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La dimensión subjetiva de la política en América Latina

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Academic year: 2017

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Bogotá, D.C., Fecha

Señores

BIBLIOTECA GENERAL Ciudad

Estimados Señores:

Trabajo de grado

Yo Aristinete Bernardes Oliveim Neto identificado con la C.E. No 336001 , autor del

trabajo de grado titulado LA DlMENS lON SUBJETIVA DE LA POLlTICA EN

AMERICA LATINA, presentado y aprobado en el año 2008 como requisito para optar

al titulo de FILOSOFO; autorizo a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académ icos, muestre al mundo la producción intelectual de la

Universidad Joveriona, a través de la vis ibi lidad de su contenido de la siguiente manera:

• Los usuarios pueden consulta r el contenido de este trabajo de grado en la página web de la Facultad. de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior con las cuales tenga convenio la Univers idad Javeriana.

• Permita la consulta, la reproducc ión, a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en

fonnato CD- ROM o digital desde Internet intranet. etc., y en general para

cualquier formato conocido O por conocer.

De conformidad con lo establecido en el artícu lo 30 de la LEY 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, "Los derechos mor:lles sobre el texto son propiedad de los ltutores, los derechos morales de los autores son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables" .

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Título completo del trabajo de grado: La dimensión subjetiva de la política en América Latina

AUTOR

Apellidos Completos Nombres Completos

Bernardes Oliveira Neto Aristinete

DIRECTOR

Apellidos Completos Nombres Completos

Forero Reyes Marcela

JURADO

Apellidos Completos Nombres Completos

Urrea Adriana

Trabajo de grado para optar el título de: Filósofo

Facultad: Filosofía

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Nombre del programa: Carrera de Filosofía

Ciudad: Bogotá

Año de presentación del trabajo de grado: 2008

Número de páginas: 121

Tipo de ilustraciones: Ninguno.

Materia anexo: Ninguno.

Descriptores o palabras claves:

América Latina Latin America

Política Politcs

Modernidad Modernity

Postmodernidad Post-modernity

Orden Order

Imperio Empire

Subjetividad Subjectivity

Colectividad Collectively

Confianza Trust

Mapas mentales Mind Maps

Códigos interpretativos Interpretation Codes

Globalización Globalization

Mercado Market

Sociedad de control Holding Company

Utopía Utopia

Resistencia Resistance

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Resumen:

Esta es una investigación teórica que tiene como punto de partida la interpelación de la política desde el actual contexto de sociedades latinoamericanas. A partir de una fenomenología a grandes rasgos del continente latinoamericano encontramos un profundo sentimiento de desafección de los ciudadanos frente a la política, la cual se encuentra en una progresiva des-subjetivación. A partir del fin del bloque soviético encontramos a nivel global una nueva realidad política, que se establece independientemente de nuestra acción deliberativa: el imperio. Bajo este orden imperial vivimos afectados por una sensación de desorden: carecemos de códigos de interpretación que nos permitan una comprensión del actual contexto latinoamericano, pues nuestros antiguos códigos de interpretación se volvieron obsoletos. Desde allí sentimos la necesidad de construir nuevos mapas mentales que nos hicieran posibles nuevas representaciones simbólicas y la orientación hacia el futuro. En sociedades complejas como las nuestras latinoamericanas, la utopía aparece como una alternativa de construcción de sociedades humanas: imaginamos lo imposible para llegar a lo posible. La utopía es una forma de resistencia al imperio y, una posibilidad de reivindicación de la producción de nuestra propia subjetividad. Finalmente, hicimos referencia a la democracia como el espacio abierto y dinámico, donde el individuo pueda ser el productor de su propia subjetividad, es decir, la democracia deberá ser una nueva forma de vida.

Abstract

(5)

ARISTINETE BERNARDES OLIVEIRA NETO

LA DIMENSION SUBJETIVA DE LA POLÍTICA

EN AMÉRICA LATINA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía

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L A D I M E N S I O N S U B J E T I V A D E L A P O L Í T I C A

E N A M E R I C A L A T I N A

Trabajo de grado presentado por Aristinete Bernardes Oliveira Neto, bajo la dirección de la Profesora Marcela Forero, como requisito parcial para optar al título de Filósofo

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía

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ÍNDICE

Carta del director ………... 4

AGRADECIMIENTOS ………... 5

INTRODUCCIÓN ………... 6

1. LA CUESTIÓN DEL ORDEN ……….. 11

1.1. El orden social y el orden natural ……… 16

1.2. La confianza ……… 19

1.3. El nuevo orden mundial ……….. 32

1.4. Los mapas mentales ……… 39

1.4.1. Representación mental del actual orden latinoamericano ……… 45

1.4.1.1. Una globalización interiorizada ………. 46

1.4.1.2. Un acelerado proceso de individualización ………... 50

1.4.1.3. Una sociedad de mercado y de consumo ………... 54

1.4.2. El nuevo paradigma………... 58

1.4.2.1. Orientación mental: la utopía ………... 60

1.4.2.2. La utopía liberal ……… 66

2. LA PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD……… 71

2.1. Noción de subjetividad ……… 73

2.2. La sociedad de control………. 76

2.3. La resistencia como un nuevo medio de producción de subjetividad …... 86

2.4. La subjetividad en el discurso político……… 93

2.5. El miedo y la acción política ………... 100

CONCLUSIONES: la democracia como una nueva forma de vida…………... 104

(8)

Bogotá, 11 de agosto de 2008

Profesor

ALFONSO FLÓREZ Decano Académico Facultad de Filosofia Ciudad

Apreciado Alfonso:

Por medio de la presente me permito poner a consideración de la Facultad, por intermedio suyo, el Trabajo de Grado del estudiante ARJSTlNETE BERNARDES

OLlVEIRA NETO, titulado "La dimensión subjetiva de la política en América Latina",

con el cual aspira a completar sus requisitos de grado para optar al título de Filósofo.

A mi juicio, el Trabajo cumple con los requisitos académicos y metodológicos

exigidos por la Facultad de Filosofia para un título de esta naturaleza.

El esfuerzo de Aristinete por interpelar a la polÜica desde el contexto actual de

sociedades latinoamericanas, echando mano de las categorías filosóficas que resultan

pertinentes y significativas para pensarnos y soflarnos en nuestras posibilidades de humanidad, ha sido un ejercicio honrado de filosofía. Sin abandonar el rigor de la reflexión filosófica, ha intentado conducirse sin las andaderas de un asunto ya resuelto, y aventurarse en comparaciones y desarrollos de las categorias que eligió.

Cordialmente,

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(9)

C ALI FICACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO

PROGRAMA: _ ____ C:.:AR=R:=E:.:RA.:....:D:.::E'-'-FI::L"O:.::S"OF'-!"A'--_ _ _ _ __ _ _

TÍTULO DEL TRABAJO: "LA DIMENSION SUB JETIVA DE LA POL!TICA

EN AMERICA LATINA"

ESTUDIANTE: _ _ ML ar ] i BL s MB t MBin BL eBL t B eLMLbBLeBLrBna BL rBLdBeセs B⦅B o B l@ .. I V",E"I"RA",_ _ _ _ __ _

NOTA DE FINITIVA (Promedio de los examinadores)

_---'5=--,_0=-___ _

FECHA: 11 de septiembre de 2008

Facultad de filosofía

(r.I. 5" >Ju 39-00 Edil'. Manuel Briccño. S.J. Piso 6u . PBX: (57-1) 320 83 20 Ext.: 5800 . Fax : (57-1) 338 -'5 32 - (57- 1) 320 83 20 Ex!.: 5S38 .

