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3. LA TEATRALIDAD REVELADA DE CUESTION DE HÁBITOS

3.3 El lenguaje y sus formas

3.3.2 La intertextualidad paródica

Habíamos mencionado que parte de la experiencia estética barroca hispana estaba evocada, a través, del imaginario colonial que se recreaba como contexto de la novela. Esta idea reafirmada, aún más, cuando dentro de esa recreación aparecen, a modo de intertextos, los poemas y los escritos de la propia Sor Juana Inés, claro está, algunos de ellos, un poco desvirtuados de su originalidad y otros excesivamente interpretados. De igual manera, los poemas de Sor Josefa atraviesan el mismo procedimiento de excesiva interpretación, por partede los personajes del clero. No hay que olvidar que la escritura conventual estuvo influenciada por las prácticas místicas imaginativas, y que de ello se desprendió una necesidad de conectar la escritura y el cuerpo como vínculo de esa experiencia, de ahí que

se le asignen a este tipo de escritos ciertas connotaciones eróticas, vinculadas más con un erotismo sexual que con un erotismo místico

No obstante, existen otro tipo de intertextos que se manifiestan a través de citas en latín que menciona Sor Juana Inés, en ocasiones, para hablar con el Arzobispo o con Fray Octavio. Estas frases en latín tienen, por cierto, una relevancia en la novela según Carlos Reyes, puesto que se convierten en el lenguaje culto y sagrado que se contrapone a los fines pecaminosos y vulgares a los que puede llegar el lenguaje cuando se manipulan sus metáforas y recursos, tal como considera el clero que ha hecho Sor Juana en sus creaciones literarias (147).

Pero asimismo, podemos pensar que el uso del latín,porserun lenguaje culto y sagrado, limita a algunos personajes, e incluso a los lectores/espectadores, frente aquello que se dice. El mensaje de los diálogos adquiere así cierta intimidad y hermetismo y, de este mismo modo, el desarrollo de los hechos parece centrarse en aquello que se dice y en preguntar por el significado de esas palabras que reducen nuestro campo de la comprensión. A través del uso del latín, el mismo discurso se obliga a salir del hermetismo que ha creado, de ahí que recurra a los mismos personajes para cuestionar aquello que enuncia.

FRAY OCTAVIO— ¿No? Escuchad la respuesta de sor Juana:

Yo no entiendo de esas cosas; solo sé que aquí me vine porque si es que soy mujer, ninguno lo verifique. y también se que en latín, sólo a las casadas dicen Úxor, o mujer, y que es común de dos lo virgen. con que a mí no es bien mirado que como a mujer me miren, pues no soy mujer que a alguno

de mujer pueda servirle…

CONSUEGRA—Habeís oído a fray Octavio. ¿Por qué no contestáis cuando se os pregunta?

SOR JUANA—Mulieres in eclesiistacceant

EL VIRREY— ¿Qué decís?

EL ARZOBISPO—Que callen las mujeres en las iglesias. Nuestra monja cita bien a San Pablo

FRAY OCTAVIO—Os ruego que nos expliquéis por qué escribisteis estos versos. Hombre o mujer, vuestros atavíos os confunden. (89-90).

Ahora bien, respecto a este ejemplo, considera Moraña que, a partir de la máxima de San Pablo (callen las mujeres en las iglesias), Sor Juana Inés desarrolló un análisis en el que se evidenciaban las malas interpretaciones a las que había sido subordinado este enunciado por parte de la iglesia. Asimismo, evidenció cómo estas interpretaciones se convirtieron en palabras de poder o en discurso autoritario mediante el cual se determinó y condicionó a la mujer. Agrega Moraña que Sor Juana se refería con ello, a su situación individual, pero que también hacía referencia al problema de marginalidad al cual estaba sometida la mujer en la sociedad colonial (184).

En la novela, la máxima de San Pablo, citada por Sor Juana, además de evidenciar cómo el discurso cuestiona el significado mismo de lo que enuncia, muestra también la teatralidad de la cual están cubiertas las palabras. La frase adquiere una apariencia a través de la doble función que tiene dentro de los diálogos, puesto que, en principio, se entiende que esta cita es utilizada por Sor Juana como respuesta a la pregunta hecha por Consuegra y Fray Octavio y como justificación ante el porqué de su silencio, es decir, Sor Juana calla porque así lo ha dictaminado San Pablo. Sin embargo, esta cita que, por cierto parece muy propicia y encaja muy bien en la situación, adquiere para Sor Juana Inés, algo más allá que un respaldo o aquello con lo cual justificarse, pues esta cita está puesta ahí para referenciar el conflicto que encarna la novela: gran parte de los poemas y obras de teatro de Sor Juana, atraviesan por las mismas interpretaciones erróneas, interpretaciones por las cuales también atravesó la máxima de San Pablo.

