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CÓMO SE PRODUCE LA TRANSFORMACION MENTAL

In document El Poder de La Mente (página 30-37)

Los canales del cambio

CÓMO SE PRODUCE LA TRANSFORMACION MENTAL

Dicho brevemente, es probable que la consecución de un rendimiento máximo de la mente funcione más o menos así: cuando cambiamos

nuestras pautas o modelos de pensamiento y de acción, las células cerebrales comienzan a establecer conexiones adicionales, a hacer “instalaciones” nuevas. Estas nuevas conexiones se comunican de maneras nuevas con otras células, y entonces las “instalaciones” o vías nerviosas que mantenían vivo el hábito negativo o la fobia son reemplazadas o alteradas.

Otro ejemplo, si usted decide que quiere aprender a jugar al tenis, puede tomar lecciones y pasarse las horas en las pistas, practicando las jugadas y puliendo su capacidad física. Durante este proceso, las células cerebrales que controlan este tipo particular de habilidad establecen conexiones nuevas que le permiten a usted jugar mejor de cómo jugaba cuando empezó.

Lo mismo pasa con el proceso de pensamiento. Si usted no hace ningún esfuerzo por cambiar de manera de pensar o de cultivar habilidades o disciplinas nuevas, las células cerebrales no llegarán jamás a establecer las conexiones o pautas nuevas que para ello se requiere. De modo similar, si no se esfuerza por mantenerlas, esas nuevas pautas de pensamiento y habilidades físicas irán disminuyendo. Por lo que al cerebro se refiere, es cuestión de “o lo usas o lo pierdes”.

Lo que ayuda y, a la vez fundamenta este proceso de cambio en el cerebro es el hecho básico de que se trata de un órgano maleable y adaptable. El sistema nervioso que incluye nuestros poderes mentales, no es inmutable. No es algo imposible de cambiar, con hábitos, modelos de pensamiento y habilidades fijados de una vez para siempre. Por ende, no hay absolutamente ninguna razón por la cual usted no pueda hacer progresos considerables con todos los programas de autoayuda que le resultaban tan difíciles. Realmente, usted puede alcanzar muchas de las mejoras que usted siempre había querido lograr en su salud, en su espiritualidad y en las demás dimensiones de su vida. Una de las claves de este cambio es aprender a eliminar la nociva dictadura del cerebro izquierdo y a armonizar mejor los dos hemisferios cerebrales.

El mecanismo básico que favorece estos procesos de cambio es la Relajación, es la puerta fisiológica que le abrirá el camino para cambiar sus pautas de pensamiento y su vida.

De diversas maneras, la Relajación prepara el camino para esos benéficos cambios cerebrales. Ante todo las mediciones que hemos efectuado en personas que están practicando la Relajación demuestran que este fenómeno excluye los aspectos que crean confusión, estrés o

angustia de lo que se llama comúnmente la “reacción de ataque-o-fuga”. Al activarse esta reacción, es decir, cuando uno está exaltado, angustiado o enojado ante un reto o una situación difícil, el cuerpo segrega ciertas hormonas llamadas catecolaminas, que lo “aceleran”, preparándolo para enfrentar en forma rápida y decidida la amenaza percibida.

Para el hombre primitivo, cuando el peligro de encontrarse cara a cara con un animal salvaje, era cosa de todos los días este tipo de respuesta era muy útil. En nuestra época, sin embargo, la reacción de ataque-o-fuga tiende a ponernos más nerviosos e incómodos, e incluso a ser dañina. ¿Por qué? Como ya no utilizamos los recursos físicos, la huída o la pelea, que originariamente permitirían gastar las energías provenientes de los cambios hormonales que se producen en el cuerpo en estas situaciones, nos sentimos tensos e incómodos, y nuestra capacidad de lograr un cambio útil en nuestra vida disminuye o desaparece por completo.

Tal como cabía esperar, la reacción de ataque-o-fuga tiende a dispararse por obra de las conclusiones poderosas y casi automáticas, a que llega el lado izquierdo del cerebro, por ejemplo, “es un tigre…hay que huir” o “es un enemigo… hay que luchar”. Pero la Relajación puede ayudarnos a superar estas reacciones tan arraigadas y que ahora, con frecuencia, son inadecuadas y puede desconectar o impedir este tipo de reacción desproporcionada a las circunstancias. La Relajación no altera en forma significativa la excitación requerida cuando se presenta un verdadero peligro o una situación apremiante. En una verdadera crisis, el riesgo real de las circunstancias anula los efectos de la Relajación, probablemente porque lo que está en juego es la supervivencia.

Además la Relajación también estimula una importante actividad cerebral que intensifica la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro. Se ha confirmado, mediante estudios científicos, que durante el proceso de la Relajación los dos lados del cerebro comienzan a interactuar más, como lo evidencia la similitud de las pautas de ondas cerebrales que se observan simultáneamente en el hemisferio izquierdo y en el derecho. En los electroencefalogramas de individuos que estaban entregados a la práctica de la Relajación, los investigadores han descubierto que en esos momentos hay, entre ambos lados del cerebro, una mayor coherencia de las frecuencias de ondas cerebrales alfa y theta.

