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Las funciones ejecutivas: las habilidades que conforman el

autocontrol… y otras cosas

¿Por qué necesito dos horas para escribir una carta formal que otros dejan lista en 10 minutos? No consigo hacer que mis ideas fluyan en una secuencia ordenada que me permita plasmar lo que quiero decir.

Lo paso fatal cuando intento controlar mis emociones, sobre todo cuando pasa algo que me frustra o me decepciona. Una de las veces que me dejé las llaves dentro del coche , tenía que ir hacer algo muy importante para el trabajo y me puse tan furioso que intenté arrancar la puerta del coche. La gente que pasaba debía de pensar que estaba como una cabra, pero en ese momento me daba igual.

En el capítulo 7, mostramos cómo usamos la inhibición para retrasar la de- cisión de responder a un suceso, es decir, para esperar. En el capítulo 8, vimos que esta demora nos da tiempo para ejercer el autocontrol, que a su vez nos per- mite escoger la acción más sensata para obtener el mejor resultado posible en un futuro. Pero ¿cómo nos controlamos a nosotros mismos? ¿Qué nos permite utilizar ese lapso de tiempo que se crea cuando resistimos a los impulsos? De esto es de lo que se hablará en este noveno capítulo.

Los científicos del campo de la neuropsicología llaman a la capacidad res- ponsable del autocontrol función ejecutiva o, en ocasiones, habilidad ejecuti- va. Se trata de unas acciones dirigidas a nosotros mismos, de unas actividades mentales que llevamos a cabo cuando pensamos en nuestro futuro y en lo que deberíamos hacer para que las cosas nos salieran bien o mejor que antes.

Los científicos han conceptualizado las funciones ejecutivas de muchas maneras diferentes, pero la que encontrará aquí es la manera como yo las en- tiendo. (Para eso es mi libro.)

Los últimos estudios de investigación sugieren que hay por lo menos cuatro funciones ejecutivas además de la inhibición; en total, cinco acciones distintas

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s e g u n d o p a s o : c a m b i e d e a c t i t u d

que utilizamos para refrenarnos, para pensarnos las cosas y para dirigir nues- tro comportamiento. Las usamos con el único propósito de controlar nuestro propio comportamiento para conseguir mejores resultados en el futuro:

la memoria de trabajo no verbal,

la memoria de trabajo verbal,

el control emocional,

la planificación/resolución de

problemas.

Así es cómo funcionan:

Las funciones ejecutivas son más fáciles de apreciar en los niños que en los adul- tos, que las tienen más interiorizadas. Raramente somos conscientes de estas maquinaciones mentales y nadie puede vernos realizarlas. Son las cosas que los adultos «hacemos en la cabeza» durante todo el día para elegir cómo ac- tuar en cada situación. Casi todos lo llamamos «pensar». Aun así, yo pienso que estas cuatro funciones son visibles en las etapas tempranas del desarrollo infantil. También es muy probable que lo fueran en las primeras etapas de la evolución humana, cuando el cerebro era mucho más primitivo. A medida que vamos madurando, las vamos interiorizando, como hizo nuestra especie a me- dida que evolucionaba. Estos ejemplos cotidianos explican lo que quiero decir:

Lena, de seis años, se tapa la boca con la mano cuando quiere contar un se-

creto que sus amigas no quieren que cuente. Con dieciséis años, no le hará falta hacer tal gesto, sino que utilizará el diálogo interno para abstenerse de contarlo, aunque realmente lo desee.

Rico, de ocho años, repite en voz baja pero inteligible: «No te salgas de la

raya» o «No aprietes tanto el lápiz» cuando hace sus ejercicios de caligrafía para no olvidar las directrices de la profesora. Cuando sea mayor, será ca- paz de usar «la voz de su mente» de forma tan automática que posiblemente ni siquiera se dé cuenta de que lo está haciendo.

Crissy y sus compañeros de clase usan los dedos para resolver problemas

matemáticos. Cuando crezcan serán capaces de resolver esos mismos pro- blemas de cabeza.