Así bien, esta cita de San Pablo cuyas malas interpretaciones fueron refutadaspor Sor Juana, se hace presente en la novela también para aludir al propio conflicto que allí se presenta: Sor Juana no responde porque así, aparentemente, lo dictaminó San Pablo, Sor Juana no responde, más bien, y porque en realidad, sabe que el clero, al igual que con la frase del apóstol, interpreta según a su conveniencia. En este caso, el poema de Sor Juana es interpretado por Fray Octavio y Consuegra como una alusión o un mensaje oculto que hace referencia a la verdadera identidad sexual de Sor Juana así como sucedía con la

Anfisbena.

Volviendo a la “obra” literaria de Sor Juana, cabe decir que la anfisbena nos e la única obra que funcionan en la novela para exponerse ante el ojo crítico del clero: el discurso literario modifica el contenido de algunos de ellos, o bien modifica el contenido de otros textos externos a conveniencia de las tensiones eróticas que se crean en algunassituacionesde la novela. De manera semejante, considera Noriega que, esta alteración de la verdad de los contenidos textuales, produce a su vez una nueva versión de la verdad en función del picaresco juego escénicodel texto y el drama de trasfondo en el que vive Sor Juana al ser sometida a este cuestionamiento inquisitorial de sus obras:

De pronto se escuchan las campanas que llaman a los rezos de la tercia, pero Sor Juana hace caso omiso del llamado y prosigue su plática al ver a la Virreina alterada todavía en componer su aspecto.

SOR JUANA—De hermosas contradicciones Mi Virreina está adornada: Muy vestida para pobre Para desnuda muy franca…

Muy fecunda para virgen Muy pura para casada…

Doña Elvira María de Toledo, visiblemente alterada por los versos irónicos de la monja, se levanta, deambula, mueve las manos, cada vez más nerviosa.

Las campanas anuncian su llamado a la oración de la hora tercia, pero mientras tanto Sor Juana nos recita unos versos que corresponden, originalmente, al himno de las Vísperas litúrgicas de la tarde, los cuales, a pesar de tener modificaciones en su contenido, conservan la idea de los puntos medios entre imágenes contrarias que proponen los versos originales:

De hermosas contradicciones te vemos, reina, adorada

muy mujer para divina muy celestial para humana.

Con admiración, en ella, Se ve la ley derogada, Muy humilde para Reina Muy exenta para esclava.

La modificación del texto original crea, en este caso, una versión nueva que incorpora, al juego entre figuras contrarias,un sentido libidinoso y malicioso mediante el cual se busca incomodar a la Virreina ante su actitud recatada y ante su falsa modestia. Pero asimismo, debemos observar, cómo se puede parodiar la fuente religiosa de la que provienen estos versos a través de una versión profana que se contrapone a su carácter sagrado, en este caso, este texto nuevo se convierte en un himno de oración, pero en honor a lo erótico. Vale la pena reiterar, que lo erótico es uno de los rasgos que se presenta en la novela de diferentes maneras, una de ellas,es en la actitud de los personajes o en las tensiones que se desatan en el ambiente cuando algún hecho o alguien incita a hablar, discriminadamente, sobre lo erótico o lo relacionado con la sexualidad. Otramanera en que lo erótico surge, es mediante las connotaciones eróticas que bien, le imponen los personajes a los textos, o que pueden presentarse en el texto a modo de parodia como sucede con los versos anteriores. Hay otra forma en que el discurso literario lleva a cabo la transposición de textos extranjeros para modificar su sentido, y de este modo, crear una nueva versión parodiada,

este hecho debemos observarlo cuando Fray Octavio y Consuegra sacan a la luz el tema de la Carta Atenagórica, cuyo autor originario es el Obispo de Puebla Manuel Fernández, pero que en la novela, es desvirtuada no sólo de su autor verdadero, sino que además es desvirtuada de su contenido:

CONSUEGRAEsta Carta no La escribisteis vos.

SOR FILOTEA¿Qué decís? La firme yo mismo con esta mano.

