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"Arqueología de la arquitectura. Una aproximación al estudio de los edificios"

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Academic year: 2017

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“ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA. UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LOS EDIFICIOS

DAVID COHEN DAZA

Trabajo de Grado para optar al titulo de Magister en Patrimonio Cultural y Territorio

Grupo de Investigación

“Patrimonio Construido Colombiano”

Director

Monika I. Therrien Johannesson

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE ARQUITECTURA Y DISEÑO MAESTRÍA EN PLANEACIÓN URBANA Y REGIONAL

BOGOTÁ D.C

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ii

Arqueología de la Arquitectura

Una aproximación al estudio de los edificios

Maestría en Patrimonio Cultural y Territorio

Facultad de Arquitectura y Diseño

Pontificia Universidad Javeriana

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Tabla de Contenido

Presentación

Primera parte: Conceptos clave

Capítulo I: Arqueología de la arquitectura

I.1. El espacio construido como cultura material

I.2. Casa y vivienda

I.3. El análisis espacial

Capítulo II: Métodos y técnicas de investigación arqueológica

II.1. La prospección arqueológica

II.2. La matriz de Harris y los principios de la estratigrafía

II.2.1. Aplicación de la matriz para el estudio de elementos arquitectónicos II.2.2. La construcción de secuencias estratigráficas

II.3. La exploración y la toma de muestras

II.4. La arqueometría y la caracterización de las unidades

II.4.1. Estudio morfológico

II.4.2. Análisis microquímicos

II.5.La interpretación: dando sentido a los datos

II.5.1. Marcadores de datación

II.5.2. Marcadores de diferenciación social II.5.3. De regreso a lo general

Segunda parte: El estudio de los edificios desde la arqueología

de la arquitectura

Capítulo III: Caracterización del edificio

III.1. Acercamiento inicial

III.1.1. Acercamiento al contexto del edificio III.1.2. Acercamiento a los espacios del edificio III.1.3. Acercamiento a la materialidad del edificio

III.2. Prospección y exploración

III.2.1. Selección de los espacios

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iv

Capítulo IV: El estudio estratigráfico del edificio

IV.1. Definición de unidades estratigráficas

IV.1.1. Identificación de las unidades estratigráficas IV.1.2. Relaciones topográficas

IV.2. Establecimiento de secuencias estratigráficas

IV.2.1. Identificación de relaciones estratigráficas IV.2.2. Identificación de fases

IV.2.3. Correlaciones

IV.3. Análisis de materiales

IV.3.1. Selección de unidades a analizar IV.3.2. Selección de métodos de análisis

Capítulo V: Interpretación de resultados

V.1. Interpretación espacio

temporal

V.2. Interpretación socio-cultural

Capítulo VI: Documentación e informe final

Bibliografía

Anexos

Anexo 1. Fichas de registro de unidades estratigráficas

Anexo 2. Fichas de solicitud de análisis científicos

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v

Presentación

La Histo ia os ata

Grafiti escrito en una de las paredes de la Universidad de Roma Citado por Andrea Carandini

En ocasiones aunque sea triste aceptarlo, la historia nos mata. O bueno, la creencia en la historia que es distinto. Nos mata creer que las cosas y eventualmente también los hechos, son algo cerrado como una verdad finita y acabada, puesto que nos despoja, de nuestra capacidad de poder cuestionar la realidad conduciéndonos necesariamente, a basar nuestra construcción de ella en eso: una creencia, una suposición.

Siguiendo una lógica un poco animista y suponiendo que todas las cosas tienen un espíritu, ese sería entonces el espíritu de esta metodología: abandonar las creencias y suposiciones para centrar nuestra mirada en las evidencias, en su hallazgo, en su estudio y en su ordenación, no para confirmar lo que ya suponemos (aunque a veces esto ocurra), sino para armar esas líneas de evidencia y seguirlas, a ver hacia donde nos conducen.

El trabajo ha sido dividido en dos partes. La primera de ellas corresponde a los aspectos teóricos, metodológicos y técnicos que fundamentan la propuesta; la segunda, corresponde a la propuesta presentada en dos niveles: como explicación y como aplicación en un caso de estudio (limitado obviamente a los propósitos de esta investigación) que corresponde a la Casa de la Independencia, actualmente denominada Casa de las Urnas, perteneciente al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural de Bogotá (IDPC).

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1

Primera parte: Conceptos clave

Capítulo I: La Arqueología de la Arquitectura

Durante los últimos años, la arqueología de la arquitectura (de ahora en adelante AA) ha ganado espacios en diferentes ámbitos, como una respuesta a las necesidades en el conocimiento e investigación del patrimonio construido y aunque las vertientes y miradas que la han ido construyendo son de muy diversa índole, cada vez más la AA se consolida como un campo disciplinar.

El desarrollo de la AA, se ha debido en parte a los requerimientos de investigación que se han impuesto a la restauración de edificios, dada la ambigüedad en el desarrollo de criterios e intervenciones, que no se han fundamentado en un conocimiento sistemático del inmueble sino más bien en posiciones subjetivas.

Estas dificultades, permiten comprender la crítica que desde hace tiempo han recibido muchos de los proyectos de intervención, basados en investigaciones incompletas, dando como resultado imprecisiones, invenciones, o francas arbitrariedades, que implican una visión aislada que termina por destruir al edificio como un documento. En palabras de Carandini (1987) citado por Quirós (2006, p. 4):

Vemos que los arquitectos proyectan (restauraciones) después de haber realizado una lectura genérica y formal (del edificio), de tipo histórico-artístico, que como sabemos se

pa e e a u a álisis a ueológi o o o la ast ología a la ast o o ía … El a uite to

restaurador se ha convertido en un cirujano que opera marcianos; conoce las técnicas y procedimientos de la cirugía, pero no sabe si el corazón está en el pecho a la derecha, o en una extremidad o en otro sitio, si es que lo tuviese ".

Los u e osos e esos o etidos e las estau a io es las su esi as polé i as que generaron y que paradójicamente han impulsado, al menos parcialmente, el desarrollo de la AA, no son la única situación problemática que sitúa a la AA dentro del ámbito de la restauración.

Aunque muchos proyectos de restauración estén sustentados por estudios rigurosos, es frecuente que estos estudios previos, se centren casi de manera exclusiva, en las partes originales del edificio, sin que se preste mayor atención en documentar de forma igualmente rigurosa, las intervenciones y modificaciones posteriores que generalmente se eliminan sin que puedan ser comprendidas como una fuente valiosa de información para el edificio mismo, pero también para el conocimiento de su contexto, sus cambios y sus usos.

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2 En los últimos treinta años en Italia y España, la AA ha desarrollado numerosos proyectos de investigación dirigidos particularmente al estudio de la arquitectura medieval. De hecho, dentro de las primeras publicaciones que comenzaron a recoger estas investigaciones, contribuyendo a la sistematización de los resultados sin pertenecer a este ámbito específico, se encuentra la revista Arqueología y Territorio Medieval (1994) editada por la Universidad de Jaén.

Otras publicaciones científicas seriadas como Arqueología de la Arquitectura (2002) de la Universidad del País Vasco y el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España), han constituido un espacio de intercambio y reflexión de la disciplina en el contexto ibérico, marcando las tendencias y las pautas de investigación.

Aparece una multiplicidad de temáticas que van desde el uso de los espacios y la AA como método para comprender la realidad social, hasta aplicaciones puramente técnicas para el desarrollo de sistemas de documentación de lecturas estratigráficas de paramentos.

