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Criterios de una buena teoría

In document Teorías de la personalidad (página 39-41)

Las teorías son de cierta manera tentativas. Los estudiantes principiantes de la ciencia aprenden esto cuando diferencian entre teorías y hechos, estos últimos más definitivos y menos discuti- bles que las teorías. (Tales estudiantes principiantes tienen la mala creencia de que, cuando es-

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Capítulo 1 Introducción a la teoría de la personalidad

Hipótesis derivadas de una proposición teórica CONSTRUCTOS TEÓRICOS: PROPOSICIÓN TEÓRICA: DEFINICIONES OPERACIONALES: Frustración Agresión Frustración Agresión

La frustración lleva a la agresión.

Perder 75 centavos en una máquina expendedora de refrescos.

Reprobar un examen.

Perder el trabajo.

Patear la máquina expendedora.

Calificar al profesor como “malo”.

Golpear a la esposa.

HIPÓTESIS:

1. Los sujetos que pierden 75 centavos en una máquina expendedora de refrescos (la cual es manipulada por el experimentador) patearán la máquina con más frecuencia que el grupo control, el cual no pierde su dinero.

2. A los estudiantes que se les dijo que reprobaron el examen calificarán a su instructor más bajo que aquellos que aprobaron.

3. Cuando el desempleo se eleve, el número de reportes de esposas golpeadas se incrementará.

tamos más seguros de nuestras teorías, éstas serán consideradas hechos. Este malentendido proviene de ignorar la diferencia entre el nivel teórico y el nivel de observaciones, que se pre- sentó al principio de este capítulo.) Debido a que las teorías son abstractas, es de esperarse cierto grado de ambigüedad, en comparación con los detalles concretos que llegan como ob- servaciones reales. No obstante, no todas las teorías son igualmente valiosas. ¿Cómo podemos decidir si vale la pena una teoría?

Por lo general, se aceptan varios criterios para evaluar las teorías científicas. Éstos son suge- ridos por los filósofos de la ciencia y se utilizan por lo común para argumentar en favor o en contra de varias teorías de la psicología. Algunos psicólogos están en desacuerdo acerca de có- mo aplicarlos (por ejemplo, McMullin, 1990; Meehl, 1990), y otros sostienen que las filosofías prevalecientes de la ciencia están demasiado restringidas a las suposiciones de las ciencias na- turales y no se refieren a los temas psicológicos importantes tales como el libre albedrío (Rych- lak, 1988), pero cuando menos los filósofos de la ciencia nos han dado algunas reglas fundamentales para el debate. Esto no quiere decir que los individuos siempre basen sus prefe- rencias teóricas personales en estos criterios. Los especialistas de la psicología, por ejemplo, in- forman que prefieren las teorías que les ayudan a entenderse a sí mismos (Vyse, 1990). Puede ser que aplicar el criterio impersonal siguiente requiera de cierto esfuerzo, pero bien vale la pena. Estos criterios guían la psicología de un conocimiento intuitivo a una base científica más firme.

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ERIFICABILIDAD

El criterio más importante es que la teoría debe ser verificable, esto es, que pueda ser proba- da a través de métodos empíricos. Si especificamos qué evidencia debería apoyar una teoría y qué evidencia la refutaría, entonces podemos probar la teoría de manera científica. Esto requie- re, primero, que los constructos teóricos estén definidos con precisión, a fin de que sea claro lo que quiere decir el constructo. Considere el ejemplo frustración-agresión de la figura 1.4. ¿Es en realidad una agresión “el patear una máquina expendedora de refrescos”? ¿Es un ejemplo de agresión “calificar bajo a un maestro”? Las constructos vagamente definidos son de poca utilidad en la teoría científica. La teoría psicoanalítica ha sido objeto de críticas por tener muchos con- ceptos (por ejemplo, ego y libido) que no están definidos de manera clara. La teoría humanista es criticada de manera similar por los conceptos imprecisos tales como la autorrealización.

