Cooperativismo Agrario
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Unidad de Economía Agraria
Universidad de Zaragoza
Departamento de Agricultura
DIRECTOR: Dr. Enrique Sáez Olivito
CONSEJO DE REDACCIÓN:
Emilio Manrique Persiva, Mª Teresa Maza Rubio, Ana Olaiozola Tolosana, Luis Pardos Castillo, Ángel Sáez Olivito, Enrique Sáez Olivito (Universidad de Zaragoza, Departamento de Agricultura y Economía Agraria), Carlos Gómez Bahíllo (Universidad de Zaragoza, Departamento de Psicología y Sociología), Antonio Colom Gorgues (Universidad de Lleida, Departamento de Administración de Empresas y Gestión Económica de Recursos Naturales), Eduardo Ramos Leal (Universidad de Córdoba, Departamento de Economía, Sociología y Política Agraria).
REDACCIÓN E INTERCAMBIOS: Elena Escar Hernández
COMITÉ CIENTÍFICO: Desarrollo Alberto Berga Monge Eduard Bes Jacques José Luis Salinas Jean Luis Lanot
José Ramón López Pardo Antonio Colom Gorgues Cooperativismo Juan José Sanz Jarque
Joaquín Mateo Blanco Primitivo Borjabad Gonzalo Agrigultura y Medio ambiente Joaquín Aibar Lete Agricultura Ecológica Juan Barriuso Vargas Ganadería Luis Pardos Castillo
Ricardo Revilla Delgado Turismo rural Carmen Lorés Domingo Mujer y Desarrollo Idoia Romano Guridi
ISSN: 1139-7748 Departamento de Agricultura y Dep. Legal: Z-2.830/2004 Economía Agraria
Unidad de Economía Agraria
Imprime: Navarro & Navarro Impresores Facultad de Veterinaria Escuela Politécnica Zaragoza Miguel Servet, 177 Superior de Huesca
50013 Zaragoza Ctra. Cuarte, s/n Precio/ejemplar: 24 € 22071 Huesca
EDICIÓN SUBVENCIONADA POR EL VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
Fotografía de cubierta: Isábena Autor: Mercedes Gil Sampietro
A
RTÍCULOS
La expansión agrícola en Uruguay: algunas de sus principales consecuencias
P. Arbeletche; C. Carballo ...7
Conociendo al adversario de los pequeños y medianos productores agrarios: los pools de siembra en la Argentina
D. A. Fernández ...21
Análisis del modelo de organización territorial de Galicia en el marco del desarrollo del estado de las autonomías: la encrucijada de un debate incompleto y en fase de evolución y transformación
J. A. Díaz Fernández ...33
Política de infraestructuras y desarrollo territorial. El modelo de Galicia
J. A. Díaz Fernández ...99
La puesta en valor del patrimonio minero-industrial en el territorio municipal de Cerceda: el potencial de desarrollo endógeno local
J. A. Díaz Fernández, C. A. Patiño Romarís ...137
La accesibilidad territorial a los parques naturales de Galicia: aproximación a un factor estratégico para la dinamización turística
J. A. Díaz Fernández, C. A. Patiño Romarís ...183
La seguridad alimentaria y nutrición: un análisis de vigilancia tecnológica
A. M. Berga Monge ...205
Lista Marco, marco de excelencia en seguridad alimentaria. Un análisis empírico
A. M. Berga Monge, S. Martín Alejo ...217
El consumo del gusto como alternativa de desarrollo
A. M. Berga Monge ...225
La innovación y la teoría del desarrollo
A. M. Berga Monge ...231
El papel del regadío en modelos alternativos de desarrollo para Monegros. Percepción de la población versus versión política
E. Bernal Cuenca ...237
Análisis coste beneficio de los regadíos proyectados de Monegros desde la perspectiva de los recursos naturales
LA EXPANSIÓN AGRÍCOLA EN URUGUAY:
ALGUNAS DE SUS PRINCIPALES CONSECUENCIAS.
ARBELETCHE, P.; CARBALLO, C.
Dpto. de Ciencias Sociales, Facultad de Agronomía. Universidad de la República. Paysandú. Uruguay
RESUMEN
El proceso de expansión agrícola que se ha dado en Uruguay, está basado principalmente en la inclusión del cultivo de la soja, la aparición de nuevas empresas con estrategias de producción diferentes al productor tradicional y en innovaciones tecnológicas tales como la siembra directa y los cultivos transgénicos. Este proceso que genera fuertes incrementos en las variables macroeco-nómicas relacionadas como el PIB y el VBP, genera a su vez otros efectos como una fuerte con-centración productiva, marginación de los productores más pequeños y cambios en la tenencia de la tierra, precio de la misma y sus valores de renta.
Este artículo avanza en el análisis de los cambios experimentados en el agro uruguayo en los comienzos del nuevo siglo, buscando contribuir a comprender hacia dónde avanza el futuro del sector que aparece como más dinámico en el país.
Palabras claves:
Concentración, agricultura, soja.
SUMMARY
The agricultural development in Uruguay, have been sustained mainly on the soybean crop with new companies, using production logics different from the traditional farmer, and techno-logical innovations as no tillage system and transgenic crops. This process brings a strong increase in macroeconomic variables as GDP and VBP, but at the same time has generated land concen-tration, exclusion of small farmers, and changes in land possession and its value. This article goes forward the analysis of agricultural changes in the new century, trying to understand the process of the most dynamic sector in our country.
Key words:
Agricultural concentration, agriculture, soybean
Clasificación temática orientativa:
Sistemas agropecuarios y agroindustriales.
INTRODUCCIÓN
En los comienzos del nuevo siglo, siguiendo lo ocurrido en los otros países del Mercosur se comienza a dar en Uruguay un fuerte proceso de expansión de la agricultura, impulsado
princi-palmente por el crecimiento del área cultivada de soja. Son diversas las causas que generan esta expansión, siendo las principales: la generalización del uso de los cultivos transgénicos y la siem-bra directa, las medidas de política económica en Argentina, la estandarización de labores que in-crementan la competitividad, etc.
El sector agropecuario transita así por un proceso de profundas transformaciones, generando un incremento del producto interno bruto agropecuario del 11,7% anual acumulado entre los años 2000 y 2008. En el mismo período, el valor bruto de producción (VBP) aumenta un 190% en dó-lares corrientes y los mayores aumentos que explican este crecimiento corresponden a la pro-ducción de granos (351%). Dentro de este, la soja que tenía una participación casi nula a fines del siglo pasado, llega al 27% del VBP agrícola. (www.mgap.gub.uy/opypa)
El área agrícola del país, si bien se expande en forma creciente, aun no ha llegado a los má-ximos históricos,1lo que nos indica que de mantenerse las condiciones favorables este proceso se
mantendrá en los próximos años.
Este crecimiento además está asociado a una fuerte concentración productiva y el incremento de área se explica en un 87% por las superficies de cultivo de más de 1.000 hectáreas (Figura 1).
El área desarrollada en superficies mayores a 1.000 hectáreas aumentó su participación pa-sando de ser el 18% del total de cultivo en el 2000 al 67% en la última cosecha (Figura 1).
Fig. 1. Evolución de la superficie agrícola total y de la superficie agrícola perteneciente a
establecimientos de más de 1000 hectáreas para el período 2000/01–2008/09 en Uruguay.
Fuente: elaborado en base a datos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Dirección de Investigaciones Económicas Agropecuarias (MGAP–DIEA) (www.mgap.gub.uy/diea).
1. La mayor área destinada a cultivos de secano se remonta a la década de los 50, donde se alcanzó al mi-llón cuatrocientos mil hectáreas de cultivos. MGAP–DIEA – Encuesta agrícola «Invierno 2007».
La soja en este proceso de expansión, lleva once cosechas creciendo en forma ininterrumpi-da en área sembraininterrumpi-da, esperando para el año 2009/10 que llegue a las 848 mil hectáreas, alcan-zando un nuevo máximo histórico y aportando el 82% del área de cultivos de verano (Figura 2).
Este proceso se caracteriza por una creciente veranización de la combinación de cultivos, con un peso creciente de los cultivos de verano, e «intensificación» en el uso de la tierra, realizándose el doble cultivo en más del 35% del área, lo cual está asociado a la adopción creciente de la siem-bra directa (MGAP–DIEA, 2008).