Lo más importante de todo esto es que este estado mental prepara la escena para cambios significativos. Entre otras cosas, parece que fuera más fácil pensar en forma creativa cuando el cerebro está funcionando con mayor sincronización entre sus dos mitades. Entonces, uno puede examinar y usar con más facilidad la información que aportan tanto el lado izquierdo como el derecho del cerebro, sin la interferencia de pensamientos ajenos que en otras circunstancias podrían estorbar. Es decir, que cuando uno se encuentra en este estado de comunicación intensa entre ambos hemisferios, es más fácil procesar la información y considerar las situaciones de manera nueva e innovadora. Dicho de otra manera, se produce entonces una “receptividad” o “plasticidad” cognoscitiva en la cual cambia efectivamente su manera de ver el mundo.

Esta plasticidad se utiliza en el proceso de la hipnosis. Nuestras investigaciones han demostrado que para pasar a lo que se llama el estado hipnótico, lo que primero que se provoca es la Relajación. Después el hipnotizador puede sugerir diversas acciones al individuo a quién está hipnotizado. Entre las sugerencias puede incluirse la de recordar acontecimientos aparentemente olvidados o la de realizar ciertos movimientos, como puede ser la levitación de un brazo.

Es un hecho interesante el que muchas personas que han logrado la Relajación – y experimentado una mejor comunicación entre los dos lados del cerebro- expresan la experiencia como una especie de “totalidad”. Se valen de expresiones como “sin limitaciones”, “correlación infinita”, “bienestar” y “más despiertos”. Además quienes se encuentran en ese estado tienden a percibir con mucha mayor intensidad la riqueza de detalles en el medio donde se hallan.

Con frecuencia, la gente dice que es un estado indescriptible, que está más allá de las palabras y del lenguaje y que sólo es posible sentirlo, no describirlo. En su forma más intensa, este tipo de experiencia es lo que se conoce como una “experiencia cumbre”, y para el caso es lo mismo que se esté hablando de una revelación espiritual, de un logro deportivo de un importante progreso intelectual.

El profesor Stanley R. Dean, profesor de psiquiatría en las Universidades de Miami y Florida, caracteriza a este tipo de experiencia cumbre como algo que produce una transmutación suprahumana de la conciencia, que se resiste a la descripción. Definitivamente embriagada, la mente es literalmente presa del vértigo de sí misma a tientas, penosamente, busca palabras que tengan la grandeza y la exaltación

suficientes para expresar la visión trascendental. Pero hasta ahora no hemos encontrado las palabras adecuadas.

Dean cita luego un pasaje de uno de los Cuatro cuartetos, de T. S. Elliot, aun cuando el poeta lo usa en otro contexto:

Las palabras se cansan,

Restallan y a veces se rompen bajo la carga, Resbalan, vacilan, perecen bajo la tensión, Se desmoronan con la impresión,

No quieren mantenerse en su lugar, No quieren estarse quietas.

Por supuesto que nadie tiene experiencias cumbres en forma constante. De hecho, muchas personas no llegan a las cimas mentales o espirituales que otras pueden alcanzar. Pero no importa a dónde pueda llegar usted; es incuestionable que será más capaz de mejorar su vida con sólo que pueda aprender a aumentar la coherencia entre los lados izquierdo y derecho del cerebro, mediante el buen uso de la Relajación.

EL FACTOR FE

Otro factor importante que le permite a uno cambiar su cerebro y su vida, y al que ya he aludido antes brevemente, es la intensidad del sistema personal de creencias.

El cerebro reacciona y cambia cuando en la vida cobran importancia una convicción y una fe personal profundas. Nuestras creencias y convicciones son parte de nuestros pensamientos y, por ende, parte de nuestro cerebro. Cuando pensamos o actuamos por una convicción profunda, estamos recurriendo a una “instalación cerebral” ya existente. Por lo tanto, sentimos que lo que estamos haciendo es auténtico y correcto, nos sentimos cómodos cuando operamos apoyándonos en los cimientos de convicciones profundamente arraigadas.

En estas circunstancias, las nuevas pautas de pensamiento y de acción se pueden adquirir mucho más pronto. Las “vías” ya están, por decirlo así “engrasadas”, y las nuevas pautas se instalan con más facilidad. De esa manera, los neurotransmisores pueden transmitir más fácilmente los mensajes, lo que a su vez simplifica el desarrollo de los nuevos procesos de pensamiento y de las disciplinas y habilidades nuevas. Si bien son muchos los factores que contribuyen al desarrollo de

esas nuevas vías, surcos y configuraciones de la “instalación” en el cerebro, la creencia sigue siendo a menudo la fuerza impulsadora primaria. Lo que en las investigaciones médicas se conoce como “efecto placebo” es un buen ejemplo del poder de las creencias en las interacciones mente-cuerpo.