CONSUEGRASabemos de buena ley que La Carta se la envió a sor Juana un poeta de Santa Fe de Bogotá, que como bien sabéis es la Atenas Sudamericana. Y por venir de Atenas, Atenagóricaes la carta (61).

Esta nueva autoría que adquiere la Carta está justificada a razón de ese juego de palabras que establece Consuegra, pero que, además, demuestra a qué punto el sentido literal de la palabra se manipula y adquiere interpretaciones erróneas que desvirtúan la originalidad de un hecho.De este modo, la Carta Atenagórica se le atribuye al poeta santafereño Francisco Álvarez de Velasco quien además aparece como referente históricode la época que,según lo destaca Noriega, ha sido ingeniosamente desvirtuado de su verdad histórica (46): Francisco Álvarez fue un poeta que amo a Sor Juana y a quien le escribió sin recibir correspondencia alguna. Esto que resulta un hecho real adquiere una nueva versión creada por el discurso literario:

SOR FILOTEADesvairías. El tal Álvarez de Velasco amo a Sor Juana sin correspondencia.

CONSUEGRAAquí está La correspondencia, hermana [exhibe La Carta y otros papeles] (62).

A este hecho histórico, entonces se le adiciona una nueva versión que justifica el motivo del porque dicho poeta no recibió esta correspondencia.Pero como hemos dicho, este hecho no es lo único que se desvirtúa, del mismo modo sucede con el contenido de la Carta

Atenagórica que se fusiona con laCarta laudatoria49del poeta santafereño que es ,a su vez, desvirtuada:

CONSUEGRADisculpad, Señor. La Carta Atenagórica dice así [Lee:]

Por la gloria y honra de Nuestro Señor pido a vuestra merced no esquivéis mis suplicas y ruego a vuestro corazón y a vos misma atendáis mi entera devoción, hermana Juana, con la imploración de mi amor (…) A vos

encomiendo mi suerte, hermosa Ninfa, y os pido me liberéis de las penas con

que tal amor (…). (64).

Teobaldo Noriega considera que uno de los principales rasgos que se modifica de dicha Carta, es la manera respetuosa en que el poeta, originalmente se dirigía a Sor Juana, dado que, en esta nueva versión, lo que más predomina es la intención de manifestar ese deseo carnal por partedel poeta. Así bien Noriega observa cómo ciertos detalles se hacen sustanciales al momento de evidenciar ese fuego de deseo: “La destinataria deja de ser

respetuosamente llamada "Muy señora mía" o "divina Nise"como indica el texto (verdadero) del santafereño para ser aludida aquí como hermana Juana, hermosa Ninfa,

dulce Clito” (46).

Asimismo, agrega Noriega que es por medio de la lectura de esta Carta, que los personajes se deleitan con lo que escuchan (46), por lo que, entonces, esta nueva versión de la carta es modificada de tal manera que ésta se convierta, como habíamos mencionado, en ese algo que incentiva la tensión erótica en los personajes.

Ahora bien, es momento de observar cómo las interpretaciones malintencionadas del clero se apoderan del contenido de los versos de Sor Juana Inés y de Sor Josefa, al punto de que dichos versos adquieren una connotación erótica, cuando en realidad, lo que se sugiere es otra cosa de trasfondo. En el siguiente ejemplo, podemos evidenciar cómo el clero, en su tarea inquisitoria contra Sor Juana, expone los diferentes motivos que, según ellos, indican

49 La Carta Laudatoria fue uno de los textos más conocidos del poeta Francisco Álvarez de Velasco, puesto

que se caracterizó por ser una escritura poética que daba rienda suelta al amor que el poeta le profesaba a Sor Juana, y aunque lo haga de manera juguetona e informal, no deja de incorporarle a esta escritura imágenes de paisajes simbólicos así como personajes y episodios de la mitología griega. No obstante, se destaca el hecho de que esta carta nunca llegó a ser conocida por Sor Juana, debido que el poeta santafereño no se había enterado de la muerte de Sor Juana.

su desacato contra el dogma, pero, ante los argumentos elocuentes con los que se defiende la monja, el clero termina argumentando su juicio en contra utilizando algunos versos de Sor Juana:

CONSUEGRANo os perdías en riñas innecesarias, os lo ruego. Yo le pregunto a Sor Juana el por qué hace escatología en sus versos. Grandes obscenidades escribe, como podemos ver:

Y al bellísimo José Con amor y reverencia, Beso las dos, en que estriba

Inferiores azucenas…

¿Qué son esas dos que tan frenéticamente besáis a José? Comprenderéis que todo varón las dos en sus inferiores sitios y quiera Dios que no beséis tan descaradamente lo que tenemos.