A su vez, existe un importante crecimiento de los sistemas de agricultura continua, despla-zando a los tradicionales sistemas de rotación de agricultura y pastos. En el 2005/06 se podía es-timar que un 47% del área agrícola estaba bajo la forma de agricultura continua.
La mayor parte de la producción se realiza en campos donde el arrendamiento es la forma de tenencia principal. En la cosecha 2008/09 el 65% de los cultivos fue sembrado en tierras que no pertenecían al productor (MGAP–DIEA, 2009).
Es indudable que este proceso de expansión ha generado un crecimiento en el VBP agrícola, y ha influido en el crecimiento del PIB del país, aumentado las exportaciones, pero también ha generado otras consecuencias importantes. Entre estas se encuentran el aumento de los índices de concentración agrícola a nivel global y por cultivo, el desplazamiento de productores que no pue-den competir en las nuevas condiciones que se dan y deben salir de la producción y la aparición de nuevos actores o empresas con lógicas de funcionamiento y estrategias productivas relativa-mente diferentes de las del tradicional productor agrícola.
El estudio de las consecuencias de este desarrollo acelerado sobre los agricultores tradicio-nales del Uruguay, la concentración productiva a nivel agrícola y el precio de la tierra y la renta
Fig. 2. Evolución de la superficie sembrada de soja y su
producción en Uruguay en el período 2000–2009.
de la misma, son los elementos que encaramos en este articulo, que es desarrollado como conti-nuación y profundización de otros trabajos, escritos por los mismos autores.
OBJETIVOS
El objetivo general de este trabajo es analizar y cuantificar los principales efectos de la ex-pansión agrícola en el país y las consecuencias que el mismo ha tenido sobre los principales sis-temas productivos.
Como objetivos específicos:
• Determinar la evolución y tendencias del número de agricultores por sistema productivo. • Analizar los niveles de concentración productiva de los sistemas de producción agrícola, en
cuanto a superficie de cultivo, y el área cultivada de maíz y de soja.
• Determinar las causas de la salida de la producción y el destino de los productores que abandonan la actividad agrícola.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para realizar esta investigación se utilizaron como fuentes de información: 1) las encuestas agrícolas realizadas en forma continua, dos veces por año, por la Dirección de Investigaciones Económicas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (DIEA–MGAP) para el período 2002/2007, 2) información secundaria de evolución del precio de la tierra y la renta, generada por la misma fuente y 3) un estudios de casos realizado mediante entrevistas a productores que aban-donaron la agricultura.2
A su vez se parte de una tipología realizada sobre la base del Censo Agropecuario del año 2000 (Arbeletche y Carballo, 2006a), que fue actualizada en dos momentos en el tiempo (2005 y 2007), utilizando la información generada a partir de la encuesta agrícola de la DIEA, expandida a toda la población. Esta tipología fue realizada para empresas agropecuarias con base en el lito-ral oeste del Uruguay, pero que pueden desarrollar cultivos fuera de la región. La misma fue rea-lizada con técnicas de Cluster analysis (método no jerárquico), siguiendo los algoritmos contenidos en el programa SPSS versión 10.3
Índice de concentración:
A los efectos de determinar la variación en la concentración de la producción agrícola se ela-boraron índices capaces de medir la misma. Uno de los indicadores utilizados comúnmente para la medición de la desigualdad (o la concentración) es el índice de Gini (Medina, 2001). Este es un índice sintético de fácil cálculo e interpretación.
El Coeficiente de Gini normalmente se utiliza para medir la desigualdad de los ingresos, pero puede utilizarse para medir cualquier otra forma de distribución desigual. Su valor varía entre 0 y
2. Estas entrevistas fueron realizadas en el marco de la preparación del primer encuentro nacional de soja, organizado por la Mesa de Oleaginosos del Uruguay. www.mesadeoleaginosos.org.uy
1, donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se co-rresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y todos los demás ninguno). El índice de Gini es el coeficiente expresado porcentualmente.
Este coeficiente se calcula como una relación de las áreas del diagrama de la Curva de Lorenz. Si el área entre la línea de perfecta igualdad y la curva de Lorenz es A, y el área por debajo de la curva de Lorenz es B, entonces el coeficiente de Gini es A/(A+B). Esta relación se expresa como porcentaje o como equivalente numérico de ese porcentaje, que es siempre un número entre 0 y 1. El coeficiente de Gini se calcula a menudo con la Fórmula de Brown (Medina, 2001), que es más práctica:
G: Coeficiente de Gini
X: Proporción acumulada de la variable numero de productores Y: Proporción acumulada de la variable área de chacra
El coeficiente de Gini se utiliza en este trabajo para medir la concentración de la producción agrícola en forma global y para dos cultivos que son la soja y el maíz. El cálculo del Indice de Gini y la Curva de Lorenz se hace en la superficie de cultivo para dos momentos en el tiempo (2002 y 2007) y los Indices de Gini para Soja y Maíz en el 2007.
Los productores que salen de la producción: causas y destino.
Para determinar el destino de los productores que salen de la producción agrícola, se realizó una encuesta a 24 productores que entre el 2000 y 2007 sufrieron cambios importantes en su ac-tividad productiva (reducción del área agrícola o abandono de la acac-tividad). Los casos fueron se-leccionados teniendo en cuenta distintas zonas agrícolas dentro de la región litoral oeste y tomando en cuenta la información brindada por los técnicos extensionistas de las cooperativas agrícolas de las distintas zonas. Las zonas estudiadas fueron el área de influencia de las ciudades de Paysandú, Young, Dolores, Palmitas y Mercedes, donde se entrevistaron entre 4 y 6 casos por zona.
Las encuestas a productores se realizaron utilizando la técnica de entrevistas semiestructura-das en base a la utilización conjunta de preguntas cerrasemiestructura-das y preguntas abiertas.
Se utilizo una guía de preguntas clave en la cual se solicitaba información sobre las causas del abandono o reducción del área agrícola, la situación anterior y actual, los motivos o causas de los cambios ocurridos y cual es la actividad principal a la que se dedica actualmente.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Evolución de los sistemas productivos
Al analizar los sistemas productivos predominantes al comienzo del siglo XXI y ver su evolu-ción nos encontramos con dos fenómenos: por un lado la aparievolu-ción de un número importante de agricultores nuevos, que rápidamente comienzan a crecer en tamaño y en su nivel de
participa-ción en la producparticipa-ción y desarrollan áreas agrícolas promedio inéditas para el Uruguay. Por otra parte, observamos que los productores tradicionales del Uruguay disminuyen notoriamente en cantidad pero aumentan en tamaño promedio individual y donde los más afectados son los pro-ductores familiares y medianeros4más pequeños, y en segundo lugar los medianeros de mayor
ta-maño y las empresas medias (Cuadro 1).5
Como se puede observar, los nuevos agricultores no solo crecen en la superficie total sem-brada, sino que explican casi la totalidad del crecimiento en área agrícola, siendo los que despla-zan a los productores tradicionales del país, que no solo pierden participación en el área total, sino que además disminuyen la misma en términos absolutos.
4. Medianero: agricultor que cultiva tierras de otro productor, pagando por su uso un porcentaje de la pro-ducción bruta previamente acordado.
5. Las principales características de los sistemas detallados pueden leerse en Arbeletche, Carballo 2006.
Tipo 2000 2005 2007 Relación
Nº Sup. Agr. Nº Sup. Agr. Nº Sup. Agr. 2007/00
Viejas Empresas
Familiar 969 71 514 168 379 136 39%
Medianeros chicos 226 294 181 432 122 372 54%
Medianeros grandes 79 1.269 68 779 29 750 37%
Empresa medias 633 156 348 213 201 306 32%
Agrícola Ganadero Grande 10 1.872 10 2.440 10 1.906 100%
Ganadero Agrícola 108 68 420 75 594 69%
Nuevos Empresas
Gerenciadores – – 11 9.295 11 16517 –
Agrícola Ganadero grande – – 54 1.326 59 1617 –
Agricultura continua – – 63 894 56 1048 –
Cuadro 1. Evolución del número de productores agrícolas y
la superficie agrícola promedio por sistema productivo.
