• No se han encontrado resultados

La filosofía como una forma de vida

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2017

Share "La filosofía como una forma de vida"

Copied!
100
0
0

Texto completo

(1)

SANDRA KATHERINE ROMERO GARCÍA

LA FILOSOFÍA COMO UNA FORMA DE VIDA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Facultad de Filosofía

(2)

LA FILOSOFÍA COMO UNA FORMA DE VIDA

Trabajo de grado presentado por Sandra Katherine Romero García, bajo la dirección del Padre Fabio Ramírez S.J., como requisito parcial para optar al título de filósofa.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Facultad de Filosofía

(3)

agradecim ient o

A la Vida,

(4)

TABLA DE CONTENIDO

AGRADECIMIENTOS 3

PRESENTACIÓN 6

INTRODUCCIÓN 7

I. FORMAS DE VIDA 12

1.1. LA JUSTICIA EN EL HOMBRE Y SU RELACIÓN CON

LA JUSTICIA EN LA POLIS 15

1.2. DISTINTAS FORMAS DE POLIS Y DE SER INDIVIDUAL 18

1.3. FORMAS DE VIDA 27

II. EL CARÁCTER MORAL DE SÓCRATES 40

2.1. LA APOLOGÍA 45

2.1.1. ESTRUCTURA DEL DIÁLOGO 45

2.1.2. ETHOS SOCRÁTICO 49

2.2. EL FEDÓN 56

2.2.1. ESTRUCTURA DEL DIÁLOGO 56

2.2.2. ETHOS SOCRÁTICO 61

2.3. EL BANQUETE 66

2.3.1. ESTRUCTURA DEL DIÁLOGO 66

2.3.2. ETHOS SOCRÁTICO 69

(5)

III. SÓCRATES: UNA VIDA FILOSÓFICA 78

3.1. LA VIDA DE SÓCRATES 79

3.2. SÓCRATES COMO MODELO DE LA TEORÍA DE LA

VIDA FILOSÓFICA 89

3.2.1. SÓCRATES NO ES TIRANO 89

3.2.2. SÓCRATES NO ES TIMÓCRATA 90

3.2.3. SÓCRATES ES FILÓSOFO 93

3.3. DISCURSO FILOSÓFICO 95

CONSIDERACIÓN FINAL 99

(6)

Prese ntación

La mayoría imagina que la filosofía consiste en discutir desde lo alto de una cátedra y profesar cursos sobre textos. Pero lo que no llega a comprender esa gente es la filosofía ininterrumpida que vemos ejercer cada día de

manera perfectamente igual a sí misma (…)

Sócrates no hacía disponer gradas para los auditores, no se sentaba en una cátedra profesoral; no tenía horario fijo para discutir o pasearse con sus discípulos. Pero a veces, bromeando con ellos o bebiendo o yendo a la guerra o al Ágora con ellos, y por último yendo a la prisión y bebiendo el veneno, filosofó. Fue el primero en mostrar que, en todo tiempo y en todo lugar, en todo lo que nos sucede y en todo lo que hacemos, la vida cotidiana da la posibilidad de filosofar1.

1

Plutarco,Si la política es asunto de los ancianos, 26,796d. Tomado de¿Qué es la filosofía antigua?

(7)

Intro ducció n

INTRODUCCIÓN

Antes de iniciar la exposición, es pertinente contextualizar el momento histórico en el que se encontraba Grecia en la antigua Atenas. Teniendo en cuenta que el siguiente trabajo está basado en las ideas de Sócrates y Platón, se iniciará con una breve referencia histórica a los personajes mencionados y al contexto vital en el que se enmarcaron sus ideas.

Platón, descendiente de antigua familia ateniense, nació en el 427 a.C., vivió durante la crisis política más marcada de sus tiempos y terminó convirtiéndose en el discípulo más fiel de su maestro Sócrates. No es en vano que su vida haya sido transversal a los acontecimientos históricos más determinantes para la antigua Atenas. Después de la campaña del Peloponeso, y bajo un régimen oligárquico, observó las atrocidades cometidas por los políticos de su época. A partir de esto, cultivó una profunda convicción en su vocación política, sin embargo, la barbarie con la que se ejercían los cargos públicos y el acontecimiento de la muerte de su maestro Sócrates, hace que prefiera encaminar su accionar desde la reflexión conceptual que desde el ejercicio práctico político. Llegó a esta

conclusión observando que “la ausencia de razón y desmedida no era, a su juicio,

exclusiva de un determinado régimen político, sino que impregnaba a todos

sucesivamente”2. Por tal razón, su trabajo político empezó a tener lugar en el campo

de la reflexión teórica sobre qué es la justicia. En este trabajo tuvo gran influencia su maestro Sócrates, pues a partir de él, de su forma de vida y de su confianza en la razón, Platón buscó mostrar por qué el hombre sabio debe ser el hombre que tenga la potestad para gobernar.

2

(8)

En el contexto del pensamiento griego hacía presencia el deseo de formar y educar a los jóvenes de la ciudad; era habitual para la clase noble la preocupación por formar a los jóvenes para que adquirieran fuerza física, valentía, sentido del deber y del honor, virtudes propias del hombre guerrero. Cabe anotar que la clase noble era reconocida por poseer areté, es decir, la excelencia, que más adelante será traducida al latín como virtus. A partir del siglo V a.C, con el auge de la democracia, los ciudadanos continúan con la necesidad de formar a los futuros gobernantes y guerreros de la polis. De allí surge también el requerimiento de generar habilidades del lenguaje para desarrollar la oratoria3, la areté se convierte entonces en objeto de enseñanza y aprendizaje. En este contexto aparecen los sofistas y, al margen de ellos, el sabio Sócrates con su particular forma de enseñar.

La forma de proceder de Sócrates en el discurso difiere de la de los sofistas; éstos, más que ser una escuela filosófica, ejercían una especie de profesión con la que se dedicaban a enseñar asuntos prácticos. Ellos se valían de los intereses de los atenienses de participar activamente en la política para ofrecerles enseñanzas que respondieran a sus requerimientos; promovían la enseñanza de la areté y la encarnación de una actitud filosófica que se caracterizaba por el escepticismo y desconfianza hacia el conocimiento absoluto4; de éste modo los sofistas adquirieron gran popularidad entre los ciudadanos de la vieja Atenas con lo que se permitían exigir remuneración económica a cambio de sus enseñanzas. Rasgo diferencial en Sócrates, pues él no cobraba por enseñar, su labor la ejercía no como una profesión u oficio, sino como una actividad vital la cual se sentía llamado a realizar, mandato que a su juicio descendía de fuerzas divinas.

Los sofistas consideraban que las acciones humanas se fundaban únicamente en la experiencia y se regían por su utilidad o eficacia. Asuntos como lo justo y lo injusto, la sabiduría, la justicia y la bondad eran simples nominaciones, no

3

Cf. HADOTPIERRE,¿Qué es la filosofía antigua?,trad. de Eliane Cazenave Tapie Isoard, Fondo de Cultura Económica, México, 1998, p. 24.

4

(9)

preceptos éticos que implicaran, de forma necesaria, la acción del hombre. Frente a esto aparece Sócrates mostrando su desacuerdo, en primer lugar porque le parecía que tal concepción era errónea intelectualmente y, en segundo lugar, porque moralmente era perjudicial5. Dedicó su vida a descubrir el significado del ser virtuoso para encarnarlo en su forma de vida. Fue precisamente en este asunto en el que se basó su enseñanza.

La preocupación práctica por escribir un trabajo de grado cuyo tema sea la vida filosófica, empieza desde la reflexión por el sentido de la vida y la forma de existencia que se da en ella. ¿Cómo vivir una vida plena, equilibrada, serena, que sea capaz de armonizar con lo que le es ajeno, indiferente incluso hostil? ¿Acaso se puede hablar de una forma de vida más deseable y más conveniente que otra? Y sí es así, ¿cómo se puede elegir y vivir una vida? Pues bien, la búsqueda por comprender la forma de vida filosófica, y el deseo por adoptar una opción existencial que me aproxime a lo que ha de ser más conveniente para la vida, es lo que desde el interés práctico, guía esta indagación.