SOR JUANALo que temes vos, padre. Lo que en realidad quiero besar son las extremidades del infante (108).

Estos versos, además de ser extraídos de su poema original, el cual no es otra que una manifestación de devoción y admiración hacia la Virreina, a quien Sor Juana también aprovecha para expresarle las felices pascuas, son desvirtuados de su sentido original, pues el clero aprovecha la ausencia del sustantivo para otorgarle a los versos un doble sentido que la misma Sor Juana se ve obligada a desmontar. En este caso, observamos un ejemplo en el que las interpretaciones tienden a ser equívocas y erróneas, dado que los versos son reforzados a expresar aquello que el clero pretende ver.

Evidentemente, estos versos fuera de la totalidad del poema se muestran abiertos a este tipo de interpretaciones, sin embargo, el discurso literario sabe escogerlos y ponerlos allí con el fin último de evidenciar la teatralidad escénica con la que juega el lenguaje, cabe decir que además los utiliza para mostrar el drama que debe vivir Sor Juana Inés a razón de esto. Noriega explica que en ese juego teatral escénico del texto y el drama de Sor Juana, lo que

hay de trasfondo es la crítica del discurso literario hacia las instituciones eclesiásticas y su manipulación de la palabra y el poder (47).

Vale la pena evidenciar, con otro ejemplo, cómo una vez más el discurso literario reitera el desbordamiento del poder eclesiástico y sus finos objetivos de mal interpretar el significado de la palabra entorno a unos contenidos eróticos. Este ejemplo además de mostrar ello, deja ver la incomprensión, por parte del clero, hacia el mundosimbólico que se estableceen la escritura conventual de Sor Josefa del Castillo:

CONSUEGRA—Más ¡ay Dios! Que mi amado Al huerto ha descendido Y como árbol de mirra Suda el licor más primo

¿Os habéis dado cuenta? Habla del «licor más primo» o sea… EL VIRREY No somos tarados, seguid.

CONSUEGRA— De su cabeza el pelo, Aunque ella es oro fino Difusamente baja De penas a un abismo

¿Veis? Cabeza, pelo, entra al abismo…

EL ARZOBISPO No interrumpís más que hasta yo entiendo. CONSUEGRA—Tan sueve se introduce

Su delicado silbo Que duda el corazón

Si es el corazón mismo. Tan eficaz persuade, que cual fuego encendido derrite como será

los montes y los riscos…(67).

Evidenciamos en este caso, cómo las palabras son tomadas por su sentido literal e incorporadas a connotaciones eróticas y sexuales. Sin embargo, lo que está de trasfondo es toda una experiencia mística llevada a cabo por Sor Josefa y unos símbolos que se construyen en función de ello, porque no hay que olvidar las prácticas místicas de las monjas en los conventos, mediante la cual se pretendía alcanzar r una experiencia sensorial que buscaba ser recreada en la imaginación.

De igual modo, esta práctica mística pretendía alcanzar a través de esa experiencia sensorial un encuentro amoroso con Dios (considerado como el amado), por lo que Dios entonces era nombrado como el amado. Lo que posiblemente, se muestra en estos versos de la monja clarisa, es la búsqueda hacia el encuentro amoroso con el amado, el cual se da en un determinado lugar (un huerto, un abismo)50 que, al igual que la celda, el retrete o la habitación, funcionan como símbolosquemanifiestanla privacidad o la intimidaddonde se lleva a cabo el acto amoroso con Dios y del que se deriva ese acto erótico alcanzado en esos últimos versos, y que, por último, se hace metafórico en la confusión del corazón y en el fuego encendido que derrite los montes y los riscos.

Las connotaciones eróticas que se le asignan a estos versos, por parte del clero, no son erróneas, sin embargo, es erróneo cuando no conciben este erotismo a manera de un encuentro e intimidad con Dios, por lo que una vez más, se observa la difamación que se crea en los significados de las palabras, pero asimismo, se evidencia el drama de trasfondo que no sólo Sor Juana Inés vivió, sino también la escritura de sus congéneres y, en sí, la escritura de la mujer quien fue bastante marginada de este ámbito.

50 Dice Borja que los otros símbolos dentro de los escritos conventuales, podían ser espacios exclusivos en el

que se llevaba a cabo encuentros con lo sagrado, o bien imágenes religiosas pertenecientes a la iconografía de la época (111-113).