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Honestidad. La honestidad es uno de los valores más apreciados, especialmente por aquellos que se dedican a la ciencia. Su ejercicio es esencial como parte de la práctica científica. Imbuir este valor a los alumnos es una condición indispensable de la enseñanza de las cien- cias. La escuela ofrece múltiples oportunidades para mostrar a los alumnos el significado de la honestidad, practicarla y valorarla. En ciencias debemos enseñar a los alumnos a reportar y registrar siempre los resultados obtenidos y no lo que hubieran querido obtener o lo que piensan que el maestro quiere que reporten.

Curiosidad. La curiosidad es natural en niños y ni- ñas desde que nacen y en estricto sentido no requiere enseñarse. El problema es el contrario: ¿cómo pode- mos evitar que se evapore al tiempo que orientamos a los alumnos a que la desarrollen para hacerla pro- ductiva? Al fomentar la curiosidad de los alumnos acerca del mundo natural, los maestros lograrán que esa curiosidad se dirija a otros ámbitos. Con el tiem- po los alumnos aprenderán que hay algunos medios más eficientes que otros de satisfacer la curiosidad, y que encontrar soluciones es tan divertido e interesan- te como plantearse nuevas preguntas.

Escepticismo. Balancear la receptividad de ideas nuevas con el escepticismo puede ser un ejercicio

difícil para los alumnos, porque cada una de estas virtudes “irá en dirección opuesta”. Incluso en cien- cia hay dificultad para aceptar nuevas teorías al tiem- po que se descartan otras vigentes. Sin embargo, ésta es una de las tareas fundamentales en la enseñanza de las ciencias: el maestro debe cuidar que, mientras un alumno explica las razones en las que se apoya su conjetura, los demás escuchen con atención. Si bien la conjetura puede parecer convincente, no podemos aceptar que lo sea mientras no contemos con la evi- dencia suficiente para fundamentarla.

Preescolar a segundo grado

En este rango de edad es prioritario fomentar la curio- sidad que de manera natural tienen los alumnos acer- ca del mundo que los rodea. Los fenómenos natura- les capturan su atención fácilmente y a menudo hacen preguntas que no son fáciles de responder. Es tarea del maestro buscar respuesta a todas sus preguntas, aún si no es de forma inmediata. Reconocer que no se sabe todo y que con frecuencia es necesario inves- tigar ayuda a establecer tanto la credibilidad del maes- tro como la importancia de la investigación en sí.

Al tiempo que los niños aprenden a leer y escribir, deben iniciar una colección de temas sobre los que a menudo piensen, conjeturen y busquen explicacio- nes, sin detenerse ante la dificultad que pueda impli- car dar respuesta a las preguntas que se planteen. La tarea más importante del maestro en este terreno es ayudar a los niños a escoger aquellas preguntas que podrán resolver a través de ciertas actividades como son recolectar, clasificar, contar, dibujar, desarmar o construir. En este nivel, las preguntas que pueden res- ponderse descriptivamente son preferibles sobre las que sólo tienen una respuesta abstracta. Los alumnos de esta edad tienen mayores posibilidades de respon- der al cómo y qué que al por qué.

De cualquier forma, no se debe confinar a los alumnos a la sola respuesta de preguntas empíricas. Algunas preguntas cuya respuesta requiere de una explicación pueden ser utilizadas para alentar el de- sarrollo de los hábitos del pensamiento científico. En ese sentido, los estudiantes deben aprender que a la pregunta de “¿por qué las plantas no crecen en la oscuridad?”, los científicos la responden con otras: “¿Será cierto que las plantas no crecen en la oscuri-

Valores, actitudes y habilidades necesarios en la enseñanza de las ciencias...

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dad? ¿Cómo podemos averiguarlo?”. La idea es que aprendan que si los hechos son ciertos, entonces podemos buscar una explicación, pero que no de- bemos anticipar una explicación si no tenemos cer- teza de la veracidad de los hechos. Seguramente los niños, como los científicos, ofrecerán una variedad de explicaciones y algunos tendrán la necesidad de de- cidir cuál es la mejor explicación y por qué. Las com- paraciones aparecerán a medida que sean capaces de establecer juicios. Las ideas expresadas por todos los niños deben ser valoradas y las diferencias de opinión consideradas para su análisis, sin dejar al- guna de lado.

Hacia el final del segundo grado, los alumnos se- rán capaces de:

• Formular preguntas acerca del mundo que los rodea y estar dispuestos a buscar respuestas para la mayoría de ellas, a través de la observación, la manipulación y la experimentación simple.