Tipo 2000 2005 2007
A. Agr. % A. Agr. % A. Agr. %
Total Viejos Agricultores 374.620 100 237.498 55 289.030 46
Familiar 62.016 15 51.520 12 51.585 8
Medianeros chicos 55.370 7 38.342 9 45.331 7
Medianeros grandes 86.979 23 28.002 7 27.144 4
Empresa medias 87.987 23 53.217 12 61.600 10
Agrícola Ganadero Grande 26.086 7 24.923 6 19.060 3
Ganadero agrícola grande 31.644 8 31.897 7 44.550 7
Otros 24.538 7 9.597 2 39.760 6
Total Nuevos Agricultores 0 0 190.882 45 335.810 54
Gerenciadores 0 0 84.990 20 181.687 29
Agrícola Ganadero grande 0 0 65.646 15 95.418 15
Agricultura continua 0 0 40.246 9 58.705 9
A nivel global observamos que los nuevos agricultores concentran el 54% de la agricultura y son los que explican la expansión de la misma. Los productores que tradicionalmente existían en el Uruguay, abandonaron la producción agrícola en porcentajes importantes. En algunos casos, los que subsistieron, comienzan a partir del 2007 a incrementar las áreas de cultivo, atraídos por los buenos precios de los productos y los buenos márgenes de la actividad.
El precio de la tierra y la renta.
Otra consecuencia de este crecimiento agrícola ha sido un aumento de la demanda de tierras, del número de transacciones de compra venta realizadas en el periodo y de los valores tanto del precio de venta de la misma como del valor de las renta (Figura 3).
Este proceso de mayor demanda del activo tierra, está acompañado por el efecto de que la tierra como activo pasa a tener dos funciones, por un lado, es el activo capaz de producir renta y por otro funciona como acumulación patrimonial, que se genera por el solo hecho de poseer la misma. Este «efecto riqueza» se convierte en otro elemento a tener en cuenta cuando se analizan las estrategias empresariales de los nuevos agricultores. No sólo los procesos comienzan a ser guiados por el efecto precio/rentabilidad, sino por la percepción de revalorización de activos de largo plazo captables en la medida que se forma parte de la trama productiva. Esta acumulación patrimonial permite a su vez, desde un punto de vista financiero, respaldar operaciones con acti-vos de valor creciente. En algunos casos lleva a desarrollar actividades donde la rentabilidad de corto plazo puede ser riesgosa y/o mínima, pero los emprendimientos se consolidan económica-mente a largo plazo por los cambios de nivel del precio de los activos.
La figura 4 nos muestra el incremento que ha tenido la renta de la tierra en el período, que se ha duplicado en el término de 5 años. Estas altas rentas que se pagan para hacer agricultura
Fig. 3. Evolución de la venta de tierras y su precio en el período 2000–2007.
comienzan a generar la figura del «rentista», o sea el productor que siendo propietario de la tie-rra, prefiere arrendar la misma a agricultores, medianeros, nuevas empresas que generan niveles de ingreso o renta de la tierra que difícilmente y sin riesgo pueden obtener haciendo la actividad directamente.
Niveles de concentración a nivel de superficie total de cultivos, soja y maíz.
Si se analiza que ha ocurrido con la concentración de la actividad agrícola entre el 2002 y 2007 podemos observar que el Indice de Gini creció de 59,6 % a 72,8%, mostrando de esa mane-ra lo acelemane-rado del proceso concentmane-rador en esta actividad productiva (Cuadro 3).
Fig. 4. Evolución de la superficie bajo arrendamiento y
el valor de la renta para el período 2000–2007
Fuente: Elaborado en base a información de DIEA–MGAP
2002 2007
% productores % % acumulado % % acumulado
0–10 0,19% 0,19% 0,18% 0,18% 10–20 0,81% 1,00% 0,54% 0,72% 20–30 1,66% 2,66% 0,81% 1,53% 30–40 2,80% 5,46% 1,28% 2,81% 40–50 4,50% 9,95% 1,92% 4,74% 50–60 6,20% 16,16% 3,06% 7,80% 60–70 8,44% 24,60% 4,52% 12,32% 70–80 11,92% 36,52% 8,59% 20,91% 80–90 18,92% 55,44% 14,24% 35,14% 90–100 44,56% 100,00% 64,86% 100,00% Indice de Gini 59.6 % 72.8%
Las curvas de Lorenz nos muestran gráficamente lo intenso de este proceso (Figura 5).
Si se analiza a nivel de cultivo, observamos que este fenómeno se repite a nivel del principal cultivo y claramente responsable de la expansión como es la soja, pero también la concentración es muy significativa en otros cultivos tales como el maíz, cultivo que ha tenido en el periodo im-portantes mejoras en los rendimientos promedio que se obtienen del mismo a nivel nacional, lo cual podría estar explicado porque dejó de ser un cultivo de pequeños agricultores para transfor-marse en un cultivo realizado por la gran empresa.
¿Qué pasa con los agricultores que son desplazados?
Según la DIEA, en la cosecha de cultivos 2007/2008, aproximadamente la tercera parte de los productores de la población objetivo de la encuesta agrícola, ya no hacían chacra, aun cuando desarrollan actividades agropecuarias. Esos productores que ocupan aproximadamente un millón de hectáreas, destinan el 87% de esa superficie a la producción ganadera de carne y lana, y un 12%
Fig. 5. Curvas de Lorenz para superficie de chacra en los años 2002 y 2007.
Maiz Soja
% productores % % acumulado % % acumulado
0–10 0,22 0,22 0,42 0,42 10–20 0,44 0,66 0,68 1,10 20–30 1,00 1,66 1,00 2,09 30–40 1,60 3,26 1,54 3,64 40–50 2,46 5,73 2,46 6,10 50–60 3,05 8,78 3,87 9,96 60–70 3,80 12,57 5,72 15,68 70–80 6,38 18,96 8,32 24,00 80–90 12,65 31,60 12,43 36,00 90–100 68,40 100,00 63,57 100,00 Indice de Gini 73.3% 70.1%
a la actividad lechera. Las razones que expusieron para haber abandonado la actividad agrícola fueron: 25% falta de recursos, 14% márgenes agrícolas no convenientes y 10% que conviene más arrendar las tierras para siembra que sembrar ellos mismos. El 51% manifestó otros motivos, en-tre los que se encuentran, altos costos agrícolas, menores riesgos sin agricultura, sistemas más es-tables sin agricultura (Mgap–Diea, 2008).
Los resultados que se generan a partir de nuestro estudio de casos son coincidentes con los de la DIEA. En primer lugar, y a los efectos de analizar que consecuencias ha tenido la agricultu-ra sobre los distintos tipos de productores se sepaagricultu-ran a los agricultores con y sin campo propio, por ser diferentes las consecuencias y las causas,
Los medianeros sin campo propio:
Para el caso de los productores que realizaban prácticamente toda su actividad sobre campos en medianería, en los que en general no existía contrato escrito, sino sólo acuerdo verbal y por el cultivo, las principales consecuencias han sido:
• Han formado empresas de servicios (principalmente de cosecha y siembra) y en raros ca-sos se presentan empresas con equipos de fumigación. Estos agricultores que disponían de equipos de maquinaria importantes, al no poder competir en las nuevas condiciones de pro-ducción, pasaron a ofrecer servicios a los nuevos agricultores. Una de las dificultades que comienzan a encontrar es la renovación de los equipos, para lo cual muchas veces reciben asistencia financiera (o simplemente garantías solidarias) de las empresas a las que brindan servicios a cambio de quedar comprometidos en las futuras campañas agrícolas a realizar-les los servicios.
• Han perdido los campos frente a los nuevos agricultores ya que no pueden competir por la renta. El agricultor nacional en general ha trabajado siempre con pagos bajo la forma de medianería, donde se compartía el riesgo con el dueño de la tierra y donde además se pa-gaba a la cosecha. Las modalidades de pago adelantado y renta fija, sin compartir el riesgo los ha limitado en su capacidad competitiva.
• En algún caso siguen haciendo medianería pero en campos de menor calidad o en campos que hacía años que no tenían agricultura y estaban con montes o enmalezados. Dicho de otra manera, son relegados a la realización de agricultura en campos marginales por sus condiciones productivas o hacia campos de reducido tamaño y que no son apetecidos por las nuevas empresas.
