.P. 03100

IMPRESO EN MEXICO ---- PRINTED IN MEXICO

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CONTENIDO

Prefacio por Glenn Doman 5 Introducción 11

PRIMERA PARTE. POTENCIALIDAD DEL INFANTE 15 1. El Periodo Importante 17

2. Lo que Puede Hacer un Niño Pequeño 26

SEGUNDA PARTE. EL IMPACTO DE UNA EXPERIENCIA TEMPRANA 43 TERCERA PARTE. ¿QUÉ ES BUENO PARA EL BEBE? 61

CUARTA PARTE. PRINCIPIOS DEL ENTRENAMIENTO 93 1. El Estímulo y su Sentido del Orden 95

2. La Formación del Carácter en la Infancia 115 3. Creatividad y habilidades 129

QUINTA PARTE. ALGUNAS COSAS QUE DEBEN EVITARSE 151 Y una Mirada Hacia el Futuro 153

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PREFACIO Por Glenn Doman

Autor de how to Teach Your Baby to Read

Si la gracia y delicadeza con la cual se ha escrito este libro no oculta la magnificencia de lo que en él se expone, sí podría originar, junto con otros cuantos libros igualmente delicados, la más gloriosa y benévola de todas las revoluciones en la historia de este mundo. Es una consumación que todos deberíamos desear con suma devoción.

Imaginen, sí así lo quieren, una revolución para originar el más espléndido de los cambios, pero una en la cual no hay derramamiento de sangre, ni torturas, ni dolor, ni pies congelados, ni odio, ni hambre, ni muerte, ni destrucción.

En esta revolución, la más benévola de todas, sólo hay dos enemigos. El primero de ellos son los antiguos mitos y el segundo es el statu quo. No es necesario que las antiguas tradiciones se hagan añicos contra el suelo, sino solamente que las viejas falsedades se agoten sin lamentaciones. No es necesario que lo que en la actualidad es bueno se queme hasta que ardan sus cimientos, basta que se enmohezcan poco a poco, gran parte de lo terrible que actualmente hay en el mundo, como si fuese un producto de desecho. Lo podría originar la visión del señor Ibuka es la destrucción de cosas tales como la ignorancia, el analfabetismo, la inseguridad y la inutilidad y quién podría decir que eso, a su vez, no ocasionaría una disminución de la pobreza, el odio y la criminalidad.

El libro del señor Ibuka no promete nada parecido, pero para el lector perceptivo, tales sueños danzan constantemente sobre la pantalla de los ojos de la mente, a medida que avanza de la mirada al pensamiento, a la imagen y al sueño.

¿Qué sería necesario para originar tan hermosos cambios? ¿El derrocamiento de los gobiernos? ¿La destrucción de las instituciones? ¿El incendio de los sistemas escolares? El señor Ibuka no pronuncia tales amenazas, como tampoco hace ninguna promesa dorada como las que acabo de mencionar. Sencillamente no me es posible leer el libro del señor Ibuka sin ir a parar en tales sueños.

El maravilloso y amable libro del señor Ibuka no hace declaraciones estremecedoras de ninguna clase; simplemente expone la tesis de que los niños pequeños poseen en su interior la capacidad de aprender virtualmente cualquier cosa a una edad temprana. Sugiere que lo que aprenden sin ningún esfuerzo consiente a los dos, tres o cuatro años de edad, se aprende con grandes esfuerzos más adelante en la vida o quizá ni siquiera se aprenda. Propone que lo que los adultos aprenden dolorosamente, los niños lo aprenden con alegría. Propone que lo que los adultos aprenden al paso del caracol, los niños

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pequeños lo hacen casi velozmente. Propone que los adultos en ocasiones rehúyen el aprendizaje, mientras que los niños pequeños preferirían el aprendizaje a comer.

Manifiesta todo esto en una forma de lo más encantadora. Su libro es sencillo, sincero y tan claro como el cristal; además, como un producto de todo esto, cada una de sus páginas posee el eco de la verdad.

Expone que entre las cosas más difíciles que el hombre emprende, está, por ejemplo, aprender idiomas extranjeros, a leer y a tocar el violín o el piano. Yo soy un buen ejemplo de ello. Aun cuando chapurreo en una docena de idiomas extranjeros, como resultado de toda una vida de trabajo dedicada al estudio de los niños de todos los continentes y de todas las sociedades, desde la más sofisticada hasta la más básica de todas las culturas, sólo puedo expresarme en una forma efectiva en mi lengua materna. A pesar de que disfruto de la música, no puedo tocar un instrumento musical y ni siquiera puedo seguir bien una tonada. Aun cuando los adultos llegan a dominar todas estas cosas con dificultad, lo niños pueden casi sin ningún esfuerzo consiente de su parte.

Todas estas cosas los niños pequeños pueden dominar y lo hacen con facilidad y alegría. Todo lo que se requiere para que un pequeño crezca hablando muchos idiomas con fluidez, lea los lenguajes más complejos, haga cálculos matemáticos instantáneos, nade, monte a caballo, pinte al óleo, toque el violín y haga todo eso en una forma magistral, es que concedamos a nuestros hijos amor (por lo común lo hacemos) respeto (muy rara vez lo hacemos) y que los expongamos con alegría a las cosas que deseamos que aprendan. ¿Es difícil imaginar que el mundo sería un lugar más valioso, más sano, más seguro y más encantador, si todos los niños dominasen los idiomas, las artes y las ciencias básicas antes de llegar a la adolescencia y entonces pudiesen dedicar sus años de adolescentes al estudio de la semántica, la filosofía, la ética y las religiones comparativas, así como artes o ciencias avanzadas, o cualquier otra cosa que quisieran aprender?

¿Es difícil de imaginar cómo sería el mundo si a los pequeños se les alimentara y viviera su ardiente ansia de aprender, en vez de sofocarla con juguetes y juegos?

¿Es difícil de imaginar que el mundo sería un sitio más encantador si el hambre de un niño de tres años, de ver todo lo que hay que ver se alimentara con Miguel Angel, Winslow Homer, Manet, Rembradt, Renoir, Leonardo y Rockwell, así como con el Ratón Miguelito y el Payaso Feliz? Ya que en verdad, el niño pequeño posee un infinito apetito de aprender todo lo que no sabe y no tiene ni la menor pizca de juicio en cuanto a lo que es bueno y lo que es malo.

¿Podría dudarse que el mundo sería un lugar más sano si el hambre de un niño de dos años, de escuchar todo lo que hay que escuchar se alimentara con Bach así como con música rock, con Beethoven así como “María tenía un corderito”, con el sermón de la montaña o con la declaración de la independencia, así como con el cuento de Caperucita

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Roja? Ya que en verdad, el niño pequeño puede aprender una u otra cosa con la misma facilidad.

¿Podría dudarse que el mundo sería un sitio más seguro si el hambre de hablar de hablar de un niño de tres años se alimentara con portugués y japonés, así como “los tres cochinitos” y “los tres gatitos”? Ya que de hecho, el deseo de un niño de tres años de darse a entender, pude expresarse con la misma facilidad en japonés que en un lenguaje chabacano, y sin rastro alguno de acento.

¿Exactamente quién es Masaru Ibuka para decirnos que todas estas cosas tan maravillosas son posibles? ¿Cuáles son sus credenciales para ser tales declaraciones? Pues bien, sus credenciales son impecables.

1. No sabe nada acerca de la educación y por consiguiente no sabe qué es lo que puede o no puede hacerse. (Un requerimiento absoluto para lograr un sorprendente adelanto en un territorio establecido.)

2. Es un absoluto genio. (Empezando en el año de 1947, cuando su propia nación estaba desolada, con tres hombres muy jóvenes que lo ayudaron y un capital de 700.00 en dólares, estableció una empresa en la cual bautizó con el nombre de

Sony formó parte del grupo de pioneros que sacaron a Japón de la ruina física y la

desaparición espiritual hasta alcanzar una posición de liderazgo en el mundo.) 3. Está haciendo precisamente lo que propone que debería hacerse. (como director

ejecutivo de la Early Development association [Asociación para el desarrollo temprano], de Tokio, y como director de talent education [Educación de talento] en Matsumoto. En la actualidad ofrece a miles de niños japoneses la oportunidad de aprender y de hacer las cosas descritas.)