El interés teórico que persigue este trabajo es investigar los principios teóricos de la vida filosófica expresados por Platón en la República y la experiencia de vida filosófica ejercida de manera concreta por el sabio Sócrates. De acuerdo con esto, en el primer capítulo se tratará el tema de las tres vidas presentadas por Platón en el libro IX de la República, y la que considera más conveniente para el ser humano. Se examinará cuidadosamente la relación que tienen los Estados y la forma de gobierno en relación con el comportamiento individual del que dirige y conforma ese Estado. En el segundo capítulo se examinará a la luz de Platón, uno de los personajes más nombrados y reconocidos en la tradición filosófica, no sólo por la innovación que su pensamiento constituyó para la Atenas del siglo IV a.C. –y que ha tenido alcances hasta nuestros días– sino por la práctica filosófica encarnada en su propia vida. Aquí serán abordados el discurso de la Apología, luego el diálogo del Fedón y finalmente, el diálogo del Banquete. En cada uno de éstos se indagarán

5

(10)

el carácter moral de Sócrates y la forma de existencia que reproduce, de este modo se visualizarán las características fundamentales de la persona de Sócrates. Finalmente, en el tercer capítulo, se examinará el ethos socrático y la forma de vida más conveniente señalada en la República por Platón, con el fin de comparar y mostrar si hay coincidencia entre las dos caracterizaciones, o si por el contrario son totalmente disímiles una respecto de la otra.

En la historia de la filosofía se han dedicado incontables líneas a la búsqueda de la interpretación más adecuada, o por lo menos la que permita acercarse a la comprensión del misterio si existió o no el sabio Sócrates y se ha originado la necesidad de investigar sus características individuales y su forma de vida con el fin de comprender la forma como vivió. Con todo, ello también ha dado lugar a la propuesta de un nuevo problema filosófico: ver si es posible llevar a cabo una forma de vida tal como la describe Platón en la República, pues, desde la razón tal ejercicio tiene toda validez, ya que no hay exigencias cotidianas que amenacen dicho ideal. Sin embargo, en la práctica, a través de un personaje concreto, con necesidades y realidades concretas, tal idealización de la forma de vida más conveniente para el hombre, debe tener en consideración las dinámicas sociales con las que establece su relación con los otros, también debe considerar la forma como ejerce el gobierno de sí según las combinaciones de las tres formas de gobierno del alma. De este modo, analizando el carácter moral de un personaje concreto, se quiere confirmar si las características personales de éste individuo corresponden a una forma de vida filosófica o no.

(11)

a lo largo de este trabajo desde la presentación de algunos diálogos que, en miras a esta investigación, son los más representativos.

(12)

I

Capítulo I

FORMAS DE VIDA

El objetivo del primer capítulo de este trabajo es describir las tres vidas presentadas en la República de Platón. A continuación se examinará el tipo de vida más conveniente y más deseable para el hombre según Platón. Se prestará especial atención al libro IX de la República6, puesto que es el primer texto en la tradición filosófica en donde se expone explícitamente la descripción de las tres vidas.

A partir de esta teorización dada por Platón surge el interés entre los atenienses de la época del siglo IV a.C. de discutir y preguntar acerca de las tres vidas. Entre las voces que hacían eco a sus enseñanzas, se encuentra la de Heráclides del Ponto7, quien en la leyenda que le atribuye a Pitágoras, menciona que el filósofo es aquel que es capaz de tomar distancia y desde allí adoptar una actitud contemplativa. Sirviéndose de una analogía entre los juegos olímpicos y la vida, Heráclides describe a través de tres posibles actitudes existenciales la forma de esas actitudes de vida. De este modo expresa que así como hay personas que

asisten a los juegos olímpicos “para competir por la gloria de una corona, para

comprar y vender, o simplemente como espectadores”8, también pueden reproducir

estas actitudes ante la vida pues de éstos “unos llegan para servir a la fama, y otros

6

PLATÓN, República, trad. José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano, Barcelona, Ediciones Altaya, 1993. Nota: Todas las citas que se hacen en el cuerpo del texto corresponden a la presente referencia bibliográfica.

7

Filósofo y discípulo de Platón, asistía a la academia posiblemente en la misma época en que lo hacía Aristóteles. (Cf. GUTHRIE, W.K.C., Historia De La Filosofía Griega, Vol. I, trad. Álvaro Vallejo Campos y Alberto Medina González, Madrid, Gredos, 1993, p. 163.)

8

(13)

al dinero, pero la mejor elección es la de aquellos pocos que consumen su tiempo en

la contemplación de la naturaleza”9.

Estos últimos son considerados como filósofos, es decir, como verdaderos amantes de la sabiduría. Heráclides al atribuirle esta leyenda a Pitágoras, presenta a este último como el primero en haber usado los términos filósofo y filosofía, a partir

de la figura del espectador en los juegos olímpicos. “Esta comparación tiene por

base el doble sentido del vocablo theorein, que significa lo mismo mirar que

considerar e indagar en sentido teorético”10. Auncuando estas ideas eran una

preocupación presente en la época, es importante precisar que sólo se definen de modo concreto en Platón. Esto puede verificarse con Aristóteles, quien no sólo hace mención sino que además ayuda a desarrollar el mismo tema, lo que deja en evidencia que en la tradición aristotélica y de los discípulos de Platón ya se aceptaba la teoría de las tres vidas. Las obras en donde aparece este tema son tres: en la Ética a Nicómaco (Libro V, Capítulo I), en la Ética a Eudemo (Libro 1, capítulo 1) y en el Protréptico (Fragmento 15 N° 94).

Aunque la definición de las tres vidas se exalta en el libro IX de la República, no se puede desconocer el conjunto de la obra, ya que se entiende como un todo en el que cada parte enriquece el sentido de esta definición. En este sentido la República es un libro de moral, de justicia, en el cual convergen las líneas de pensamiento de Platón presentadas en obras anteriores. La República es considerada

como la obra más completa y constructiva porque aquí Platón “elige como unidad

suprema de exposición no la forma lógica abstracta del sistema, sino la imagen plástica del Estado, enmarcando en ella todo el ámbito de sus problemas éticos y

sociales”11. Cuando habla del Estado se refiere al alma de los individuos, lo cual

sugiere que antes que una preocupación política, hay allí una preocupación moral.

9

Ibídem., p. 164. 10

JAEGERWERNER,Aristóteles,bases para la historia de su desarrollo intelectual, trad. José Gaos, México, Fondo de Cultura Económica, 1946, p. 475.

11

(14)

El análisis del conjunto de la obra hace pensar que incluso cuando considera las formas de gobierno, lo hace como expresión de diversas actitudes y formas que posee el alma; la preocupación por indagar qué es la justicia desemboca en la teoría de las tres partes del alma, lo que muestra que la finalidad de la República es ver cómo la justicia tiene una funcionalidad práctica en el alma del individuo. Así, el

Estado representa el prototipo del alma del individuo, más aún, “lo que ocurre es

que para Platón ambos tienen la misma esencia y la misma estructura, sea en estado

de salud o en estado de degeneración”12.

Para el desarrollo de este capítulo, en primer lugar se enfocará la mirada en la definición de lo que son la justicia13 y la injusticia. En segundo lugar, se mostrará el pronunciamiento teórico sobre las formas de ciudad y de individuo, más exactamente, se busca comparar las figuras de los gobernantes con las distintas formas de polis del libro VIII, y mostrar cuál de éstas es más provechosa y conveniente para el hombre. En tercer lugar, se expondrá las tres vidas expuesta en el libro IX. Este contraste tiene la finalidad de analizar los matices que componen las diferentes formas de vida, así como identificar cuál de ellas proporciona mayor o menor felicidad, lo cual se tratará al cierre de este capítulo.