• En otros casos se vendieron los campos en los cuales trabajaban. El incremento del valor de la tierra hizo que muchos productores (principalmente los que tenían altos niveles de endeudamiento), enajenaran las mismas, saldando su endeudamiento y pasando a vivir en la ciudad o a zonas ganaderas. Estos cambios afectaron a los agricultores que realizaban me-dianerías en esos campos ya que los compradores de la tierra o hacen la agricultura ellos o la arriendan a nuevas empresas en condiciones más ventajosas de contrato.
• Los que se mantienen en la producción en general conservan campos de vecinos que no confían en nuevos agricultores y prefieren trabajar con productores de confianza. En algu-nos casos han logrado mantener alguna área agrícola en base a acuerdos de confianza con
el dueño de la tierra que privilegia el realizar los cultivos con agricultores conocidos antes que realizar una evaluación simplemente de márgenes o de rentas generadas.
• Existen a su vez los casos en que salieron del agro y están fuera del sistema productivo agrario.
Los Productores agrícolas propietarios (o con campo en propiedad) y con medianería:
En el caso de productores que tenían una proporción importante de campo en propiedad y que a su vez, hacían medianería en campos de terceros:
• La medianería en general la perdieron por no poder competir con las rentas que se pagan y con las nuevas condiciones de los contratos, principalmente el pago adelantado.
• Si estaban endeudados vendieron parte del campo o todo para pagar la deuda y se fueron a arrendar o a comprar nuevos campos en zonas ganaderas.
• Arrendaron para poder pagar la deuda y trabajan las áreas ganaderas que le quedaron. En general el área que tenia capacidad de uso agrícola alta, fue arrendado y se mantienen vi-viendo y trabajando el campo en las áreas ganaderas. Su principal ingreso pasó a ser la ren-ta de la tierra con destino agrícola y con la ganadería se mantienen en la producción. • Arrendaron el área agrícola y mantienen la explotación del área ganadera. En algunos
ca-sos hacen servicios, incluyendo hacer servicios a los que le arrendaron el campo. • No hacen más medianería, hacen servicios y ganadería en el campo propio. • Quedaron haciendo ganadería en campo propio o lechería en campo propio.
Los Productores propietarios
Arrendaron el campo (área agrícola) a nuevas empresas y mantienen ganadería en el resto de la superficie.
Las Sociedades familiares con campo propio:
En general se da un proceso de disolución de las la sociedades, ya que alguno de los socios quiere arrendar su parte a nuevos agricultores. Alguno de los socios queda haciendo servicios y ex-plotando el área ganadera y en algún caso sigue con agricultura. Este caso se da generalmente en aquellas sociedades principalmente de tipo familiar, donde algún miembro de la misma, simple-mente participaba en la distribución de las ganancias de la sociedad, pero no desarrollaba activi-dades en la misma, viviendo del producto de la renta y/o de otra actividad generalmente urbana.
Los motivos de la salida de la producción
Para todos los casos encontramos que los principales motivos para haber dejado de ser pro-ductores agrícolas están en que:
Han tenido dificultades para mantener u obtener nuevos campos debido al pago de altas ren-tas y al pago adelantado de las mismas.
En algún caso les vendieron el campo en el que trabajaban y tuvieron que salir a buscar otros campos.
En otros tuvieron que abandonar la producción porque hubo una serie de años de muy ma-los resultados causados por enfermedades de ma-los cultivos, años climáticamente complejos (se-quías, piedra, exceso de agua), malos precios de ventas de productos. Uno o varios de estos factores actuando conjuntamente significaron malos resultados, y generando en algún caso situa-ciones importantes de endeudamiento.
Otros agricultores en razón del alto endeudamiento que tenían tuvieron que vender sus tie-rras, arrendar los campos y en los casos más críticos les remataron los campos y la maquinaria, quedando prácticamente sin nada.
En el caso de algunas sociedades entre familias, las altas rentas, el endeudamiento u otras cau-sas provocaron la disolución de la sociedad porque uno o más miembros (sobre todos los menos vinculados al proceso productivo) quería vender u arrendar su parte.
CONCLUSIONES
La expansión agrícola tiene indicadores muy positivos desde el punto de vista global, pero ha provocado una disminución muy importante de los agricultores tradicionales, principalmente fa-miliares y medianeros, y que han sido sustituidos por nuevos agricultores con modos de funcio-namiento y formas de desarrollar la actividad, relativamente diferentes.
Existe una clara concentración de la actividad agrícola que ha aumentado en los últimos años, la cual es mostrada por los índices calculados. A nivel agrícola el 1% de los agricultores concen-tra el 30% del área cultivada, y este proceso es aun más intenso en cultivos como la soja y el maíz. Este proceso no implica necesariamente concentración de la propiedad de la tierra ya que la ex-pansión productiva en general se realiza sobre campos arrendados.
La presencia de nuevos actores, con estrategias de funcionamiento diferentes a las del agri-cultor tradicional y con escalas productivas mayores genera presiones al alza de los precios de la tierra y de los valores de renta que generan dificultades para la competitividad de los pequeños y medianos agricultores y los obliga a salir de la producción.
En el caso de los productores medianeros también tienen dificultades para financiar las pro-ducciones y sobre todo para competir frente a las altas rentas de la tierra, por lo que gradualmente pasan a dedicarse a la realización de servicios agrícolas de maquinaria.
Parte de los productores medianos y grandes hallan muy atractivo arrendar sus campos a nue-vos agricultores, sobre todo percibiendo por adelantado altos niveles de renta, que les permiten pasar a tener una actividad de «rentista» sin mayores riesgos económicos ni financieros.
BIBLIOGRAFÍA
ARBELETCHE, P.; CARBALLO, C.: Crecimiento agrícola y exclusión: el caso de la agricultura de
se-cano en Uruguay. Trabajo presentado al Congreso de Alasru. Quito, Ecuador, 2006.
ARBELETCHE, P.; CARBALLO, C.: Sojización y concentración de la agricultura uruguaya. Trabajo presentado al XXXIV Congreso de la Asociación Argentina de Economía Agrícola. Córdoba, Argentina, 2006.
ARBELETCHE, P.; CARBALLO, C.: Dinámica agrícola y cambios en el paisaje. Trabajo presentado al Congreso CEISAL, simposio ESE 6. Bruselas, Bélgica, 2007.
BISANG, R.: «El desarrollo agropecuario en las ultimas décadas: ¿volver a creer?», en: Crisis,
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CONOCIENDO AL ADVERSARIO DE LOS PEQUEÑOS Y
MEDIANOS PRODUCTORES AGRARIOS:
LOS
POOLS DE SIEMBRA EN LA ARGENTINA
D. A. Fernández
Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios (CIEA) Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires
RESUMEN
En las últimas tres décadas, en la región pampeana argentina se ha verificado un relativamente acelerado proceso de concentración económica, reflejado en la marcada disminución del número de explotaciones agropecuarias de tamaño pequeño o mediano registradas por los censos. Como contracara de esto, se han formado grandes empresas que operan tomando en alquiler campos de terceros por decenas de miles de hectáreas, lo que configura un profundo cambio de la estructu-ra económico social de la región, no exento de costos sociales. En este testructu-rabajo se analiza una de las figuras jurídicas que adopta la gran empresa, el Fideicomiso Financiero, para cuantificar la magnitud de las economías de escala que alcanza y su capacidad de diversificar riesgos. Final -mente, se presenta a prácticas asociativas llevadas adelante en la argentina como una reacción oportuna que permite a la pequeña y mediana producción enfrentar su desplazamiento.
Palabras clave:
Pools de siembra – Fideicomiso Financiero – Argentina
ABSTRACT
In the last three decades, the pampeana region of Argentina has been the scenario of an ac-celerated process of economic concentration. This is easily noted in the sharp diminution of the quantity of small or medium size agrarian productive units. In opposition, is growing the number of mayor lessee enterprises that operate over tens of thousands of hectares. This situation impli-cates profound changes in the socio–economic structure of the region, which is not exempt of so-cial costs. This paper analyzes one of the juridical figures that the mayor enterprise adopts, the
Financial Trust Fund, quantifying the magnitude of the scale economies that it achieves and it’s
capacity to diversify risks. Finally, it presents experiences of associative practices in Argentina as a valuable reaction that allows the small and medium size producers to confront it’s displacement.