Los adultos con TDAH afirman que necesitan utilizar tácticas diversas que se encuentran entre los recordatorios visibles y los mentales y casi automáticos que emplean los demás adultos. Uno de ellos confesó que se cierra la boca con una llave imaginaria para dejar de hablar. ¿Usa usted trucos como este para controlar su comportamiento?

Saber cuál de sus funciones ejecutivas es la más débil le ayudará a entender qué tipo de autocontrol debe trabajar para solucionar su déficit y compensarlo.

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Las funciones ejecutivas operan juntas, pero pueden causar limitaciones por separado. Algunos científicos las hemos dividido en habilidades indepen- dientes para entenderlas mejor, pero el ser humano no las experimenta por separado ni las utiliza una a una en la edad adulta. Estas funciones operan como las secciones de instrumentos en una orquesta sinfónica, suenan a la vez para producir una música de belleza incomparable. Es la acción conjun- ta de estas funciones lo que permite el autocontrol en los seres humanos. Cuando el TDAH entra en escena, viene acompañado de deficiencias en las funciones ejecutivas. Estos déficits pueden darse en una función más que en las otras y producir, por lo tanto, distintos tipos de problemas de autocontrol en los adultos. Esto significa, pues, que hay cuatro tipos distintos de auto- control. Saber cuál de ellos es su principal problema facilita la elección de herramientas y estrategias externas que pueden compensar sus deficiencias internas. Más adelante, en este mismo capítulo, tendrá la oportunidad de revisar los problemas que provoca cada función ejecutiva para hacerse una idea de dónde residen sus mayores déficits.

Las cuatro funciones ejecutivas se desarrollan una a una, secuencialmente, añadiéndose cada una a la anterior para construir una estructura mental que facilita el autocontrol. A medida que cada función ejecutiva se desarro- lla en el niño, el control sobre su comportamiento cambia gradualmente de cuatro maneras distintas que, en última instancia, se añaden a la autodeter- minación adulta:

Del exterior al interior: Todos empezamos siendo bebés controlados to- talmente por lo que ocurre en el exterior (un ruido, la marcha de nues- tra madre, un pañal mojado o, mucho más adelante, las órdenes que nos dan nuestros padres); y después vamos siendo dirigidos cada vez más por otras fuentes de información internas, muchas de las cuales tratan del pasado y del futuro (imágenes, diálogo interno, motivación…, que con- forman nuestra retrospección y anticipación).

De los demás a uno mismo: Al principio necesitamos que otros nos con- trolen y dirijan (como nuestros padres), y vamos adquiriendo gradual- mente la habilidad de controlarnos a nosotros mismos.

Del presente al futuro: Cuando somos muy pequeños, lo único que nos importa es lo que está pasando en ese momento. A lo largo de nuestra infancia, vamos teniendo cada vez más en cuenta los acontecimientos futuros y nos vamos dirigiendo hacia ellos. Piense en el tiempo de anti- cipación y en la capacidad de planificación de su día de un niño de tres años en comparación con las de un niño de 12 años (un día o dos) y un adulto de 36 años (entre 6 y 12 semanas).

De la recompensa inmediata a la recompensa demorada: A medida que vamos madurando, vemos con mayor claridad el valor del gran premio final tras una larga espera y somos capaces de evitar las pequeñas tenta- ciones del momento y trabajar hacia metas más beneficiosas.

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Piense en lo que la gente quiere decir cuando califica a un adulto de «infantil». Suele pasar cuando los adultos parecen regirse por cual- quier estímulo externo, necesitan que otros adultos piensen por ellos, no piensan en el futuro o no tienen demasiada paciencia.

¿Le suena? ¿Le viene a la cabeza algún ejemplo de su vida diaria?

Como adulto con TDAH, usted ha padecido un desarrollo tardío de cada una de las cuatro funciones ejecutivas. Ya no es un niño, pero este retraso le hace menos eficiente que el resto de los adultos y podría hacer que los demás le trata- sen como tal. Libérese de la culpa (incluso de la que se autoimpone) y ayúdese a llevar a cabo esos cambios hacia un pleno funcionamiento adulto aprendiendo más sobre cómo este trastorno limita cada función ejecutiva.

La memoria de trabajo no verbal: