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Una historia desde la comprensión y el historiador como parte de la historia

In document LA PAZ ES MÁS REVOLUCIONARIA QUE LA GUERRA (página 151-156)

Un marco y un enfoque

2.3. Paz como enfoque y pensamiento

2.3.2. Lógicas violentas en la interpretación histórica

2.3.4.4. Una historia desde la comprensión y el historiador como parte de la historia

En primer lugar, la principal tarea del historiador es contribuir a comprender las acciones humanas, desde su propia comprensión, partiendo de la base que “Comprender es el carácter del ser originario de la vida humana misma.”202Y comprender algo es siempre “comprenderlo

“como respuesta a una pregunta.”203Se trata de preguntas creativas, generadoras.

Entre muchos autores, sobre todo dos me han dado luces sobre la comprensión, misión y actitud esencial frente al objeto o sujeto de estudio del historiador: Hans-Georg Gadamer y Antoine Prost204. Dice Gadamer:

“Parece una exigencia hermenéutica justificada que hay que meterse en la piel del otro para comprenderlo. Entre tanto cabe la pregunta si un lema como este no impide la comprensión que se espera de uno. Es como en la conversación, que llevamos con alguien solo con el fin de conocerlo, es decir, medir su punto de vista y su horizonte.

Esa no es una real conversación, es decir, porque no se busca la comunicación en torno a una cosa, sino los contenidos objetivos son solo un medio para conocer el horizonte del otro. Solo pensemos en una entrevista para un examen o ciertas formas de diálogo médico. La conciencia histórica parece hacer algo similar, cuando se traslada a la situación del pasado y así reclama tener el horizonte histórico correcto… En ambos casos el que busca comprender se sustrajo de la situación de la comprensión. El mismo no se deja encontrar. En la medida en que se integra de entrada al punto de vista del

202Gadamer, Hans-Georg. Wahrheit und Methode. (Verdad y método). Mohr Siebeck Tübingen, 2010, p. 264

203Ibíd., p.381

204PROST, Antoine. Doce lecciones sobre la historia. Frónesis Cátedra Universitat de Valencia. Ediciones Cátedra. Grupo Anaya Madrid, 2001

148 otro en lo que él nos quiere decir, uno pone su propio punto de vista de manera segura fuera de alcance.” 205 308 f.

Prost nos resume tres rasgos del objeto de la historia: es humano, es colectivo (un hombre individual que interese a la historia debe ser significativo representativo o que haga resaltar por su singularidad la costumbre de un grupo), y es concreto, es decir, situado en espacio y tiempo, conectada a la vida del historiador como su escuela. A partir de ahí, comprender significa distanciarse de la pretensión de abstraer y plantear leyes generales, ubicarse en la singularidad. Lo que nos interesa no es la mera disposición en orden cronológico de los hechos, sino sus conexiones, como influyen unos en otros. “Ahora bien, esta influencia pasa por la conciencia de los actores que perciben una situación y se adaptan, en función de sus objetivos, de su cultura de sus representaciones… toda historia implica significados, intenciones, voluntades, miedos, imaginaciones, creencias. La singularidad que defienden celosamente los historiadores es la del sentido. Esto es lo que significa hablar de ciencias del espíritu o de ciencias del hombre.” 206

Comparte con Gadamer la postura que en la historia, comprender es siempre y en cierto modo ponerse mentalmente en el lugar de aquellos de quienes se hace la historia: “Eso supone una clara disponibilidad, una atención, una capacidad de escuchar, cuyo aprendizaje proviene de la vida cotidiana.“207 Y dice algo muy bello: historia es también amistad y es escucha, citando a otro autor, Henri Marrou208:

“Solo por su semejanza con nuestro yo comprendemos a otros: por lo que se parecen a los contenidos de nuestra experiencia, a nuestro propio clima o universo mental, únicamente podemos comprender lo que, en gran parte, sea ya nuestro, fraternal; si el otra fuera absolutamente desemejante, extraño ciento por ciento, no se ve cómo sería posible la comprensión. Reconocido esto, no puede haber conocimiento de otros más que si yo me esfuerzo en ir a encontrarlos, olvidándome por un instante de lo que yo mismo soy…”

205 GADAMER. Hans-Georg. Op.cit. .p,308 ss.

206 PROST, Antoine. Op.cit., p. 152 ss.

207 Ibíd., p. 168

208 Henri Marrou. “Del conocimiento histórico”, citado en PROST, Antoine. Op.cit., p. 169

149 Me acojo entonces a lo que afirman estos autores en el sentido que comprender “supone cierta forma de connivencia, de complicidad con el otro. Es necesario que aceptemos entrar en su personalidad, ver con su mirada, experimentar con su sensibilidad, juzgar según sus criterios...La comprensión es, pues, una forma de simpatía, un sentimiento.”209

Henri Marrou de nuevo: “entre el historiador y su objeto ha de establecerse una amistad vinculadora, si es que el historiador quiere comprenderlo, pues según la bella fórmula de San Agustín, “no se puede conocer a nadie si no es por la amistad.”210 La pregunta que me surge entonces es cómo se hace historia de un objeto de estudio con el que no se establece este vínculo: se vuelve a una historia de enumeraciones cronológicas, clasificaciones, con pretensiones objetivantes.