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AGRADECIMIENTOS

Cada etapa de la vida que disfrutamos es una ocasión para tejer profundos agradecimientos a aquellos que hicieron posible esta realidad. Primero, quiero agradecer a Dios, padre amoroso y fuente de vida, que ha querido por su providencia colorear mi existencia con los estudios de filosofía. En segundo lugar, a mis queridos padres, Wilmar y Marilene, por el apoyo incondicional. Este trabajo es un medio para decirles cuanto los quiero. Y a ti, mi gran hermano Rafael, con el cual tuve la dicha de compartir mi infancia y adolescencia.

Agradezco de un modo muy especial y particular a mi gran amida del alma Milene Silva, con quien compartí mis sueños de infancia y mis dudas de adolescente. Milene contigo aprendí el valor de la alteridad y lo bello que es nuestra humanidad. Tú me enseñaste la importancia de vivir en una continua lucha por la realización de nuestros sueños, aunque las fuerzas se desvanezcan y el horizonte se vuela oscuro. Quiero también dedicar un cordial agradecimiento a Juaquim Mahalhães, gran maestro de la vida.

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gran amigo, que no negó esfuerzos para que mis proyectos en Colombia se volvieran realidad.

Estoy sumamente agradecido con la profesora Marcela Forero, quién me abrió las puertas de la Facultad de Filosofía cuando apenas había llegado a estas tierras. ¡Gracias por la acogida! Y Además por la disponibilidad y generosidad en contribuirme con este trabajo de grado, siempre con comentarios oportunos, elocuentes e inspiradores.

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INTRODUCCIÓN

Las personas sienten que sus miedos y anhelos, sus motivaciones y afectos para nada cuentan; que ellas son simples agentes de un engranaje abstracto.

Lechner

El actual panorama en América Latina se encuentra marcado por un profundo desencanto frente a la política. Entre los ciudadanos y la política se abre un abismo en progresiva extensión: para la política actual somos seres completamente apáticos, y para nosotros, los ciudadanos, la política se volvió un engranaje abstracto. La relación entre la política y los ciudadanos está marcada entonces por nuestras subjetividades, de lo cual es muestra el estado de desafección aludido.

El entrelazamiento entre política y subjetividades es el problema del cual me ocupo en esta investigación. El punto de partida es la percepción de un hecho: los latinoamericanos experimentamos un profundo malestar frente a la política. El fenómeno que da lugar a estos sentimientos de malestar parece originarse en una gradual des-subjetivación de la política: ésta no implica la posibilidad de acoger y procesar los deseos y esperanzas de las personas en un discurso común. La política sin arraigo en esta base subjetiva, se reduce a una imagen estática y distante de la vida humana, de la cual no cabe esperar nada.

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desorientación. Cuando decimos que la política actual parece más una maquinaria con millones de piezas, no estamos planteando una exageración metafórica, sino que esta es la realidad en todos sus colores. Nuestro mundo actual ha pasado por drásticos cambios, y estas transformaciones se dieron a nivel global e independientemente de nuestra voluntad. Hoy la política no puede ser entendida sin consideración de los fenómenos de la globalización y del mercado. La globalización altera el antiguo espacio de la política, dejándonos sin referentes simbólicos para situarnos en el mundo. El mercado, por su lado, ocupa el lugar de la política, tornándose el principio organizativo de la vida. Estos fenómenos transforman el contexto de la acción política e incluso la política misma: la política ya no es lo que fue. La maquinaria política pasa a ser movida según los paradigmas del mercado y de la globalización, dejándonos perdidos en el espacio y en el tiempo.

Nuestra antigua imagen de política no se ajusta a las condiciones existentes, por lo cual nuestro contexto se torna ininteligible. Nuestra tarea consistiría entonces en la reelaboración de mapas mentales, de acuerdo con códigos de interpretación pertinentes a los recientes cambios, y la reivindicación de nuestra participación en la construcción de nuestro destino. El malestar frente a la política es el resultado de la actual des-subjetivación y de la carencia de códigos de interpretación que permitan al sujeto estructurar y ordenar su entorno y orientarse hacia el porvenir.

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del contexto europeo o norteamericano y, fácilmente, los trasladamos, sin más, al que ha sido llamado continente de la esperanza. Lo que sigue tiene una finalidad importantísima, quiero mostrar que se puede estudiar filosofía política desde nuestro continente. Además, me decidí por América Latina porque es aquí donde está mi destino.

El tema desarrollado es el resultado de muchas búsquedas y motivaciones. Al principio tenía claro la opción por trabajar América Latina, pero la falta de espacio en el ámbito académico me hizo dar muchas vueltas sobre el tema. Hasta que después de muchas charlas con mi tutora empecé a concretar mis intuiciones. Un momento clave para la decisión del tema fue la lectura de las obras de Lechner. Pude así reafirmar mi opción por América Latina y encontré el problema de la subjetividad como una manera distinta de pensar la filosofía política. Al principio, mis miradas al continente latinoamericano estaban matizadas por la filosofía política moderna (de Hobbes a Rawls), pero era imposible superar la incompatibilidad de estos autores con nuestra realidad. Los problemas actuales exigen una nueva óptica teórica. De esta incompatibilidad surgió la necesidad de retomar a Lechner. A pesar de que él no sea un filósofo de carrera, es innegable su cercanía con la tradición filosófica y su capacidad para dar un giro en la búsqueda de herramientas que le permitan abarcar la problemática de América Latina.

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Contextualizado así lo que se desarrolla a lo largo de este trabajo, y antes de presentar el contenido de los capítulos que constituyen el corpus del mismo, es justo decir que la subjetividad planteada aquí no se puede entender como un relativismo absoluto. No obstante, aclaremos que se puede entender nuestro concepto de política subjetiva como relativismo en el sentido propio de la palabra (en relación a…). Entendemos subjetividad como relativismo en cuanto opuesto a la naturalización del orden existente, es decir, que la subjetividad está siempre en relación con un contexto especifico. Por otro lado, nuestro concepto de subjetividad va en contra de cualquier relativismo en el sentido peyorativo de la palabra: no consiste en arbitrariedad, convencionalismo o mero capricho. Esta idea de subjetividad como relativismo pretende ser superada, como veremos más adelante, con la temática de la confianza. En el campo de la diversidad y singularidad procedentes de una perspectiva subjetiva de la política, la confianza constituye un recurso valioso en el propósito de construir de manera colectiva una visión del orden deseado. Los miedos y deseos, las esperanzas y expectativas, que tienen que formar parte del nuevo discurso político, deben pasar por el proceso de intersubjetividad.

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apelación a nuestra fuerza transformadora. Una vez que el mapa mental ofrezca códigos de interpretación que nos permitan acercarnos a la realidad existente, la función orientativa será a través de la utopía, como medio de transformación del orden existente.

El segundo capítulo, La producción de subjetividad, consiste en una reivindicación de la acción humana como constructora de sí misma y del todo. Partiendo de un análisis del actual orden existente (imperio), vemos cómo la acción humana queda neutralizada bajo el mismo porque se impone en código naturalista, como si fuera preestablecido e inamovible (poder constituido). A través de autores como Hardt, Negri y Rorty vemos, por el contrario, las posibilidades que tenemos de ejercer nuestra acción reflexiva y deliberativa. A pesar de que la actual sociedad de control del imperio ha tomado el dominio sobre la producción de subjetividad, también existe la posibilidad de contrarrestar los dispositivos y tecnologías del actual poder, a través de las tácticas de contrapoder. Con la resistencia se torna posible cambiar el discurso político del imperio por un discurso político que tenga en cuenta nuestras subjetividades.