El señor Ibuka no se propone cambiar el sistema educativo y como resultado de ello, cambiar lo que aprende un niño. El señor Ibuka se propone cambiar la forma en la cual se ofrece al niño la oportunidad de aprender y como resultado de ello, cambiar los sistemas educativos.

Toda la evidencia indica que lo primero no pude lograrse en un grado importante. Lo último está sucediendo en la actualidad.

¿Son posibles estas cosas, o simplemente se trata de sueños color de rosa? Son ambas cosas, porque yo he presenciado esto una y otra vez por todo el mundo.

He visto a niños recién nacidos nadar con los que Timmerman en Australia; he visto a pequeños de cuatro años hablar inglés con el doctor Honda en Japón. He visto a niños pequeños practicar gimnasia avanzada con los Jenkins en Estados Unidos; he visto a niños de tres años de edad tocar el violín y piano con el doctor Suzuki en Matsumoto. He visto a un niño de tres años leer tres idiomas con el doctor Veras en Brasil. He visto a pequeños Sioux de dos años de edad montar a caballo en Dakota; he visto a niños de tres

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años leer Kanji el idioma de los eruditos. Tengo en mi poder cartas de miles de madres de todo el mundo que me han escrito en lo más amables términos para hablarme de las cosas maravillosas que le han sucedido a sus hijos de dos años después de que los enseñaron a leer, usando mi libro How to Teach your baby to read.

Creo que este enternecedor libro es uno de los más importantes que jamás se han escrito y creo que también que todos los padres deberían leerlo.

En vez de presentar este libro con las mayores alabanzas que puedo encontrar, debería odiar al señor Ibuka por escribirlo. Toda mi vida me prepararé para escribir dos libros y esa era mi meta. El primero de los libros para el cual he pasado toda mi vida preparándome, es sobre la fantástica capacidad de pequeños para aprender cualquier cosa con facilidad y alegría. El segundo libro que pienso escribir, tratara sobre el ema de cómo hacer de cada niño un ser física, intelectual y emocionalmente superior.

Ya no es necesario que escriba el primer libro, puesto que este industrial ya lo ha escrito y en este momento lo tiene en sus manos.

Es absolutamente necesario que termine ya esta introducción, a fin de que el lector que pueda iniciar el estudio de uno de los libros más deliciosos e importantes que jamás haya leído y para que yo pueda dedicarme a escribir mi segundo libro, antes de que Masaru Ibuka, el industrial y autoridad sobre la forma de aprender de los niños, me tome la delantera una vez más y también me gane a escribir el segundo libro.

Glenn Doman Director

Instituto para el desarrollo del potencial humano

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INTRODUCCIÓN

Desde épocas muy antiguas, se ha aceptado en general, que el talento o el genio excepcional entre los seres humanos se debe en gran parte a factores hereditarios, a una anormalidad de los genes. Cuando nos hablaban de que Mozart, el virtuoso de la música, ofreció un concierto de piano a los tres años de edad, o de que John Estuart Mill podría leer literatura clásica en latín a esta misma edad, la mayoría de nosotros concluye simplemente que “por supuesto, los genios nacen siendo diferentes”.

Sin embargo, un examen más de cerca de los primeros años de esos hombres nos indican que tanto Mozart, todos hacían la educación de sus hijos en un grado extraordinario. Mis tesis es que ni Mozart ni Mill nacieron siendo genios, sino que a cada uno de ellos se les proporcionó desde sus primeros años, una educación y un medio ambiente adecuados para el desarrollo de sus talentos hasta un grado máximo.

En contraste, un bebe recién nacido educado en un medio ambiente hostil a sus necesidades, no tendrá más adelante en la vida ninguna de desarrollarse plenamente. Un ejemplo extremo es la famosa historia de las “niñas

lobas”, Amala y Kamala, encontradas en la década de 1920 en una cueva del sur oeste de Calcuta, en India por una pareja de misioneros realizó grandes esfuerzos por devolver a esas niñas criadas por lobos, a su humanidad original, pero cuyos esfuerzos resultaron vanos.

Damos por sentado que un niño por ser humano es humano y que una criatura nacida de un lobo es lobo; no obstante, estas dos niñas continuaron exhibiendo las características de un lobo. ¡De manera que lo que parece determinar si un niño se convertirá en un ser humano o en un lobo es la clase de educación y de medio ambiente en que se desenvuelve el niño inmediatamente después de su nacimiento!

Al meditar acerca de esos ejemplos no puede evitar pensar cada vez en la gran influencia que tiene la educación y el medio ambiente sobre los bebés recién nacidos. Este aspecto llegó a asumir una importancia máxima, no sólo para los niños individuales, sino en bien de la salud y la felicidad de la sociedad en general, de manera que en el año 1969 coadyuvé el establecimiento de una fundación llamada Early Development association, con sede en Japón. Algunas personas dedicadas a la investigación, tanto nativas como extrajeras, se reunieron para estudiar este tema; al mismo tiempo inauguramos unas clases experimentales con objetivo de analizar, desarrollar y aplicar el método del doctor

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Shinichi Suzuki para enseñar a los niños pequeños a tocar el violín, algo que en aquel entonces atraía la atención de todo el mundo.

A medida que vamos avanzando en esta labor, cada vez estamos más conscientes de lo erróneo que ha sido gran parte del pensamiento tradicional concerniente a los infantes. Suponemos saber todo lo que se refiere; no obstante, conocemos muy poco de su verdadero potencial. Prestamos mucha atención a lo que debería entenderse a los niños después de los tres años y, sin embargo, de acuerdo con estudios recientes sobre la fisiología cerebral, el desarrollo de las células cerebrales para entonces ya se ha completado en un 70% a 80%. Entonces, ¿no deberíamos dedicar a todos nuestros esfuerzos a los primeros tres años, cuando el cerebro se está desarrollando?

El “desarrollo temprano” no es una tesis para alimentar a la fuerza a los pequeños con toda clase de hechos y cifras. Es un enfoque a una educación previa a la escuela y una clave para la introducion de nuevas experiencias en el “momento adecuado”. Sólo quienes se encargan del ciudadano cotidiano del infante, por lo común las madres, son quienes pudieron descubrir cuál es el momento. De manera que he escrito este libro con la esperanza de que sea útil a todas esas madres y luego que puedan servir para que los niños que están naciendo ahora lleguen a convertirse en adultos maravillosos.

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PRIMERA PARTE

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1. EL PERIODO IMPORTANTE.

Demasiado tarde en el jardín de niños.

Todos hemos tenido la experiencia, durante nuestra propia época escolar, de ver que un alumno excepcionalmente dotado conservaba su lugar como el primero de la clase sin ningún esfuerzo obvio, en tanto que el de más lento aprendizaje no lograba mejorar, por muy desesperadamente que lo intentara.

En mi época, los maestros acostumbraban alentarnos diciendo: “El hecho de si eres o no inteligente no es cuestión de herencia; todo depende de tus esfuerzos”. Sin embargo, nuestra propia experiencia nos demostraba que un chico estúpido siempre era estúpido y uno brillante siempre era brillante. Sin lugar a dudas, la inteligencia parecía estar determinada desde el principio mismo de la vida. ¿Qué debíamos deducir de estas dos contradicciones?

He llegado a la conclusión de que la capacidad y el carácter del hombre no se determinan por el nacimiento, sino que ya están bastante formados en cierto periodo de su vida. Desde hace mucho tiempo han tenido lugar controversias sobre si la naturaleza humana está conformada por la herencia o por la clase de educación que se recibe después del nacimiento, pero ninguna teoría convincente había podido decidir este aspecto… hasta una época muy reciente.