12

Ibídem., p. 599. 13

De acuerdo con Guthrie la palabra justicia o dike, posiblemente tenga un origen etimológico que significa senda o camino. La palabra dike con las derivaciones (dikaios o justo y dikaiosyne o estado de lo que es justo), en su significado griego representa el camino que habitualmente sigue la conducta de cierta clase de personas, o el curso normal de la naturaleza. Lo dike es lo normal, lo que usualmente se espera de alguien. Ahora bien, de esta acepción pasó a significar “lo que se espera de un hombre, que procederá con condescendencia, que pagará sus deudas y así en todo lo demás” (p. 12) Un siglo antes

de Platón, dike es personificada como el espíritu de la rectitud, ahora bien, ya en la República de Platón se adopta la definición de la justicia como dikaiosyne, esto es, el estado del hombre que sigue la

dike, que puede ocuparse de sus propios asuntos, haciendo lo que le corresponde sin mezclarse en las maneras de proceder de otras personas ni pretender hacer las tareas que le corresponden a otros. Según Guthrie, Platón, al dar esta definición, rechazó los significados de la palabra en su tiempo y con un sentido histórico, posiblemente inconsciente, volver a su significado primitivo. Este significado proviene de la diferencia de clases de la antigua aristocracia homérica, dónde la conducta recta

consistía en la habilidad del hombre en saber cuál era su lugar y se atuviese a él estrictamente. “Para

Platón, que quería fundar una nueva aristocracia, la distinción de clases -basada en la división de funciones claramente definida y determinada por consideraciones psicológicas; pero distinción de clases al fin y al cabo- era el principal sostén del Estado” (p. 13). (Cf. GUTHRIE, Los filósofos griegos

(15)

1.1. JUSTICIA EN EL HOMBRE Y SU RELACIÓN CON LA JUSTICIA EN LAPOLIS(LIBRO IV)

1.1

Antes de entrar a examinar con profundidad el libro IX, es necesario remitirse a libros anteriores que ofrecen una contextualización más precisa y detallada para comprender mejor lo que en éste se expone. La República se propone investigar el problema de la justicia y, conforme a la investigación, mostrar si es ventajosa o no. El recorrido del tema inicia en 368d, donde se plantea por primera vez el interés por la investigación acerca de lo justo. La indagación seguirá el método deductivo, el

cual es el “de aquel que, no gozando de muy buena vista, recibe orden de leer desde

lejos unas letras pequeñas y se da cuenta entonces de que en algún otro lugar están

reproducidas las mismas letras en tamaño mayor y sobre fondo mayor también”

(368d), es decir, procediendo de menor a mayor y luego comparándolo. De allí que, para buscar la naturaleza de la justicia y de la injusticia, examine primero cómo aparece en el Estado y luego en el individuo14. La investigación prosigue en 445a, explicando qué es la justicia en la ciudad para posteriormente examinarla en los individuos, y ello con el fin de identificar los rasgos que se dan en éstos y la similitud que tienen con la ciudad; y culmina en el libro IX, realizando un contraste entre la forma de proceder justa con la que no lo es, y extrayendo de ello los elementos que constituirán las tres vidas.

Para tratar el tema de las tres vidas es necesario partir del libro IV – que es útil como introducción al libro VIII – porque en aquél se hace una comparación de la justicia en el hombre y de la justicia en la polis, mientras que en éste, se presentan las distintas formas de polis y de ser individual. Ambas exposiciones servirán como sustento a la forma de vida más deseable para el hombre presentada en el libro IX. En este mismo libro IV Platón se propone identificar el lugar en que se han de encontrar la justicia y la injusticia, sus diferencias y así mostrar cuál de estas dos actitudes de vida es la que debe alcanzar la persona que desea ser feliz.

14

(16)

Para Platón hay una correlación entre el Estado y los individuos que lo componen, el Estado deja en evidencia la forma de vida y la forma como están constituidos los ciudadanos. A su vez, ellos son reflejo del Estado en el que habitan, lo que significa que si en un Estado se exalta la sabiduría, se muestra la valentía, se tiene un procedimiento moderado y en sus raíces se encarna el valor de la justicia (Cf.427e), es porque está fundado por individuos que a su vez son sabios, valientes, moderados y justos15. La justicia en el hombre se manifiesta por medio de virtudes tales como la prudencia, la mesura, el orden, el conocimiento de sí mismo, la armonía y la valentía (Cf.431a), mientras que la justicia en la polis se manifiesta cuando el máximo de una sociedad es feliz y no sólo una parte de ella, esto es, cuando se le entrega a cada uno lo adecuado (Cf.420d). Sólo entonces se hacen efectivas las características de un Estado armonioso.

Sí los hombres están educados bien, llegan a ser mesurados y a percibir fácilmente todas estas cosas (…) Una vez se ha dado esto, y la organización del Estado se pone en

movimiento adecuadamente, avanza creciendo como un círculo. En efecto la crianza y la educación, debidamente garantizada, forman buenas naturalezas y a su vez las buenas naturalezas, asistidas por semejante educación, se tornan mejores aún que las precedentes en las distintas actividades y también en la procreación como sucede también con los otros animales (424 a-b).16

El Estado se define como sabio cuando está ordenado y fundado correctamente pues ello permite la presencia de la prudencia, entendida como un tipo de conocimiento, ya que en ningún caso se obra prudentemente por ignorancia sino por conocimiento. Este es el conocimiento apropiado para la vigilancia y está presente en aquellos gobernantes a los que Platón denomina “guardianes perfectos”

(Cf.428b y 428d).

15

De allí que sea relevante el tema de la formación de los guardianes en el Estado y que sea más significativo que primero sean formados ellos antes que cualquier otro que pertenezca a la mayoría, pues son quienes influyen en el cumplimiento de las leyes, tienen el poder y la oportunidad para organizar la ciudad y proveerla de felicidad (Cf.421b).

16

(17)

Es necesario que por la misma causa que el Estado es sabio, sea sabio el ciudadano particular y de la misma manera deba ocurrir con otros asuntos concernientes a la experiencia (Cf.441c). El obrar justamente genera la justicia, mientras que el proceder injustamente crea la injusticia. Del mismo modo, la justicia se define como la ejecución de aquello que le es propio al individuo, sin dispersarse en una pluralidad de funciones. Ahora bien, una forma de proceder justa, está enmarcada desde la tendencia a realizar una función específica en la ciudad, aquello para lo cual la naturaleza del individuo está mejor dotada, a modo de evitar realizar pluralidad de funciones que le desordenen, pues sólo obra con justicia quien tiene la tendencia a realizar lo que le es propio.

El secreto para ejercitarse en la justicia consiste en vigilar el interior del alma y las cosas que la habitan, para evitar que sea la parte irracional de ella la que mande y gobierne sobre su parte racional. Cada parte debe hacer lo que le es propio y evitar que otras interfieran; para ello se debe disponer rectamente los asuntos domésticos que le rigen y ordenan. Con ello logra poner en armonía las tres partes que la componen la parte inteligible, la parte del ánimo y la parte concupiscible pues sólo así, tejiendo delicadamente los hilos que se desprenden de estos movimientos que producen las diferentes partes del alma, es como ella en su conjunto logra su propia unidad, en la que podrá emerger el temperamento virtuoso que es conforme a su naturaleza.

La injusticia consiste en la falta de armonía, en la disputa interna entre las tres partes del alma, que cuando debieran estar en un estado armónico lo que sucede en

ellas es “una intromisión de una en lo que corresponde a otras y en una sublevación

de una de las partes contra el conjunto del alma, para gobernar en ella, aun cuando

esto no sea lo que le corresponde” (444b). Esta desproporción en el funcionamiento

(18)

conforme a su propia naturaleza, sólo así puede alcanzar la belleza que la irradia la y la lleva a ser buena.

1.2. DISTINTAS FORMAS DEPOLIS Y DE SER INDIVIDUAL(LIBROVIII)

1.2

El libro VIII será presentado a manera de introducción del libro IX, pues los dos forman una unidad. Ambos libros hasta 576b tratan de regímenes políticos y de clases de personas, clasificándolas en orden de bondad y de maldad. En este gran apartado se tiene la pretensión de analizar las distintas formas de polis y la forma de ser individual que le corresponde a cada una de ellas.

En la caracterización de los tipos de gobierno se busca mostrar cómo las formas de vida de los gobernantes se ajustan a las formas de gobierno que practican. Finalmente, con la pregunta qué es más ventajoso o conveniente (lysiteles), si ser justo o ser injusto, se inicia el trabajo sobre las tres formas de vida17.

