Siéntese en un lugar tranquilo y observe el estrés y la infelicidad que siente. Puede estar provocado por una persona, una situación o su traba jo. Concéntrese en ese factor, enfréntese al problema y rételo. Ahora lle ga el momento del rescate del pensamiento de estrés inapropiado. Tie ne que tomarlo literalmente y alejarlo de su mente a la vez que le da un ultimátum. Hágale saber que tiene que ayudarle a liberar la sabiduría in terna que está latente y que nunca más debe molestarle. Dígale que le dejará con vida sólo si desaparece y libera toda la sabiduría que retiene.
Esto es lo que denomino el «enfoque de tolerancia cero» ante el estrés y sus resultados son instantáneos. Después de hacer este ejercicio experi mentará una señal física o emocional que le indicará que ha funcionado. Su sabiduría interna, ya liberada de su prisión, podrá ayudarle y apoyarle a la hora de tomar decisiones y realizar los cambios que necesite.
Adrián trabajaba para una empresa de software muy conocida en la que se encargaba de gestionar nuevos proyectos y tenía muchos empleados a su car go. Todo el mundo en la empresa le profesaba una tremenda admiración. Era una persona que se tomaba muy en serio su trabajo y que tenía un alto sentido de la responsabilidad, tanto por la empresa como por los empleados que tenía a su cargo. Siempre era el primero en llegar a la oficinay el último en marchar se. Incluso trabajaba los fines de semana, prácticamente sin ver a su familia.
Sin embargo, pasados quince años, Adrián había perdido muchas facul tades. Su concentración dejaba mucho que desear, había perdido su senti do del humor, engordado, tenía altibajos, ataques de ansiedad y períodos de letargo. En el trabajo intentaba ocultar esos síntomas, pero en casa era imposible, de modo que su esposa cada vez estaba más preocupada.
Al final, en un acto de desesperación, su esposa le concertó a escondidas una visita en nuestra clínica. Aunque él se había mostrado reticente a acu dir, nada más llegar empezó a hablar. Me explicó que siempre había sentido que se lo debía todo a su empresa. Empezó a trabajar en ella cuando no te nía educación formal y poco a poco fue ascendiendo. Sin embargo, aho ra estaba agotado y quemado. Ya no podía hacer bien su trabajo y sentía que estaba decepcionando a todo el mundo. No quería dejar el puesto ni buscar otro trabajo porque le gustaba la empresa y la seguridad financiera que le ofrecía era muy importante para él.
Adrián padecía un grave estrés. Su vida estaba totalmente desequilibra da y tenía que hacer cambios. A medida que hablamos vio que tenía muchas opciones y elecciones ante sí.
Le animé a hacer el ritual de rescate de estrés y el ejercicio de pensa miento laboral y, aunque no parecía muy convencido sobre la utilidad o los resultados, accedió.
Una semana después, Adrián me dijo que, pese a que le había resultado bastante complicado sentarse y concentrarse, aunque sólo fuesen unos mi nutos, había perseverado con los ejercicios a diario y ya había notado los re sultados. Estaba más tranquilo, más optimista y había recuperado el control de antaño.
de trabajar los fines de semana. Ya no se quedaba hasta que todo el mundo se había marchado y aprendió a delegar muchas tareas de las que se había responsabilizado sin necesidad. Supo disfrutar de más tiempo con su fami lia y sus hijos y anhelaba poder pasárselo bien con ellos los fines de semana.
En seis meses Adrián fue un hombre nuevo. Sus síntomas de estrés ha bían desaparecido y ya tenía un semblante relajado y tranquilo.
ACOSO E INSULTOS
Aunque casi nunca se habla de ello, en el trabajo muchas veces hay un trato verbal muy negativo, incluso insultante. Puede producirse entre com pañeros y desgraciadamente entre muchos jefes que, más bien al contrario, deberían ser un ejemplo de conducta correcta y adecuada. Cuando se pro ducen insultos entonces las dos partes, la persona que abusa y la persona que recibe los insultos, experimentan dos caras diferentes de la misma energía inapropiada de pensamiento. La energía es el miedo o el enfado.
Los insultos son negativos para todo el mundo en el entorno de trabajo, estén o no directamente implicados. Toda persona que participe en una co munidad laboral se ve afectada. Quienes lanzan insultos a los demás provo can tristeza e intentan desacreditar o dañar a su víctima.
A menudo la gente se revela tal y como es en el trabajo, mientras que suele ocultar esa faceta en otros aspectos de su vida. El trabajo es el lugar en el que todos damos rienda suelta a nuestra personalidad, intentamos aprender y demostramos cómo somos.
Tanto la persona que insulta como el insultado suelen atraerse, como si fuesen dos actores en un guión que no comprenden, pero que guiados por su miedo o rabia creada en el lugar de trabajo se muestran así. Se encierran en una batalla de supervivencia en la que ambos perderán un poco de ellos mismos a diario, además de dañar a sus compañeros y a la organización. Este proceso ocurre tanto en pequeñas tiendas o empresas como en com pañías multinacionales.
¿Es usted una persona que ejerce un trato verbal negativo hacia los demás?
Nunca es sencillo admitir que uno es así, ya que requiere mucha valen tía. No obstante, es vital hacerlo porque esa conducta causa mucho daño y
perjuicios. Si se comporta de esa forma seguramente lo sabe, pero, si no está seguro, observe si se producen los siguientes indicadores: 1. Cambiar de humor con frecuencia. 2. Perder los nervios con los compañeros de trabajo y disculparse después. 3. Negarse a escuchar el punto de vista de los demás. 4. Comportarse de un modo demasiado exigente o agresivo.
Si cree que encaja con esta descripción entonces debe comprender que tiene que entender que se ha distanciado de la parte más sagrada que hay en su interior y que está trasmitiéndole su miedo y su enfado a los demás a través de sus pensamientos y acciones.
Tiene que curar el dolor de su corazón que está en la raíz de su conduc ta y redescubrir la compasión por los demás gracias al siguiente ritual.