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1. LA CUESTION DEL ORDEN

El orden es la encarnación de la vida. Es el ser. El ser se presenta bajo forma de orden y no podemos concebirlo sino como forma ordenada. Lechner

Podemos reconocer en un primer momento y de manera introductoria, que el pensamiento de Lechner tiene como punto de partida la cuestión del orden. Esta cuestión no puede ser entendida apenas como un problema institucional o estructural, sino que además implica las emociones, creencias e imágenes con las que orientamos la vida cotidiana.1 Partimos de un factor clave: el orden es un sentimiento producido por una armoniosa relación entre la realidad existente y nuestra subjetividad. Es decir, tenemos la sensación de que todo está bajo control cuando contamos con la posibilidad de orientarnos en el contexto que nos ha tocado vivir. Al contrario, el sentimiento de desorden consiste en la imposibilidad de interpretar la realidad que nos rodea y de conducir nuestro propio destino. Tanto el orden como el desorden están siempre presentes en la vida humana y son los factores fundamentales en la construcción de una sociedad.

Precisemos un poco más esta idea introductoria. El orden, en el sentido que utilizaremos aquí, no es apenas una codificación de la realidad existente, a partir de ciertas reglas, sino que además y sobre todo, el orden implica toda la dimensión de

1

Cfr. LECHNER, Norbert. Las sombras del mañana: la dimensión subjetiva de la política. Editorial

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nuestra subjetividad. El orden no se encuentra en las cosas, sino en el individuo, o sea, es la reacción provocada en el individuo por su entorno. Por esto decimos que el orden o el desorden son producto del encuentro de la persona con su contexto. Como veremos, la sensación de orden aparece cuando contamos con la suerte de interpretar el estado de las cosas, y que éstas son el producto de nuestra subjetividad, es decir, necesitamos que nuestro entorno sea producto de nuestros deseos y expectativas.

El orden es la armoniosa interacción del hombre con su propio universo. En este sentido, Lechner en un determinado momento llega a definir el orden como “el ser”, entendiendo por “ser” la realidad asequible al conocimiento y deliberación humanas. El opuesto es la materia desordenada, negación de la existencia, que en últimas es el caos ininteligible. Una de las definiciones más bellas de Lechner sobre el orden, como veremos en seguida, es su afirmación de que el orden es lo que tiene la armonía de lo que descansa en sí mismo. Esta armonía implica inteligibilidad a la mente humana, la disposición de confluir el movimiento de sus cosas con el movimiento de nuestras pasiones y emociones.

El orden es la vida enfrentada a la muerte. La muerte no es algo externo; es un momento co-constitutivo de la vida. Vida y muerte se oponen recíprocamente. El orden es la contradicción y

unidad de vida y muerte. (…) El orden es la positividad. Como tal incluye la negación: el no-orden. La positividad no existe en sí. El orden se opone al desorden y se afirma como orden contra el caos. La estructuración del orden es también una desestructuración. El orden es precario como la vida. El orden es un orden de finitud. El desorden es infinito, pero de falsa infinitud, porque sólo negación (la muerte es infinita, pero sólo como una no-vida). En la precariedad radica lo precioso. La presencia latente, pero permanente de la muerte: la amenaza. Por el horror al abismo, el orden se llena de esperanzas. Fuera del orden no hay salvación; los cambios se hacen dentro del orden (…) El orden es

seguridad: la vida es no-muerte, el orden es no caos. (…) La seguridad es calculabilidad. Se opone al

azar. El desorden es arbitrario, sin leyes ni normas, imprevisible. El caos es fluido. El orden afirma,

clasifica, regula y disciplina. El orden es sólido. El orden controla. (…) El orden es estético. Mide y

pondera, establece equivalentes. Es equilibrio y constante. Tiene la armonía de lo que descansa en sí mismo. El desorden es la irregularidad, una fuerza discontinua y ciega. No respeta límites. Es desmedido.2

En razón de lo anteriormente dicho, el orden implica la dimensión de la vida, es el resultado de una experiencia subjetiva de las cosas que nos afectan directamente.

2 LECHNER, Norbert.

La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado. Editorial Siglo

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Decíamos que el orden implica una relación armónica entre el individuo y su exterior, sin embargo, la mayor parte de las veces esta relación no sucede pacíficamente, sino que exige al individuo una pugna constante con su ambiente social. Para llegar al orden se debe atravesar por largos conflictos. La realidad existente muchas veces escapa de nuestras manos y se independiza de nuestras subjetividades. Estamos siempre corriendo riesgos: no son pocas las veces que las codificaciones y estructuras de nuestro universo en vez de asumir nuestras subjetividades, se dedican a condicionarnos a meros códigos. Nos asusta enterarnos que lo que nos parecía una materia inerte, cobra vida y termina por querer dominarnos.

Queremos mostrar cuán relacionadas están nuestras experiencias subjetivas con el orden: vivimos por el orden y según el orden. Nuestra lucha incansable es por ser artífices de nuestra propia historia, y esto implica una capacidad de acoplar el universo en que vivimos con nuestra subjetividad.3 Nuestra ambición es por un orden donde se pueda cultivar la vida, que sea una expresión de lo que somos y queremos. Actualmente estamos amenazados por la pretensión de un orden que sea indiferente a nuestra subjetividad, al cual debemos rendir una total adhesión. No obstante, debemos continuar convencidos de la posibilidad de un “nuevo orden”, donde los protagonistas de la construcción seamos todos nosotros.

El mayor bien del hombre, sin duda alguna, es la propia vida y toda la acción humana está en función del vivir bien. Siendo así, el orden no puede ser entendido como un sistema fuera e independiente del ámbito de la vida. Cuando el orden se vuelve una máquina automática e independiente de nuestra acción deliberativa nos sentimos amenazados de caer bajo su dominio y vivimos inmersos en una inseguridad y arbitrariedad completa, en un profundo desorden. El nuevo orden consistirá en hacer frente a esta maquinaria ordenadora de nuestro ambiente social, reivindicando una realidad existente que se acople a nuestros deseos y esperanzas y que sea una respuesta a

3 A pesar de que definimos el orden como algo inherente a la vida humana, y no simplemente una

exterioridad, utilizaremos aquí el término “orden existente” para referirnos al contexto en que vivimos, es

decir, a la realidad social actual y cuando utilicemos el término “el nuevo orden” estaremos haciendo

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nuestros miedos e inseguridades. Así, surgirá el sentimiento de seguridad, armonía y control, lo cual llamamos nuevo orden.

La idea de un nuevo orden debe ser el norte de nuestras vidas. Me parece sencillamente magnífica la concordancia de la vida personal de Lechner con sus labores académicas: el propio Lechner afirma nunca haber podido experimentar el sentimiento de orden como punto referencial de su vida, nos cuenta que su origen alemán estuvo marcado por las herencias traumáticas del nazismo y después, su vida en Chile fue una permanente construcción y re-significación del orden.4 Nuestro autor siempre vivió en una continua búsqueda del nuevo orden, y esto se ve reflejado en todas sus obras. Es a partir de esta experiencia que él construye su pensamiento. En la presentación de su obra Los patios interiores de la democracia, nos dice que escribirá de lo que le duele y esto nos muestra que la vida académica de Lechner no es un tema aparte, sino una reflexión desde sus propias experiencias. La ausencia del orden como espacio abierto a nuestras subjetividades no puede tener otros efectos que el dolor y la incertidumbre.