A este respecto por ejemplo, Agustín Azkarate Garai-Olaun (2008), menciona que el término AA cuya orientación califica de mestiza, ha pe itido u a apa e te p o is uidad

episte ológi a A ueología de la A uite tu a No. , p. e do de caben las vertientes más instrumentales dedicadas a complementar la historia de las construcciones y sus transformaciones, junto con propuestas con enfoques muy diversos, más propios de la investigación arqueológica del ámbito anglosajón, como la household archaeology, o con propuestas provenientes desde el campo de la semiótica como la spatial syntax.

Pa a el aso de A é i a Lati a, el auto e io a el uso ge é i o del té i o p.

para referirse a investigaciones de diversa índole temática que abarcan el estudio de las

o st u io es ita el aso de la Ha a a Vieja o p o e tos de o te ideológi o ue uest a

el uso de la arquitectura como medio de dominación (cita el caso de Argentina y la arquitectura de la represión: Funari, P. y Zarankin, P. 2003).

Otros estudios se han centrado en la aplicación, adaptación o desarrollo de técnicas arqueométricas enfocadas fundamentalmente al problema del establecimiento de marcadores cronológicos que funcionen como métodos de datación a partir del estudio de los materiales, como por ejemplo el desarrollo de trabajos para emplear los ladrillos como un modo de datación a partir de la medición de sus dimensiones (mensocronología) (Cristini, 2008).

Este mestizaje de la AA quizás se explique, como lo menciona Quirós (2006, p. 3), en el hecho de que los primeros casos correspondientes a lecturas estratigráficas edilicias o de

alzados, fue o ealizados de fo a e pí i a u i tuitiva , hasta la adop ió de la ase conceptual desarrollada por E.C. Harris para la arqueología estratigráfica Bo o a itado po

Quirós, p. 3); este hecho, según el autor, ha influido e ue e o asio es se ide tifi ue de

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3 Dentro de esos métodos, la base conceptual que permitió la consolidación de este campo interdisciplinar, fue el desarrollo de la lectura estratigráfica de los contextos arqueológicos, planteada en la década de los setentas, por el arqueólogo inglés E.C. Harris y que actualmente se conoce como matriz de Harris.

Pero más allá de la simple aplicación en sentido vertical, de lo que se hace en una excavación horizontal en el suelo, no es fácil definir de forma unívoca, tal y como lo menciona

Qui ós, lo ue se e tie de po AA, dado ue ha sido el esultado … de la aplicación de los instrumentos, conceptos y problemáticas de la disciplina arqueológica en el estudio de la arquitectura . (2006, p. 1).

Evidentemente, existe una larga tradición que en Europa se remonta al siglo XIX, de estudios de edificios y construcciones (ruinas y monumentos) realizados por arqueólogos; lo que resulta novedoso, además de la adopción del método estratigráfico, es el planteamiento de problemas y ámbitos de investigación, que sobrepasan el enfoque tradicional, basado en el estudio de las formas, de los estilos y de las técnicas de construcción (ídem).

Además de la aparición de instrumentos como la lectura estratigráfica, otro de los hitos definitorios de la AA, fue el desarrollo del campo de los estudios de la cultura material, también durante los años setenta que Tilley define como el estudio de las cosas y su relación con las personas (2006, p. 1), y que brindó para la AA un cuadro interpretativo para los resultados obtenidos (Quirós. 2006, p. 3).

Los edificios y desde luego su materialidad, también permiten a partir del planteamiento de otro tipo de problemas de investigación más alejados a los de la historia del arte o de la arquitectura, tener un conocimiento de las personas que los hicieron y los usaron; en consecuencia, se creó un puente entre la AA y los estudios de la cultura material, debido a la rela ió dialé ti a e t e o jetos osas. Tal o o lo señala Tille : las personas hacen y usan las cosas pero las cosas hacen a las personas. Sujetos y objetos están indeleblemente vi ulados. (2006, p. 4).

Otros autores como por ejemplo Gutiérrez Lloret (citado por Quirós. 2006, p. 2), entienden la AA como una disciplina que surge de la interacción de cruces entre la arqueología, la arquitectura y la restauración; el autor define fundamentalmente cuatro, que corresponden a: 1) al entendimiento del edificio como un documento histórico o como un yacimiento histórico

– arqueológico; 2) la conciencia de que cualquier restauración, por buena que sea, implica la destrucción parcial de ese yacimiento; 3) el uso de un conjunto de instrumentos de documentación y análisis propios de la arqueología, aplicados al estudio de los edificios y 4) el hecho de que el edificio puede brindar un conocimiento acerca de la sociedad que ha producido y utilizado los edificios.

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4 vista como mestiza, lo que para el propio Azkarate antes que ser una debilidad, constituye una fortaleza (2008, p. 14).

El punto central de la AA más allá de los fines, radica entonces en la capacidad de poder extraer la mayor cantidad de información posible de un edificio, ya sea para comprenderlo en sí mismo, o para comprender los procesos culturales mediante los cuales se produjo o mediante los cuales cambió, partiendo de la base de que, además del subsuelo, la investigación con métodos y principios arqueológicos en los muros, permite revelar e interpretar desde la materialidad, esas historias.

De a ue do o Gu hild E iksdotte : Un edificio puede hablar con nosotros sobre su historia de diferentes maneras. Puede expresarse a través de su materialidad, físicamente visible, a través de la espacialidad contenida por esa materialidad, o a través de los usos que se han hecho de los diferentes espacios en el edificio (p. 333).

Para la autora, parte de las limitaciones que ha tenido la AA, en términos del edificio como fuente histórica, radica justamente en la pérdida de la espacialidad, como una dimensión de los inmuebles que a veces no es tenida en cuenta, dentro de los análisis bidimensionales que se llevan a cabo.

Eriksdotter apunta además como una dificultad, que dentro de la investigación arqueológica de las edificaciones, tener en cuenta las variables (o dimensiones) tiempo, espacio y uso, determina como se evalúa la edad (cronología y secuencia) de los materiales, como se visualiza la espacialidad y la manera en que capturamos el uso de los edificios históricos (2005, p. 334)

De ahí se desprende la importancia que tiene poder comprender o al menos suponer como una hipótesis de trabajo, como es la configuración del espacio construido y que posibles cambios ha tenido a lo largo de su trayectoria, con miras a poder realizar una interpretación coherente con los datos obtenidos durante la investigación arqueológica del inmueble.

I.1. El espacio construido como cultura material

El término cultura material tradicionalmente ha servido para hacer referencia a los objetos producidos por el hombre, que dan cuenta de una realidad histórica, social y cultural.

Woodward (2007) reconoce que el término hace énfasis en cómo aparentemente cosas inanimadas dentro de un ambiente, influyen en las personas pero al mismo tiempo son influenciadas por ellas, con el propósito de regular funciones sociales y dando un significado

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5 Bajo esta óptica, una edificación o un espacio, puede ser interpretado al igual que los objetos, como el resultado de complejos procesos culturales que permiten explicar en parte su aparición, sus técnicas constructivas y su estilo, entendido este último término como la manera particular de resolver una apariencia visual determinada. Lucas y Roderick (citado por Hicks y

Ho i g. , p. e io a a este espe to ue los edifi ios o so si ple e te u

reflejo de ideales sociales en patrones a gran escala, sino la respuesta de los individuos a esas

te de ias .

Más allá de pensar el edificio como un hecho estático, el estudio de los inmuebles como cultura material, brinda la posibilidad de establecer los cambios y transformaciones en el habitar de las o st u io es o sólo e sus fo as o igi ales , esta le ie do u í ulo entre objeto y habitante, entre forma y función.