Desde la paz como postura, obviamente adoptamos esta postura, porque la paz implica verse en el otro, para reconocerse y reconocer; porque se trata de comprender nuestros actos, para aprender de ellos ayudar a transformar lo que no nos gusta. No quiere decir que comprensión y amistad excluyan una postura crítica: toda amistad y autorreflexión implica la crítica y la autocrítica, no en sentido culpabiliza o destructivo, sino para construirnos.

Ponerse en el lugar de los otros, no borra al historiador ni le impide ser él mismo. Porque es él el que repiensa, recrea, reconstruye la experiencia humana de quienes hace la historia colectiva cuya historia hace: son sus propios pensamientos, la forma en la que representa el pasado. “Para el historiador, las actividades cuya historia estudia no son espectáculos que se ofrecen a su mirada, sino experiencias que debe vivir a través de su propia mente. Y la experiencia se entiende acá en su más amplio sentido en el de algo que es vivido, experimentado, pensado. Tales actividades son objetivas, es decir, las conoce solo porque son también subjetivas, porque son actividades propiamente suyas.”211

209PROST, Antoine. Op.cit., p. 169

210 Citado en PROST, Antoine. Op.cit., p 169

211 Ibíd., p. 172

150 Esto es esencial: entender que el historiador transmite su propia vida al lector, trayendo su objeto de estudio al presente, en una especie de circularidad de esta tarea: “La circularidad de la labor científica histórica es inevitable. Pero no es un obstáculo para el análisis científico, sino su presupuesto: sin ella no hubiesen preguntas ‘a la historia’. Es tarea de la reflexión propia metodológica, tematizar las relaciones cambiantes entre sujetos y objetos de la escritura de la historia.”212

En este punto me remito de nuevo a Gadamer en el sentido en que está superada la pretensión de objetividad del historiador, porque estamos inscritos en nuestras propias formas de percepción, interpretaciones del mundo y nuestras propias preguntas. Estar conectados a una forma de percibir definida por el tiempo y la cultura, nos permite observar, verificar y buscar nuestra verdad, que ya no reclama identificar los fenómenos históricos como tales, sino que expresa y refleja las conexiones de sus efectos en nosotros como parte de esa historia.

Gadamer:

“Solo a través de la motivación del planteamiento de la pregunta se constituye el tema y el objeto de la investigación. La investigación histórica es llevada por el movimiento histórico, en el cual está de pie la vida misma, y no se deja comprender teleológicamente desde el objeto al cual se dedica la investigación. Un objeto así por lo visto no existe.” 213

No quiere decir esto que exista un permiso ilimitado de acomodar al presente el pasado a nuestro antojo; al contrario, se trata de historizar los intereses y preguntas actuales, en vez de volverlos absolutos. Gadamer214:

“Ciertamente se requiere de un esfuerzo propio, adquirir horizonte histórico. Siempre estamos con la esperanza y el temor predispuesto a lo que nos es más cercano, y con esta predisposición nos enfrentamos al testimonio del pasado. De ahí que será una tarea permanente, contener la adaptación o asimilación del pasado a las propias expectativas de sentido… En realidad el horizonte del presente está siempre en formación, en la medida en que permanente tenemos que poner a prueba nuestros prejuicios. A esta prueba pertenece en última instancia el encuentro con el pasado y la comprensión de la tradición de la cual venimos. El horizonte del presente por lo tanto de ninguna manera se forma sin el pasado. Ni hay un horizonte del presente en sí, ni hay horizontes

212 DANIEL, Ute. Op. cit., pp. 17 Y 18

213GADAMER. Hans-Georg. Op.cit.,p.289 (Traducción del alemán propia)

214 Ibíd., p. 310 ss.

151 históricos, que se hubiese que ganar. Más bien el comprender es siempre un proceso de fusión de estos horizontes supuestamente separados.”

Gadamer:

“Lo que llena nuestra conciencia histórica es la variedad de voces en las cuales resuena el pasado. Solo está en la multiplicidad de estas voces: esa es la esencia de la tradición, de la cual queremos ser parte y ganar en parte. La investigación histórica moderna no es investigación en sí misma, sino transmisión de tradición. No solo la vemos bajo la ley sobre el paso del progreso y de los resultados asegurados- también en ella hacemos, por así decirlo, experiencias históricas, en la medida en que en ella se hace sonora una nueva voz, en la cual resuena el pasado.” 215

La historia es de las cosas que pensamos en el presente. Hablando en primera persona, es la pregunta por la paz, actual, la que me anima a mirar, pensar y contar la historia de una guerrilla de modo diferente, con el lente de la paz. Y por esta razón es el mismo lente el que tiene que aparecer, para que otros miren a través de él. Ese es nuestro método.

En últimas, todo proceso de conocer, comprender y comunicar es un diálogo entre quine estudia, y objeto y sujeto de estudio, entre saberes, entre pasado, presente y futuro: y esta es la esencia de la paz. El eterno e indispensable diálogo.

215GADAMER. Hans-Georg. Op.cit. p.289.

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