La lectura de las obras de Lechner toma mayor sentido cuando se la hace a partir de la propia vida del autor, pues como dijimos arriba, su sensibilidad por el orden fue adquirida por su propia historia personal. La preocupación de Lechner por el orden en Latinoamérica aparece de modo especial en la década de los 70 con la nueva forma de Estado como síntesis de la vida social. El trabajo de Lechner empieza con un análisis sobre la organización del Estado, y al darse cuenta que el Estado no puede ser formado a partir de una unidad (en sentido de homogeneidad), pasa del campo del Estado a la política. Ahora, en el campo de la política su propuesta no será la construcción de una síntesis social a partir de la superación de la diversidad, sino que consistirá en desarrollarlas: “(…) no se trata de tematizar la unidad en tanto resolución de la pluralidad de los hombres sino de problematizar esa pluralidad como construcción de un

4

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orden colectivo”.5 La construcción de un nuevo orden en Latinoamérica a partir de nuestras subjetividades se encuentra neutralizada por la figura de Estado que se formó en la segunda mitad del siglo XX. Esta figura de Estado reprime las pluralidades y se propone una unidad homogeneizada. Lechner nos dirá que las pluralidades deben ser asumidas como algo positivo, y a través del reconocimiento del otro construir un nuevo orden colectivo. Es justamente por nuestras diferencias que Lechner definirá el orden como un proceso conflictivo, pero un conflicto constructivo.

Construir un nuevo orden implica partir de una re-significación del orden mismo como una interacción de la realidad existente con nuestra subjetividad. Pero hay que tener en cuenta que subjetividad implica diferencias que deben ser superadas por un mutuo reconocimiento. Lechner encuentra a Latinoamérica en un profundo desajuste entre la realidad social existente y el universo de las subjetividades. Los individuos no logran interpretar su contexto y no cuentan con mapas que los orienten hacia un futuro promisorio. El actual orden se hace entonces completamente ininteligible e incompatible con la subjetividad de los latinoamericanos. El presente capítulo, se dedicará a desarrollar la cuestión del orden en América Latina. Partiremos enfatizando la importancia de concebir el orden como producto de la acción humana, luego desarrollaremos la propuesta del mecanismo de confianza como medio para llegar a construir este nuevo orden colectivo desde nuestra subjetividad. Seguiremos, con la teoría de los mapas mentales que nos proporcionará símbolos que nos ayuden a interpretar el estado de cosas existentes y a orientarnos en la búsqueda de un nuevo orden subjetivo. Terminaremos el capítulo proponiendo la utopía como una posibilidad de que la inteligencia, acompañada de la imaginación, trascienda el orden actual, y nos oriente en la búsqueda de un orden que tenga en cuenta nuestras propias subjetividades.

5 LECHNER, Norbert.

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1.1. El orden social y el orden natural

Para que el nuevo orden sea establecido, se necesita de un impulso colectivo que nazca de nuestra dimensión subjetiva. No obstante, conviene aclarar lo absurda que es la pretensión de justificar verticalmente cualquier orden, sin la participación ciudadana. Empecemos con una pregunta metodológica: ¿la sociedad es un orden natural predeterminado por leyes eternas e inmutables o es una construcción social, de la que la humanidad puede cambiar su destino?

Según una larga tradición, la sociedad está regida por un orden natural, donde las relaciones humanas están condicionadas a leyes eternas, inevitables e inmutables. La historia de la humanidad sigue su curso independientemente de la voluntad humana, por más cruel que sea la historia. Según esta corriente el orden ya está establecido. No se habla de “transformación”, y los cambios sociales deben ser entendidos como una aproximación a la verdadera naturaleza, o como una interferencia o desviación causada por la libertad del hombre.

Aclaremos que según la concepción del ordenamiento natural, el hombre continúa gozando de su libertad, y cualquier caos en la historia de la humanidad será consecuencia del abuso de esa libertad. El hombre no puede propiciar una transformación en el orden, debe hacer que todo el actuar social sea de acuerdo con la naturaleza. Una característica fundamental es que el orden natural es espontáneo, no da lugar a cuestionamientos de su razón de ser o sobre su constitución, según Lechner, es un hecho pre-social que no requiere legitimación.6

Lechner nos muestra que los adeptos a esta naturalización de lo social toman la realidad como una materialidad preexistente a su formación social, es decir, identifican lo real con lo natural, de modo que la realidad social estaría estructurada por leyes de causalidad.7 Siendo así, nuestro trabajo tendría que seguir otra vía, pues el problema no consistiría en entender la sociedad como un orden siempre en construcción, sino que

6

Cfr. LECHNER, Norbert. La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado…, p.18.

7

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tendríamos que descubrir las estructuras preexistentes al orden social, pues una vez sabiendo las leyes pre-sociales podríamos entender mejor y resignarnos al ordenamiento natural de la sociedad.

Por la experiencia que tenemos del mundo y de la vida, nos damos cuenta de la incoherencia de la teoría de la sociedad como un orden natural. Es imposible vivir con una realidad objetiva ajena a la acción humana. Necesitamos y queremos decidir el destino de nuestra sociedad. Lechner utiliza la experiencia de la discontinuidad para demostrar que es propio del hombre estar en una continua construcción del orden. Nuestra experiencia más inmediata en el mundo de la vida es de discontinuidad: percibimos la discontinuidad entre el yo y el mundo externo desde los primeros días de vida, y siempre nos damos cuenta de la discontinuidad entre nosotros y los demás seres vivos, entre el yo y el otro. Nuestras emociones y sentimientos se alimentan de un deseo de continuidad. Frente a esto Lechner dirá: “Toda afirmación de la vida es una búsqueda de continuidad dentro de lo discontinuo”.8 No estamos confinados a vivir con la discontinuidad entre la realidad existente y el yo, sino que nos corresponde persistir constantemente en la búsqueda de una continuidad entre el orden existente y nuestra subjetividad.

Como hemos venido anotando, Lechner hace su crítica sentando sus fundamentos en las experiencias más inmediatas del mundo de la vida. La vida social está determinada en la constitución del ser en la discontinuidad. La política, entendida como la construcción del orden, consiste en construir esta continuidad en la discontinuidad. El orden es construido en referencia al mundo de la vida, no puede ser concebido como algo ya dado, sino que es una construcción donde participan todos: “Concibo el orden no como la perpetuación del existente, sino como su transformación”.9 En esta transformación juegan un papel decisivo todas las facultades humanas, que en relación con el ambiente social buscan el nuevo orden que proporcione la posibilidad de

8 LECHNER, Norbert.

La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado…, p. 21.

9 LECHNER, Norbert.

Los patios interiores de la democracia. Editorial FLASCO. Santiago de Chile.

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estabilidad tanto en la vida social, como política y económica. La vida cotidiana requiere seguridad y estabilidad, y es esta demanda de certidumbre la que justifica la búsqueda de un nuevo orden colectivo.

Pues bien, la necesidad de construir el nuevo orden colectivo en América Latina es un hecho que constatamos por nuestras experiencias más inmediatas: vivimos invadidos por el sentido de desorden, no sabemos dónde estamos y tampoco para dónde iremos. Las cosas suceden independientemente de nuestra voluntad. Vivimos en una naturalización completa del tejido social. Según Lechner, en nuestro continente predomina más la idea de una comunidad pre-constituida que la idea de un orden como una obra colectiva y conflictiva.10

Para entender un orden existente se hace necesario echar una mirada política a los sentimientos involucrados y, por medio de la subjetividad, reflexionar cuál sería la política razonable. Para construir un orden hay que partir de la dimensión subjetiva de la política. Entenderemos las crisis en que vivimos solamente a partir de una mirada política a los temores y anhelos que provocan el orden establecido. Cuando el orden existente se ve afectado por las incertidumbres y temores, la tarea política se constituye en la búsqueda del significado político que puedan tener estos sentimientos de miedo, desamparo y desencanto, para llegar a una reconstrucción del orden.