No obstante, al fin el estudio de la fisiología cerebral por una parte y de la psicología infantil por otra, ha hecho posible demostrar que la clave para el desarrollo de la inteligencia está en la experiencia del niño durante sus tres primeros años de vida, es decir, durante el periodo de desarrollo de las células cerebrales. De manera que ningún niño nace siendo un genio, como tampoco nace siendo un tonto. Todo depende del estímulo de las células cerebrales durante los años decisivos.

Esos años abarcan el periodo desde el nacimiento hasta los tres años de edad; el jardín de niños ya es demasiado tarde.

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Cualquier niño puede desempeñar bien… todo depende del método de educación.

Los lectores bien podían preguntarse por qué yo, que estudié ingeniería y ahora soy presidente de una compañía, me he adentrado en el terreno de la educación a una edad temprana. Mis razones son en parte “publicas”… es decir, me preocupa profundamente la rebelión actual de los jóvenes y me pregunto a mí mismo hasta qué punto nuestra educación actual ha contribuido a su descontento; y en parte son privadas: tengo un hijo que padece retraso mental. Cuando ese niño atravesaba por las primeras etapas de su desarrollo, yo ignoraba totalmente la idea de que un niño que nace con una carga tan pesada sobre sus hombros, puede desarrollarse hasta un grado notable si se le educa en la forma adecuada desde el momento de su nacimiento. Lo que me hizo abrir los ojos fue la pretensión del doctor Shinichi Suzuki de que “cualquier niño puede desempeñarse bien…todo depende del método de educación”. Cuando fui testigo de los notables resultados del método de “educación del talento” del doctor Suzuki para enseñar a los niños muy pequeños a tocar el violín, no puede evitar el lamentarme de que como padre, yo no hubiese sido capaz de hacer algo por mi propio hijo.

Cuando por vez primera consideré el fenómeno de las rebeliones estudiantiles, pensé mucho en el significado de la educación y en la razón por la cual nuestro sistema produce tanta agresión y tanto descontento. En un principio, me pareció que el problema yacía en el sistema de la educación universitaria; sin embargo, a medida que en mi pensamiento progresaba, me pareció que ya existía desde la enseñanza secundaria. Entonces retrocedí aún más hasta la enseñanza primaria y elemental y por fin llegué a la conclusión de que el jardín de niños ya es demasiado tarde para ejercer influencia en el niño. Esta manera de pensar inesperadamente coincidió con lo que el doctor Suzuki y sus asociados han estado practicando.

El doctor Suzuki ha puesto en práctica su exclusivo “método Suzuki” durante los últimos 30 años. Antes de eso, impartía sus enseñanzas en niños de primaria y secundaria, de acuerdo con el método educativo generalmente aceptado. Descubrió que la diferencia entre los niños que progresan y los que no lo hacen es muy conspicua, de manera que decidió experimentar con niños cada vez más pequeños y siguió disminuyendo el nivel de edad de sus alumnos. El doctor Suzuki da clases de violín, pero eso se debe a que casualmente él es violinista. Al comprender que su método podía aplicarse en cualquier terreno, eso me impulsó a involucrarme seriamente en el “desarrollo temprano”.

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A menudo me han preguntado: “¿Acaso el desarrollo temprano trata de producir genios?” La respuesta es “no”. El único propósito del desarrollo temprano es educar a un niño a fin de que tenga una mente flexible y un cuerpo sano, y para que sea una persona brillante y bondadosa.

Todos los hombres, a menos de que tengan algún impedimento físico, nacen iguales. Si entre los niños existen divisiones y grupos inteligentes, de mente obtusa, amables y agresivos, la responsabilidad yace en la educación. Cualquier niño, siempre y cuando se le dé lo que debe dársele durante la etapa adecuada de su vida, debe crecer con una mente brillante y un carácter estable.

Un niño criminal que escandalizó al mundo hace varios años, cuando con una pistola cometió una serie de asesinatos sin sentido, escribió un diario mientras se encontraba en la prisión: “he oído decir que la propia personalidad y el carácter ya están formados para cuando uno tiene cinco años de edad. Cinco años en la vida de un hombre es un lapso muy breve (Unos cuantos años y meses); pero si desarrollan un carácter que influye a tal grado durante toda su vida, qué importantes son esos años y qué descuidados son los padres en todo el mundo.

Para mí, el propósito fundamental del desarrollo temprano es evitar la creación de niños tan desafortunados como éste. La meta de inducir a un niño a escuchar buena música ya tomar lecciones de violín no es convertir a ese niño en un genio musical; la meta de enseñarle a hablar un idioma extranjero no es convertirlo en un genio lingüista, ni prepararlo para su admisión a un “buen” jardín de niños y una buena escuela primaria. Simplemente son medios de sacar a relucir el infinito potencial del niño, incrementando su alegría en sí mismo y en el mundo.

La inmadurez misma del bebé humano nos indica su gran potencial

Mi pensamiento acerca del desarrollo temprano se inicia con la idea del infinito potencial que posee un bebé recién nacido.

Desde luego, un recién nacido es un ser totalmente desvalido; pero precisamente porque es tan desvalido, su potencial es tan grande. El estado en el cual nace un bebé humano, está mucho menor desarrollado que el de cualquier otro bebé del reino animal: únicamente el bebé humano no hace otra cosa que llorar y mamar leche. Otros bebés del reino animal, como un perro, un mono o un caballo pueden arrastrarse, asirse e incluso erguirse inmediatamente y empezar a caminar. Los zoológicos pretenden que el bebé

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humano está retrasado respecto a otros animales por lo menos de diez a once meses y se dice que una de las razones de esta diferencia es la postura que el hombre adoptó al caminar. Una vez que el hombre empezó a caminar en una postura erguida, ya no fue o posible que el feto permaneciera en el seno materno hasta que su desarrollo fuese completo, de manera que nace todavía en un estado de máximo desvalimiento. Tiene que aprender a hacer uso de sus piernas después del nacimiento y, de la misma manera, también tiene que aprender a hacer uso de su cerebro. Mientras que el cerebro de cualquier animal está casi formado para el momento del nacimiento, el cerebro del bebé humano todavía es una hoja de papel en blanco.

Los circuitos cerebrales ya están formados para los tres años de edad.

Se dice que las células cerebrales de los seres humanos suman alrededor de mil cuatrocientos millones, pero la mayor parte de las células cerebrales de un recién nacido no están en operación. Las investigaciones recientes indican, sin embargo, que las “células operativas” ya están desarrolladas para los tres años de edad.

Las células cerebrales individuales, están separadas unas de otras en el momento del nacimiento y de ninguna manera pueden funcionar en forma individual. Una fotografía microscópica de las células cerebrales justo después del nacimiento, muestra que a medida que transcurre el tiempo y el cerebro se desarrolla, cada vez empiezan a surgir más protuberancias que comunican a una célula con otra, como si fueran puente. Es decir, las células cerebrales se tienden la mano unas a otras y después se enlazan, uniéndose para correlacionar la información recibida del exterior a través de los sentidos y reaccionar a dicha información. Este proceso es exactamente igual a la función de los transistores en una computadora electrónica. Cada transistor individual no puede funcionar por sí solo, pero cuando se conecta a los demás transistores mediante un circuito, todos los transistores juntos funcionan como una computadora electrónica.

El periodo durante el cual las células cerebrales aprenden con mayor rapidez a hacer dichas conexiones, es el que trascurre entre el nacimiento y los tres años de edad; para entonces ya está formado entre un 70 y 80 por ciento de las conexiones, ya a medida que dichas conexiones se desarrollan, incrementa la capacidad del cerebro. Durante los seis primeros meses después del nacimiento, la capacidad del cerebro ya ha alcanzado el 50 por ciento de su potencial adulto y para los tres años llega al 80 por ciento. Por supuesto, esto no significa que las células cerebrales del niño dejen de desarrollarse después de que ha cumplido los tres años: la parte posterior del cerebro es la que se ha desarrollado a los tres años y alrededor de los cuatro años una parte diferente del cerebro empieza a atravesar por un proceso de cableado. Se trata de la parte del frente, llamada “lóbulos frontales”. La diferencia en el proceso de cableado durante los periodos anterior y posterior a los tres años equivale al desarrollo, primero de la parte férrea de un equipo, es decir, el circuito principal de la máquina, y después de la parte suave, que determina la forma en la cual se usa el equipo.

