• No se han encontrado resultados

Aproximación ético-filosófica de la categoría ser-para-el-otro

2.2. Compromiso: Nueva relacionalidad para-con-el-otro

2.2.1. Aproximación ético-filosófica de la categoría ser-para-el-otro

En los relatos lucanos sobre las comidas, Jesús es el prototipo de ser humano que asume una identidad, eminentemente relacional, lo cual permite comprender, en su ser-en-sí, una disposición de alteridad. Como Jesús, el discípulo está llamado a ampliar su modo de comprenderse a sí mismo, en la medida que abre su ser-en-sí al otro de manera irrestricta. Para ello, es importante identificar algunos elementos aportados por las reflexiones

85

LaVerdiere, Ibid., 191.

86

53 filosóficas sobre la categoría del ser-para-el-otro y cómo ésta ayuda a fundamentar el sentido de alteridad que subyace al interior del relato lucano de Emaús.

La categoría del ser-para-con-el-otro, desde las reflexiones filosóficas, se apoya en los planteamientos modernos de Emmanuel Levinas. Este filósofo judío es uno de los autores que más desarrolla dicha categoría de cara a una "filosofía entendida como ética, en donde la preocupación por el otro es anterior a cualquier marco general, a cualquier horizonte. El ser deja de considerarse como el horizonte de toda comprensión ya que se establece un nuevo origen para la significación: el Otro87". Desde esta perspectiva, el ser-para-el-otro exige una relacionalidad, no teórica, sino desde aquello que es testificado y no tematizado del uno para el otro88. En este orden, el ser-para-el-otro acusa una relacionalidad a partir de la responsabilidad inherente a su naturaleza y constituye una acción concreta y efectiva, más allá del impulso sentimentalista:

Tal response-ability89 requiere mucho más que meros bonitos sentimientos o beatíficos sentimientos, puesto que son las necesidades materiales del otro y los sufrimientos del otro, insiste Levinas, los que constituyen las necesidades espirituales del ser humano. Cuidar por “la viuda, el huérfano y el extranjero” es alimentar, vestir, alojar, dar educación, trabajo, seguridad social, salud, seguridad de ancianidad, derechos políticos y justicia para todos. Todos los valores y significados del mundo – desde los más íntimos suspiros de amor hasta los símbolos universales de las matemáticas – caen o se levantan en hombros de estas concretas y exigentes responsabilidades históricas90.

En estos términos, el ser-para-el-otro obedece a un llamado de alteridad radical, pues saca el ser de su esfera ególatra para ocuparse del otro de una manera irrestricta, ilimitada, anterior a todo recuerdo, ulterior a todo cumplimiento y de algo que está más allá o más acá

87

Losada, La responsabilidad para con el Otro, p. 46.

88

Cf. Levinas, De otro modo que ser, o más allá de la esencia, 225.

89

Se traduce como "habilidad para responder".

90

54 de la esencia91. Por ello, el ser-para-el-otro, se erige como responsabilidad exenta de respuestas individualistas y abiertas a reconducir el sentido de toda experiencia, éticamente relacional, entre los hombres. El ser-para-el-otro significa, pues, un llamamiento a la responsabilidad del hombre, en la cual "se siente elegido e irremplazable, para realizar una sociedad humana en la que los hombres se traten como hombres. Esa realización de la sociedad justa es, ipso facto, elevación del hombre a la sociedad con Dios. Esta sociedad es la beatitud humana misma y el sentido de la vida92.

La ética del ser-para-el-otro, o bien, de la solicitación, establece una relacionalidad en términos de responsabilidad como respuesta de la necesidad que tiene el otro. Es una ética que: "exige un volcamiento del ser que se satisface en su buena conciencia de existir y que es una llamada urgente a retirarse en su camino de ser: a desinteresarse de sus necesidades y aún de su vida. A substituirse al Otro ¡No es aquí el des-inter-es-amiento supremo!"93. La relacionalidad del ser-para-el-otro abandona los intereses particulares del ser y posibilita "que lo otro sea el otro (autrui); que la salida de sí mismo sea la aproximación al prójimo; que la trascendencia sea proximidad, que la proximidad sea responsabilidad para con el otro"94.

Dichas reflexiones éticas encuentran resonancia en la nueva relacionalidad para-con-el-otro que subyace al relato lucano del camino de Emaús. El proceso de conversión en la fe, cuyas consecuencias ontológicas experimentan los discípulos, no se queda en el plano de la individualidad. Ellos escuchan la Palabra del Señor Resucitado y comparten con Él el pan en la mesa común, pero no se quedan allí sentados, sino que, gracias a este gesto eucarístico, se sienten movidos a salir de sí mismos y levantarse de la mesa para volver a Jerusalén y encontrarse con los Once y con los que estaban con ellos (cf. vv.33-34). Este signo afirma la salida del ser-en-sí de los discípulos y halla la significación de su alteridad en la entrega para-con-el-otro cuando comunican la experiencia de resurrección. De este

91

Cf. Levinas, Ibid., 54.

92

Cf. Levinas, Difícil Libertad. Ensayos sobre el judaísmo,199.

93

Banon, Une hermenéutique de la sollicitation. Levinas, lecteur du Talmud, 115.

94

55 modo, el ser de los discípulos se define como ser-para-con-el-otro y expresa su esencialidad en su ser para la acción: "Al mismo tiempo se declara que este 'ser para' quiere manifestarse en las acciones, en la historia, y así 'llegar a sí mismo'. (…) De modo que el ser se hace totalmente él mismo solamente en la acción, y por tanto está hecho esencialmente para la acción"95.

Dicha identidad relacional de los discípulos de Emaús, los mueve a una acción concreta: levantarse de la mesa ritual para continuar la obra redentora de Jesús en las demás asambleas comunitarias. Volver a Jerusalén es la respuesta humana de los discípulos al amor resucitado de Jesús, que quiere ser comunicado a los otros y por ello, con esperanza y alegría cuentan "lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan" (v.35). Borobio afirma que "el máximo grado de presencia personal es aquel que se basa en el amor e implica la acción, la comunicación y expresión del propio cuerpo, porque es la presencia capaz de acoger al otro en su propia singularidad, como un 'tú', y de comunicarse a él desde la profundidad del ser, y llegar hasta el verdadero encuentro interpersonal"96.

El punto de partida de esta nueva relacionalidad para-con-el-otro surge en el amor entregado y donado sin reservas, y circunscrito a un plano que abarca todas dimensiones de la vida humana, además de la ética. Es el Espíritu del Resucitado quien mueve a los discípulos a no quedarse para sí con la experiencia de la resurrección, sino a salir para-el- otro y comunicar su experiencia de fe pascual (cf. v.33-35). La hospitalidad, en el orden de la relacionalidad, es la forma evidente de comunicar la fe y comprometerse con el otro.