Key words:
Sowing Pool – Financial Trust Fund – Argentina
CONCENTRACIÓN ECONÓMICA EN LA REGIÓN PAMPEANA
El sector agrícola–ganadero de la argentina (especialmente orientado a los cereales y oleagi-nosas de exportación y asentado en su parte fundamental en la región pampeana) no escapa a
las tendencias generales del sistema económico, entre las que figura el desarrollo de procesos de concentración de la producción, el capital de trabajo y el uso de la tierra. El indicador más usual para evaluar dichos procesos es el número y tamaño de explotaciones agropecuarias (EAPs) re-gistradas por cada Censo nacional Agropecuario (los últimos tres, llevados adelante en 1974, 1988 y 2002): Entre 1974 y 2002 las EAPs de la zona disminuyeron de 212.000 a 112.000, una tasa de desaparición del 47%. La evolución demográfica neta no refleja bien lo ocurrido con las explota-ciones de tamaño más moderado: De las 150.000 de hasta 200 hectáreas que existían en 1974, solo se contabilizaron a comienzos del siglo XXI 58.000, un retroceso del 61%. La contracara de esto es la aparición de 322 explotaciones de más de 2.500 has.
La concentración de la producción dio un salto en la última década del siglo XX, marcada en la Argentina por intensas políticas de desregulación de los mercados y privatización de los activos de infraestructura (lo que impactó en el sector por la eliminación de las Juntas Reguladoras de Granos y de Carnes, organismos que cumplieron históricamente cierto rol de contención para el pequeño y mediano productor al fijar precios mínimos y sostén en años de bajas cotizaciones –ver LEON ET AL., 2003– y en los cambios tarifarios que surgieron al dejar de estar en manos públicas las vías férreas y asfálticas, la mayor parte de la actividad portuaria y la principal empresa petrole-ra del país –FERNÁNDEZ, 2008–) que coexistieron con una política cambiaria que sobrevaluó la moneda nacional estableciendo una paridad rígida con el dólar, afectando a la baja los ingresos en pesos argentinos del producto de la mayor parte de las EAPs, cuyo precio se fija en los mercados internacionales. Esta sobrevaluación, si bien facilitó el incremento de la producción mediante el abaratamiento de maquinaria agrícola e insumos importados, introdujo una presión máxima sobre quien, al margen de la capitalización de su empresa, debía obtener un ingreso crítico que le per-mitiera enfrentar el aumento del costo de vida para reproducir su núcleo familiar. Resulta esclare-cedor en este sentido el trabajo de PERETTI (1999) para comprender la aparente paradoja de niveles de producción que superaron records año tras año que se produjeron en simultáneo con la desaparición, principalmente por quiebra, de cerca de 50.000 EAPs en la próspera región pampe-ana. Mostró como la convertibilidad se desdobló en dos escenarios distintos, según el agente eco-nómico tuviera lo principal de sus gastos atados a la evolución de los precios mayoristas (gran empresa que usa sus ingresos para reinvertir y ampliar escala) o los minoristas («empresa chacare-ra» que usa parte de sus ingresos en la reproducción del núcleo familiar), en años en que los pri-meros se incrementaron en mucho menor medida que los segundos (la quinta parte).
El hecho de que deban abandonar la producción 50.000 familias chacareras no implicó, por supuesto, que desaparecieran los cientos de miles de hectáreas sobre las que desarrollaban su ac-tividad. Es así como en las últimas décadas se expanden los genéricamente denominados «pools de siembra», grandes empresas agropecuarias que mediante diferentes formas jurídicas reúnen una masa de capital de magnitud que vuelcan en arrendar campos de terceros y operar con ventaja res-pecto de los pequeños y medianos productores, produciendo el desplazamiento al que asistimos.
Pese a su creciente importancia, estas grandes empresas y su impacto en la estructura eco-nómico social del sector han sido poco estudiadas académicamente, teniendo quizá como la refe-rencia más completa en POSADA ET AL (1998). El trabajo, fuertemente crítico del estado de las cosas que describe, recomienda, en el contexto de las políticas públicas esbozadas que no con-templaban los intereses de la mayor parte de los productores, una primera reacción por parte de
los agentes que van siendo desplazados: La generación de economías de escala sin concentración. Esto es, pugnar por prácticas asociativistas en el sector agropecuario.
«…la generación de economías de escala se ha logrado a costa de algún grado de exclusión pro-ductiva, económica y social… el funcionamiento de los pools constituye el mejor camino para la construcción de este tipo de economía, al tiempo que son importantes acicates para los procesos de abandono productivo y quiebra de comercios de agroinsumos y acopiadores locales. Frente a estas circunstancias se torna necesaria la generación de mecanismos socio organizacionales que permi-tan a los productores de pequeña y mediana dimensión alcanzar tales escalas» (p. 131–132).
En este trabajo reafirmamos esta conclusión de aquellos autores, en el sentido de que en au-sencia de una política económico social superadora, una primera defensa del tejido social agrario es el de la negociación conjunta. En ese camino es que introducimos datos actuales sobre el fun-cionamiento de los más grandes pools de siembra argentinos, obtenidos al investigar la informa-ción de un tipo de forma jurídica que adoptan, el Fideicomiso Financiero (FF), herramienta regulada por la Comisión Nacional de Valores, ente que obliga a sus constituidores a presentar pú-blicamente sus planes de acción. Entendiendo (y cuantificando) sus ventajas respecto de la pe-queña producción es que esta podrá evaluar la magnitud de la defensa que podrá lograr al operar con prácticas asociativas.
QUÉ SON LOS FIDEICOMISOS FINANCIEROS APLICADOS AL AGRO. SUS
CARACTERÍSTICAS
1La figura del Fideicomiso Financiero es creada en la argentina por la ley 24.441 de 1994, ley que también regula a aquella de la cual esta es un subtipo: el fideicomiso.2
Este es un contrato de cesión en el que un fiduciante, propietario original de algún conjunto de activos, otorga la pro-piedad de estos a un agente, el denominado fiduciario, para que la ejerza en beneficio de un ter-cero, el llamado beneficiario del fideicomiso. Cuando se cumple el plazo u objetivo por el cual se establece el contrato, los bienes residuales se traspasan en propiedad definitiva a quien sea nom-brado fideicomisario, que frecuentemente es el propio beneficiario (puede ser otra persona o in-cluso el fiduciante).
El atractivo característico de esta relación es que el fiduciante transmite la propiedad del pa-trimonio fideicomitido, pero el fiduciario no lo incorpora a la suya, sino que estos bienes se cons-tituyen en una propiedad fiduciaria separada jurídicamente de ambas contabilidades, resultando entonces resguardada de los acreedores tanto de uno como del otro. El fiduciario, con el dominio de la propiedad, no puede ser exceptuado de ninguna maniobra culposa o dolosa en el manejo del patrimonio, y está obligado a producir informes periódicos sobre los movimientos del mismo, mo-vimientos que, aunque con cierto grado de libertad, están señalados en el contrato de fideicomiso.
1. Una primera versión de parte de los desarrollos de este epígrafe se presentaron en las VI Jornadas de
Investigación y Debate: Territorio, Poder e Identidad en el Agro Argentino; Resistencia, mayo de 2009. El
autor agradece a Gabriel Scalerandi su ayuda en la construcción de la base de datos.
2. En realidad la figura del fideicomiso tiene antecedentes, que se remontan al art. 2.662 del código civil («so-bre el dominio fiduciario»). Para un análisis acabado de la legislación actual y sus antecedentes ver MAC-KEPRANG (2002).
El fideicomiso financiero es uno en el que se emiten, como contrapartida del patrimonio fi-duciario, títulos valores («títulos de deuda» y/o «certificados de participación») que pueden ser
ob-jeto de una oferta pública, siendo que los suscriptores de estos valores son los beneficiarios. En
estos fideicomisos resulta obligatorio que el fiduciario sea una entidad financiera o una sociedad especialmente autorizada por la Comisión Nacional de Valores para actuar como tal (será la que emita y coloque los títulos en el mercado).