El libro VIII, precedido por una conversación que Sócrates venía manteniendo con Glaucón a finales del libro IV y principios del V, habla acerca de las formas de gobierno y la más conveniente, correcta y verdadera entre ellas, frente a lo cual dice lo siguiente:

Tal es, pues, la clase de ciudad y de constitución que yo califico de buena18 y recta y tal la clase de hombre; ahora bien, si éste es bueno, serán malos y viciosos los demás tipos de organización política o de disposición del carácter de las almas individuales, pudiendo esta su maldad revestir cuatro formas distintas (449a).

Llevado por el deseo de investigación acerca de si conviene obrar justamente o por el contrario ser injusto, Sócrates empieza a proponer algunas premisas que darán lugar a la discusión acerca de los tipos de gobierno que existen y su

17

A partir de 576b se trata de cuál persona es más feliz. En ese momento aparecen las “vidas”. Con esto hay que aclarar que Platón habla de “vidas”, no de formas de vida, y así lo dirá más adelante Aristóteles en sus obras. Sin embargo en la tradición filosófica se suele hablar de formas de vida. 18

(19)

correlación con el ser individual (Cf.445a); luego pondrá en consideración cuál de estas formas ha de ser la más ventajosa.

En este momento Sócrates desea presentar aquella única especie de gobierno que engendra la virtud y las que a su juicio padecen vicios. La aristocracia es la única clase de ciudad y constitución que considera buena y recta, del mismo modo, califica al hombre que pertenece a este tipo de gobierno19. Dado que los regímenes políticos se presentan como una forma de deterioro de la Aristocracia, se explicarán los cuatro tipos de gobierno restantes, los cuales serán complemento del conjunto de la descripción.

Ahora bien, teniendo en cuenta que lo bueno es único y verdadero, los demás tipos de gobierno distintos al aristocrático, serán malos y viciosos, así como lo será también la disposición de carácter de las almas individuales a las que corresponde tales tipos de gobierno. Maldad que se representa bajo cuatro formas distintas, a saber, la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía, las cuales serán presentadas a lo largo del libro VIII (Cf.449a).

Estos tipos de gobierno y los hombres semejantes a cada uno de ellos, son examinados desde sus defectos, con el propósito de identificar cuál de todos ellos es mejor y cuál peor. Así se investigará si el mejor es el más feliz y el peor el más desdichado. Los regímenes políticos nacen de la diversidad del comportamiento humano, de aquí que se diga que hay distintas formas de polis como de carácter individual (Cf.544d). Por esta razón, a los cuatro regímenes también les corresponden cuatro modalidades de almas individuales.

A continuación se empieza el examen en virtud de la búsqueda de la extrema justicia, ello se hace de modo comparativo entre todos los regímenes políticos, luego se analiza cuál de ellos es el más injusto para contraponerlo al más justo

completando así la “investigación acerca de la relación en la que se hallan la justicia

19

(20)

pura y la injusticia pura en cuanto a la felicidad o infelicidad de quién las posee y

seguir luego a la justicia o a la injusticia” (545a-b).

Timocracia (547b-550c): Este régimen político, que se origina por un movimiento descendiente a partir de la aristocracia, ocupa una posición intermedia entre ésta y la oligarquía. Por tal razón imita en algunas cosas al régimen que le precede y en otras al que le sigue. De la aristocracia imita el respeto que infunden los gobernantes, la abstención por parte de la clase defensora de la ciudad de incurrir en actividades manuales, de agricultura o de negocios e imita también la práctica de la gimnasia y los ejercicios militares. De la oligarquía imita el no llevar sabios a las magistraturas sino a personas con carácter fogoso y simple. Éstas se caracterizan por estar más inclinadas hacia la guerra que hacia la paz, y por apreciar más los engaños que la verdad, así como la riqueza, que tienden a derrochar en cosas banales. Respecto al rasgo que le es propio, y por el cual se identifica este tipo de gobierno, está el hecho de que se fundamenta, principalmente, en la ambición y el amor al honor (Cf.548c).

Ahora bien, el hombre al que le corresponde tal tipo de régimen se caracteriza por tener un carácter obstinado, por ser ajeno a las Musas, feroz con los esclavos, gentil con los hombres libres, sumiso con los gobernantes y amigo de los cargos y las honras, fundamenta su pretensión de mando con acciones guerreras, también se caracteriza porque se ejercita en la gimnasia y en la caza (Cf.549a).

(21)

hecho de asumir la vida con ligereza y vivir enajenado. Ante esto, es inevitable que la madre hubiera manifestado insatisfacción por el padre y la gente común hubiera tenido en poca estima hombres como su padre que, al ocuparse sólo de sus propios asuntos, es reconocido como tonto, mientras que los que se ocupan de los asuntos de los otros eran reverenciados y elogiados.

Ante esto, el hijo, deseando ser mejor hombre que el padre, es arrastrado desde el prototipo de éste y termina comprometiéndose ofreciendo el gobierno de sí mismo a una de las partes del alma, a saber, al ánimo y dado que no cuenta con una naturaleza perversa, sino que lo que lo empuja a actuar de este modo son las malas compañías, se siente constreñido por ambas fuerzas al punto de dejar el gobierno de sí mismo a su parte del alma intermedia, la cual es ambiciosa y fogosa, convirtiéndolo en un hombre altanero y amante de los honores, característica típica de la timocracia.

Oligarquía (550e-555a): Después de que el Estado ha vivido bajo el régimen timocrático, sufre una conversión que lo conduce al oligárquico, esta transformación de la ciudad se produce por la perversidad que genera la riqueza, ya que no conforme con la acumulación, comienza a inventar nuevas estrategias de derroche, hasta el punto de llegar a desobedecer las leyes de la ciudad, generándose con ello un contagio entre la mayoría de los ciudadanos por el amor a la riqueza y por el desprecio a la virtud.

(22)

presente un tránsito entre el amor al honor, característica del Estado timocrático, y el amor a la riqueza, rasgo propio del Estado oligárquico.

Esta ciudad se presenta con dos caras, una de ellas representa los intereses de los más carentes de riqueza y la otra a los poseedores de fortuna. Esta polaridad se constituye como el primer defecto de este tipo de gobierno, pues al estar juntas en un mismo espacio y no compartir los mismos intereses, tendrán la tendencia a conspirar la primera contra la segunda y viceversa, con lo que fácilmente podría generarse una guerra entre todos los ciudadanos. También es propio de esta ciudad que sean siempre las mismas personas quienes se ocupen de gran variedad de cosas como la labranza, los negocios y la guerra. Por su parte los más pobres se ven obligados a vender todos sus bienes a quienes tienen el deseo de seguir acumulando riqueza, quedando en la pobreza y sin ningún bien ni oficio por hacer.

El hombre oligárquico se forma del ejemplo que su padre timócrata le provee. El hijo, en un primer momento, deseando imitarlo, actúa del mismo modo que él. Sin embargo, al percibir los errores y tropiezos que su padre ha generado contra la ciudad y al vivir en carne el sufrimiento de las consecuencias de estos errores, como el hecho de encontrarse en condición de escasa fortuna, por temor, duda en seguir reproduciendo tal forma de conducta y crea distancia de ésta. Lo consigue a través del rechazo a la dirección de sí mismo desde su parte del alma que contiene el ánimo y la fogosidad. Así, cede el gobierno de su vida a la parte del alma que actúa desde el placer. Esto se evidencia en las nuevas intenciones y prácticas que lo llevan a tejer relación con los negocios y con los pequeños y esforzados ahorros que, con su duro trabajo, logra conseguir.

(23)

malhechor por falta de educación y por mala crianza, lo cual lo conduce a desear apetitos sandios, como los del hombre que siempre se encuentra en condición de carencia, pues llevado por los placeres, que aunque son necesarios, permite que sea su parte del alma deseosa la que tenga gobierno sobre él mismo, cediendo así el control sobre la dirección de su vida. Procede conteniendo a la fuerza sus más perversas pasiones, pero no lo hace por medio del uso de la parte racional del alma, sino que las reprime violentamente por el temor que le genera el perder su fortuna, adoptando los aspectos propios del avaro. Es normal que en el alma de este hombre habite la contrariedad y por la ausencia de unidad en su interior se presenta el estado de dualidad como rasgo característico de su personalidad. Este tipo de hombre ejerce presión sobre su espíritu de modo violento para que sean los mejores deseos los que permanezcan en él, en vez de los peores. De este modo, aparenta ser justo y bueno pese a su contrariedad interior; sin embargo, cuan lejos se encuentra de ser realmente un hombre virtuoso.