Esta reconstrucción es una tarea realizada intersubjetivamente, donde se entrelazan todas nuestras emociones y esperanzas en un solo paisaje. Es en este sentido que Lechner enfatiza que la construcción necesita ser colectiva, donde nadie quede aislado del nuevo orden. La intersubjetividad consiste en hacer visible lo colectivo, reconstruyendo contextos, relacionando creencias e instituciones, vinculando imágenes y cálculos, expresiones simbólicas y acciones instrumentales”.11

De lo anteriormente dicho, concluimos que el orden es construido y que todos los individuos son sujetosde esta construcción. Pues bien, ¿en qué consiste ser sujetos de la construcción del orden? Analizando la propia terminología latina, subjectum, significa

10

Cfr. LECHNER, Norbert. Los patios interiores de la democracia…, p. 98.

11

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“lanzar a sí mismo” en busca de un ideal. El sujeto es aquél que elabora sus propios proyectos concretos en la historia y que para realizarlos se lanza a sí mismo. Ser sujetos de la construcción del orden consiste en ser agentes activos del proceso y no meros espectadores.

1.2. La confianza

Al seguir el hilo conductor con el que Lechner orienta nuestro estudio, veamos en qué consiste el mecanismo de confianza. Recordemos que en las páginas anteriores venimos diciendo que un orden debe ser construido colectivamente, lo que Lechner llamará en algunas ocasiones “dimensión subjetiva de la política”. Pues bien, el discurso político se vuelve agradable y por cierto apacible cuando se refiere a la construcción colectiva que indirectamente invoca la idea de hermandad, solidaridad, reciprocidad y compromiso cívico. No obstante, en la práctica el discurso pierde todo su sabor al afrontar el mundo subjetivo. En este contexto aparece la propuesta lechneriana de la confianza, como mecanismo de acción colectiva. Antes de profundizar el tema, acerquémonos de manera introductoria a cuestiones preliminares: ¿en qué consiste establecer vínculos de confianza? y ¿qué papel juega la confianza en las relaciones sociales y en la política? En un segundo momento estaremos abordando problemas de segunda dimensión: ¿cómo construir lazos de confianza a partir de la diversidad que encontramos en América Latina? y ¿en qué sentido la confianza garantiza un orden duradero? Estos son los problemas cruciales de nuestro continente, que hace dos décadas perdió la esperanza de un futuro promisorio y, consecuentemente perdió la confianza en “sí mismo” y en la posibilidad de construir un “nosotros” a través de la confianza. Desde ya aclaro que la intención no es formular una teoría que solucione todos nuestros problemas de desconfianza, sino más bien arrojar luces a esta problemática.

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engañados siempre nos acompaña, hasta las personas más cercanas pueden engañarnos, imaginemos, por ejemplo, la figura del marido infiel, del socio fraudulento, del supuesto amigo confidencial, etc. No existe un mayor dolor que ser engañados, y peor aún, por alguien cercano. No obstante, la realidad social demuestra que no sólo somos víctimas del engaño, sino que en ciertas ocasiones también somos causa del engaño, sea por una malicia interior o por presión del entorno. Quiero enfatizar que ésta no es una visión pesimista de la vida, pero sí un enfrentamiento con nuestra humanidad. La sociedad generalmente reprocha fuertemente la mentira, pero ¿quién nunca fue víctima o autor de una mentira? Ahora bien, no entiendo el engaño como algo natural, sino como una consecuencia de la vida social que nos acompaña diariamente, que a veces desestabiliza completamente los vínculos sociales y que en otras permite superar los defectos personales que de cierto modo impedirían una convivencia armoniosa y adecuarnos a los estándares de la sociedad. En fin, el hombre siempre tuvo que convivir con el engaño y quizá sea este el gran reto de nuestros días.

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con certeza de sus proyectos al futuro. Es justamente en este sentido que entiendo la confianza como una continua búsqueda de lo continuo en la discontinuidad, con la confianza construimos un puente entre el “yo” y el “tú”. Siendo así, parto del presupuesto que la confianza es un hecho básico de la vida social.

Contextualizado así el problema de la confianza tendré como meta elaborar una visión filosófica de dicho factor social. En los días actuales el tema de la confianza ha tomado mucha fuerza en las ciencias sociales y de modo muy especial en la administración, donde es común hablar de la importancia del vínculo de confianza en el desarrollo profesional, laboral, social y psicológico. No obstante, en la filosofía este tema todavía es muy poco explorado. Conscientes de que la confianza posee una gran dimensión en la vida humana, la utilizaremos como un recurso más para la construcción del orden social. La propuesta teórica de Lechner es justamente crear un orden colectivo, en este caso el mecanismo de la confianza promueve la deliberación de todos los participantes, precisamente por el carácter intersubjetivo de la confianza. Siendo así será más fácil aceptar la pluralidad, pero por otro lado la carencia de confianza nos encerraría en nuestro propio yo. En fin, la confianza es el arte de la vida social de un pueblo.

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En este punto no se puede dejar pasar por alto la importancia que concede Lechner al “tiempo” en el ámbito de las relaciones sociales. Además de la complejidad anteriormente dicha, el tiempo subjetivo también se vuelve individualizado. Cada sujeto se relaciona con el mundo a su manera y utiliza el tiempo de modo distinto. Esta individualización del tiempo afecta gravemente al ciudadano, poniéndolo en situaciones de completa inseguridad por el hecho de que los demás individuos tienen sus propios accesos al mundo de modo muy particular. Esto agudiza aún más la complejidad de las relaciones sociales, pues las acciones se vuelven muy personales y las decisiones personales se vuelven imprevisibles. Pues bien, nuestro autor germano-chileno a partir de lo anteriormente expuesto, se decide por el mecanismo de confianza. Para él la confianza actúa como dispositivo de restricción de la complejidad del mundo de lo posible. El mayor drama del presente consiste en las infinitas posibilidades de futuro y en la urgencia de construir colectivamente un futuro que dé sentido a la vida. Siendo así, la confianza ayuda a enfrentar la cuestión del tiempo.

Cuando no podemos eliminar la inseguridad del futuro, controlando el curso de los hechos, al menos podemos tratar de incrementar la incertidumbre aceptable. Es lo que realiza la confianza. En lugar

de defenderse frente a la imprevisibilidad del otro, la confianza toma al otro como un alter ego, de

modo que su libertad de acción sea co-responsable del futuro. Quien actúa confiado, lo hace como si solamente hubiera posibilidades determinadas en el futuro y, comprometiéndose con un específico futuro, se ofrece al otro la realización de un futuro común.12

Lo fundamental del mecanismo de confianza implica superar los problemas de tiempo. En primer lugar, la confianza en el otro suaviza la escasez de tiempo, pues ya no necesita estar continuamente en busca de informaciones sobre el actuar ajeno. La desconfianza consume mucho tiempo, pues el trabajo se vuelve más centralizado. En segundo lugar, la confianza en el otro limita la inseguridad al anticipar los riesgos, y además ofrece un mecanismo generalizado de sanción. En todo caso, confiar en otro consciente de los riesgos futuros siempre trae ventajas, aunque el otro no responda a dicha confianza, sin embargo, la imprevisibilidad deja de ser una agresión porque no lo

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toma a uno por sorpresa.13 La confianza depositada y no correspondida evita estar expuesto a las diversas posibilidades de acciones futuras y la frustración se vuelve algo muy concreto, e incluso las expectativas definidas por una confianza mutua no cumplidas podrán ser sancionadas.

