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La búsqueda del valor y del bien común

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Aportar valor a la comunidad es la premisa de una empresa hacker. La dificultad reside en cómo medir ese valor para la empresa y la sociedad. El valor interno generado para la empresa, no presenta gran complejidad, pues se basa en dos aspectos significativos. Como comunidad, formada por individuos, es preciso evaluar este aspecto tanto en individuos como en el ámbito comunitario. El valor para el individuo reside en que cada uno pueda cubrir su pirámide de necesidades y exista sintonía entre sus expectativas y las de la empresa- comunidad. Como comunidad organizada, debe ser capaz de evaluar la viabilidad en cada una de sus áreas significativas (capital, innovación, gestión y ejecución). La empresa capitalista centra la medición de su valor interno en dos informaciones básicas (La cuenta de resultados y el balance). Obviamente, no tiene en cuenta a los individuos que la integran ni sus necesidades, ya que los considera recursos y por tanto no como parte integrante de la organización. Esta visión ha quedado obsoleta bajo un ética hacker.

El aspecto más complicado de evaluación es el extrínseco ante la comunidad-sociedad. Siguiendo la coherencia de las “Leyes de la humanidad”, la empresa hacker debe aportar valor para un número significativo de comunidades y en definitiva para toda la sociedad, generando un producto o servicio que permita un escalado de la humanidad en su propia pirámide. Es decir que genere un bien reconocido para la sociedad. La empresa actual es evaluada por los mercados y la información también termina integrada en su balance. Obviamente, esta medición solo se centra en los beneficios monetarios, y no otro tipo de aportación ni en los perjuicios que para la humanidad pueda conllevar su actividad (huella ecológica, explotación de personas, corrupción por sobornos, u otras). Las empresas actuales tratan de paliar dichos impactos mediante la presentación de sus informes de Responsabilidad Social Corporativa. Pero dichos informes, terminan siendo un folleto de bondades, con más orientación comercial y de imagen que preocupación por plasmar la realidad efectiva. Por supuesto, la empresa tradicional capitalista, no asume los valores de la empresa hacker. Una empresa coherente con sus valores hackers no tendría gran inconveniente en generar autoevaluación de su valor intrínseco y extrínseco simplemente preguntando a la sociedad. La coherencia y la transparencia en su actividad terminarán generando la confianza que se ha perdido en la corporación tardo-capitalista.

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La preocupación por la aportación de valor social y el bien común, ha generado diversos estudios como los integrados en “La economía del bien común” de Felber [1]. Dicho ensayo desarrolla un modelo económico más allá de los paradigmas capitalista y comunista. Tal modelo, tiene cabida en la ética hacker, por cuanto a colaborativo y abierto. También es de gran valor su objetivo último de búsqueda de bien común en una sociedad más igualitaria y menos jerarquizada. Pero considero que ciertos aspectos del modelo chocan frontalmente con una ética hacker de libertad. Existe un alto componente fiscalizador, que ejercería el Estado, incluso a través de una democracia directa. Como consecuencia, podemos obtener un efecto indeseado de aislamiento y exclusión del pensamiento más diverso y minoritario. Otros aspectos como la eliminación de facto de los derechos de propiedad, pueden ser en parte deseables pero de un contenido altamente utópico. Hay que notar que el concepto de propiedad es pre-capitalista y forman parte muy arraigada de la naturaleza humana.

Otras herramientas, como el “balance del bien común", pueden acoplarse perfectamente a la empresa hacker, e incluso ser asumidos por la sociedad como una obligación para toda corporación.

En definitiva, la empresa hacker puede evaluar el valor aportado de diversas formas, siempre que estén acordes con sus valores éticos y coherentes con sus actuaciones. En la sociedad actual, debe ser “la red” quien rechace y provoqué cambios en los aspectos indeseados de las empresas. No es un hecho imposible. Hoy en día, el ciberactivismo ha demostrado que es capaz de provocar cambios en empresas y en la sociedad en general [2].

Así pues, la empresa debe autoevaluar su valor aportado para mejorar o desaparecer. Pero en definitiva, será la sociedad red quien, libre, informada y de forma voluntaria decida la aceptación o el rechazo de sus productos y servicios.