Este fenómeno que describí tanto en El efecto mente/cuerpo como en

La Relajación, tiene tres componentes esenciales: las creencias y

expectativas del enfermo, las creencias y expectativas del médico, profesional sanitario o sanador, y las creencias y expectativas inherentes a la relación del profesional sanitario con el enfermo, o del sanador con el enfermo.

Para descubrir tal poder de las creencias del paciente, los investigadores estudiaron a un grupo de mujeres que sufría de náuseas y vómitos durante el embarazo. Para empezar se les pidió que se traguen uno pequeños globos intra-gástricos, que medían las contracciones del estómago. Estos detectaron las ondas características de la náusea y del vómito. Después se les administró una sustancia que, según se les dijo, les curaría ambos síntomas, pero en realidad lo que se les dio era jarabe de ipecuana, un fármaco que se usa con frecuencia para provocar el vómito.

¿Los resultados? En este caso la creencia triunfó sobre las fuerzas físicas y la medicina. Como las pacientes creían que estaban tomando una medicación contra las náuseas, a muchas de ellas les desaparecieron las náuseas y los vómitos; además, según las mediciones del globo, también las contracciones del estómago se normalizaron. Aquí tenemos una situación en que la fe en una sustancia llegó a invertir, en los hechos, la acción fisiológica del fármaco. La “instalación” del cerebro demostró ser más poderosa que la droga.

Un ejemplo afín, pero más negativo, del poder de las creencias sobre el cerebro se refiere a un tipo de muerte súbita, que es el que se da entre las víctimas de diversos delitos. Hay veces en que el miedo agudo, o incluso el terror inducido por la creencia llega a liberar en el torrente sanguíneo cantidades muy grandes de noradrenalina, hormona relacionada con el estrés y que puede tener efectos físicos devastadores. La liberación excesiva de esta sustancia puede desencadenar una serie de pasos bioquímicos que provocan terminan enormes cambios en el músculos cardíaco, y causando la muerte. Un estudio científico demostró que, de acuerdo con las respectivas autopsias, de quince sujetos que murieron a causa de agresión física, once no tenían ninguna

lesión interna. Lo que habían sufrido era un fenómeno conocido como degeneración miofibrilar, un tipo de lesión del músculo cardíaco.

Este podría ser el mismo proceso, por el cual en algunas sociedades primitivas, ocurren las muertes por vudú. Cuando un poderoso médico- brujo sanciona con una maldición a un individuo, es frecuente que éste muere poco después. Lo que lo mata más que ninguna otra cosa, es su convicción de que va a morir. De modo similar, el hecho de que haya personas de que mueren durante una agresión es resultado de su miedo al daño que puede provocarles el asalto, más que del asalto mismo.

Otros estudios han demostrado que la creencia del médico o del sanador también es sumamente importante. A un grupo de médicos que trabajaban para una compañía le dieron el mismo tranquilizante, pero con dos marcas distintas, de las cuales sólo una era de su compañía, pidiéndoles que efectuarán pruebas con ambas.

Los resultados demostraron que la sustancia que llevaba el rótulo de la propia compañía fue más eficaz que la otra marca, por más que entre las dos no hubiera otra diferencia que la del nombre. En pocas palabras, que la fe de los médicos en su propio producto representaba, al parecer, una diferencia en la forma en que éste actuaba sobre los pacientes.

Un ejemplo del tercer elemento en el efecto placebo –el poder de la relación médico-enfermo- se encuentra en un estudio que se llevó a cabo en el Hospital General de Massachusetts con dos grupos similares de enfermos a quienes se estaba preparando para cirugía, y que recibieron un trato diferente del anestesista. A uno de los grupos se les dieron explicaciones rápidas y someras. Con el otro grupo, el mismo anestesista se condujo de manera mucho más cálida y afectuosa. Se sentó en la cama para explicar detalladamente en que consistía la operación, explicándoles el tipo e intensidad de dolor que cabía esperar, y les dio, en general, mucho más apoyo. Estableció sólidamente la relación médico-paciente, y como resultado, los pacientes llegaron a tener confianza y fe positiva en su médico.

Después todos los pacientes fueron sometidos a los procedimientos quirúrgicos y post-quirúrgicos del caso. A todos se les permitió recibir tantos analgésicos como pidieron. Durante esta fase, estuvieron al cuidado de personal del equipo hospitalario que no sabía a qué grupo pertenecían los pacientes, o incluso que no tenían conocimiento de que se estuviera haciendo un estudio.

Terminado éste, los investigadores comprobaron que los pacientes que habían recibido un trato cálido y afectuoso pidieron la mitad de los analgésicos que el otro grupo. Además, los que habían tenido una relación médico-paciente positiva fueron dados de alta, como promedio, dos y medio antes que los del otro grupo.

En cada una de estas situaciones, es evidente el poder de las creencias sobre la curación. La mente comienza a funcionar independientemente de la medicación y de otros factores, y cobra efectivamente una vida propia que influye sobre las reacciones corporales. En pocas palabras, que las creencias son capaces de influir sobre la mente, y de transformarla con resultados espectaculares.

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