Siguiendo un poco el pensamiento de Luhmann, enfatizo que para entender el papel de la confianza primero se debe entender el contexto social. El sociólogo germano en su investigación parte del presupuesto de la complejidad social y, en un segundo momento, propone la confianza como un mecanismo de reducción de dicha complejidad. A pesar de que Luhmann haya elaborado esta teoría sociológica en un contexto distinto del nuestro, me adhiero a la intuición de Lechner: que esta teoría puede ser aplicada a nuestra realidad latinoamericana.

Veamos ahora de modo sintético las etapas para llegar a establecer un vínculo de confianza. En primer lugar hay que proporcionar un ambiente de familiaridad, es decir, que todos los participantes se sientan con la libertad de expresar sus necesidades y proyectos. En la medida en que todos tengan acceso al diálogo será posible realizar un intercambio de intereses. La familiaridad consiste en el conocimiento mutuo, ya que en la familia todos conocemos a todos, sabemos cuáles son sus ideales, ambiciones y hasta sus miedos. Siendo así, será más fácil empezar a establecer vínculos de confianza, ya que nadie confía en lo desconocido. En esta primera etapa el interesado en adquirir confianza del otro debe primeramente entregarla y no exigirla. Una vez que tengamos elaboradas nuestras expectativas, el siguiente paso será dar confianza al otro en relación a la expectativa antes elaborada y, por supuesto, con la promesa de cumplirla. Esto no es otra cosa que un proceso de comunicación, transmitimos al otro una auto-representación de nosotros mismos y el otro después de evaluarla y aprobarla emitirá una auto-representación de sí mismo con la intención de que a partir de estas representaciones surjan vínculos de confianza. En este sentido expresa Luhmann:

13

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La comunicación de interés en la exposición de la confianza, la presentación del sí mismo como confiable, la aceptación y el intercambio de la confianza son todos esfuerzos para intensificar y generalizar las relaciones sociales que resultan ser, al menos en las relaciones a largo plazo, tanto la oportunidad como la restricción. De este modo, se forma el elemento de control social en las relaciones de confianza.14

No podemos olvidar que este proceso tiene sus riesgos, pues siempre estará presente la posibilidad de que uno de los participantes formule una auto-representación falsa. Pues bien, los demás individuos construirán la confianza sobre este engaño (falsa auto-representación), con una enorme probabilidad de que en cualquier momento el sujeto de la falsa auto-representación vacile en su juego y toda la confianza hasta entonces adquirida se vuelva desconfianza. Esto es lo que Lechner llama “posibles abusos”, cada acto de confianza que emitimos está sometido a posibles abusos, ya que el corazón del hombre es inescrutable y siempre queda la posibilidad del engaño. Pero aquí, a diferencia del mecanismo de la expectativa, tenemos una sanción, esto es, la ruptura de la relación causada por la desconfianza.

En esta primera etapa, la familiaridad proporciona un mutuo conocimiento, que a través del diálogo el interesado emite su voto de confianza y el destinatario devuelve su respuesta consolidando una obligación mutua sobre determinadas acciones futuras. En este sentido, apostarle a la confianza como el camino al orden duradero es de cierto modo creer en la intersubjetividad del mundo. Todo lo que fue dicho arriba nos muestra que no se puede llegar a la confianza sin relación e interacción. Establecemos relaciones con el otro siguiendo el objetivo de superar cualquier choque de subjetividad y así llegar a una interacción social. El problema central del proceso para llegar a la confianza consiste en que no es controlado por factores objetivos, sino que la actitud de confianza es controlada por procesos subjetivos; cada quien emite su voto de confianza estimulado apenas por sus facultades interiores, sin el control de causas objetivas. Este proceso puede darse de forma bilateral o multilateral, todos deben estar abiertos a incorporar las expectativas ajenas y dispuestos a responder a la confianza entregada para también

14 LUHMANN, Niklas.

Confianza. Introducción de Darío Rodríguez Mansilla. Traducción de Amada

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poder ofrecer confianza. Como todos estamos repletos de inseguridades y asombrados por el futuro que nos apremia, la actitud de confianza consiste justamente en una reflexión ante esta situación. Los participantes en vista de un futuro más seguro deciden apostarle a un determinado resultado.

La segunda etapa para llegar a establecer la confianza consiste en superar el ámbito de la familiaridad proporcionando al problema de la confianza materia de reflexión. Ahora bien, ¿en qué consiste reflexionar el problema de confianza? Imaginemos pues el ambiente familiar, en tal contexto no existe una indagación sobre la confianza misma, sino que todas las cosas se asumen como dadas. Pues bien, el segundo paso toma un papel decisivo, la confianza no descansará en presupuestos fijos, sino que por medio de la reflexión buscará otras bases y estructuras motivadoras. Aplicar una cierta cuantidad de reflexión consiste en elaborar ciertas preguntas como: ¿para qué construir una relación de confianza? ¿El otro me podrá engañar? ¿Cuáles serán las consecuencias de este acto de confianza? ¿Quién es el otro? La confianza no puede ser ciega e ingenua como en la familia, debe adquirir un cierto grado de reflexión.

Asumir una actitud reflexiva consiste en tener presente la posibilidad del engaño y buscar mecanismos que proporcionen seguridad. Tanto Luhman como Lechner están de acuerdo que en el proceso constructivo de la confianza se deben tener bien claras las disposiciones legales que proporcionen seguridad especial a las expectativas particulares. La confianza debe ser construida con vistas a largo plazo. Como sabemos, la vida es dinámica y el contexto social del mañana de una de las partes puede ser totalmente distinto del momento concomitante a la promesa de confianza. La posibilidad de que el rompimiento sea sancionable disminuye el riesgo de otorgar confianza.

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mecanismos legales capaces de vigilar dichas relaciones. En este caso, quien quebranta un voto de confianza está calificado para rendir sus excusas y, la víctima para reclamar sus derechos. De tal modo que la construcción de la confianza se vuelve cada vez más intersubjetiva, se apoya en fuentes motivadoras como la habilidad personal para enfrentar los riesgos o una prueba concreta.15

Luhman se refiere a la sociedad como un sistema de comunicación, que se distingue del entorno por su autodeterminación. Ahora bien, sólo la propia comunicación puede determinar su operación, ya que todo lo que es observado como sistema y todo su entorno apenas puede ser distinguido bajo la forma de comunicación. La complejidad de la cual estamos tratando es la que Luhmann explica con el siguiente proceso: la complejidad que supone el entorno de la sociedad es reducida a la complejidad del sistema al aplicar comunicación acerca de prácticamente cualquier cosa, en otras palabras, Luhman piensa que toda la complejidad del mundo se vuelve complejidad del sistema en la medida que sea posible atribuir comunicación. Ahora bien, esto es posible ya que todo puede ser tema de comunicación incluso la comunicación misma. En últimas, con la comunicación reproducimos la sociedad.16

En este sentido, entendemos la confianza como una apuesta a la intersubjetividad del mundo, es decir, cuando se aplica comunicación a la complejidad del mundo todas las partes tendrán algo que decir, a tal punto que se formará un intercambio de subjetividades. Si no existe confianza, la complejidad del mundo no podrá ser reducida por un sistema menos complejo, pues la comunicación no llevará a un consenso. La comunicación sólo tendrá fuerza constructiva en la medida en que atribuyamos confianza al otro. La complejidad del mundo debe ser asumida, dialogada, determinada y reducida a un sistema social. Este sistema social de Luhmann podría en parte ser comparado con el “nuevo orden” de Lechner, ambos son una propuesta para reducir la

15

Cfr. LUHMANN, Niklas. Confianza…, pp. 56-57.