Este tipo de fideicomisos son utilizados, principalmente, para procesos de titulización de ac-tivos ilíquidos. El patrimonio fideicomitido aquí es en lo fundamental carteras de créditos. El fi-duciante cede los créditos con sus intereses al fideicomiso, alzándose con la liquidez que le proporciona el que el fiduciario emita títulos negociables contra aquellos. Resulta en una manera de fondearse mucho más económica, ya que la entidad bancaria (fiduciaria) no es prestamista sino sólo comisionista y co–organizadora de la operación. La desaparición de buena parte del spread bancario vuelve el negocio muy interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que luego se colo-can con el efectivo conseguido nuevos créditos a la tasa activa de mercado.3En un rol
secunda-rio, pero el más significativo a fines de este escrito, un FF puede ser la forma de fondear –tomando dinero a cambio de títulos valores directamente del mercado de capitales, a una tasa inferior a la activa bancaria– una operación productiva, donde el activo fideicomitido son, fundamentalmente, los derechos sobre el producto de la actividad a la que obliga el contrato de fideicomiso.
3. Contrarrestando parcialmente este beneficio, cabe señalar que los Fideicomisos Financieros tienen un costo de constitución: El Fiduciario debe ser remunerado por su papel (en los dedicados a la siembra en campos de terceros, que analizaremos luego, se asigna a este gasto entre 21.000 y 100.000 dólares, dependiendo del monto total de los valores colocados (es relativamente normal que el pago sea un pequeño porcentaje de ese monto, un 1%, por ejemplo). MACKEPRANG (op. cit.) cifraba en 15.000 pesos el gasto en la publicidad de la colocación, en $20.000 la auditoría y en $15.000 el estudio de una calificadora de riesgo.
Destino de los fondos Descripción
Titulización de créditos para Generalmente organizados por los bancos que otorgan los créditos pero con la pequeñas y medianas participación de las grandes empresas comercializadoras –Nidera, Dreyfus, Bunge, por empresas rurales citar algunos ejemplos–, que se garantizan contractualmente la condición de
monopsonistas respecto a las empresas seleccionadas para recibir los fondos. Constituyen el 43% del total de los FF agrarios.
Titulización de créditos para Organizados por las grandes casas proveedoras de agroquímicos, que así se desprenden compras de Insumos de parte de su cartera de créditos. Representan el 32% del total de los FFs agrarios. Titulización de créditos para Generalmente operaciones de leasing de entidades bancarias u otras financieras. la compra de maquinaria Suman el 14% de los fondos agrarios.
agrícola
Diversos Constituyen pocas operaciones y muy variadas, como ser el financiamiento de cosechas de frutales, negocios de compraventa de tierras. Se corresponden con el 1% del total. Financiamiento de pools de Financian grandes empresas tomadoras de campos, que garantizan el pago de los siembra cupones con el producto de la venta internacional de los granos. Comprenden el 10%
de los FF agrarios.
Cuadro 1. Tipología de los FFs agrarios constituidos entre 2004 y 2008
Construimos y analizamos una base de los cerca de 1.000 FFs constituidos entre 2004 y 2008, período de auge de esta herramienta financiera durante el que canalizó 11.274 millones de dóla-res, encontrando que los créditos al consumo totalizan el 73% de la masa colocada y el 80% de los fideicomisos constituidos. Dentro de estos, sólo una parte menor se ha dedicado al sector agrí-cola: el 4,3%, a un promedio de alrededor de sólo 100 millones de dólares al año. Construimos una tipología de estos fondos según su destino, que se expone en el cuadro 1.
Nos centraremos en el último tipo propuesto en el cuadro 1: La utilización por parte de gran-des empresas agropecuarias de los FF para fondear sus operaciones a gran escala. La cifra movili-zada mediante la herramienta es pequeña en magnitud, lo interesante es que por ofrecer títulos al público resulta obligatorio mostrar los planes de inversión, lo que nos permite comprender las ven-tajas de la escala para el resto de los grandes capitales, organizados mediante otras figuras jurídicas. Han sido cinco los emprendimientos de este tipo llevados adelante, todos ellos por empresas de abundante tradición en el sector productor de granos de exportación (Los Grobo, el estudio Cazenave y Aceitera General Deheza –AGD–). Los tiempos manejados han sido variables, desde un fondo creado exclusivamente por una campaña hasta otros que reinvierten parcialmente lo ob-tenido proyectando un horizonte de cuatro años agrícolas consecutivos. El cuadro 2 expone las hectáreas totales sembradas mediante este proceso, sabiendo que en promedio cada fondo operó sobre 38.000 hectáreas reuniendo para ello 11 millones de dólares.
El cuadro nos muestra una cartera diversificada con su eje central en la soja, que oscila entre el 45 y el 52% del total de hectáreas, con un pico al inicio de la serie del 59%. Este cultivo se com-plementa fundamentalmente con el girasol, el trigo y el maíz, en ese orden aunque por escasa di-ferencia: En promedio se siembran 13.400 has. de girasol, 12.500 de trigo y 11.000 de maíz por campaña.
Esto que ocurre en el total se replica en cada uno de los fideicomisos individuales, con la sola excepción del que organiza AGD, en el que el principal cultivo planeado es el maní con el 50% del área: en todos ellos sembrar soja es el objetivo principal. El resto de los cultivos funciona como reductor del riesgo de precios que está aparejado a privilegiar un único producto. El cuadro 3 ilus-tra el punto. Allí están calculados los desvíos estándar y las varianzas de los precios de los prin-cipales cultivos de cada uno de los cinco FFs (soja generalmente, maní en el caso de AGD), y las mismas medidas de dispersión para las series del precio amalgamado que recibe cada fondo, que
Cultivo 2004/05 2005/06 2006/07 2007/08 2008/09 2009/10 Girasol 1.805 9.777 15.026 25.514 20.391 10.329 Maíz 3.309 8.673 9.329 22.302 16.910 8.061 Maní 150 368 388 20.823 867 449 Soja (1ª + 2ª) 8.874 23.533 39.049 83.560 45.775 29.112 Trigo 902 7.484 22.046 30.221 12.477 7.095 Cebada 0 1.950 0 999 1.039 1.089 Total 15.040 51.785 85.838 183.419 97.460 56.135
Cuadro 2. Área proyectada de siembra por cultivo y campaña en planes de
inversión de Fideicomisos Financieros, en has. 2004–2010.
es el precio promedio de todos los granos que comercia, utilizando como ponderador la cantidad de has. implantadas de cada uno.4
Como se puede apreciar en la disminución de los indicadores de dispersión de las series con-sideradas, la diversificación productiva tiene el efecto de reducir el riesgo de precios que supon-dría destinar toda la inversión a una única variable, sin que por esto cada fondo deje de tener lo principal de su negocio en cierto cultivo, esencialmente la soja. Otra forma de disminuir los ries-gos comerciales que logran estos emprendimientos es a través del fluido acceso a las más sofisti-cadas operatorias de coberturas y ventas a futuros. Los cinco Fideicomisos declaran acceder a este tipo de instrumentos en sus «Planes de Inversión, producción y estratégico», si bien son los dos F.F. que organiza la empresa «Los Grobo» los únicos que nos brindan una estrategia predefinida: se coloca (mediante futuros, opciones y forwards) un 30% del producto al momento de arrendar, un 30% sobre el desarrollo de los cultivos, y el 40% restante queda libre para las oportunidades de negocios que puedan surgir durante y tras la campaña agrícola.
La disminución de riesgos es una de las dos cartas ganadoras que tiene la estructura produc-tiva del gran capital arrendatario, y no solamente la relaproduc-tiva a los precios que recién cuantifica-mos. El pool diversifica asimismo el riesgo climático, al sembrar en lotes ubicados en los rincones más diversos de la región pampeana. El cuadro 4 nos ilustra la cobertura que logra el Fideicomiso Financiero Fideagro 2009, seleccionado a este fin por tener en su PIPE más desglosadas las cabe-ceras de partidos donde arrienda campos. Debe señalarse, además, que dentro de cada uno de los departamentos donde tiene lugar la siembra, el pool contrata diversos campos.