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La facilidad fundamental del cerebro para captar los estímulos procedentes del exterior, hacer patrones de ellos y después recordar, es la parte básica de la instalación de la cual depende todo el desarrollo posterior. Ciertas capacidades tan avanzadas como el pensamiento, la voluntad, la creación y el sentimiento, se desarrollan después de los tres años, pero emplean la facultad que ya está desarrollada para esa edad.

Por consiguiente, a menos de que la base que se forma durante los tres primeros años sea sólida, no tiene caso tratar de entrenar repetidamente la actividad de “cómo usarlo” en los años posteriores, como tampoco tiene caso tratar de operar una computadora electrónica de mala calidad con la esperanza de obtener buenos resultados.

La timidez en un bebé es prueba del desarrollo de su facultad cognoscitiva de patrones

Me gustaría explicar aquí el empleo particular que se dará en este libro a la palabra “patrón” La palabra “patrón” casi siempre se usa para designar un “diseño”, “una disposición de formas” o un “modelo”. No obstante, me he propuesto emplear esta palabra en un sentido más amplio, pero a la vez más especializado, a fin de denotar un proceso de pensamiento, el proceso mediante el cual el cerebro del infante reconoce y correlaciona la información. Mientras que el adulto capta la información primordialmente por medio de su facultad de razonamiento, el niño emplea su intuición, su facilidad única para establecer un patrón instantáneo: el razonamiento adulto no es fácilmente aceptable para el niño y debe venir después.

La evidencia más impresionante de esta temprana facultad cognoscitiva de patrones, es la habilidad del pequeño para reconocer diferentes rostros. Recuerdo particularmente a un bebé de una institución infantil, al frente de la cual estaba un amigo mío, y del cual se comentaba que podía identificar cincuenta rostros diferentes de adultos cuando apenas tenía un año y meses de edad. Lo que es más, no sólo los reconocía, sino que había asignado un apodo a cada uno de ellos, llamando a éste boo-boo chan (chan es una forma afectuosa y familiar de dirigirse a una persona en japonés) y a aquéllas wa-wa chan.

“cincuenta personas” quizá parezca fácil, pero para un adulto es muy fácil recordar cincuenta rostros nuevos en el trascurso de un año. Es imposible realizar esta difícil y complicada tarea por medio del razonamiento; simplemente traten de escribir los rasgos característicos de todas las personas con quienes están relacionados y verán si pueden distinguirlas analíticamente unas de otras.

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La facultad cognoscitiva de patrones, tan superior en el niño, empieza a ser claramente evidente alrededor de medio año después del nacimiento, cuando comienza a surgir la timidez. Su pequeña cabeza ahora ya puede distinguir rostros familiares como los de su padre y su madre, de otros que le son extraños y expresa con claridad su conciencia mediante un rechazo hacia el extraño.

La educación actual confunde un periodo de “rigor” como un periodo de “tolerancia”

Incluso hoy día muchos psicólogos y educadores, en particular aquellos de quienes se dice que son “progresistas”, consideran un pecado el hecho de tratar conscientemente de “educar” a un niño pequeño. Manifiestan que si se atestan de información una cabecita, eso sólo dará por resultado un niño ansioso y que lo natural es permitir que el niño crezca a su manera, como la ha hecho durante la infancia. Algunos incluso piensas que es natural que el niño sea egoísta, actuando solo por su propio placer. Y de esta manera los padres de todo el mundo, bajo la influencia de este pensamiento, siguen conscientemente el principio de “dejarlos en paz”.

No obstante, una vez que sus hijos asisten al jardín de niños o a la escuela, esos mismos padres abandonan la norma de “dejarlos en paz solos” y empiezan a mostrarse estrictos al enseñarlo y educarlos. De pronto, las madres “bondadosas” se convierten en madres “temibles”.

Que esto es lo opuesto al orden adecuado del desarrollo debería ser evidente por las discusiones previas sobre el desarrollo de las células cerebrales humanas. En vez de ello, cómo me agradaría ver a una madre que durante la infancia de su hijo fuese una verdadera “mama educación”… que es el término que se utiliza en Japón para ridiculizar a las madres que apremian e intimidan a sus hijos a todo lo largo de sus años escolares. Ya que es durante los primeros años cuando los padres deben ser a la vez estrictos y bondadosos con sus hijos; después de eso, cuando el niño empieza a desarrollar su propia personalidad, deben empezar gradualmente a respetar su yo y su voluntad. Para expresar esta idea en su forma extrema, la interferencia paterna debe tener lugar mucho antes de que el niño tenga edad para asistir al jardín de niños. El hecho de no intervenir durante los años apropiados y después empezar hacerlo, una vez que el niño asiste al jardín de niños, solo puede acabar con su talento, estimulando en él la rebelión.

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2. LO QUE PUEDE HACER UN NIÑO PEQUEÑO

Los conceptos adultos de “difícil” y “fácil” no son válidos en el caso de los niños.

Es muy probable que nosotros, como adultos, digamos, “este libro es demasiado difícil para un niño” o bien, “no es posible que el bebé aprecie la música clásica”, pero ¿partiendo de qué base deducimos juicios tales como estos? Para los niños que no tienen ideas preconcebidas de lo que es “difícil” o “agradable”, el impacto del idioma inglés o el japonés, de la música Bach o de las canciones infantiles, de la música monofónica o armónica, debe iniciársele exactamente en el mismo punto: es decir, todo es extremadamente nuevo.

Un juicio derivado de los sentidos en particular no dependen del conocimiento; por el contario, en cierto sentido, el conocimiento puede ser un obstáculo para el juicio. Al ver una de las llamadas “pinturas famosas”, quizá muchas personas han tenido la experiencia de decirse a sí mismas, “esta famosa pintura es maravillosa”, sin que en realidad se hayan sentido profundamente conmovido, sólo porque el nombre del pintor y el precio fijado a la pintura indican una evaluación de esa naturaleza. En cambio, un bebé es honesto; se queda absorto ante un objeto o una experiencia que estimula y atrae sus sentidos, hasta el punto de perder todo su yo en dicho objeto.

En Estados Unidos hay un programa educativo que se trasmite por televisión, dedicado a los niños en edad preescolar y que se titula sesame streed, del cual se dice que es sumamente popular. Los personajes son, marionetas y el escenario principal es el área de Harlem, en la ciudad de Nueva York. Según parece, lo interesante de este programa es cada uno de los personajes tiene una personalidad muy bien definida, característica de la vida real que habite en cualquier vecindario. Quizá nos imaginamos que un niño de dos años no podría apreciar la diversidad de esos personajes, pero se ha demostrado que no es así. Cada niño tiene su propio personaje favorito y siempre que este personaje aparece en la pantalla el niño se queda absorto viendo la historia, como si fuese la suya propia. El personaje que ha alcanzado mayor popularidad es un gran canario; es un tanto frívolo y comete muchos errores, pero es inocente y de mente despejada y además nunca se le olvida de aprender algo. Los niños de inmediato se identifican con él, en una forma espontánea.

El hecho de que un niño demasiado pequeño para hablar coherentemente en su propio idioma, pueda comprender las complejas personalidades de esas marionetas tan bien como lo haría un adulto, e incluso mejor, es muy importante. En sí es un repudio del concepto adulto de que las cosas simples son “para los niños” y las complejas “no son para los niños”.

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Para los infantes es más sencillo recordar la palabra “paloma” que la palabra “nueve”

Recuerdo una ocasión en que mi nieto de dos año fue a visitarme por vez primera desde hacía largo tiempo. Mirando a través de la ventana señalándome hacia varios letreros de neón, me comento muy orgulloso: “ése es de Hitachi y ése otro de Toshiba”. Tratando de ocultar mi deleite, no fui capaz de evitar la impresión de que él, mi propio nieto, a los dos años de edad fuese capaz de leer las palabras “Hitachi” y “Toshiba” en caracteres chinos y pregunte a su madre: “¿Cuándo aprendió los caracteres chinos?”