Tercero a quinto grados

Mantener la curiosidad e irle dando cada vez más rigor continúa siendo prioritario en esta etapa. Los alumnos habrán de avanzar en su habilidad de for- mular preguntas acerca del mundo que les rodea y en las formas de encontrar respuestas, a través de pe- queñas investigaciones, construyendo artefactos y probando su funcionamiento, así como consultando libros. Al hacerlo, ya sea que trabajen individualmente o en grupos, los alumnos requerirán llevar registro personal de su trabajo en libretas o cuadernos ex pro- feso, tanto de la información obtenida como de sus ideas al respecto. Se habrá de destacar la importancia de la honestidad en el proceso de registro más que arribar a conclusiones correctas. El juicio que los alum- nos emitan sobre el trabajo y las conclusiones de un compañero, o bien de un equipo de trabajo, deberá corresponderse directamente con la evidencia presen- tada y no con la verdad expresada en un libro. En otras palabras, el trabajo fundamental por juzgar es la derivación de conclusiones adecuadas a partir de la información obtenida y no los meros conocimientos que pudieron haberse simplemente copiado de un texto. En este proceso de construcción de conclusio- nes, a partir de la información y los datos espe-

cíficamente recolectados es que se van moldeando las habilidades del pensamiento deseables para man- tener viva y seguir motivando la curiosidad, elemen- to indispensable del quehacer científico.

El impulso de la experiencia científica consiste to- davía, en esta etapa, en aprender a responder pre- guntas interesantes sobre el mundo que nos rodea de manera empírica. Los alumnos deben iniciar la for- mulación de explicaciones para los resultados de sus observaciones, experimentos e indagaciones. Se ini- cia la introducción al mundo de la teoría, enfatizando que para un grupo de datos es posible construir más de una explicación que dé cuenta de él, y que no siempre es posible o fácil discernir cuál es la mejor explicación. Por esta razón los científicos reparan en aquellas ideas de otros que difieren de las propias.

Hacia el fin del quinto grado los alumnos serán capaces de:

• Llevar un registro de sus observaciones e inves- tigaciones y de no modificarlos faltando a la ho- nestidad.

• Ofrecer razones que expliquen sus resultados y tomar en consideración las explicaciones y ar- gumentos de otros.

Sexto grado a octavo (segundo de secundaria)

Las actitudes y los valores científicos por desarrollar- se en esta etapa han sido introducidos en los grados anteriores. Ahora deben reforzarse y desarrollarse aún más. Se debe seguir teniendo cuidado que al desarro- llar los contenidos correspondientes no se inhiba la curiosidad. Se requiere tiempo para que los estudian- tes se interesen verdaderamente en la búsqueda de respuestas a preguntas científicas. Los proyectos de indagación, individual y de grupo, ofrecen la oportu- nidad de generar ese interés, si se conducen adecua- damente, ya que ofrecen contextos reales en los cua- les destacar la necesidad de la honestidad en el ejercicio científico al describir procedimientos, regis- trar datos, obtener y reportar conclusiones. Tomar en cuenta la naturaleza y los usos de las conjeturas y las teorías científicas puede contribuir a hacer operativos hábitos científicos como la apertura a nuevas ideas y el escepticismo. Las conjeturas y las explicaciones sirven propósitos distintos, pero comparten el ser juz-

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La enseñanza de las ciencias naturales

gadas a partir de cierta evidencia. Si no hay datos que las sustenten, no hay forma de establecer su veraci- dad. Los alumnos pueden aprender que una conjetura puede ser correcta —uno puede o no aceptarla— pero para que se le tome en serio, debe estar claro en qué evidencia se fundamenta para poder decidir si es cierta o no, incorporando así tanto la receptividad de ideas como el escepticismo.

En este mismo sentido se puede iniciar el proceso de legitimación de la multiplicidad de formas que a menudo existen para organizar cierta información. Se pueden organizar equipos para que construyan dos o más explicaciones para un conjunto de observacio- nes; o bien, que de manera independiente ofrezcan una explicación para esas observaciones. Un ejerci- cio como éste puede dar lugar a la discusión de la naturaleza de la explicación científica, con base en contextos reales, sin necesidad de teorizar en abstrac- to. Este tipo de experiencias desafortunadamente no abunda en las escuelas, donde en general se privile- gia el conocimiento de una sola explicación, a me- nudo extraída de un texto como verdad absoluta.

Hacia el final del octavo grado los alumnos sabrán: • Por qué es importante para la ciencia llevar re-

gistros honestos, claros y precisos.

• Que las conjeturas e hipótesis que dan lugar al desarrollo de indagaciones e investigaciones deben valorarse, aun si no resultan ciertas. • Que a menudo existen explicaciones distintas

para un mismo conjunto de evidencias y que no siempre es sencillo establecer cuál es la co- rrecta.