El otro elemento, saliendo ya de la dispersión de todo tipo de riesgos, en cuanto a su estruc-tura productiva, que permite la ventaja de este tipo de capitales es, por supuesto, la obtención de importantes economías de escala en la compra de insumos y la contratación de servicios. Son las
4. Nota metodológica: Se toman los precios FOB argentinos en dólares (disponibles en la Secretaría de
Agricultura Ganadería Pesca y Alimentación –SAGPyA–) y se descuentan de los mismos los derechos de exportación. Las series sobre las que se calculan los desvíos estándar son las mensuales de enero de 1993 a febrero de 2008 (182 observaciones).
Precio Varianza Desvío Estándar
SOJA 2.002 44,7 F.F. FAID 2011 1.365 36,9 F.F. FIDEAGRO 2009 1.034 32,2 F.F. GROBO I 1.273 35,7 F.F. GROBO 2 1.364 36,9 MANI 16.898 130,0 F.F. AGD I 6.260 79,1
Cuadro 3. Medidas de variabilidad de precios de los cultivos principales
y de los precios amalgamados de cada FF.
economías que KOUTSOYIANNIS (1985) denomina pecuniarias, descuentos por las compras en grandes cantidades que reflejan la posibilidad que habilitan en las empresas proveedoras de acor-tar el tiempo de rotación de su inversión de capital.5La autora complementa su análisis al
descri-bir las economías de escala reales, que «son las que están ligadas a una reducción de la cantidad
física de los insumos, las materias primas, los diversos tipos de mano de obra y de capital» (p. 135).
Un buen ejemplo de cómo también estas se logran en la agricultura sobre amplias superficies lo brindan BASUALDO ET AL. (2005) al considerar el ahorro en amortizaciones y tiempo de trabajo perdido por hectárea en tareas de cosecha que tienen diferentes productores según la magnitud de superficie trabajada. En el presente caso, de los FF de siembra, esta economía reaparece en sus cuentas como pecuniaria, ya que la estrategia es, para todo el universo tomado, contratar el 100% de las labores. No existe, en los balances de los fondos, nada que señale compras por su parte de maquinaria propia ni, por lo demás, bienes de uso de ningún tipo.
Los planes de acción (PIPEs) de los Fideicomisos exponen los costos previstos para implan-tar los diferentes cultivos en las diversas zonas en las que operan. El cuadro 5 muestra la dife-rencia que obtienen respecto de los costos de mercado promedio.6
El principal cultivo presenta diferenciales de escala, en una buena parte de los casos supe-rando el 25% del costo por hectárea implantada, a la que hay que sumarle los beneficios mencio-nados por el ahorro del costo de financiación: Dependiendo del título–valor emitido, los cinco
Zona Provincia Localidades cabecera Hectáreas
Oeste Buenos Aires Pellegrini, Salliqueló 15.804
Córdoba Laboulaye, Serrano, Italó, Río Cuarto, La Carlota, Huanchilla, Arias. La Pampa Gral. Pico, Intendente Alvear, Quemú Quemú, Catriló.
Norte Buenos Aires Pergamino, Chivilcoy, Chacabuco, Lincoln, Junín, Gral. Villegas. 12.292 Santa Fe Venado Tuerto, Amenábar, Christophersen, Alcorta
Centro Buenos Aires Nueve de Julio, Pehuajó, Trenque Lauquen, América, 30 de Agosto. 3.073 Sur Buenos Aires Necochea, Tres Arroyos, Balcarce, Azul, Tandil, Gral. Madariaga, Cnel. Pringles. 4.829 Litoral Entre Ríos Gualeguay, Gualeguaychú, Gral. Galarza, Concepción del Uruguay 7.902
Total – – 43.900
Cuadro 4. Has. por zona sembradas por el FF Fideagro 2009, año 2009.
Fuente: Elaboración propia sobre datos de Comisión Nacional de Valores.
5. POSADA, et al. (op. cit.) añaden a esto que las compras directamente a fábrica o grandes comercializado-res permiten evitar cierto efecto cascada en el impuesto a los ingcomercializado-resos brutos. Ellos cifraban esa ventaja en un nada despreciable 8% del costo.
6. Nota metodológica: Los datos de los documentos de la CNV se comparan con los de la publicación
«már-genes agropecuarios» del mes inmediato anterior a la colocación del FF, respetando que la zona informa-da por la publicación especializainforma-da coinciinforma-da con aquella que el Fideicomiso declara trabajar, y respetando a su vez, en un marco de razonabilidad, el rinde esperado tanto en una fuente como en la otra (para el caso de los PIPEs de los fideicomisos, siempre hemos tomado el rinde medio esperado, que es por cierto aquel que basa los cálculos de las empresas). En el caso del maní, el costo a precios de mercado se deri-vó de ROAGRO (2007). Han quedado varios «cultivo/zona» propuestos por los fideicomisos sobre los que no se pudo establecer una comparación y resultan excluidos del cálculo.
pools se han fondeado directamente en el mercado de capitales a tasas que oscilaron entre el 6 y
el 10%, cuando para el mismo período la tasa activa se ubicó entre el 9 y el 17%.
Esta ventaja, al expresarse en el mercado de alquileres de campos, es la que posibilita el des-plazamiento de pequeños y medianos productores pampeanos. La renta precibida por el propie-tario del terreno se fijará como el excedente del ingreso predial luego de cubrir costos y la normal retribución al capital invertido (ver FLICHMAN, 1982 para una muy completa presentación de la teoría clásica de la renta y su aplicación al agro argentino). Para una zona homogénea en cuanto a su aptitud agrícola, este excedente se computa considerando la estructura de costos
predomi-nante entre los diferentes arrendatarios lo que da por resultado la asimetría de que mientras que
el productor de menor escala debe conformarse con retribuir su capital a una tasa inferior a la normal, el pool puede llegar a capitalizar parte de lo que, en competencia atomística, hubiese sido renta de la tierra. Esto explica, por un lado, el fuerte avance de la concentración de la producción granaria (hoy en el país el 6,23% de los productores de soja controlan el 53,65% de las ventas –BARSKY ET AL. 2008), ya que la gran empresa logra desplazar a su modesta competencia me-diante la posibilidad de resignar una parte de la tasa de capitalización extraordinaria que le ga-rantiza su escala. Esto tiene lugar de dos maneras: En primer lugar, ofreciendo modalidades contractuales difíciles de equiparar por el pequeño productor. En un hecho ya notado por POSA-DA ET AL. (op. cit.) prima en la relación con el propietario el contrato de arrendamiento, en di-nero en efectivo o quintales de soja predeterminados, que durante esta década ha sido crecientemente pagado por adelantado, permitiendo así para el propietario de la tierra la capita-lización por lo menos a la tasa pasiva del valor pactado, en oposición a los distintos tipos de
apa-Costo Costo de Diferencia sobre
Fideicomiso Cultivo Zona gran capital mercado* precio mercado
GROBO I Soja de 2ª Sudeste Bs As 90,3 142 –36%
GROBO 2 Soja de 2ª Sudoeste 74 111,1 –33%
FIDEAGRO 2009 Soja Oeste Bs As 111 159,4 –30%
GROBO 2 Soja Sudeste Bs As 109 151,3 –28%
GROBO I Soja Sudeste Bs As 139,6 193,6 –28%
FIDEAGRO 2009 Girasol Sur Cordoba 104,5 144,3 –28%
FIDEAGRO 2009 Soja Norte Bs As 111 152,6 –27%
GROBO 2 Girasol Sur Bs As 103,3 135,5 –24%
FIDEAGRO 2009 Soja Sur Bs As 115,9 151,7 –24%
FAID 2011 Soja Sudeste Bs As 132 164,8 –20%
AGD I Maní Sur Córdoba 382 475 –20%
FAID 2011 Soja Sur Córdoba 118 141,8 –17%
FIDEAGRO 2009 Maíz Sur Entre Ríos 178 210,4 –15%
FIDEAGRO 2009 Maíz Norte Bs As 200,5 235,4 –15%
FAID 2011 Soja Norte Bs As 129 150,6 –14%
GROBO 2 Trigo Sudeste Bs As 165 192,6 –14%
FAID 2011 Maíz Sur Entre Ríos 197 228,8 –14%
Cuadro 5. Costos de labores e insumos a precios de mercado (U$S/Ha.) en comparación
con los de fideicomisos financieros de siembra, según fideicomiso, cultivo y zona.