El concepto de habitar no se limita únicamente a los edificios domésticos o a la vivienda. En su célebre discurso Construir, habitar, pensar Heidegger (1954) señalaba que mientras todas las construcciones se habitan, no todas constituyen una morada en el sentido estricto del alojamiento. Una iglesia, un hospital e incluso una calle, en tanto construcciones, permiten que acontezca un habitar; el habitar sería el fin que preside todo construir y que de paso da propósito al hombre cuya existencia habita la tierra.

Sin embargo, ese habitar genérico y de cierto modo abstracto que Heidegger compara con el sentido del ser (y del estar), se decanta en unas formas y unos modos en los que, el habitar mismo se define, siendo precisamente este, el trabajo de la arquitectura (Jarauta en Lleó. 2005, p.6).

Esos modos que definen el habitar y que ya Vitrubio en De architectura definía en el siglo primero (A.C.), parecen brindar las claves para la interpretación de un edificio: utilitas

(funcionalidad), firmitas (estructura) y venustas (dimensión estética) pueden equipararse con la función, la tecnología y la primacía visual (Preston. 2006, p. 232).

Hillier y Hanson por su parte (1984, p. 1), diferencian sólo dos dimensiones – para cualquier objeto incluidos los edificios – la funcional y la del estilo, aclarando que, a diferencia de los demás objetos, los edificios tienen la particularidad que crean y ordenan los volúmenes vacíos del espacio sie do su se tido p i ipal el de o de a el espa io; los auto es añade : los edificios no son simplemente objetos, sino transformaciones del espacio a través de objetos .

Estas transformaciones aunque son formas de ordenar el espacio, son ante todo, formas

de o de a a las pe so as e el espa io, azó po la ual, de a ue do o Hillie Ha so , la

arquitectura adquiere un sentido social.

El carácter social de los edificios sin embargo, no está determinado únicamente por el

he ho de se sí olos isi les de u a so iedad Hillie Ha so . , p. si o po ue e la

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6 En ese sentido, la manera en que el espacio se organiza, es decir, impone un orden a las personas, no es un hecho casual o arbitrario, sino que responde a necesidades específicas; el uso de formas, volúmenes, accesos, así como la relación de los espacios, es decir el diseño

a uite tó i o, e últi a i sta ia está pe sado pa a ge e a u o po ta ie to e las

personas, pero también para explicar un significado que las personas desean expresar.

Los volúmenes y relaciones espaciales de una iglesia por ejemplo, o la dificultad de acceso a la oficina principal de un banco, o las diferencias que existen entre los espacios sociales y privados en una casa, implican que la ordenación de los espacios responde a una lógica, a una que Hillier y Hanson (1984) definen entre otras cosas, como una lógica social.

Pero más allá de una interpretación sociológica de la arquitectura, comprender el sistema de relaciones entre los espacios, brinda información relevante para poder explicar cuál fue la intención de su construcción (funcionalidad), sus transformaciones y el carácter de las

pe so as ue los o st u e o o los ha ita o ; e ot as pala as: el análisis de las relaciones espaciales significativas entre las entidades del registro, permite reconstruir mínimamente su contexto y, en menor medida, su sentido originales Bo azás, Bla o A á . , p. .

I.2. Casa y vivienda

Como ya se ha mencionado, la arquitectura – toda arquitectura – es una manera específica de organizar el espacio y por tanto, el comportamiento de los individuos que lo usan o lo habitan. La divergencia que se genera entre la función y el uso que se les da a las construcciones, es decir, sus transformaciones, depende igualmente de relaciones entre las personas y los edificios, que responde a condicionantes históricos, estéticos, culturales, económicos o sociales.

La forma de construir, pero también de transformar, constituye entonces el resultado de un complejo proceso cultural en el que se involucran diversos sistemas de valores, expectativas, creencias e incluso ideologías, que resultan ser ante todo cambiantes, aunque la forma que adoptan en un edificio persiga un mismo objetivo: el control; de acuerdo con Habraken (2000,

p. El control define la relación operativa central entre los humanos y toda la materia que o po e el a ie te o st uido ; o sea, entre la vivienda como espacio de relaciones y la casa, como materialización de ese espacio.

En consecuencia, los edificios afectan las relaciones que se dan entre las personas que los usan pero al mismo tiempo, como construcciones, expresan ideas. Tal y como lo menciona Gutman con respecto a la capacidad de los edificios de reforzar valores y propósitos sociales,

Los edificios tienen esta capacidad, debido a que, como todos los objetos inanimados, son olos ue ep ese ta ideas p á ti as del o de so ial (1976 p. 43).

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7 mismo de la arquitectura puede responder a ideas precisas que reflejan formas conscientes de control.

Para ponerlo en otros términos, una iglesia, un teatro o un edificio militar, han sido pensados para provocar un comportamiento específico en sus usuarios y por tanto, deliberadamente siguen reglas de diseño (al igual que reglas estéticas y constructivas generalmente precisas) que definen las ideas que expresan y regulan las relaciones que establecen las personas entre ellas y con el espacio construido, a diferencia por ejemplo de una casa, en donde la definición de los espacios y las formas, responden a reglas culturales que se aplican de manera parcialmente inconsciente en la construcción; de ahí en parte la importancia del estudio de la vivienda y de los espacios domésticos, en contraposición a otro tipo de

edifi a io es, dado ue las asas muestran de manera más clara el vínculo entre forma y pat o es de vida (íbid, p. 10).

Esto desde luego no quiere decir que el estudio de los monumentos o más bien de la arquitectura monumental no sea importante, lo que quiere decir es que, al ser los edificios monumentales construidos con un propósito o una función específica, nos dicen más acerca de esa función, que de las concepciones y la visión del mundo que sus usuarios tenían; si queremos conocer acerca de la forma de vida de una sociedad en un momento particular, las casas constituyen una fuente mucho más valiosa de información.

Otra de las razones para ello como lo menciona Rapoport, es el hecho de que en las

asas, la ge te … ge e al e te t a aja justo e el tope te ológi o de su ultu a, pe o justo debajo del tope estético demostrado por esos otros edifi ios … 1 (íbid, p. 10).

En ese sentido, los espacios domésticos se presentan como un tipo arquitectónico de

espe ial i te és, de ido a la i te a ió dia ia ue o u e e t e las pe so as sus

construcciones, puesto que el edificio, como lo señala Ingold (citado por Hicks y Horning. 2006), … es u p o eso ue o u e o sta te e te ie t as la ge te viva en un entorno […] la fo a fi al o es ás ue u o e to fugaz p. .

Teniendo en cuenta que para el caso de la vivienda el genre de vie no sólo explica en buena medida su aparición y las formas que adquiere, sino también las transformaciones físicas que la vida misma de sus habitantes y sus propias experiencias y expectativas van moldeando en la cotidianidad del habitar, resulta necesario abordar con más detalle el concepto de casa,

o o u a categoría de análisis para explorar el significado de la permanencia y las formas que esta adquiere The ie . , p. .

Una casa, es en efecto un espacio arquitectónico destinado a un uso particular – el habitar – pe o es al is o tie po e pala as de Rapopo t u a institución y no sólo una estructura creada para un complejo conjunto de propósitos , p. . Co o i stitu ió o

o o unidad social de espacio íde , los o eptos de asa hogar comienzan a entrecruzarse.

Esta relación que existe en la casa, entre el espacio físico (arquitectura) y el espacio simbólico (hogar), la convierte como unidad, en un efectivo dispositivo de control; más aún, la

1El auto al efe i se a esos ot os edifi ios está ha ie do alu

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8 casa se convierte en el escenario de la familia, y por tanto en el lugar en que las diversas interacciones entre individuos se dan.