Resulto que mi nieto no leía “Hitachi” y “Toshiba” en caracteres chinos, sino que identificaba las marcas de fábrica como patrones, identificando así los letreros de “Hitachi” y “Toshiba” en letras de neón. Todos se rieron de mi por ser un “abuelo tonto” (que empieza a chochear), pro estoy seguro que muchas personas han tenido una experiencia similar.

Apenas el otro día recibí una carta de una madre de veintiocho años de edad, que vive en Fuijisawa y que leyó una serie de artículos sobre el desarrollo temprano, que escribí para una revista semanal. De acuerdo con su carta, su hijo mayor, de dos años y medio de edad, empezó a reconocer las formas de los automóviles cuando venía alrededor de dos años y alrededor de unos cuantos meses podía nombrar fácilmente alrededor de cuarenta automóviles diferentes, tanto de manufactura japonesa como extranjera y en algunos casos podía decir la marca de algún vehículo aun cuando estuviese tapado en el estacionamiento. Justo antes o después de este accidente y probablemente bajo la influencia de los programas de televisión sobre la Exposición Mundial de 1970, empezó a recordar las banderas de varios países y ahora podía identificar y nombrar correctamente las banderas de treinta países, incluyendo la de Mongolia, Panamá y Líbano, banderas que los adultos recuerdan con dificultad. Este incidente indica una facilidad en los niños que los adultos ya no poseen y por consiguiente tienen gran dificultad para imaginar. El niño está dotado de una maravillosa capacidad de reconocer cierta clase de cosas en términos de un patrón y esta capacidad no tiene nada que ver con el análisis o la teoría, algo que el niño aprende o hace solo mucho más adelante. Un ejemplo sobresaliente es la habilidad del bebé para identificar el rostro de su madre. Muchos bebés empiezan a llorar cuando un extraño los toma en brazos, pero dejan de llorar y sonríen cuando los sostienen sus propias madres. Por supuesto, en parte quizá simplemente reaccionan al efecto de la madre, pero también están recordando como patrones el rostro de la madre y la forma en la cual sostiene al niño.

De acuerdo con un experimento efectuado por el señor Isao Ishii, quien imparte lecciones de caracteres chinos en nuestra Asociación para el desarrollo temprano, un niño de tres años de edad no experimenta dificultad alguna para recordar caracteres chinos sumamente complejos, tales como “pichón” y “jirafa”. Lo importante es que para un niño que recuerda sin grandes esfuerzos algunas diferencias sutiles en la expresión facial, la

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compleja identificación de los caracteres chinos no ofrecen ningún problema. En contraste con palabras abstractas, tales como “nueve”, las que sirven para nombrar objetos concretos como “jirafa”, “mapache” y “zorro” para él son fáciles de recordar, por muy complejas que puedan ser. De manera que no es ningún misterio que el niño pueda derrotar a un adulto en juegos de cartas tales como el karuta japonés, el pelmanism o el whist. Mientras que el adulto se ve obligado a memorizar con un esfuerzo consciente lugares, números y signos, el niño posee una maravillosa capacidad de recordar algún instante por medio de reconocimiento de patrones.

Para el niño es más fácil comprender el álgebra que la aritmética de “cigüeñas y tortugas”.

Una de las ideas fundamentales de las matemáticas modernas es la teoría de los “conjuntos, que para los adultos a quienes se enseñó primero el concepto de los números, después la geometría y por último el álgebra, no es nada fácil de captar. Sin embargo, para el niño la teoría de los “conjuntos” o “múltiplos” aparentemente es fácil como prensión y, de acuerdo con la señora Richenne Felix, una de las autoridades francesas en la enseñanza de las matemáticas, el niño nunca es demasiado pequeño para que se le enseñe.

Puesto que un “conjunto” o “múltiplo” simplemente es una colección de objetos que tienen cierta calidad en común, al niño de hecho se le introduce a ellos cuando empieza a jugar con sus bloques de madera, sacándolos uno a uno de la caja y distinguiendo un bloque cuadrado de uno triangular. En esta etapa ya comprenden muy bien que cada uno de los bloques es un elemento de un “conjunto” más grande y que la pila de bloques cuadrados forma un conjunto más pequeño y la de triangulares forma otro. Esta idea tan sencilla de que los objetos pueden clasificarse en varios grupos, de acuerdo con diversas características, en el principio fundamental que hay detrás de la teoría de los conjuntos, de manera que es natural que el niño pueda comprender el razonamiento simple y lógico de la teoría de los múltiplos con mayor facilidad que la complicada y tediosa lógica de la aritmética.

De manera que yo considero que la suposición tradicional de que la aritmética es fácil y el álgebra difícil es otro de los errores de juicio preconcebidos que los adultos tienden a hacer en lo que concierne a los niños. Puesto que el cerebro del niño comprende fácilmente la lógica de la teoría de los múltiplos, sólo hay un pequeño paso para la comprensión de la lógica del álgebra.

Por ejemplo, he aquí un problema aritmético de “cigüeñas y tortugas”: “hay varias cigüeñas y tortugas, que suman ocho en total. El número de patas juntas suman un total de veinte. ¿Cuántas cigüeñas y cuántas tortugas hay?”

En primer lugar, vamos a resolver este problema por medio de álgebra. Decimos que X equivale a las cigüeñas e Y a las tortugas, de manera que X + Y = 8 y 2X + 4Y = 20 . Por

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cancelación encontramos que X + 2Y = 10, es decir, X = 8 – Y= 20 – 2Y, por consiguiente Y = 2 – hay dos tortugas (y por consiguiente seis cigüeñas).

Ahora resolvamos el mismo problema mediante la aritmética de “cigüeñas y tortugas”. Si suponemos que todas son tortugas, el número de patas sería 32; sin embargo, el número de patas que nos dan es de 20 y por lo tanto, hay doce patas adicionales en la proposición. Hay doce patas adicionales porque supimos que todas son tortugas, las cuales tienen en cuatro patas, mientras que en realidad hay algunas cigüeñas, que sólo tienen dos patas. De manera que las doce adicionales son el número de cigüeñas multiplicadas por la diferencia en el número de patas que hay entre ambos animales: 12 dividido en 2 es igual a 6, que es el número de cigüeñas y las dos sobrantes al restar 6 de 8, el número total de animales, es el número de tortugas.

¿Por qué razón tenemos que resolver un problema con un método tan complicado como el de la aritmética de “cigüeñas y tortugas”, cuando disponemos de una forma lógica y directa de obtener la respuesta mediante la sustitución de números desconocidos X y Y? Aun cuando la forma de resolver un problema en álgebra quizá no nos venga rápidamente a la mente, el razonamiento lógico del álgebra es mucho más sencillo de comprender que el razonamiento ilógico, que aparentemente es más fácil a primera vista.

Incluso un bebé de cinco meses de edad puede “apreciar” las suites de Bach.

En la fábrica Atsugi Sony se ha establecido un jardín de niños para los hijos de las madres que trabajan allí, es donde hace algún tiempo se efectúo una investigación para averiguar qué clase de música es la que más les agrada a los pequeños. Se revelaron resultados en verdad inesperados.

¡La música con la que los niños se mostraban más entusiasmados resultó no ser otra que la Quinta Sintonía de Beethoven! Las canciones populares que trasmite la televisión de la mañana a la noche ocuparon el segundo lugar de popularidad y las canciones escritas especialmente para niños fueron las menos populares. Me interesé grandemente en esos resultados.

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Los niños encontraron más interesante la sofisticada música clásica, la cual nosotros los adultos a menudo mantenemos a una distancia respetuosa. ¿Acaso los niños están dotados del sentido musical necesario para apreciar desde los comienzos de su vida una compleja sinfonía? De acuerdo con los experimentos efectuados por el doctor Shinichi Suzuki, un bebé de cinco meses de edad puede apreciar un concierto de Vivaldi. Esto me trae a la mente una historia que me contó una joven pareja que conozco.