Democracia (555b-562a): El cambio de la oligarquía a la democracia surge del deseo de satisfacer el ansia de riqueza. Se manifiesta cuando los pobres, movidos por el sentimiento de odio hacia aquellos que adquirieron sus bienes, conspiran y luchan para transformar la situación de mendicidad a la que los llevaron a vivir aquellos hombres negociantes, dominadores de todo en el anterior régimen. Tras la aspiración de lograr un cambio en sus vidas, los pobres obtienen el poder y como si de una venganza se tratara, les hacen pagar a sus contrarios por el daño cometido, con asesinatos y destierros por medio de las armas, infundiendo temor para que se vean obligados a retirarse de los cargos.

(24)

los ciudadanos con un nivel de igualdad tanto entre aquellos que tienen las mismas condiciones como entre aquellos que no las tienen. Pero aún cuando la democracia parece ser una organización política agradable, que asigna igualdad similarmente a las cosas iguales y a las desiguales, tiene dentro de sí misma vicios que impiden considerarla ejemplar.

El hombre demócrata se forma de un padre que habiendo sido oligarca, le trasmite a su hijo el deseo no sólo de avaricia, considerado arriba como un deseo necesario, sino también aquellos que son considerados como innecesarios, como por ejemplo los que se refieren al gasto desmedido del dinero, del trabajo o del tiempo. Tal comportamiento deja en evidencia que no distingue entre los primeros y los segundos20, sino que son todos indistintamente quienes le dominan y gobiernan su vida. Gobierno en el que no tiene en consideración el ejercicio de la parte racional del alma, y por lo cual tampoco puede gozar de conductas virtuosas y buenos hábitos. De este modo, empujados por la ignorancia acerca de lo que

verdaderamente es conveniente, toman por buenas, conductas tales como “la

insolencia, la indisciplina, el desenfreno y el impudor; y elogian y adulan a éstos, llamando a la indolencia buena educación; a la indisciplina, libertad; al desenfreno,

grandeza de ánimo, y al impudor hombría” (160a).

El hombre demócrata es aquel diversificado y pleno de múltiples caracteres y que, como aquel Estado, es bello y colorido gracias a su gran variedad (Cf.561e), sin embargo carece de unificación en sus funciones y tiende a la pluralidad que puede resultar más perjudicial que ventajosa.

Tiranía (562a-576b):Al igual que los anteriores, surge del tránsito del régimen que lo precede. La tiranía surge por un vicio o debilidad de la democracia,

20

(25)

se trata de la excesiva libertad que conduce a que los roles de autoridad se

desdibujen y se deslegitimen, por ejemplo: “que el padre se acostumbra a que el

niño sea semejante a él y a no respetar ni temer a sus progenitores, a fin de ser

efectivamente libre” (562e). En este tipo de principios se engendra la tiranía, pues

llega un momento en el que los ciudadanos dejan de prestar atención a las leyes, sean orales o escritas, y pasan a efectuar lo que les dicta su propia voluntad. La libertad en exceso deriva, tanto para el individuo como para el Estado, en esclavitud excesiva. Ahora bien, es propio del tirano presentarse ante el público de modo amable, sonriente y prometedor de buenas venturanzas. Sin embargo, es perfectamente capaz de promover guerras para que el pueblo sienta la necesidad de un guía que los conduzca en momentos difíciles (Cf.566e). También lo hace para que el pago de los impuestos de guerra haga pobres a los ciudadanos y los obligue a dedicarse a los asuntos cotidianos, de modo que así tengan menos oportunidad de conspirar contra él. Con esto logra controlar a todo aquel que sí pretenda hacerlo y, si ocurre que algún ciudadano denuncia esta forma de proceder, el tirano lo elimina; así hace con todo aquel que no esté de acuerdo con su régimen, hasta conseguir que ningún hombre valiente capaz de confrontarlo quede con vida.

Para ofrecer una definición más precisa de la manera como se forma el hombre tiránico, se explicará en primera instancia la naturaleza de los deseos, tanto los que son necesarios como los que no lo son. Dentro de las definiciones dadas anteriormente sobre los diferentes tipos de ser individual, hay que agregar un nuevo elemento que entra a configurar las formas de vida de éstos, se trata de los deseos que gobiernan el alma del hombre, los cuales llevan a su transformación interior y lo que determina su forma de ser, tiránica, oligárquica o democrática.

(26)

estos tipos de deseos, temibles, salvajes y contra ley, y es común que se presenten en los sueños. Algunas personas hacen uso de la razón para organizar tales emociones logrando que desaparezcan o queden en poco número y sin fuerza, mientras que en otras personas permanecen arraigados en su espíritu cobrando mayor fuerza y aumentando en número. Estos deseos, que aparecen con facilidad en el sueño, aventajan la parte racional del alma con la manifestación de lo feroz, salvaje e instintivo. En este tipo de estados hay una tendencia a que el alma del individuo se vea desmesurada y sea capaz de actuar de forma liberada y sin vergüenza, así como de efectuar fechorías producto de su insensatez, la cual para ese momento gobierna el alma, su parte irracional lo hace esclavo de sus propios deseos.

En otros casos, cuando el hombre se halla en estado de salud y templanza y se entrega al sueño, luego de haberse ejercitado en la parte racional del alma y de haberla alimentado con bellas palabras, conceptos y reflexiones, que lo han concentrado en su propio cuidado, entonces puede reposar en sueños sin perturbaciones ni ataduras que lo lleven a experimentar su parte irascible. Apaciguando los elementos del alma que lo alteran, logra plácidamente el gozo de la libertad de espíritu que le provoca el buen juicio, este estado del alma es destacado por Platón por ser el que tiene más posibilidad de alcanzar lo que es verdadero y discernir en los sueños con mayor agudeza qué tan lejos se está de lo que es engañoso. Este estado es característico del filósofo.

(27)

que el padre rechazaba, es decir, ya no sólo actúa desde los deseos necesarios sino también desde los innecesarios, llevando fácilmente y sin freno alguno una vida de derroche, gasto excesivo, satisfacciones exageradas donde la libertad se convierte en la patrona del derroche y el despilfarro, hasta el punto de quedarse sin dinero, lo que los lleva a gastar, incluso, lo que no les pertenece. Así pues, la parte concupiscible del alma toma control sobre este débil hombre, aliándose con la

locura “se vuelve furioso y, si encuentra en el hombre algunos deseos y opiniones

de los tenidos por buenos y todavía pudorosos, los mata y los hecha de él hasta que lo deja limpio de sensatez y lo llena todo de aquella locura advenediza” (573b). De

esta naturaleza son los enamorados, borrachos y locos quienes comparten por su naturaleza, el rasgo de querer mandar no sólo sobre la vida de los hombres sino incluso sobre la voluntad de los dioses.

1.3. FORMAS DE VIDA(LIBROIX 576b-592b)

1.3

En este libro, Platón se encarga de presentar las vidas en relación al grado de felicidad que generan en el individuo. El procedimiento que sigue consiste en relacionar tres cosas: las tres vidas, las características de los individuos que viven conforme a cada una de ellas y las tres partes del alma. Alimenta esta relación, presentando la naturaleza de las tres partes del alma del ser humano y los placeres propios a los que corresponde la forma de vida que se ajusta a cada una de ellas. Al final se sustentarán las tres razones primordiales por las que Platón juzga que la forma de vida más conveniente para el hombre es la filosófica, cerrando así, con la exposición de la figura metafórica de la bestia multiforme, la cual sirve como sustentación de lo dicho respecto a la comparación de las vidas.

(28)

como si fueran coros, según el orden en el que han aparecido en escena, tanto en virtud, como en maldad y felicidad, como por desdicha (Cf.580b).