NOTAS:

[1] Felber, Christian; “La economía del bien común”; Editorial Deusto; 2012. ISBN: 978-84-234-1280-8

[2] Tascón Mario, Quintana Yolanda; “Ciberactivismo. Las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas”. Ed. Los libros de la catarata. 2012. ISBN:978-84-8319-752-3

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Herramientas x.0

La sociedad de la información ha provocado que ninguna empresa pueda funcionar sin herramientas informáticas. Esto ocurre con más razón en una sociedad del conocimiento en red. Hoy día, ni siquiera es posible obtener tu propio dinero en el banco si los sistemas de información han “caído”.

En los años 90, el auge de la globalización, internet y las herramientas de comunicación, hizo despegar las herramientas de integración empresarial como los ERP’s (Enterprise Resource Planning), CRM (Customer relationship management), o Bases de Datos centralizadas. Las herramientas de planificación utilizadas hasta entonces se quedaron cortas, cuando era necesario integrar operaciones globales de plantas, clientes, facturación, etc… A principios del siglo XXI, y con la consolidación de las tecnologías de internet y las arquitecturas orientadas al servicio, surge un nuevo concepto de herramienta empresarial, tendente a integrar y modular el conocimiento del negocio. Comienza a hablarse de Data warehouse, herramientas de Business

inteligence y BPM’s (Business Process

Management). Todas estas herramientas, integran la información del negocio y permiten la colaboración y traspaso de información. Favorecen el Collaborative

Decision Making (CDM). En conclusión, las empresas siempre han lanzado iniciativas tendentes a aumentar la productividad y convertir la oficina en una fábrica, tratando de aprehender el conocimiento tácito para incorporarlo de forma explícita al activo. Pero sin duda, todas estas herramientas son implantadas por y para la corporación, y no para el individuo. Baste de muestra los conflictos surgidos respecto al uso del correo electrónico. Una de las campañas más activas del ciberactivismo fue la lucha por el reconocimiento del e-mail como una herramienta privada e inviolable del trabajador [1]. En la primera década del presente siglo, toma gran importancia social la llamada Web 2.0 definida en Wikipedia como: “aquellos sitios web que facilitan el compartir información, la interoperabilidad, el diseño centrado en el usuario1 y la colaboración en la World Wide Web. Un sitio Web 2.0 permite a los usuarios interactuar y colaborar entre sí como creadores de contenido generado por usuarios en una comunidad virtual“ [2]. O sea, el concepto 2.0 se refiere no solo a herramientas de interacción social, sino que además es una herramienta participativa. Sus inicios se basan en la participación igualitaria y democrática de sus programadores, acorde con una ética hacker. Por ello son ampliamente aceptadas por los ciudadanos, y su importancia se ha demostrado en los movimientos sociales de los últimos años [3].

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Actualmente, dichas herramientas están siendo incorporadas por un amplio abanico de empresas. De su uso como reclamo y canal de ventas (fin principal de la web 1.0) se ha pasado a aprovecharlas como medio para colaborar con su entorno. Respecto a las herramientas 2.0 en la empresa, Genis Roca expone: “parece ser que en un futuro bastante inmediato la capacidad social y relacional que hay tras el concepto de la Web 2.0 también va a ser un requisito para sobrevivir: los consumidores están más informados y más conectados, y toleran cada vez peor a las empresas que no están conectadas, que no escuchan, que no participan, y que no entienden los mercados como conversaciones” [4]. Dichas herramientas pueden basarse en cualquier tecnología.

En conclusión, la empresa hacker no se puede concebir sin herramientas que permitan la colaboración libre e igualitaria entre sus integrantes. Lo importante es que las herramientas estén integradas en los valores de la empresa. Por ello uno de los debates más activos de los últimos años es la lucha Microsoft vs Linux (u otro código abierto). Microsoft es el “anticristo hacker”, por su código cerrado y la imposibilidad de cambios en sus fuentes. En ámbitos puramente tecnológicos, no sería aceptable, pero en un contexto general y siendo pragmáticos, los sistemas operativos son un medio, una pieza más a utilizar. En este caso no

choca con la ética hacker de la empresa. Es el uso del sistema lo que debe estar acorde con los valores, no el sistema tecnológico en sí. Un hecho diferente es realizar este análisis en una empresa productora de tecnología, donde sí debería desechase el software cerrado, por falto de coherencia con valores de apertura y transparencia.