A continuación, las definiciones operacionales deben ser claras y sus mediciones confiables. Las definiciones operacionales pueden incluir pruebas escritas, juicios clínicos, puntajes inter- personales, observaciones del comportamiento y otras formas de realizar observaciones espe- cificadas en forma adecuada.

Por último, la teoría debe pronosticar las relaciones entre estas mediciones de manera tan clara, en la forma de hipótesis, que se puedan realizar observaciones para apoyar o refutar el pronóstico. Siempre es posible encontrar evidencia que apoye a una teoría vagamente formulada. Este criterio requiere que también describamos la evidencia potencial que refutaría la teoría.

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OMPRENSIÓN

Manteniendo todas las demás cosas igual, una buena teoría se caracteriza por su compren- sión. Esto es, que explique un amplio rango del comportamiento. Las teorías de la personalidad más tradicionales son amplias, las teorías comprensivas tratan de manejar muchos fenómenos: procesos del desarrollo en la niñez, adaptación o salud mental, autoimagen, interacciones so- ciales con otra gente, etc. Sin embargo, en su mayoría estas teorías son casi exclusivamente “psicológicas”. No son lo suficientemente amplias como para incluir las influencias fisiológicas, tales como aquellas sugeridas por los estudios fisiológicos de las emociones y de la fisiología del cerebro (por ejemplo, Davidson, Ekman, Saron, Senulis y Friesen, 1990; Ekman, Davidson y Friesen 1990; Tomarken, Davidson y Henriques, 1990). Pueden reconocer la existencia de una influencia biológica (tal como el temperamento), pero no suelen describirla con mucho detalle. Además, su conceptualización de las influencias culturales es con frecuencia escasa o vaga.

Manteniendo todo lo demás igual, las teorías que explican un rango más amplio de fenóme- nos son mejores teorías. En la práctica, sin embargo, si una teoría trata de explicar demasiado, sus conceptos tienden a volverse confusos y mal definidos, de manera que la teoría no puede probarse en forma adecuada. Aunque la comprensión es una característica deseable en una teoría, es menos importante que la verificabilidad empírica. En años recientes, conforme las teorías de la personalidad han sido sujetas a una creciente investigación sobre validez, se han vuelto menos comprensivas pero más precisas.

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ALOR APLICADO

Una teoría que tiene un valor aplicado, al ofrecer estrategias prácticas para mejorar la vida hu- mana, tiene una ventaja sobre las teorías que simplemente son satisfactorias de manera intelec- tual. Por ejemplo, las teorías de la personalidad pueden sugerir intervenciones terapéuticas; guías para el cuidado del niño; ayuda para seleccionar a los mejores empleados para un trabajo en particular; o aun predecir lo que ocurrirá en la política, con base en la personalidad del líder (Immelman, 1993). Como en muchos campos, la psicología de la personalidad tiene tanto inte- reses básicos como aplicados que no siempre están integrados. La investigación aplicadase efectúa para solucionar problemas prácticos. La investigación básicase realiza con el propó- sito de avanzar en la teoría y en el conocimiento científico.

Además de los tres criterios importantes, verificabilidad, comprensión y valor aplicado, son preferibles las teorías que son parsimoniosas y que tienen un valor heurístico. Una teoría par- simoniosaes aquella que no propone un número excesivo de constructos o proposiciones estrechas si un pequeño número de amplios constructos puede explicar el fenómeno en consi- deración. Hacerlo de esta manera permite que la teoría se complique de manera innecesaria. Sin embargo, los humanos somos criaturas complejas, de manera que una teoría con pocos constructos o proposiciones pudiera ser demasiado simplista para permitir una predicción de- tallada.

La capacidad de una teoría para sugerir nuevas ideas para teorizar e investigar más se llama valor heurístico. Otro término para valor heurístico es fertilidad(por ejemplo, Howard, 1985). El entendimiento científico no es estático. Los científicos construyen sobre el trabajo de cientí- ficos anteriores, moviéndose hacia un mejor entendimiento. Así como los artistas reemplazan los bosquejos con dibujos elaborados, las teorías son reemplazadas por otras nuevas mejoradas.

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