Esa pareja, ambos amantes de la música clásica, hacían que su bebé escuchara durante unas pocas horas al día desde poco tiempo después de nacido la Suite número 2 de Bach. A los tres meses, el niño empezó a mover su cuerpo con el movimiento animados siguiendo el ritmo; a medida que el ritmo se apresuraba hacia el clímax, los movimientos del bebé se volvían cada vez más rápidos y atractivos y cuando la música llegaba a su fin mostraba su descontento. A menudo, cuando el bebé estaba malhumorado o lloraba, sus padres ponían esa música y de inmediato se tranquilizaba. Por otra parte, un día que los padres tocaron una discordante música de jazz, el bebé empezó a llorar violentamente. Al escuchar esta historia, una vez más me maravillé ante el prodigio de que un niño posea tal sensibilidad musical que le permita apreciar una Suite de Bach.

No trato de decir que cualquier género de música clásica sea buena por definición, pero sí que la capacidad de apreciar formas musicales complejas directamente por medio de los sentidos (intuitivamente) es algo maravilloso. Es muy probable que la razón por la cual la mayoría de los japoneses no pueden apreciar la música occidental es simplemente porque durante nuestra infancia no escuchábamos otra cosa que no fuesen canciones infantiles y cantos folclóricos japoneses.

Un bebé de seis meses de edad incluso puede nadar.

Hay muchos hombres adultos que no saben nadar (“se hunden como un martillo”, como decimos en japonés), de manera que ustedes tal vez se sorprendan al saber que un bebé muy pequeño puede nadar si se le enseña. Un bebé que aún no ha aprendido a usar sus piernas para caminar, intenta flotar en el agua en la misma forma en que intenta arrastrarse por el suelo a gatas: como si se tratara de otra actividad. Lo importante no es que incluso un bebé puede nadar, sino que puede nadar porque es un bebé.

Hace algunos años me tropecé con un artículo publicado en un periódico acerca de un belga llamado De Beneseil, quien abrió una escuela de natación para bebés. De acuerdo

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con De Beneseil, es posible enseñar a un bebé de tres meses para que flote en la alberca de espalda y para los nueve meses podría aprender a respirar correctamente en el agua. Más adelante, en el mes de agosto de 1965, Rizet Deem, presidente de la Conferencia Atlética Femenina Internacional celebrada en Tokio, habló de enseñar a nadar a un bebé de menos de un año de edad, creando así una considerable sensación.

La señora Deem describió la forma en la cual metió a una alberca, a una temperatura de 32° C, a un bebé de 5 meses de edad y como en el transcurso de 3 meses ya era capaz de nadar solo durante un promedio de seis minutos a la vez. Y lo que es todavía más sorprendente, su récord de natación era de ocho minutos cuarenta y seis segundos. Ante una conferencia de prensa, la señora Deem declaró, “un bebé sabe equilibrarse mejor en el agua que en el suelo. Primero se sostiene al bebé en el agua con ambas manos y cuando ya se ha acostumbrado empieza a flotar por sí solo. Incluso cuando sumerge el rostro bajo el agua, cerrando los ojos y deteniendo el aliento, espera hasta que su cuerpo vuelve a flotar en la superficie del agua. Esa es la forma en la cual aprende a avanzar moviendo manos y piernas”. La señora Deem insistió repetidas veces en la posibilidad de desarrollar todas las habilidades y talentos humanos antes de que el bebé tenga un año de edad.

El hecho de que un bebé pequeño pueda nadar, es sólo un indicio más del infinito potencial del bebé humano. También se ha informado que un niño que apenas empieza a aprender a caminar también puede aprender a patinar al mismo tiempo, ya que adquiere nuevas habilidades en una forma indiscriminada: caminar, nadar y deslizarse, todo ello pertenece de igual manera al reino de las nuevas experiencias y trata todas esas actividades con el mismo sentido de la aventura si se le alimenta a hacerlo en la forma adecuada.

Está por demás decir que todos esos experimentos no se han llevado a cabo con el solo propósito de enseñar a los niños muy pequeños a nadar y a tocar el violín. La natación únicamente es un medio de desarrollar el potencial del niño… Ofreciéndole una noche de un sueño reparador y un buen apetito, agudizando sus reflejos y reforzando sus músculos. “Golpea cuando el hielo está caliente”, se dice: en otras palabras, una vez que el hierro se ha endurecido ya es demasiado tarde para golpear y forzarlo. La forja y la formación de material antes de que se vuelva rígido, logran un metal verdaderamente resistente y de elevada calidad.

El cerebro del infante puede recibir una cantidad casi infinita de “información”

“Hermano y hermana, genios de la lingüística que comprenden el inglés, el español, el italiano, el alemán y el francés: cinco idiomas y su ‘agresivo’ padre”

Muchos japoneses aún recuerdan este encabezado que apareció en un periódico nacional. El “agresivo” padre es el señor Masao Nagata, quien renunció a una prolongada

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carrera en el magisterio y calificándose de ama de casa, se dedicó en cuerpo y alma a la educación de sus hijos. Su hijo tenía en aquel entonces dos años y medio y su hija era un bebé de tres meses. Debido a su corta edad, hubo muchas críticas contra ese “agresivo papá educación”.

Algunos se quejaron de que era una lástima atiborrar la mente de los niños en una forma indiscriminada, que era una carga demasiado gravosa para los niños y que en consecuencia crecerían para convertirse en seres excesivamente ansiosos.

Creo que el hecho de que la familia Nagata en la actualidad viva gozando de una excelente salud y vigor, basta para demonstrar que esas críticas eran bastante infundadas. Y también lo es el hecho de que si es bueno o malo que un padre se retire a su hogar asumiendo la responsabilidad de la educación de sus hijos. Lo que importa es que el método educativo que adoptó el señor Nagata nos ofrece algunas sugerencias muy importantes acerca del potencial de aprendizaje del infante. A continuación reproducimos las palabras del señor Nagata, referentes a su singular método de enseñanza:

Empecé a enseñarles inglés, conversación en inglés, italiano, alemán y francés… casi al mismo tiempo. Cuando escuchamos un programa de idiomas extranjeros en la radio, en ocasiones una lección de francés se explica en inglés, de manera que pensé que si se enseñan varios idiomas a la vez es posible cambiarlos. Justo entonces los niños tomaban lecciones de piano y casualmente la música que practicaban tenía notas escritas en italiano y la explicación en inglés, alemán y francés. No podían captar la música a menos de que comprendieran la explicación y esa fue una de mis razones para enseñarles idiomas.

A menudo me preguntaban si los niños no se confundían al estudiar cinco idiomas a la vez, si podían usarlos en su forma precisa y adecuada. Para el estudio de idiomas no use otra cosa que no fuesen los programas de radio; dichos programas se imparten en una forma de lo más amable. Las prácticas de pronunciación se efectúan de una manera lenta y cortés; después los niños abrían la boca y practicaban la pronunciación en una forma adecuada.

(tomado de Early Development, ejemplar de mayo de 1970).

Según parece, la capacidad de absorción del cerebro de un niño pequeño es mucho mayor que la de un adulto; por consiguiente, no hay ningún fundamento para preocuparse por “alimentarlo a la fuerza” o estimularlo en exceso: igual que una esponja, el cerebro del

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pequeño absorbe y si llega a un punto de saturación automáticamente deja de captar nada más.

Lo que ahora debería preocuparnos no es ofrecerle demasiado al niño sino no ofrecerle lo suficiente. El señor Nagata nos lo ha demostrado por medio de su experimento.

El niño sólo recuerdo aquello que le interesa.

Hasta ahora he discutido la maravillosa habilidad de absorción del cerebro del niño. Por supuesto, en esta etapa el cerebro de un bebé es simplemente una máquina que recibe lo que se le da y no posee la capacidad de seleccionar, discriminar y comprender. Lo que se le entrega al niño se distribuye por todo el cerebro tal y como está, igual que si se tratara de los cables de una computadora.