Como se observó en el apartado anterior, son cinco en total los regímenes políticos, pero ahora se abordará únicamente tres de ellos para extraer de estos la caracterización de tres géneros de vida. Los tres regímenes son los siguientes; el aristocrático, el timocrático y el tiránico21, los cuales permiten el tránsito para hablar de tres vidas, la vida filosófica, la vida política y la vida tiránica. Llama la atención saber por qué se suprimieron el régimen oligárquico y el democrático, pues bien, en primer lugar hay que aclarar que no se trata de una supresión, sino de concentrar en un solo grupo las tres formas de vida que están cerca en orden de degradación y que tienen en común el ser polícromas, estas son, la oligarquía, la democracia y la tiranía, todas juntas serán consideradas en un mismo grupo, a saber, la tiranía. En segundo lugar, se agruparán de éste modo porque el tirano es el más representativo en cuanto al orden de degradación que manifiesta, pues de todos, él es el más esclavo y el que rebasa por completo los límites (Cf.587c). Y en tercer lugar, se puede argumentar, que la unión de estas tres formas de vida se hace tras la búsqueda de hallar afinidad con la concepción de la división tripartita del alma.

Ahora bien, tres serán las clases en las que se clasificarán los modos de vida anteriormente señalados. La primera es una clase superior en dónde estará el hombre regio desde la representación de la vida filosófica o del saber. La segunda es una clase intermedia en donde se ubica al hombre timocrático que representa la vida política o del honor. La tercera es la clase del oligárquico, democrático y tiránico quienes de forma conjunta representan la vida del placer o amante del lucro.

21

(29)

VIDAS SEGÚN LAS TRES PARTES DEL ALMA Y LOS PLACERES CORRESPONDIENTES:

Luego de hacer esta aclaración, se enseñarán las vidas según las tres partes del alma. La primera es la parte inteligible del hombre, con la que puede comprender su forma de existencia gracias al uso que hace de la razón, aquí se ubica la forma de vida filosófica que genera el placer del saber que a su vez se alimenta de dos fuentes, el placer que otorga el conocimiento previamente adquirido y el placer de seguir aprendiendo; en este estado hay una tendencia a la instrucción y al saber, característica propia del filósofo, según lo dicho antes, correspondería a la aristocracia.

La segunda parte del alma humana es la emocional, conducir las acciones desde este estado facilita momentos de cólera y excitación, pertenece a esta etapa la forma de vida del político, y el placer predominante es el que genera los honores. El carácter del hombre político tiende al mando, a la victoria y al renombre, es arrogante y ambicioso. De acuerdo con la exposición dada, estas características corresponden al hombre timocrático.

La tercera y última parte del alma, es la apetitiva o concupiscible, se caracteriza por encarnar un exceso en el comer, el beber y en el deseo erótico, en esta parte del alma se ubica la vida del tirano, y el hombre que desarrolla esta parte en plenitud, no encuentra mayor satisfacción que el que le otorga la acumulación de dinero, por ello se define principalmente como el más dotado para ser avaro, amante del lucro y ambicioso, pues es con la riqueza con lo que da satisfacción a tales deseos, de allí que su tendencia esté encaminada hacia la codicia y el deseo de ganancia.

(30)

lo más importante para él son los honores y es con esto con lo que recibe gozo y placer. Por su parte, el amante del lucro o de los negocios considera que el placer de recibir honores y el de aprender carecen de valor, nada le generará más encanto salvo aquello que genera enriquecimiento.

Cada uno de estos individuos, considera que cada una de sus vidas respectivamente es mejor y más agradable sobre cualquier otra. Debido a la imposibilidad que hay en basarse en la opinión de ellos para determinar cuál forma de vida es más provechosa o conveniente (lysiteles) se tendrá en cuenta los siguientes indicadores para el juicio; la experiencia, el talento o inteligencia y el raciocinio.

El placer menos provechoso para el hombre será el que genera la forma de vida del avaro, ésta vida, como ya se ha señalado a lo largo de este capítulo, genera un tipo de placer que se distancia de ser el más adecuado y conveniente para el alma, puesto que es servil y mercenario, por ello el hombre que lleve tal forma de vida no podrá ser feliz. A esto se agrega que el hombre tirano que lleva tal forma de vida, se encuentra triplemente alejado del verdadero placer pues lleva la carga de ocupar el último lugar después del hombre oligárquico y del hombre democrático, quienes completan la triada que forma la vida del placer. Para el que vive conforme a esta forma de vida le será fácil ejercer la injusticia, pues su alma siempre permanece en un estado multiforme, por ello ocupará el tercero y último lugar en orden de conveniencia.

El segundo lugar lo ocupará el placer del honor, que corresponde a la forma de vida del timócrata. Y aún cuando el timócrata se encuentra más próximo a la forma de vida del filósofo que a la del hombre negociante, aún mantiene secuelas de su parte inferior, lo que le impide ocupar la primera posición en felicidad.

Finalmente, es el filósofo el que ocupa el primer lugar en cuanto a la

(31)

manera necesaria por todos y cada uno de ellos desde su infancia22, adicional a ello valora el uso que hace de su raciocinio, pues reconoce que las cosas que pertenecen al ámbito de la verdad son las más elogiadas por el filósofo, lo que lo lleva a considerar que de todos los tres tipos de placer el más agradable es el de éste, para quién aprender continuamente es la más elevada forma de existencia. En este ejercicio práctico consiste su saber, el filósofo es el más acertado y con suficiente valor para medir y emitir el juicio de lo que es mejor y más provechoso en cuanto al tipo de vida buena se pretende resaltar.

COMPARACIÓN DE DOS VIDAS:

Aun cuando el libro IX trata sobre las tres vidas, Platón se concentra más en comparar la vida conforme al placer con la vida conforme al saber, por esta razón a continuación se ampliará de forma más detallada dicha comparación. Después de esto se presentarán las tres demostraciones dadas por Platón, en dónde expone las razones por las cuales la vida conforme al saber es la que provee de mayor felicidad y gozo al ser humano que la vida conforme al placer.

Forma de vida conforme al placer:

A este último género de hombre “que es absolutamente injusto le conviene

cometer injusticia con tal de aparecer como justo” (588b). A simple vista esto

podría querer decir que se puede presentar, simultáneamente, en una misma persona el ser justo como el no serlo, aunque la última cualidad se exteriorice sólo en apariencia; qué tan verdadera puede ser esta posición es lo que se expondrá a continuación. Esta habilidad propia del injusto, el aparentar ser lo que no es, ya

había aparecido en libros anteriores, “no hay mayor perfección en el mal que el

parecer ser bueno no siéndolo” (361a). Pues tras de esto está el hecho de darle

22

(32)

fuerza a lo salvaje y debilitar lo más bello que hay en el hombre, el cuál haciendo uso de la razón es quién antepone lo justo frente a lo injusto.

Una de las características del hombre que lleva la vida conforme al placer, y que en ello se asemeja al tirano, es su deseo desproporcional por derrocharlo todo y gastar enseres, comida, etc., en proporciones exageradas, toma además préstamos, dado que lo ha gastado todo (Cf.573d-e) y cuando todos los recursos le faltan, los deseos violentos que ha contenido en su interior y que reafirman su propio egoísmo, lleva a que todos sus demás deseos busquen la manera de examinar quién tiene algo de lo que pueda despojarlo bien sea mediante el engaño o la fuerza (Cf.573e). Desmesuradamente, hará hasta lo imposible por alcanzar su deseo, robar, violentar casas, hurtar bolsas, profanar templos, vender como esclavos a hombres libres, aceptar sobornos. El hombre con una vida de placer propia a la que produce el tirano, jamás en toda su vida es amigo de nadie, siempre esclavizado o esclavizando a otros; de la libertad y de la amistad verdadera nunca gusta la naturaleza tiránica; tal hombre es infiel e injusto (Cf.576a-b).