Algunos autores como Hillier y Hanson (1984) o J. A. King (2006), incluso sostienen que la arquitectura de la casa no solamente permite que las relaciones entre individuos se generen, sino que más bien, la casa produce (y reproduce) dichas relaciones.

De cualquier modo, ya sea que la casa provoque unas determinadas actitudes o simplemente las refuerce, lo cierto es que como unidad (espacial y simbólica) la casa expresa físicamente parámetros sociales de comportamiento, relacionados desde luego por categorías como la etnia, el género o la clase, o jerarquías de poder dentro de los individuos que habitan un mismo hogar. De acuerdo con Rapoport (1969, p. 49):

Laidea de la asa o o u e a is o de o t ol so ial … puede ue a o apli ue o

tanta fuerza en una sociedad como la de hoy con la formalización e institucionalización de los sistemas de control. Bajo estas condiciones, el vínculo entre cultura y forma [de la casa]

se de ilita … . Este í ulo si e a go, u a desapa e e del todo la asa toda ía les

dice mucho a los jóvenes acerca de la vida y de las actitudes que se esperan de ellos, como

la fo alidad, la i fo alidad la pul itud .

Pero además de brindar refugio a sus propios habitantes, las casas son en la mayoría de casos, espacios de interacción social con el mundo exterior, bajo unos ambientes y unas

o di io es o t oladas. Todo edificio selecciona del conjunto de posibles extraños, un su o ju to de visita tes ue so pe so as ue puede e t a al edifi io te po al e te, pe o

ue o puede o t ola lo (Hillier y Hanson. 1984, p. 146).

En este sentido las casas, además de brindar privacidad para sus propios habitantes, brindan visibilidad frente a los visitantes por medio de la aparición de espacios destinados para ello y para permitir un control de las relaciones que se generan entre propios y extraños; veámoslo así: cualquiera que visite la casa de otra persona, normalmente esta á o fi ado a permanecer en uno o dos espacios específicos a los que puede tener acceso, mientras que el resto de la casa, quedará por fuera de estos límites de interacción social.

La forma de la casa sin embargo, no puede únicamente explicarse a partir de las necesidades de control que operan al interior de un hogar (como la vigilancia de los menores o de la servidumbre) o con relación a los visitantes, sino que también depende de una serie de innumerables factores o fuerzas (según las denomina Rapoport) que también son de naturaleza física, como por ejemplo la necesidad de abrigo frente a un determinado medio ambiente, los materiales, medios de construcción y tecnología disponibles, el entorno de un sitio, la necesidad de defensa frente a otros grupos humanos o las dinámicas económicas.

Pese a esto y como lo advierte Rapoport, si bien en el análisis de una casa estas fuerzas no pueden dejarse de lado, tampoco permiten explicar por si solas la construcción de una

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9 vivienda y moldea los espacios y las relaciones entre ellos, es la visión que las personas tienen de un ideal de vida , p. .

El vínculo íntimo entre personas y casas, ha conducido a que autores como J.A. King (2006), introduzcan el término de biografía de la casa, para referirse a la posibilidad de estudiar, a partir de las huellas dejadas, los diferentes ciclos de vida de sus habitantes o viceversa, es decir, a partir del conocimiento de los ciclos de vida, poder explicar cambios en el edificio. De

a ue do o Hi ks Ho i g, la a ueología de las asas puede estudiar cómo las actividades moldean y son moldeadas por la casa misma – su disposición, materiales, construcción, alte a ió pe ep ió el e to o e te io i ediato (2006, p.284).

En contraste con lo anterior, no todos los autores están de acuerdo con la idea de que el espacio pueda determinar un comportamiento (Rapoport, 1982; Kent, 1990) aunque si

oi ide o ue los espa ios tie e al e os, la apa idad pa a suge i o po ta ie tos

(Kent. 1990, p. 2).

En cualquier caso, lo que resulta cierto es que la relación entre casa y habitantes es y ha sido tan estrecha, que en muchos contextos han sido considerados como una única entidad. Tal es el caso por ejemplo de la Nueva Granada en donde,

la casa era el lugar donde las familias aseguraban un hogar, daban calor a sus días y conservaban un honor. En la tradición castellana medieval todo individuo debía pertenecer a u a asa sola o o ido e te die do po tal ue todo ho e o uje … de ía pe te e e a u luga . … Así o e a e t año ue españoles e ié llegados a u a iudad y acogidos por u a fa ilia o fesa a pe te e e a la asa de esta fa ilia. Casa fa ilia tuvie o e to es si ila sig ifi ado e t e los se to es ás hispa izados de la so iedad (Rodríguez. 1996, p. 103).

La casa, como unidad social y espacial, posee lo ue pod ía e uipa a se o u a ida propia, sincronizada además con los ciclos de vida de sus propios habitantes. Este hecho, resulta fundamental para poder comprender un inmueble así como las huellas (registro arqueológico) de los eventos que ocurrieron y que marcaron cambios significativos en función de los diferentes tipos de espacio; de ahí la importancia de analizar las partes que componen esa unidad denominada casa.

I.3. El análisis espacial

Para el estudio de las edificaciones y particularmente de aquellas de carácter doméstico, la AA ha incorporado diversas herramientas encaminadas a realizar una interpretación analítica de los espacios, en términos de sus usos y disposiciones y de la manera en cómo la distribución misma de los volúmenes y las formas, determina diferentes niveles de control e interacción de los individuos.

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10 ciertos aspectos que son más o menos comunes a toda vivienda y que responden a parámetros culturales definidos; tal y como se mencionó, al genre de vie de sus habitantes.

B so e io a ue Las casas son en realidad objetos extraños. Ellas no tienen cualidades universales que las definan: pueden tener casi cualquier forma, incorporar virtualmente cualquier material, ser de casi cualquier tamaño. Sin embargo, donde quiera que vayamos en el mundo, reconocemos lo doméstico al momento en ue lo ve os (p. 28).

Esto es posible gracias a que la domesticidad no es solamente una cualidad constructiva

si o ás ie , … u o ju to de e o io es pe i idas, o sólo u at i uto aislado. La domesticidad tiene que ver con la familia, la intimidad y una consagración al hogar, así como u a se sa ió de ue la asa i o po a esos se ti ie tos o sólo les da efugio (Rybczynski. 1989, p. 84)

Al entrar por ejemplo en una casa, somos capaces de diferenciar un espacio (y la manera de comportarnos en él), debido a que hemos codificado diferentes elementos como su tamaño, su forma de acceso, su luminosidad, su decoración o el mobiliario o las cosas que tiene, dentro de una configuración mental específica que responde igualmente a una especialización de cada espacio.

Pero por más evidente que parezca, puesto que la mayoría de personas no requieren de un proceso mental demasiado elaborado para saber que se encuentran en un baño, en una cocina o en un dormitorio, no puede de ningún modo darse por sentado que todos los baños, todas las cocinas y todos los dormitorios siempre han sido así; de hecho, la aparición de

espa ios fu io ales sepa ados de t o de la asa, o o u e si o hasta el s. XVIII e Eu opa. El primer uso del comedor se dio en 1634, pero la sustitución de la sala multiusos por una serie de espa ios espe ializados pa a o e , e i i o ve sa tuvo ue espe a hasta el siglo siguie te (Braudel citado por Rybczynski. 1989, p. 53).

Lo que esto quiere decir, es que los códigos (tan naturalizados) que nos permiten comprender de manera casi automática un espacio, varían enormemente de acuerdo con las fuerzas físicas y culturales que dan forma a la casa misma dentro de una época o un contexto social o cultural dado; por esta razón, el estudio de una casa es un proceso dialéctico en la medida en que, analizar los espacios y su disposición permite un acercamiento a los parámetros culturales que dieron forma a la casa, pero por otro lado, conocer esos parámetros, también brinda pistas para deducir (o suponer) la naturaleza de cada uno de los espacios.