16

Cfr. LUHMANN, Niklas. Sistemas sociales: lineamientos para una teoría general. Traducción de

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complejidad del mundo de la vida, o sea, superar la incertidumbre e imprevisibilidad del futuro.

La confianza y la comunicación son dos fenómenos muy cercanos, la confianza puede llegar a ser realidad a través de los medios de comunicación y éstos, a su vez, con el recurso simbólico, construyen sistemas propicios para reducir la complejidad. En palabras de Lechner la confianza ayuda a limitar el sinnúmero de posibilidades y así construir un orden duradero. Esto nos permite crear continuidad articulando los cambios a tal punto que puedan ser vividos como un proceso ininterrumpido, o sea, estableciendo una continuidad entre el pasado, presente y futuro.

La construcción de la confianza, por lo tanto, depende de situaciones fácilmente interpretables y no menos, por esa razón, de la posibilidad de comunicación. (…) Los soportes de la confianza se

encuentran principalmente en las oportunidades de una comunicación efectiva, en la posibilidad de lograr un acuerdo definitivo y en la posibilidad de activar el medio de coerción.17

Sentadas las anteriores premisas y tras este examen de causa, podemos establecer los puntos de convergencia entre Luhmann y Lechner. Ambos están de acuerdo en que desde los años ochenta tanto Europa como América Latina se encuentran marcados por una gran desesperanza en el mundo, tanto en las calles como en los medios de comunicación se habla de un pesimismo que afecta diversas esferas de la sociedad. La juventud ahogada por un eterno presente es marcada por la desilusión, no encuentra en el futuro opciones que permitan orientar sus acciones presentes, en fin, la palabra “crisis” empieza a hacer parte del vocablo común y cotidiano de la gente. Ambos autores inician sus labores académicos a partir de esta realidad socio-política, que Luhmann llamará complejidad y Lechner nefasta erosión de los mapas mentales.

Adoptada la complejidad como el punto de partida, ambos autores proponen la confianza como mecanismo de reducción de la complejidad. Sobre la confianza fueron mencionadas varias cosas al iniciar este apartado, no obstante, no quiero terminar sin abordar cuestiones fundamentales que podemos formular con la siguiente pregunta:

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¿cómo construir la confianza en nuestra realidad latinoamericana? En busca de tales respuestas me acojo a la propuesta de Taylor. A pesar de que su propuesta sea para una realidad distinta de la nuestra, creo que de modo general podría arrojar luces a nuestra realidad en América Latina. Taylor propone un reconocimiento a la diversidad y, a partir del diálogo, busca ciertas similitudes entre las diferencias que puedan formar una identidad colectiva. Una de las mayores características de nuestro continente son justamente las diversidades, tanto en el ámbito cultural e ideológico como en el étnico y social. Pero lamentablemente estas diversidades se han convertido en causas de manifestaciones, revueltas y hasta masacres. No nos enseñaron a vivir en la diversidad y la búsqueda del orden en América Latina fue entendida como búsqueda de homogeneidad, y si este propósito un día llegara a ser posible perderíamos toda nuestra riqueza, esto es, la diversidad.

En este orden de ideas la propuesta de Taylor se adecúa en parte a nuestro contexto. Construiremos nuestra identidad propia en la medida en que sea definida una identidad comunitaria, sólo lograremos una identidad comunitaria en la medida en que reconozcamos las diversidades, y es por esto que Taylor aboga por una política de reconocimiento de las diferentes identidades. Los latinoamericanos debemos entender que construir un orden no se trata de superar la heterogeneidad, sino en reconocer las diversas identidades.

El reconocimiento debido no sólo es una cortesía que debemos a los demás: es una necesidad

humana vital. (…) el que yo descubra mi propia identidad no significa que yo la haya elaborado en el aislamiento, sino que la he negociado por medio del diálogo, en parte abierto, en parte interno, con los demás. Por ello, el desarrollo de un ideal de identidad que se genera internamente atribuye una nueva importancia al reconocimiento. Mi propia identidad depende, en forma crucial, de mis relaciones dialógicas con los demás.18

Pues bien, a partir de Taylor considero que será posible construir un ambiente de confianza en América Latina desde el momento en que reconozcamos al otro en su diversidad. Donde haya un verdadero reconocimiento de las diversas identidades será

18 TAYLOR, Charles.

El multiculturalismo y la política del reconocimiento. Traducción de Mónica Utrilla

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posible crear un ambiente casi familiar en el continente, donde cada individuo podrá permanecer en su singularidad étnica, ideológica y cultural sin ser concebido como una amenaza. De esto concluimos que es posible construir vínculos de confianza en nuestro continente, en la medida en que haya un reconocimiento mutuo de las diversidades.

De lo anteriormente dicho nos quedan ciertas ideas, aunque muy vagas, sobre el sentido ético de la confianza. La necesidad de confianza puede ser considerada como punto de partida correcto y apropiado para la derivación de reglas para la conducta apropiada.19 La conducta humana se regula a partir de los vínculos de confianza, ya que una vez acordadas ciertas decisiones en vista del futuro implicará que todos los participantes se acoplen a la auto-representación del momento originario y de forma continua.

Ahora bien, a pesar de que la necesidad de la confianza sea indiscutible, no podemos formular una máxima para la conducta humana que se deba confiar en todos los casos y sin excepción. Existen casos que requieren confianza y otros desconfianza.20 Pues bien, una visión ética sobre cuándo se deben emitir votos de confianza debe tener en cuenta instancias particulares, o sea, circunstancias objetivas. La aplicabilidad de la confianza no puede ser un imperativo categórico en el sentido kantiano, sino que es totalmente relativo, dependiente de sus especificidades. Esto no implica que no deba haber reglas generales sobre la confianza, el problema se encuentra en la aplicabilidad que se debe dejar como una decisión personal de cada situación. Las reglas deben estar dirigidas a posteriori al momento originario del vínculo, para ordenar la conducta de los pactantes.

Esta perspectiva ética de la confianza nos lleva a pensar que la complejidad social del mundo de hoy hace irrealizable la idea de una ética de principios como una teoría de la acción. En este sentido Luhmann está de acuerdo cuando dice que “(…) la realidad

19

Cfr. LUHMANN, Niklas. Confianza…, p. 6.

20

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social es demasiado diferenciada como para ser abstraída en una máxima ética simple, aunque instructiva para las decisiones, en cuanto a la confianza”.21

Al iniciar este apartado me quejé de que la filosofía se ha preocupado muy poco del tema de la confianza. Pero, en este pequeño grupo de interesados por el tema encontramos a Annette Baier22 que tiene como punto central de su teoría el problema de la confianza y, lo desarrolla desde una perspectiva muy propia, pero en determinadas circunstancias se aproxima mucho a nuestra perspectiva.

Según Baier toda la motivación a la acción y toda reacción evaluadora no debe partir de una moral fundamentada apenas en la razón, sino que debe concordar razón con otra pasión, la razón no puede ignorar el corazón, sino que debe obrar en vistas a él. Es en este sentido que Baier se inclina a considerar el sentimiento y la sentimentalidad como centrales en la consciencia moral. Toda la filosofía de Baier empieza con una desconfianza hacia la noción de obligación moral, intuye que los principios morales no pueden ser inmutables e incondicionados como pensaban los griegos presocráticos, y mucho menos que consista en máximas universales como quería Kant.

