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Síndrome de Swyer-James o bronquiolitis obs- obs-tructiva postinfecciosa

In document Lo que todo radiólogo debe conocer (página 73-76)

La bronquiolitis obliterante es una entidad que se presenta en los niños después de infecciones respiratorias, principalmente víri-cas. El agente causante más común es el adenovirus, pero tam-bién se relaciona con virus de la influenza A, parainfluenza, VRS, Mycoplasma pneumoniae, etc. La lesión asienta en los bronquio-los y bronquios terminales, a bronquio-los que se les obstruye la luz por un granuloma inflamatorio, que posteriormente sufrirá una cicatriza-ción conjuntivofibrosa.

La bronquiolitis obliterante postinfecciosa presenta un cuadro histopatológico típico de bronquiolitis proliferativa, al contrario que la secundaria a los transplantes alógenos de médula ósea, pul-món o transplante conjunto de pulpul-món y corazón, en los que se desarrolla una bronquiolitis de tipo constrictivo.

La radiografía de tórax inicial, en el momento de la infección, presentará características propias de la infección pulmonar. Posteriormente, cuando se haya resuelto la infección aguda, puede quedar el daño bronquiolar como complicación crónica. La radiografía de control puede demostrar una hiperclaridad pulmo-nar, asociada a una disminución de la vascularidad pulmopulmo-nar, con un tamaño pulmonar normal o pequeño. Clásicamente, la afecta-ción unilateral se ha llamado Síndrome de Swyer-James. En la

Figura 6-18:Hiperclaridad con pulmón de tamaño normal o pequeño. Síndrome de Swyer- James o bronquiolitis obliterante. Niño de seis

años con antecedente de neumonía en el lóbulo inferior izquierdo. a) TCAR en inspiración. Se observa un desplazamiento medial de la cisura menor, por ligera pérdida del volumen del lóbulo inferior izquierdo, que se halla afectado con engrosamiento peribronquial y bronquiectasias. En la radiografía simple, el hemitórax izquierdo era ligeramente de menor tamaño. b) TCAR, corte en espiración. Pone en evidencia la afec-tación del bronquio pequeño, que se manifiesta con hiperclaridad y atrapamiento aéreo en el hemitórax izquierdo. También se observa un lóbu-lo inferior derecho con una aireación algo heterogénea, posiblemente porque la infección previa fue bilateral.

radiografía en espiración, existirá atrapamiento de aire del pulmón afecto, debido a que hay enfisema obstructivo. A diferencia de otros enfisemas obstructivos, este pulmón afectado es de tamaño normal o pequeño. Estos mismos hallazgos se visualizan en el estudio de TC de alta resolución. En la TC en espiración pode-mos ver hasta un 60% de afectación bilateral pulmonar, lo cual demuestra que la infección puede haber sido más generalizada (Fig. 6-18);21, 30así que, en estos casos, el estudio de TC siempre debe completarse con algunos cortes espiratorios. La bronquioli-tis obliterante postinfecciosa puede acompañarse, o no, de bron-quiectasias. En los casos con bronquiectasias, los niños pueden presentar cuadros repetidos de infecciones pulmonares.

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INTRODUCCIÓN

S

e define el maltrato del niño en el ámbito familiar como toda acción, omisión o trato negligente, no accidental, que priva al niño de sus derechos y su bienestar, que amenaza o interfiere en su desarrollo físico, psíquico o social, y cuyos autores son per-sonas del ámbito familiar. Se considera maltrato infantil la negligen-cia, el abuso físico, el abuso psicológico y el abuso sexual.

La prevalencia encontrada en España de los años 1997 al 2003 es del 7,16 / 10.000 niños, variando según las diferentes Comunidades. En la Comunidad Canaria, el maltrato infantil se divide en: casos por negligencia, 73%; maltrato psicológico o emocional, 17%; maltrato físico, 7%; abuso sexual, 3%. El Ministerio de Sanidad y Consumo, junto con las Comunidades Autónomas, editó un protocolo de actuación sanitaria ante los malos tratos (2007), donde se establece un sistema único de noti-ficación de los casos.1

En 1860, el médico forense francés Ambroise Tardieu hizo la primera descripción del maltrato. Posteriormente, en 1946, el radiólogo pediátrico John Caffey describe los hallazgos radiológi-cos en seis lactantes con fracturas de huesos largos y hematomas subdurales, que, piensa, son debidas a maltrato, siendo en 1957 cuando cita las fracturas metafisarias como características del abuso infantil. En 1962, Kempe acuña el término de síndrome del

niño golpeado para describir las fracturas metafisarias y otras

lesio-nes típicas. En 1971, Guthkelch invoca el movimiento de sacudi-da como mecanismo causante de las lesiones craneales. Y, a par-tir de 1980, los trabajos de Paul Kleinman han contribuido exten-samente al conocimiento de la fisiopatología y mecanismos de lesión en el abuso físico del niño.2Actualmente se prefiere el tér-mino de trauma no accidental para describir las lesiones físicas infli-gidas a niños por maltrato por parte de adultos, generalmente familiares.

Aunque el maltrato infantil puede manifestarse, en principio, como cualquier otro patrón traumático, algunas lesiones, especial-mente en niños menores de dos años, son muy características y, por tanto, altamente sugestivas de trauma no accidental (Fig. 7-1). Las más significativas son las fracturas costales, las metafisarias, la hemorragia extraaxial interhemisférica y la lesión cerebral por esti-ramiento o axonal difusa (Fig. 7-2).3

La presentación, en la mayoría de los casos de maltrato, res-ponde a una de estas tres situaciones:

• Niños enviados por alta sospecha de trauma no accidental. • Un estudio radiológico muestra lesiones que no son

con-sistentes con la historia que suministra la familia.

• Un estudio radiológico por otras razones revela lesiones sospechosas de maltrato.

El papel del estudio de imagen en los casos de maltrato infan-til, decisivo con gran frecuencia, reside en identificar la extensión de la lesión, dilucidar todos los hallazgos de imagen y valorar, a la vez, aquellos que pudieran sugerir un diagnóstico alternativo.

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