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“egú Hillie Ha so , p. La organización del espacio interior tiene en definitiva una relación bien definida con las categorías y los roles sociales a dife e ia po

ejemplo de espacios externos o públicos. En efecto, los autores van más allá al mencionar que

Podemos decir sin mucha exageración, que los espacios interiores tienden a definir más un espacio ideológico, en el sentido de un sistema fijo de categorías y relaciones que es

o ti ua e te eafi ado po el uso (íbid, p. 20).

Dado que cada espacio constituye una unidad propia (célula), el punto clave para su análisis y para la comprensión del sistema total que es la casa, radica en poder establecer los límites y las posibles relaciones que generan, puesto que la delimitación crea un interior y un exterior que desconecta en mayor o menor medida, cada célula del conjunto.

Para los autores la existencia de estos límites o umbrales, que últimas determinan el

a á te de la asa, uest a u a fa eta dual puesto ue … crean al mismo tiempo una categoría de espacio – el interior – y una forma de control – el límite en sí mismo. Esta dualidad está invariablemente presente en los patrones espaciales al i te io de los edifi ios (1984, p. 146).

Conocer estos patrones o como se ha denominado la sintaxis espacial, permite entonces interpretar cada uno de los espacios que existen pero además, proyectar hasta cierto punto, cuál fue su función original o uáles so los a ios ue ha te ido, de ido a ue e pa te, El estudio de estas relaciones espaciales entre elementos, esto es, la estructura espacial, permite u a e a ie to o solo a la lógi a espa ial de u a dete i ada o u idad, … si o ta ién a la p opia lógi a so ial de ese espa io (Borrazás, Blanco y Ayán. 2002, p.22).

Esta lógica social, no está dada únicamente por las relaciones entre individuos pertenecientes a una casa, sino que además está determinada por las relaciones entre estos individuos y los visitantes, lo que condiciona que existan espacios que si bien no son públicos si son al menos visibles, mientras otros son reservados para uso y control exclusivo de los habitantes.

Todas las casas (incluso los pequeños apartamentos actuales para una sola persona) tienden a tener espacios destinados al control de los visitantes, espacios que, además de comunicar el mensaje que los habitantes quieren enviar (salud, bienestar, ostentación, sofisticación, etc.), tienen un tipo de acceso dentro de la configuración espacial que los hace identificables.

Lo mismo ocurre por ejemplo, con las habitaciones que están destinadas para la vida íntima de las personas y que normalmente resultan ser los espacios de más difícil acceso, de acuerdo con las necesidades de privacidad y de acuerdo con condicionantes culturales, como la higiene o la moral.

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12 forma de representar en el espacio, la idiosincrasia de una identidad cultural Hillie Ha so .

1984, p. 145).

Estos ejemplos sencillos, lo que demuestran es la existencia de unas reglas básicas de configuración espacial, que forman los patrones que dan vida a la casa y que pueden ser comprendidos, por medio del análisis espacial. Borrazás, Blanco y Ayán (2002), diferencian varios tipos de aproximaciones para el análisis espacial de los edificios desde la perspectiva de la AA, caracterizando dos componentes centrales: el análisis formal y, el análisis de la percepción.

Esta diferencia se debe a que el espacio, tiene una doble condición: por un lado como un hecho físico, el espacio se extiende en una continuidad casi infinita (y digo casi, porque hasta el momento la física continúa debatiendo si en efecto el universo es infinito o no) que abarca las cuatro dimensiones experimentables, o sea, las tres dimensiones espaciales y el tiempo. Esta continuidad, se interrumpe por medio de barreras físicas que encierran el espacio y configuran una unidad formal arquitectónica.

La otra condición, es que además de ser un hecho físico, el espacio depende de la fenomenología de la percepción humana, lo que implica que su configuración de alguna manera varía en función del punto de vista del observador. Hildebrand en el s.XIX, diferenció dos tipos de visión que cambiaban la percepción del espacio correspondientes a la visión estática y a la visión cinética, esta última para referirse a objetos y construcciones cuya forma se transformaba en función del movimiento del espectador. Tal y como lo señala Co elis Va de Ve La noción de la visión cinética de Hildebrand fue la contribución más importante del siglo XIX a la idea de espacio, pues no solamente subrayó que el espacio era lo fundamental en toda creación artística, sino que también introdujo el elemento tiempo en la formación de la percepción total de la imagen p. .

Teniendo en cuenta estas consideraciones, el análisis formal para el estudio de los edificios corresponde entonces a la caracterización que debe hacerse para identificar cuáles son los factores organizativos que configuran cada espacio y cómo los espacios se relacionan entre sí en una determinada construcción, así como su relación con el entorno, es decir, el emplazamiento de la casa y su proximidad con el contexto físico más inmediato.

Este análisis formal que es en primera instancia descriptivo, pretende identificar a partir del estudio de la geometría de los espacios (forma/volumen/apariencia) y su disposición (modos de organización espacial), cuáles son aquellos con mayor o menor importancia o jerarquía

de t o de la asa, su posi le fu ió , o la apa i ió de … elementos anómalos respecto al resto de la construcción í id, p. .

Ching propone a este respecto, que el análisis formal del espacio debería establecer cuáles son los elementos (tanto verticales como horizontales) que definen los espacios y que incluyen líneas y planos que se entrelazan para dar vida a la forma arquitectónica.

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13 propiedades del cerramiento cómo la dimensión, es percibida como proporción o escala; lo mismo ocurre con ciertas propiedades como la superficie o las aristas (que configuran el color y la textura) al igual que las aberturas, cuya extensión y ubicación (pues no es lo mismo una ventana que da hacia el exterior, que una que mira hacia otra habitación por ejemplo), determina características como el grado de cerramiento, la luminosidad y las visuales del espacio, que no son otra cosa que los centros de atención y orientación del espectador.

Pero las diferentes combinaciones entre estos elementos formales no permiten por si solas generar un ambiente específico para cada espacio, puesto que son los acabados y decoraciones los elementos que refuerzan el ambiente creado por las formas. Cada habitación en un espacio, genera un sentimiento que es percibido por el observador y traducido (a partir de unos códigos culturales) en un ambiente específico. En este sentido, los acabados y decoraciones están determinados en alto grado por la función del espacio, pero también, por factores relacionados con el modo de vida de los habitantes, sus gustos, posición social, etc., pero también con otras categorías como el género (particularmente la identificación de los espacios femeninos dentro de la casa) la edad (en ocasiones es posible diferenciar espacios infantiles por ejemplo) y la jerarquía (cuáles son los espacios para los dueños de casa, cuáles para la servidumbre y cuáles para los visitantes por ejemplo).

Además de la indagación de las formas y apariencias de los espacios, el análisis formal contempla cuáles son los modos de relaciones espaciales entre las unidades que componen la casa. La figura 1, muestra los cuatro tipos de relaciones espaciales establecidas por Ching (íbid, p. 195). El autor define también, cinco tipologías de organización espacial que corresponden a: A) Central, cuando existe un espacio dominante alrededor del cual se organizan los otros espacios; B) Lineal, cuando los espacios se repiten en una secuencia uno al lado del otro; C)

Radial, un espacio central a partir del cual se desprenden otros espacios en forma de radios lineales; D) Agrupada, cuando los espacios se organizan con base a su proximidad o a la participación de un rasgo visual común y E) Trama, cuando los espacios se organizan a manera de cuadrícula.