Sin embargo, muy pronto llegará el momento en que el niño desarrolla el deseo de tomar sus propias decisiones; en breve, llega un momento en el cual se desarrolló esa parte del cerebro que decide como emplear la base sólida que ya ha establecido. Esta época por lo común es alrededor de los tres años de edad; es la época en la cual el aspecto de cómo interesar al niño adquiere más importancia que lo que debería ofrecérsele. El niño recuerda cualquier cosa que le interese hasta un punto que raya en la codicia. Durante ese proceso se desarrollan las capacidades volitiva y creativa, así como el deseo de hacer ciertas cosas y son funciones muy importantes en la formación del cerebro para actividades posteriores y en la formación del carácter.

Todos los padres les leen a sus hijos historias infantiles y cuentos de hadas, sin preocuparse por si el niño los comprende o no. Después de escucharlos muchas veces, el niño los memoriza y muy pronto es capaz de señalar los errores en la lectura descuidada de los padres. El niño recuerda con gran precisión las historias infantiles y los cuentos de hadas, pero se trata de una precisión basada más en la percepción de patrones que en la comprensión.

Después, el niño empieza a mostrar un interés especial en una historia particular y quiere leerla por sí mismo. A pesar de que no sabe leer el alfabeto, compara la historia que memorizo con los grabados del libro y lee la historia, siguiendo sin tropiezo alguno las letras que todavía no puede leer. Este es un periodo en el cual el niño comienza a preguntar con insistencia el significado de varias lecturas y el hecho de que lo haga con insistencia es una prueba de su gran interés.

Una madre que conozco aprovecho en una forma muy hábil esa oportunidad, fomentando el interés natural de su hijo en los caracteres chinos. A menudo he encontrado que el niño puede recordar los caracteres chinos con mayor facilidad que el hiragana (el equivalente fonético japonés al alfabeto), pero todos los libros infantiles recientes están escritos únicamente en hiragana. Así que esa joven madre compró en una librería de libros de segunda mano que hay en Kanda, un libro de cuentos de hadas con el

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alfabeto japonés al lado de los caracteres chinos y se lo leía al niño una y otra vez, mirando el libro junto con él. Al poco tiempo el pequeño ya había memorizado toda la historia y cuando empezó a leer por sí mismo también se interesó en los caracteres chinos y la madre le iba enseñando esos caracteres uno a uno a medida que el niño preguntaba. Lo único que hizo fue reaccionar a su curiosidad, así que de ninguna manera se trataba de abrumarlo. Aprendió a reconocer los caracteres chinos que veía en el periódico que veía su padre, despertando así una gran conmoción en el hogar y antes de ingresar a la escuela ya podía leer la mayor parte del contenido del periódico.

De manera que antes de los tres años de edad el niño no experimenta dificultad alguna en aprender todo aquello que le interesa, sin importar cuantos esfuerzos y concentración le exija esa tarea.

Hay muchas cosas imposibles de adquirir, a menos de que se aprendan durante la infancia

En mi vida de negocios a menudo hay ocasiones en las cuales me veo obligado a hablar inglés y lo que siempre me molesta en dichas ocasiones es lo defectuoso de mi pronunciación y entonación en inglés. No es que quien me escucha no comprenda en todo momento mi inglés con acento japonés… si me entienden, pero hay veces en que me enfrento a un momento en que mi escucha me pide, con una mirada de extrañeza, que le repita algo y tengo que deletrear una palabra en inglés a fin de que me entienda y es entonces cuando siento una gran pena por mi inglés al estilo de “goodo morning”. En contraste con esto, en mi vecindario hay un niño de un año y dos meses de edad que puede pronunciar con perfecta exactitud algunas palabras en inglés. Los sonidos tales como la “r” y la “l” son muy difíciles de pronunciar para la mayoría de los japoneses, pero él lo hace correctamente. Con toda probabilidad, la diferencia estriba en que mientras yo empecé a estudiar inglés por vez primera cuando yo ingresé a la secundaria, ese niño, que ya estaba familiarizado con el inglés por haber escuchado discos en ese idioma,

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empezó a aprender la conversación en inglés con una amiga norteamericana de la familia casi al mismo tiempo que empezó a aprender el japonés.

Todo esto significa que una vez que en la propia mente se ha formado el patrón de la lengua materna, es muy difícil captar más adelante los patrones de un idioma diferente. Sin embargo, como antes explique, el cerebro de un infante de menos de tres años todavía se encuentra en el proceso de “cableado” y el “circuito” del idioma japonés y, para el caso, el de cualquier otro idioma, pueden desarrollarse al mismo tiempo. Por consiguiente, los niños a esa edad pueden hablar sin grandes esfuerzos cualquier idioma, como si fuese el propio. Si dejamos de hacerlo durante ese periodo tendremos que luchar a fin de adquirir lo que es tan natural para el niño pequeño, e incluso lo que entonces se aprende es menos que lo que se aprende con tanta facilidad en la época adecuada. La mayoría de los adultos japoneses y de los niños mayores jamás logrará hablar correctamente el inglés, con una buena pronunciación, incluyendo la de las letras “r” y “l”. Los idiomas extranjeros no son los únicos temas cuyo aprendizaje sería demasiado tarde para emprender después de los primeros años del desarrollo. Por ejemplo, se dice que el propio sentido del tono y del atletismo… la propia coordinación y el equilibrio físico, se van formando alrededor de esta edad. Y la base para la apreciación estética… la reacción sensorial… se desarrolla más o menos durante los primeros años del niño.

Cada año, al iniciarse las vacaciones de verano, las familias extranjeras llevan a sus niños pequeños a las clases de violín que imparte el doctor Suzuki. Sobra decir que al principio nadie habla una sola palabra de japonés, pero los niños más pequeños son los primeros en empezar a hablar en japonés; después vienen los hermanitos y hermanitas mayores que ya asisten a la escuela primaria y secundaria. Los casos perdidos son los padres. Mientras que en el transcurso de un mes el niño ya habla un excelente japonés, los padres tienen que llevar consigo a sus hijos a donde quiera que van para que les sirvan de intérpretes y hay muchos padres y madres que regresan a su país sin poder decir más que una sola palabra, konnichiwa (hola o buenos días) después de una estancia de un mes en Japón.

El desarrollo temprano le permite oír a un niño de oído duro.

Hasta este momento, he discutido desde varios ángulos el maravilloso potencial latente del niño normal y la importancia de la educación temprana para desarrollar dicho potencial. No obstante, por desgracia en todo el mundo hay niños con algún impedimento, como resultado de la polio, de un retraso mental, una sordera y mudez. El desarrollo temprano no se ha olvidado de esos niños: por el contrario, por la razón misma de la carga tan pesada que llevan sobre sus hombros, es esencial identificar su impedimento tan pronto como sea posible, a fin de emplear las técnicas del desarrollo temprano para compensarlos hasta donde sea posible.

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Lo que estoy a punto de contarle es una conmovedora historia que leía en un artículo que se publicó recientemente en un periódico: la historia de un niño sordo de nacimiento a quien más adelante se le capacitó para participar en la conversación cotidiana sin ninguna dificultad, debido a los grandes esfuerzos de sus padres. Al leer esto, me sentí muy alentado, pensando en esto como en un verdadero ejemplo de Desarrollo Temprano. Atsuto, ahora de seis años de edad, nació como una encarnación de la salud; tenía un año cuando sus padres observaron una anormalidad y se preguntaron si había algún problema con su capacidad de oír, pero no se preocuparon gran cosa durante esa etapa, pensando simplemente que hay muchos niños que son lentos para hablar y que su hijo era uno de ellos. Pero cuando al año y medio de edad Atsuto seguía guardando silencio, finalmente, lo llevaron a un hospital para que lo examinaran. El diagnóstico demostró que era tan duro de oído que prácticamente eso lo incapacitaba. Sin saber qué hacer, los padres se dedicaron a buscar ayuda y por último encontraron al doctor Takeshi Matsuzawa, un experto en el tratamiento y la educación de niños con problemas educativos. El doctor Matsuzawa empezó a enseñarle al pequeño su propio nombre con la ayuda de un aparato auditivo. Después el niño empezó a aprender otras palabras, una a una, mientras que el doctor insistentemente relacionaba esas palabras con sus significados y desarrollaba cualquier rastro de oído que el niño retenía. El doctor Matsuzawa cree que a una edad adecuada, en realidad es posible enseñar a un niño sordo a oír.