Pues bien, una vez que para Baier los fundamentos de la obligación moral estén en las fuentes de la tradición, del hábito o de la costumbre, encontrará en “lo relacional” los fundamentos de las acciones humanas. Baier considera “(…) que la falla mayor de gran parte de la filosofía moral ha sido el mito del yo como no relacional, como capaz de existir con independencia de toda preocupación por los demás, como un psicópata frío al que se necesita forzar para que tome en cuenta las necesidades de las demás personas”.23

Nuestras acciones no están subordinadas a principios morales inmutables, categóricos y no condicionados, pues estos no existen, las obligaciones morales de cada época son una costumbre nueva y discutible. La moral es deliberada a partir de las relaciones de

21 LUHMANN, Niklas. Confianza…, p. 151.

22 Annette Baier es una filósofa contemporánea que sigue la tradición emotivista y utilitarista de David

Hume. Actualmente es una de las principales intelectuales feministas de los Estados Unidos.

23 RORTY, Richard. ¿

Esperanzas o conocimiento? Una introducción al pragmatismo. Traducción de

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nuestras costumbres o estilos de justificación, que elaboramos en un contexto histórico a través de críticas, protestas, revueltas, conversiones y decisiones.24

Dentro de este contexto aparece la idea de confianza apropiada, estableciéndola como concepto moral central en el lugar de la obligación.25 Puesto que todo está constituido por las relaciones con los demás, la confianza surge como una necesidad de las propias relaciones. En este orden de ideas Baier explica el origen de la moral no como una obligación, sino como una relación de confianza entre los miembros de un grupo estrechamente vinculado, tal como una familia o un clan. Así las familias se confederan en tribus, y las tribus en naciones. Todas las relaciones, sean ellas sociales, organizacionales o económicas, necesitan estar apoyadas en la confianza. Todas las relaciones reclaman la confianza; imaginemos cualquier transacción, es imposible que las dos partes cumplan simultáneamente sus respectivas obligaciones, de tal forma que siempre se da un margen de confianza en que la otra parte cumplirá con lo prometido.26

Pues bien, la antigua confianza puesta en los mecanismos de obligación moral establecidos por leyes inamovibles, fijas e incuestionables se cambia por la confianza en la comunidad humana, que va desarrollando una moral múltiple a partir de cada circunstancia. El orden duradero y estable de la sociedad ya no es garantizado por una obligación moral, sino más bien por una confianza mutua entre los individuos de la sociedad. Aquí podemos observar los puntos de encuentro entre Lechner y Baier. Ambos creen que el orden no puede ser entendido como algo ya dado, sino como una construcción intersubjetiva. La confianza tanto en Baier como en Lechner se concibe como una apuesta por la humanidad, y así se pone un punto final a los agentes externos que ocasionan una sociedad fría y monitoreada como si se tratara de un mundo robotizado.

24

Cfr. BAIER, Annette. Postures of the Mind. University of Minnesota Press. Minneapolis. 1985. p. 232.

En: RORTY, Richard. ¿Esperanzas o conocimiento? Una introducción al pragmatismo…., pp.83-84.

25

Cfr. RORTY, Richard. ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo…, p. 83.

26

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1.3. El nuevo orden mundial

Empezaré por decir, como quedó señalado en páginas anteriores, que la construcción del orden no puede prescindir de una realidad socio-política concreta. Pues bien, teniendo en cuenta esta regla elemental, en el presente apartado me dedicaré a elaborar un estudio de nuestro continente latinoamericano, con el propósito de descubrir en qué territorio y temporalidad nos movemos. Anteriormente he hablado de la importancia de construir un orden colectivo, y además propuse algunos mecanismos para una efectiva construcción. Sin embargo, no quiero construir una teoría abstracta más, sino que la idea es tener en cuenta nuestro contexto latinoamericano y a partir de esta realidad buscar la(s) vía(s) más razonables que proporcione las certidumbres que son propias del orden.

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orden sea resultado de una labor colectiva y que nos proporcione psicológicamente la sensación de orden. Entonces, ¿en qué consiste construir el orden político para Lechner? La construcción política del orden no significa que tengamos que partir de la nada, sino que debamos aprender a coexistir con el actual orden, aprendiendo a cristalizar nuestras energías en puntos muy concretos para cambiarlos, ya que todo el sistema sería imposible. Esta idea será mejor explicada con la teoría de los “mapas mentales”, pero antes me dedicaré a contextualizar nuestra problemática.

América Latina no puede ser entendida como aislada del mundo, pues formamos parte de un orden mundial. Partiendo de esta idea presumimos que para entender el actual momento histórico de América Latina se hace imprescindible analizar los recientes cambios a nivel global, y en un segundo momento investigar la adaptación de dichos fenómenos globales en nuestro continente. Una vez introducida esta problemática entremos a analizar en qué consiste el actual orden mundial.

Uno de los momentos históricos más importantes del siglo XX fue el fin del bloque soviético, que cambió radicalmente el panorama mundial que perdura hasta nuestros días, pues a partir de esta fecha se perfila un “nuevo orden mundial”,27 que ya no se encuentra formado por la bipolaridad “socialismo-capitalismo”, sino que la unión de los países socialistas se difumina y el nuevo panorama empieza a moldearse a partir del capitalismo.

El imperio se está materializando ante nuestros propios ojos. Durante las últimas décadas, a medida que se derrumbaban los regímenes coloniales, y luego, precipitadamente, a partir de la caída de las barreras interpuestas por los soviéticos al mercado capitalista mundial, hemos asistido a una globalización irreversible e implacable de los intercambios económicos y culturales, junto con el

27 Sobre este fenómeno encontramos una gran cantidad de literatura en diversos ámbitos de la academia,

tanto en la sociología y ciencias políticas como en la filosofía. Una de las reflexiones filosóficas más seria la encontramos en “Imperio”, de Michael Hardt y Antonio Negri. La obra es un estudio minucioso del

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mercado global y los circuitos globales de producción surgieron un nuevo orden global, una lógica y una estructura de dominio nuevas: en suma, una nueva forma de soberanía.28

En América Latina encontramos estos mismos fenómenos globales, pero con sus características muy propias, pues no es lo mismo la participación europea en el orden mundial que la nuestra en Latinoamérica. La intención primordial es entender nuestro proceso de asimilación del presente sistema global, y qué consecuencias trajeron a nuestros pueblos. Siendo así, antes de mirar lo que pasa en nuestro continente, mencionaré a grandes rasgos cuatro fenómenos globales del actual orden capitalista, que afectaron notoriamente nuestro continente.

El primer fenómeno consiste en la autonomía de las relaciones económicas respecto a los controles políticos. Las fuerzas políticas no lograron frenar la liberación de la economía capitalista y consecuentemente la producción se presenta como un valor primario dejando el valor de la vida humana condicionado a la capacidad de producir. Pues bien, anteriormente nuestro espacio público se encontraba configurado por dos polos distintos, por lo trascendental y por lo inmanente. Así, el campo trascendental consistía en la fuerza política, representado por el soberano, que moderaba las relaciones sociales e incluso la economía. Por otro lado, en la esfera inmanente se encontraba la economía, consistente en relaciones mercantiles y manejo del capital, regida por el poder político. Ahora la economía rompió los límites fijados por la política, y además desconfiguró toda la vida trayendo consecuencias trágicas como la materialización de los vínculos sociales. Definitivamente, ya no tenemos la esfera trascendental como ente regulador, sino que todo se volvió inmanente.

El segundo fenómeno es una consecuencia del anterior, esto es, la decadencia del “Estado-nación” causada por los procesos de globalización. Afirman Hardt y Negri que los factores primarios de producción e intercambios como el dinero, la tecnología, las personas y los bienes, cruzan cada vez con mayor frecuencia las fronteras nacionales,

28 HARDT, Michael y NEGRI, Antonio.

Imperio. Traducción de Alcira Bixio. Editorial Paidós.

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