[image:18.612.71.336.505.697.2]
(19)

14 El segundo ingrediente del análisis espacial, juega con el carácter cinético en la percepción del espacio y se orienta al reconocimiento, desde el punto de vista de un observador en movimiento, de cuáles son las ela io es p ese tes e u a asa o la relación vivencial del se hu a o o las o st u io es ue usa o o st u e (Borrazás, Blanco y Ayán. 2002, p. 36). Estas relaciones, tienen que ver principalmente con la circulación que producen las formas arquitectónicas, el grado y tipo de acceso a los diferentes espacios y su visibilidad.

Uno de los métodos más empleados para llevar a cabo este tipo de análisis perceptual de los espacios es el denominado análisis gamma, que pese a lo poco familiar que pueda resultar el nombre, no es otra cosa que un diagrama interpretativo (cualitativo y cuantitativo), de la posición relativa de un espacio determinado dentro del sistema global que es la casa, basado en el carácter de interioridad/exterioridad de cada espacio y su relación con los espacios adyacentes, es decir, su permeabilidad.

En la figura 2, se muestran los tipos de permeabilidad que un espacio puede tener, así como la manera de representar espacios (círculos) y accesos (líneas) dentro de un mapa

gamma.

Según estas propiedades de los espacios, los autores han desarrollado diferentes tipos de permeabilidad espacial (ilustrados en la figura 3) a partir de los criterios de simetría y distribución.

La simetría (en esta acepción del término), implica que dos o más espacios tienen el mismo tipo de control el uno con respecto al otro (ver fig. 6A), es decir que no existe subordinación; mientras que, un espacio es distribuido si existe más de una ruta posible para acceder a él, o sea, más de un locus de control.

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15 Aunque los mapas gamma brindan una visión de las relaciones espaciales (y de cierto modo sociales) en una casa, lo hacen desde una perspectiva que es estática, puesto que dependen de la forma en que se trace la circulación. De esa forma, una misma planta puede tener varias interpretaciones si se realiza el análisis desde el punto de vista de un visitante (que comienza el recorrido desde el exterior hacia el interior) o si se hace tomando como punto de partida otro espacio (por ejemplo una entrada trasera al edificio).

A pesar de esta limitante, el punto central en este tipo de mapas o representaciones, radica en poder interpretar las relaciones espaciales a la luz de las relaciones entre individuos dentro del ambiente de una casa, para así poder generar hipótesis de trabajo con respecto a su jerarquía y uso social. La eficacia de estos mapas … adi a e su ha ilidad de aptu a las

ela io es so iológi a e te eleva tes i teg adas e u a pla ta (Bafna. 2003, p. 23).

La configuración formal de los espacios, su apariencia y sus acabados, el tipo de control que poseen y las relaciones que generan entre sí, son los factores que permiten expresar físicamente la casa como idea y de reproducir (y no solamente albergar) las distintas sensaciones perceptivas, que responden a una lógica socio-cultural que lejos de ser estática va cambiando a través del tiempo.

[image:20.612.57.536.163.402.2]

Para poder caracterizar las modificaciones espaciales y poderlas organizar en el tiempo, además de intentar deducir las razones por las cuales se produjeron así como los cambios en las relaciones entre los individuos de la casa, será necesaria la investigación arqueológica del edificio.

Figura 3. Tipos de permeabilidad espacial. Los mapas gamma al lado de cada ejemplo ilustran el diagrama de cada espacio y el círculo con la cruz en medio, indica el espacio de inicio del recorrido. El ejemplo 6A muestra un espacio simétrico y distribuido dado que los accesos son iguales para a y b

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16

Capítulo II: Métodos y técnicas de investigación arqueológica

Como toda investigación, la que se hace en el campo de la arqueología en general y de la AA en particular, genera un tipo de conocimiento sobre una realidad específica. Este conocimiento, se encuentra dentro del rango de lo que se ha denominado el saber científico, que Ander-Egg diferencia del conocimiento vulgar, a partir de la forma de obtenerlo y no tanto en función de las temáticas, de las características de los descubrimientos producidos o incluso de su veracidad.

Es por esto, que la investigación como una manera de producir conocimiento, resulta

ese ial e te u p o le a e t ado e la forma, el modo y los instrumentos del conocer

(1976, p. 13), es decir, un problema que reside en el campo de lo metodológico. El método científico, que es el que establece los instrumentos teóricos e intelectuales dentro de la ciencia, se caracteriza entonces por operar dentro de ciertos marcos que permiten ordenar la producción de conocimiento dentro de un sistema conceptual. Tal y como lo señala Ander-Egg (1976 : Sin conceptos, o para ser más precisos, sin un sistema conceptual, no es posible el

étodo ie tífi o o se ue te e te la ie ia (p. 19).

Este sistema conceptual al que alude el autor y que tradicionalmente se ha caracterizado como lo señala Strauss (1987, p. 11) por la inducción (formulación o descubrimiento de hipótesis), la deducción (establecimiento de las implicaciones derivadas de las hipótesis) y la verificación (comprobación), no es otra cosa que la perspectiva desde la cual el investigador se sitúa para obtener, ordenar y analizar los datos que obtenga, dentro de una secuencia lógica denominada metodología.

Strauss y Corbin (1998) identifican la metodología como una forma de ver e interpretar una realidad dada: … Más ue u o junto de procedimientos es una forma de pensar acerca del mundo la a e a de ve lo (p. 4). Los autores añaden, que dentro del proceso de investigación científica además de la metodología (que es la que orienta la perspectiva desde la cual se produce el conocimiento) se requiere de métodos, que corresponden a un o ju to de p o edi ie tos té i as pa a o te e a aliza la i fo a ió (1998, p.3) y de

interpretación2 o o El proceso analítico por medio del cual la información es fragmentada, o eptualizada e i teg ada pa a fo ula u a teo ía (ídem).

La metodología, provee entonces un sentido, una visión de hacia dónde quiere llegar el investigador mientras que … las té i as los p o edi ie tos étodos p ovee los edios pa a t ae esa visió a la ealidad (Strauss & Corbin. 1998, p. 8).

Ander-Egg po su pa te ide tifi a el étodo o o … el a i o a segui edia te u a

serie de operaciones y reglas prefijadas de antemano aptas para alcanzar el resultado p opuesto. (1976, p. 44) y lo diferencia de la técnica al e io a ue la técnica no es el camino como el método, sino el arte o la manera de recorrer ese camino íde .

2

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17 Teniendo en cuenta lo anterior, dentro del presente capítulo se exponen algunos de los métodos y técnicas de investigación arqueológica, seleccionados en función del problema que plantea el estudio de los edificios desde la arqueología. Desde luego, no son los únicos que existen y ni siquiera son los centrales, dado que aún hoy en día (por desgracia para la conservación), la investigación arqueológica sigue predominantemente marcada por la excavación.

Es importante mencionar también, que estos métodos y técnicas no son en absoluto

ho ogé eos au ue o pa te el a á te ie tífi o , p o ie e ta to de las ie ias

sociales como de las exactas, lo que hace necesario abordar primero (aunque sin entrar en una discusión epistemológica prolongada) uno de los problemas centrales del conocimiento y su producción que ha derivado en una división entre ciencias humanas (y sociales) y ciencias naturales (o exactas).

Desde el pensamiento ilustrado y su consolidación moderna en el siglo XIX, los saberes se fueron especializando y separando, en función precisamente de las formas que empleaban (problema metodológico) para obtener los datos y analizarlos y en consecuencia, para teorizar acerca del universo y su funcionamiento.