*. Fideicomiso Financiero Grobo I incluye el costo de cosecha, no así el resto.
recería, o siembra a porcentaje. El arrendamiento fijo ha sido históricamente el preferido por los
cededores, al liberarlos de cualquier riesgo climático o de producción (ver AZCUY AMEGHINO, 2008). Para los tres FFs que desglosan esta información, el modo de arrendamiento fijo se aplica a entre el 87, 98 y 100% de la superficie implantada. Por otra parte, ante la ventaja de costos la gran empresa puede simplemente ofrecer un monto superior por la hectárea a alquilar, redimen-sionando progresivamente el tamaño mínimo al cual se puede encarar la tarea productiva.7
UN CAMINO PARA ENFRENTAR LA CONCENTRACIÓN
La concentración económica en el sector agrario está asociada en la Argentina con fenómenos so-ciales negativos. En esta peculiar esfera económica, cuyo activo fundamental está relativamente fijo en cantidad, la concentración de la producción presupone la concentración en el uso de la tierra. El futuro probable de algunos cientos de mega empresas ocupándose de la totalidad de las cosechas ar-gentinas implica cambios en la distribución poblacional del país, por dos vías. En primer lugar, el cam-bio en el sujeto que lleva adelante la producción, la cesión de la tierra por parte del chacarero a la gran corporación, implica el retiro de éste y su familia hacia las grandes ciudades, ya sea en búsque-da de algún empleo alternativo (cuando el retiro de la activibúsque-dad agropecuaria se dio por repetidos quebrantos económicos, el que fuera un caso común durante la década de 1990), ya sea con cierta comodidad como minirrentista (cuando se logra alquilar a un buen precio el propio campo a la gran empresa, caso bastante normal en la presente década de moneda subvaluada y buenas cotizaciones internacionales). Esta pérdida es doble, ya que además de los problemas que plantea el despobla-miento rural se liquida o reduce un actor social que ha participado, con reivindicaciones propias pero innegable intensidad, en la década de 1990 (y con posterioridad a ella) en el conflicto con políticas macroeconómicas que han tenido un muy elevado costo social. En segundo lugar, la economía de cos-tos que supone la agricultura a gran escala implica la centralización de las compras a los proveedo-res más grandes, ubicados asimismo en las localidades cabeceras de provincia, relegando a la muerte económica a una vasta red de comercios dedicados a la venta de insumos en los pueblos más pe-queños. En el caso extremo en el que las operaciones de compraventa y aprovisionamiento de los grandes pools sean efectuadas desde la Capital Federal, encontramos que disminuiría a su vez, en cier-ta medida, la recaudación impositiva del resto de las jurisdicciones.
Existe un proyecto de ley que reforma la que actualmente rige en la Argentina los arrenda-mientos rurales. Esta conserva ciertas conquistas que los arrendatarios lograron en el pasado, pero incorpora nuevos artículos referidos a límites a la cantidad de tierra que se puede tomar en arrien-do: Se pretende establecer que no sea permitido arrendar una cantidad de tierra que supere el equivalente a diez unidades económicas (UE), concepto este que refiere a la cantidad de tierra cuya explotación genera un ingreso que cubra costos y amortizaciones, correctas remuneraciones a los factores productivos y un excedente que sostenga a una familia agropecuaria.8Además,
pre-vé subsidios impositivos para aquellas explotaciones que no superen las tres UE.
7. Para una discusión sobre la distribución de la renta de la tierra, consultar FERNÁNDEZ, 2009.
8. De esta forma, la UE tendrá un tamaño variable según la aptitud productiva de la zona de que se trate. Se pue-de consultar sobre la aplicación histórica y método pue-de cálculo pue-de este concepto en GONZALEZ, et al. (2001)
El proyecto lleva años demorado. La situación actual favorece la concentración económica al regir como acción pública, en lo que atañe a pequeños y medianos productores de granos y car-nes (sin considerar a los minifundistas, para los que existen ciertas políticas focalizadas, las que de todos modos no han tenido éxito en frenar su expulsión del sector rural), únicamente una po-lítica de impuestos (en lo fundamental, derechos de exportación) y subsidios que no hacen nin-guna diferencia entre pequeños y grandes productores, creando entonces campo propicio para la absorción de los primeros por los segundos. Sin resignar la que en nuestra opinión es la tarea fun-damental para intentar torcer el rumbo de la historia –el accionar político gremial en pos de alte-rar este marco– se impone a la pequeña y mediana producción pampeana (que es la que tratamos, siendo que el planteo de este artículo es extensible a todo tipo de producción agraria) la necesi-dad de profundizar sus experiencias asociativas y de cooperativismo.
En ausencia de cambios más profundos en la estructura económico social agraria, el desafío planteado por la gran empresa se enfrentará en mejores condiciones si, como se planteó al inicio de este trabajo, los productores logran contrarrestar los dos grandes beneficios que expanden al
pool: Descenso de riesgos y economías de escala.
Como intento de respuesta a las condiciones impuestas por el contexto macroeconómico de la década del ’90, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) implementó un pro-grama destinado a la pequeña y mediana producción rural llamado Cambio Rural, cuyo principal aporte fue el de brindar asesoría técnica a grupos de productores (ver LATTUADA, 2000). Dentro de esta tuvo un muy importante rol el apoyo al desarrollo de prácticas asociativas.
Los planteos asociativos se dieron en varios terrenos, si bien el más normal fue el de la com-pra conjunta de insumos: En la región pampeana, el 34% de los grupos que han realizado al me-nos una actividad asociativa, realizó compras conjuntas de insumos (LOMBARDO ET AL., 1997).
El uso compartido de maquinarias fue el segundo emprendimiento asociativista de mayor re-levancia. La posibilidad de trabajar sobre una superficie en muchos casos decuplicada, ofrecía la posibilidad de reducir costos de amortizaciones de máquinas preexistentes, o bien de encarar una compra grupal.
Se registraron distintos resultados, siendo que lo predominante fue que no se llegara a una compra completamente conjunta, sino que lo que hacía era garantizar al proveedor un monto glo-bal, para que luego cada productor cancelara su parte individualmente, con lo que los descuen-tos allí no superaron por lo general el 10% de la facturación. Sin embargo, donde se logró una unidad más completa, desde el INTA señala que se obtuvieron economías pecuniarias de consi-deración, de entre el 16 y el 30%, ciertamente cercanas a las que llega el capital concentrado (LOMBARDO ET AL., op.cit.).
En cuanto a la reducción del principal riesgo de producción (climático) se han desarrollado asimismo experiencias positivas. La dificultad de acceder al seguro por su elevado costo es una constante histórica entre los productores más vulnerables, situación que se ha logrado contra-rrestar parcialmente mediante la contratación conjunta: LOMBARDO (1997) ha encontrado dismi-nuciones en la prima de hasta un 30%. Sin embargo, más profunda es la formación de asociaciones de seguro solidario, donde grupos de productores pactan un compromiso de indemnizar a los per-judicados por siniestros. Asociaciones cooperativas han funcionado proveyendo el marco
institu-cional al acuerdo, resultando ser las experiencias de más larga duración entre los casos analiza-dos por LOMBARDO (op. cit.).
Al programa Cambio Rural accedieron solamente una minoría de los productores pampeanos a los que estaba dirigido. El cuadro 6 expone esta realidad, comparando los participantes por pro-vincia con el total de EAPs de entre 10 y 200 has.
Si bien entonces no más del 10% de las explotaciones participaron, los resultados obtenidos justifican la profundización de las enseñanzas obtenidas. El asociativismo entre pequeños y me-dianos, en sus mejores experiencias, pudo acercarse a replicar las economías de escala pecunia-rias logradas por la gran empresa, y ofrece posibilidades de cubrir el principal riesgo productivo, si bien los de precios requieren desarrollos superiores de asociación en cooperativas.
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Total
Provincia Buenos Aires Santa Fe Córdoba R. Pampeana
Productores en «CR» 4.390 2.398 1.793 8.581 Explotaciones de
entre 10 y 200 has. 39.233 23.896 20.971 84.100
Cuadro 6. Cantidad de grupos de Cambio Rural y productores beneficiarios del programa y
total de explotaciones de entre 10 y 200 has. según CNA 1988, provincias seleccionadas.
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