En el actual estado del arte, conceptos como las wikis o foros y blogs, mejoran la colaboración y la transparencia tanto en conocimiento como en opinión. Dichas herramientas no pueden ser fiscalizadas. Es un error limitar el acceso a cualquier sitio web. Para empezar, porque gran parte de los trabajadores poseen smartphones de última generación con acceso privado a internet. Es un contrasentido que actualmente la empresa ponga a disposición de sus trabajadores herramientas peores que las que la persona tiene de forma privada. Por otra parte, atendiendo al valor hacker de corresponsabilidad, el trabajador debe ser autónomo en la gestión de su tiempo para conseguir los objetivos fijados por la comunidad empresarial. En el futuro, las aplicaciones de integración de información se mantendrán y mejorarán, para incorporar el conocimiento tácito, y mejorar la transparencia de información a través de toda la comunidad. Las herramientas de inteligencia de negocio evolucionarán para que cada persona

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incorpore a las mismas reglas programáticas y conocimientos propios. Por ejemplo, herramientas como los gestores de procesos y workflows, permitirán el cambio de cualquier proceso organizacional de forma colaborativa, modificando en tiempo real el funcionamiento de la empresa. Cada trabajador modificará la forma de realizar su trabajo.

Actualmente hay cierta tendencia en la tecnología al control exhaustivo de la productividad, que interfiere tanto en la privacidad como en la libertad individual. Herramientas como la geo-localización personal, o la medición de la productividad por persona, coartan los derechos individuales. Existen herramientas hasta para medir el número de líneas de código fuente que un programador de software escribe al día. Esto no es acorde a valores de corresponsabilidad, y por ello deberían desecharse. Todo ello, no encaja tampoco con la concepción del tiempo que subyace en la ética hacker [5]. La tecnología y las herramientas seguirán evolucionando, y las actuales 2.0 pasarán a otras versiones x.0 destinadas tanto para producir, como para comunicar o gestionar. Las empresas deberán incorporar nuevas tecnología para no quedarse fuera de la evolución natural. Pero las herramientas son solo un medio que debe utilizarse dentro del código ético hacker: deben ser abiertas, transparentes, colaborativas y “desjerarquizadas”. La tecnología no

puede ser el “gran hermano” que todo lo controla, sino una ayuda para la comunidad empresarial en su conjunto.

NOTAS:

[1] La American Civil Liberties Union o ACLU es la mayor organización sin fines de lucro de Estados Unidos. Ha lanzado varias campañas en defensa de la privacidad del correo electrónico. Es considerado un derecho tan importante, que en su “brochure” de presentación indica: “¿Qué son las libertades civiles? Son los derechos que son indispensables para la vida, la libertad y la dignidad.( …) También tienes el derecho a la privacidad y de ser libre de la intromisión del gobierno. Por ejemplo, de registros secretos de tu casa, de tus archivos telefónicos y tu correo electrónico, de tu cuenta bibliotecaria y de tus datos financieros o médicos.”

[2] Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Web_2.0 consultado el 12 de enero de 2013.

[3] Castells, Manuel, “Redes de indignación y esperanza”; Editorial Alianza, 2012. ISBN: 978-84-206-0960-7. Castells sostiene la importancia de las redes en los actuales movimientos sociales: “[El movimiento social] Empezó en las redes sociales de internet, que son espacios de autonomía en gran medida fuera del control de gobiernos y corporaciones que , a lo largo de la historia, han monopolizado los canales de comunicación como cimiento de su poder”.

[4] Fumero, Antonio y Roca, Genis; “Web 2.0”; Fundación Orange España, 2007. Depósito Legal: M-15478-2007

[5] Himanen, Pekka, Castells Manuel, Torvalds, Linus;”La ética del hacker y el espíritu de la era de la información”. Establece como un nuevo concepto de uso libre del tiempo, en el cual las nuevas tecnologías comprimen el tiempo y lo hacen más flexible.

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Cuadro del modelo

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