Las ie ias dedi adas al estudio de los fe ó e os atu ales puesto ue desde la

aparición del pensamiento cartesiano el hombre se separó definitivamente, como sujeto, del mundo de la naturaleza), comenzaron a expresar sus teorizaciones a partir de un tipo de análisis centrado fundamentalmente, en expresiones matemáticas, debido no precisamente a las características de los fenómenos estudiados, sino más bien, a la necesidad de medirlos, cuantifica los ep odu i los o o edida de la alidez del o o i ie to p odu ido. U a teoría, en las ciencias exactas, debe ser universal y comprobable empíricamente, para poder ser reconocida como e dade a , es de i , para que sea aprobada.

Aunque en principio todo suene muy bien, los problemas comenzaron a aparecer

p i ipal e te e la físi a , ua do los datos o oi idía e todos los e pe i e tos o las teo ías pla teadas, lo ue o dujo a ue el a álisis ua titati o el odelo ie tífi o

(23)

18 Pero mientras los fenómenos naturales podían ser analizados cuantitativamente, los científicos que estudiaban los fenómenos relacionados con los seres humanos, o sea, con la cultura y con la sociedad, se dieron cuenta (de manera sorpresiva no tan rápido como se esperaría) que el modelo de análisis cuantitativo aunque podía aplicarse en muchos casos, no tenía sentido en muchos otros debido a una razón: el punto de vista del observador ya no era imparcial sino que por el contrario, incidía en la percepción de los fenómenos y por lo tanto en su teorización.

De acuerdo con Lindley, a partir del siglo XIX la mayoría de ciencias trataron de validarse

e fu ió del odelo ua titati o al ajusta se a las aspi a io es ue la físi a of e ía. El truco estaba en definir tu ciencia en términos de observaciones y fenómenos que se prestaban para una descripción precisa – reducible a números – y luego a encontrar leyes matemáticas que o de a a esos ú e os de t o de u siste a i eludi le (2007, p.3).

Las ciencias sociales y humanas han desarrollado metodologías de investigación cuyo enfoque se centra en un análisis cualitativo de la información. Para Strauss y Corbin, la investigación cualitativa se define simplemente como … ual uie tipo de i vestiga ió u os

descubrimientos no son producidos por procedimientos estadísticos o por cualquier otro medio de ua tifi a ió (1998, p.11). Esto quiere decir, que una investigación cualitativa puede perfectamente tener datos que requieran un ordenamiento cuantitativo, pero se diferencia en que el análisis central de los datos, no depende de una medición.

La elección de métodos cualitativos, más allá del enfoque disciplinar del investigador, depende de la naturaleza del problema de investigación. Así mismo Strauss y Corbin añaden, que a diferencia de los métodos cuantitativos, los métodos cualitativos pueden ser usados

para obtener detalles intrincados acerca de fenómenos como los sentimientos, los procesos de pe sa ie to las e o io es (ídem).

Esto conduce necesariamente a abordar el papel de la interpretación dentro del método cualitativo, pues es el componente central que en últimas define las diferencias entre ambas formas de producción de conocimiento. Mientras en las ciencias exactas el paradigma sigue siendo de objetividad (aunque como ya se mencionó, Heisenberg se encargó de poner a tambalear este principio), en el estudio de fenómenos complejos, como por ejemplo la AA, los datos por sí mismos no adquieren ningún sentido, mientras no sean elaborados por el investigador, dentro de un sistema que les brinde coherencia.

Este hecho implica que la investigación cualitativa requiera de dos procesos diferentes: el primero, que corresponde al nivel de los datos (realidad) y su obtención (que puede realizarse por medio de métodos cualitativos) y un segundo nivel de abstracción (análisis) en el que esos datos son organizados, reducidos, relacionados, categorizados y conceptualizados; a este nivel de abstracción es a lo que se refiere la interpretación.

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19 parten de la base que el investigador es objetivo e imparcial y por lo tanto no afecta los resultados) para combinar tanto un pensamiento crítico como uno creativo; para expresarlo en otros términos, la i te p eta ió es la interacción entre los investigadores y la información

(1998, p. 13). Esta característica particular de la interpretación, ha conducido a que los autores mencionen que es una mezcla entre ciencia y arte.

Es posible decir lo mismo de la investigación arqueológica y en especial de la AA, puesto que como se verá, la recolección de los datos depende de métodos que en muchos casos son

ua titati os po lo ta to ie tífi os , su i te p eta ió , pa a la o p e sió del edifi io

sus transformaciones, pero también de las razones que provocaron estos cambios no lo son y

o stitu e u e dade o a te , u o ti uo p o eso de ela ió , a álisis atego iza ió .

II.1. La prospección arqueológica

La prospección en su sentido más general consiste en la exploración de posibilidades futuras basada en indicios presentes. En arqueología, constituye una fase previa a la excavación que permite la detección de los yacimientos.

Pa a Jouko sk , la p ospe ió es la ciencia que de manera precisa determina la forma, área (tamaño) y posiciones de la superficie de un sitio, por medio de la medición de ciertos puntos , p. , ie t as ue pa a Re f e Bah o stitu e el o ju to de té i as de

localización de yacimientos o de cerramientos ya identificados (1998, p.66).

La importancia de la prospección arqueológica, radica en que cuando está organizada en un programa, evita que se realicen excavaciones innecesarias, reduciendo por un lado costos, pero por otro lado, la pérdida de los contextos arqueológicos, dado que toda excavación (por buena que sea), implica en sí misma un acto de destrucción.

Este punto, ha permitido que cada vez más la prospección sea comprendida como un ejercicio de investigación en sí misma y que en la actualidad se considere casi como un requisito previo a la excavación.

De a ue do o Ca a di i, el único camino posible para aunar protección e investigación es escoger y programar: qué debe excavarse totalmente, qué parcialmente, dónde hacer sondeos, dónde no excavar y que debe dejarse para futuras excavaciones , p.63); estos son en definitiva, los objetivos centrales de la prospección arqueológica.

Al ser una selección de posibilidades (ante la imposibilidad de excavarlo todo), los métodos de prospección se han ido refinando en función de la teoría probabilística, buscando que la muestra excavada, sea representativa de todo un sitio arqueológico o de un yacimiento particular.

(25)

20

Figura 4. Posibilidades de prospección en suelo de un edificio: A. Una habitación puede ser excavada por cuadros. B. Un conjunto regular puede ser excavado como si se tratase de una habitación. Lo mismo ocurre con un complejo simétrico, el cual se puede excavar en una de sus mitades. (Tomado de Historias en la Tierra. A. Carandini., 1997, p.64).

sistemática (en donde el muestreo se lleva a cabo a partir de una retícula); cualquiera de estas dos aproximaciones, puede realizarse de manera estratificada en función de las condiciones del terreno, es decir, subdividiendo una superficie en áreas diferenciadas.

La selección de estos métodos, dependerá del reconocimiento inicial que se realice del área así como del conocimiento que se tenga de ella, puesto que no siempre el método probabilístico resulta significativo y puede ocurrir lo que los autores han denominado como el

efe to Teotihua á , e do de po u p o le a de je a uía, e iste u e t o ás i po ta te

que el resto del área, lo que implica que el muestreo aleatorio podría omitir este centro (1998, p. 166).

En este tipo de casos, que es lo que ocurre por ejemplo con las excavaciones arqueológicas en las edificaciones, la prospección estadística resulta ineficiente por lo que debe realizarse en función de la distribución espacial del edificio. Carandini advierte a este respecto que … esulta difí il pe o posi le, je a uiza las i te ve io es po ue i luso las

particularidades arqueológicas, pueden encuadrarse en tipologías y no faltan repeticiones y simetrías arquitectónicas en los edificios que permitan reducir de forma inteligente las intervenciones , p. . E la figu a , se muestran algunos ejemplos dados por el autor, para ilustrar este tipo de situaciones.