Escribe: “únicamente la madre es quien puede descubrir muy pronto si su hijo es anormal. Una semana después del nacimiento, un bebé reacciona a un ruido o sonido fuerte con un movimiento de sobresalto. Después de unos pocos meses, el bebé reconoce la voz de su madre y a los cuatro meses reconoce su propio nombre. Si el bebé no muestra reacción alguna a un ruido fuerte o cuando se le llama por su nombre, puede deducirse que hay algo malo con su capacidad auditiva. Para los tres años de edad, el niño también aprende casi todas las palabras que se emplean en la conversación cotidiana, de manera que esos primeros años son los más adecuados para que un niño duro de oído aprenda las palabras. Lo que debe evitarse es mantener al niño alejado de los sonidos simplemente porque en apariencia no puede escucharlos. No es verdad que incluso un niño con una pronunciada sordera sea absolutamente incapaz de oír. Hagan que ese niño escuche un sonido repetidas veces y así desarrollará la capacidad de oír”.

De esta manera los esfuerzos y la educación paternos pueden hacer posible el desarrollo de la capacidad de oír, incluso si el niño nació con algún problema auditivo. Esto es exactamente lo que constituye el fundamento del Desarrollo Temprano.

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SEGUNDA PARTE

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Lo que cuenta no son los genes, sino el medio ambiente

En la sección anterior, hablé del maravilloso potencial latente del infante. Si esos botones latentes florecen hasta convertirse en un árbol fuerte o en una bellísima flor, depende de la forma en que cultiven a su hijo y de la clase de medio ambiente que creen para él. En esta sección discutiré en todos sus detalles concretos el aspecto práctico del Desarrollo Temprano, pero antes de empezar me gustaría ofrecerles alguna evidencia de que la educación y el medio ambiente ciertamente tienen precedencia sobre las leyes de la herencia en lo que concierne al desarrollo de los niños pequeños.

Un erudito de la Universidad de Chicago, de apellido Bloom, en una ocasión comparó el coeficiente intelectual de un niño judío criado en un kibbutz en Israel, con el de un niño africano que emigro allí. El resultado demostró que el coeficiente de inteligencia del niño judío era de 115, en comparación con 85 del niño africano, revelando una marcada diferencia entre ambos. Bloom llegó a la conclusión de que esta diferencia se debía a diferencias raciales y de extracción entre el africano y el judío; es decir, que la capacidad

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es innatamente superior, o inferior, antes de que la educación y el medio ambiente hayan tenido alguna influencia.

Posteriormente, un hombre llamado Ford llevó a cabo un experimento durante un periodo más prolongado de tiempo. Se hizo cargo de una pareja de inmigrantes africanos, se encargó de enviar a su bebé a una guardería infantil inmediatamente después de su nacimiento y lo educó en el mismo medio ambiente de un niño judío. El coeficiente de inteligencia de ese niño africano, a los cuatro años de edad, resultó ser de 115, tan elevado como el del niño judío.

En esta forma, el experimento de Ford repudió la teoría de que la capacidad se determina genéticamente, y se hizo famoso por su revelación tan directa de que la capacidad humana de hecho está determinada por la educación y el medio ambiente después del nacimiento.

En Japón se han efectuado varios experimentos con gemelos idénticos criados en diferentes hogares inmediatamente después de su nacimiento. Los resultados reales han demostrado que incluso los gemelos idénticos nacidos de los mismos padres, cuando se educan en un medio ambiente diferente y son educados por diferentes personas, diferirán considerablemente tanto en su carácter como en sus talentos y habilidades.

El problema es ¿Qué clase de educación y de medio ambiente son más propicios para el desarrollo del potencial del infante? Sobre este punto, los eruditos han intentado varios métodos y situaciones, informando sobre sus resultados. También hay padres que al no sentirse lo bastante satisfechos con la educación escolar, se han atrevido a experimentar con la educación de sus propios hijos. Y además, se han efectuado experimentos que no es posible realizar con seres humanos, usando perros y monos y los resultados a menudo han sido esclarecedores. Ahora me gustaría discutir algunos de esos experimentos.

Un niño de padre erudito, no necesariamente es apto para ser erudito

Con frecuencia escucho a las madres comentar, “mi hijo debió salir a su padre, ya que no tiene ningún sentido musical”, o bien “mi esposo es escritor, de manera que nuestro hijo es muy bueno para escribir composiciones”. Ciertamente, como dice el proverbio “el hijo de una rana será una rana” y “una cebolla no puede producir una rosa”, y por supuesto ha habido algunos casos en los que el hijo de un erudito se convierte en un erudito y el hijo de un comerciante en un comerciante. Sin embargo, esos casos no significan que a los niños se les haya trasmitido biológicamente la idoneidad para esas profesiones. Es muy

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probable que desde el momento de su nacimiento se les haya educado en un medio ambiente que los alentó a convertirse en lo que eran sus padres. El medio ambiente que les proporcionaron los padres se convirtió en el medio ambiente del niño, y cultivo su habilidad en la profesión del padre al despertar su interés en ella.

Si el linaje fuese un factor determinante en la formación de la habilidad del niño, de ello se seguiría necesariamente que durante generaciones los hijos tendrían éxito en la profesión de sus padres. Pero la vida es mucho más interesante que eso, ya que no es nada raro que el hijo de un erudito se convierta en violinista o que el hijo de un médico llegue a ser escritor. Por ejemplo, ni el señor Koji Toyoda, en la actualidad primer violín de la Orquesta Filarmónica de Berlín, ni el señor Kenji Kobayashi, primer violín de la Sinfónica de Oklahoma, tuvieron como padre o familiar a un músico famoso. El medio ambiente en el cual se educaron los convirtió en lo que son hoy en día.

Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor en nuestro propio vecindario para comprender que un niño nacido de padres talentosos no necesariamente tiene talento. El niño califica con desprecio a un niño así llamándolo “indigno de sus padres”, pero podría decirse que el niño no es responsable de lo que es, ya que en realidad el medio ambiente de su infancia fue lo que hizo “indigno” a ese niño.

En contraste, un niño nacido de un padre indolente o ebrio, a menudo puede resultar un excelente ingeniero o artista. A pesar del proverbio que dice “Un milano ha engendrado un águila” (es el caso de la gallina de plumaje negro que pone huevos blancos), ese hijo no nació con una capacidad superior, sino más bien fue educado en un medio que le permitió desarrollar su talento. Más bien es el caso de un milano que creó un medio ambiente en el cual pudo producir un águila y no el de un milano que engendró un águila.

Así como todos los bebés nacen con el rostro arrugado, también nacen iguales en lo que respecta a su capacidad y carácter, pero crecen hasta llegar a ser diferentes en ambas cosas debido a diferentes medios y experiencias. En otras palabras, la profesión y la capacidad de los padres no tiene ninguna relación directa con la formación de la capacidad y el carácter del niño. Lo único que podemos decir es que la razón por la cual el hijo de un médico se convierte en médico es que se ha educado en un medio en donde hay olor a medicinas, personas vestidas con batas blancas y pacientes.

Incluso un bebé humano puede convertirse en un animal si se cría entre animales

El hijo de un perro es un perro, el hijo de un lobo es un lobo y un bebé humano es un ser humano. Sin embargo este hecho tan natural puede resultar no tan natural si cambiamos el medio ambiente, y a continuación les contaré una historia de Amala y Kamala, las niñas lobas.

En el mes de octubre de 1920, en una pequeña aldea a unos 110 kilómetros de Calcuta, en la India, se esparció el rumor de que dos animales con el aspecto de seres humanos

Referencias

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