Ahora bien un estado tiranizado es esclavo deshonroso y desdichado, y dado que anteriormente decíamos que el Estado es reflejo de los hombres que lo

componen, del mismo modo será el tirano, esclavo y desdichado, “por consiguiente,

el alma tiranizada será la que menos hace lo que quiere; me refiero al alma como todo: arrastrada sin cesar por la pasión en forma violenta, estará llena de turbación y

remordimiento” (577 c-e). Además de esto, el estado será pobre y el alma del tirano

y sus conciudadanos estarán necesitados e insatisfechos, lo que los hará estar de forma permanente con miedo.

(33)

enfermedad pero lo es aún más si padeciendo por tal situación se aventura a dirigir a otros, donde no siendo dueño de sí mismo trata de gobernar y conducir a los demás.

El hombre tirano propiamente dicho no es aquel que impone su tiranía consigo mismo sino cuando la ejerce sobre los demás. Platón pone en boca de Glaucón la declaración de que “el hombre más dichoso es el mejor y más justo, y

que este es el hombre real, que reina sobre sí mismo; y que el más desdichado es el peor el más injusto, y éste, en cambio, se halla ser el que, siendo más tiránico, se tiranice en mayor grado a sí mismo y a su ciudad” (580c). El tirano no es libre

porque de todos modos será criticado, vigilado y controlado por quienes sí creen y aplican la justicia, estos siendo libres luchan por la libertad de todo aquel que esté dominado por el tirano. Así resulta ser esclavo, puesto que vive sujeto a los falsos halagos de otros hombres, lo que lo lleva a tener una vida de insatisfacción en sus deseos, por esta razón es usual que sienta de forma permanente sentimientos de carencia y menosprecio de sí mismo. De allí que viva con temor e inseguridad permanente, y ande frente a la vida en actitud de constante prevención frente a todo

aquello que pueda causarle dolor, sufrimiento e insatisfacción. Al tirano “le es

forzoso ser e incluso hacerse en mayor grado que antes en virtud de su mando, envidioso, desleal, injusto, falto de amigos, impío, albergador y sustentador de toda maldad y por consecuencia de todo esto, infeliz en grado sumo; finalmente, ha de hacer iguales a él a todos los que están a su lado, es decir, esclavos” (580a).

Forma de vida conforme al saber:

(34)

andan errando por multitud de cosas diferentes están lejos de ser considerados como verdaderos filósofos.

Hay que recordar que la indagación que antecede a estos intervalos, está relacionada con la búsqueda de lo que es justo o no. Después de haber dado estas definiciones, Platón procura presentar al filósofo como modelo de representación del ser justo, por ello en la primera parte del libro VI, agrega que éste puede alcanzar lo que siempre se mantiene igual a sí mismo, así se resalta en él la capacidad para abrazar todo aquello de lo cual se tiene conocimiento alguno.

Por estas características, afirma que entre el filósofo y el no filósofo, conviene que sea jefe en la ciudad el filósofo, pues es el tipo de hombre que se interesa y es capaz de custodiar las normas y las leyes de la ciudad (Cf.484a-c). Conviene que el que ha de guardar las leyes tenga absoluta claridad sobre lo que es y lo que no es, debe tener conocimiento de todo ser, debe tener un modelo claro en su alma con lo que puedan contrastar la pluralidad de cosas que se va encontrando en el camino, con el fin de que les sea permitido contemplar con sagaz agudeza las normas de lo hermoso, lo justo y lo bueno y ser capaz de conservarlas con su vigilancia una vez establecida (Cf.484d).

Las naturalezas filosóficas se caracterizan porque se apasionan siempre por aprender aquello que puede mostrarles algo de la esencia siempre existente y no sometida a los extravíos de la generación y corrupción, también se caracterizan porque no se dejan llevar por su voluntad ni en poca ni en gran medida y por hablar

siempre con verdad y rechazar la mentira. “El que por naturaleza es enamorado de la

verdad, ama lo que es connatural y propio del objeto amado” (Cf.485b-c). Es

(35)

El hombre ordenado que no es avaro ni vil, ni vanidoso, ni cobarde, difícilmente tendrá estas cualidades, por el contrario, será tratable y justo. Para lograr diferenciar el alma que es filosófica y la que no lo es, se debe examinar desde la juventud del sujeto, si su alma es justa y mansa o insociable y agreste. Es un hombre que actúa con pasión y sin mezquindad de espíritu, con entrega adelanta en gran medida los frutos de su trabajo y se caracteriza por tener excelente memoria (Cf.486e). Su naturaleza es mesurada y bien dispuesta, se deja llevar fácilmente a la contemplación del ser en cada cosa.

Todas las necesidades del filósofo son necesarias y están ligadas. El filósofo es expedito en el estudio, elevado de mente, bien dispuesto, amigo y allegado de la verdad, de la justicia, del valor y de la templanza. Es de esperarse que tales hombres al llegar a una edad madura, sean en los que más debería confiarse los asuntos de la ciudad (Cf.487a).

La mejor forma de vida es la filosófica:

(36)

compleja (Cf.588b), que demuestra la deformidad en la que se ve sumergido el no filósofo, y por qué el querer ser o parecer filósofo es lo que en última instancia el hombre con pretensión de ser justo desea.

Cuando el conjunto del alma sigue la parte filosófica sin disensiones internas, cada una de las partes hace en todo sentido lo que le corresponde y lo que es justo, también recoge como frutos los placeres que le son propios, que son los mejores y ello los lleva en la mayoría de los casos a ser los más verdaderos. Cuando prevalece alguna de las otras partes del alma, sucede entonces que el alma se aleja de la filosofía y de la razón, es decir que también lo hace de la ley y del orden y todo aquello que se aleja de la razón son los apetitos eróticos y tiránicos.

¿No reconoceremos, hombre bendito, el origen de la ley de lo digno en el hecho de que lo primero pone bajo el hombre, mejor dicho tal vez, bajo su parte divina lo que hay en su

naturaleza de salvaje y lo segundo esclaviza lo que hay en él de manso a lo salvaje? (…)

¿habrá pues, alguien a quién convenga tomar dinero injustamente si acontece que, al tomarlo, esclaviza lo mejor de su ser a lo más miserable? (…) si somete, en cambio, la

parte más divina que en él hay a la más impía e infame, ¿no se hará con ello desgraciado y no pagará el oro de su soborno con un destino mucho más terrible y fatal que el de Erifile al recibir el collar por la vida se su esposo? (589d-590a).

De este modo se ve cómo el tirano vivirá del modo más desagradable y el rey del modo más placentero (Cf.586e-587c). Sin embargo a ello se suma una apreciación, si el hombre yerra al dejarse gobernar por su parte no racional del alma, no lo hace por su propia voluntad, pues en este tipo de hombres, artesanos y

obreros, afirma Platón, “la parte mejor es débil por naturaleza, de modo que no

puede gobernar a las bestias que hay dentro, sino que las sirve y no es capaz de aprender más que a adularlas” (590c). Si estos hombres aspiraran a llevar una vida

semejante a la del hombre superior, necesariamente tendrán que ser esclavos de éste hombre superior, quien posee el principio rector divino, así conseguirán estar sujetos a lo racional, a pesar de que lo rige desde fuera de él y no como en el caso del hombre superior, que el elemento divino habita intrínsecamente en él; este tipo de procedimiento sería semejante al que se aplica en la temprana edad a los infantes, a quienes se les limita la libertad hasta tanto no hallan formado en su

(37)

cultivado en ellos la parte mejor con lo mejor que hay en nosotros, ponemos dentro de cada uno, en lugar nuestro, un guardián y jefe semejante a nosotros para sólo

entonces darles la libertad”(591a). Con ello se lograría que toda la ciudad

procediera conforme al principio rector racional.

Sócrates afirma, a partir de todo lo dicho, que bajo ninguna circunstancia es provechoso el cometer injusticia, por su parte, el que comete injusticia deberá pagar su pena puesto que recibir castigo, permite sanear la mente y aplacar lo salvaje y bestial que hay en el interior del alma, así como liberar lo pacífico y divino que hay en ella, sólo así el alma adquiere moderación y justicia lo que la hará ser y aparecer con salud, vigor y hermosura.