[image:25.612.123.454.465.626.2]
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21

Figura 5. La visibilidad en la prospección implica que los elementos queden expuestos, o que por el contrario, algunos de ellos como las decoraciones superficiales, yeserías o carpinterías sean visibles, mientras que otros no (como las pinturas murales subyacentes). En estos casos se hace necesario realizar una exploración que permita

ha e isi les estos ele e tos. Iz uie da, Capilla de “a ta A a , Villa del Rosa io, No te de “a ta de , .

Derecha, Teatro Faenza de Bogotá, 2011.

El problema de la visibilidad, implica que en un muro es posible observar los estratos que comprenderían el yacimiento en sí mismo, o bien, la imposibilidad de observar estratos subyacentes que se encuentran cubiertos por sucesivas modificaciones. Sánchez añade con

ela ió a este últi o pu to ue Otra de las especificidades de la prospección en entornos habitados, más específicamente en edificios en pie, es que la actividad arqueológica no puede se dest u tiva … . Esta situa ió puede sig ifi a e algu os asos u a li ita ió pa a la visibilidad, ya que la presencia de enlucidos puede ocultar la existencia de fases diferenciadas en los u os (ídem).

El punto central radica entonces en que, o bien los elementos arquitectónicos son

isi les si ue ello e esa ia e te i pli ue u a o te po a eidad e t e estos ele e tos

cómo se verá más adelante) o por el contrario, existen múltiples elementos que están cubiertos

po ot os ue i pli a lle a a a o u t a ajo de e plo a ió ue los haga isi les e

figura 5).

Además del problema de la visibilidad, habría que añadir para efectos de la prospección arqueológica de edificaciones, los tipos de relaciones espaciales que se pueden presentar y que implican cambios en las características materiales de los diferentes elementos arquitectónicos, particularmente de los muros, en la medida en que son justamente estos, los que crean límites que determinan los espacios.

Así por ejemplo, un muro a pesar de ser un único elemento, generalmente presenta características que cambian de un sector a otro en una sola de sus caras, en función de su

[image:26.612.58.525.291.453.2]
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22 Puede de igual manera en una misma cara, mostrar cambios con relación a su continuidad vertical, para edificios de dos o más plantas, lo que evidencia relaciones del tipo arriba/abajo entre los diferentes sectores del muro (ver figura 7). Por otro lado, la función de los muros dentro de la configuración espacial, sean estos perimetrales, portantes o divisorios, permite establecer relaciones espaciales de interioridad/exterioridad que son percibidos a partir de cambios en cada una de las caras de un mismo muro (ver figuras 8 y 9).

El punto central de esta serie de ejemplos, radica en que la comprensión de los espacios y sus relaciones, pero también de los elementos que los conforman, resulta fundamental para el proceso de prospección, en la medida en que estas relaciones no son estáticas y los espacios mismos cambian constantemente a lo largo del tiempo, dejando huellas que deberán ser

leídas poste io e te i te p etadas de t o del estudio a ueológi o.

Figuras 6 y 7. Un mismo muro puede presentar diferentes características en una misma cara ya sea en sentido horizontal (figura 6, arriba) o vertical (figura 7, abajo). La diversidad de relaciones espaciales que pueden percibirse, marca los distintos sectores de acuerdo con la continuidad o la

(28)

23 Es por esta razón, que la caracterización y el análisis espacial, así como el acercamiento a los tipos de elementos que componen la casa, constituyen el punto de partida para establecer similitudes y diferencias que permitan realizar una selección acertada de los lugares en los que se llevarán a cabo las exploraciones, estratigrafías y análisis de las muestras.

II.2. La Matriz de Harris y los principios de la estratigrafía

Cuando Edward C. Harris publica su libro de Principios de estratigrafía arqueológica

(1989), enuncia una serie de leyes estratigráficas y define unos conceptos, que constituyen la base de un instrumento de excavación y registro arqueológico conocido actualmente como

Matriz de Harris (Harris Matrix) y que será fundamental en el desarrollo de la AA.

Pero para comprender en qué consiste la matriz, el primer punto de partida es definir lo que se entiende por el término, frecuentemente empleado, de unidad estratigráfica (UE).

(29)

24 Carandini (1997) establece que una UE es una acción mínima identificable, es decir, una realidad material básica que comparte ciertas características que la hacen diferenciable (p. 57).

Para el caso de los edificios, estas acciones que comparten una misma intención y que componen las UE, pueden ser de carácter constructivo (acciones positivas), de demolición (acciones negativas o interfacesא) o de transformación, ya sea por efecto de causas naturales

dete io os o po odifi a io es i du idas po el ho e. Cada u a de estas UE, […] está caracterizada por una superficie, un contorno, un volumen, una posición topográfica, una posición estratigráfica, una datación relativa y una cronología . Qui ós. , p. .

La aplicación de las UE en el estudio estratigráfico de los muros, varía en la práctica con respecto a lo que sucede co u a i ie to a ueológi o ho izo tal, pues en el análisis paramental normalmente sólo puede observarse la superficie de las unidades estratigráficas, no el cuerpo entero del estrato, ya que éste normalmente no se retira ni se destruye . López

Torres. 2008, p. 199).

Este tipo de matices, han conducido a que se planteen clasificaciones para las UE, en relación con la función que cumplen dentro del edificio; autores como Doglioni (1997, citado por López y Torres. 2008, p. 199) proponen dos tipos diferentes de agrupación de las UE:

estratos principales, como el conjunto de unidades cuyo papel es estructural para el edificio (diseñadas para soportar cargas) y estratos secundarios, como aquellos que no pueden sustentarse por sí mismos y típicamente corresponden a recubrimientos y decoraciones.

López y Torres (2008, p. 200 y ss.), además de la calificación de las UE como positivas y negativas, proponen otros cuatro tipos de unidades que pueden reconocerse en el estudio de un inmueble y que corresponden a unidades de revestimiento, como aquellas originalmente concebidas para cubrir estratos principales y que a pesar de encontrarse sobrepuestas, mantienen una misma relación de temporalidad con el estrato anterior; unidades de recubrimiento, que a diferencia de las anteriores son añadidas en un momento dado (y no contemporáneo) para modificar características del inmueble; unidades no visibles, que no pueden ser reconocidas sino por medio de fuentes documentales o de evidencias indirectas y las unidades desaparecidas, nombradas por Doglioni como virtuales y definidas como unidades que permiten identificar elementos edilicios que habiendo desaparecido, sin haber dejado rastros materiales perceptibles, pueden reconocerse a partir de la impronta que han dejado en otras unidades.

Pero más allá de identificar las UE a partir de características físicas como su color, composición química, granulometría, trama, dimensiones, etc. lo que determina realmente la importancia del método de Harris, es el establecimiento e interpretación de las relaciones que pueden establecerse entre las diferentes unidades y que están determinadas por las leyes generales de la estratigrafía.

Estas leyes fundamentales, que fueron originalmente desarrolladas por la geología pero adaptadas, e incluso aumentadas por Harris para la excavación arqueológica, parecerían ser

Figure

Figura 1. Se presentan los cuatro tipos de relaciones espaciales. A. Espacio interior a otro; B
Figura 3. Tipos de permeabilidad espacial. Los mapas gamma al lado de cada ejemplo ilustran el diagrama de cada espacio y el círculo con la cruz en medio, indica el espacio de inicio del recorrido
Figura 4. Posibilidades de prospección en suelo de un edificio: A. Una habitación puede ser excavada por cuadros
Figura 5. La visibilidad en la prospección implica que los elementos queden expuestos, o que por el contrario,
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