El filósofo por su parte, se dedicará a cultivar todas aquellas cosas que hacen de su alma que sea dócil, mansa y divina, se dedicará al cultivo de su cuerpo en la

medida en que ello repercuta en la armonía de su alma, así “aparecerá siempre ajustando la armonía de su cuerpo en razón de la sinfonía de su alma” (591d) y a su

vez se dedicará a despreciar todo aquello que lo haría bestial, iracundo e indomable. Por ello vigilará constantemente los excesos y los defectos que pueden arrastrar alguna parte de su alma por causa de escasez o exceso de fortuna. Con el constante examen evitará provocar el caos interior, sólo así, prestando continua vigilancia a la forma como se disponen los elementos podrá regirse a la norma del equilibrio para soportar, conforme a su capacidad, tanto las riquezas como los honores que se puedan presentar. En esto consistirá su labor, actuará intensamente en su ciudad interior, la misma que se exteriorizará en la vida de los otros, por medio de sus actos y que no han de reflejar otra cosa más que el trabajo interno que por años,

desde la infancia hasta la adultez, este sabio hombre se ha dedicado a elaborar. “Lo

(38)

desgraciado de los hombres, así el Estado gobernado por el tirano es el peor y el

más desdichado de los Estados”23.

Platón se vale de una figura metafórica que se puede denominar la escultura multiforme; la utiliza para ejemplificar con más refinamiento la imagen del alma tiránica. En el diálogo pide a sus discípulos que imaginen una escultura que esté constituida por tres seres, los cuales van a representar una parte del alma del ser

humano, a saber, la bestia abigarrada y policéfala “que tiene en torno diversas

cabezas de animales mansos y feroces y que es capaz de cambiar y sacar de sí

misma todas estas cosas” (588c); esta imagen será la representación de la

concupiscencia; el león que simbolizará el ánimo o el thymos, y finalmente la imagen de hombre que representará a la razón. Las tres figuras conformarán una sóla, pero resalta que de todas ellas una ha de ser la más pequeña, a saber, la figura humana, así pues, esta escultura formada por una bestia, un león y un pequeño hombre interior será revestida exteriormente por otra figura humana, que tendrá la función de ocultar la verdadera naturaleza que habita en el interior de lo que a simple vista podría ser un hombre y que en este caso representa el ser justo gracias al gobierno de la razón sobre todos los deseos.

Como esta imagen son los hombres que aunque aparentan ser justos, lo que realmente les conviene es no serlo. Los hombres que tienen este proceder, engordan a la bestia que hay en ellos, así como al león y lo relativo a éste, al punto de someterse a los deseos y a la conveniencia de cualquiera de dichos seres. Como si fuera poco, los fortalecen al cumplirles sus deseos, con lo que los hombres debilitan lo humano que puede haber en su interior.

Por el contrario, el que ensalza la justicia, hace que lo humano que hay en él, es decir, que su razón sea la que gobierne las partes del alma, logra así dominar la bestia y el león, de modo que siendo el hombre interior el más fuerte dentro de todo

el conjunto de hombre “se cuide de la bestia policéfala y la críe cultivando, como

23

(39)

un labrador, lo que hay en ella de manso y evitando que crezca lo silvestre, procurándose en ello la alianza de la naturaleza leonina, atendiendo en común a todos y haciéndolos amigos entre sí y también de sí mismo” (589b).

Hay que aclarar que aun cuando se ha hablado de cinco formas de vida, Platón examina con mayor énfasis la comparación entre la forma de vida conforme al saber, que corresponde a la figura del filósofo y la forma de vida conforme al placer en dónde se ubica la figura del tirano. La forma de vida conforme al honor en el cuál se instala el político, y que a su vez ocupa una posición intermedia entre el filósofo y el tirano, se deja de considerar en profundidad en el libro IX, lo que permite pensar que su descripción fue abordada desde la presentación que hizo del Estado timocrático en el libro VIII. Para sustentar que la descripción del hombre político se fundamenta en esa exposición, se anexa en este trabajo una referencia de Aristóteles en dónde deja en evidencia que el hombre político es el que aparece en escena en el Estado timocrático24.

24

Aristóteles es útil para sustentar la referencia descriptiva que se hace del hombre político, pues en

LaÉtica a Nicómaco (Lib. I; Cp. 5) hace alusión a las formas de vida de Platón, “Los mejor dotados y

losactivos creen que el bien son los honores, pues tal es ordinariamente el fin de la vida política. Pero, sin duda, este bien es más superficial que el que buscamos, ya que parece que radica más en los que conceden los honores que en lo honrado, y adivinamos que el bien es algo propio y difícil de arrebatar. Por otra parte, esos hombres parecen perseguir los honores para persuadirse a sí mismos de que son buenos, pues buscan ser honrados por los hombres sensatos y por los que los conocen, y por su virtud; es evidente, pues, que, en opinión de estos hombres, la virtud es superior. Tal vez se podría suponer que ésta sea el fin de la vida política; pero salta a la vista que es incompleta, ya que puede suceder que el que posee la virtud esté dormido o inactivo durante toda su vida, y, además, padezca grandes males

y los mayores infortunios; y nadie juzgará feliz al que viva así, al no ser para defender esta tesis”. Esta

(40)

II

Capítulo II

EL CARÁCTER MORAL DE SÓCRATES

En el capítulo anterior se presentó la teoría de Platón sobre las formas de vida, ahora se mostrará la forma de vida del filósofo, encarnada en la figura de Sócrates.

Sócrates nace en Atenas en el año 469 o 470 a.C., y fue condenado a muerte y ejecutado en el año 399 a.C. Se adiestró para combatir en la guerra25, se interesó en los asuntos políticos, pero lejos de querer ejercerlas de forma directa en la polis, se ocupó de la educación de los jóvenes cuya aspiración era desempeñar un cargo oficial. Sócrates marcó la historia de la filosofía, tanto en la Antigüedad como en la Edad Media. En ésta última se dio a conocer a través de las voces de Aristóteles y Cicerón; posteriormente es reconocido como el guía de la Ilustración y la filosofía moderna. También fue percibido como:

El apóstol de la libertad moral, sustraído a todo dogma y a toda tradición, sin más gobierno que el de su propia persona y obediente sólo a los dictados de la voz interior de su conciencia; es el evangelista de la nueva religión terrenal y de un concepto de la bienaventuranza asequible en esta vida por obra de la fuerza interior del hombre y no basada en la gracia sino en la tendencia incesante hacia el perfeccionamiento de nuestro propio ser.26

Para muchos estudiosos de la historia de la filosofía, la vida de Sócrates ha ocupado un interés significativo en sus vidas, no sólo por intereses estrictamente

eruditos, sino también en lo que atañe a sus intereses éticos y espirituales. El hecho de

que después de su muerte la posteridad cristiana lo reconociera como mártir

precristiano y además que “Erasmo de Rotterdam lo incluyera entre sus santos y le

rezara: Sancte Socrates, ora pro nobis”27, señala que sus enseñanzas atravesaron los

25

Se sabe que Sócrates participó en varias guerras debido a las alusiones que se hacen en algunos diálogos, exactamente se hace mención a cuatro batallas, la del Peloponeso, la batalla de Antípolis y la de Potidea (Cf. GUTHRIE Op.cit., p. 362).

26

WERNERJAEGER,Paideia: los ideales de la cultura griega, p. 389. 27

Referencias

Documento similar

De este modo se constituye un espacio ontológico y epistemológico a la vez, en el que cada elemento (cada principio) ocupa un lugar determinado en la totalidad, y desde ahí está

Se revisa en este artículo la impor- tancia de las neuronas espejo y de la empatía para que los espectadores se sientan cercanos a la situación que se vive en el cine y la necesidad

También se puede hablar de la muerte, en algunos casos violento (como la de la madre de Calabacín o los padres de Camille), del abuso o maltrato a menores y de las adicciones:

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

(1886-1887) encajarían bien en una antología de textos históricos. Sólo que para él la literatura es la que debe influir en la historia y no a la inversa, pues la verdad litera- ria

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

Habiendo organizado un movimiento revolucionario en Valencia a principios de 1929 y persistido en las reuniones conspirativo-constitucionalistas desde entonces —cierto que a aquellas

95 Los derechos de la personalidad siempre han estado en la mesa de debate, por la naturaleza de éstos. A este respecto se dice que “el hecho de ser catalogados como bienes de